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Montaigne de Los Canibales PDF
Montaigne de Los Canibales PDF
LETRAS UNIVERSALES
Ensayos
1
Edición de María Dolores Picazo
CÁTEDRA
LETRAS UNIVERSALES
Título original de la obra:
Essais
Mas no hay grandes indicios de que esta isla sea ese mun-
do nuevo que acabamos de descubrir, pues tocaba casi con
España y sería increíble que la inundación la hubiera aparta-
do hasta donde está, a más de mil doscientas leguas, aparte de
que las modernas expediciones han descubierto ya casi que
no es una isla, sino tierra firme, unida por un lado con las In-
dias orientales y por otro, con las tierras que están bajo los
dos polos; o que, si está separada, 10 está por un estrecho o in-
tervalo tan pequeño que no merece por ello ser considerada
como isla.
Parece que se producen movimientos, naturales unos, febri-
les otros, en esos grandes cuerpos, así como en los nuestros.
Cuando pienso en la erosión que deja el río Dordoña actual-
2 El Mar Negro.
3 "Dicen que antiguamente un enorme terremoto separó esas tierras del
continente al que estaban unidas» (Virgilio, Eneida, III. 414),
4 "y un pantano, hace tiempo estéril y apto para los remos, alimenta las
ciudades vecinas y soporta el pesado arado» (Horacio, Arte poética).
mente, por la orilla derecha al bajar, y en el terrel1:0 quehaga- Este hombre que junto a mí estaba, era hombre sencillo y
nado en veinte años destruyendo la base de vanos edificios, tosco, condición propia para dar testimonio verdadero; pues
me doy cuenta de que es un movimiento extraordinario, pues las gentes refinadas se fijan con más agudeza y mejor en las
si hubiese llevado siempre ese ritmo o lo fuese a llevar en el cosas, mas las glosan; y para hacer valer su interpretación y
futuro, trastocaría el aspecto del mundo. Mas están a la mer- persuadir de ella, no pueden dejar de alterar algo la historia;
ced de muchos cambios: tan pronto se ensanchan por un jamás os describen las cosas en su estado puro, las tuercen
lado como por otro; como se contienen. No hablo de las re- y disfrazan según el aspecto que les han visto; y para dar cré-
pentinas inundaciones cuyas causas conocemos. En Medoc, dito a su idea y atraeros a ella, adaptan en ese sentido la ma-
al borde del mar, mi hermano, señor de Arsac", ha visto como teria, alargándola y ampliándola. Es preciso un hombre muy
quedaba sepultada una de sus tierras bajo ~as .aren~s que el fiel o tan sencillo que no tenga con qué construir o dar vero-
mar vomita ante ella; la cima de algunos edificios aun ~obre- similitud a falsos inventos y que con nada se haya casado. Así
sale: hanse trocado sus rentas y tierras en pobres pastizales. era el mío, y además presentóme a menudo a varios marine-
Dic~n los habitantes que, desde hace algún ti~mpo, el mar ros y mercaderes que había conocido durante aquel viaje. Por
empuja con tal fuerza hacia ellos, qu~ h~ perdido cuatro le- ello, conténtome con esa información sin investigar lo que
guas de tierra. Esas arenas son s~s preliminares: y vemos gran- dicen los cosmógrafos.
des montones de arena en movimiento que se adelantan me- Nos serían precisos topógrafos que hicieran su propia na-
dia legua, comiéndose el país. . rración de los lugares donde han estado. Mas por tener sobre
El otro testimonio de los tiempos antiguos con el que se nosotros la ventaja de haber visto Palestina, quieren gozar del
quiere relacionar este descubrimiento, e~ de Aristóteles, al me- privilegio de contamos noticias del resto del mundo. Me gus-
nos si es suyo ese libreto de «las maravillas inauditas», Cuen- taría que cada uno escribiese sobre lo que sabe y cuanto sabe,
ta en él que algunos cartagineses, habiéndose lanzado a ~ravés no sólo en esto sino en cualquier otro tema: pues uno puede
del mar Atlántico fuera del estrecho de GIbraltar y habiendo tener algún especial conocimiento o experiencia sobre la na-
navegado durante largo tiempo, descubrieron por fin una isla turaleza de un río o de una fuente y no saber del resto más
grande y fértil, cubierta de bosques y re~ada por anchos y pro- que lo que saben los demás. Decidirá, sin embargo, escribir la
fundos ríos, muy alejada de cualquier nerra firI?e; y que ellos fisica entera para publicar ese pequeño retazo. De este vicio
y después otros, atraídos por .la rique~a y fertilidad de la re- nacen muchos y grandes perjuicios.
