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Ri asone pRIMAVER 500 ance LA CIUDAD Y . l EL FUTURO DE " LA METROPOLIS JUAN CUETO L aT) RST CN ae RU KeRaeL tVZOM BS aN Reon eRe) PAU | SIMON MARCHAN SANTIAGO G. ESCUDERO. BOS ee Rea an iO VICENTE DOMINGUEZ RIDA) ey F a Teoria general de la ciudad Gustavo BUENO as obras sobre el fenémeno urbano que llevan el titulo de «Teoria» no son infrecuentes: de 1867 data la «Teoria general de la urbanizactonw de Ildefonso Cerda; en 1947 publica Gabriel Alemar Esteve su «Teoria de la ciudad»; la «Teoria de Jas ciudades vielas» de Julio Caro Baroja aparecid en 1950. Sin embarga, no es facil determinar la tazén de estos titulos —teniendo a la vista sus contenidos— y, desde Tuego, puede concluirse que las cteorias» que se ofrecen no son teorias generales. Otras obras, que no llevan tal titulo, se aproximan tal vez mas a lo que pudiera ser una teoria general. Ahora sn, las teorias generales pueden ser teologicas («teoria de la transustanciacion» de Santo Tomas de Aquino), cientifieas («teoria general de la relatividad» de A. Einstein) y filosdficas («cteoria de las ideas» de Platon). Una critica detallada nos tlevaria a concluir la imposibilidad de una teoria general de la ciudad de naturaleza teolégica (La ciudad de Dios, de San Agustin, el «Dorzé del crestias de Eiximenis) pero ta bien Ja imposibilidad de _una teoria general de la ciu- dad de naturaleza cientifico-categorial (como pudiera serlo fa teorfa sistémica de las ciudades). Las preten- siones de una teoria de esta indole serian acriticas. El miotive principal no es otto sino la imposibilidad de cerrar el campo de los fendmenos urbanisticos, como si ellos constituyesen una estructura inteligible por si misma. Es imposible establecer tesis generales sobre fos fenémenos urbanos, con independencia de premi- sas relativas a la teoria del Bstado, a las concepciones. sobre la misma evolucién hist6rica de la humanidad, a partir de unestadio natural (precisamente el «hombre», se contrapone al «ciudadano» en la «Declaracién universal de derechos»; fa mista idea de «civilizacién» tiene que ver con la civitas, en cuanto se opone a la selva y a la vida salvaje). La ciudad, por tanto, es una idea cru- zada, consciente € inconscientemente, por otras muchas Ideas tan genéricas como oscuras, al margen de las cuales la propia idea de ciudad no podria man- tenerse. No es posible en resolucién una (coria gene- ral de la ciudad que pretenda mantenerse neutral ante las cuestiones que giran en torneo a ideas semejantes a las que hemos mencionado. Pero ¢l compromise con ellas obliga a reconocer la naturaleza filosdfica de una teorfa general de la ciudad. 2. No siempre, sin embargo, la perspectiva filo- sofica resulta ser la mas adecuada para dar lugar a una teoria general de la ciudad y ello debido a que, con frecuencia, la ciudad es considcrada por los filésofos clasicos como mera determinacién de otras ideas 0 estructuras en las cuales se absorbe. Tal seria el caso del Estado, sobre todo en Ia época de la polis antigua, del estado-ciudad. Ademas, es posible identificar una tradicién filoséfica, que algunos —consideran «chumanistica» y que basa su sabiduria precisamente en Ia consideracién de los fendmenos urbanes como meros «accidentes», incluso apariencias (superestruc- turas?) a través de los cuales se oculta la verdadera «La filosofia es un fenomeno urbano y sin embargo el fenémeno urbano apenas merecié la consideracion de los filésofos.» naturaleza humana. Es la tradicién de los efnicos, pero también la de los epicureos, en su repliegue hacia el campo, hacia ¢l huerto (el jardin» epiclireo es kepos, no paradeisos) y, en otro sentido, la de los neoplaténi- cos que, en parle, se continuard en una caudalosa corriente cristiana (Plotino, [1,2,9: «los asesinatos, las matanzas, el asalto y saqueo de las ciudades..., todo ello debemos considerarlo con los mismos ojos con que en el teatro vienen los cambios de escena, las miudanzas de los personajes, los Hantos y los gritos de Jos actores»), No deja de ser asombroso, si tenemos en cuenta que la filosofia es un fendmeno urbano (Mileto, Efeso, Atenas), la constatacion de que, sin embargo, el fenodmeno urbano como tal (es decir, incluyendo sus componentes tecténicos, geopoliticos, ¥, por supuesto, politicos) no haya merecido la consi- deracién formal y directa de la inmensa mayoria de los fildsofos antiguos 9 modernos. Es sorprendente, en efecto, que Aristételes o Plotino, Descartes 0 Leib- niz, Kan o Hegel, que han vivide en ciudades, hayan abstraido el fendmeno urbano como tal, para intere- sarse tds bien por otras cosas que tandran, sin duda, a Ja ciudad como mero escenario o instrumento, tales como la sociedad civil, 1a sociedad politica o la Iglesia. Son tedlogos (como Eiximenis) 0 utopistas (como Cam- panella), que en modo alguno cabria clasificar como filb- sofas, quienes se han ocupado del fenomeno urbano. Por ello, resulta tanto més interesante precisar quiénes son, entre los pensadores convencionalmente considerados como «grandes», aquellos que han tenido la necesidad de considerar al fenémeno urbano como una «pieza formal» de su sistema conceptual (independientemente de la lon- gitud de sus escritos sobre la ciudad), Entre estos grandes pensadores habria que citar a Platén, al Bacon de la Nueva Aildntida y a Marx. Pero el fenémeno urbano transciende los limites de las grandes épocas historicas en que acostumbra- mos a dividir la historia del hombre y, en su desa- rrollo, el fenémeno urbane no es una caracteristica de a ciudad antigua o de la ¢poca medieval. En términos marxistas: el fendmeno urbano atraviesa diversos modos de produccién, y hay ciudades en el escla- visto, como sigue habiendo ciudades en el modo de produccidn feudal, y las hay en el modo de produc- cién capitalista. En términos de Spengler: hay ciuda- des en la cultura clasica, pero también las hay en la cultura magica, en la cultura faustica o en la cultura maya. En t¢rminos de Toymbee: hay ciudades en la sociedad mindica, en Ia sociedad siriaca, en la socie- dad helénica o en Ja islamica, Esta observacién demostraria, por si misma, que la fenomenologia de la ciudad es tan heterogénea y diversa, como diversos son los modes de produccidn, 9 las diferentes culturas y sociedades. Por consiguiente, que la tarea de una teoria general, orientada a establecer una idea esencial que tenga en cuenta estos fenémenos, asi camo sus impli- caciones, desborda cualquier tratamiento categorial de canicter cientifico (Io que no significa, por supuesto, que una Leoria general filosdfica de la ciudad pueda llevarse a efecto con independencia de las investigaciones de geb- grafos, historiadores, urbanistas, etc.). 3. Entendemos la teoria general de la ciudad como una teoria sobre la esencia de la ciudad, una esencia capaz de dar cuenta de Ia diversidad de hechos contrapuestos, constitutivos del fenémeno urbano (los hechos tecténicos y los hechos demogrdficos o pragmaticos), de explicar las apariencias urbanas y sus degeneraciones, desde las

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