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¿gas Tres Gra cias

PERSONAJESí ¡ La Flaca Mamma

_ La Mona … La Clodomira

La Virgen _ El Santo / Novio de Martina

El Poeta = La Novia Varios hombres

LUGAR: Un prostíbulo de mala muerte, pequeño, oscuro, decadente.

Oscuridad total. La canción interpretada por Daniel Santos, “Linda” suena en la oscuridad.

Un cenital ilumina al POETA, un hombre de aproximadamente 50 años, sentado en una mesa,


escribiendo. Se escucha su voz.

POETA: (Voz en of?) Abrete mujer. Me dormiré pensando en la próxima madrugada y me


enterrare' en un sabor exacto que no me permita sacarme de los pensamientos --por lo menos
mientras viva--, tu mirada de olor a claveles.

Recogere' tu voz desde mi próxima escapada a los paredones de la noche y sentiré la destreza que
tiene tu pelo para enroscarme en tus pensamientos y hacerme saber que quizá mañana te tenga
enterrada en la nada y que tres de los cuatro deseos concedidos ya se terminaron y no quieren
descansar.

Las noches se han puesto de acuerdo para hacerme recordarte y despertaré en el centro de ella
para sentirte en mi almohada ausente. T emplare' los cordones al sol y me dejaré caer en tus
orillas. Ábrete mujer de espacios in mitos y déjame encontrar tu vertiente vital para mañana
desayunar de tus olores y saberme vivo sin más ni más y sin más ni menos. Ábrete mujer a mis
noches de deseos persistentes y déjame martillarte con mis sensaciones exquisitamente húmedas
de ti y tus pensamientos. Ábrete mujer
ábrete.

La luz se apaga. El Poeta desaparece. Una mujer vestida de novia enciende un fósforo y con el
prende la vela que alumbra a una Virgen. La canción “Virgen de Medianoche” interpretada por
Daniel Santos acompaña sus movimientos. Cruza el escenario hasta el lado opuesto y enciende
otra vela que alumbra a un Santo que será representado por un actor que se encuentra en una
jaula gigante de cuyo techo cuelga una soga lista para ser usada para cometer un suicidio. Estos
dos personajes, el Santo y la Virgen, cambian de posiciones casi imperceptiblemente creando
íconos religiosos reconocibles. También reaccionarán ante los acontecimientos en escena.

Otra luz ilumina al espejo grande, viejo y trisado, donde está reflejada la imagen distorsionada de
tres mujeres sentadas en diferentes lugares y en extrañas posiciones.

La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:

La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.

La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.

La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.
FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.

FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.

Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.

LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.

LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un

pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!


La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:

La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.

La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.

La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.

FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.

FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.
Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.

LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.

LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un

pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!

Las tres beben y ríen. La Mona regresa a la mesa y se sienta con el resto. Continúa jugando con el
revólver. “FLACA MARTINA: ¡Te dije que dejes de jugar con esa pendejada! Me pones nerviosa.

LA CLODOMIRA: Déjala tranquila, a la final, está descargado. Eso dijo el policia que me lo dejó en
prenda por un polvo. Jay'cyjiy'aa.

La Clodomira se levanta y se dirige a un viejo tocadiscos y toma un montón de discos viejos que
están junto al aparato, empieza a leer los titulos y a limpiarlos en su vestido.

LA CLODOMIRA: ¿Le pongo al Jefe o a Jota Jota?


MARTINA Y LA MONA: ¡Jota Jota!

La Clodomira escoge un disco y lo pone en el aparato. La canción "Guitarra", empieza a sonar. El


sonido tiene el carraspeo de disco viejo, sobre usado, maltratado. Las mujeres se ñmden con la
música. Sus movimientos, otra vez, coreografiados, lentos, rompen la cualidad de pintura que
tiene la escena. La Flaca Martina, sentada sobre el filo de la mesa, se restríega suavemente sus
muslos, hasta quedar inmóvil, con sus ojos perdidos en el vacio. Un sonido de mar va apagando la
canción en la parte que dice: "llora guitarra porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre
si no se escuchó… "

El sonido de las olas aumenta, apagando a la canción. La luz se ve transformando. Oscurece. La


escena se convierte en una playa.

La Flaca Martina, joven, parada en medio de la playa, con un vestido largo, blanco, los pies
descalzos, en su mano, un clavel rojo. En una esquina del escenario, aparece un galán, se queda en
actitud de espera. Ella llega hasta él, los dos frente a frente.

La escena se congela. La Virgen deja caer su hábito lentamente dejando ver un seno desnudo.

VIRGEN: Dime entonces... ¿cómo quieres que te llame? ¿Te puedo llamar... “cariñito ”? ¿O, “mi
vida ”? ¿Otal vez, “corazoncito "? ¿Qué ta1.. “mi tesorito ”? ¿0 “mi cosita preciosa ”? ¿Otal vez te
podría llamar “baby“, como los gringos? Déjame llamarte “mi ángel “ o mi “turronciro de azúcar ”
Otal vez, simplemente decirte “amor“ Eso, simplemente, “amor”

El hombre le quita el clavel a la Flaca Martina y lo arroja al mar. Se da media vuelta y se aleja. La
Flaca Martina se queda inmóvil, empieza a extender sus brazos queriendo alcanzar al hombre. La
noche se vuelve más noche. El sonido de las olas se aleja. El llanto de un recién nacido se escucha
a la distancia. La canción regresa. El sonido de las olas se apaga, el llanto del recién nacido
desaparece, la luz cambia. La canción termina: "….llora conmigo si no la vieras volver".

La Virgen y el Santo, regresan a su posición normal. Esta vez se quedan mirando uno al otro.

FLACA MARTINA: Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir
los" sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien
con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el
bar de la esquina. Alguien con quien irme a la playa o a mi tierra, qué sé yo. Alguien que me diga:
“qué bien te

La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:

La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.

La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.

La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.

FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.
FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.

Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.

LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.

LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un

pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!

Las tres beben y ríen. La Mona regresa a la mesa y se sienta con el resto. Continúa jugando con el
revólver. “FLACA MARTINA: ¡Te dije que dejes de jugar con esa pendejada! Me pones nerviosa.

LA CLODOMIRA: Déjala tranquila, a la final, está descargado. Eso dijo el policia que me lo dejó en
prenda por un polvo. Jay'cyjiy'aa.
La Clodomira se levanta y se dirige a un viejo tocadiscos y toma un montón de discos viejos que
están junto al aparato, empieza a leer los titulos y a limpiarlos en su vestido.

LA CLODOMIRA: ¿Le pongo al Jefe o a Jota Jota?

MARTINA Y LA MONA: ¡Jota Jota!

La Clodomira escoge un disco y lo pone en el aparato. La canción "Guitarra", empieza a sonar. El


sonido tiene el carraspeo de disco viejo, sobre usado, maltratado. Las mujeres se ñmden con la
música. Sus movimientos, otra vez, coreografiados, lentos, rompen la cualidad de pintura que
tiene la escena. La Flaca Martina, sentada sobre el filo de la mesa, se restríega suavemente sus
muslos, hasta quedar inmóvil, con sus ojos perdidos en el vacio. Un sonido de mar va apagando la
canción en la parte que dice: "llora guitarra porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre
si no se escuchó… "

El sonido de las olas aumenta, apagando a la canción. La luz se ve transformando. Oscurece. La


escena se convierte en una playa.

La Flaca Martina, joven, parada en medio de la playa, con un vestido largo, blanco, los pies
descalzos, en su mano, un clavel rojo. En una esquina del escenario, aparece un galán, se queda en
actitud de espera. Ella llega hasta él, los dos frente a frente.

La escena se congela. La Virgen deja caer su hábito lentamente dejando ver un seno desnudo.

VIRGEN: Dime entonces... ¿cómo quieres que te llame? ¿Te puedo llamar... “cariñito ”? ¿O, “mi
vida ”? ¿Otal vez, “corazoncito "? ¿Qué ta1.. “mi tesorito ”? ¿0 “mi cosita preciosa ”? ¿Otal vez te
podría llamar “baby“, como los gringos? Déjame llamarte “mi ángel “ o mi “turronciro de azúcar ”
Otal vez, simplemente decirte “amor“ Eso, simplemente, “amor”

El hombre le quita el clavel a la Flaca Martina y lo arroja al mar. Se da media vuelta y se aleja. La
Flaca Martina se queda inmóvil, empieza a extender sus brazos queriendo alcanzar al hombre. La
noche se vuelve más noche. El sonido de las olas se aleja. El llanto de un recién nacido se escucha
a la distancia. La canción regresa. El sonido de las olas se apaga, el llanto del recién nacido
desaparece, la luz cambia. La canción termina: "….llora conmigo si no la vieras volver".
La Virgen y el Santo, regresan a su posición normal. Esta vez se quedan mirando uno al otro.

