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Desafííos contemporaí neos del conocer

Por Carlos C. Peguero

Si pudieí semos resumir, de alguna manera, los conflictos por los cuales las
comunidades estudiantiles han levantado sus movimientos durante el uí ltimo siglo en
Chile, destacarííamos la problematizacioí n y –a su vez– la buí squeda de una “educacioí n
de calidad”, junto a la gratuidad universal de la misma. Por lo pronto, y a favor de
desarrollar un texto que fluya con las nociones de políítica y emancipacioí n de Rancieè re,
nos enfocaremos en la idea primera.

Algo que llama fuertemente la atencioí n es que en dichas discusiones no se constata, al


menos con un caraí cter prioritario, la cuestioí n de las formas del conocer. La
persecucioí n de un ideal en calidad educacional defiende per se la notoriedad de uno o
varios desperfectos en las coordinaciones en donde hemos apoyado las estructuras
claí sicas de la formacioí n, el ensenñ ar y saber.

Rancieè re ya ha advertido que el peligro de combatir posiciones desiguales de poder


uí nicamente para revertirlas pudiese servir al “cambio del valor de los teí rminos,
transformar el teí rmino ‘bueno’ en malo y viceversa sin cambiar el funcionamiento de
la oposicioí n en síí”1. Y entonces, de lograrse esta misioí n, solo pudiese encontrar su
efecto en un recambio para la toma del poder asimeí trico sobre la cual se vuelven a
reproducir ciertas praí cticas que entrareí a describir a continuacioí n, a modo de evaluar
el perjuicio que significan para la utopíía educacional.

¿Existen normas intransigentes dentro del aula de clases? Por cierto que síí. No
podemos alejarnos mucho de la realidad de varias generaciones educadas en este
sistema cuando describimos la asimetríía entre profesores y alumnados. La abismal
diferencia entre el tiempo que toma la palabra uno versus la del otro, la propiedad
permisiva o prohibitiva que tienen los primeros sobre los segundos, las sanciones que
se aplican a aquellos estudiantes que infringen alguna de las normas de
comportamiento en clases o reglas durante una evaluacioí n o la rigidez de los planes
curriculares (en los que soí lo el profesorado puede intervenir y, a veces, a duras penas),
son todos ejemplos de esta educacioí n monolíítica.

Esta separacioí n interminable es a lo que el autor se referiraí como falso saber o,


apoyaí ndose en Jacotot, lo que llamaraí por embrutecimiento. Es una loí gica de
interminable reproduccioí n que ordena las jerarquíías del poder con un control policial
que dictamina el orden que ocupan los participantes (en este caso profesor y
estudiante) de una comunidad.

Una iniciativa llamativa para disolver esta cuestioí n es la emancipacioí n intelectual, que
tambieí n rescata de Jacotot. Dicha concepcioí n es la “verificacioí n de la igualdad de las

1
Jacques Rancieè re, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 19.
inteligencias”2 y ella implica devolver el poder democraí tico a quienes les ha sido
arrebatado. Es decir, la fuerza y la posibilidad de participar en los procesos de
produccioí n de conocimiento a todos quienes forman parte del sistema.

Lo anterior implica romper con el hermetismo de un sistema educativo que


actualmente posee ciudadanos de primero y segundo orden. Y, tal como asegura
Stiegler, “la políítica es el arte de garantizar la unidad de la ciudad en su deseo de
contar con un futuro comuí n, de contar con una singularidad en el devenir-uno” 3.

Ampliar las posibilidades de intervencioí n del estudiantado dentro de sus caí tedras,
volver a ejercer poder sobre las decisiones de su aprendizaje y recuperar la libertad de
comportamiento en torno a asistencia o procesos evaluativos son justamente acciones
que, en palabras de Rancieè re, trasladan estos ejercicios desde una esfera de la policíía
hacia una de lo políítico y la emancipacioí n democraí tica.

El caso de Finlandia, por ejemplo, es uno bastante excepcional. Sus esfuerzos por
renovar el sistema educativo no solo han dado frutos bajo los estaí ndares de medicioí n
internacional, sino que no han parado en fomentar nuevos entendimientos sobre lo
que es o debe ser la educacioí n. En el nuevo programa estatal, impulsado hacia 2020,
han propuesto eliminar todas las asignaturas claí sicas, entre las cuales se encuentran
Matemaí ticas o Ciencias Naturales.

En su descripcioí n, defienden que:

“El sistema de educación debe abarcar toda la diversidad de los conocimientos y


habilidades que queremos formar en los niños. (…) Entonces, ¿por qué los alimentamos
con la propaganda de que hay un solo método de pensar, sentir y determinar el nivel de
inteligencia?"4

El recoger estos raros casos de subjetivacioí n políítica, como mencionaríía Rancieè re,
ponen en una pugna continua las formas de dominacioí n. Volver a la igualdad,
reconociendo las capacidades de todas las partes y el enriquecimiento del todo, a
partir de esta reordenacioí n disforme es hacer valer el poder mismo de la
contemporaneidad, la metamorfosis. La accioí n políítica, seraí el “deshacer y
recomponer las relaciones entre los modos del hacer, los modos del ser y los modos
del decir que definen la organizacioí n sensible de la comunidad”5.

2
Ibid., p. 17.
3
Bernard Stiegler, De la misère symbolique, Barcelona, Ediciones Galileè e, 2012.
4
Kalee Brown, Colective Evolution, 4 de abril de 2017. Rescatado desde
http://www.collective-evolution.com/2017/04/04/finland-to-become-the-first-
country-in-the-world-to-get-rid-of-all-school-subjects/
5
Jacques Rancieè re, El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires, Ediciones Nueva
Visioí n, 1996, p, 58.

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