Está en la página 1de 5

MEMENTO MORI

No experimentamos la muerte, sino a los muertos… Thomas Macho

Estoy acostado, todavía tengo los ojos cerrados, sumido en la semipenumbra de mi habitación puedo sentir
por un leve cambio en la densidad de la oscuridad que los ases de luz se filtran poco a poco por los
resquicios de la ventana que da al fondo de la casa (ahí puedo imaginar los arboles en la neblina matinal, el
rocio sobre el césped cayendo, el muro de ladrillos regulares que separan mi patio del contiguo, puedo ver, s
se puede decir, o bien imaginar ver, la enredadera que cubre el mural de un extremo a otro, bordeado de
plantas en una linea que recorre el terreno de un extremo a otro).. puedo adivinar que amanece, lo siento, lo
percibo. Los sonidos del dia que invaden subrepticiamente, primero por los sentidos, después (poner cuales
sentidos ojos olor oído).. me turba una imagen, algo que nace desde un pasado remoto, vivido, imágenes que
poco a poco forman la materia siempre imprecisa de un recuerdo, la conciencia siempre confusa del pasado..
Luego en sentimiento inquietante, extraño después. Es él, ahora lo sé. Es por a oscuridad que lo he evocado.
Porque asi yo lo imaginaba, lo pensaba. Sumido en la soledad de su habitación, sumido en la oscuridad,
recordando…

Entre el espanto, entre la nada, entre el paso del tiempo inevitable, entre el devenir del acontecer, irremisible,
que se precipita hacia lo incierto. A esa hora de la mañana cuando los primeros rayos de la aurora van
cortando perpendicularmente las cimas de árboles, ciudades y puertos, haciendo emerger de la masa amorfa,
monótona e indistinta de la oscuridad, las primeras formas concretas y palpables de esto que hemos dado en
llamar, por no tener un mejor nombre, el mundo. El sol, ese astro amarillo y cegador, cuyos ases de luces nos
invaden desde el horizonte, se mezclaba con el rocío de la mañana, produciendo ese vaho húmedo que se
filtra en la tierra, en la carne, en la vida, causando una sensación de vértigo particular, de ser, en la unidad de
lo múltiple, parte del todo.

Recuerdo abrir los ojos en la oscuridad de mi habitación, sentarme en la orilla de la cama, confundido,
todavía perplejo por ese estado de conciencia donde sueño y vigilia se confunden. Y el cuerpo que pone en
funcionamiento la compleja maquinaria muscular permite desplazarme, casi autómata, por el espacio. Y la
mente todavía acosada por imágenes que incoherentes al principio, poco a poco van tejiendo la materia,
quizás indescifrable o cifrable en parte, de un sueño.

Ahora lo veo, claramente, lo veo. Intento reproducir su respiración, me agito primero, luego, despacio, inhalo
y exhalo, lentamente, puedo sentir como el aire se expande en mi pecho. Es el último estertor, es el instante
último. En mi mente se repite su nombre una y otra vez. Y junto al nombre, ahora, el recuerdo de su rostro,
que me impele, como una inmóvil estatua de piedra, que cautiva mi mirada, que me doblega a la vez que me
inhibe.

Ahora lo veo, claramente lo veo. Es la alta noche, el tiempo es calido, arriba, un cielo lleno de estrellas
titilantes. Afuera se pueden oír los grillos, y el leve rumor del viento al chocar con las hojas de los árboles.
Es la alta noche, y él esta desvelado. Hace rato que apagaron las luces del salón, y todos los demás están
dormidos. Los escucha respirar, los siente cerca suyo. Solo él y su conciencia, en ese hospicio que a través de
los años, demasiados ya, ha sido su morada, desde que se quedo solo y nadie, nadie, y digo nadie en el
mundo piensa en él, salvo yo que lo evoco, como un recuerdo que nace desde el pasado remoto, y lo traigo
como quien dice, al presente.