gión, fuéronse allí con sus mujeres e hIJOS,e~pezando a aco~- y el caso es que estimo, volviendo al tema anterior, que nada
tumbrarse a ella. Los señores de Cartago, VIendo que su país bárbaro o salvaje hay en aquella nación", según lo que me han
se despoblaba poco a poco, prohibieron expresamente, bajo contado, sino que cada cual considera bárbaro lo que no perte-
pena de muerte, que nadie fuese ~ás .allí y expulsaron a los nece a sus costumbres. Ciertamente parece que no tenemos
nuevos habitantes, por temor, segun dicen, a que con el paso más punto de vista sobre la verdad y la razón que el modelo
del tiempo llegaran a multiplicarse de tal forma que los s~- y la idea de las opiniones y usos del país en el que estamos.
plantasen a ellos y arruinasen su estado. Este re~ato de ArIStO- Allí está siempre la religión perfecta, el gobierno perfecto, la
teles tampoco concuerda con nuestras nuevas tierras. práctica perfecta y acabada de todo. Tan salvajes son como
los frutos a los que llamamos salvajes por haberlos producido
la naturaleza por sí misma y en su normal evolución: cuando
5 Se trata de Tomás, señor de Beauregard y de Arsac, nacido en este último
lugar en 1534. Se sabe que el enarenamiento de esta parte de la costa no se de·
tuvo hasta más tarde por las plantaciones de pmos. 6 Se trata de los indígenas de América del Sur.
en verdad, mejor haríamos en llamar salvajes a los que hemos no sólo todas las pinturas con las que la poesía embelleció la
alterado con nuestras artes, desviándolos del orden común. edad de oro y todas las creaciones para representar una feliz
En aquéllos están vivas y vigorosas las auténticas cualidades y condición humana, sino incluso el concepto y el propio de-
propiedades más útiles y naturales, las cuales en cambio, he- seo de la filosofia. No pudieron inventar inocencia tan pura y
mos envilecido en éstos, adaptándolas simplemente al placer simple como la que vemos por experiencia; ni pudieron ima-
de nuestro gusto corrompido. Y así, sin embargo, el sabor y la ginar que nuestra sociedad pudiera mantenerse con tan poco
suavidad de distintos frutos de aquellas zonas sin cultivos, re- artificio y soldadura humana. Es una nación, diríale yo a Pla-
sultan ser excelentes para nuestro gusto y mejores que los tón, donde no existe ningún tipo de comercio, ningún cono-
nuestros. No hay razón para que lo artificial supere a nuestra cimiento de las letras; ninguna ciencia de los números; nin-
grande y poderosa madre naturaleza. Hemos recargado tanto gún nombre de magistrado ni de cargo político; ninguna cos-
la belleza y riqueza de sus obras con nuestros inventos, que la tumbre de vasallaje, de riqueza o de pobreza; ningún contrato;
hemos asfixiado por completo. Y aun así, allá donde reluce ninguna sucesión; ningún reparto; ninguna ocupación que no
su pureza, hemos de avergonzamos extraordinariamente de sea ociosa; ningún respeto de parentesco que no sea común;
nuestras frívolas y vanas empresas, ninguna ropa; ninguna agricultura; ningún metal; ningún uso
del vino o del trigo. Incluso las palabras, que significan menti-
Et veniunt ederae sponte sua melius, ra, traición, disimulo, avaricia, envidia, detracción, perdón,
Surgit et in solis formosior arbutus antris, [son inauditas! ¡Cuán lejos de esta perfección apareceríasele la
Et volucres nulla dulcius arte canune. república que imaginó!: «viri a diis recentes-".
