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SELECCION DE TEXTOS FILOSOFIA SOCIAL (ACTUALIZACION 2018) PLATON DIALOGOS EDITORIAL GREDOS MADRID Vv Enonces Adimanto intervino en la conversacién y dijo: 419% —;De qué modo te defenderias, Sécrates, si alguien afirmara que nohaces en absoluto felices a estos hombres, y eso por causa de si mis- nos? Pues el Estado es en realidad de ellos, y sin embargo no disfrutan deningin bien del pais, como los gobernantes de otros Estados, que goseen campos y construyen casas grandes y bellas a las que proveen de los enseres adecuados, y ofrecen a los dioses sacrificios privados, alpjan a extranjeros y son propietarios de lo que ti acabas de men- cionar, oro y plata y todos aquellos bienes que consideren que los van a hacer dichosos. Y aijadiria que los que has descrito parecen ser uardias asalariados, que nada tienen que hacer en el Estado salvo 20a cxidarl. —Si—contesté—; mis atin, no trabajan mas que para su sustento, sin recibir, ademas de los alimentos, un salario como los demas, de mnanera que ni siquiera se les permite hacer un viaje particular de placer, no se les conceden cortesanas ni gastar para darse gustos, tal como gastan los que pasan por ser mis felices. Estos puntos y varios ottos mis los has omit —Bien, que figure eso también entre las acusaciones! b =. preguntas cémo me defenderia? si. —Recorriendo el mismo camino que estabamos haciendo —dije— «acontraremos, creo, lo que debe responderse. Diremos, en efecto, que ido en tu acusacion, nostra nada asombroso si los que hemos descrito son los ms felives; en que una sola slse fuera excepcionalmente feliz, sino en que lo fuera al méximo toa a sociedad, Porque pe seria donde mejor hallariamos la justicia, y en cambio la injusticia en Peto que no fundamos el Estado con la mirada pues mos que en un Estado de tal indole 1g Pla 120 Repiiblice el peor fundado; y tras observar uno y otro, pronunciariamos a juey sobre lo que hace rato que buscamos. Modelamos el Lstado feliz, g estableciendo que unos pocos, a los cuales segregamos, sean flces, sino que lo sea la totalidad; y en seguida examinaremos el Esty opuesto a aquél. Serfa como si estuviésemos pintando una estatua ya) acercarse, alguien nos censurara declarando que no aplicamos ls mis bellos ungiientos a las partes més bellas de la figura, puesto quem pintibamos con pérpura los ojos, que son lo mas bello, sino de negra En ese caso pareceriamos defendernos razonablemente si le respon digramos: « Asombroso amigo, no pienses que debemos pinta bs os tan hermosos que no parezcan ojos, y lo mismo con las otras partes dd cuerpo, sino considera si, al aplicar a cada una lo adecuado, creams un conjunto hermoso». Asien el caso presente no me obligues a oto gar a los guardianes una felicidad de tal indole que haga de ellos cusl- quier cosa menos guardianes. Nosotros bien sabemos vestir a ls li bradores con mantos sefioriales, rodearlos con oro y ordenares que trabajen latierra siles place, y también recostar a los alfareros encircu- lo alrededor del fuego, de modo que beban a gusto y disfruten de banquetes, con el torno a st disposicién para el caso de que algunos desearan hacer su oficio; y andlogamente hacer dichosos a todos las demés, para que la sociedad entera sea feliz. Pero no nos encargues €80, porque, site obedecemos, ni el labrador serd labrador, nil alfire- ro, alfarero, ni habr nadie que integre el esquema con el cual nace el Estado. Con todo, con los demas ciudadanos la cuestiGn es menor, Porque si les fabricantes de calzado se pervierten, se corrompen y pre- tenden ser lo que no son, no es nada terrible para el Estado, Pero silos guardianes del Estado y de sus leyes parecen guardianes sin serlo, ves bien claro que corrompen por completo todo el Estado, y sélo elle tienen la oportunidad de organizarlo bien y hacerlo feliz. Formemos, pues, verdaderos guardianes, hombres que puedan daiiar al Estado Jo menos posible; y aquel que proponga aquello de qué los labriegos son felices regodedndose con banquetes, como en un festival masque en un Estado, habla de algo distinto a un Estado. Hay que examinas, Por consiguiente, si instituimos los guardianes con la mirada puesta en proporcionarles a ellos la mayor felicidad posible, o si rnirandoa toda ln sociedad se la debe considerar de modo