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Este artículo fue publicado por la revista MAGNUM de Argentina, en su edición

correspondiente al mes de noviembre de 2008, número 230. Teniendo en cuenta el tema


que trata y la repercusión que recibimos por parte de los lectores de la revista, hemos
decidido publicarlo también, en éste, nuestro sitio en Internet.

¿Nueva Munición para la Policía Federal?


O de como se tergiversa la realidad
Mientras los habitantes de nuestro país resultaban espectadores atónitos y como dice aquel
remanido cántico tan utilizado por el ingenio popular, “miraban por televisión” como el
gobierno nacional y un grupo de poder económico, llamado genéricamente “El Campo”, se
peleaban por la renta de la soja - retensiones móviles mediante - el ministerio de Justicia,
Seguridad y Derechos Humanos, con fecha 4 de julio del corriente año, publicaba la
resolución 1770/2008 de cuyo contenido surge y se plantea el interrogante que da título a esta
nota. En el encabezado de la normativa mencionada aparece, en primer término, el nombre
que identifica a la institución policial dependiente de aquel ministerio - Policía Federal
Argentina - y, seguidamente establece: “Autorizase la provisión de munición de proyectil
expansivo a las Unidades Especiales de la División Grupo Especial de Operaciones
Federales (G.E.O.F), del Grupo 1-G.E. 1 y al personal de la Fuerza que presta servicios de
custodia.”

No transcurrió mucho tiempo para que este hecho generara la reacción de los medios de
comunicación y organizaciones no gubernamentales como la CORREPI. En el primer caso, el
periódico Critica de la Argentina que viera la luz recientemente y cuyo máximo responsable
es el reconocido periodista Jorge Lanatta, próxima estrella del teatro Maipo, publica, en su
edición del domingo 27 de julio (pagina 10), una nota de Susana Viau titulada: “Las balas
huecas son derechas y humanas” aludiendo, sin duda, a aquella frase acuñada por la

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campaña del gobierno militar durante el mundial de fútbol de 1978 y cuya cara visible fuera el
recordado periodista deportivo José María Muñóz (“los argentinos somos derechos y
humanos”). Como subtítulo, “Una resolución de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos
permitió que cuerpos de la Policía usen las temibles balas “dum-dum”. Esta publicación es
tomada parcialmente y reproducida por varios medios de circulación en Internet.
Al analizar el contenido se pueden apreciar afirmaciones erróneas y, al menos, un
desconocimiento llamativo de la periodista -que novedad- respecto de este controvertido
tema. En primer lugar y antes de esgrimir los fundamentos que la llevan a tal conclusión,
comienza la redacción definiendo a la resolución, tomada por Aníbal Fernández, como
“inexplicable”. Más adelante afirma que las balas de punta hueca han sido “condenadas y
prohibidas por la Declaración de La Haya y la Convención de Ginebra”.
La periodista muestra una profunda ignorancia, no tan solo de fundamentos técnicos
aplicados sino, además, de hechos históricos relacionados que no se pueden soslayar.
En primer lugar, antes de continuar con el análisis de la nota y el tema que trata, los
invito a realizar un repaso respecto de estas dos instituciones mencionadas por Susana Viau y
sus raíces. Más adelante, también me detendré aclarando que es en realidad una bala Dum-
Dum y su verdadera vinculación con la munición deformable para armas de puño. Trataré de
fundamentar por que resulta imposible, además de incorrecto, catalogar a las balas de punta
hueca para armas cortas, como munición de uso prohibido, dentro del derecho humanitario
internacional,.