Todos nuestros esfuerzos son incapaces de llegar a reproducir Hos natura modos primum dedit".
el nido del más insignificante pajarilla, ni su textura, ni su be-
lleza, ni la utilidad de su uso; ni siquiera la tela de la débil ara- Además viven en una zona de países muy grata y bien tem-
ña. Dice Platón que todas las cosas han sido creadas o por la plada; de forma que, según me han dicho mis testigos, raro es
naturaleza o por el azar o por el arte; las más grandes y más ver allí a un hombre enfermo; y me han asegurado no haber
bellas por uno de los dos primeros, las menores e imperfectas visto a ninguno tembloroso, legañoso, desdentado o encorba-
por el último. do por la vejez. Se asientan al borde del mar, cercados tierra
Esas naciones parécenme por lo tanto bárbaras porque la adentro por grandes y elevadas montañas que dejan entre
mente humana las ha moldeado muy poco y están aún muy cada dos una extensión de unas cien leguas de ancho. Abun-
cerca de la inocencia original. Rígense todavía según las leyes dan pescados y carnes sin parecido alguno con los nuestros y
naturales, apenas adulteradas por las nuestras; mas en tal pu- los comen sin más artificio que la cocción. El primero que allí
rez.a que me apena a veces que no hayan sido conocidas pre- llegó a caballo, a pesar de habérselos ganado en otros viajes,
fenblemente en la época en que había hombres que habrían prodújoles tal horror en aquella postura que lo mataron a fle-
sabido juzgarlas mejor que nosotros. Me disgusta que ni Li- chazos antes de poder reconocerlo. Sus construcciones son
curgo ni Platón las hayan conocido; pues paréceme que lo muy largas, con capacidad para doscientas o trescientas al-
que comprobamos por experiencia en esas naciones, supera mas, cubiertas con cortezas de grandes árboles hincadas en
8 «Hombres recién salidos de las manos de los Dioses» (Séneca, Cartas, 90).
7 «La hiedra crece mejor espontáneamente; el madroño se desarrolla más
9 «Éstas fueron las primeras leyes que dictó la naturaleza» (Virgilio, Geórgi-
bello en los lugares solitarios; el canto de los pájaros es más dulce sin arte»
(Propercio, 1, II. 10). cas, II. 20).
tierra por un extremo y sostenidas y apoyadas unas en otras Tienen una especie de sacerdotes y de profetas que se pre-
en lo alto, como algunas de nuestras granjas cuyos tejados lle- sentan muy raramente ante el pueblo, pues tienen su morada
gan hasta el suelo sirviendo de flanco. Tienen una madera tan en las montañas. A su llegada, hacen una gran fiesta y solem-
dura que, cortándola, construyen con ella sus espadas y parri- ne asamblea de varios poblados (cada cabaña, como ya he di-
llas para asar la carne. Sus lechos son de un tejido de algodón, cho, forma un poblado, y están a una legua francesa una de
colgados cerca del techo como los de nuestros barcos, y cada otra). El profeta les habla en público, exhortándolos a la vir-
uno tiene el suyo; ya que las mujeres duermen separadas de tud y al deber, mas toda su ética contiene únicamente esos
sus maridos. Se levantan con el sol y comen inmediatamente dos artículos anteriores de la firmeza en la guerra y del cariño
después de haberse levantado y para todo el día; pues no ha- a sus mujeres. También les pronostica el porvenir y los resul-
cen más comida que ésta. No beben entonces, como cuenta tados que han de esperar de sus empresas, los empuja o los
Suidas de otros pueblos de oriente que bebían fuera de las co- desvía de la guerra; mas si falta en sus adivinaciones o les
midas; beben varias veces al día y a placer. Su brebaje está he- acontece algo distinto a lo que les predice, lo despedazan en
cho con alguna raíz y tiene el color de nuestros vinos claretes. mil trozos si lo atrapan, condlenándolo como falso profeta.
