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Wr emer | my a a : tee , [Ne Bi ant OG Alt PUNTO ]amirano*Palavecino+ Oubifia’Sarlo Rha. # 4 Pa Los monstruos de la poesia ee oTe llustra: Santoandré a de cultura V * Niimero 72 Buenos Aires, Abril de 2002 ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 Sumario 1 Carlos Altamirano, Pierre Bourdieu, mattre-0- penser 5 David Oubifia, Serge Daney: el cine continuo 11. Santiago Palavecino, Barthes y el cine, Reseiia parcial dle La Torre Eiffel 16 Beatriz Sarlo, De nuevo y quizds por tltima vez, sobre Sebald 20 Ana Porn, Notas sobre la poesia argentina reciente y sus antologias fo en Buenos Aires iniela Soldano y César Aira) 26 Sergio Chejfe (con textos de Da Sociedad, estado, nacién, demoeracia: la cuestion argentina 32 Hugo Vezzett, Escenas de la crisis 37 Ricardo Sidicaro, Las desintegraciones institucionales argentinas y sus consecuencias sociales, 41 Hilda Sabato, ;Democracia en agonta? Las ilustraciones de este niimero son obras de Norma Santoandré (Buenos Aires, 1947) Consejo de direccién: Carlos Altamirano José Arieé (1931-1991) Adrian Gorelik Maria Teresa Gramuglio Hugo Vezzetti Consejo asesor: Ratil Beceyro Jorge Do Rafael Filippel Federico Monje Oscar Tern Directora: Beatriz Sarlo Diseiio: Estudio Vese y Josefina Darriba Difusin y representacién comercial: Darfo Brenman Distribu siglo XXI Argentina Composicién, armado ¢ impresi6n: Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires, Suscripciones 0. USS. (seis niimeros) 24 § (tres nimeros) Punto de Vista recibe toda su correspondencia, giros y cheques a nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39, Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina, ‘Teléfono: 4381-7229 jazarAmericano.com info@ BazarAmericano.com Pierre Bourdieu, maitre-A-penser Carlos Altamirano Uno de esos humanos raros, que regalan a sus lectores y a sus diseipulos lentes migicos con los cuales las motivaciones, Muchos aprendimos a pensar los pro: blemas de una sociologfa de ta litera- turaen la obra de Pierre Bourdieu, Las perspectivas que ella abria implicaban tuna ruptura.con lo que resultaba fami- liar hasta entonces, y no era necesario quedar convencido de cada una de sus afirmaciones, de sus ejemplos, de sus anilisis, para extraer de la lectura de sus textos, lectura laboriosa y much sel mundo, la sociedad, los individuos, Marco D'Eramo pleja percepeién de Ia literatura como institueién del mundo social. Conté- bamos, ciertamente, con los trabajos de Lucien Goldmann, de Arnold Hau- ser, de Theodor W. Adorno y, por s puesto, con los de quien de tn modo w otto estaba en el comienzo de todos ellos: Georg Lukées. Pero la obra de Bourdieu no s6lo offecfa tesis, con- cepciones generales y estudios parti culares, sino también preguntas e ins- 108 que incitaban a hacer Ia ex de la investigacién, {Qué lecciones podta uno sacar de sus eseritos? 4 primera era que una sociologia de la creacidn literaria no po: dia no ser, simulténeamente, una socio- log pola edificarse si se colocaba en el cen- tro, como foco de observacién y de and lisis, ese microcosmos propio de las éli- tes culturales, 1o que Bourdiew lamaba el campo intelectual, que a veoes de de las élites culturales y ésta s6lo gaba en diferentes subconjuntos (campo literario, campo cients po artistico..), La leccién aparecta en *Campo intelectual y proyecto c dor", que inicié en 1965 lo que habia de ser un programa de investigacién cuyos a resultados recogeria en Las reglas del arte, Genesis y estructura del campo li- terario (1992), Habia que cambiar Ia pre uma de qué es un escritor, decfa, por esta otra: 4e6mo se Heya a ser escritor no genéricamente en esta socied: esta época, sino especificamente “estado” del campo literario? A los ojos de Bourdieu, s6lo se haria sociologia mecanicista, por refinado que fuera el andlisis de una obra individualmente considerada, si se buscaba poncrla e ién con la sociedad en general 0 con la clase de la que supuestamente emana, olvidando ese microcosmos, el campo intelectual, que posee sus pro- pias tradiciones, sus propias institucio- nes y sus replas de reclutamiento, sus propios debates, sus autoridades y sus formas de reconocimiento, en fin, una historia incorporada a su fun mieato. Asociada con ésta, iba otra leccién: la de sospechar de la representacién que los escritores y, en general, los intelectuales tienen de sf mismos, Si se observa el conjunto de lo que eseri- bid sobre las élites culturales a lo lar- go de las décadas de 1970 y 1980, se verd que uno de sus temas criticos re- currentes es lo que entendia como ide- ologia carismética del artista y del tra- bajo artistico, Ideologfa corriente no sélo entre los escritores y los artistas, sino también entre quienes se ocupan de su obra, es decir, los criticos dedi- cados a consagrarlos, incluso muchos criticos de orientacién sociolégica, ella convierte en cualidad innata del crea- dor lo que son disposiciones y destre- 2za8 socialmente adquiridas. Los hom- bres de la cultura, dird en esa breve obra maestra que es la clase inaugural que pronuncié en 1982, al asumir ta eétedra de sociologia en el Colldge de leben sus goces mis puros slo a la amnesia de la génesis que les "A esa hermenéutica de la sospecha no escapaban los dife- rentes modos en que los intelectuales ccultivan su diferencia respecto de los ‘otros —las formas de la excelencia dis tinguida—, ni los discursos epuestos acerca de lo que un intelectual debe ser, discursos de legitimacién cuyo combate debfa ser objeto del anilisi sociol6gico, ‘Tampoco los socidlogos estaban fuera de juego, como si fueran obser- vadores Soberanos, de acuerdo con la actitud regia y legisladora que Bour- dieu detectaba entre los intelectuales. Las proposiciones de Ia. sociologfa, sostendré en la leccién inaugural ya citada, deben aplicarse a sus practi cantes, que tienen en la sociologia de {a sociologia uno de sus instrumentos indispensables. “Asf, el sociélogo sur- gido de lo que se suele Hamar el pue~ blo y que ha llegado-a lo que sé Nama

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