Y yo me pregunto: ¿Y que es un recuerdo? ¿Un conjunto de imágenes en constante transformación que la


memoria retiene, supuestamente, debido a una carga afectiva que la mantiene en el tiempo? O bien
¿imágenes que entrañan algo oculto, enterrado, cuyo significado nos escapa? ¿Significado que sugiere mas
bien, no tanto un sentido de esas imágenes, sino aquello que se enraíza en lo profundo, en el fondo, de algo
inacabado, voluble, de lo que esta perpetuamente siendo? ¿El ser? ¿La conciencia? No se, pero se esconde,
sin epifanía o revelación, y no deja de sobrevenir, de retornar, de manifestarse…

Ahora lo veo, claramente, lo veo. Esta sentado en la orilla de la cama, levemente la espalda inclinada hacia
adelante, sus músculos atrofiados apenas sostienen su cuerpo, una masa de carne y hueso palpitante metido
en la noche, su mano tiembla, sus ojos ensimismados se funden en la oscuridad vacía, las arrugas de su rostro
se dibujan con el pálido resplandor de la luz de la luna que entra perpendicular desde la ventana, su aliento
leve, escaso, y entrecortado agita una angustia que lo invade todo. Lo veo, y sospecho que recuerda. Desde
hace mucho tiempo todas sus noches son así, el mismo insomnio, la misma sensación, los mismos recuerdos.
Sumido en ese trance de lenta y absurda espera, todavía no lo acepta, por eso sufre. Y su memoria es un
martirio que repasa toda su vida, lentamente. Se que piensa y se consuela, lo conozco, que ese ultimo
momento es en realidad la libertad ansiada y final.

+++++++++++++++
Ahora lo veo, claramente, lo veo. Su cuerpo postrado en la cama, de sabanas blancas, algo sucias y
desvaídas, manchadas con sangre y líquidos corporales. Los ojos desorbitados, la desesperación, un grito
ahogado en su garganta, las ganas de gritar mi nombre, el delirio, la fiebre, y las ganas de tomar mis manos
con sus manos, manos tísicas, consumidas, manos pálidas, azuladas, con venas hinchadas, negras, gruesas,
surcándolas. Su boca contraída por un gesto indecible, una baba espesa y blancuzca discurría por las
comisuras de sus labios. Y el temblor de su cuerpo, y los latidos de su corazón, ese vértigo interior que lo
convulsiona todo, y esas ganas de gritar mi nombre, de llamarme, de decirme algo, que sea importante, que
me salve o me guíe, una confesión o una advertencia quizás, no lo se, algo nada mas, de verme por ultima
vez. Cuando llegué, él ya se había ido. Su cuerpo tieso, extrañamente tenso en la cama, sus ojos bien abiertos
que parecían mirarme, su cabeza levemente hacia un costado, su piel fría y gris, el espanto y la pavura. Todo
su cuerpo lívido, pétreo, anulado, negado, no-viviente, tan lejos de mi, tan fuera de mi, tan exterior y
ausente, tan distante de la vida. Todo él era un reclamo.

++++++++++
Ahora lo veo, claramente, lo veo. Se que recuerda, lo conozco, su pensamiento repasa su vida. Se en que
piensa, muchas veces me lo ha contado. Es un hombre que en el medio de la noche, insomne, se pone a
recordar. Es verano, el apenas tiene 11 años de edad, el sol que apenas despunta al alba posa sus primeros
ases de luz sobre las plantas de tomates que él debe regar, como lo hace todas las mañanas….
+++++++++++
Recuerdo una tarde, a esa hora, molesta del ocaso cuando las sombras comienzan a
cubrir lentamente la superficie del cielo y caen densamente sobre las cosas del mundo
volviéndolas vagas, indefinidas. Recuerdo esa tarde, claramente la recuerdo, era yo
apenas un niño entonces. Recuerdo estar parado inmóvil cerca del alambrado que
dividía el patio vecino del nuestro, y de súbito como si fuese abruptamente arrancado
de mi ingenuidad, me ví contemplando, estupefacto, el cielo. De todas la veces que
pude haberlo visto, fue esa la primera vez que li miré, enorme, infinito, total y
cóncavo. Fue también esa la primera vez que me sentí distinto, extrañado, separado
de la materia concreta y de los objetos gravitantes, quiero tal vez decir, de repente
tuve la pánica sensación de ser yo, un cuerpo intruso, expulsado, a la vez que ajeno a
la vital e incomprensible sensación de estar en el mundo. Experimente la conciencia
imprecisa y difusa de ser yo, y allá afuera, exterior y ominoso, señalando mi
insignificancia, el cielo en tinieblas que lo cubría todo.