FLACA MARTINA: Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir
los" sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien
con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el
bar de la esquina. Alguien con quien irme a la playa o a mi tierra, qué sé yo. Alguien que me diga:
“qué bien te

queda esafalda“. Mierda, quiero alguien que me aprecie y se emocione conmigo, no sólo con mi
sexo, ¿Es que tiene algo de malo desear eso?

La Flaca Martina se seca una lágrima. Súbitamente, un ambiente de fiesta. explota en el lugar.
Parejas bailando ritmos tropicales. La gente viste ropa con colores vivos y brillantes.

La Flaca Martina _en una parte de la pista de baile, se mueve al compás de la música, agarrada a
un hombre. Otro hombre se acerca y le brinda un trago. La Flaca Martina lo acepta y se lo toma de
un solo golpe, está borracha. Cambia de pareja. La gente empieza a girar a su alrededor como en
un carrusel. Las caras de los hombres van cambiando. Todos rien y se van, ríen y se van. La Flaca
Martina también ríe, se pone triste y ríe, se pone triste y ríe.

La música desaparece. De regreso a la cantina. La Flaca Martina se sienta pesadamente en la silla.

FLACA MARTINA: Allá en mi pueblo si, la cosa estalla.

Las otras dos mujeres no le prestan ninguna atención. La Flaca Martina se percata de ello, se
encoge de hombros, toma su frasco de esmalte y se pinta la uña del dedo corazón. El esmalte se
acaba y La Flaca Martina lo arroja al suelo, disgustada.

FLACA MARTINA: ¡Todo se acaba en este hormiguero! Suena el bolero “Diez Años”. La Clodomira
se levanta y se dirige al tocadiscos.

LA CLODOMIRA: Este disco no me gusta, me recuerda cosas feas de la tía difunta.


El bolero suena triste. Las otras dos mujeres dirigen sus miradas al mismo tiempo hacia La
Clodomira que para la música.

LA CLODOMIRA: Pobre tía, ella creía que se la dedicaban. Murió loca porque le habían dado “la
querendona" con demasiado ajonjolí ....... ojalá, ojalá y Dios la haya perdonado, ¡con la sufrida que

padeció! Un silencio espeso acompaña a la oscuridad del lugar. La luna en su plenitud llena la
ventana.

LA MONA: Emborrachémonos, el frío se me ha entrado en los huesos. Ahora lo siento siempre.


Hasta cuando estoy fundida lo siento.

Sirve otra vez el licor a las otras mujeres y se toma su trago de un solo golpe.

LA MONA: Bien me dijo el Manuel: cuando el frío se mete, es como la picha de los perros. Ese sí
que todo lo sabía. Bien me dijo: no vayas a la "johnny" que esa patria no es tuya. Maldito. Quería
que me quedara a recibir sus palizas.

El bolero “Dos Gardenias” suena en el aparato. La Clodomira se levanta y con un ademán casi
teatral, saca

a bailar a La Mona.

LA CLODOMIRA: Ya volverás...siempre se vuelve.

La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:

La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.
La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.

La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.

FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.

FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.

Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.

LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.
LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un

pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!

Las tres beben y ríen. La Mona regresa a la mesa y se sienta con el resto. Continúa jugando con el
revólver. “FLACA MARTINA: ¡Te dije que dejes de jugar con esa pendejada! Me pones nerviosa.

LA CLODOMIRA: Déjala tranquila, a la final, está descargado. Eso dijo el policia que me lo dejó en
prenda por un polvo. Jay'cyjiy'aa.

La Clodomira se levanta y se dirige a un viejo tocadiscos y toma un montón de discos viejos que
están junto al aparato, empieza a leer los titulos y a limpiarlos en su vestido.

LA CLODOMIRA: ¿Le pongo al Jefe o a Jota Jota?

MARTINA Y LA MONA: ¡Jota Jota!

La Clodomira escoge un disco y lo pone en el aparato. La canción "Guitarra", empieza a sonar. El


sonido tiene el carraspeo de disco viejo, sobre usado, maltratado. Las mujeres se ñmden con la
música. Sus movimientos, otra vez, coreografiados, lentos, rompen la cualidad de pintura que
tiene la escena. La Flaca Martina, sentada sobre el filo de la mesa, se restríega suavemente sus
muslos, hasta quedar inmóvil, con sus ojos perdidos en el vacio. Un sonido de mar va apagando la
canción en la parte que dice: "llora guitarra porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre
si no se escuchó… "

El sonido de las olas aumenta, apagando a la canción. La luz se ve transformando. Oscurece. La


escena se convierte en una playa.

La Flaca Martina, joven, parada en medio de la playa, con un vestido largo, blanco, los pies
descalzos, en su mano, un clavel rojo. En una esquina del escenario, aparece un galán, se queda en
actitud de espera. Ella llega hasta él, los dos frente a frente.

La escena se congela. La Virgen deja caer su hábito lentamente dejando ver un seno desnudo.

VIRGEN: Dime entonces... ¿cómo quieres que te llame? ¿Te puedo llamar... “cariñito ”? ¿O, “mi
vida ”? ¿Otal vez, “corazoncito "? ¿Qué ta1.. “mi tesorito ”? ¿0 “mi cosita preciosa ”? ¿Otal vez te
podría llamar “baby“, como los gringos? Déjame llamarte “mi ángel “ o mi “turronciro de azúcar ”
Otal vez, simplemente decirte “amor“ Eso, simplemente, “amor”

El hombre le quita el clavel a la Flaca Martina y lo arroja al mar. Se da media vuelta y se aleja. La
Flaca Martina se queda inmóvil, empieza a extender sus brazos queriendo alcanzar al hombre. La
noche se vuelve más noche. El sonido de las olas se aleja. El llanto de un recién nacido se escucha
a la distancia. La canción regresa. El sonido de las olas se apaga, el llanto del recién nacido
desaparece, la luz cambia. La canción termina: "….llora conmigo si no la vieras volver".

La Virgen y el Santo, regresan a su posición normal. Esta vez se quedan mirando uno al otro.

FLACA MARTINA: Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir
los" sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien
con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el
bar de la esquina. Alguien con quien irme a la playa o a mi tierra, qué sé yo. Alguien que me diga:
“qué bien te

queda esafalda“. Mierda, quiero alguien que me aprecie y se emocione conmigo, no sólo con mi
sexo, ¿Es que tiene algo de malo desear eso?
La Flaca Martina se seca una lágrima. Súbitamente, un ambiente de fiesta. explota en el lugar.
Parejas bailando ritmos tropicales. La gente viste ropa con colores vivos y brillantes.

La Flaca Martina _en una parte de la pista de baile, se mueve al compás de la música, agarrada a
un hombre. Otro hombre se acerca y le brinda un trago. La Flaca Martina lo acepta y se lo toma de
un solo golpe, está borracha. Cambia de pareja. La gente empieza a girar a su alrededor como en
un carrusel. Las caras de los hombres van cambiando. Todos rien y se van, ríen y se van. La Flaca
Martina también ríe, se pone triste y ríe, se pone triste y ríe.

La música desaparece. De regreso a la cantina. La Flaca Martina se sienta pesadamente en la silla.

FLACA MARTINA: Allá en mi pueblo si, la cosa estalla.

Las otras dos mujeres no le prestan ninguna atención. La Flaca Martina se percata de ello, se
encoge de hombros, toma su frasco de esmalte y se pinta la uña del dedo corazón. El esmalte se
acaba y La Flaca Martina lo arroja al suelo, disgustada.

FLACA MARTINA: ¡Todo se acaba en este hormiguero! Suena el bolero “Diez Años”. La Clodomira
se levanta y se dirige al tocadiscos.

LA CLODOMIRA: Este disco no me gusta, me recuerda cosas feas de la tía difunta.

El bolero suena triste. Las otras dos mujeres dirigen sus miradas al mismo tiempo hacia La
Clodomira que para la música.

LA CLODOMIRA: Pobre tía, ella creía que se la dedicaban. Murió loca porque le habían dado “la
querendona" con demasiado ajonjolí ....... ojalá, ojalá y Dios la haya perdonado, ¡con la sufrida que

padeció! Un silencio espeso acompaña a la oscuridad del lugar. La luna en su plenitud llena la
ventana.

LA MONA: Emborrachémonos, el frío se me ha entrado en los huesos. Ahora lo siento siempre.


Hasta cuando estoy fundida lo siento.
Sirve otra vez el licor a las otras mujeres y se toma su trago de un solo golpe.

LA MONA: Bien me dijo el Manuel: cuando el frío se mete, es como la picha de los perros. Ese sí
que todo lo sabía. Bien me dijo: no vayas a la "johnny" que esa patria no es tuya. Maldito. Quería
que me quedara a recibir sus palizas.

