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Cfisica de Rayos X - Proteccion 2013
Cfisica de Rayos X - Proteccion 2013
El 8 de noviembre de 1895 , el físico, Wilhelm Conrad Röentgen , realiza experimentos con los
tubos de Hittorff-Crookes y la bobina de Ruhmkorff , analizaba los rayos catódicos , para evitar
la fluorescencia violeta, que producían los rayos catódicos en las paredes de un vidrio del tubo,
crea un ambiente de oscuridad, cubre el tubo con una funda de cartón negro.
Era tarde y al conectar su equipo por última vez se sorprendió al ver un débil resplandor
amarillo-verdoso a lo lejos sobre un banco próximo había un pequeño cartón con una solución
de cristales de platino-cianuro de bario, observo que al apagar el tubo se obscurecía y al
prenderlo se producía nuevamente, retiró más lejos el cartón y comprobó que la fluorescencia
se seguía produciendo, repitió el experimento y sucedió lo mismo, los rayos creaban una
radiación muy penetrante, pero invisible. Observó que los rayos atravesaban grandes capas de
papel e incluso metales menos densos que el plomo .
En las siete semanas siguientes, estudió con gran rigor las características propiedades de
estos nuevos y desconocidos rayos, pensó en fotografíar este fenómeno; fue cuando hizo un
nuevo descubrimiento: la caja de placas fotográficas que tenían estaban veladas, intuyó la
acción de los rayos sobre la emulsión fotográfica y se dedicó a comprobarlo; colocó una caja de
madera con unas pesas sobre una placa fotográfica, el resultado fue sorprendente. Hizo varios
experimentos: la brújula de bolsillo, el cañón de la escopeta. Para comprobar la distancia y el
alcance de los rayos, pasó al cuarto de al lado, cerró la puerta y colocó una placa fotográfica,
obtuvo la imagen de la moldura, el gozne de la puerta e incluso los trazos de la brocha. A más
de cien años ninguna de sus investigaciones ha sido errada. El 22 de diciembre, el cual sería
un día memorable, al no poder manejar al mismo tiempo su carrete, la placa fotográfica de
cristal y colocar su mano sobre ella, le pide a su esposa que coloque la mano sobre la placa
durante quince minutos , al revelar la placa de cristal estaba la mano de Berta, la primera
imagen radiográfica del cuerpo humano . Así nace una de las ramas más poderosas y
excitantes de la Medicina : la Radiología .
La noticia del descubrimiento de los rayos "x" se divulgó con increíble rapidez en el mundo.
Roentgen fue objeto de múltiples reconocimientos, el emperador Guillermo II de Alemania le
concedió la Orden de la Corona, fue honrado con la medalla Rumford de la Real Sociedad de
Londres en 1896, con la medalla Barnard de la Universidad de Columbia y con el premio Nobel
de Física en 1901.
Los rayos X son una radiación electromagnética de la misma naturaleza que las ondas de radio
las ondas de microondas , los rayos infrarrojos , la luz visible , los rayos ultravioleta y los rayos
gamma . La diferencia fundamental con los rayos gamma es su origen: los rayos gamma son
radiaciones de origen nuclear que se producen por la desexcitación de un nucleón de un nivel
excitado a otro de menor energía y en la desintegración de isótopos radiactivos, mientras que
los rayos X surgen de fenómenos extranucleares, a nivel de la órbita electrónica,
fundamentalmente producidos por desaceleración de electrones. La energía de los rayos X en
general se encuentra entre la radiación ultravioleta y los rayos gamma producidos
naturalmente.
Los rayos X también pueden ser utilizados para explorar la estructura de la materia cristalina
mediante experimentos de difracción de rayos X por ser su longitud de onda similar a la
distancia entre los átomos de la red cristalina. La difracción de rayos X es una de las
herramientas más útiles en el campo de la cristalografía .
Para producir rayos X primeramente se necesita una fuente de electrones que choque contra
una diana con suficiente energía: el tubo de rayos X.
El tubo de rayos X es básicamente un vidrio (una ampolla de cristal) conteniendo en su interior,
al vacío, un electrodo negativo llamado cátodo, y uno positivo llamado ánodo. En el cátodo hay
un filamento (generalmente un alambre de tungsteno) que emite electrones cuando se calienta,
los cuales son enfocados para chocar contra el ánodo en una zona llamada foco. De esta zona
surge el haz de rayos X (radiación incidente), que se dirige al objeto en estudio (el cuerpo
humano en nuestro caso), y éste absorbe una cantidad de rayos X, y otra cantidad lo atraviesa.