que ésta la aleance: para lo cual estos guardias y los guardianes deben ser obligates o persuadidos a hacer lo que los haga ser los mejores artesanos de st propia funciin, v del mismo modo todos los det ‘stado en su conjunto y en armoniosa organizacion, cada una de vis. Y asi, al florecer Libro IV. rat las clases podra participar de la felicidad que la naturaleza les ha asignado. “Me parece que ; —2¥ te parecer que hablo correctamente en cuanto a otro tema emparentado con éste? — Cuil otro tema? —Considera si estas cosas corrompen a los demas artesanos de modo tal que se perviertan. —;Pero cules cosas? —La riqueza y la pobreza. —De qué modo? —De éste: si un alfarero se enriquece, gerees que seguil aocuparse de su oficio? —De ninguna manera. —No se tornard més perezoso y negligente de lo que era? —Mucho mis. std bien lo que dice: f dispuesto — {No se convertir4, consiguientemente, en un peor alfarero? —Mucho peor. —Por otro lado, sia ra 2 cle ser pobre no puede procurarse las herra aria para su oficio, fabricara obras de mala calidad, de modo que, si ensefia a sus hijos y a otros, formard alos artesanos. —A no dudarlo. —De ahi que tanto la pobreza como la riqueza son ambas causas demalas obras artesanales y de malos artesanos. —Asi parece. micntas y cualquier otra cosa nec —En tal caso, segtin da la impresin, hemos descubierto otros asuntos que requieren la vigilancia de los guardianes, para que jamas seles introduzcan inadvertidamente en el Estado. — Qué asuntos? —Pues la riqueza y la pobreza, ya que una produce el libertinaje, la pereza y el afin de novedades, mientras la otra genera el servilismo ylavvileza, ademés del afin de cambios —Mnuy cierto. No obstante, Sécrates, examina de qué modo nuestro Estado, si no ha acumulado fortuna, sera capaz de hacer la guerra, sobre todo si esta forzado a combatir contra otro grande Y Tico. —Evidentemente sera mis dificil combatir contra un solo Estado, pero si fuera contra dos seria mis facil {Qué quieres decir? Replies n primer lugar, si hay que hichar, ¢a0 serdn hormbres eniveny. dlos para la guerra los que luchen contra hombres ricos? “so sf, Pues bien, Adimanto, gno erces que un solo piigil que esté capa. citado y preparado lo mejor posible lucharé ficilmente contra das hombres ricos y gordos que no saben boxear? —Si no es al mismo tiempo, quiz --g¥ en el caso de que pudiera retroceder continuamente y, din, «dose vuelta, golpear al que viene atris, y repitiera esto varias veces bajo el sol y en un ambiente sofocante? No podria entonces ese hombre vencer a muchos como ésos? —No resuiltaria sorprendente. —2¥ erees que los ricos poscen mayor conocimiento y experien del arte de la guerra que del pugilato? —No lo creo. in tal caso, muy probablemente resulte fic hombres, entrenados para la guerra, combatir contra enemigos que sean el doble o el triple en nimero que ellos Estoy de acuerdo, ya que me parece que lo que dices es correct. 4 —Por lo demés, se podria enviar a uno de los dos Estados belige- rantes una embajada que les dijera la verdad: «Nosotros no usames para nada el oro nila plata, porque no nos esta permitido usarlo, como a vosotros, Por lo tanto, si os aliis con nosotros, obtendréis el oro y la plata del otro Estado». :Piensas que quienes escucharan esto elegirian rmes y flacos antes que junto a los perros con- para nuestros combatir contra perros tra corderos tiernos y gordos? —Pienso que no. Pero mira « acumule las riquezas de los demas, no surge peligro para el que noha i, en el caso de que un solo Estado enriquecido. Eres muy ingenuo si juzgas que merece darse el nombre de “Estado’ aa — ;Por qui Iptin otro que aquel que hemos organizado. A los demas hay que denominatlos de un modo més ampli, pues cada uno de es0s F Jo sino muchos, comoend juego.” Son dos como minimo, con una enemistad matua: el Estadode 25: los pobres y el de los ricos. Y en cada Estado ha adda silos aados no es un Est y muchos Es % Jowett-Campbell y |. Adam siguen aqui kéxicos relativamente antiguos, com ede Hesiquiao de Sada, donde poles paizein («jugar alos Estados») figura comou proserbio referido a un juego con piezas y tablera, tratascomo a uno solo, te equivocaris de cabo a rabo. $i los tratas como. endo a unos la fortuna, el poder y la gente mista de los oteos, asf tendris siempre muchos aliados y pocos