El derecho internacional humanitario


El derecho internacional humanitario contemporáneo, reconoce sus orígenes en dos fuentes
principales: una de ellas conocida como el “derecho de Ginebra”, normativa destinada a
proteger a las víctimas de la guerra y otra, conformada por un conjunto de disposiciones que
regulan las acciones y conducción de las hostilidades, llamado el “derecho de La Haya”. Por
lo tanto deriva de dos iniciativas independientes una de otra.
La primera personificada en el filántropo suizo Jean Henri Dunant (1828/1910), ganador
en 1901 del primer Premio Nóbel de la Paz, y sus colegas en el Comité Internacional de
Socorro a los Militares Heridos, organismo antecesor inmediato del Comité Internacional de
la Cruz Roja (CICR). Este ha sido el principal impulsor del desarrollo internacional
humanitario y, teniendo en cuenta que todas las etapas significativas en su desarrollo tuvieron
lugar en Ginebra, Suiza, se acostumbra designarlo con el nombre de “Derecho de Ginebra”.

Jean Henri Dunant (1828/1910)

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La otra iniciativa es la del zar Alejandro II. Preocupado por el hecho de que los británicos, sus
enemigos naturales en razón del interés contrapuesto sobre Asia central y el acceso al Océano
Indico, habían desarrollado las balas conocidas como Dum-Dum, el Emperador pensó en
prohibir el empleo de tales balas por parte de sus ejércitos. Sin embargo, asumiendo la
inferioridad en la que quedarían a partir de esta posibilidad, decidió que sólo lo haría si los
otros soberanos se comprometían en el mismo sentido. De esta manera, el Gabinete Imperial
convocó a una conferencia, en la que se aprobó la Declaración de San Petersburgo del 29 de
noviembre - 11 de diciembre de 1868 (ver los documentos que se transcriben más adelante).
Unos años más tarde, tras la guerra franco-prusiana de 1870, Dunant y un grupo de
colaboradores comienza a organizar una conferencia internacional a desarrollarse en Bruselas,
actual capital de Bélgica, a fin de proteger a los prisioneros de guerra. En ese momento, el
Comité Imperial toma el proyecto de Dunant y organiza una conferencia incorporando al
temario un conjunto de leyes y costumbres de la guerra terrestre. En el verano de 1874, en
Bruselas, como resultado de aquella iniciativa, se aprueba la Declaración Internacional sobre
las leyes y costumbres de la guerra terrestre. Como esta Declaración no fue ratificada, la
primera Conferencia Internacional de la Paz, reunida en La Haya, en el año 1899, actualizó la
declaración de Bruselas. Se llega de esta manera al Convenio II de La Haya, del 29 de julio de
1899, revisado en la misma ciudad, en el año 1907. Como los convenios de La Haya de 1899
y 1907 siguieron siendo los pilares principales del derecho en la conducción de las
hostilidades, se suele designar esa rama como “Derecho de La Haya” (ver los documentos que
se transcriben más adelante).
Si se examina la distinción entre el derecho de Ginebra y el derecho de La Haya, se
comprueba que no existe línea divisoria, claramente definida, entre esas dos normativas, sino
que se trata de un “continuum” de normas, agrupada bajo dos nombres distintos. Llega a esta
conclusión la Corte Internacional de Justicia en su Opinión consultiva del 8 de julio de
1996 sobre la licitud de la amenaza o del empleo de armas nucleares.
A partir de este recordatorio, todo lo que se encuentre entre comillas y destacado por el
tipo de letra, respecto del resto del texto, no será la opinión del autor sino la de documentos
públicos emitidos por el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Veamos el primer documento que se ocupa de la bala Dum-Dum, y que fuera el que le
ha brindado la difusión adquirida por este diseño y que tuviera origen en la Conferencia que
se reuniera por iniciativa del Zar de Rusia, en San Petersburgo.