Esta cantidad de rayos que atraviesa al objeto se puede visualizar como imagen permanente
en una placa radiográfica, o bien como imagen transitoria en una pantalla fluoroscópica.
La mayor parte de los rayos X formados son consecuencia del efecto Breemstralûng.
Tubo de Rayos X
Rayos X
Efecto fotoeléctrico
Cuando una radiación X de relativa baja energía atraviesa un material y se produce una
colisión entre un fotón incidente y un átomo del material, la energía total del fotón puede ser
empleada en expulsar un electrón de una órbita profunda del átomo. El fotón ha quedado
aniquilado (Fig. 5). Este fenómeno se llama efecto fotoeléctrico.
Aquí radicaba lo extraño del fenómeno. En primer lugar, ¿por qué la emisión no empezaba
hasta un determinado umbral de frecuencia? Podría pensarse que el tamaño de las piedras
hacía precisa una altura mínima de “ola”. Planck había explicado la radiación del cuerpo negro
mediante “efectos de resonancia”, pero siempre, en la ortodoxia, considerando que la energía
de la radiación era continua. No estaba la cosa muy clara, pero era una línea de investigación.
De hecho, el físico alemán Philipp Lenard llevaba tiempo trabajando en el fenómeno sin llegar a
una conclusión satisfactoria.
Pero esto no valía, pues, como hemos dicho, aplicada la frecuencia de luz que arrancaba
electrones a partir de esa energía umbral sí se daba la proporcionalidad esperada entre la
intensidad de la luz y el número de electrones arrancados, así como la frecuencia y la energía
promedia de los mismos. No había ningún efecto de “acumulación” de energía, pues,
alcanzado el umbral, la emisión de electrones empezaba instantáneamente, y la energía de
éstos aumentaba con la frecuencia; la intensidad influía sólo en el número de electrones
arrancados. ¿Cómo podían explicarse estas paradojas? Los esfuerzos de los profesores
universitarios se estrellaban contra ellas.
En 1905, el joven Albert Einstein era un empleado en la oficina de patentes suiza que vivía con
su esposa Mileva en un pequeño apartamento en Berna con el hijo de ambos, Hans Albert.
Manteniéndose al día a través de la lectura de cuantas revistas científicas caían en sus manos,
su poderosa mente daba vueltas a todos los problemas de la física del momento. No sabemos
en qué noche de reflexión se le ocurrió la idea, pero ésta fue similar al a que dos mil quinientos
años antes tuviera Demócrito, aunque, a diferencia del abderiense, Einstein tuvo que luchar de
momento con una fuerte oposición. Así como el griego, contra la evidencia sensorial, supusiera
que la materia no era continua sino formada por elementos muy pequeños a los que llamó
átomos, también Einstein aplicó la misma idea a la energía. ¿Por qué no suponer que ésta era
transmitida por paquetes? Con esa hipótesis, todo pasaba a ser muy sencillo. Cada paquete o
“cuanto de luz”, como él lo llamó (más tarde serían denominados “fotones”), tendría un
contenido de energía proporcional a la frecuencia, y resultaba natural suponer que un átomo
sólo sería arrancado si el cuanto transportaba una cantidad de energía suficiente para vencer
su “resistencia umbral” a ser arrancado de la superficie metálica. A partir de ahí, es claro que
aumentando la intensidad luminosa (número de cuantos) también lo haría el número de
electrones arrancados.
Einstein, modestamente y con precauciones, presentó su trabajo con el título “Sobre una
concepción heurística de la naturaleza de la luz” a la revista Annalen der Physik. Fue leído,
pero su teoría provocó más polémica que admiración: de hecho, era un regreso a la teoría
corpuscular de la luz de Newton, arrinconada desde que los experimentos de difracción habían
establecido la naturaleza ondulatoria de ésta. De hecho, su teoría de los quanta no empezó a
ser comprendida del todo hasta 1913, cuando Bohr expuso su teoría atómica. El premio Nobel
de 1921, tras la comprobación de la Teoría de la Relatividad gracias al eclipse solar de 1919,
fue el inicio de su reconocimiento como el mayor físico del siglo.
