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La historia comienza con Geralt entrando en Wyzima.

Poco después, mata a tres hombres


que lo estaban provocando en un bar, y es llevado ante Velerad, el anciano castellano de
la ciudad. Cuando este le pide explicaciones, Geralt le habla de los carteles de
recompensa expuestos en los caminos cercanos a Wyzima, en los que se requiere a un
cazador de monstruos con experiencia. Entonces Velerad le habla a Geralt de la razón por
la que se requiere a alguien con sus habilidades: Al comienzo del reinado del rey Foltest,
este dejó embarazada a su propia hermana, Ada. Tanto ella como el bebé murieron
durante el parto y fueron enterrados en un doble ataúd. Siete años después, la hija
despertó y asesinó a los residentes del palacio. Se había convertido en una estrige.
Geralt se encuentra con el propio Foltest, quien le advierte que no debe hacer daño a la
estrige, pues un mago le había revelado que si alguien evitaba que la criatura regresara a
su ataúd antes del tercer canto del gallo, esta quedaría curada y recuperaría su forma
humana. Geralt pide ver a un molinero que había sobrevivido a un ataque de la estrige. El
soldado que lo lleva ante el brujo no es otro que Foltest disfrazado. Esta vez le dice a
Geralt que en caso de que la maldición de la que es víctima su hija no tenga solución, la
mate.
Geralt se dispone a pasar la noche en el antiguo palacio (los ataques de la estrige habían
forzado a Foltest a trasladarse a otro) y recibe la visita de un noble, Lord Ostrit, quien trata
de sobornar al brujo para que desista de su misión y se marche, pues desea que la estrige
siga viviendo. De este modo, los habitantes de Wyzima, horrorizados ante los ataques de
la bestia y la insistencia de su rey a mantenerla con vida, irían acumulando cada vez más
resentimiento contra Foltest, lo que haría que con el tiempo llegaran a aceptar el gobierno
de Vizimir de Novigrado. Geralt rechaza la oferta, deja inconsciente a Ostrit y lo ata. A
medianoche lo suelta, usándolo como cebo para la estrige, que rápidamente lo encuentra y
lo mata.
Geralt lucha contra la estrige, evitando usar su espada de plata. La ata con una cadena de
plata, pero ella consigue liberarse, pese a la intolerancia a la plata de los monstruos de
naturaleza mágica. La criatura acaba siendo ahuyentada cuando Geralt utiliza su magia
para reflejar contra ella el odio y la maldad de su propia mente. Geralt se instala en el
doble ataúd para pasar la noche, no permitiendo a la estrige acceder al sarcófago, y al
pronto se duerme. Por la mañana, el brujo descubre a una niña normal y corriente tirada
en el suelo junto al ataúd. Al inclinarse sobre ella, descubre, demasiado tarde, que sus
ojos están abiertos. Usando lo que queda de sus garras, la estrige desgarra la garganta de
Geralt. Mientras logra someter a la chica, Geralt oye el tercer canto del gallo. Finalmente,
se hace un nudo en torno a su cuello herido, sabiendo que está a punto de desmayarse.
El brujo se despierta con la garganta vendada, y Velerad junto a él (quien formaba parte
del grupo que estaban a favor de acabar con la vida de la estrige) admitiendo que se
equivocaba. Asegura a Geralt que su espada de plata, su recompensa de trescientos
orens y sus pertenencias se encuentran a buen recaudo. Geralt, tranquilizado, se duerme.2

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