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Notas introductorias sobre la vida y la obra de Platón

Prof. Dr. Alejandro G. Vigo

-1) Vida de Pl.: fechas importantes

-Nace en 428/7 a. C. en Atenas; descendiente de una familia aristocrática, adinerada y


participante en la política y el gobierno de la ciudad.

-ca. 407 conoce a Sócrates y se une al círculo de sus “discípulos” o seguidores.

-399 tiene lugar el procesamiento, la condena y el ajusticiamiento de Sóc., experiencia


determinante para el futuro y la carrera filosófica de Pl., pues a partir de ahí comienza a
producir su obra escrita. Los primeros diálogos (Apol., Critón) giran en torno al hecho
histórico del juicio y la condena de Sóc. Otros diálogos posteriores como el Fedón están
conectados también de modo directo con la condena de Sóc., tanto por su situación
dramática (diálogo en la cárcel con los discípulos mientras espera a que se pueda dar
cumplimiento a la condena), cuanto por su temática (problema de la inmortalidad del
alma).

De hecho, el influjo de la figura de Sóc. sobre Pl. fue tal que éste no sólo se dedicó a la
filosofía a imitación de su maestro y dejó de lado la (promisoria) carrera política a que lo
tenía destinado su familia, sino que, además, convirtió a Sóc. en el personaje y la figura
protagónica de la mayoría de sus obras y, de ese modo, puso en su boca (ficcionalmente)
gran parte de su propio pensamiento filosófico. Sólo en los diálogos tardíos y de vejez la
figura de Sóc. pierde protagonismo, ya porque deja de ser el interlocutor principal del
diálogo (p. ej. Parm., Sof., Pol., Timeo) o bien porque desaparece de la escena (Leyes).

-395-4 después de una estadía en Megara, junto al filósofo Euclides, inmediatamente tras la
muerte de Sóc. (contacto con el pensamiento eleático-megárico), cumple su servicio militar
en la guerra contra Corinto.

-ca. 387, aunque tal vez ya en 389-8, realiza el primer viaje a Sicilia (Tarento, Siracusa, Cire-
ne?, Egipto?) traba amistad con Arquitas y Dión. De este viaje procede, pues: 1) el contac-
to directo con el pensamiento pitagórico (que influyó fuertemente en el de Pl., como se ve,
p. ej. en el Fedón); y también 2) el conocimiento con Dión y, a través de éste, con Dioniso
II, el posterior tirano de Siracusa que luego encabezaría el intento de reforma política en el
cual Pl. se vio infortunadamente involucrado.

A la vuelta de este viaje, y entre otras cosas como reacción a la influencia de la escuela de
retórica fundada por Isócrates, funda en Atenas la Academia.

-367 ingresa Aristóteles a la Academia, donde permanece 20 años hasta la muerte de Pl.

-367-6 o tal vez 366-5 realiza el 2o. viaje a Sicilia. Dioniso II, rey de Siracusa recién accedido
al trono, lo invita, impulsado por su primo Dión (amigo de Pl. del primer viaje), a viajar a
Sicilia para dirigir y llevar a cabo el proyecto de reforma política, basado en la concepción
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filosófica de Pl. (que por entonces ya había escrito la Rep.). La cosa no funcionó, por diver-
sos motivos: 1) Dión carecía de la suficiente influencia sobre Dioniso II y éste no tenía un
interés muy serio en reformar nada (menos que nada su propio modo de vida); 2) el propio
Pl. carecía, a pesar de su edad (casi 60), de toda experiencia en la praxis política, pues, de-
cepcionado por la dictadura de los treinta (donde participó su tío Critias) y por el partido
aristocrático, primero, y por la democracia (ajusticiamiento de Sóc.), después, había termi-
nado por apartarse completamente de la cosa pública y dejado de lado la promisoria carrera
que lo esperaba por su origen noble y por el deseo e influencia de su familia.