enemi- 4 muchos, en cambio, ced gos. ¥ mientras se administra sabiamente el Estado con el orden des- crito,w sélo tended fama de ser muy grande sino que seri verdadera- mente muy grande, aun cuando cuente s6lo con un millar de guerreros. rn efecto, no hallaras ficilmente un sriegos ni entre los biirbaros, aunque muchos pucdan parecer muchas veces nds grandes que éste. ;Piensas de otro modo? —No, por Zeus —respondié Adimanto. Ean tal caso, nuestros gobernantes cuentan ya con el més acerta- dolimite que deben fijar al tama deacuerdo con ese tamafio, han de delimitar, renunciando a cualquier stado mas grande, ni entre los fio del Estado y del territorio al cual, oto, — Cuil es ese limite? —El siguiente, pienso: que el Estado esté en condiciones de crecer entanto conserve su unidad, pero que no crezea mas de all —Esti muy bien. —Por tanto, corresponde que los guardianes atiendan esta otra prescipcién: vigilar por todos los medios que el Estado no sea peque- joni grande en apariencia, sino que sea uno y stificiente — Lo que les encargamos es sin duda insignificante! —Y mis insignificante atin que eso es lo que anteriormente men- cionainos cuando dijimos que, en caso de que de los guardianes nazca alginhijo inferior, necesariamente han de enviarlo con los que le sean afines,y, en el caso contrario, si nace de los otros uno valioso, enviarlo juntoa los guardianes. El propésito de esto demis ciudadanos deben encargarse cada uno de la funcidn para la ambién los es mostrar que cual esté naturalmente dotado. De este modo, al ocuparse de lo inico queleesadecuado, cada uno llega a ser uno y no miiltiple, y asi el Es- tadointegro crece como uno solo y no miltiple. Pues esto es mas pequefio atin que lo otro! —Y sin embargo, mi querido Adimanto, todas estas prescripcio- aes que les imponemos, por muchas ¢ importantes que puccian pare- cer, sn todas de poca monta, si se atiende a ka Gnica “cosa grande’, como e dice, o més bien, en lugar de ‘grande’, ‘suficiente’ = Cual —La educacion y la instruccién, Pues si los hombres ¢ es? stn educa- slosbienlegan a ser mesurados y a pereibir facilmente todas estas co- sy ot ins que ahora hemos deja lo de lado, como la posesion de 124 ____Repititew las mujeres, los inatrimonios y la procreacion de hijos, cosas que. Joi gain el proverbio, deben ser ‘todas communes’ al miiximo posible: Seri lo mis correct -Y mis atin; una ver-que la organizacion del Estado se pone en movimiento adectiadamente, avanza creciendo como un circulo. educacién, debidamente garantizadas, forman efecto, la crianza y buenas naturalezas, y, a su vez, las buenas naturale ;nte educacién, se tornan mejores atin que las precedentesen is sistas pr a b distintas actividades y también en la procreacién, como sucede tam: bién con los otros animales. —Probablemente Para decirlo con pocas palabras, esto debe ser inculeado firme mente en quienes deban guardar el Estado, de manera que no suceds que inadvertidamente se corrompan. En codo han de vigilar quenos introduzcan innovaciones en gimnasia y ontsica contra lo preset, temiendo cuando alguien dice que eleanto que los hombres més consideran es el mis reciente que, celebrado por los aedos, surca el aire «< »No sea que alguien crea que el pocta no se refiere a canciones nuess sinoa un modo nuevo de cantar, y elogien eso: no hay que elogiacl,a sigquiera concebirlo. Pues hay que ponerse a salvo de un cambio enn nuevo género musical, y pensar que asi se pone todo en peligro, Po son cambiados nunca sin remover las mis al como dice Damén,y yoss que los modos musicales no importantes leyes que rigen el Estado, toy convencido. Cuéntame a mi nbién entre los convencidos —dijo Abi manto, —Alli —prosegui—, en la mudsiea, creo que debemos edifiea residencia de los puardianes. Alli, ciertamente, la ilegalidad se introduce de modo faci sit que uno lo advierta. Si,en parte juguetonamente, y como si no produjera dati. ® Este proverbio, ya citado en el Lisis, 207¢ (y luego por Aristoteles, Eric coméquea, viti, 9, 1159b), ¢s ate buido es probable que correctamente—a goras ya los primeros pitagéricos por el historiador Timeo de Tauromenio (te Iya 13b, F, Jacoby, Die Fragmente der griechischen Historiker, Berlin, 1923) Odisea, 1, 351-352, COn algunas palabras sustituidas por otras Libro IV. _ ns pee A 1, _¥ no lo