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Definir la Economía Naranja es un asunto complejo.

Plasmar un concepto definitivo es absurdo e


innecesario, opinan Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque, autores de “La economía naranja, una
oportunidad infinita”. Explican que el naranja, cuyos pigmentos se usaban desde el antiguo Egipto
para adornar la tumba de los faraones, es el color por excelencia para la cultura, la creatividad y la
identidad.

Para aludir a este fenómeno se usan una variedad de términos tales como industrias culturales,
industrias creativas, industrias del ocio, industrias del entretenimiento, industrias de contenidos,
industrias protegidas por el derecho de autor, economía cultural y economía creativa.

La economía creativa comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se
fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine,
diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software,
TV y radio, y videojuegos. Así lo definió John Hawkins, uno de los pioneros en el tema, a principios
del nuevo milenio.

A continuación algunas definiciones de instituciones y organizaciones que han puesto su atención


sobre estas industrias.

 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO):


Las industrias culturales y creativas son aquellas que combinan la creación, la producción y
la comercialización de contenidos creativos que sean intangibles y de naturaleza cultural.
Estos contenidos están normalmente protegidos por el derecho de autor y pueden tomar
la forma de un bien o servicio. Incluyen además toda producción artística o cultural, la
arquitectura y la publicidad.
 Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD): Las
industrias creativas están en el centro de la economía creativa, y se definen como ciclos de
producción de bienes y servicios que usan la creatividad y el capital intelectual como
principal insumo. Se clasifican por su papel como patrimonio, arte, medios y creaciones
funcionales.
 Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI): Las industrias protegidas por el
derecho de autor (IPDAs) son aquellas que se dedican, son interdependientes, o que se
relacionan directa e indirectamente con la creación, producción, representación,
exhibición, comunicación, distribución o venta de material protegido por el derecho de
autor.
 Departamento de Cultura, Medios y Deportes del Reino Unido (DCMS): Las industrias
creativas son aquellas actividades que tienen su origen en la creatividad, la habilidad y el
talento individual, y que tienen el potencial de crear empleos y riqueza a través de la
generación y la explotación de la propiedad intelectual.
 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): Las industrias de contenidos
son la editorial, cine, televisión, radio, discográfica, contenidos para celulares, producción
audiovisual independiente, contenidos para Web, juegos electrónicos, y contenidos
producidos para la convergencia digital (cross media).

Es posible rescatar en todas las definiciones cierto consenso alrededor de los conceptos de
creatividad, artes y cultura como materia prima y la presencia de una cadena de valor creativa.
También en cuanto a la relación con los derechos de propiedad intelectual, en particular con los
derechos de autor.

Atento a estas cuestiones, El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sostiene que las
industriales culturales comprenden los bienes y servicios que tradicionalmente se asocian con las
políticas culturales, los servicios creativos y los deportes. Las clasifica en tres categorías:

Convencionales (por ejemplo editorial, libros, cine, etc.),

Otras (por ejemplo ópera, artesanías, diseño, etc.) y

Nuevas (por ejemplo publicidad, software, videojuegos, etc).

LA PRENSA GRÁFICA

Economía naranja, pieza estratégica del desarrollo productivo

Las industrias creativas están conformadas por aquellos sectores que basan su operación en la
innovación, la creatividad y la propiedad intelectual. Tienen una importancia estratégica para el
desarrollo productivo.

Como cualquier otra industria, estos sectores desarrollan su propia cadena de valor a partir de la
creación, producción, difusión, exhibición y el consumo de contenidos creativos, por lo que cada
una de esas etapas requiere de actores especializados.

Esta industria se ha catalogado como parte de la llamada economía naranja, sin embargo, hoy en
día se la define cada vez más como “economía creativa”. El BID la clasifica como “el grupo de
actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y
creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual”.
Contempla tres aspectos: lo tradicional y artístico, las industrias creativas en sí y las actividades de
apoyo creativo a las industrias tradicionales.

