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En el año 1913 la economía rusa (con cerca del 6% del PIB mundial) era la cuarta más
grande del mundo, solo por detrás de potencias mundiales como EE UU, Alemania, y
Gran Bretaña. En cuanto al volumen de comercio exterior, Rusia llegó a ocupar el sexto
puesto de la escala mundial, al tiempo que dicho volumen experimentaba un crecimiento
constante y la exportación se convertía en uno de los principales factores de ampliación
de la producción industrial y de la extracción de los recursos naturales del imperio.
La agricultura era uno de los sectores económicos más prósperos de aquel periodo. Rusia
era líder mundial en producción de centeno, ocupaba el segundo puesto (después de
EE UU) en producción de trigo y el primero en exportación de aceite vegetal y
mantequilla.
La reforma monetaria implantada entre 1895 y 1897 por el entonces ministro de Finanzas,
Serguéi Vitte, así como la adopción en Rusia del patrón oro crearon las condiciones
favorables para atraer la entrada de capital extranjero. El Banco Estatal de Rusia seguía
rigurosamente las exigencias del patrón oro, canjeando sin limitaciones billetes por oro
en lingotes y en monedas. Esto fomentó la plena confianza de los inversores extranjeros
en el rublo ruso hasta principios de la Primera Guerra Mundial.
Ahora, en una nueva etapa de su desarrollo histórico, Rusia tiene que solventar problemas
de la misma naturaleza.
Actualmente, las inversiones de capital fijo en Rusia se están reduciendo, mientras que la
financiación estatal de proyectos de infraestructura se incrementó bruscamente a partir
del discurso pronunciado por el presidente Vladímir Putin en el Foro Económico
Internacional celebrado en junio de 2013 en San Petersburgo.
Por otro lado, la fuga de capital al extranjero, supera con creces su entrada al país. Para
el gobierno ruso, es precisamente la entrada de capital extranjero el principal indicador
de confianza en la economía nacional, además del principal motor en el proceso de
crecimiento.
En 1913, Rusia era un país con bienes escasos, de modo que el Estado decidió asumir
aquellos proyectos que requerían una inversión de capitales más densa y que ejercían
mayor influencia en el desarrollo estratégico de la economía nacional. Por ejemplo, se
utilizaron fondos presupuestarios para la construcción de una red ferroviaria de enormes
dimensiones. Dicha red enlazaba la parte europea del país con el Cáucaso, las regiones
de Asia Central, Siberia y el Extremo Oriente, hecho que impulsó la colonización de sus
recursos naturales y la incorporación de su población a la vida económica.
En 1913, cerca del 30% del presupuesto se destinó al sector de la defensa, de ahí que la
economía rusa de aquel entonces se pudiera calificar de ‘militarista’. En la actualidad, los
gastos en defensa —sobre todo las asignaciones presupuestarias destinadas a la compra
de armamento y tecnología militar a productores nacionales— van en aumento, lo que
demuestra que ahora, al igual que en 1913, la industria militar sigue ejerciendo un papel
importante en el crecimiento económico del país.
A principios del siglo XX, el capital extranjero proveniente de Francia, Alemania, Bélgica
y Gran Bretaña financió la creación de una industria pesada en San Petersburgo y Moscú,
así como en la región de Donetsk y en la zona transcaucásica. Otro factor importante en
el estímulo del crecimiento económico de hace cien años fue la renuncia a la importación
y la práctica de un proteccionismo moderado.
Hace cien años, Rusia no logró alcanzar plenamente el modelo de desarrollo económico
lineal, cuyos principales componentes eran la creación de una industria nacional fuerte y
de fuentes internas de crecimiento económico a gran escala. La economía nacional de
aquella época dependía en gran medida de la exportación de la producción agraria y de la
afluencia de inversiones extranjeras. Por este motivo, la economía rusa se sumergió en
una crisis estructural al inicio de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, momento
en el que se detuvo bruscamente la entrada de capital y la exportación de las cosechas de
cereales prácticamente desapareció.
En la Rusia actual, los principales motores del crecimiento son la exportación de materias
primas (sobre todo de petróleo, gas natural y metales), el gasto público y la inyección de
crédito a través de instituciones financieras privadas que cuentan con el apoyo de las
autoridades monetarias del país.
Los problemas de la economía rusa actual tienen que ver con la conservación de
determinadas limitaciones institucionales a su desarrollo. El país necesita mejorar las
condiciones de competitividad de sus mercados, llevar a cabo una considerable
desmonopolización, reducir la corrupción e impulsar un desarrollo equilibrado del sector
bancario.
La entrada de Rusia en la OMC en 2012 supuso una buena oportunidad para eliminar las
barreras al desarrollo del comercio de bienes y servicios con las principales economías
del planeta. Pero el gobierno ruso aún debe demostrar la seriedad de sus intenciones en
cuanto a la integración de su economía en el mercado internacional.