produce, salvo que se deslice poco a poco, instalindose suavemente en las costumbres y en las ocupaciones, de donde crece jastaloscontratos que hacen unos hombres con otros, y desde los con- srs avanaa hacia las leyes y la organizacién del Estado, Socrates, « conla mayor desfachatez, hasta que termina por trastocar todo, tanto lava privada como en la publica —Bien —pregunté—, zy eso sucede ast? Ami modo de ver, —Ental caso, como hemos dicho desde el principio, debemos pro- veer a nuestros nifios de juegos sujetos a normas; puesto que, si el jue- ose desenvuelve sin normas y los nifios también, ser imposible que 425a deéstos crezcan hombres esforzados y con afecto por el orden. —Charo qu —Por consiguiente, cuando los nifios comienzan debidamente, gciasa la mésica introducen en sus juegos un afecto por el orden, y, slcontrario de lo que acontecia con los otros a que aludiamos, este afeto por el orden los acompafiari a todas partes y ayudaré a crecer y atetablecer lo que quedaba del Estado anterior. —Es verdad, sin duda alguna. —Entonces estos hombres descubririn preceptos que, tenidos por yequefieces, sus predecesores habfan dejado completamente de lado. —Cudles? len frente alos masan- b cianoseuando corresponde, les cedan el asiento y permanezcan ellos de piel evidado de sus padres, el pelo bien cortado, y lo mismo la ropa, el —Tales como éstos: que los mis jévenes alzadoy el porte del cuerpo en su conjunto, etcétera. {No crees? Si, por cierto. —Pero pienso que serfa ingenuo legislar sobre estas cosas: gum parte se hace, y si fueran legisladas, ni la palabra escrita r bsharian perdurar. —No hay modo. ~Probablemente suceda, Adimanto, que, segiin hacia donde uno sda, partiendo de la educacién, de ese modo sea lo que venga después, O no atrae siempre lo semejante a lo semejante? ‘ —Asies ~Y podriamos decir que, al término de ese proceso, el resultado ‘ti algo completo y vigoroso, ya sca bueno; ya lo contrario. No cabe otra alternativa. ‘nnin- la oral ~Por ese motivo no me abocarfa a la tarea de legislar sobre ese tipo de cosas, 260 126 Repitblic —L.o que dices es razonable. —En cuanto a los asuntos que se tratan en ¢l agora, ya sea con Jos contratos que alli hacen unos con otros 0, si th prefieres, injurias, asaltos y deinan. respecte. acerca de los contratos con artesanos, 0 3 la das judiciales, la eleccién de jueces y, donde sea el caso, pagos y exac ciones que sean necesarios, y en general derechos de compra y venta en el mercado, o bien en lo que toca a la vigilancia de las calles 0 de los puestos, etcétera, dime, por los dioses, gnos atreveremos a legislar so bre asuntos de tal indole? prescripciones a la gente honesta, pues ésta por si misma descubrira facilmente la mayoria de las cosas —No seria digno aplicar tal sobre las que conviene legislar. , siempre que Dios les permita pre- servar las leyes que anteriormente hemos descrito. ——Si, amigo mio —repuse —A no ser que se pasen la vida instituyendo y enmendando la can- tidad de cuestiones a que nes hemos referido, convencidos de que asi alanzaran la perfeccién. —Quieres decir que los que obren asi vivirén como los enfermos que, por su intemperancia, no quieren abandonar un régimen perju- dicial. —Precisamente. ~Y por cierto —dije dora. En efecto, aunque se someten al tratamiento médico, no logran ningun resulta- do, como no sea el de que sus enfermedades tomen mayores propor pasan una vida encan| ciones y complicaciones, siempre con la esperanza de que, si se les re ceta un remedio, gracias a éste sanardn. Asi les sucede a tales enfermos, por lo comin, Hay, ademiis, otra cosa encantadora en ellos: consideran comoe! ms odioso de todos los hombres al que les diga la verdad, a saber, que si no dejan de embriagarse, comer hasta el hartazgo y entregarse des enfrenadamente a los placeres sexuales y al ocio, no habré remedios ni cauterizaciones ni cortes, como tampoco hechizos mi amutetos ni nin: guna otra cosa similar que los socorra. -No es tan encantadora ~--replicé Adimanto--, pues enojarse contra el que habla bien no tiene encanto alguno. —Parece que no eres admirador de los hombres de esa indole -—No, por Zeus. --En ese caso, tampoco elogiaras al Estado entero, del que habli- bamos h duda hay de pensar que obran de la misma manera que aquéllos los ¢ un momento, si obra de un modo