Zar de Rusia, Alejandro II

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“11 de diciembre de 1868 – Tratado
Declaración de San Petersburgo de 1868 con el objeto de prohibir el uso de
determinados proyectiles en tiempo de guerra (St. Petersburg)
Tomado de Derecho Internacional relativo a la conducción de las hostilidades, CICR
(Comité Internacional de la Cruz Roja), 1996

San Petersburgo los días 29 de noviembre - 11 de diciembre de 1868

A propuesta del Gabinete Imperial de Rusia, una Comisión militar internacional se ha


reunido en San Petersburgo con el objeto de examinar la conveniencia de prohibir el
uso de determinados proyectiles en tiempo de guerra entre naciones civilizadas,
habiendo fijado esta Comisión, de común acuerdo, los límites técnicos en que deben
detenerse las necesidades de la guerra ante las exigencias de la humanidad, los
Abajo Firmantes están autorizados, por las ordenes de sus gobiernos, a declarar lo
que sigue:

Considerando:
Que los progresos de la civilización deben tener por efecto atenuar en cuanto sea
posible las calamidades de la guerra;
Que la finalidad legítima que los Estados deben proponerse durante la guerra es el
debilitamiento de las fuerzas militares del enemigo;
Que, a este fin, basta con poner fuera de combate al mayor número posible de
hombres;
Que esta finalidad quedaría sobrepasada por el empleo de armas que agravarían
inútilmente los sufrimientos de los hombres puestos fuera de combate, o bien harían
que su muerte fuese inevitable;
Que el empleo de tales armas sería, a partir de este momento, contrario a las leyes
de la humanidad;
Las partes contratantes se comprometen a renunciar mutuamente, en caso de guerra
entre ellas, al empleo por sus tropas de tierra o de mar de cualquier proyectil cuyo
peso sea inferior a 400 gramos y que sea explosivo, o que esté cargado con materias
explosivas o inflamables.
Las partes contratantes invitarán a todos los estados que no han participado,
mediante el envío de delegados, en las deliberaciones de la Comisión militar
internacional, reunida en San Petersburgo, para que se unan al presente
compromiso.
Este compromiso no es obligatorio más que para las Partes Contratantes, o para las
que se unan a él, en caso de guerra entre dos o varias de ellas; no puede ser
aplicado en lo que se refiere a las Partes no contratantes o que no se hayan unido a
él.
Dejaría igualmente de ser obligatorio a partir del momento en que, en una guerra
entre Partes contratantes o que se hayan unido, una parte no contratante o que no se
haya unido, se aliara con uno de los beligerantes.
Las partes contratantes o las que se hayan unido se reservan la facultad de ponerse
de acuerdo ulteriormente cada vez que sea formulada una proposición precisa con
vistas a los perfeccionamientos que puedan producirse, que la ciencia pudiera
introducir en el armamento de las tropas, con el objeto de mantener los principios que
han sido establecidos y conciliar las necesidades de la guerra con las leyes de la
humanidad.
Hecho en San Petersburgo el veintinueve de noviembre – once de diciembre de mil
ochocientos sesenta y ocho.”

Veamos ahora el documento que popularmente se denomina Convención de La Haya, cuando


se habla, erróneamente, de que las balas deformables, sin definir calibre y demás
características, se encuentran internacionalmente prohibidas.
“ 29-07-1899 - Tratado
Declaración prohibiendo el empleo de las balas que se hinchan o aplastan fácilmente
en el cuerpo humano (Hdecl)

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Tomado de Derecho Internacional relativo a la conducción de las hostilidades, CICR,
(Comité Internacional de la Cruz Roja),1996

La Haya, 29 de julio de 1899

Los abajo firmantes, plenipotenciarios de las Potencias representadas en la


Conferencia Internacional de La Haya, debidamente autorizados a este efecto por sus
gobiernos, inspirándose en los sentimientos expresados en la Declaración de San
Petersburgo de 29 de noviembre/11 de diciembre de 1868,

Declaran:

Las Potencias contratantes se prohíben el empleo de balas que se ensanchan o se


aplastan fácilmente en el cuerpo humano, tales como las balas de envoltura dura, la
cual no cubriese enteramente el núcleo o estuviera provista de incisiones.
La presente Declaración sólo es obligatoria para las potencias contratantes en caso
de guerra entre dos o más de ellas.
Cesará de ser obligatoria desde el instante en que en una guerra entre dos Potencias
contratantes, otra no contratante se uniese a uno de los beligerantes.
La presente declaración será ratificada en el plazo más breve posible.
Las ratificaciones serán depositadas en La Haya.
Del depósito de cada declaración se levantará acta, una copia certificada de la cual
se remitirá por la vía diplomática a todas las Potencias contratantes.
Las Potencias no signatarias podrán adherirse a la presente Declaración. Tendrán a
este efecto que dar a conocer su adhesión a las Potencias contratantes por medio de
una notificación escrita, dirigida al Gobierno de los Países bajos y comunicada por
éste a las demás Potencias contratantes.
Si una de las Altas Partes contratantes denuncia la presente Declaración, esta
denuncia no producirá sus efectos hasta transcurrido un año de la notificación hecha
por escrito al Gobierno de los Países Bajos y comunicada inmediatamente por éste a
las demás Potencias contratantes.
Esta denuncia no producirá sus efectos más que con respecto a la Potencia que la
haya notificado.
En fe de lo cual, los plenipotenciarios han firmado y sellado la presente Declaración.
Hecho en La Haya el veintinueve de julio de mil ochocientos noventa y nueve, en un
solo ejemplar, que quedará depositado en los Archivos del Gobierno de los Países
Bajos, y del cual se remitirán por la vía diplomática copias certificadas a las Potencias
contratantes.”

Al respecto de estas dos declaraciones, caben destacar algunos aspectos importantes a saber:

1.- En los dos casos se describen las características morfológicas del proyectil; a partir
de lo cual se define el tipo en particular que se encuentra prohibido su uso.
2.- Tal prohibición tiene vigencia sólo en tiempos de guerra y se realiza para el caso de
potencias beligerantes contratantes, nada indica de la prohibición en el uso dentro del
territorio de cada uno de ellas.
3.- No tiene validez en el caso de que una de las potencias en guerra, no haya suscripto
el tratado.
4.- Si bien no surge de lo plasmado en la letra escrita, a la luz incluso de
interpretaciones actuales de altos funcionarios de la Cruz Roja Internacional, el espíritu
de la prohibición apuntaba a balas de fusiles ya que el origen de la denominada dum-
dum era la correspondiente a la munición del . 303 British. Nunca se pensó en la
prohibición de munición para arma corta.

Que es la Bala Dum-Dum


Las primeras balas deformables (aquellas que se aplastan en el momento de ingresar en el
blanco, aumentando su diámetro) nacen en el comienzo mismo del desarrollo de las armas de

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fuego. Si tenemos en cuenta que las antiguas balas esféricas, utilizadas en las armas de
avancarga, eran generalmente de plomo puro o con baja aleación, éstas ya pueden
considerarse como deformables en razón de que, en el impacto, se aplastan incrementando su
diámetro primitivo. Luego, según el texto de la Declaración de La Haya recientemente
trascripto, y realizando la misma interpretación errónea del espíritu de aquel momento, estas
balas deberían catalogarse como prohibidas.
Los ingleses en particular, con el cartucho .577 Snider Mark I para el fusil del mismo
nombre aparecido el 20 de agosto de 1866, ya empleaban en sus colonias balas que se
deformaban al modificarse la densidad del medio circundante.