El bolero “Dos Gardenias” suena en el aparato. La Clodomira se levanta y con un ademán casi
teatral, saca

a bailar a La Mona.

LA CLODOMIRA: Ya volverás...siempre se vuelve.

Las dos mujeres dan dos o tres vueltas lentas. La Clodomira le susurra al oído, a la vez que su
mano se desliza al sexo de La Mona.

LA CLODOMIRA: Si esta noche no viene un hombre, te lo como.

La Mona sonríe con tristeza. La Flaca Martina, sentada, bebe lentamente. La Flaca Martina
enciende un cigarrillo. La música continúa: "tú no tienes corazón, tú nunca querrás a nadie... "

FLACA MARTINA: (Sollozando) Ya nunca querremos a nadie, ya nadie nos querrá... nunca. LA
CLODOMIRA: Las mariconas me cargan; ¡si tiras una lágrima, te machuco aqui mismo!

La Clodomira se dirige a quitar el disco, el Santo se lo impide y luego, lo hace él mismo. Las dos
mujeres vuelven a sus asientos. Se sirven otro trago y se lo beben de un solo golpe.

La luz azulina de la luna, ilumina el ambiente. Las mujeres beben y fuman copiosamente. Sus
rostros se van alegrando al calor de las copas. Escupen casi en turnos en el suelo. De alguna forma
sus gestos se parecen. La F laca Martina se levanta.
FLACA MARTINA: Ya regreso, creo que me queda un poco de hierba.

Se dirige al bar. De detrás del bar saca un bolso de cuero negro y viejo y de él saca una billetera, la
abre y de su interior, muy suavemente, saca una foto y exclama:

FLACA MARTINA: ¡Mis hijos¡

Coge la foto, se la pega a sus labios, a su nariz, a sus ojos, luego la aprieta con fuerza contra su
frente. Música gregoriana. El Santo hecha un chiflido dirigiéndose a La Virgen. Se quita su sotana y
dej a descubierto su torso que luce un corbatín rojo como el del Poeta.

SANTO: Hablaba de ti cuando creí encontrar entre mis cabellos, el último presagio nocturno. Y te
tuve entre mis brazos nomás por un segundo, que no se atrevía a llegar a ese injinito, donde la
vida había cercenado a la muerte, el placer de convertirse en una vitrina de variedades.

Y gotea la vida, sin saber que la miel se quedó en el panal y que las vacas sagradas se olvidaron del
viernes santo y que en la procesión, el Jesús se cayó cuarenta veces, mientras yo curioseando, me
atreví a verte por entre las 'aldas de la Maria Magdalena que se detuvo avergonzada como
quinceañera y me mostró aquel lugar, donde el clavel se olvidó de echar su perfume y la rosa se
avergonzaba de tener tantas espinas.

Y te amo en todos estos calores de Polo Norte. Te amo nomás porque me tienes acostumbrado a
soñar parado, agarrado del tubo del bus 0 mientras camino en las calles llenas de olores de seres
humanos... ”hermosos seres humanos”, como tú me enseñaste a decir.

Te robo un beso y me declaro culpable. Y pido que me condenen a cadena perpetua y un día más...
no me importa... No, pensándolo bien, no me declarará culpable... proclamaré mi inocencia a los
cuatro vientos y dire' que fue cosa de brujería y que tú brujita hermosa, hechizaste a mis cinco
puntos cardinales: Mi Norte, mi Sur, mi Este, mi Oeste y mi Corazón. .

Ya no puedo continuar... tengo mis razones... yo, ya no puedo continuar, por ahora.

La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:
La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.

La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.

La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.

FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.

FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.

Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.
LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.

LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un

pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!

Las tres beben y ríen. La Mona regresa a la mesa y se sienta con el resto. Continúa jugando con el
revólver. “FLACA MARTINA: ¡Te dije que dejes de jugar con esa pendejada! Me pones nerviosa.

LA CLODOMIRA: Déjala tranquila, a la final, está descargado. Eso dijo el policia que me lo dejó en
prenda por un polvo. Jay'cyjiy'aa.

La Clodomira se levanta y se dirige a un viejo tocadiscos y toma un montón de discos viejos que
están junto al aparato, empieza a leer los titulos y a limpiarlos en su vestido.

LA CLODOMIRA: ¿Le pongo al Jefe o a Jota Jota?

MARTINA Y LA MONA: ¡Jota Jota!


La Clodomira escoge un disco y lo pone en el aparato. La canción "Guitarra", empieza a sonar. El
sonido tiene el carraspeo de disco viejo, sobre usado, maltratado. Las mujeres se ñmden con la
música. Sus movimientos, otra vez, coreografiados, lentos, rompen la cualidad de pintura que
tiene la escena. La Flaca Martina, sentada sobre el filo de la mesa, se restríega suavemente sus
muslos, hasta quedar inmóvil, con sus ojos perdidos en el vacio. Un sonido de mar va apagando la
canción en la parte que dice: "llora guitarra porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre
si no se escuchó… "

El sonido de las olas aumenta, apagando a la canción. La luz se ve transformando. Oscurece. La


escena se convierte en una playa.

La Flaca Martina, joven, parada en medio de la playa, con un vestido largo, blanco, los pies
descalzos, en su mano, un clavel rojo. En una esquina del escenario, aparece un galán, se queda en
actitud de espera. Ella llega hasta él, los dos frente a frente.

La escena se congela. La Virgen deja caer su hábito lentamente dejando ver un seno desnudo.

VIRGEN: Dime entonces... ¿cómo quieres que te llame? ¿Te puedo llamar... “cariñito ”? ¿O, “mi
vida ”? ¿Otal vez, “corazoncito "? ¿Qué ta1.. “mi tesorito ”? ¿0 “mi cosita preciosa ”? ¿Otal vez te
podría llamar “baby“, como los gringos? Déjame llamarte “mi ángel “ o mi “turronciro de azúcar ”
Otal vez, simplemente decirte “amor“ Eso, simplemente, “amor”

El hombre le quita el clavel a la Flaca Martina y lo arroja al mar. Se da media vuelta y se aleja. La
Flaca Martina se queda inmóvil, empieza a extender sus brazos queriendo alcanzar al hombre. La
noche se vuelve más noche. El sonido de las olas se aleja. El llanto de un recién nacido se escucha
a la distancia. La canción regresa. El sonido de las olas se apaga, el llanto del recién nacido
desaparece, la luz cambia. La canción termina: "….llora conmigo si no la vieras volver".

La Virgen y el Santo, regresan a su posición normal. Esta vez se quedan mirando uno al otro.

FLACA MARTINA: Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir
los" sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien
con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el
bar de la esquina. Alguien con quien irme a la playa o a mi tierra, qué sé yo. Alguien que me diga:
“qué bien te
queda esafalda“. Mierda, quiero alguien que me aprecie y se emocione conmigo, no sólo con mi
sexo, ¿Es que tiene algo de malo desear eso?

La Flaca Martina se seca una lágrima. Súbitamente, un ambiente de fiesta. explota en el lugar.
Parejas bailando ritmos tropicales. La gente viste ropa con colores vivos y brillantes.

La Flaca Martina _en una parte de la pista de baile, se mueve al compás de la música, agarrada a
un hombre. Otro hombre se acerca y le brinda un trago. La Flaca Martina lo acepta y se lo toma de
un solo golpe, está borracha. Cambia de pareja. La gente empieza a girar a su alrededor como en
un carrusel. Las caras de los hombres van cambiando. Todos rien y se van, ríen y se van. La Flaca
Martina también ríe, se pone triste y ríe, se pone triste y ríe.

La música desaparece. De regreso a la cantina. La Flaca Martina se sienta pesadamente en la silla.

FLACA MARTINA: Allá en mi pueblo si, la cosa estalla.

Las otras dos mujeres no le prestan ninguna atención. La Flaca Martina se percata de ello, se
encoge de hombros, toma su frasco de esmalte y se pinta la uña del dedo corazón. El esmalte se
acaba y La Flaca Martina lo arroja al suelo, disgustada.

FLACA MARTINA: ¡Todo se acaba en este hormiguero! Suena el bolero “Diez Años”. La Clodomira
se levanta y se dirige al tocadiscos.

LA CLODOMIRA: Este disco no me gusta, me recuerda cosas feas de la tía difunta.

El bolero suena triste. Las otras dos mujeres dirigen sus miradas al mismo tiempo hacia La
Clodomira que para la música.