Porque estas imagines impresas en mi memoria, el sol la tierra la mañana los tomates,
yo, estando, ahí, inexplicable. Que significan? Porque esas imágenes vienen a
concentrar un sentir que acompaño toda mi vida, siendo incluso aun muy chico, la
inquietante extrañeza de estar, así, vivo, sin comprender ciertamente, nada, sin
sospechas de un mas allá de este desconcierto, escéptico, que invade todo y me borra
como algo insignificante.

Y ahora no estoy mejor, no soy un superado, eso, persiste, como un núcleo, duro,
fijado, en la realidad ¿Realidad? Lo innombrable, que resiste, ahí, afuera, en el caos,
en lo uno y múltiple, de lo visible, y también, dentro, en mi, el horror, como una
huella, un vestigio, de lo que es sin mas, lo incierto. Y ahora, de repente, patético,
absurdo, la muerte, es decir, la muerte sin más… O sea, soy conciente, ahora, me
muero, y aun así nada ha cambiado ni cambiará, ninguna revelación, que logre
arrancarme de la incertidumbre, pero hay paz, la siento, en mi, fluir, crecer,
gobernarme. Y lucido soy, es sorprendente, me admiro, he logrado vivir como parecen,
ellos, otros, antes, decir, entre los vivos, al parecer, y también he sabido engañar,
mentir, ilusionar, pretender, fingir, y lo mas importante de todo, olvidar, he sabido
olvidar, pero al final, lo que se dice al final: nada, absolutamente nada, nada en
absoluto, es decir, el origen…

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Solemos pensar que morir es un acto intrascendente, carente de toda interioridad debido a que manifiesta la
precipitación del sujeto a la nada primordial, o sea, a su borramiento en tanto ser viviente de la faz de la
tierra. Pero yo me pregunto qué nos deja la muerte a los que quedamos. Si el transito por la vida es la tierra
baldía, sin sentido, la desaparición del otro vendría a confirmar es espanto y la pavura…

FIN: hoy como él antes, yo también soy un hombre que se pone a recordar, pero ahora el esta muerto, y yo
mas que nunca concientemente vivo…

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Me preguntaba ahora que él ha muerto ¿Qué es? ¿Quién es? Nada. Nadie.
Solemos engañarnos al pretender escapar de la angustia que nos ocasiona la vislumbre de nuestra propia
muerte, al intentar pensarla como un suceso impersonal e impropio, indeterminado en el tiempo, factible
como posibilidad y aplazada en el tiempo futuro. Pero sucede, a decir verdad, todo lo contrario. Es la
muerte…
+++++++++++++

Y ahí estaba, sentado entre todos los demás viejos, tomando su mate cocido, los olores de la cocina…. Y yo
posaba mi mirada sobre ellos, que veían mi juventud, azorados, no podía mas que quedarme, perplejo, ante
lo que esas miradas significaban. Tuve que mirarme mis manos repetidas veces para darme cuenta que no era
ellos, sino yo, porque a veces solemos ser lo que miramos, o también ser las miradas que nos transforman
que no eran estas sus manos (manos tísicas, consumidas, pálidas, manos azuladas, con venas hinchadas,
negras, gruesas, surcándolas) que no se evidenciaba en mi la vejez de ellos, aunque como ellos también el
tiempo nos marcaba el paso a todos por igual, y nos aúna en un mismo plan común. Donde el paso de las
edades no es mas que la concreción de la inevitable muerte que pretendemos disimular con engañosas
evaciones…..