Fusil Snider

Imagen parcial de la Patente del cartucho


Zinder con Bala Punta Hueca

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Posteriormente, en 1883 en el Sudán, emplearon el cartucho .577/450 Martiny Henry (Mark
III) conocido como “stop man” (para hombre) cuyo proyectil poseía la punta y la base hueca.
Estos proyectiles tenían origen en las versiones pensadas para la caza de animales. Sir Samuel
Baker fue uno de los destacados cazadores quién, fundamentado en sus actividades
desarrolladas en Ceilán hacia 1846, realizó estudios comparativos con este calibre utilizando
puntas sólidas y puntas huecas.
Corría el año 1888 y los ingleses adoptaban el fusil Enfield con cargador Lee, de calibre
.303 British. Por ese tiempo, el imperio realizaba importantes esfuerzos en consolidar su
dominación sobre la India donde se le oponían combatientes fanáticos y tenaces, de gran talla
física. Las tropas blancas estaban armadas con los nuevos fusiles del calibre .303, con punta
Mark II mientras los cipayos, indígenas reclutados por la corona británica, portaban los
Martíni Henry .577/450 con bala de plomo desnudo y también con aquellas a las que hiciera
referencia anteriormente y conocida como ”stop man”, la versión Mark III. En los primeros
encuentros en los que intervinieron las tropas blancas armadas con el cal. .303, con una
potencia de fuego cuatro veces superior a la del enemigo, observaron sorprendidos y
desmoralizados que los nativos, que habían recibido varios impactos, seguían combatiendo
con suficiente poder como para causarles la muerte antes de caer. Este grave inconveniente
fue planteado al arsenal metropolitano de Woolwich, localidad cercana a Londres
tradicionalmente relacionada con las fuerzas armadas imperiales. Sin embargo la solución se
encontraba más cerca del problema.

Fusil Enfield

Dum-Dum es una localidad cercana a Calcuta, India. Bajo la dominación británica existía un
arsenal imperial que llevaba el nombre de la localidad que lo albergaba. En esta unidad, el
superintendente de municiones de armas portátiles, Capitán Bertie Clay, aprovechando la
experiencia y conocimientos de aquellos veteranos de otras colonias inglesas, con
antecedentes prácticos en la caza mayor, modificó la punta exponiendo parte del núcleo que
asomaba por sobre la delgada camisa. De esta manera, luego de diversas pruebas, en marzo de
1896 nace la versión que según la nomenclatura militar se denomina ”Cartridge S.A. Ball .303
inch Cordyte Marck II Special Stop man” y que vulgarmente se hará famosa con el nombre de
“Bala Dum Dum”
Un detalle importante para destacar, y que surge de las experiencias realizadas por el
Capitán Clay en el campo de tiro de Meerut, localidad norteña en la que se originara la
Rebelión de los Cipayos” en 1857, es la importancia de la velocidad en la evolución de la
balística de efectos. Durante las pruebas realizadas, utilizando prisioneros como blancos a los
que fusilaban a diferentes distancias, se observó que a menos de los 400 metros de la boca del
arma, los efectos de deformación eran importantes y que, a mayores distancias, se
comportaban como proyectiles comunes sin expandir.

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La velocidad como protagonista
¿Porqué una munición de fusil no es comparable con una de arma corta? Independientemente
de las diferencias que resultan respecto de la morfología de una y otra, existe una variable
fundamental que define a la evolución de cada una de ellas en lo referente a su balística
terminal o de efectos.
Para comprender esta cuestión tenemos que tener en claro como influye, en el
movimiento del proyectil, la resistencia que se opone a su desplazamiento.
Cuando un objeto se desplaza, toda su geometría experimenta reacciones del medio que
atraviesa. Ellas dependerán de las dimensiones, forma, velocidad y dirección del móvil, y se
traducen en discontinuidades en la evolución de la velocidad (ondas Mach). El conjunto de
esas reacciones constituyen lo que se conoce como "resistencia del medio". Los efectos de
esta resistencia sobre el proyectil, se manifiestan como alteraciones de su trayectoria ideal
modificando su movimiento y retardando su marcha, reduciendo con ello su energía cinética,
entregándola en el mismo medio que atraviesa. Las ondas de presión que se generan por el
movimiento del proyectil, viajan a la velocidad del sonido. Cuando su trayectoria se cumple
en el aire esta velocidad, al nivel del mar, es de 338 m/seg. Luego, estas ondas de presión son
el medio de “advertencia” que tienen las moléculas del aire situadas en la trayectoria del
objeto para acomodarse y apartarse de manera ordenada.