semejante. Porque sit Libro IV 127 ados que, aun funcionando mal como tales, prohiben a sus ciu- « dadnos cambiar algo en la constitucién politica, y que sufra de muerte aquel que lo intente, y que, por el contrario, quien sirva pena consumo placer a los que gobiernan, adulindolos con obsequiios, y se recerd ul hibil para enterarse de sus deseos y luego satisfacerlos, les ps honras hombre excelente y sabio en cutestiones importantes, y recibird por parte de ellos. También yo creo que esos Estados obran igual que los hombres gucantes describiste, y tampoco los admiraré. —Y en lo que toca a quienes estin dispuestos dos, ansiosos por hacerlo, gno admiras stt complacencia? servir a tales alentia y su irreflexiva Si, los admiro —respondi6-—, excepto en los casos en que ellos nismos se engaiian y creen que, porque muchos los clogian, son ver= daderos estadistas. —No te entiendo: gno vas a disculpar a esos hombres? Imaginate un hombre que no sabe medirse, y al que muchos otros, que tampoco lo sben, le dicen que tiene cuatro codos de estatura; gte parece que « por si solo dejara de creerlo? —No, no creo que deje de creerlo. —Pues entonces no te enojes con tal tipo de ge ntadora de toda, en cuanto legislan sobre minucias como las que hemos deserito hace un momento y las corrigen continuuamente, cn la nte, ya que es la més enc creencia de que puede haflarse un limite a los fraudes que se cometen advertir cnlos contratos y en las demais cosas que he mencionad; sin que, de hecho, es como si se cortaran las cabezas de la Hidra* —Es cierto: no hacen otra cosa ia que el verdadero legislador debie- ‘aocuparse de leyes o de una organizacion politica de semejante espe- ado bien gobernado ni en uno mal gobernado, En el az y no ayudaria en nada; en el segun- —Por eso mismo, yo no pens sie, ni en un E primer caso, porque serfa inefis cho, porque cualquiera podria cescubrir algunas de ellas, y las otras se scguirian automidticamente de las costumbres anteriores. lalegisacion? —Entonces, gnos resta atin algo concerniente ® El texto slo dice «cortaran la hidea». Se trata de una alusion a la leyenda (misexplictads en el Eutidemo, 426el-) segrin la cual Hléreules, en st lucha contra |Laidra, no bien cortaba la cabeza del monstcuo, vefa nacer otra inmediatamente, terminable; como la que acometen, viene a decir rite cGiligos Con o eval su tarea se tornaba Phi, os que quieren poner fin a todos los sales med polo, divs —A nosotros no nos cesta nada —respondi—. Pero a de Delis, corresponden las primeras ordenanzas, las mas importan tes y bellas. ZY euiiles son? —La fundacién de templos, la instituc an dee sacrificios y otros ser ‘omo de tumbasa vicios a los dioses, a los demonios y a los hévoes, a Jos difuntos y cuantos honores deban rendirse a fos del més alli para ida al fundar el Esta que sean propicios, De tales cosas no sabemos nat do, ni nos dejaremos persuadir por otros, sino que no nos serviremos efecto, es exégeta pater de otro exégeta que el paterno; este dias, € no para toxdos los hombres, y, sentado en el centro, sobre el ombligo de Ia tierra, interpreta los asuntos de esa indole. uy bien dicho; asi debe obs Pues bien, hijo de Ariston —dije—, ya tienes fundado el Esta- do. Después de esto indaga en su interior, procurandote de donde puedas la luz adecuada, y apela a la ayuda de tu hermano Glaucén, as como de Polemarco y los otros, para que columbremos dénde existela justicia y donde la injusticia, y en qué se diferencia una de otra, y cul de las dos debe adquirir el que haya de ser feliz, pase esto inadvertido ono a los dioses y a los hombres todos. replicé Glaucon— te has comprometido a inda- —Nadade eso garlo td, con el argumento de que seria sacrilego no acudir en defenss de la justicia por todos los medios que te fuera posible. —Es cierto lo que me recuerdas, de modo que asi tendlré que ac tuar; pero necesito que colaboréis conmigo. —De acuerdo. ~-Espero descubrirlo de esta manera. Pienso que, si nuestro Esta do ha sido fundado correctamente, es por completo bueno. Es forzoso que avi sea. Evidentemente, pues, es sabio, valiente, moderado y justo. —Evidentemente. Ahora bie Estado alguna de 40h lo que reste sera lo que no hemos encontrado. —Asi es. sstas C0535, , si descubrimos en eb El sexégeta~ era un funcionario oficial que en Atenas se ecargabi de di cidar cuestiones eticorreligiosas que podian presentarse en la vida cotidiana, y que canterpretaba la voluntad divina ¢f: Eutifrén, 4d). Aqui, dice P. Shorey. 