LA CLODOMIRA: Pobre tía, ella creía que se la dedicaban. Murió loca porque le habían dado “la
querendona" con demasiado ajonjolí ....... ojalá, ojalá y Dios la haya perdonado, ¡con la sufrida que

padeció! Un silencio espeso acompaña a la oscuridad del lugar. La luna en su plenitud llena la
ventana.
LA MONA: Emborrachémonos, el frío se me ha entrado en los huesos. Ahora lo siento siempre.
Hasta cuando estoy fundida lo siento.

Sirve otra vez el licor a las otras mujeres y se toma su trago de un solo golpe.

LA MONA: Bien me dijo el Manuel: cuando el frío se mete, es como la picha de los perros. Ese sí
que todo lo sabía. Bien me dijo: no vayas a la "johnny" que esa patria no es tuya. Maldito. Quería
que me quedara a recibir sus palizas.

El bolero “Dos Gardenias” suena en el aparato. La Clodomira se levanta y con un ademán casi
teatral, saca

a bailar a La Mona.

LA CLODOMIRA: Ya volverás...siempre se vuelve.

Las dos mujeres dan dos o tres vueltas lentas. La Clodomira le susurra al oído, a la vez que su
mano se desliza al sexo de La Mona.

LA CLODOMIRA: Si esta noche no viene un hombre, te lo como.

La Mona sonríe con tristeza. La Flaca Martina, sentada, bebe lentamente. La Flaca Martina
enciende un cigarrillo. La música continúa: "tú no tienes corazón, tú nunca querrás a nadie... "

FLACA MARTINA: (Sollozando) Ya nunca querremos a nadie, ya nadie nos querrá... nunca. LA
CLODOMIRA: Las mariconas me cargan; ¡si tiras una lágrima, te machuco aqui mismo!

La Clodomira se dirige a quitar el disco, el Santo se lo impide y luego, lo hace él mismo. Las dos
mujeres vuelven a sus asientos. Se sirven otro trago y se lo beben de un solo golpe.
La luz azulina de la luna, ilumina el ambiente. Las mujeres beben y fuman copiosamente. Sus
rostros se van alegrando al calor de las copas. Escupen casi en turnos en el suelo. De alguna forma
sus gestos se parecen. La F laca Martina se levanta.

FLACA MARTINA: Ya regreso, creo que me queda un poco de hierba.

Se dirige al bar. De detrás del bar saca un bolso de cuero negro y viejo y de él saca una billetera, la
abre y de su interior, muy suavemente, saca una foto y exclama:

FLACA MARTINA: ¡Mis hijos¡

Coge la foto, se la pega a sus labios, a su nariz, a sus ojos, luego la aprieta con fuerza contra su
frente. Música gregoriana. El Santo hecha un chiflido dirigiéndose a La Virgen. Se quita su sotana y
dej a descubierto su torso que luce un corbatín rojo como el del Poeta.

SANTO: Hablaba de ti cuando creí encontrar entre mis cabellos, el último presagio nocturno. Y te
tuve entre mis brazos nomás por un segundo, que no se atrevía a llegar a ese injinito, donde la
vida había cercenado a la muerte, el placer de convertirse en una vitrina de variedades.

Y gotea la vida, sin saber que la miel se quedó en el panal y que las vacas sagradas se olvidaron del
viernes santo y que en la procesión, el Jesús se cayó cuarenta veces, mientras yo curioseando, me
atreví a verte por entre las 'aldas de la Maria Magdalena que se detuvo avergonzada como
quinceañera y me mostró aquel lugar, donde el clavel se olvidó de echar su perfume y la rosa se
avergonzaba de tener tantas espinas.

Y te amo en todos estos calores de Polo Norte. Te amo nomás porque me tienes acostumbrado a
soñar parado, agarrado del tubo del bus 0 mientras camino en las calles llenas de olores de seres
humanos... ”hermosos seres humanos”, como tú me enseñaste a decir.

Te robo un beso y me declaro culpable. Y pido que me condenen a cadena perpetua y un día más...
no me importa... No, pensándolo bien, no me declarará culpable... proclamaré mi inocencia a los
cuatro vientos y dire' que fue cosa de brujería y que tú brujita hermosa, hechizaste a mis cinco
puntos cardinales: Mi Norte, mi Sur, mi Este, mi Oeste y mi Corazón. .

Ya no puedo continuar... tengo mis razones... yo, ya no puedo continuar, por ahora.
Pasó ya una bruja con su escoba en medio de la luna y sé entonces que es otro día, por lo tanto...

Abrazadas, La Clodomira y La Mona, se miran, se besan. Sin pasión, se besan largamente. La Flaca
Martina entra, las mira, se acerca hacia ellas y aplaude tres veces cerca del rostro de las mujeres
que se separan lentamente, sin dar mayor importancia. La Mona apoya su rostro en el hombro de
La Clodomira.

La Flaca Martina se dedica a liar el cigarrillo de mariguana lentamente, disfrutando cada uno de
sus movimientos. Recoge algunas briznas regadas sobre la mesa y las guarda en el mismo billete,
que lo dobla cuidadosamente y lo guarda en su billetera.

Prende el cigarrillo y aspira proñmdamente. Entrecierra los ojos. Sonríe. Pasa el cigarrillo a La
Mona, ésta repite el ritual casi con los mismos gestos y se lo pasa a La Clodomira, quien hace
exactamente lo mismo.

Hay un silencio total, que solamente se interrumpe con el sonido de la reSpiración de las mujeres y
el reventarse alegre de la hierba.

De pronto, unos golpes en la puerta que al parecer solamente La Mona los escucha. Levanta la
cabeza y se pone alerta.

LA MONA: Alguien ha golpeado.

La Clodomira reacciona, se levanta rápidamente y se dirige a la puerta. En el camino se va


arreglando. Las otras dos mujeres de igual forma se preparan. La Clodomira llega a la puerta,
levanta un visillo y mira tras la reja.

LA CLODOMIRA: No es nadie....ahora tampoco vendrá nadie.

Todas vuelven a su estado anterior. En un segundo, la puerta se abre violentamente. El POETA


aparece en el umbral. Es un hombre cincuentón con un traje negro y_brilloso de lo viejo y sucio.
Un clavel marchito en
su solapa. Corbatin rojo.

POETA (cantando): “Grito tu nombre de nuevo si no se escuchó ” (Rie a carcajadas) LAS TRES
MUJERES: ¡Oh, noooooo! LA MONA: Porfavor Poetita, esta noche no.

Las tres mujeres ríen. El poeta, empieza a pasear por el lugar acercándose a cada una de las
mujeres para coquetearles y de paso robarles un trago mientras recita. Las mujeres le siguen el
juego y cuando termina con una, las otras le piden al poeta, con gestos, que recite para ellas. Al
mismo tiempo, la mujer en vestido de novia de edad indescriptible, cruza el escenario; ella es
invisible para el resto.

POETA: “Recoger esas miradas furtivos ” me tienen repitiendo las cabelleras largas y cortas,
(percatándose de los pies desnudos de la Clodomira, se dirige a ella y abraza uno de sus pies) las
uñas

de los pies bien cuidaditos y esos pies, esos pies suaves como los de un niño recién nacido.

Me encontraré envuelto en cualquier estrecha madrugada con la palabra que no se atrevió a salir
del ombligo de la noche por temor a ser descubierta en cualquier amanecer y verse entonces
obligada a (el Santo se dispone a beber de una botella, el Poeta le arrancha de las manos) sacarse
el antifaz y descubrirse los sueños que ya no tienen dueño. (El Poeta se dirige a La Virgen) Te
envuelva... me

La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:

La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.

La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.
La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.

FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.

FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.

Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.

LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.

LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un
pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!

Las tres beben y ríen. La Mona regresa a la mesa y se sienta con el resto. Continúa jugando con el
revólver. “FLACA MARTINA: ¡Te dije que dejes de jugar con esa pendejada! Me pones nerviosa.

LA CLODOMIRA: Déjala tranquila, a la final, está descargado. Eso dijo el policia que me lo dejó en
prenda por un polvo. Jay'cyjiy'aa.

La Clodomira se levanta y se dirige a un viejo tocadiscos y toma un montón de discos viejos que
están junto al aparato, empieza a leer los titulos y a limpiarlos en su vestido.

LA CLODOMIRA: ¿Le pongo al Jefe o a Jota Jota?

MARTINA Y LA MONA: ¡Jota Jota!

La Clodomira escoge un disco y lo pone en el aparato. La canción "Guitarra", empieza a sonar. El


sonido tiene el carraspeo de disco viejo, sobre usado, maltratado. Las mujeres se ñmden con la
música. Sus movimientos, otra vez, coreografiados, lentos, rompen la cualidad de pintura que
tiene la escena. La Flaca Martina, sentada sobre el filo de la mesa, se restríega suavemente sus
muslos, hasta quedar inmóvil, con sus ojos perdidos en el vacio. Un sonido de mar va apagando la
canción en la parte que dice: "llora guitarra porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre
si no se escuchó… "
El sonido de las olas aumenta, apagando a la canción. La luz se ve transformando. Oscurece. La
escena se convierte en una playa.

