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115/16 Lg COLECCION METROPOLIS Directores: JosP JIMENEZ y RAFAEL ARGULLOL Giambattista Vico Ciencia nueva Introduccién, traduccién y notas de Rocio de la Villa Idea de la obra Explicaci6n de la representacién en el grabado que sirve para la introduccién a la obra (1) Como Cebes el tebano hizo con las morales, as{ nosotros presen: tamos aqui una Tabla de fas cosas civiles, que sitva al lectot para concebir la idea de la obra, y para recordarla mis ficilmente en la memoria’, com ta ayuda que le suministre la fanta de haber leido. (2) La mujer con las sienes a el mundo de la naturaleza,es la metafisiea, pues es0 sig- nifica su nombre, El triéngulo luminoso con un ojo videmte en su in- terior es Dios bajo el aspecto de su providencia, axpecto bajo el cual 7 View se refiere ala Tabula Celts, atiuid exéneamente aCebes,dvefpulo de Fi Iolao pitagrico y de Socrates, ecordad en el Cri edn. Elerutito GD. Mor Xi mantenta esta abc (equod genuinum vide potest) ababa de ella come de una Tavcondicon dla vida humana. La edn mis Trnporantc, ene siglo XV es la de [640 con el texto en greg, latin y sa slmasius, Vico conocia probablemente la venién Moscardi 1591-1640) publica en Veneeia en (643. Flu ‘un reforzamienio ce la memoria ext gle esa ratadisticn de la ener ‘qe estvo ch bogs en el Renscimient. Ta ria universal provata com efi oli degli antchi, publ 1697 por Francesco Bian en conocido para Vieo, bia cuir la tail de aprener [J af laso de epresentaciones ales tarios estab por lo dems. my difundd: haste qu recordar ls romispcios de Noun ‘Organ de Bacon, de los Second Characters de Shaftesbury y del Leviathan de Hobbes, ‘La majer, el esta imagen parece restar dela combinacién de dos imsienes pre es en ia Jeunolingia de Cesare Ripa, uno de 10s ma adds de la ite a iconoeral -aisniento, La Met ‘mo una mujer ajo el pic inquierda (como on la repre Lassies abdas sora Flan que con el ingenio se elova al welo de la comemplacidin del fade Pau, 161, pp. 329, 350: tral, cas: Aka, Maid, 1987, vol Mp. 86). 5) 156 GIAMBATTISTA vICO tural, y que es connatural a tas naciones eivilizadas; de cuya escuela pis blica Se demostrard que salieron ios fil6sofos. (328) _ Estas seis diltimas proposiciones confirman que la provi dencia fue 1a ordenadora del derecho natural de las gentes, la cual, puesto que durante muchos siglos las naciones tuvieron que vivir careciendo de lo verdadero y de 1a cquidad natural (esclarecida, después, por los fi- 16sofos), permitié que se atuvieran a lo cierto y a la equidad civil, que escrupulosamente custodia las palabras de los Grdenes y de lus leyes, y de ahi que pasaran a observarlas de modo general, incluso en los casos que resultaran duras, para que se conservaran las naciones. (329) _ Y estas mismas seis proposiciones, desconocidas por los tres principes de la doctrina del derecho natural de las gentes", hicieron que los tres errasen al establecer sus sistemas; porque creyeron que la equi- dad natural en su idea perfecta habia sido entendida por las naciones gentiles desde sus primeros comienzos, sin pensar que se necesit6 de unos dos mil afios para que en alguna de ellas aparecieran los fil6sofos, y sin privilegiar entre ellas a un pueblo asistido en particular por el Dios verdadero. Son los yu recordados Grocio, Selden y Pufendorf Ii. De los principios (330) Ahora, para comprobar si las proposiciones enumeradas hasta el momento como elementos de esta Ciencia dan forma a las materias dispuestas al principio de la Tabla cronoldgica, rogamos al lector que teflexione sobre todo cuanto se ha escrito en torno a los principios de cualquier materia de todo lo conocido, divino y humano, de los pueblos gentiles, y considere si resulta disonante con todas, muchas o alguna de aquellas proposiciones; pues si lo estuviera con una, asi ocurrirfa con todas, ya que cada una de ellas concuerda