Como parte integral de la visión 2030 de este sector, el Ministerio de Economía cuenta con una
hoja de ruta que aborda conjuntamente el diagnóstico del talento humano del sector videojuegos;
la construcción y diseño de una ley de fomento de industrias creativas y el establecimiento de un
centro de diseño para industrias creativas y TIC.

Todo a través de la atención especializada a esta industria desde el consenso sectorial, a través de
mesas participativas que permiten visualizar la correlación de sus necesidades con el progreso del
sector. Con miras a aprovechar al máximo el potencial de esta industria global y joven, el MINEC
lanzó en 2009 los premios Pixels, un concurso para identificar, examinar y visibilizar el talento
existente.

En 2012 este concurso amplió su cobertura con la creación de la categoría Pixels Pro, con fondos
no reembolsables para estimular proyectos de animación digital. En 2013, el subsector de
videojuegos y, en 2014, se incluye al subsector audiovisual, contribuyendo a la creación de nuevas
empresas y nuevos productos con características innovadoras y tecnológicas.
En siete años de apoyo a emprendedores jóvenes, Pixels se ha convertido en una destacada
plataforma para la producción, comercialización y distribución de nuevos productos, empresas y
empleos. Con inversión de más de $3.7 millones, ha permitido la generación de 72 proyectos entre
animaciones, videojuegos y/o audiovisuales, generado más de 1,840 empleos entre directos e
indirectos, y ha estimulado el nacimiento de aproximadamente 41 empresas y estudios dedicados
exclusivamente a las industrias creativas.

Esto ha contribuido a estabilizar el ciclo de producción constante de este subsector, la separación


de funciones productivas y a la ‘clusterización’ de la producción local por medio del
acompañamiento, las asesorías conjuntas, las capacitaciones y los talleres con fondos de
producción.

Es un mecanismo que promueve y estimula escenarios de desarrollo para la comercialización de


contenidos creativos en el extranjero. Así lo han demostrado los videojuegos salvadoreños
colocados a través de Xbox, PS4, Steam, además de los estudios de animación que ya se
encuentran facturando en Estados Unidos y Canadá y productos audiovisuales, estrenándose
localmente y en el extranjero.

Como parte de la hoja de ruta para las industrias creativas hemos impulsado el programa Pixels
Caps, con la finalidad de generar los conocimientos y habilidades requeridas por el mercado
laboral –tanto local como internacional– para facilitar su inserción y suplir la demanda de las
nacientes compañías locales.

Según el BID, las industrias creativas generaron en 2015 ingresos “de $2,250 mil millones y 29.5
millones de puestos de trabajo a escala mundial, empleando aproximadamente al 1 % de la
población activa”.

El Salvador es un terreno fértil sobre el cual debemos edificar de forma estratégica el impulso para
una industria sólida y competitiva en la región y en el Ministerio de Economía estamos haciendo
nuestra parte.

La denominada “Economía Naranja” en América Latina y el Caribe genera 175.000 millones de


dólares de los cuales 18.800 millones circulan en el comercio mundial, además de crear 10
millones de empleos en la región.

En Colombia, la industria creativa aporta cerca del 4.5% del PIB, cifra que es similar a la que
aporta a la economía el sector cafetero.

Las industrias culturales y de entretenimientos son una oportunidad para establecer una nueva
economía, pero al mismo tiempo, organizaciones sociales que promueven el arte y la cultura como
espacio para la inclusión social, se preguntan cómo los nuevos negocios consolidarán un nuevo
paradigma económico si no se logra una disrupción cultural. Algunas razones por las cuales
Latinoamérica puede marcar un nuevo rumbo.

Desde el reciente estudio “La economía naranja. Una oportunidad infinita”, publicación a cargo de
Felipe Buitrago Restrepo, consultor de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se hace un interesante aporte que permite
dimensionar desde datos concretos el impacto de la economía creativa (industrias culturales,
artísticas y de entretenimiento) en la economía mundial y de América Latina y el Caribe.