1930 1935, «Apalo-es, en un sentido inde elevado, el intérprete dela religion para tal umanidad» vo Ll 129 Por ejemplo: si de cuatro cosas cualesquiera, en el asunto que fue- resbusciramos una sola, y sucedie: queen primer lugar reconociéramos ceria suficiente para nosotros. En cambio, si en primer lugar recono- cigramos las otras tres, con esto mismo ya reconoceriamos la que buscé- humos, puesto que es patente que no seria otra que la que atin quedara. —Lo que dices es correcto. —En tal caso y respecto de aquellas cualidades, ya que también son cuatro, debemos indagar del mismo modo. —Bien esta. —Me parece, pues, que lo primero que se ve claro en este asunto «slasabiduria; aunque en lo tocante a ella se ve algo extrafio. —{Cémo €s €80? —Verdaderamente sabio me parece el Estado que hemos descrito, pusses prudente. "St —Y esto mismo, la prudencia, es evidentemente un conocimiento, ya que en ningtin caso se obra prudentemente por ignorancia, sino por conocimiento. —Esevidente —Pero en el Estado hay multiples variedades de conocimiento, Claro, —Eneese caso, {serd por causa del conocimiento de los carpinteros queha de decirse que el Estado es sabio y prudente? —De ningiin modo —respondié Glaucén—; por ese conocimien- tosedird s6lo que es habil en carpinterfa. —Tampoco debera [lam | Estado debido al conoci- niento relativo a los muebles de madera, si delibera sobre cémo tacerlos lo mejor posible. se sabio. —No, por cierto. Ni por el conocimiento relativo a los objetos que se hacen con bronce, ni por ningtin otro de esa indole. —En ningan caso. ~Y nose dice que el Estado es sabio por el conocimiento relativoa laproduccién de frutos de la tierra, sino que es habil en agricultura. —Asi me parece. —Ahora bien, zhay en el Estado que acabamos de fundar un tipo de conocimiento presente en algunos ciudadanos, por el cual no se * Nos apartamos de J. Adam, que adopta una conjetura de Heindor y nos ‘tenemos a los manuscritos, con J. Burnet. 299 30. Replica delibere sobre alguna cuestion particular del Estado sino sobre ésteen su totalidad y sobre la medalidad de sus velaciones consigo mismo y con los demas Estados? {Cual es y en quignes est presente? prop la vigilancia, y esta presente en aquellos gobernantes a los que hemos denominado “guardianes perfectos’. —Es el conocimiento do. do? —Y en virtud de ese conocimiento gqué dirds del Es ~Que es prudente y verdaderamente sabio. s, que en nuestro Estado habra mayor cantidad de aY qué cr trabajadores del bronce o de estos verdaderos guardianes? —Muchos mis trabajadores del bronce. —2¥ no seran estos guardianes muchos menos en néimero si los comparas con todos aquellos otros que reciben el nombre de acuerdo con los conocimientos que poseen? —Muchos menos. —En ese caso, gracias al grupo humano més pequefio, que es ka par te de él mismo que esta al frente y gobierna, un Estado conforme al naturaleza ha de ser sabio en su totalidad. Y de este modo, segin pare- is pequetio por naturaleza le corresponde el tinico dees- tos tipos de conocimiento que merece ser denominado ‘sabiduria’ Dices la verdad. He aqui que hemos descubierto, no sé de qué modo, una dels cuatro cualidades que buscabamos,"" asi como el puesto que en el Er tado le corresponde, ~Y a mi modo de ver ha sido descubierto satisfactoriamente. -En cuanto a la valeatia y al lugar que tiene en el Estado, por cuya causa el Estado debe ser llamado ‘valiente’, no es muy difil percibirls. De qué modo? —; Acaso alguien diria que un Estado es cobarde o valiente, dee pués de haber contemplado otra cosa que aquella parte suya que com: bate y marcha a la guerra por su causa? —No, sélo mirando a ella ce, al sector ma Por eso creo que, aunque los demas ciudadianos sean cobards o valientes, no depende de ellos el que el Estado posea una cualidade a otra Of. gaye-qata, Libro IV Bt Yo también lo creo, Bn tal caso, un Estado es valiente gracias a una parte de si mis- ino, porque con esta parte tiene la posibilidad de conservar, en toda circunstancia, la opinién acerca de las cosas temibles, que han de ser_« lasmismas y tal cual el legislador ha dispuesto en su programa educa- jxo, ZNo llamas a esto «valencia»? Note he comprendido del todo: dimelo de nuevo. —Quiero deci que la valentia e en cierto modo, conservacién. — Qui clase de conservacién? —La conservacién de la opinién engendrada por la ley, por me- dipde la educacién, acerca de cules y como son las cosas temibles. Y he dicho que ella era conservacién ‘en toda circunstancia’, en el sentida de que quien es valiente ha de mantenerla, y no expulsarla delalima nunca, tanto en los placeres y deseos como en los temores. Y estoy dispuesto a representar lo que pienso por medio de una com- paracion, si quieres. —Claro que quiero, —Tii sabes que los tintoreros, cuando quieren tefir de color pitr- pura lana, la escogen primeramente de la que, entre los diversos co- lores,es de una sola sustancia, blanca. Después la preparan, tratindola con mucho cuidado, de modo que adaui ra el tono piirpura mis bri- llnte posible y s6lo entonces la sumergen en la tintura. Y lo que es te- fidodeesa manera queda con un color fijo, y el lavado,con jabon osin © no puede hacer desaparecer el brillo del color. ¢Sabes también lo que sucede si se tifien lanas de otros colores, o incluso lanas blancas, si nose es da ese tratamiento previo? —Sé que quedan destefiidas y ridiculas —Suponte entonces que algo semejante hacemos en lo posible tam- bién nosotros, cuando hemos seleceionado a los militares y los hemos cducado por medio de la maisica y de la gimnasia. Piensa que no tene- 430s ‘mos otro propésito que el de que adquieran lo mejor posible, al seguir nuestras eyes, una especie de tintura que sea para ellos, gracias a haber recibido la naturaleza y crianza apropiadas, una opinién indeleble acerca delo que hay que temer y de las dem: csatintura resista a aquell cosas; de manera tal que por ejemplo, placer, que es mas poderoso para lograrlo que cualquier soda cales- tana; bien el dolor, el miedo y el deseo, que pueden mas que cttal- lejias que podrian bor * Por una vez nos apartamos tanto de J. Adam como de J. Burnet, siguiendo lokecién de los manuscritos y del texto ce Estobeo, ya adoptac por P. Shorey. um Rep : quier otro jabén."' Pues bien, al poder de conservacién, en tony ey de b opinion correcta y legitinna te comsidlero “vale, cunstancia asi lo denornine, st no le objetas, —Nada tengo que objetar — contesté Claucéin—, pues een queys erca de tales cosas prod aclu ta ams. consideraris legitima la opinién correcta da sin educacién, como la del animal ola del esclavo, tis con otro nombre que ‘valentia’ Dices la pura verd Admito, pues, que ‘valentia’ es lo que —Y si admites, ademas, que es propia del Estado, lo haris coree tamente, Pero en otro momento, si quieres, trataremos con may has denominado, correccidn lo tocante a ella; ahora, en efecto, no es esto lo que indag. (an sobre la vale mos sino la justia, y, respecto de nuestra indaga tia, creo que es suficiente lo aleanzado. -Estoy de acuerdo con lo que dices. —Pues bien, restan todavia dos cosas que debemos abservar end 6n, y la otra es aquella con vistas a la cul justicia, Estado: una, la mode estamos indagando todo, k Muy verdad. —,Cémo podriamos hacer para descubrie la justicia primes, vis de la moderaciGn? para no ocuparnos yaw —Por lo quea mi toca, no losé, y no querria que se hiciera patenteen primer higar la justicia, si ¢ so no hubiéramos ya de examinatlt aicidin, Mas bien, si quieres complacerme, examina antes éta Claro que quiero; quiero y debo hacerlo. Haz pues el examen. —He de hacerlo; desde nuestro punto de vista, la moderacién « parece a una concordancia y a una armonia mas que las calidad examinadas anteriormente. tal ca moder a moderacidn es un tipo de ordenamiento y de control de kt placeres y apetitos, como cuando se dice que hay que ser “duet des mismo’, no sé de qué modo, o bien otras feases del mismo cuio. :Ne esasi? $i, -~Pero eso de ser ‘duefio de si mismo’ yno es ridicule? Pore quien es duefio de si mismo es también esclavo de sf mismo, porloct! * Aqui también nox apartamas de J. Adam y seguimos, manuscritos Libro IV _ 133 elque esesclavo es también dueito, Pues en todos estos casos se habla delamisms persona. —Sin dud Sin embargo,a mi me parece que lo que quiere decir esta frase «esque den:ro del mismo hombre, en lo que concierne al alma hay una patemejo: una peor, y que, cuando la que ¢s mejor por naturaleza domina ks peor, se