La Flaca Martina, joven, parada en medio de la playa, con un vestido largo, blanco, los pies
descalzos, en su mano, un clavel rojo. En una esquina del escenario, aparece un galán, se queda en
actitud de espera. Ella llega hasta él, los dos frente a frente.

La escena se congela. La Virgen deja caer su hábito lentamente dejando ver un seno desnudo.

VIRGEN: Dime entonces... ¿cómo quieres que te llame? ¿Te puedo llamar... “cariñito ”? ¿O, “mi
vida ”? ¿Otal vez, “corazoncito "? ¿Qué ta1.. “mi tesorito ”? ¿0 “mi cosita preciosa ”? ¿Otal vez te
podría llamar “baby“, como los gringos? Déjame llamarte “mi ángel “ o mi “turronciro de azúcar ”
Otal vez, simplemente decirte “amor“ Eso, simplemente, “amor”

El hombre le quita el clavel a la Flaca Martina y lo arroja al mar. Se da media vuelta y se aleja. La
Flaca Martina se queda inmóvil, empieza a extender sus brazos queriendo alcanzar al hombre. La
noche se vuelve más noche. El sonido de las olas se aleja. El llanto de un recién nacido se escucha
a la distancia. La canción regresa. El sonido de las olas se apaga, el llanto del recién nacido
desaparece, la luz cambia. La canción termina: "….llora conmigo si no la vieras volver".

La Virgen y el Santo, regresan a su posición normal. Esta vez se quedan mirando uno al otro.

FLACA MARTINA: Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir
los" sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien
con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el
bar de la esquina. Alguien con quien irme a la playa o a mi tierra, qué sé yo. Alguien que me diga:
“qué bien te

queda esafalda“. Mierda, quiero alguien que me aprecie y se emocione conmigo, no sólo con mi
sexo, ¿Es que tiene algo de malo desear eso?

La Flaca Martina se seca una lágrima. Súbitamente, un ambiente de fiesta. explota en el lugar.
Parejas bailando ritmos tropicales. La gente viste ropa con colores vivos y brillantes.
La Flaca Martina _en una parte de la pista de baile, se mueve al compás de la música, agarrada a
un hombre. Otro hombre se acerca y le brinda un trago. La Flaca Martina lo acepta y se lo toma de
un solo golpe, está borracha. Cambia de pareja. La gente empieza a girar a su alrededor como en
un carrusel. Las caras de los hombres van cambiando. Todos rien y se van, ríen y se van. La Flaca
Martina también ríe, se pone triste y ríe, se pone triste y ríe.

La música desaparece. De regreso a la cantina. La Flaca Martina se sienta pesadamente en la silla.

FLACA MARTINA: Allá en mi pueblo si, la cosa estalla.

Las otras dos mujeres no le prestan ninguna atención. La Flaca Martina se percata de ello, se
encoge de hombros, toma su frasco de esmalte y se pinta la uña del dedo corazón. El esmalte se
acaba y La Flaca Martina lo arroja al suelo, disgustada.

FLACA MARTINA: ¡Todo se acaba en este hormiguero! Suena el bolero “Diez Años”. La Clodomira
se levanta y se dirige al tocadiscos.

LA CLODOMIRA: Este disco no me gusta, me recuerda cosas feas de la tía difunta.

El bolero suena triste. Las otras dos mujeres dirigen sus miradas al mismo tiempo hacia La
Clodomira que para la música.

LA CLODOMIRA: Pobre tía, ella creía que se la dedicaban. Murió loca porque le habían dado “la
querendona" con demasiado ajonjolí ....... ojalá, ojalá y Dios la haya perdonado, ¡con la sufrida que

padeció! Un silencio espeso acompaña a la oscuridad del lugar. La luna en su plenitud llena la
ventana.

LA MONA: Emborrachémonos, el frío se me ha entrado en los huesos. Ahora lo siento siempre.


Hasta cuando estoy fundida lo siento.

Sirve otra vez el licor a las otras mujeres y se toma su trago de un solo golpe.
LA MONA: Bien me dijo el Manuel: cuando el frío se mete, es como la picha de los perros. Ese sí
que todo lo sabía. Bien me dijo: no vayas a la "johnny" que esa patria no es tuya. Maldito. Quería
que me quedara a recibir sus palizas.

El bolero “Dos Gardenias” suena en el aparato. La Clodomira se levanta y con un ademán casi
teatral, saca

a bailar a La Mona.

LA CLODOMIRA: Ya volverás...siempre se vuelve.

Las dos mujeres dan dos o tres vueltas lentas. La Clodomira le susurra al oído, a la vez que su
mano se desliza al sexo de La Mona.

LA CLODOMIRA: Si esta noche no viene un hombre, te lo como.

La Mona sonríe con tristeza. La Flaca Martina, sentada, bebe lentamente. La Flaca Martina
enciende un cigarrillo. La música continúa: "tú no tienes corazón, tú nunca querrás a nadie... "

FLACA MARTINA: (Sollozando) Ya nunca querremos a nadie, ya nadie nos querrá... nunca. LA
CLODOMIRA: Las mariconas me cargan; ¡si tiras una lágrima, te machuco aqui mismo!

La Clodomira se dirige a quitar el disco, el Santo se lo impide y luego, lo hace él mismo. Las dos
mujeres vuelven a sus asientos. Se sirven otro trago y se lo beben de un solo golpe.

La luz azulina de la luna, ilumina el ambiente. Las mujeres beben y fuman copiosamente. Sus
rostros se van alegrando al calor de las copas. Escupen casi en turnos en el suelo. De alguna forma
sus gestos se parecen. La F laca Martina se levanta.

FLACA MARTINA: Ya regreso, creo que me queda un poco de hierba.


Se dirige al bar. De detrás del bar saca un bolso de cuero negro y viejo y de él saca una billetera, la
abre y de su interior, muy suavemente, saca una foto y exclama:

FLACA MARTINA: ¡Mis hijos¡

Coge la foto, se la pega a sus labios, a su nariz, a sus ojos, luego la aprieta con fuerza contra su
frente. Música gregoriana. El Santo hecha un chiflido dirigiéndose a La Virgen. Se quita su sotana y
dej a descubierto su torso que luce un corbatín rojo como el del Poeta.

SANTO: Hablaba de ti cuando creí encontrar entre mis cabellos, el último presagio nocturno. Y te
tuve entre mis brazos nomás por un segundo, que no se atrevía a llegar a ese injinito, donde la
vida había cercenado a la muerte, el placer de convertirse en una vitrina de variedades.

Y gotea la vida, sin saber que la miel se quedó en el panal y que las vacas sagradas se olvidaron del
viernes santo y que en la procesión, el Jesús se cayó cuarenta veces, mientras yo curioseando, me
atreví a verte por entre las 'aldas de la Maria Magdalena que se detuvo avergonzada como
quinceañera y me mostró aquel lugar, donde el clavel se olvidó de echar su perfume y la rosa se
avergonzaba de tener tantas espinas.

Y te amo en todos estos calores de Polo Norte. Te amo nomás porque me tienes acostumbrado a
soñar parado, agarrado del tubo del bus 0 mientras camino en las calles llenas de olores de seres
humanos... ”hermosos seres humanos”, como tú me enseñaste a decir.

Te robo un beso y me declaro culpable. Y pido que me condenen a cadena perpetua y un día más...
no me importa... No, pensándolo bien, no me declarará culpable... proclamaré mi inocencia a los
cuatro vientos y dire' que fue cosa de brujería y que tú brujita hermosa, hechizaste a mis cinco
puntos cardinales: Mi Norte, mi Sur, mi Este, mi Oeste y mi Corazón. .

Ya no puedo continuar... tengo mis razones... yo, ya no puedo continuar, por ahora.

Pasó ya una bruja con su escoba en medio de la luna y sé entonces que es otro día, por lo tanto...

Abrazadas, La Clodomira y La Mona, se miran, se besan. Sin pasión, se besan largamente. La Flaca
Martina entra, las mira, se acerca hacia ellas y aplaude tres veces cerca del rostro de las mujeres
que se separan lentamente, sin dar mayor importancia. La Mona apoya su rostro en el hombro de
La Clodomira.

La Flaca Martina se dedica a liar el cigarrillo de mariguana lentamente, disfrutando cada uno de
sus movimientos. Recoge algunas briznas regadas sobre la mesa y las guarda en el mismo billete,
que lo dobla cuidadosamente y lo guarda en su billetera.