con las demas. Y, ciertamente, quien haga tal confrontacién se dara cuenta de que todo consiste en ci- tas de memoria confusa, imagenes de desordenada fantasia, no siendo nada parto del entendimiento, que ha estado entretenido y ocioso por las dos vanidades que enumeramos en las Dignidades'. Por un lado, la va- nidad de las naciones, de haber sido cada una la primera en el mundo, nos desanima para encontrar los principios de esta Ciencia en los fild- logos; por otro lado, la vanidad de los doctos, que pretenden que lo que saben haya sido entendido asf desde el principio del mundo, nos deses- pera de hallarlos en los filésofos. Por tanto, para esta investigacién, debe hacerse como si no hubieran libros en el mundc?. (331) Pero, en tal densa noche de tinieblas en la que se encuentra cubierta la primera y para nosotros antiquisima entigtiedad, aparece esta nlerna, que nunca se ocult, esta verdad, que no se puede de ningtn modo poner en duda: que este mundo civil ha sido hecho ciertamente por los hombres, por lo cual se pueden, y se deben, hallar los princ las modificaciones de nuestra propia mente humana. Por lo cual, a cual- quiera que reflexione sobre ello, debe asombrar el que todos los fil6so- fos intentaran seriamente conseguir la ciencia de este mundo natural, del cual, puesto que Dios lo hizo, El solo tiene la ciencia; y, sin embargo, ol- vidaran meditar sobre este mundo de las naciones, 0 sea, mundo civil, del que. puesto que lo habfan hecho los hombres, ellos mismos podian " Las dignidades a las que Vico se refiere son la Il y la LV, pars. 125-128. 2 Vico, como hemos visto, quiere ser el Bacon de la historia, como ya y Descartes, también él afiema ser el fundador de un nuove suber que no tiene ningun ‘radicign a sus espaldas us7y 158 GIAMBATTISTA VICO alcanzar la ciencia, Este efecto extravagante procede de aquella miseria, que ya advertimos en las Dignidades®, de la mente humana, que, inmersia y sepultada en el cuerpo, se inclina naturalmente a sentir las cosas de! cuerpo y ha de usar demasiado esfuerzo y fatiga para entenderse a sf misma, como el ojo corporal, que ve todos los objetos fuera de si, nece- sita del espejo para verse a si mismo. (332) Ahora bien, ya que este mundo de naciones ha sido hecho por los hombres, veamos en qué cosas han convenido todos los hombres siempre y convienen todavia, porque tales cosas podrén damos los prin- cipios universales y etemnos, como deben ser los de toda ciencia, sobre los cuales surgieron y se conservaron todas las naciones. (333) Observamos que todas las naciones tanto barbaras como hu- manas, aunque fundadas de forma diversa al estar lejanas entre si por in- mensas distancias de lugar y tiempo, custodiaron estas tres costumbres humanas: todas tienen alguna religiGn, todas contraen matrimonios so- Jemnes, todas sepultan a sus muertos; y ni entre las naciones més salva- jes y crucles, se celebran acciones humanas con mas rebuseadas cere- monias y mas consagradas solemnidades que las religiones, los matrimonios y las sepulturas. Asi, por la dignidad de que «ideas unifor- mes, nacidas en pueblos desconocidos entre si, deben tener un principio comtin de verdad», les debe haber sido dictado a todas ellas. Por estas tres cosas comenz6 la humanidad en todas las naciones, y por ello todas deben custodiarlas santamente para que el mundo no se embrutezca y no vuelva a la selva de nuevo. Por eso tomamos estas tres costumbres eter- nas y universales por los tres principios de esta Ciencia. (B34) EI primero no es refutado como falso por los viajeros mo- dernos, que cuentan que los pueblos de Brasil, los cafres y otras nacio- nes del Nuevo Mundo (y Antoine Arnauld cree lo mismo de los habi tantes de las islas llamadas Antillas) viven en sociedad sin conocimiento alguno de Dios, Tal vez persuadido por éstos, Bayle afirmaen el Tratado de los cometas que los pueblos pueden vivir con justicia sin ninguna luz de Dios. Pero ni a tanto se atrevié Polibio, cuya afirmacion es aplaudida por algunos, segtin la cual, si hubiera en el mundo fildsofos, que vivie~ ran con justicia por la fuerza no de las leyes sino de la ra76n, no habria necesidad alguna de religiones en el mundo’. Todo esto son relatos de » En la LXTM, par. 236, * Dignédad XII, par. 14. 