dice que es “uefio de sf mismo’, a modo de elogio; perocuando, debido la mala crianza o compaiia, lo mejor, que es lo nis pequefio, es dominado por lo peor, que abunda, se le reprocha entonces camo deshonroso y se Hlama ‘esclavo de sf mismo’ e “inmode- rado'a quien se halla en esa situacién. Asi parece. —Dirige hora tu mirada hacia nuestro Estado, y encontrar pre- senteen éluna de esas dos situaciones, pues tendrds derecho a hablar dedcalificindolo de ‘dueiio de sf mismo’, sies que debe usarse a cali- fiaciin de'moderado’,y ‘duefio de si mismo’ alli donde la parte me- jorgobierna ala peor. —Al mirarlo, veo que tienes razén. —Claro que en él se puede hallar una multiplicidad de deseos de toa indole, de placeres y de sufrimientos, sobre todo entre los nitios, lasmujers y los sirvientes y en la multitud de gente mediocre, avin que sean amados ‘libres’ —Muy cierto, —En loque hace a los deseos simples y mesurados,en cambio, que son guiades por la razén de acuerdo con la opinién recta y sensata- ment, los hallards en unos pcos, los que son mejores por naturaleza también por la forma en que han sido educados. —Es verdad. —Puesbien —prosegut—, cno ves estas cosas también en el Estado, «nel ual, sobre los apetitos que habitan en la multitud de gente medio- at, prevalecen los deseos y a prucencia de aquellos qute son los meno- ‘esen ntimero pero los mais capaces? —Sisloveo. En tal caso, sia de decirse de algiin Estado que es duefio tanto desus plaeres y apetitos cuanto de s{ mismo, debe ser dicho del que ‘samos describiendo. ~Absolutamente cierto. ~Y¥ deacuerdo con todos esos rasgos, no corresponde decir que «s'moderado'? Mis queen cualquier otro caso. Bla ana Reprtblica Y sien algin Estado se da el caso de que tanto los gobernantes como los gobernados coincidan en la opinién acerca de quiénes deben gobernar, también sera en éste cn el que suceda. {No te parece? Claro que si. ZY en cual de ambos sectores de ciudadanos diras que, en una s- tuacién de esa indole, esti presente la moderacién? gEn el de los gober- nantes cen el de los gobernados? Ein ambos, tal ver. — ;Te das cuenta ahora de cémo presagiamos correctamente hace un momento cuando dijimos que la moderacién se asemeja a una es pecie de armonia? 2En qué sentido? —En el sentido de que tanto la valent sidiendo cada una de ellas en una parte del Estado, logran que éstesea ja como la sabiduria, aun re- valiente, en un caso, sabio en el otro; mientras que no sucede lo propio con la moderacién, sino que ésta se extiende sobre la totalidad de la octava musical, produciendo un canto unisono de los mas débiles, los, mas fuertes y los intermedios, en inteligencia o en fuerza o en canti- dad o en fortuna, como te guste, de manera que podriamos decir, con todo derecho, que la moderacién es esta concordia y esta armonfa na- tural entre lo peor y lo mejor en cuanto a cusl de los dos debe gober- nar, tanto en el Estado como en cada individuo. —Estoy de acuerdo contigo. —Bien; hemos observado ya tres cualidades en el Estado; al menos asi creo, En cuanto a la especie que queda para que el Estado aleance la excelencia, seul podria ser? La justicia, evidentemente. ~—Evidentemeate. —Por lo tanto, Glaucén, es necesario ahora que nosotros, como cazadores que dan vuelta alrededor del escondite del animal, preste mos atencién para que no se nos escape la justicia y consiga desapare cer de nuestra vista, Porque es manifiesto que de algan modo anda por aqui. Mira entonces y trata de divisarla, por si la ves antes que yo y la mucstras. {Tan sélo que pudiera! Mejor me parecerfa seguiirte y mirar!o que me muestras, en la medida que sea capaz, para que hagas un ws adgcuado de mi. —Sigueme, pues, tras haber hecho una plegaria conmigo. —La haré, pero s6lo mientras te sigo. —Ciertamente, el lugar parece sombrio ¢ inaccesible; cuando me nos es oscuro y dificil de atravesar. No obstante, hay que marchar Libro IV 135 —Marchemos, pues. —(Glaueén! — xclamé, de pronto, al poner atencién—, Me pare- ce que contamos con alguna pista, y ya no creo que la justicia se nos csfume. —jBuena noticia! —En realidad, hemos sido estiipidos. —;Por qué? —Hace rato, y ya desde el principio, querido amigo, creo que ha estado rodando delante de nuestros pies, pero que no la hemos per-

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