Prende el cigarrillo y aspira proñmdamente. Entrecierra los ojos. Sonríe. Pasa el cigarrillo a La
Mona, ésta repite el ritual casi con los mismos gestos y se lo pasa a La Clodomira, quien hace
exactamente lo mismo.

Hay un silencio total, que solamente se interrumpe con el sonido de la reSpiración de las mujeres y
el reventarse alegre de la hierba.

De pronto, unos golpes en la puerta que al parecer solamente La Mona los escucha. Levanta la
cabeza y se pone alerta.

LA MONA: Alguien ha golpeado.

La Clodomira reacciona, se levanta rápidamente y se dirige a la puerta. En el camino se va


arreglando. Las otras dos mujeres de igual forma se preparan. La Clodomira llega a la puerta,
levanta un visillo y mira tras la reja.

LA CLODOMIRA: No es nadie....ahora tampoco vendrá nadie.

Todas vuelven a su estado anterior. En un segundo, la puerta se abre violentamente. El POETA


aparece en el umbral. Es un hombre cincuentón con un traje negro y_brilloso de lo viejo y sucio.
Un clavel marchito en

su solapa. Corbatin rojo.

POETA (cantando): “Grito tu nombre de nuevo si no se escuchó ” (Rie a carcajadas) LAS TRES
MUJERES: ¡Oh, noooooo! LA MONA: Porfavor Poetita, esta noche no.
Las tres mujeres ríen. El poeta, empieza a pasear por el lugar acercándose a cada una de las
mujeres para coquetearles y de paso robarles un trago mientras recita. Las mujeres le siguen el
juego y cuando termina con una, las otras le piden al poeta, con gestos, que recite para ellas. Al
mismo tiempo, la mujer en vestido de novia de edad indescriptible, cruza el escenario; ella es
invisible para el resto.

POETA: “Recoger esas miradas furtivos ” me tienen repitiendo las cabelleras largas y cortas,
(percatándose de los pies desnudos de la Clodomira, se dirige a ella y abraza uno de sus pies) las
uñas

de los pies bien cuidaditos y esos pies, esos pies suaves como los de un niño recién nacido.

Me encontraré envuelto en cualquier estrecha madrugada con la palabra que no se atrevió a salir
del ombligo de la noche por temor a ser descubierta en cualquier amanecer y verse entonces
obligada a (el Santo se dispone a beber de una botella, el Poeta le arrancha de las manos) sacarse
el antifaz y descubrirse los sueños que ya no tienen dueño. (El Poeta se dirige a La Virgen) Te
envuelva... me

envuelves... me quito el sombrero de mi cabeza y descubro "mis pensamientos virgenes para ti.
Un dolor pequeñito de partida me hace sentir tu partida.

Descubra el placer de estar adolorido y me dejo caer en una hoja de perejil para no despertar a
nadie. (El poeta frente a frente con la novia, pero solamente él la puede ver) El reencuentro es
inevitable. La noche será testigo de mi despertar y mi huída furtiva a cualquier lugar que no sea el
que me tiene atado a las nubes. Tocare' a la primera puerta y agarraré por sorpresa a la sorpresa
mientras me curo del horrible atentado que sufrió mi inmenso deseo de amar.

Te acorralaré con mis manos y no dejaré un espacio de tu cuerpo sin caricia. Te acorralaré con mis
manos y no te buscaré más por los siglos de los siglos. Te acorralaré con mis manos y te dejaré
saber mi futuro, con mis huellas digitales. Te acorralaré con mis manos y ya no habrán razones
para dejarnos de amar.

Te recorro con mi mirada y salgo apresurado a tu encuentro...


El Poeta hace un ademán de abrazar a alguien y quedarse en el vacío. La mujer vestida de novia
desaparece, cerrando la puerta con fuerza. Todos regresan a ver hacia la puerta extrañados.

POETA: ¿Dónde estás?

Las mujeres ríen. El Poeta bebe el resto del contenido de la botella.

POETA: ¡Aaahh, putas, meretrices, rameras, mis niñas de la noche!... Va a llegar el día en que sus
tristes carcajadas desaparezcan. Va a llegar el día en que me convierta en noche repleta de
pesadillas. Va a llegar el día en que la luz del sol se atreva a entrar a esta pocilga y nos
desaparezca; y nos haga polvo como lo hicieron hoy al Muro de Berlín; y nos deje desnudos y
huérfanos de sueños... cercenados de esas hermosas utopías. JAJAJJAJA.... Va a [legar el día en que
curaré todos sus males. Va a llegar el día en que las matará con un beso (susurrando y cayendo al
suelo). .. con un beso... con un beso.

Bebe Ia última gota de la botella, intenta una sonrisa y se queda dormido a los pies de 1a Flaca
Madina. LA MONA: Yo creo que días tiene asignados los destinos….

Puma y escupe en el suelo.

LA MONA: Mejor dicho, al pobre Poetita se le mató su novia el día de la boda y a mí me tocó en la
ruleta esto de ser puta y no hay vueltas que darle; no hay por donde salir, panita. Tengo que seguir
hasta que esta pendejada se pudra.…se pudra... se padre.

Se restriega su sexo. FLACA MARTINA: Quiero otro trago. Golpeando la mesa con un vaso vacío.

FLACA MARTINA: Quiero otro trago.

Apoya su rostro en la tabla de la mesa y se queda dormida.

La luz va subiendo de intensidad y muestra el lugar: es una taberna antigua, oscura. Las mujeres
en conjunto parecen un ramo de flores marchitas. El silencio es roto por pequeños ruidos
provenientes de las mujeres en sus movimientos mínimos:
La primera, sentada casi en una posición fetal, se está pintando las uñas de los pies; la otra, juega
con una copa pequeña con su mano derecha, mientras que la izquierda sostiene su cabeza; y, la
tercera, se encuentra ocupada tratando de arreglar el cierre de su falda que está atascado a mitad
de camino.

La luz de la vela también ilumina parcialmente la barra y las hileras de botellas de licor en los
estantes. Súbitamente, con un sonoro suspiro, la FLACA MARTINA se levanta y cruza el lugar hasta
llegar a una ventana que muestra una noche estrellada.

La Flaca Martina lleva puesto un vestido corto, floreado, de colores brillantes que de alguna forma
hace juego con sus zapatos rojos de tacón alto; el vestido ceñido a su cuerpo, muestra las costuras
a punto de reventar. Sobre sus hombros, un manto de seda verde.

El caminar de la Flaca Martina es lento, elegante. En su rostro se puede ver una belleza marchita,
una vejez prematura; solamente sus ojos emanan una vitalidad y juventud contagiosa. Su acento
es costeño.

La Canción se desvanece.

FLACA MARTINA (Contemplando a la noche): Frío está el mundo. No hemos tenido verano... hace
mucho que no tenemos verano. El ¡río se ha quedado quieto, no quiere irse a ningún lado, no
quiere salir.

Las mujeres no responden. Silenciosamente, como en una coreografia repasada, cambian de


posición con lentitud.

FLACA MARTINA: ¿A dónde iría el verano?... aquí siempre es de noche, parece que en esta pocilga
no quiere entrar el sol. '

Otra de las mujeres, LA MONA, se levanta y se dirige a la barra. LA MONA: Ni el sol ni los hombres,
mijita.

Toma un revólver que está sobre la barra y apunta a La Flaca Martina, luego, se apunta al corazón.
LA FLACA MARTINA: ¡Deja ya de jugar con esa pendejada! Eres muy maricona para hacerlo. Perro
que ladra no muerde.

LA MONA: ¿Eso crees? Jajajajajaja.... Un día, ¡tejuro!, con una sola bala aquí, en mi corazón, en mi
“guacho”, como decía el Eleuterio, ¡se acaba esta mierda! Pero ¿sabes una cosa? antes de
pegarme un

pepa, te lo pego a tí primero y después me pego yo. Jajajajajaja.

Deja el revólver sobre la barra, coge una botella de ron y sirve medios vasos para cada una de las
mujeres.

LA MONA: ¡Qué mierda, ahora YO tengo que pagar este menjurje!

Las mujeres brindan.

LA CLODOMIRA: ¡Por ellos aunque mal paguen!

Las tres beben y ríen. La Mona regresa a la mesa y se sienta con el resto. Continúa jugando con el
revólver. “FLACA MARTINA: ¡Te dije que dejes de jugar con esa pendejada! Me pones nerviosa.

LA CLODOMIRA: Déjala tranquila, a la final, está descargado. Eso dijo el policia que me lo dejó en
prenda por un polvo. Jay'cyjiy'aa.

La Clodomira se levanta y se dirige a un viejo tocadiscos y toma un montón de discos viejos que
están junto al aparato, empieza a leer los titulos y a limpiarlos en su vestido.