¿Qué es la Economía Naranja?

Presentada como Economía Naranja –color que suele asociarse a la cultura, la creatividad y la
identidad- Buitrago la define como “el conjunto de actividades que de manera encadenada
permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está
determinado por su contenido de propiedad intelectual. El universo naranja está compuesto por:
i) la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias
culturales convencionales y ii) las áreas de soporte para la creatividad.

La Economía Naranja encuentra un antecedente en la Economía Creativa, concepto desarrollado


por John Howkins, autor del libro “La economía creativa: transformar una idea en beneficios”
publicado en 2001, que comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se
fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine,
diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software,
televisión, radio y videojuegos. Este sector, desde el año 2005, genera el 6% de la economía global.

Mientras la Economía Naranja produce anualmente en el mundo 4.293.000 millones de dólares,


América Latina y el Caribe generan apenas 175.000 millones de dólares de ese total. Según la
Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), entre 2002 y 2011 las
exportaciones de bienes y servicios creativos crecieron el 134%, llegando en 2011 a intercambios
por un total de 646.000 millones de dólares –el quinto bien comercializado en el planeta- de los
cuales tan solo 18.800 millones se movilizaron desde América Latina y el Caribe.

Al mismo tiempo, la región importó por la suma total de 28.694 millones de dólares, lo que generó
una balanza comercial negativa de 9.993 millones de dólares. Pero si tomamos la balanza de pagos
-diferencia entre los pagos y los ingresos netos por servicios de informática e información, regalías
y licencias por propiedad intelectual- el déficit asciende a 16.547 millones de dólares. Una
Economía Naranja con números en rojo.

En términos de generación de empleo, en 2011, de los 3.266 millones de trabajadores en el


mundo, la economía naranja generó 144 millones de empleos, de los cuales 10 millones de
puestos correspondieron a América Latina.

Para dar una idea de lo que económicamente mueven los productos generados por la industria
cultural, los diez musicales más exitosos de la década, facturaron en concepto de ventas de
entradas y mercadería en las ciudades de Londres y New York entre 5.600 millones de dólares (The
Phantom of the Opera) y 1.200 millones (Starlight Express).

El Cirque du Soleil emplea a más de 5.000 personas y reporta ventas que superan los 800 millones
de dólares anuales. Netflix, el video club por correo físico y virtual, tiene 33 millones de
suscriptores y comercializa anualmente 3.600 millones de dólares por año.

El XXII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, en el 2010, reunión 3.900.000 personas. El


Carnaval de Río de Janeiro recibió 850.000 visitantes en 2012 quienes consumieron 828 millones
de dólares. Más de 100 horas de video son subidas cada minuto a You Tube, acumulando en
agosto de 2013 6.000 millones de horas de video visitadas por más de 1.000 millones de personas.

El desarrollo de la conectividad explica la velocidad del crecimiento de la Economía Naranja, dado


que el comercio de servicios creativos crece 70% más rápido que el de bienes creativos y estas
transacciones ocurren de manera creciente a través de Internet. El teléfono necesitó 35 años de
comercialización para que la cuarta parte de los hogares de Estados Unidos tuviera uno.

A la televisión le tomó 26 años alcanzar ese porcentaje, a la radio 22, a los computadores 16, a
Internet 7 y a Gmail, Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin y los discos duros en la nube 2 años.
Así mismo, la radio requirió 38 años para alcanzar una audiencia de 50 millones de personas en el
mundo; la televisión 13, Internet 4, iPod 3 y Facebook 2. El Protocolo de Internet (IP) fue creado en
1974. En 1984 había mil dispositivos conectados a Internet, en 1992 un millón, en 2008, mil
millones y en el 2020 habrá más de veinte mil millones.

¿Latinoamérica naranja?