5 Vico tuvo noticia de «viajeros modernos» como el holandés Olivier Dapper (muerto 2 1690) y el jesuita Charles Legobien (1635-1707) a través de Bayle. El Mlosofo fran 65 Antoine Arnauld (1612-1694), uno de los maestros del jansenismo, oa la Quatrieme CIENCIA NUEVA 159 viajeros, que procuran dar salida a sus libros con noticias monstruosas. Ciertamente, Riidiger en su Fisica, titulada exageradamente divina’, pues pretende que sea el nico medio entre el atefsmo y la supersticién’, fue severamente advertido por los censores de la Universidad de Ginebra (en cuya repiblica, como libre y popular, debe haber mayor libertad al escribir) de que «juzga con demasiada seguridad», lo que equivale a de- cir con no poca audacia. Pues todas las naciones creen en una divinidad providencial, y asi slo se han podido hallar cuatro religiones primarias y ninguna més durante todo el curso de los tiempos y por toda la ampli tud de este mundo civil: una, la de los hebreos, y, a partir de ella, otra, la de los cristianos, que creen en Ja divinidad de una mente infinitamente re; la tercera, 1a de los gentiles, que creen en més dioses, que imagi- nan compuestos de cuerpo y mente libres, por lo que, cuando quieren de~ signar a la divinidad que rige y conserva el mundo, dicen «deos immor- ales»; 1a cuarta y ditima es la de los mahometanos, que creen en un dios de una mente infinitamente libre en un cuerpo infinito, por lo que espe~ ran placeres de los sentidos como premios en Ia otra vida. (335) Ninguna cree en un dios todo cuerpo o en un dios todo mente que no sea libre. Por tanto, ni los epiciireos, que no conceden mas que cuerpo y, con el cuerpo, el azar; ni los estoicos, que hablan de un Dios en un infinito cuerpo y una mente infinita sujeta al hado (semejantes en esto a los spinozianos), pueden razonar de repiblica ni de leyes, y Ba- ruch Spinoza habla de la repiiblica como de una sociedad de mercade- res?. Por ello, tenia raz6n Cicerén cuando decia a Atico, que era epicti r@0, que no podia razonar con él de leyes, si aquél no le concedia que existia una providencia divina!®. ;Asi son de compatibles las dos sectas ~tnica y epictirea con la jurisprudencia romana, que pone la providen- cia divina como su principal principi p.274) antes del descubrimiento de América. El Tratado sobre los cometas hace referencia a los nonciation dela nowselle hérésie dae péché philosophigue (en Ocusres, XX1, Pasis, 1780, fa hablado de la ignorancia de Dios propia de los habituntes de las Antillas Ponsées diverses écrites 0 un docteur de Sorbonne & l'occasion de la cométe qui parut ‘au mois de décembre 1680, Rotterdam, 1724, Il, 37 ss.; TV, 119-123 y 163, del fildsofo y erudito francés Pierre Bayle (1647-1706). Para Polibio, eft. n. 41 en los Elementos. © Se refiere a la Physica divina de A. Rudiger. editadaen Prancfort en 1716. 7 Vico traduce el subsitulo de la mencionada Physica divina: recta via, eademque in- {er supersttionem et atheismum media, hominum felicitatem naturalem et moralem ducens, *"En su lugar, por un censor de la Universidad de Leipeis, ° Vico alude al utilitarismo presente en el Tractarus cheologicus potiticus. "© De legibus, 1,7 § Lajurisprudencia romana, sein Vico, serfa incornpatible con Ia filosofia estoica y epicdrea, y convendrfa, sin embargo, con la plaiéntca. 