LA CLODOMIRA: ¿Le pongo al Jefe o a Jota Jota?

MARTINA Y LA MONA: ¡Jota Jota!


La Clodomira escoge un disco y lo pone en el aparato. La canción "Guitarra", empieza a sonar. El
sonido tiene el carraspeo de disco viejo, sobre usado, maltratado. Las mujeres se ñmden con la
música. Sus movimientos, otra vez, coreografiados, lentos, rompen la cualidad de pintura que
tiene la escena. La Flaca Martina, sentada sobre el filo de la mesa, se restríega suavemente sus
muslos, hasta quedar inmóvil, con sus ojos perdidos en el vacio. Un sonido de mar va apagando la
canción en la parte que dice: "llora guitarra porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre
si no se escuchó… "

El sonido de las olas aumenta, apagando a la canción. La luz se ve transformando. Oscurece. La


escena se convierte en una playa.

La Flaca Martina, joven, parada en medio de la playa, con un vestido largo, blanco, los pies
descalzos, en su mano, un clavel rojo. En una esquina del escenario, aparece un galán, se queda en
actitud de espera. Ella llega hasta él, los dos frente a frente.

La escena se congela. La Virgen deja caer su hábito lentamente dejando ver un seno desnudo.

VIRGEN: Dime entonces... ¿cómo quieres que te llame? ¿Te puedo llamar... “cariñito ”? ¿O, “mi
vida ”? ¿Otal vez, “corazoncito "? ¿Qué ta1.. “mi tesorito ”? ¿0 “mi cosita preciosa ”? ¿Otal vez te
podría llamar “baby“, como los gringos? Déjame llamarte “mi ángel “ o mi “turronciro de azúcar ”
Otal vez, simplemente decirte “amor“ Eso, simplemente, “amor”

El hombre le quita el clavel a la Flaca Martina y lo arroja al mar. Se da media vuelta y se aleja. La
Flaca Martina se queda inmóvil, empieza a extender sus brazos queriendo alcanzar al hombre. La
noche se vuelve más noche. El sonido de las olas se aleja. El llanto de un recién nacido se escucha
a la distancia. La canción regresa. El sonido de las olas se apaga, el llanto del recién nacido
desaparece, la luz cambia. La canción termina: "….llora conmigo si no la vieras volver".

La Virgen y el Santo, regresan a su posición normal. Esta vez se quedan mirando uno al otro.

FLACA MARTINA: Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir
los" sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien
con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el
bar de la esquina. Alguien con quien irme a la playa o a mi tierra, qué sé yo. Alguien que me diga:
“qué bien te
queda esafalda“. Mierda, quiero alguien que me aprecie y se emocione conmigo, no sólo con mi
sexo, ¿Es que tiene algo de malo desear eso?

La Flaca Martina se seca una lágrima. Súbitamente, un ambiente de fiesta. explota en el lugar.
Parejas bailando ritmos tropicales. La gente viste ropa con colores vivos y brillantes.

La Flaca Martina _en una parte de la pista de baile, se mueve al compás de la música, agarrada a
un hombre. Otro hombre se acerca y le brinda un trago. La Flaca Martina lo acepta y se lo toma de
un solo golpe, está borracha. Cambia de pareja. La gente empieza a girar a su alrededor como en
un carrusel. Las caras de los hombres van cambiando. Todos rien y se van, ríen y se van. La Flaca
Martina también ríe, se pone triste y ríe, se pone triste y ríe.

La música desaparece. De regreso a la cantina. La Flaca Martina se sienta pesadamente en la silla.

FLACA MARTINA: Allá en mi pueblo si, la cosa estalla.

Las otras dos mujeres no le prestan ninguna atención. La Flaca Martina se percata de ello, se
encoge de hombros, toma su frasco de esmalte y se pinta la uña del dedo corazón. El esmalte se
acaba y La Flaca Martina lo arroja al suelo, disgustada.

FLACA MARTINA: ¡Todo se acaba en este hormiguero! Suena el bolero “Diez Años”. La Clodomira
se levanta y se dirige al tocadiscos.

LA CLODOMIRA: Este disco no me gusta, me recuerda cosas feas de la tía difunta.

El bolero suena triste. Las otras dos mujeres dirigen sus miradas al mismo tiempo hacia La
Clodomira que para la música.

LA CLODOMIRA: Pobre tía, ella creía que se la dedicaban. Murió loca porque le habían dado “la
querendona" con demasiado ajonjolí ....... ojalá, ojalá y Dios la haya perdonado, ¡con la sufrida que
padeció! Un silencio espeso acompaña a la oscuridad del lugar. La luna en su plenitud llena la
ventana.

LA MONA: Emborrachémonos, el frío se me ha entrado en los huesos. Ahora lo siento siempre.


Hasta cuando estoy fundida lo siento.

Sirve otra vez el licor a las otras mujeres y se toma su trago de un solo golpe.

LA MONA: Bien me dijo el Manuel: cuando el frío se mete, es como la picha de los perros. Ese sí
que todo lo sabía. Bien me dijo: no vayas a la "johnny" que esa patria no es tuya. Maldito. Quería
que me quedara a recibir sus palizas.

El bolero “Dos Gardenias” suena en el aparato. La Clodomira se levanta y con un ademán casi
teatral, saca

a bailar a La Mona.

LA CLODOMIRA: Ya volverás...siempre se vuelve.

Las dos mujeres dan dos o tres vueltas lentas. La Clodomira le susurra al oído, a la vez que su
mano se desliza al sexo de La Mona.

LA CLODOMIRA: Si esta noche no viene un hombre, te lo como.

La Mona sonríe con tristeza. La Flaca Martina, sentada, bebe lentamente. La Flaca Martina
enciende un cigarrillo. La música continúa: "tú no tienes corazón, tú nunca querrás a nadie... "

FLACA MARTINA: (Sollozando) Ya nunca querremos a nadie, ya nadie nos querrá... nunca. LA
CLODOMIRA: Las mariconas me cargan; ¡si tiras una lágrima, te machuco aqui mismo!

La Clodomira se dirige a quitar el disco, el Santo se lo impide y luego, lo hace él mismo. Las dos
mujeres vuelven a sus asientos. Se sirven otro trago y se lo beben de un solo golpe.
La luz azulina de la luna, ilumina el ambiente. Las mujeres beben y fuman copiosamente. Sus
rostros se van alegrando al calor de las copas. Escupen casi en turnos en el suelo. De alguna forma
sus gestos se parecen. La F laca Martina se levanta.

FLACA MARTINA: Ya regreso, creo que me queda un poco de hierba.

Se dirige al bar. De detrás del bar saca un bolso de cuero negro y viejo y de él saca una billetera, la
abre y de su interior, muy suavemente, saca una foto y exclama:

FLACA MARTINA: ¡Mis hijos¡

Coge la foto, se la pega a sus labios, a su nariz, a sus ojos, luego la aprieta con fuerza contra su
frente. Música gregoriana. El Santo hecha un chiflido dirigiéndose a La Virgen. Se quita su sotana y
dej a descubierto su torso que luce un corbatín rojo como el del Poeta.

SANTO: Hablaba de ti cuando creí encontrar entre mis cabellos, el último presagio nocturno. Y te
tuve entre mis brazos nomás por un segundo, que no se atrevía a llegar a ese injinito, donde la
vida había cercenado a la muerte, el placer de convertirse en una vitrina de variedades.

Y gotea la vida, sin saber que la miel se quedó en el panal y que las vacas sagradas se olvidaron del
viernes santo y que en la procesión, el Jesús se cayó cuarenta veces, mientras yo curioseando, me
atreví a verte por entre las 'aldas de la Maria Magdalena que se detuvo avergonzada como
quinceañera y me mostró aquel lugar, donde el clavel se olvidó de echar su perfume y la rosa se
avergonzaba de tener tantas espinas.

Y te amo en todos estos calores de Polo Norte. Te amo nomás porque me tienes acostumbrado a
soñar parado, agarrado del tubo del bus 0 mientras camino en las calles llenas de olores de seres
humanos... ”hermosos seres humanos”, como tú me enseñaste a decir.

Te robo un beso y me declaro culpable. Y pido que me condenen a cadena perpetua y un día más...
no me importa... No, pensándolo bien, no me declarará culpable... proclamaré mi inocencia a los
cuatro vientos y dire' que fue cosa de brujería y que tú brujita hermosa, hechizaste a mis cinco
puntos cardinales: Mi Norte, mi Sur, mi Este, mi Oeste y mi Corazón. .
Ya no puedo continuar... tengo mis razones... yo, ya no puedo continuar, por ahora.

Pasó ya una bruja con su escoba en medio de la luna y sé entonces que es otro día, por lo tanto...