Actualmente la economía de Rusia es la sexta mayor del mundo, por detrás de EE UU,
China, India, Japón y Alemania. Lo más probable es que Rusia se mantenga durante
mucho tiempo dentro del círculo formado por las economías más fuertes del planeta,
incluso hay motivos para creer que, en diez años, se convertirá en la mayor economía de
Europa, superando a Alemania
Contexto económico
Coyuntura económica
Tras sufrir en 2009 la mayor recesión desde la caída del bloque soviético, y a pesar de la
recuperación de los años siguientes, Rusia atravesó otra recesión entre 2015 y 2016
debido a la fuga de capitales, la caída del rublo, la bajada del precio del petróleo y las
sanciones comerciales de Occidente que siguieron al estallido de la crisis ucraniana. El
crecimiento fue negativo durante dos años consecutivos (-3,7% en 2015 y -0,8% en 2016),
pero para 2017 se prevé un crecimiento del 1,1% gracias al impulso del consumo privado.
En 2016 la recesión continuó a un ritmo menor. El déficit público creció hasta el 3,3%
del PIB. Para equilibrar las finanzas públicas, el gobierno privatizó una parte de Rosneft,
el principal productor ruso de petróleo. La inflación es muy alta (7.2%), pero desde 2015
se ha reducido a la mitad y se espera que esta tendencia continúe con el fortalecimiento
del rublo. La situación de la banca se ha agravado y a finales de 2016 los préstamos de
bajo rendimiento rayaban el 10% del total. En noviembre, Rusia se comprometió con la
OPEP a reducir su producción de petróleo, aunque la producción diaria de crudo alcanzó
en 2016 su nivel más alto de los últimos 25 años (11,2 millones de barriles al día). La
deuda soberana se mantiene en niveles bajos y el país cuenta con vastas reservas de
divisas a las que se añaden fondos soberanos. Los presupuestos para 2017 tienen previsto
incrementar el gasto social y reducirlo en otros campos. El objetivo es reducir el déficit
estimulando la demanda, con vistas a las elecciones presidenciales de 2018. Las
elecciones legislativas de septiembre de 2016 confirmaron la mayoría del partido
presidencial, aunque la participación fue la más baja de los últimos 25 años (48%). Rusia
se enfrenta a numerosos desafíos: bajos niveles de competitividad, inversiones
insuficientes, dependencia de las materias primas, ausencia de reformas estructurales, mal
clima empresarial y una población en envejecimiento.
La tasa de desempleo, que había aumentado como consecuencia de la crisis financiera de
2008, se ha reducido hasta el 5,8%, pero acompañada de una disminución de los ingresos.
Las desigualdades siguen siendo fuertes, especialmente entre las grandes ciudades y las
zonas rurales. El 1% de la población posee el 71% de los activos privados. A pesar de la
aparición de una clase media en las ciudades, la tasa de pobreza se mantiene en el 14%.
Un movimiento de protesta nacido en la clase media exige el fin de la corrupción y el
nepotismo.
Rusia tiene una gran riqueza de recursos naturales. Es el primer productor de gas natural
y de petróleo del mundo, y también uno de los principales productores y exportadores de
diamantes, níquel y platino.
La industria representa el 36% del PIB y emplea a casi el 28% de la población. Rusia ha
heredado la mayoría de las bases industriales de la Unión Soviética. Los sectores más
desarrollados son la química, la metalurgia, la construcción, la mecánica y la defensa.
El sector servicios emplea a cerca de dos tercios de la población y genera alrededor del
60% del PIB. El sector bancario no se ha sometido a una reestructuración completa desde
la crisis financiera de 1998. Dado el tamaño del país, los sectores del transporte, las
comunicaciones y el comercio son especialmente significativos. El turismo también es
una fuente de ingresos cada vez mayor.
La economía rusa volvió a crecer en 2017 tras dos años de recesión, pero menos de lo
que esperaba el gobierno a dos meses de las elecciones presidenciales.
En 2017 el Producto Interior Bruto (PIB) ruso creció un 1.5%, tras las contracciones de
2015 (2.8%) y 2016 (0.2%), indicó el jueves la agencia de estadísticas Rosstat.
El ministro de Economía Maxim Orechkin había dicho varias veces que su objetivo era
un crecimiento del 2%, pero el final de 2017 fue peor de lo esperado.
En 2015 y 2016 Rusia vivió su peor recesión económica desde la llegad de Vladimir Putin
al poder, en el año 2000.
Una crisis que mermó considerablemente el poder adquisitivo de las familias como
consecuencia de la caída del precio del petróleo y de las sanciones occidentales,
relacionadas con las crisis en Ucrania.
A pesar del crecimiento en 2017, la economía rusa está lejos de las tasa del 7% de media
de los primeros años de la presidencia de Vladimir Putin.
1. Se ha reducido la pobreza
Los niveles de pobreza son significativamente menores a los de la era pre-Putin.
Pero Rusia permanece debajo del promedio de la mayoría de las grandes economías
globales.
2. Los salarios se han estancado
Durante el primer periodo de Putin en la presidencia, los salarios crecieron
consistentemente cerca del 10% anual.
Sin embargo, desde que regresó al poder en 2012, tras un periodo como primer ministro,
ese crecimiento ha probado ser más esquivo, debido a las crisis internas y las
sanciones económicas.