Del total mundial que produce la Economía


Naranja, Latinoamérica y el Caribe generan tan
solo el 0,4% y comercializan el 0,3% del
intercambio global con balanzas comerciales y
de pagos ampliamente negativas. De acuerdo
con UNCTAD, apenas el 1,77% de las
exportaciones de bienes creativos mundiales se
originan en la región. Poco menos de la tercera
parte de éstas se dirige a otros países, más del
64% se orienta a economías desarrolladas y
menos del 3% alcanza otras economías en
desarrollo. Estos datos demuestran que hay
mucho para crecer.

Si se combinan estos datos con la existencia del bono demográfico que posee América Latina -
dinámica de crecimiento poblacional que favorece que el número de personas que se integra al
mercado laboral sea mayor que la necesidad de expandir servicios básicos de asistencia social- no
solo existe el contexto adecuado para hacerlo, sino también los recursos humanos, como lo es la
población joven, creativa y nativa de las nuevas tecnologías.

Algunos indicadores comienzan a ofrecer un escenario optimista. De acuerdo con ComScore,


compañía líder a nivel mundial en el análisis de tendencias digitales, Latinoamérica es la región
que más creció en incorporar audiencia en línea. Entre marzo de 2012 y marzo de 2013 aumentó
el 12% frente al Pacífico asiatico que alcanzó apenas el 7%, Europa 5%, Medio Oriente y África del
norte 3% y Estados Unidos y Canadá tan solo el 1%.

Un proceso

La adopción de tecnologías por parte de la sociedad consta de cinco etapas:


a) innovación, en la que solo el 3% del mercado utiliza el producto o servicio

b) adopción temprana, que aumenta al 13%

c) la mayoría temprana, en la que asciende a 36%

d) la mayoría tardía, donde suma otro 36%, y finalmente

Publicidad

e) la etapa de rezago en la que se llega a un 16%.

Esto indica que aquellos que decidan implementar una idea en los ciclos de innovación y adopción
temprana tendrán grandes oportunidades de imponerse en el mercado para generar riqueza y
transformación en una región habitada por casi 600 millones de personas.

Dentro de ese total, 107 millones son jóvenes de entre 14 y 24 años a quienes Buitrago desafía
para que desarrollen en la etapa de adopción temprana modelos de negocios basados en las
“mentefacturas”, bienes y servicios que como el arte, el diseño, los videojuegos, las películas y las
artesanías, llevan consigo un valor simbólico intangible que supera a su valor de uso. Y el lugar que
plantea la Economía Naranja para que habiten estos jóvenes son las “kreatópolis”, ciudades
creativas donde se integran ideas, contenidos, comunidades, bienes y servicios creativos alrededor
de un proyecto común de desarrollo social y económicamente sostenible, donde las
“mentefacturas” son más importantes que las manufacturas en la creación de empleos y riqueza.

En las kreatópolis se organizan clusters creativos que pueden ser un edificio, un barrio o cualquier
espacio geográfico relativamente pequeño que contiene una concentración de negocios basados
en la Economía Naranja. Estos negocios interactúan unos con otros de manera coopetitiva
(cooperar para hacer crecer el pastel, competir para dividirlo), permitiendo que sus recursos se
sumen para optimizar su capacidad de crear bienes y servicios.

Casos emblemáticos de clústeres creativos modernos son Soho en Londres y el Centro


Metropolitano de Diseño en Buenos Aires. Por su parte, el hub creativo es un centro de
conexiones, en el que clústeres, infraestructuras especializadas, capitales, talentos y tecnologías se
concentran, independientemente de su proximidad geográfica. En estos hubs se desarrollan,
producen y/o comercializan los bienes y servicios más sofisticados de la economía creativa. Sin
duda, el mayor hub de música latinoamericana es Miami en Estados Unidos. Guardadas las
proporciones, Sao Paulo en Brasil es un importante hub de la moda. El ejemplo más reconocido de
hub es, sin duda, Sillicon Valley.