Sólo lo beben tibio; este brebaje no se conserva más que dos o Por este motivo, al que hierra lima vez, no se le vuelve a ver.
tres días; tiene un sabor un poco picante, no es nada espumo- Es la adivinación un don de Dios, por ello debería ser im-
so y es saludable para el estómago y laxante para aquellos que postura punible hacer uso de ella para engañar. Los escitas,
no están habituados a él; es una bebida muy agradable para el cuando por casualidad los adivinos fallaban, tendíanlos ata-
que está acostumbrado. En lugar de pan, usan cierta materia dos de pies y manos sobre carros llenos de brezo, tirados por
blanca parecida al cilantro confitado. Lo he probado: su sabor bueyes, para quemarlos. A los que manejan las cosas regidas
es suave y algo soso. Todo el día se lo pasan bailando. Los más por la inteligencia humana se les puede perdonar hacer sólo
jóvenes van a cazar fieras con sus arcos. Una parte de las muje- lo que pueden. Mas a esos otros que vienen jactándose de la
res ocúpase mientras tanto en calentar la bebida, lo que consti- infalibilidad de una facultad extraordinaria que está fuera de
tuye su principal labor. Hay algún anciano que por la mañana, nuestro conocimiento, ¿acaso no se les ha de castigar por no
antes de que se pongan a comer, predica lo mismo a toda la ca- cumplir sus promesas y por la temeridad de su impostura?
baña, paseándose de un extremo a otro hasta dar la vuelta (pues Tienen sus guerras contra [as naciones del otro lado de las
son construcciones que tienen más de cien pasos de largo). montañas, que están más tierra adentro, a las que van comple-
Sólo les recomienda dos cosas: valor contra los enemigos y tamente desnudos sin más armias que unos arcos o unas espa-
amor a sus mujeres. Sin dejar de resaltar nunca en el refrán esta das de madera, afiladas por un extremo, como nuestros vena-
obligación, ya que son ellas quienes les mantienen caliente y sa- blos. Es asombrosa la firmeza de sus combates que jamás ter-
zonada la bebida. Puede verse en algunos lugares, y entre otros minan si no es con la muerte (Ü el derramamiento de sangre,
en mi casa, la forma de sus lechos, de sus cuerdas, de sus espa- pues no conocen ni la derrota ni el espanto. Cada uno se lle-
das y brazaletes de madera con los que se cubren las muñecas va como trofeo la cabeza del enemigo que ha matado y la
en el combate, y de sus largos cayados, abiertos por un extre- cuelga a la entrada de su mora-da. Después de tratar bien du-
mo, con cuyo sonido llevan el ritmo en la danza. No tienen ni rante largo tiempo a sus prisiomeros con todas las comodida-
un pelo en todo el cuerpo y se afeitan apurando mucho más des que ocurrirseles puedan, ell jefe convoca una gran asam-
que nosotros sin más navaja que un trozo de madera o de pie- blea con sus conocidos; ata un.a cuerda a un brazo del prisio-
dra. Creen que las almas son eternas y que las que lo han me- nero, y, agarrando el extrernro, lo mantiene alejado de él
recido según los dioses viven en el lugar del cielo por el que algunos pasos, por miedo a que le ataque, y al más querido de
sale el sol; las malditas, del lado de occidente. sus amigos le da el otro brazo parra que lo sujete de igual forma;
y los dos, en presencia de toda la asamblea, lo m~tan a ~olpes de No te~en los médicos servirse de ella para nuestra salud,
espada. Hecho esto, lo asan y comen todos de el, enviando al- de cualq:uer, forITola,.