Abrazadas, La Clodomira y La Mona, se miran, se besan. Sin pasión, se besan largamente. La Flaca
Martina entra, las mira, se acerca hacia ellas y aplaude tres veces cerca del rostro de las mujeres
que se separan lentamente, sin dar mayor importancia. La Mona apoya su rostro en el hombro de
La Clodomira.

La Flaca Martina se dedica a liar el cigarrillo de mariguana lentamente, disfrutando cada uno de
sus movimientos. Recoge algunas briznas regadas sobre la mesa y las guarda en el mismo billete,
que lo dobla cuidadosamente y lo guarda en su billetera.

Prende el cigarrillo y aspira proñmdamente. Entrecierra los ojos. Sonríe. Pasa el cigarrillo a La
Mona, ésta repite el ritual casi con los mismos gestos y se lo pasa a La Clodomira, quien hace
exactamente lo mismo.

Hay un silencio total, que solamente se interrumpe con el sonido de la reSpiración de las mujeres y
el reventarse alegre de la hierba.

De pronto, unos golpes en la puerta que al parecer solamente La Mona los escucha. Levanta la
cabeza y se pone alerta.

LA MONA: Alguien ha golpeado.

La Clodomira reacciona, se levanta rápidamente y se dirige a la puerta. En el camino se va


arreglando. Las otras dos mujeres de igual forma se preparan. La Clodomira llega a la puerta,
levanta un visillo y mira tras la reja.

LA CLODOMIRA: No es nadie....ahora tampoco vendrá nadie.


Todas vuelven a su estado anterior. En un segundo, la puerta se abre violentamente. El POETA
aparece en el umbral. Es un hombre cincuentón con un traje negro y_brilloso de lo viejo y sucio.
Un clavel marchito en

su solapa. Corbatin rojo.

POETA (cantando): “Grito tu nombre de nuevo si no se escuchó ” (Rie a carcajadas) LAS TRES
MUJERES: ¡Oh, noooooo! LA MONA: Porfavor Poetita, esta noche no.

Las tres mujeres ríen. El poeta, empieza a pasear por el lugar acercándose a cada una de las
mujeres para coquetearles y de paso robarles un trago mientras recita. Las mujeres le siguen el
juego y cuando termina con una, las otras le piden al poeta, con gestos, que recite para ellas. Al
mismo tiempo, la mujer en vestido de novia de edad indescriptible, cruza el escenario; ella es
invisible para el resto.

POETA: “Recoger esas miradas furtivos ” me tienen repitiendo las cabelleras largas y cortas,
(percatándose de los pies desnudos de la Clodomira, se dirige a ella y abraza uno de sus pies) las
uñas

de los pies bien cuidaditos y esos pies, esos pies suaves como los de un niño recién nacido.

Me encontraré envuelto en cualquier estrecha madrugada con la palabra que no se atrevió a salir
del ombligo de la noche por temor a ser descubierta en cualquier amanecer y verse entonces
obligada a (el Santo se dispone a beber de una botella, el Poeta le arrancha de las manos) sacarse
el antifaz y descubrirse los sueños que ya no tienen dueño. (El Poeta se dirige a La Virgen) Te
envuelva... me

envuelves... me quito el sombrero de mi cabeza y descubro "mis pensamientos virgenes para ti.
Un dolor pequeñito de partida me hace sentir tu partida.

Descubra el placer de estar adolorido y me dejo caer en una hoja de perejil para no despertar a
nadie. (El poeta frente a frente con la novia, pero solamente él la puede ver) El reencuentro es
inevitable. La noche será testigo de mi despertar y mi huída furtiva a cualquier lugar que no sea el
que me tiene atado a las nubes. Tocare' a la primera puerta y agarraré por sorpresa a la sorpresa
mientras me curo del horrible atentado que sufrió mi inmenso deseo de amar.
Te acorralaré con mis manos y no dejaré un espacio de tu cuerpo sin caricia. Te acorralaré con mis
manos y no te buscaré más por los siglos de los siglos. Te acorralaré con mis manos y te dejaré
saber mi futuro, con mis huellas digitales. Te acorralaré con mis manos y ya no habrán razones
para dejarnos de amar.

Te recorro con mi mirada y salgo apresurado a tu encuentro...

El Poeta hace un ademán de abrazar a alguien y quedarse en el vacío. La mujer vestida de novia
desaparece, cerrando la puerta con fuerza. Todos regresan a ver hacia la puerta extrañados.

POETA: ¿Dónde estás?

Las mujeres ríen. El Poeta bebe el resto del contenido de la botella.

POETA: ¡Aaahh, putas, meretrices, rameras, mis niñas de la noche!... Va a llegar el día en que sus
tristes carcajadas desaparezcan. Va a llegar el día en que me convierta en noche repleta de
pesadillas. Va a llegar el día en que la luz del sol se atreva a entrar a esta pocilga y nos
desaparezca; y nos haga polvo como lo hicieron hoy al Muro de Berlín; y nos deje desnudos y
huérfanos de sueños... cercenados de esas hermosas utopías. JAJAJJAJA.... Va a [legar el día en que
curaré todos sus males. Va a llegar el día en que las matará con un beso (susurrando y cayendo al
suelo). .. con un beso... con un beso.

Bebe Ia última gota de la botella, intenta una sonrisa y se queda dormido a los pies de 1a Flaca
Madina. LA MONA: Yo creo que días tiene asignados los destinos….

Puma y escupe en el suelo.

LA MONA: Mejor dicho, al pobre Poetita se le mató su novia el día de la boda y a mí me tocó en la
ruleta esto de ser puta y no hay vueltas que darle; no hay por donde salir, panita. Tengo que seguir
hasta que esta pendejada se pudra.…se pudra... se padre.

Se restriega su sexo. FLACA MARTINA: Quiero otro trago. Golpeando la mesa con un vaso vacío.
FLACA MARTINA: Quiero otro trago.

Apoya su rostro en la tabla de la mesa y se queda dormida.

II|IIl|I

LA MÓNA: ¡Ay/, esta puerco vida, esta cochina vida sin salida. Se limpia los mocos con la manga de
la blusa, ya sin ningún cuidado, Se queda inmóvil, mirando al vacío.

LA MONA: Mi vieja... lo último que recuerdo de ella es su gordura, esa bola de sebo sosteniendo
una rama lista para "juetiarme " y yo

VOZ DE LA SENORA GORDA (Gritando): ¡Mónicaaaaaaa! ¡Que regreses le digo! ¡Mónicaaaaa!


¡Monaaaaa/

La Mona corre hasta el lado opuesto del escenario y se agazapa. Se incorpora lentamente. La
escena desaparece, regresando a la cantina. La Mona se tapa los ojos con las dos manos.

LA MONA: ¡Ay, esta sucia vida, esta cochina vida sin salida! Se quita lentamente las manos de la
cara.

LA MONA: Cuando yo nací, un alacrán rondaba mi esquina, Ios costales de mi cama Eleuterio [e
prendió fuego sin antes rezarle a la Virgen de la Concepción. Desde ahí file, desde ahí me he ido
chamuscando poco a poco como el alacrán, hasta que yo misma me clave el cuchillo en la cabeza y
acabe con este maldito sueño.

Se sirve un trago y bebe hasta el fondo. Se queda dormida


LA CLODOMIRA: Y donde te encuentre, te chuparé Antonio, te chuparé Toñito, ¡te arrancará los
intestinos, maldito!

Da varios manotazos en el aire, como espantando a moscas invisibles. Deja caer sus manos que se
posan en las manos de La Flaca Martina. La mira y acaricia sus cabellos matemalmente. Se detiene
bruscamente. Agarre con fuerza los cabellos de La Flaca Martina, levantando su cabeza de la mesa
y la deja caer suavemente. Se sirve un trago y se lo toma de un sorbo. El licor cae por la comisura
de los labios, llega hasta el cuello y desaparece en sus senos lánguidos.

La luz ilumina el espejo y muestra la imagen de las tres mujeres, como al principio, pero esta vez
se va disolviendo por efecto de la luz del día que entra por la ventana. El poeta se despierta.

POETA: Despertarme en una silueta provocada por la luna, hace dejar a la ternura con ganas de un
poquito más de brazos y abrazos palpitantes.

Me despierto en mi verdad y me doy miedo, por el momento en el que estoy viviendo. ¿Ah, la
vida, la vida! Divina comedia donde todos los actores tenemos que llorar por lo bajo…

El Poeta empieza a recorrer el lugar buscando un trago y se encuentra con todas las botellas
vacias. Las risas de las mujeres suenan estruendosas en el ambiente. El Poeta cubre sus oídos con
las manos. Se encuentra con el revólver. En un momento de locura lo toma, besa a cada una de las
mujeres y dispara.

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