Te siento, Me dueles Me llenas de melancolía y de ternura, Desde mis noches largas, Invadidas de rostros que no son el tuyo, Te llamo, anhelando tu consuelo, Tu protección de madre Tu mirada que abriga mi existencia. De recuerdos del alma Que se grabaron en mi sangre Y llenan mi existencia con tu tibia sonrisa, Calmando mis miedos y tristezas. En tus manos de madre descansa mi esperanza, Pues de ti vengo y a ti regreso, Una y mil veces El viento emula tus palabras Trayendo a mi mente tu voz suave, Consoladora, Llena de ternura, Llena de silencios por tu ausencia, Cargada de consejos De lecciones bonitas, Para que me escuches, Para que endereces mi sendero, Para que me mires Y me sigas concediendo la existencia. Tu presencia es el sol de cada día La lámpara que me alumbra, Que me salva de las sombras, Que marca las sendas que debo andar El camino de regreso a tus entrañas A tu espacio vital donde habita la vida Donde los sueños siempre son bonitos. A ti elevo mis tristezas Mi desconsuelo de tenerte tan lejos y tan cerca Y no sentir tus pasos, Y no amar siempre tu presencia Tu compañía que me calma el espíritu Y me alienta a seguir viviendo, A seguir siendo lo que soy. Madre querida, Señora de la vida, Infinita mujer Que me llamó a la existencia. Siempre madre Ahora y hasta el confín de los tiempos Susurrare tu nombre sagrado Madre. Madrecita de mi alma De lo más profundo y vital de mi existencia. Silvino R.2018