Cuando la velocidad del móvil aumenta y llega a romper el flujo normal de las moléculas,
ellas resultan sometidas a un desplazamiento violento. Esto ocurre en razón de que las ondas
de presión -método de advertencia- se ven superadas por el móvil. Este fenómeno, en el
estudio de la mecánica de los fluidos, se lo conoce como “Choque de Compresibilidad”. Es el
generador de importantes cambios en la distribución de las presiones y temperatura del aire
alrededor del cuerpo en movimiento

La denominada barrera del sonido se relaciona con él. Esta, se alcanza cuando el proyectil se
encuentra animado de una velocidad igual a la del sonido en el fluido por el cual se está

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desplazando. Se denomina velocidad Mach (Ernst Mach - 1838/1916) al número determinado
por el cociente entre la velocidad del proyectil respecto de la atmósfera (Vp), y la velocidad
del sonido en la misma atmósfera y en las mismas condiciones (Vs). Luego, si nuestro
proyectil tiene una velocidad de 338 m/seg, y su recorrido se cumple a la altura del nivel del
mar (velocidad del sonido = 338 m/seg), tendremos:

Número Mach = Vp / Vs = 1

Cuando la velocidad del móvil supera a la del sonido en el medio, el proyectil precede a las
ondas y como no se equilibran las presiones por delante del proyectil, se forma un frente
cónico de choque (onda de choque). Crece bruscamente la presión. La explosión sónica es el
sonido asociado a la onda de choque.
Toda esta fenomenología que acabamos de estudiar para el caso en que el proyectil
atraviese el aire, se repite cuando este impacta en un ser vivo. Lo que cambia es el medio y,
con él, la velocidad del sonido en ese medio. Luego podemos comprender cual es la razón por
la cual, los proyectiles de las armas largas, producen un daño superior a las generadas por
aquellas disparadas desde un arma de puño. Independientemente que la forma de la punta sea
hueca o sólida. En estas se alcanzan velocidades en boca que apenas superan la velocidad del
sonido en el aire. Luego, decrece en su trayectoria por lo cual, en el momento de impactar en
el blanco, son aún mucho menores. Ha sido demostrado ampliamente por parte de estudiosos
de las heridas balísticas - Dr Di Maio, Dr Fackler, Drs Rybeck y Janzon -, que a ciertas
velocidades críticas entre 800 y 900 m/seg, las heridas que se producen cambian
fundamentalmente, con severa destrucción de los tejidos. Flujos transónicos y supersónicos en
los tejidos, producen ondas de choque y presión de magnitud; ellas son las responsables de
este fenómeno. En contraposición, las balas animadas por una reducida velocidad, como las
disparadas por armas de puño, producen canales de heridas directos, con mínima expansión
radial de los tejidos circundantes.
Tan importante resulta esta diferencia que, en agosto de 1994, el gobierno suizo propuso
un nuevo protocolo en el II Congreso de Revisión de la Convención de 1980 de las Naciones
Unidas para Armas Convencionales. La propuesta suiza, fundamentada en estudios realizados
en laboratorios de heridas balísticas, modifica el criterio de prohibir el tipo de munición
fundamentado en sus características morfológicas. La propuesta define un límite de la energía
entregada por el proyectil en la parte inicial de su trayectoria en el blanco, lo cual implica un
límite en el tamaño de la herida producida. Con este criterio, en cualquier tipo de nuevo
diseño de puntas, ya no importará su construcción y características de forma sino los efectos
que produce en el blanco.
En el proyecto Suizo de Protocolo sobre Sistemas de Armas de poco Calibre, se establece:

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“1.- Queda prohibido utilizar armas y municiones con un calibre inferior a 12,7 mm
que, a una distancia de tiro de 25 metros como mínimo, liberen, en los primeros 15
centímetro de su trayectoria, una energía superior a 20 julios por centímetro en el cuerpo
humano.”
“2.- Los estados partes se comprometen a intensificar su cooperación con el fin de
establecer un método experimental internacionalmente reconocido que permita evaluar con
precisión los efectos provocados por los proyectiles de poco calibre en el cuerpo humano.”