El mundo empezaba así a pensar de otra forma. Quien no le perdonó su formulación de los
quanta fue el antes citado Lenard, que toda su vida consideró que Einstein le había “robado” su
descubrimiento. El físico Millikan, que también ganaría con el tiempo el Premio Nobel, siguió
investigando el fenómeno y procedió dentro de la máxima ortodoxia científica: pese a su
escepticismo y a lo que él consideraba “falta de sentido” de la teoría einsteiniana, acabó
aceptándola “porque explicaba la realidad”.
De hecho, 1905 fue el annus mirabilis en la vida de Einstein. En el mismo año emitió las teorías
del movimiento browniano y de la relatividad especial, pero éstos son temas para otros autores.
***
Por encima del hecho del descubrimiento científico en sí, éste ilustra sobre algunos aspectos
de la ciencia en los que no se medita lo suficiente. El primero sería que todo avance científico
revolucionario se consigue apartándose de lo que dicta el “sentido común” (el propio Einstein
definió éste como “el conjunto de prejuicios acumulados a través de los siglos”). Los antiguos
creyeron siempre a pies juntillas que la Tierra estaba inmóvil en el centro del Universo, y los
filósofos griegos, ateniéndose al sentido común, habían conjeturado que las leyes universales
del movimiento implicaban una amortiguación progresiva de éste. En su día, Galileo, contra lo
que dictaba el famoso “sentido común”, adoptó la teoría copernicana según la cual la Tierra
giraba alrededor del Sol, y pocos años después Newton afirmaba, también contradiciendo esos
mismos “prejuicios seculares”, que un cuerpo dotado de una velocidad inicial nunca detenía su
movimiento rectilíneo y uniforme si no se le oponía una fuerza. Ambas ideas, con otras muchas,
acabaron siendo aceptadas, y desde entonces forman parte del nuevo “sentido común” actual,
transmitido en las aulas universitarias.
Es muy fácil criticar teorías científicas cuando fracasan, pero hay que ver en ellas por lo menos
la audacia del que se internó en nuevas líneas de pensamiento. Un ejemplo: la teoría del éter,
en el que creyeron los científicos del XIX simplemente porque su mente les llevaba hacia él.
Poco importaba que esa fabulosa sustancia fuera tan ligera que resultaba indetectable con
cualquier balanza, y que a la vez tuviera la rigidez del acero: la experimentación conducía, por
el análisis de las propiedades de la transmisión de la luz, a concebir una entelequia semejante,
y la idea sólo fue abandonada cuando surgieron otras explicaciones más eficaces (no más
intuitivas) para los mismos fenómenos. Max Planck, un científico conservador, aunque no
compartía las ideas de Einstein sobre la Relatividad, escribió a la Academia Prusiana a fin de
apoyar su incorporación, pues de hecho, como manifestó, “es imposible introducir ideas nuevas
en las ciencias más exactas sin correr riesgos de vez en cuando”.
La hipótesis de Einstein sobre el efecto fotoeléctrico, como el de la Relatividad, se internaba
por caminos en los que la imaginación, libre de las muletas del mal llamado sentido común, es
capaz de internarse por nuevos territorios que marcarán el paisaje de la humanidad durante los
siglos siguientes. Sea reconocida una vez más, la genialidad del sabio, unánimemente
declarado como la inteligencia más preclara del siglo XX.
Efecto Compton
Con rayos X de energía bastante alta la interacción de fotones con electrones de valencia
débilmente unidos, o electrones libres de un átomo receptor, sucede que parte de la energía del
fotón se transfiere a estos electrones, que son expulsados, (fig. 6). Al mismo tiempo, los fotones
disminuidos en la energía cedida, son desviados de la dirección inicial y emergen de la colisión
como radiación difusa de baja energía.
La pérdida de energía sufrida por la radiación X incidente depende del tipo de material del
objeto irradiado y de la energía de la radiación. En el intervalo energético de 100 keV -10 MeV,
la absorción de radiación se debe principalmente al efecto Compton. El efecto fotoeléctrico es
menos importante en esta banda de energía.
Formación de pares
La formación de un par electrón-positrón solamente ocurre a elevados niveles energéticos (a
partir de 1,02 MeV). Fotones de alta energía pueden producir una interacción con el núcleo del
átomo involucrado en la colisión. La energía del fotón se materializa produciendo un electrón
(e-) y un positrón (e+).
