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TECUN UMAN

Tecún Umán o Tekun Umam en lengua k´iche´ moderna (Reino K'iche' de


Q'umarkaj, 20 de febrero de 1524) fue un gran guerrero y último mandatario de
los k´iche´ en Guatemala.
Según los Anales de los Cakchiqueles, fue vencido por el invasor español Pedro de
Alvarado mientras combatía contra los españoles en los valles de pachah.
Da su nombre a la Ciudad Tecún Umán, principal paso fronterizo
entre Chiapas (México) y Guatemala. Ciudad Tecún Umán conecta con Ciudad
Hidalgo (Chiapas).

Héroe nacional
Es considerado el más representativo de los k´iche´ por su valentía y dignidad,
porque luchó y protegió a su tierra y a su pueblo. Fue declarado oficialmente héroe
nacional de Guatemala el 22 de marzo de 1960 y es conmemorado el 20 de
febrero, aniversario de su muerte.
En aquel tiempo nadie conocía a este personaje como "Tekun Umam" (Gran
Abuelo Tekun), ya que este es un nombre que se le dio posteriormente. En sus
tiempos era conocido como el "Ahau Galel" que traducido significa "El nieto del
Rey" y en aquella batalla entre k´iche´ y conquistadores Tekun Umam vestía un
tocado bellamente adornado con plumas de Quetzal. Esto lo describe el
conquistador Pedro de Alvarado en sus crónicas de conquista y ésta fue la base
para que posteriormente se le adjudicara el nombre de Quetzaltenango a la ciudad
que fundaron los españoles en las cercanías al lugar de la batalla, como lo
menciona el conquistador en sus cartas.
A su vez hay una estatua en la ciudad de Guatemala en su honor.

Héroe indígena vencido


Guatemala es un país racista en donde el proyecto de construcción de los héroes
nacionales no cuajó, y en la década de 1960, henchidas de nacionalismo, hasta las
propias élites del país se enorgullecían de tener como héroe nacional a Tecum
Umam. ¿Y por qué no? Era el héroe indígena perfecto: el ingenuo, el poco
inteligente, el derrotado… Y es que eso de pensar que matar al caballo, era lo
mismo que matar jinete… Un héroe indígena vencido era más conveniente que un
líder indígena en rebelión permanente, como fue el caso del gobernante
kaqchikel Kaji’ Imox, quien se alzó con sus huestes durante toda una década
(1527-1540) en contra de la dominación española.
En ese imaginario criollista, tan profundamente arraigado en nuestro país, y a tono
con el culto al “indio muerto”, contar con un héroe vencido, como Tecum Umam,
resultó muy cómodo. Es la misma idea que se trasluce en el hecho de “sentirse
orgullosos por nuestro pasado indigena”, mientras que a la vez se manifiesta un
actitud racista y discriminadora frente a los indigenas contemporáneos. 1
Una comisión de notables, integrados por la Honorable Sociedad de Geografía e
Historia, y a petición del Comité Pro Exaltación del Héroe Tecún Umán y del propio
Congreso de la República, rindió dictamen favorable con respecto a la idoneidad de
Tecum Umam, como el paladín del Ejército de la República. Nadie pensó en Kaji’
Imox, como el héroe nacional, dado que era preferible un héroe indígena vencido,
que un ejemplo de lucha y rebelión. Al mismo tiempo, instituir a Tecum Umam
como héroe nacional, legitimaba, según la perspectiva criollista, a su verdadero
héroe. Pedro de Alvarado, el vencedor.
Y a pesar de todo la leyenda persiste. Desde 1960 no ha habido ninguna
generación de escolares que no haya sido cautivada por aquella escena épica en la
que Tecum Umam, oh egregio héroe nacional, se enfrentara al mismísimo Pedro
de Alvarado y cayera en combate. La visualización del quetzal revoloteando el
cadáver de Tecum Umam y posándose en él, para luego teñir de rojo su pecho
forma parte de ese imaginario.

La leyenda de Tecún Umán


La historia sobre la batalla del príncipe quiché contra la invasión española sufrió de
una mitificación, la leyenda sobre el héroe quiché cuenta que éste luego de resistir
ferozmente a las tropas del conquistador español Alvarado en Xelajú
(actual Quetzaltenango) se encontró cara a cara en batalla con el mismísimo Pedro
de Alvarado. Tecún Umán clavó su lanza en el pecho del caballo de Alvarado. El
jinete, después de levantarse mató con su espada de acero al cacique
clavándosela en el corazón. La leyenda cuenta que un Quetzal se posó en su
sangre y de allí viene el rojo en el pecho del ave. El "mito" creció durante 400 años
de colonización y fue acogido como símbolo de libertad durante la conspiración
para la independencia.
Afortunadamente existe El Título K’oyoi que fue descubierto y publicado por el
antropólogo Robert Carmack, pionero y experto en los estudios sobre los quichés.
El manuscrito está en la Colección Robert Garrett de Manuscritos Mesoamericanos
en la Biblioteca de la Universidad de Princeton. El manuscrito dedica en total 8, de
las 56 páginas al evento de la llegada de los españoles y a Tecún. Basándose en
este texto, Carmack ya planteó la historicidad del personaje de Tecún Umán en
1975
El texto declara que los quichés ya estaban enterados del avance de los españoles.
Estaban preparándose, construyendo obstáculos en forma de grandes lajas de
piedras, fortificaciones y zanjas con estacas. Luego describe a los invasores y se
muestran impresionados por sus armas, su armadura y los caballos.
Narra además cómo los españoles y sus tropas auxiliares simplemente derribaron
las fortificaciones. Los señores quichés estaban asustados y mandaron mensajeros
a Q’umarkaj (Utatlán) para pedir refuerzos. Enseguida salió por Tzijbachaj (hoy
Totonicapán) el gran capitán adelantado, Tecún nieto del rey don Kikab.
Aquí se menciona por primera vez a Tecún Umán. Vemos que se llama Tecún, y
que Umán se refiere a su parentesco con el famoso señor quiché Kikab.

La gallardía del capitán Tecún


En el documento conocido como Títulos de la Casa Ixquin Nehaib, Señora del
Territorio de Otzoyá, que data del siglo XVI, se relata el encuentro frontal entre
Tecum Umán [sic] y Pedro de Alvarado, a quienes los quichés llaman Tunadiúh,
nombre que derivó de Tonatiuh, como fue nombrado por los mexicas.
Ahí se consigna que el capitán Tecum venía vestido con un traje de plumas de
quetzal, una esmeralda muy grande en el pecho, que parecía espejo, y otras más
en la frente y la espalda.
Al atacar a Pedro de Alvarado, "el capitán Tecum alzó el vuelo, que venía hecho
águila, lleno de plumas que nacían de sí mismo y no eran postizas. Traía alas que
también nacían de su cuerpo...”
El documento agrega que tras matar al capitán quiché, Alvarado dijo a sus
soldados que no había visto otro indio tan apuesto y lleno de plumas tan bellas en
México, Tlaxcala o el resto de los pueblos que había conquistado.

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