fa. sea para aplicarla por dentro o por fue-
gunos trozos a los amigos que están ausentes. Esto no es, ra, mas jamas exisuo Idea tan absurda que justificara la trai-
como podría creerse, para alimentarse, tal y como hacían an- ción, la deslealtad, la tiranía, la crueldad que son nuestras fal-
taño los escitas . sino como símbolo de extrema venganza. tas ordinarias. '
y como vieran que los portugueses, que se habían aliado con Bien podemos pues llamarlos bárbaros, si consideramos las
sus adversarios recurrían a otra clase de muerte para ellos normas de la razón, mas no si nos consideramos a nosotros
cuando los co~an, la cual consistía e~ enterrarl?s ,hasta la cin- mismos, que los superamos en toda clase de barbarie. Es su
tura y lanzarles violentos flechazos mientras resistía el cuerpo, guerra absolutamente noble y generosa, y tiene tanta justifica-
para colgarlos después, pensaron que esas gent~s .del otro CIOny belleza com~ esta enfermedad humana puede conte-
mundo, puesto que habían semb~ado el co~oclmlento de ner; para ellos no tiene otro fundamento que el solo celo
muchos vicios entre los pueblos vecinos y dominaban mucho por el valor. No combaten para conquistar nuevas tierras
mejor que ellos toda suerte de maldades no se vengarían por pues gozan todavía de esa felicidad natural que les abastece
casualidad de aquella forma y que ésta debía de ser más dura de todo lo necesario sin trabajo ni esfuerzo y en abundancia
que la suya, empezaron a abandonar su antigua m~era para tal que no necesitan para nada aumentar sus límites. Aún es-
adoptar ésta. No me apena que comprobemos el barbaro ho- tán en ese mundo feliz en que sólo necesitan lo que sus nece-
rror de tal acción, mas sí que nos ceguemos ante nuestras fal- sidades naturales exigen, todo lo demás es para ellos super-
tas sin dejar de juzgar las suyas. Estimo que hay mayor barba- fluo, Generalmente se llaman unos a otros, los que son de la
rie en el hecho de comer un hombre vivo que en comerlo misrna edad, hermanos; hIJOS,a los que están por debajo; y
muerto, en desgarrar con torturas y tormentos un cuerpo sen- los ancianos son padres para todos los demás. Estos dejan
sible aún, asarlo poco a poco, dárselo a los perros y a l,?s cer-
~n ~o.mún. a sus herederos, esa posesión llena de bienes pro
dos para que lo muerdan y despedacen (cosa que no sol<:>~e- indiviso, sin ~ás título de propiedad que el que la naturale-
mas leído sino también visto recientemente, no entre VIeJOS za da a sus cnaturas, al ponerlas en el mundo. Si sus vecinos
enemigos sino entre vecinos y conciudadanos y lo que es pasan las montañas para atacarlos, y los vencen, el botín del
peor, so pretexto de piedad y religión), que asarlo y comerlo ve?~edor es la gloria y el privilegio de haber sido superior en
después de muerto. .. mento y valor, pues de ~tra forma, no sabrían qué hacer
Crisipo y Zenón, jefes de la secta estoica, pensaron Justa- con los bienes de los vencidos, y tornan a su país donde no
mente que no había mal alguno en servirse de nuestra carro- carecen de nada de lo necesario, ni de eso tan grande que es
ña siempre que lo necesitáramos, .o.bteniendo a~í alimento;. al saber gozar con ventura de la condición de uno contentán-
igual que nuestros antepasados sitiados por Cesar en la CIU- dose ~o.n ella. Lo mismo hacen éstos a su vez. No piden a
dad de Alesia resolvieron saciar el hambre de aquel cerco con sus prlSlOner?S más pago que la confesión y reconocimien-
los cuerpos de los ancianos, de las mujeres y de otras personas to de haber SIdo.vencidos; mas resulta imposible hallar algu-
inútiles para el combate. no en todo un SIglo, que no prefiera la muerte a ceder, ni de
acto, n~ de palabra, u?- sólo punto de la grandeza de un valor
Vascones, fama est, alimentis talibus usi
Produxere animas 10.
invencible; ?-o hay ninguno que :10 prefiera ser muerto y co-
mido a pedir no serlo. Los tratan dejándolos en toda liber-
tad y proporcionándoles todas la. comodidades que ocurrír-
10 «Se dice que los gascones prolongaron sus vidas con tales alimentos» (lu- seles puedan, para que la vida les sea aún más cara; les re-
venal, XV. 93). cuerdan regularmente con amenazas su futura muerte , las
torturas que habrán de sufrir, los preparativos que se realiz~n Los más valientes son a veces los más desafortunados.
