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LA SIRENA

Recuerdas a la sirena- me dijo Gustavo cuando salíamos del trabajo, es verano y quería tomar
algo en un bar muy cerca de la oficina, Gustavo se queda callado después de preguntarme por
la sirena, son las ocho de la noche y habíamos tenido un día muy difícil, éramos amigos e la
universidad y habíamos entrado a trabajar al mismo banco. Gustavo me mira con su porte de
hippy de los sesenta, pero ahora con el pelo corto y la corbata siempre muy ajustada.

¿Recuerdas a la sirena de Víctor Larco, tenía buenas tetas verdad?- me dice Gustavo con su
forma de hablar con las erres pronunciadas.

¿Te refieres a la sirena que estuvo cerca de iglesia de Fátima, la que quitaron hace unos años?,
si era muy bonita, y es verdad tenía buenas tetas.- le digo a Gustavo esperando si mi repuesta
le convence.

¿Porque la habrán sacado? Era grande pero no incomodaba tanto, de seguro fueron los de la
iglesia, como joden.- me dice Gustavo con pena en sus palabras.

Bueno y a que debe eso de la sirena, acaso la extrañas,- le digo para cerrar la conversación.

Al llegar al bar, nos sentamos muy cerca a la entrada, el mozo viene con sus cara llena de sudor
y secándose las manos en el pantalón, le pedimos cervezas extrajeras, Gustavo odia las cervezas
nacionales dicen que son amargas y que el trujillano piensas que así deben saber las cervezas de
todo el mundo. Cosa que siempre me lo hace recordar e insúltame por ser unos de los que
prefiere el amargor nacional.

Sentados Gustavo hace el ademan de tocarse la nuca, es como un tic que hace siempre a pesar
de que se cortó la coleta después de la graduación, pero parece que aun la extraña.

Esa sirena era muy grande, pero me gustaba, estaba en toda la avenida y daba gusto manejar
por ahí, y levantar la vista y ver a esa mujer con los brazos levantados y los pechos desnudos
dándote la bienvenida al distrito,- me dice Gustavo subiendo un poco la voz creyendo que por
el ruido de la música no lo escucho.

Parece que estas como melancólico por la sirena, seguro te hace recordar a teresita, sabes
recuerdo mas el día que la sacaron, creí que la gente se opondría pero nadie lo hizo, hasta les
pareció bien- le digo a Gustavo mirando el reloj de reojo, porque ya me quiero ir.

Si recuerdo ese día, llegaron con sus grúas y sus palas, el alcalde muy feliz y los periodistas más.
Como que todos estaban contentos porque retirarían a la sirena, ese día vi a la sirena hasta un
poco triste.

Las cervezas se terminan, hago de nuevo el ademan de que miro el reloj, y le digo que tengo que
irme que mañana llega Matilde e iré a recogerla.

Ah tu noviecita regresa de Arequipa- me dice Gustavo- es bonita, como todas las de veinte años,
ya tendrás a una de tu edad, el amor te revelara que lo bonito se termina antes de los treinta.-
se levanta se truena los dedos y se dirige a la caja.

Ya en la calle me despido de Gustavo le digo que lo veré el lunes y que si tanto le gusta las sirenas
o busca algo parecido, teresita me parece que tiene el cuerpo de ella- Gustavo ríe y otra vez se
toma la nuca.
Al llegar a casa ya son las diez de la noche y escucho un ruido dentro. Me asunto y quiero salir
corriendo pero me detengo puede ser el gato vagabundo que se mete a buscar comida, ya me
había asustado otras veces. Entonces abro la puerta y veo a Matilde con su short negro y mis
sandalias para la ducha, tiene el pecho descubierto.

Que sorpresa, le digo. Y la abrazo y la beso. Siento su piel fría.

Llegué hace una hora y quise darte la sorpresa, tal vez cocinar algo mientras llegas pero me dio
flojera, entonces estaba a punto de tomar una ducha. Me dice Matilde mientras me toma de la
mano y me dirige a la habitación.

Acostados veo que está más hermosa hasta parece de menos de veinte años, tiene el cabello
perfumado y su piel es como tocar un gato bebe, me acerco a sus pechos y sin quererlo pienso
en la sirena. Me sorprendo un poco, no había tonado la similitud pero viendo de cerca son
iguales y si soy más específico podría decir que la sirena de Gustavo seria Matilde.

Después de hacer el amor, Matilde me pregunta si pedimos comida, que se muere de hambre
que solo encontró café en la cocina y un gato sucio.

¿Recuerdas a la sirena?- le pregunto a Matilde, esperando que ella me diga que no, porque
seguro fue muy joven cuando la sacaron.

La sirena,- me pregunta extrañada- te refieres a la sirena que dicen que la quitaron por que
causaba muchos accidentes. Creo que hicieron bien. Me dice mientras se dirige a la ducha.

Accidentes, no creo- le digo -¿pero no la extrañas? era bonita y media como cuatro metros, era
todo un monumento, literalmente. Ella me mira con los ojos achinados.

Mi madre dice que no debió estar ahí. Y yo creo lo mismo, creo que la virgen que pusieron en
mas representativa- no vendrás hace calor, me grita desde la ducha.

La virgen que pusieron ahí, ni siquiera le ponen flores, la sirena atraía más atención creo yo.

Ya deja de pensar en ella que si quieres verla está en la playa oxidándose y muriendo.

Lo había olvidado, después de que la quitaron, fue llevada a la playa diciendo que harían un
bulevar que ese es su lugar cerca del mar. Pero no es cierto ella está sola, con los brazos
levantados como pidiendo ayuda y la piel descascarada. Se le nota el esqueleto y sus pechos se
han caído. Y Matilde dice la verdad esta muriendo y siento pena la misma pena que tiene
Gustavo.

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