Como se puede confirmar, ya no se define la forma o características de la punta sino que


se establecen condiciones de evolución del proyectil en el cuerpo humano.

mm

En un sistemas de ejes cartesianos se representa la entrega de


energía sobre un bloque de jabón balístico, medio de prueba
utilizado por el protocolo Suizo. En el gráfico se comparan la
entrega de energía de una munición 7,62 x 51 mm y dos
versiones de 5,56 x 45 con bala tipo SS 109.

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Retomando la Nota de Crítica de la Argentina
No se trata de analizar, ocupándonos de esta nota periodística, como si nos estuviéramos
refiriendo a una profunda investigación realizada por Bernstein y Woodward para el
Washington Post - caso Watergate-1972 -. Pero seguramente los seguidores de esta revista
tendrán la misma sensación que me invade cada vez que veo tratar el tema de los sistemas
arma-cartucho con un desconocimiento que va desde hablar del calibre 45 mm refiriéndose al
.45 ACP, o barbaridades de mayor necedad. Sin duda una clara falta de profesionalismo. La
misma que se pone de manifiesto por parte de la señora Viau en su libelo.
“Desde el 7 de julio de 2008 la temible bala Dum Dum ya es legal entre nosotros” afirma la
señora periodista refiriéndose a la resolución del Ministerio de Justicia. Falso de falsedad
absoluta. Por las razones que ya analizamos, existe una única bala que puede denominarse de
esta manera y no es justamente a la que se refiere la resolución mencionada. Por otra parte,
hoy por hoy y analizando los perfiles de herida que generan municiones como las del calibre
5.56 x 45 mm SS 109, o la del 5.45 x 45 mm del AK 74, la bala del .303 British que originara
los dictámenes de San Petersburgo y posteriormente La Haya, ha quedado en un muy
segundo plano. Como ya se dijo, ninguna bala de arma corta puede ser catalogada con este
parámetro.
Luego, citando la opinión de un alto oficial de ejército, sin brindar mayores datos
filiales, afirma “Su utilización puede llevar a los tribunales de Ginebra al país que legitime su
uso”. Falso de falsedad absoluta. Cuando la munición que se utiliza es de arma corta, y ellas
se emplean fuera del contexto de un conflicto armado, la declaración no se aplica. Y esta no
es ya la opinión del autor de la presente nota, sino de especialistas de la Cruz Roja
Internacional (The 1899 Hague Declaration concerning Expanding Bullets - Robin Coupland
and Dominique Loye-).
Más tarde, transcribe la opinión del Dr. León Arslanian, ex Camarista y, mas cerca en el
tiempo, ex ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Declaró el letrado: “Su
utilización civil está prohibida. El principio que gobierna todo esto es que el uso de la fuerza
sea un uso limitado, un uso racional, que se basa en el principio de mínima suficiencia”. Este
autor coincide plenamente con lo expresado por el Dr. Arslanian. Lo que sucede es que no
puede interpretarse el uso de munición expansible o deformable como un uso irracional de la
fuerza. Y al respecto, a continuación se transcribirá parte del documento ya citado del Comité
Internacional de la Cruz Roja, cuando hace referencia a las balas de uso policial. Dicen los
especialistas Coupland y Loye:

La declaración de La Haya fue claramente destinada a munición para rifles


militares. Las armas de puño utilizadas por fuerzas policiales, en todo el mundo,
emplean balas con punta de plomo expuesta.

La utilización de tales balas se encuentra prohibido solamente en el caso de


conflictos internacionales, de acuerdo a los contenidos técnicos de la
declaración.

El estudio balístico de las heridas explica esta aparente paradoja y el porque de


que tales balas policiales no se encuentran involucradas en estas leyes
humanitarias internacionales.

Teniendo en cuenta los gráficos de cavitación analizados, y la energía


remanente de cada tipo, la munición de arma de puño no puede causar una
herida tan importante como la originada por una bala de arma larga tipo Dum
Dum, aunque entregue toda la energía en el blanco.