a ese efecto el descuartizamiento de sus miembros y el festm Hay además derrotas triunfantes que emulan a las victorias.
que se haráa sus expensas. Todo esto se hace con el único fin Ni siquiera esas cuatro victorias hermanas, las más bellas que
de arrancar de su boca alguna palabra cob~r~e C?baja, o de con sus ojos haya visto jamás el sol, la de Salamina la de Pla-
inspirarles deseos de huir, para obtener el privilegio de haber- tea, la de Micala-', la de Sicilia", osaron nunca oponer toda
los atemorizado o de haber doblegado su firmeza. Pues ade- su gloria a la gloria del aplastamiento del rey Leónidas y de
más, pensándolo bien, sólo en este punto reside la verdadera los suyos en el paso de las 'Iermópilas'".
victoria: ¿Qyién corrió jamás con afán más glorioso y ambicioso
hacia la victoria de un combate que el capitán Iscolas hacia
victoria nulla est su pérdida? ¿Qyién aseguróse de su salvación con mayor in-
Quam quae conressos
1:'
animo quoque sub'¡ugat host es11 . genio y cuidado que él de su ruina? Tenía orden de defender
cierto paso del Peloponeso contra los arcadios. Para lo cual,
Los húngaros, combatientes muy belicosos, jamás prose- viéndose absolutamente incapaz de ello, dada la naturaleza
guían antaño la ofensiva, tras hacer entregarse al ~,nemIgC?a ~u del lugar y la desigualdad de fuerzas, y comprendiendo que
merced. Ya que, al arrancarle esta confesión, dejábanlo Ir sin todos los que hicieran frente al enemigo quedarían allí irre-
ofensa alguna, sin rescate, excepto, como mucho, el obtener misiblemente; por otra parte, considerando indigno de su
su palabra de no armarse contra ellos en adelante. . propio valor y grandeza y del nombre de lacedemonio no
Bastantes ventajas tenemos sobre nuestros enemigos que cumplir su misión, entre esos dos extremos tomó un partido
son ventajas prestadas y no nuestras. Cualidad es del po~ea- intermedio y actuó así: conservó para la protección y servi-
dar y no del valor, el tener más sólidas las pIernas; cualidad cio de su país a los más jóvenes y prestos de la tropa, hacién-
muerta y corporal es la agilidad; es un .golpe de suerte SI el doles volver; y con aquellos cuya pérdida era menos perju-
enemigo tropieza al deslumbrarle los OJos la luz del sol; es dicial, resolvió defender aquel paso, y, con su muerte, hacer
una jugada del arte y de la cienciay que puede rec~er en per- que el enemigo comprase la ocupación al precio más alto
sona cobarde y nula, el estar capacitado para la esgnma. Se es- posible: como así aconteció. Pues rodeado por todas partes
tima y considera a un hombre por su valor y su voluntad; en por los arcadios, tras hacer gran carnicería, él y los suyos fue-
ellos reside la verdadera honra; el valor es firmeza, no de .las ron todos pasados a cuchillo. (Existe algún trofeo de los
piernas ni de los brazos sino del coraje y del alma; no reside concedidos a los vencedores que no les sea más debido a es-
en la valía de nuestro caballo o de nuestras armas sino en la tos vencidos? El verdadero vencer tiene como misión el
nuestra. El que cae firme en su valor, «si succiderit, de genu combate, no la salvación; y el honor del valor consiste en
pugnat-F, quien a pesar del peligro de una muerte cercaI?-a, combatir, no en batir.
no cede un punto en temple; quien al entregar el alma rmra Volviendo a nuestra historia, tan lejos están de rendirse
aún a su enemigo con mirada decidida y desdeñosa, ése no ha esos prisioneros con todo cuanto les hacen, que al contrario,
sido vencido por nosotros sino por el destino; muerto es, mas durante esos dos o tres meses que los tienen prisioneros, ha-
no vencido. en gala de alegre actitud; apremian a sus dueños para que se