Escuela de Artes Escénicas. Licenciatura en Arte Dramático. Historia del Arte. Patricia González Santiago. Esteban Martínez Meléndez. Segundo semestre. Los orígenes del teatro. El teatro en Grecia Ditirambo: un coro cantado por unos cincuenta hombres o niños, en los que se invita generalmente a los dioses a que desciendan a la tierra para presenciar el canto del Coro, en el que se va a honrar muy particularmente a uno de esos dioses, Dionisos. En el Ática, las fiestas estaban dedicadas a Dionisos, de ahí que se les denomina fiestas dionisiacas. Estas fiestas tenían lugar tres veces al año: en marzo (las grandes dionisiacas), diciembre (dionisiacas rurales) y enero (dionisiacas leneas). En las grandes dionisiacas se cantaba el ditirambo, cuyo elemento característico era un ritornelo lanzado como un grito por el coro que se alternaba con el canto del guía del coro, denominado corifeo o exarconte. Este ritornelo sería el precursor al diálogo. El drama satírico tiene grandes parecidos con la tragedia, tanto en su estructura como en su temática como en su temática mitológica, aunque se diferencian en el tono, representación y composición del coro. Éste último se encontraba integrado obligatoriamente por sátiros. Se podría considerar como una tragedia divertida en la que el coro de sátiros sería el componente básico y esencial. Los sátiros eran historiados vestidos con pieles de cabra, y por lo mismo se les denominaba machos cabríos. Ellos personifican las fuerzas de la Naturaleza, particularmente las pasionales que conducen a la procreación. La tragedia proviene del canto al macho cabrío ([tragos] y [oedia]). Tiene una estructura específica que consiste de un prólogo, el parodos, los episodios, estásimos y el éxodo. Su protagonista tiene virtudes heroícas y sin embargo es un personaje que no acepta su destino, por lo cual desafía al oráculo, resultando siempre en situaciones patéticas y trágicas. En la comedia existe una alternancia de recitados y cantos del coro parecida a la de la tragedia. En contraste debemos resaltar que la estructura de la comedia debe poseer el agón (combate del que el héroe resulta triunfante) y la parábasis (cuando los integrantes del coro se quitan las máscaras y avanzan hacia los espectadores). Aristóteles define la tragedia como la mímesis de una praxis de carácter elevado y completo, con cierta extensión, en un lenguaje agradable, llena de bellezas de una especia particular según sus diversas partes. Mímesis hecha por personajes en praxis, moviendo a compasión y temor, provocando catarsis en el espectador. Mímesis (imitación): El actor griego trata de hacer presente al personaje que encarna viviéndolo a fin de conseguir que los espectadores simpaticen con él. Imitación de una praxis (acción): Se trata de imitar las acciones trágicas, pues son éstas las que definen al personaje, y no a la inversa. La praxis (acción) de la tragedia: La acción de la tragedia toma cuerpo en la materia mítica. El mito es un relato ya estructurado, universalmente válido, al que los géneros artísticos podrán concretar según sus formas de expresión. La tragedia es la forma más patética de todos los géneros artísticos, pues su final es siempre fatal y catastrófico. Sin embrago, no todas las tragedias provienen de la mitología. Metabolé (cambio de fortuna): Una de las proposiciones de la acción trágica debe implicar un cambio de situación en la suerte del héroe o de varios de los personajes trágicos. La metabolé más bella es aquella en la que el personaje que sufre este cambio no es ni excesivamente virtuoso ni un malvado; pues en ninguno de estos casos el espectador sentiría compasión, ni presentaría rasgos humanos asimilables. Las razones de la metabolé: Hamartía, una opinión errónea que puede conducirnos a determinadas acciones equivocadas resulta de una falta de conocimiento indispensable, aquel necesario para tomar una decisión totalmente correcta. Este cambio brusco también es conocido como peripecia. La finalidad de la tragedia: La catarsis por medio de la compasión y del temor. Por compasión o piedad podemos entender la emoción que el hombre experimenta ante la desgracia del personaje trágico; y por temor el miedo a que esa desgracia, propia de la condición humana, pueda sucedernos también a nosotros los espectadores. Compartimos todos las mismas virtudes y los mismos defectos.