El positrón producido tiene una vida muy corta y desaparece rápidamente por colisión con un
electrón. Ambos se aniquilan cediendo su masa para producir dos fotones de 0,51 Mev. La
producción de pares es importante cuando fotones de alta energía inciden sobre materiales de
elevado número atómico.
A la vista de lo expuesto, se comprende que la absorción de rayos X no es un proceso simple,
en que la radiación X primaria cambia a alguna otra forma de energía y desaparece. Por el
contrario, hay conversión a rayos X secundarios de diferente longitud de onda y distinta
dirección de propagación y puede haber liberación de partículas subatómicas secundarias.
Esta radiación difusa no solamente no contribuye a la formación de la imagen radiográfica, sino
que puede ser causa de una seria pérdida de calidad
I.5.-Aplicaciones médicas
Desde que Röntgen descubrió que los rayos X permiten captar estructuras óseas , se ha
desarrollado la tecnología necesaria para su uso en medicina . La radiología es la especialidad
médica que emplea la radiografía como ayuda de diagnóstico , en la práctica, el uso más
extendido de los rayos X. Sin embargo desde hace varios años la especialidad es también de
tratamiento por ejemplo las embolizaciones de aneurismas por cateterismo.
Los rayos X son especialmente útiles en la detección de enfermedades del esqueleto , aunque
también se utilizan para diagnosticar enfermedades de los tejidos blandos, como la neumonía ,
cáncer de pulmón , edema pulmonar , abscesos ... En otros casos, el uso de rayos X resulta
inútil, como por ejemplo en la observación del cerebro o los músculos . Las alternativas en
estos casos incluyen la tomografía axial computarizada , la resonancia magnética o los
ultrasonidos . Los rayos X también se usan en procedimientos en tiempo real , tales como la
angiografía , o en estudios de contraste .
II.- EFECTOS BIOLÓGICOS DE LAS RADIACIONES
II. 1. Introducción
Los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes sobre los seres vivos han sido conocidos y
estudiados con detalle desde hace muchos años. Fueron observados por primera vez en 1896
en algunos de los primeros usuarios de los rayos X. Estos notaron una caída del cabello en
aquéllas áreas que habían sido expuestas, la piel se volvió roja, y si recibía grandes cantidades
de radiación se ulceraba. Además encontraron que a menudo se desarrollaba, años más tarde,
cáncer de piel sobre las áreas que habían sido expuestas. Después del descubrimiento del
radio en 1898, se observaron efectos similares producidos por la radiactividad concentrada.
Para comprender el efecto biológico de las radiaciones ionizantes, se han invocado dos teorías
que lejos de ser contradictorias, se complementan perfectamente.
Teoría de Acción Directa o Teoría del Blanco. Vincula el efecto biológico y la importancia del
mismo con la responsabilidad biológica del blanco (diana) alcanzado y del número de dianas
impactadas. Si tenemos en cuenta que en cualquier modelo biológico y, más concretamente, en
las células humanas la posibilidad de reproducción de las mismas y el adecuado cumplimiento
del código genético está vinculado al genoma, es decir, a los cromosomas del núcleo celular, o
lo que es lo mismo a la integridad del ácido desoxirribonucleico (ADN), el daño celular será
proporcional a la lesión inducida en el ADN.
Si esta lesión es irreversible y por tanto no reparable, la consecuencia será la muerte
reproductiva de la célula alcanzada. Si por el contrario la lesión radioinducida es reparada,
tendremos un ADN capacitado para ir hacia mitosis sucesivas, pero con la posibilidad de
transmitir alteraciones en la línea genética, mutaciones sumadas a las propias de la generación
en la que le corresponda actuar como gen dominante.
Esta teoría explica el efecto biológico que se produce en el momento y en el lugar de la cesión
de energía con capacidad ionizante y los efectos tanto somáticos como genéticos.
Teoría de Acción Indirecta o Teoría de los Radicales libres. Se complementa con la anterior,
puesto que explica la serie de fenómenos biológicos que se producen incluso fuera del
momento y del lugar del depósito de energía ionizante.