160 GIAMBATTISTA vICO (336) La opinién, después, de que los conciibitos, ciertos de he- cho, de hombres libres con mujeres libres sin la solemnidad de matri- monios no contienen ninguna maticia natural, es desmentida por las costumbres humanas, pues todas las naciones del mundo celebran reli- giosamente los matrimonios, definiéndolos asi con tales practicas, de forma implicita, como un pecado bestial. Porque, en lo que se refiere a tales progenitores, al no unirles ningtin vinculo necesario de ley, aca- ban abandonando a sus hijos naturales, quienes, al poder separarse sus progenitores en cualquier momento, y entonces quedar abandonados por ambos, han de yacer expuestos a ser devorados por los perros; y, si la humanidad, publica o privada, no les asistiese, crecerfan sin tener quien les ensefiase su religién, ni la lengua ni ninguna otra costumbre humana. De ahi que, si dependiera de ellos, este mundo de naciones, enriquecido y adomado de tantas bellas artes de la humanidad, volvc- ria a la gran y antigua selva por la que vagaban con nefando y feroz error las brutales fieras de Orfeo, entre quienes los hijos con fas ma- dres, y los padres con las hijas, frecuentaban la venus bestial. Pues tal es la infame maldad del mundo sin ley, que Sécrates, con razones de indole fisica poco apropiadas, pretendia probar que esté prohibido por lanaturaleza"®, estando prohibido por la naturaleza humana, ya que ta- les conctibitos son naturalmente aborrecidos en todas las naciones. y s6lo fueron practicados por algunos nada mds que en su ultima fase de corrupcién, como los persas!”. (337) Finalmente, cudn importante principio de la humanidad son las sepulturas, se constata si se imagina un estado salvaje en el que que- daran insepultos los cadaveres humanos sobre la tierra para ser pasto de ‘cuervos y perros; seguramente con esta costumbre bestial debe ir de acuerdo el que los campos estuvieran sin cultivar, deshabitadas las ciudades, y que los hombres, como puercos, comieran bellotas, recogidas entre los cuerpos putrefactos de sus muertos. De ahi que con tanta razén las se- pulturas fueran definidas con la expresién sublime «foedera generis hu- mani» y,con menor grandeza, «hwmanitatis commercia», como son des- critas por Tacito'. Por otra parte, es una creencia en la que han convenido todas las naciones gentiles: que las almas permanecen sobre la tierra in- quietas y andan errando en tomo a los cuerpos sin sepulltar y, en conse- cuencia, que no mueren con sus cuerpos. sino que son inmortales. Y de que tal consenso existiera también en los antiguos pueblos birbaros, nos © Jenofonte, Memorabilia, 1V,4, 19-23 La noticia se halla en Grocio, De iure beili et pacis, Mh, 2, 15, 1 Tacito en Anales, 1V, 19 habla de «sorts humanae Conmne: CUNCIA NUEVA 161 convencen los pueblos de Guinea, como atestigua Hugo von Linschoo- ten; los de Pert y de Méjico, segiin Acosta, en el De indicis; los habi- tantes de Virginia, segdn Thomas Harriot; los de Nueva Inglaterra, sc- gin Richard Whitbourne, y los del reino de Siam, segiin Joost Schouten Por lo que Séneca coneluye: «Quum cle immortalitate loguirnur, non leve momentum apud nos habet consensus hominum aut timentium inferos ‘aut colentium: hac persuasione publica utor»'. " Como ha aclarado Nicolini (Comm. 337), View euntunde aqui la Descriptio to ius Guineae (apenblee de inerursum indicun, La Haya, 199) det holandes Hugo von Linschoaien (1561-1611) com la Vera descriptio aurferregnt Guineac de G. Fist binder (1485-1548), que estaba incldo en ci Volumen misclineo fndae orientalis des evipio,Francfon, 1604 Los ouos autores y sus obra or clistonco jesita José Acosta {G1338°1600), Historia natural y moral de la Indias (rad. al, Venetia, 1396, p. 107), fasrénomo ingles T Harrie (1500-1021) bref and trae rapport (ta. lati eas Historiae Americae Seriptore, Franctort, 1590, p. 7), Whitbourne, deseubridor = Teranova (1579-1626), Discourse, Londres, 1620: J. Schouten, consul de Holanda en Siam (boro on 1653), Beschnuinge van dea Conigicks Siam ta francesa cn la Re, latin des divers voyages cute, Ameria. 