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En el cuadro se puede apreciar, a escala, la sustancial diferencia entre el
perfil de herida una bala de fusil, la primera, con otra de arma corta. En el
primer caso, 7,62 x 51 mm FMJ con una energía de 3200 joule. La
segunda, 9 x 19 mm con bala expansiva deformable, con 500 joule.

Retomando las definiciones de los especialistas de la Cruz Roja Internacional, con referencia
al uso de balas deformables por parte de las Fuerzas de Seguridad, el informe continúa
afirmando:

Con atención médica disponible, un análisis clínico de heridas abdominales


muestra una mortandad del orden del 12 % para heridas originadas por armas
cortas (500 Joule). En contrapartida, las provocadas por proyectiles de arma
larga (3000 Joule) tienen una mortandad de entre el 50 % y el 90 %.

El uso de balas policiales con la punta expuesta, se justifica fundamentado en


dos hechos: En primer lugar por que el policía confía en este tipo de balas, en
rangos cortos, para aumentar la probabilidad de incapacitar al atacante.
Segundo, la posibilidad de atravesar al atacante y herir a un tercer inocente
circundante se reduce notablemente.
Esta realidad balística junto con estas dos justificaciones, no resultan
incompatibles con el criterio de un uso racional de la fuerza.
Las heridas balísticas analizadas y los fundamentos esgrimidos, explican el
porque del empleo de armas de puño con balas de punta de plomo expuestas
para fuerzas locales de la ley, y que este hecho no preocupa a expertos en leyes
humanitarias internacionales.

Los autores:
Robin Coupland, cirujano y coordinador del Comité Internacional de la Cruz Roja. Consejero sobre violencia y
efectos con las armas.
Dominique Loye: Físico y consejero técnico del Comité Internacional de la Cruz Roja en la unidad de minas y
armas. Con elevada experiencias de campo.

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Concluyendo
No cabe duda, luego de la lectura de estos conceptos vertidos por los especialistas de la Cruz
Roja Internacional -no ya de un miembro de Fuerza de Seguridad ni de algún integrante de la
American Rifleman- que al menos resulta anacrónico seguir postulando conceptos como los
vertidos por la periodista de Crítica de la Argentina. No se puede sostener, con argumentos
técnicos serios y tampoco con seudo posturas “humanitarias”, la continuidad en el uso, no ya
tan solo por parte de grupos especiales como los habilitados por la resolución, sino por todos
los hombres de la ley, de balas totalmente encamisadas, sometiendo a un riesgo innecesario a
los terceros inocentes circundantes. El mundo desarrollado ya ha superado esta etapa y, hoy
por hoy, como lo intentó algún proyecto presentado en la legislatura de la provincia de
Mendoza, la munición prohibida para el uso policial es la totalmente encamisada, que se ha
demostrado técnicamente, tiene una mayor probabilidad de originar daños colaterales no
deseados.
Este autor, junto con un grupo de profesionales en la materia, viene bregando ya desde
el año 1993, en la necesidad de dotar al personal policial -a todo el personal policial- del
entrenamiento y capacitación adecuada que le brinde los conocimiento necesarios e
indispensables para afrontar, junto con una munición adecuada a sus funciones, la cada vez
más difícil tarea, de defender a la sociedad y transformarse en verdaderos auxiliares de la
Justicia. Esta revista ha publicado en diferentes oportunidades (números 54, 55 y 56 de
principios del año 1994), nuestra opinión al respecto. Lamentablemente, y a pesar de los años
transcurridos, aún no hemos aprendido de la experiencia propia y ajena y seguimos
sometiendo, al policía y al circunstancial inocente involucrado, a los riesgos de utilización de
proyectiles pensados y creados para la guerra (Parabellun) y no para el uso de las fuerzas de
seguridad. Esperamos que con la documentación aportada en este artículo, logremos sumar un
impulso más en la dirección correcta y sepamos concebir fuerzas policiales idóneas, capaces,
profesionales y dotadas de las herramientas adecuadas para cumplir con la función que la
sociedad, en su conjunto, les ha asignado.

Julio de 2008 Autor: Eduardo Julio Rodi

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