Es bien conocido el componente de volumen agua en las células del ser humano normalmente
hidratado, estimado en un 70%. El efecto de la ionización en las moléculas de agua es lo que
se conoce como "radiólisis del agua". Se produce una ruptura de la molécula con la liberación
de los radicales que la componen, H+ y OH-. Estos radicales adquieren una rápida tendencia a
recombinarse pudiendo dar lugar a la formación de nuevas moléculas de agua o, lo que es más
frecuente, a agua oxigenada que presenta una elevada toxicidad para el medio biológico en
donde se forma.
Se consigue por tanto intoxicar el medio biológico, intra y extracelular, lo que complica la vida
del mismo.
Tabla
Clasificación de los tipos de efectos biológicos estocáticos/deterministas y
somáticos/genéticos
Efecto estocástico Efecto determinista
(la gravedad dependen de la dosis. Se (la gravedad depende de la dosis.
relaciona con las mutaciones) Se relaciona con la letalidad)
Efectos
Ejemplo: Anormalidades hereditarias
hereditarios
Efectos Ejemplo: Anemias, caída de cabello,
Ejemplo: Carcinogénesis
somáticos esterilidad
a) Efectos deterministas
Al hablar de la respuesta sistémica a la radiación nos referimos a la respuesta de un sistema
que dependerá de la respuesta de los órganos que lo constituya, de la de sus tejidos, así como
de la respuesta de las poblaciones celulares de estos tejidos.
El orden de magnitud que se suele emplear al referirse a las diferentes dosis es:
dosis baja : hasta 1 Gy
dosis media : entre 1 Gy y 10 Gy
dosis alta : superior a 10 Gy
suponiendo que estas dosis se reciban en un sólo órgano.
Los límites de dosis para personal profesionalmente expuesto y público en general están por
debajo de estos órdenes de magnitud, con lo que se garantiza que no se presentarán efectos
de tipo determinista.
Sensibilidad de los tejidos. La respuesta de un tejido u órgano a una dosis de radiación
depende primariamente de dos factores: la sensibilidad inherente de las células, consideradas
individualmente, y la cinética de la población, considerando al conjunto de sus células.
Desde 1906, es decir, sólo diez años después de los primeros datos respecto a fuentes de
radiación rayos X y elementos radiactivos naturales, dos autores franceses, Bergonie y
Tribondeau, emitieron sus enunciados respecto a las diferente radiosensibilidad de las células y
tejidos vivos. De manera prácticamente exclusiva vinculan la rápida e intensa respuesta de los
tejidos a la capacidad reproductora de las células que los componen, es decir, de forma
directamente proporcional al índice de mitosis.
Por otra parte ya era sabida la individualización, no sólo de cada tejido respecto a las mitosis
presentes en el mismo (índice mitótico), sino también la situación individual de cada célula en el
seno del tejido en diferente momento de su vida (asincronía celular). El efecto biológico
dependerá por tanto, no sólo del elevado número de mitosis, sino también del momento de su
ciclo vital en que se encuentre cada célula.
En el caso del ser humano podríamos poner dos ejemplos ilustrativos; uno en cada extremo, es
decir, máxima frente a mínima radiosensibilidad. El tejido cuya reproducción es necesariamente
elevada es aquel donde se encuentran los precursores de las células de la sangre. Es el tejido
hematopoyético, presente en la médula ósea, considerado como el más radiosensible y el más
crítico frente a la radiaciones. En el otro extremo, baja radiosensibilidad, se encuentra el tejido
humano más especializado, con bajísima capacidad reproductiva y con predominio de células
adultas, maduras, es el tejido nervioso.
Hay otros factores que también influyen en la radiosensibilidad de los tejidos, unos
dependientes de la propia radiación, como es la densidad de ionizaciones que deja en su
trayectoria
(transferencia lineal de energía), y otros dependientes de la distribución de la dosis en el
tiempo. Desde el punto de vista biológico se ha demostrado también que la presencia de
oxigeno aumenta la radiosensibilidad.
El intestino delgado es la parte más radiosensible del tubo digestivo. Está constituido por un
revestimiento formado por células que no se dividen, sino
que se desescaman diariamente hacia la luz del tubo y son sustituidas por nuevas células. Al
igual que ocurre en la médula ósea, en esta región existe un compartimento de células cepa,
que se dividen activamente, y que tienen una elevada sensibilidad.
La radiación puede llegar a inhibir la proliferación celular y, por tanto, el revestimiento puede
quedar altamente lesionado, teniendo lugar una disminución o supresión de secreciones,
pérdida de elevadas cantidades de líquidos y electrolitos.