1009), 2 Cuando hablames de In inmorulidad, tiene un peso no leve, sobre nosotres, et consenso de los hombres que 9 btn temen Ia vida de ultacumba, 6 que erect oh ela mic convencimiento comun es tambien el nfo» Cia inexacta de las fplstafae, CX vit. 5-6 IV. Del método (338) Para el completo establecimiento de los principios, que se han tomado de esta Ciencia, en este libro nos resta reflexionar sobre cl método que debe usarse. Y puesto que ella debe comenzar donde co- menzé su objeto, como se ha propuesto en las Dignidades'; asi nos dis ponemos a repetirla: segiin los fildlogos, comienza por las piedras de Dencalién y de Pirra. por los riscos de Anfidn, por los hombres nacidos de los surcos de Cadmo 0 de los duros robles de Virgilio®, y, segtin los fildsofos, en las ranas de Epicuro, en las cigarras de Hobbes, en los s plones de Grocio, o en los arrojados a este mundo sin ningtin auxilio 0 ayuda de Dios de Pufendorf?, torpes y salvajes como los gigantes la- mados /os patagones, que dicen hallarse junto al estrecho de Magalla- nes, 0 sea, en los polifemos de Homero, en los que Platén reconoce a los primeros padres en el estado de las familias (jéstos son los princi- pios de la humanidad que sobre esta ciencia han dado filélogos y fild- sofos!), Se debe comenzar, pues, a razonar por aquellos que comenza- ron a pensar de forma humana; y no encontraron otro medio, en su inhumana fiereza y desenfrenada libertad bestial, para domesticar aqué- lla y frenar ésta, que el pensamiento espantoso de alguna divinidad, cuyo temor, como se ha dicho en las Dignidades®, es el nico medio capaz de reducir a norma una libertad bestial. Para ballar el modo en que surgi6 el primer pensamiento humano en cl mundo gentil, encontramos aspe- ificultades que nos han costado una investigacidn de casi veinte afios, y (debimos) descender desde estas nuestras humanas naturalezas civilizadas a aquellas totalmente salvajes ¢ inhumanas, que no podemos imaginar del todo y s6lo a duras penas logramos comprender. * Bn la CVI: «las doctrinas deben comenzar desde cuando comienzan las materias» 2 Cir. para Deucalion y Pirra y para las piedras de Anfién, las Anotaciones a la fa bla cronolggica, XXII; para los surcos de Cadmo, el capitulo il de la Fisica poética en el ibro Tl de Ia Ciencia nueva; Virgilio, Aen., VU, v. 315, habla de los indigenas del La cio como de «gens virum unis et duro robore nati. > Censorino, De die natalicio, 4,9, atribuye a Deméerito, no a Epicuro, a hipstesis dde que los primeros hombres hubleran nacido, como las ranas, de aguas estancadas; Hob- bes on De Civ, VIIL 1. habla de hongos, no de cigars, In forncia «Puteadortsee- fere al De iure narurali et gentium. © Chr. dignidad XCVM, par. 2 > En la XXXI, par. 177. 1163) AMBATTISTA VICO (339) Por todo ello, debemos comenzar a partir de algtin conoci- miento de dios, del cual no estan privados los hombres, incluso salva. jes, lieros ¢ inhumanos. Demostramos que tal conocimiento es éste: que el hombre, caido en In desesperacién respecto a todos los auxilios de la naturaleza, desea una cosa superior que le salve. Pero lo superior a la naturaleza es Dios, y ésta es ta luz que Dios ha extendido sobre todos los hombres. Esto se confirma con la siguiente costumbre humana co- min: que los hombres libertinos, al envejecer, y debido a que sienten que les faltan Tas fuerzas naturales, se hacen naturalmente religioxos. (340) Pero aquellos primeros hombres, que fueron después los prin- cipes de las naciones gentiles, debian pensar impulsados por pasiones, violentisimas, que es €l pensar propio de las bestias, Por tinto, debemos retroceder a una metafisica vulgar (que ya ha sido mencionada en las Dig- nidades*, y que veremos que fue Ja teologfa de los poetas), y desde aqué- Mla repetir el pensamiento espantoso de alguna divinidad, que puso modo y medida a las pasiones bestiales de tales hombres perdidos y las con- virtié en pasiones humanas. De