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LA CONVERSIÓN

DE UN AMBIENTALISTA

La semana pasada Gastón Acurio defendió una vez más la prohibición de la venta de
semillas transgénicas en el Perú. El principal argumento del cocinero es que al agricultor le
gusta estar en contacto con la "pachamama"; le gusta le gusta el estilo de vida "natural".
Esto no puede ser tan cierto si es que toda una cosecha puede arruinarse por una plaga que
necesita pesticidas tóxicos, sin estos la cosecha se puede arruinar provocandole pérdidas al
campesino dejándole sin dinero para alimentar a su familia. ¿Cuál puede hacer?, ¿estos
agricultores no deberían tener el derecho a escoger si usar o no la biotecnología de los
alimentos genéticamente modificados (AGM)? O esta es la decisión de un político y/o
cocinero. Además de no olvidar del consumidor, nosotros, que somos los que nos
alimentamos con estos productos en nuestro hoga.

Existe mucha conspiración respecto al tema de los AGM, dice Mark Lynes, un activista
ambiental que hasta hace unos años le declaraba la guerra a Monsanto, principal
antagonista que desarrolla AGM a escala mundial en su plan para crear un nuevo orden
mundial -esto último según algunas teorías conspiratorias desorbitadas. Actualmente en el
Perú está vigente la Ley Nº 29811, que aprueba una moratoria por diez años para el ingreso
de AGM al territorio nacional. Además de la Ley Nº 27104 para la bioseguridad. Aunque
estas leyes se encuentran vigentes, el debate sobre el uso de alimentos genéticamente
modificados es constante y latente por lo que sucede y se ve en el mundo.

Mark Lynes, el británico que pasó una etapa de su infancia en Perú, visitó Los Andes de
pequeño con su padre, quien registro en fotografías y videos la magnitud de los glaciares
andinos. Lynes volvió años después para comprobar lo que el mundo científico estaba
proclamanado: el planeta se está quedando sin agua. Lo vio en persona. Esta experiencia
tuvo mucho impacto en él para la actividad que haría durante años. Lynes fue un activista
ambiental autor de muchos libros sobre el tema. Incluso fue el consultor ambientalista del
presidente de la República de Maldivas, Mohamed Nasheed, cuando este logró que en la
Conferencia para el Cambio Climático de la ONU realizado en Copenhague -Dinamarca,
2009- se firmara un acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Hoy, ese Mark Lynes, le dice sí a los transgénicos.

Para el británico que vio con sus propios ojos como los glaciares de Los Andes
desaparecían, el problema con los AGM es un problema de comunicación. Los científicios
tratan de explicar pero las personas no entendemos. Él mismo ha admitido en entrevistas
que cuando escribía artículos en contra de Monsanto y de los transgénicos, no entendía en
sus totalidad las ventajas que la biotecnología podría traer en nuestra alimentación, sobre
todo, en los tiempos en que nos encontramos. En la conversión del ambientalista -año 2013,
conferencia en la Universidad de Oxford- expuso que se había equivocado durante todo ese
tiempo en el que había sido un feroz activista ambiental.

"La biotecnología es el futuro, es innovación, es lo que necesitamos para sobrevivir", ahora


proclama Lynes. La metodología de la agricultura orgánica, basada solamente en
herramientas libres de modificaciones genéticas, pesticidas químicos, y otros instrumentos
que puedan ser perjudiciales para el ser humano -según sus detractores- no puede ser
factible para la población humana futura. Algo es cierto, si usaramos la tecnología de los
sesenta -principalmente orgánica, natural- tendríamos que cultivar tres billones más de
hectáreas para poder alimentar a todos en la tierra. Lo equivalente a dos Latinoamérica.

Parece que ser que la comida orgánica ha pasado a ser un lujo -es más costosa, demora más
en producirse-, a una visión romántica de cómo deberían funcionar las cosas. Una utopía.
El calentamiento global tiene consecuencias. El planeta se desgasta y el agua es escasa.
Todo agricultor sabe que un pedazo de tierra tiene una caducidad, después de un tiempo, se
debe dejar de sembrar y dejarla descansar. Si se quiere seguir insistiendo, no va a crecer
nada. A escala planetaria no hemos aprendido esta simple máxima. En una defensa a la
biodiversidad se quiere evitar el ingreso de semillas creadas en laboratorios, de creaciones
humanas que han sido posible gracias a la tecnología e innovación del ser humano. Pero
para Mark Lynes, esto es sólo un miedo que debemos superar con conocimiento.

El autor de ciencia ficción H.G. Wells dijo que la civilización es una carrera entre la
educación y la catástrofe. Es una carrera constante que se sigue hasta el día de hoy. Pero
hasta ahora, la historia también nos ha dado una gran lección: la innovación siempre ha sido
la solución. La capacidad del ser humano de producir nuevas herramientas que puedan
salvar a nuestra especie, puede ayudarnos ahora.

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