EL FUTURO DE LA ECONOMÍA NARANJA EN EL SALVADOR


Jueves, 19 Noviembre 2015
Las industrias creativas, culturales o economía naranja constituyen cada vez más un
componente importante en las economías de la región

Las industrias creativas, culturales o economía naranja constituyen al crecimiento económico y la


creación de empleo pero además actúan como herramientas para la transmisión de la identidad
cultural así lo ha manifestado la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO).

De acuerdo con la organización el término industria cultural se refiere a aquellas industrias que
combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos creativos que sean
intangibles y de naturaleza cultural.

Teniendo claro que es una industria ambiciosa ¿qué es lo que hace falta para exprimir la industria
de la cultura y de la creatividad, conocida también como economía naranja? ¿Qué papel juega
esta industria en El Salvador?

Actualmente en El Salvador hay empresas incursionando en el campo de las industrias creativas


(edición, música, medios audiovisuales, correo electrónico, videojuegos, Internet) que obtienen
ganancias entre $40 mil y $400 mil, en la exportación de sus servicios, informó recientemente la
viceministra de Economía, Merlin Barrera.

La funcionaria ha enfatizado en el interés del Gobierno en turno, en la apuesta a este rubro


tomando en cuenta las numerosas experiencias de éxito en diversos países a nivel global y de la
región. Las industrias culturales incluyen generalmente los sectores editorial, multimedia,
audiovisual, fonográfico, producciones cinematográficas, artesanía y diseño.

Las exportaciones de servicios han reflejado un significativo incremento, ya que en 2014


alcanzando los $507.6 millones, supero al 2013 por $36.8 millones; este año el crecimiento fue
mayor, ya que se han llegado a los $575.7 millones, con una tasa de crecimiento del 13.4%.

Autoridades del Ministerio de Economía (MINEC) han manifestado que se prepara un Plan
Maestro para el desarrollo de las industrias creativas en los próximos cuatro años, con recursos,
capacitaciones y convenios, ya que es una fuente de empleo y crecimiento de impacto.

Para potenciar este sector, el MINEC ha puesto en marcha iniciativas como los premios PIXELS,
para la que destinó $1,575,000 a los ganadores del certamen con el fin de que estos puedan
desarrollar 23 proyectos de cortos animados, videojuegos y productos audiovisuales.

¿Qué significa la economía naranja a nivel global?

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 6.1% de la economía global


depende de las creaciones intelectuales, como que si la economía naranja fuera un país, sería la
cuarta economía más potente del mundo, reportando $4.3 billones (millones de millones),
ocuparía el noveno lugar como exportador de bienes y servicios, y representaría la cuarta fuerza
laboral del planeta.

La economía creativa y la herencia cultural de cada región, movilizó a $175.000 millones en el


2011 en Latinoamérica y el Caribe, superando únicamente en $21.000 millones las exportaciones
chinas de textiles.

Solo en el Perú, la industria creativa (materializada en las artes audiovisuales, literarias, musicales,
entre otras) ha significado un aporte de $4.072 millones y han contribuido a la economía local con
660 mil puestos de trabajo.
Para 2014, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el BID, presentó el informe “El
impacto económico de las industrias creativas en las Américas, ejercicio realizado por primera vez
con el fin de demostrar la importancia de la contribución de las actividades culturales y creativas.

El valor de las exportaciones mundiales de bienes y servicios creativos fue de $640.000, de los
cuales $87.000 millones, el 14%, se originó en las Américas según datos compilados por Oxford
Economics. El informe abarca 44 países, incluidos 34 países de las Américas y 10 países de
referencia de otras regiones del mundo.

El sector creativo es también un importante proveedor de empleo en algunos países de la región:


entre el cinco y el 11 por ciento del total de puestos de trabajo en Canadá, Colombia, México y
Trinidad y Tobago. Además, el sector tiene un mayor porcentaje de jóvenes empleados que en los
otros sectores de la economía.

El sector está proyectándose cada vez más internacionalmente, informes indican que las
exportaciones creativas representaron el 2.2% del total de las exportaciones de bienes y servicios
de los países de las Américas.

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