ese pensamiento debié nacer el conato, que es propio de la voluntad humana, de poner freno a los movimientos imprimidos en la mente por el cuerpo, sea para aquietarlos completa- mente, que es el caso del hombre sabio, o al menos darles otra direccién para su mejor uso, caso del hombre civil. Este frenar el movimiento de los cuerpos es un efecto de la libertad del albedrio humano, y por tanto de la voluntad libre, que es hogar y c4mara de todas las virtudes, y entre otras, de la justicia, ya que informada la voluntad es el sujeto de todo lo justo y de todos los derechos que son dictados por lo justo”. Pues dar co- nato a los cuerpos es tanto como darles la libertad de regular sus movi- mientos, mientras que todos los cuerpos son agentes neccsarios en lana- turaleza; y lo que los mecanicistas llaman «potencias», «fuerzasy, 0 - Cir, Busebio, Prugparaio ewungelica, I 2, ed. Migue Ill, pp. 11420, dant se recustda in pasaje de Diodoro; Cirlo, Adversus lulianuna imperutorem, Vi, en Opera, ed Migne, pp. 860s. CHENGIA NUEVA {es y magndnimos derrotaron a los soberbies® y defendicron a los dé- excelente de los gobiernos eiviles. (1100) Pero, finalmente, los padres de las familias, gracias a a re- ligion y ala virwd de sus mayores, se engrandecieron cada vez mis con Jos eslucrzos de sus clientes, ubusando de las leyes de la proteccién, de fas que hacian aspero gobierno; y al salirse del orden natural, que es el de la justicia, eatonces los clientes se amotinaron contra ellos, Pero, como sin orden (que es tanto como deci sin Dios) la sociedad humana no puede regirse ni por un momento, Ja providencia llevs de modo a- tural a los padres de familia a unirse con sus parentelas en Grdenes con- tra aquellos; y, para pacificartes, les permitieron, con Ja primera ley agra ria que hubo cn el mundo, el dominio bonitario de los campos, consezvando ellos el dominio 6ptimo, o sea, familiar soberano: de donde nacieron kis primeras ciudades a partir Ue Grdenes reinantes de nobles. Y a faltar el orden natural, que, conforme al estado de su naturaleza, hia sido por especie, sexo, edad y virtud, la providencia hizo nacer el orden civil con el naciiniento de esas ciuades, y, antes que nada, segiin su semejanza con el natural: basado en la nobleza de la especie humana (pues, en tal estado de cosas, no podia valorarse otra nobleza sino la de la generacidn humana con las mujeres tomadas con los auspicios divi- nos); y asf, en viriud de su heroismo, les nobles reinaron sobre los ple- bbcyos (que no contraian matrimonio con tal solemnidad); y, concluidos Jos reins divinos (con los que se habian gobemnado las familias por me: dig de auspivios divinos), debiendo reimar aquellos héroes en virtud de la forma de los gobiemos heroieos mistnos, la planta de tales replicas fuc la religion custodiada dentro de esos 6rdenes heroicos, y por esi te ligién todos los privilegios y todos los derechos civiles perlenccicron inicamente a los héroes, Pero, dado que tal nobleza habia sido un don de la fortuna, hizo surgir entre los mismos nobles el orden de los padres. de familia, que por ecad eran naturalmente més cignos; y entre aquellos tnistnos hizo surgir como reyes a los mas aimosos y robustos, que de bieron hacer dle jefes dle los demas y organizarlos en érenes para resis- lir y atemorizar alos clientes smotinaclos contrat ellos (LIOL) Pero, con el transcurso del tiempo, al desarrollarsé cada vez sas las mentes hmanas, las plebes dle fos pueblos se desengaitaron fi- nalmente de la vaniclad de tal heroismo, y entendieron que ellos erin de ignal naturaleza humana que los nobles; por lo que también ellos qui sicron entrar en los ordenes civiles de las eitddades, De modo que, de- biles, que es la for 5 Vioo se refine al «pacere subiccts ex debellive supertoss de Virgilio, Aen, VI 895, yo cud en clea. 2 de ht Econom postca.

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