Piel
Después de aplicar dosis de radiación moderadas o altas, se producen reacciones tales como
inflamación, eritema y descamación seca o húmeda de la piel.
Testículo
Como consecuencia de la irradiación de los testículos se puede producir la despoblación de las
espermatogonias, lo que se traduce en la disminución de nuevos espermatozoides, aunque la
fertilidad puede mantenerse durante un período variable atribuible a los radiorresistentes
espermatozoides maduros. A este período le sigue, finalmente, otro de esterilidad temporal o
permanente según la dosis recibida.
Ovario
Después de irradiar los ovarios con dosis moderadas, existe un período de fertilidad debido a
los relativamente radiorresistentes folículos maduros, que pueden liberar un óvulo. A este
período fértil le puede seguir otro de esterilidad temporal o permanente, como consecuencia de
las lesiones en los folículos intermedios al impedirse la maduración y expulsión del óvulo.
Posteriormente, puede existir un nuevo período de fertilidad como consecuencia de la
maduración de los óvulos, que se encuentran en los folículos pequeños y radiorresistentes.
Las dosis necesarias para producir esterilización varían en función de la edad, dado que a
medida que se aproxima la edad de la menopausia el número de ovocitos primarios disminuye
y, por tanto, la dosis esterilizante
es más baja.
b) Efectos estocásticos
La mayor parte de los efectos tardíos se producen como consecuencia de la alteración del
material genético de aquellas células que sobreviven a la radiación, exceptuando las distintas
etapas de afectación de órganos, tales como fibrosis o ulceraciones, que se pueden presentar
tardíamente y que son efectos no estocásticos.
Para este tipo de efectos no puede hablarse de una dosis umbral, dado que bastaría una
interacción, simbólicamente hablando, para que se produjeran.
Otra característica, es que al aumentar la dosis aumente la probabilidad de que tengan lugar
estos efectos, aunque no la de que sean más graves. Ocasionalmente, por alguna razón
desconocida, los genes y el ADN cambian espontáneamente, produciendo lo que se
denominan mutaciones espontáneas, que se caracterizan por ser permanentes y por
mantenerse en las sucesivas generaciones de células formadas a partir de la división de una
célula mutada. Si las células mutadas son células germinales, existe la posibilidad de que la
descendencia del individuo irradiado exprese los efectos originados por la mutación; por el
contrario si las células mutadas no son células germinales tan sólo en el individuo irradiado
existe la posibilidad de que se manifiesten los efectos.
De acuerdo con estos criterios podemos hacer una clasificación de los efectos estocásticos en
los siguientes puntos:
a) Somáticos: afectan a la salud del individuo, que ha recibido la irradiación.
b) Genéticos: afectan a la salud de los descendientes del individuo irradiado.
5.6 Respuesta orgánica total a la radiación
La respuesta orgánica total viene determinada por la respuesta combinada de todos los
sistemas orgánicos a la radiación. La respuesta de un organismo adulto a una exposición
aguda (en un tiempo corto, del orden de minutos), de radiación penetrante (rayos X, gamma o
neutrones), que provenga de una fuente externa y que afecte a todo el organismo, se conoce
como síndrome de irradiación.
La respuesta que se presenta a una dosis de irradiación corporal y total se puede dividir en
tres etapas:
Prodrómica. Se caracteriza por náuseas, vómitos y diarreas. Puede durar desde algunos
minutos hasta varias horas.
Latente. Ausencia de síntomas. Varía desde minutos hasta semanas.
De enfermedad manifiesta. Aparecen los síntomas concretos de los sistemas lesionados. El
individuo se recupera o muere como consecuencia de las radiolesiones. Varía desde minutos
hasta semanas.
La evaluación del riesgo de las radiaciones se basa en la probabilidad de sufrir los efectos
mencionados anteriormente, y en la severidad de éstos.
Varios organismos internacionales publican los resultados de los estudios llevados a cabo en
este sentido sobre amplios grupos de población. Entre ellos figuran la ICRP (anexo B de la
ICRP-60, año 1990) y el volumen II del UNSCEAR-2000 . La Comisión Internacional de
Protección Radiológica (ICRP) establece que las estimaciones de riesgo asumidas, lo son
únicamente con fines de protección y están ajustadas de forma tal que sean aplicables en la
región de bajas dosis.