++++++++++++++++++
Pero si recuerdo la mesa llena de papeles y las estanterías que nos rodeaban recubiertas de ellos, con las
hojas veteadas de un amarillo pálido por el polvo y el paso de los años, por el vaho que envolvía la
habitación, y el eco de nuestras voces que repetían palabras en latín (cita), y el olor a galletitas de agua y
mate cocido.
Pero si recuerdo sus ojos con los parpados que semicubrían como si derritiesen lentamente sobre ellos, el
fulgor opaco ya de años de sus ojos, el contraste de su algarabía, la del instante. Pero si ahora lo veo
claramente lo veo, languidecer lentamente como si sus células de secasen súbitamente, y su piel desgastada,
ajada, y arrugas surcándole su rostro. Hoy, yo que no soy creyente, ruego al reino de los cielos, si es que
existiese, que tu pobre alma pueda escuchar mi plegaria y puedas oírme desde un allá en esta noche que
derrama su oscuridad dentro de mi.
la cadenciosa mirándome desde mas ya mi
sonrisa de las siempre corazón del
aguas a través del túnel postrer día
o tu inmovilidad de las hojas, atiende el vuelo,
abandonada. a través de los sin mirar las alas.
árboles Francisco de
El tiempo ido bajo los que te Quevedo
será un torrente recuerdo ++++++++++++
amenazando la paseando. ++++++++++++
placidez de la +++
mañana El poder de la Esta noche
y se sucederán los evocación solo: el alma
días y las noches te habrá llena de infinitas
enturbiando la suplantado, amarguras
límpida aurora y la sustancia de y agonías de la
de tu pulso y de las cosas muerte
tu presente. no será sino separado por ti
sueño, quimera, misma por el
Ya la paloma no extraño resultado tiempo,
será de una reacción por la tumba y la
sino el trasunto química distancia,
de un aleteo macerada con el por el infinito
blanco, tiempo callado negro
el sol, la cabellera de campanas que donde nuestra
rubia silenciaron los voz no alcanza,
de una mujer siglos. mudo y solo,
entrevista en el por la senda
bosque, caminaba...
el mar, mil y se oían los
caracolas sonoras ladridos de los
pobladas de perros a la luna
barcos varados en a la luna pálida
los arrecifes, y el chillido de
la puerta de tu las ranas.
casa, José Asunción
mil jazmines Silva
empapados de Cómo de entre ++++++++++++
noche y mis manos te ++++++++++++
Cuando pase el oscuridad. resbalas! ++++++
tiempo OH, cómo te Veo en tus ojos
los cristales rotos Ya nada será sino deslizas, edad como la muerte
de la memoria el recuerdo, mía! me alcanza
nos ofrecerán mil sino el olvido, Qué mudos pasos Veo en tus ojos
mundos sino la presencia traes, OH muerte entre la
donde recrear las sutil fría, desaparición y la
vivencias y los que nos provoca pues con callado permanencia,
olvidos. un reflejo. pie todo lo extinguirme
Ya no serás sino igualas! Me alejo de la luz
Quizás, las mil imágenes Feroz, de tierra el para hundirme en
ensimismados que fuiste, las mil débil muro la penumbra
en el azul silencio manos que ví día escalas, Y caigo a un
del recuerdo, tras día, en quien lozana abismo más
no oigamos el ya no serás sino juventud se fía; oscuro que la
zumbido de los tus ojos eternos noche entre
insectos,
caminos inciertos
e incognoscibles
Y sombras que
esperan al otro
lado de la vida
Y una noche se
que volveré como
recuerdo de lo
que no fui para
aquellos a los que
una vez supe
amar, sobre
vivientes de mi
Alguna noche,
ésta quizás,
vendrá ella toda
de sombras y
silencios con su
cancelación de
posibles ahoras
para eternizar la
nada, dejare de
ser…

Para German: Por


todas las tardes…
Por
que te has ido…
Por
que estas
muerto…
Por
que te recuerdo…
Por
que no te quiero
olvidar…

También podría gustarte