-361-0 a pesar del primer fracaso, vuelve a ser “invitado” por Dioniso II, que lo extorsionó
amenazándolo con hacer daño a su amigo Dión para forzarlo a volver a Siracusa. 3er. viaje
a Sicilia. Esta vez fue con sus dos discípulos más avanzados, Espeusipo y Jenócrates,
formando una suerte de delegación oficial de la Academia. La reforma no sólo volvió a fra-
casar, sino que, además, terminó prácticamente con la detención de Pl., que sólo logró es-
capar a duras penas. A su ida, se desataron en Siracusa enfrentamientos en los que Dión
terminó derrocando a Dioniso, que fue finalmente asesinado, tras sangrientas revueltas. Es-
te final, obviamente, ya no tenía nada que ver con la utopía de reforma filosófico-política
soñada por Pl. y, de hecho, le pesó todo el resto de su vida, tanto más, cuanto miembros de
la propia Academia se involucraron en la revuelta y los crímenes (asesinato de Dioniso por
Calipo, un discípulo de Pl.).

Muchos intérpretes explican el tono amargo y desesperanzado que suele aflorar en algunos
pasajes de las últimas obras, especialmente en Leyes (desengaño de la política y desespe-
ranza acerca de la capacidad del hombre para orientar la historia hacia el bien), como un re-
sultado de la amarga experiencia del 3er. viaje a Siracusa.

-354 muere Dión.

-348-7 muere Pl., a los 80 años.

-2) Obra

-a) El corpus

-En el corpus platonicum tenemos conservados 43 escritos o, mejor, títulos (pues algunos de
esos títulos como las Cartas y las Definiciones, abarcan un conjunto de escritos): 36 de
ellos están ordenados en 9 grupos de 4, denominados “tetralogías”, y los 7 restantes fueron
colocados como “apéndice” a las tetralogías, pero no integrados en ese ordenamiento, pues
ya desde antiguo fueron considerados apócrifos (así, p. ej., las Definiciones y 6 breves diá-
logos: De iusto, Demódoco, Sísifo, Eryxias, Axioco, Amantes).

-Esta división no quiere decir, sin embargo, que todo lo contenido en las nueve tetralogías sea,
sin más, auténtico, pues dentro de ellas hay escritos que, aunque antiguamente se conside-
raron auténticos, hoy son tenidos por apócrifos o dudosos. P. ej. diálogos como Alcibíades
II, Hiparco, Amantes, Theages, Clitofón y Minos son tenidos hoy, de modo prácticamente
unánime, por apócrifos; otros como Alcibíades I, Hipias Menor y Epínomis son considera-
dos como altamente dudosos en cuanto a su autoría por Pl.; y, por último, las Cartas (con-
tenidas en la tetralogía IX) son consideradas, casi en su totalidad, como apócrifas, con ex-
3

cepción de la famosa Carta VII, cuya autenticidad es todavía hoy objeto de debate entre los
filólogos.

-b) Las tetralogías

-El ordenamiento de los escritos de Pl. en tetralogías es muy antiguo. Diógenes Laercio (s. III
d. C.) 3, 56 parece sugerir que habría sido un tal Trasilo, astrólogo y filósofo de la corte del
emperador Tiberio (s. I d. C.), el primero en clasificar y editar de ese modo los escritos.
Sin embargo, como se ha enfatizado últimamente, de una observa-ción del tratadista latino
Varrón (s. I a. C., contemporáneo de Cicerón) en De lingua latina 7, 37, quien cita el Fe-
dón con el giro “Plato in quarto” (i. e. en el cuarto diá-logo de la tetralogía I), surgiría que
el ordenamiento en tetralogías existía ya antes de Trasilo. Sea como fuere, es claro que se
trata de un ordenamiento muy antiguo.

-El criterio que subyace al ordenamiento en tetralogías así como las razones del agrupamiento
concreto que se ha dado a los escritos distan de ser claros y no siempre son fáciles de ver.
De hecho, parece haber más de un criterio en juego, es decir, se combinan o alternan crite-
rios temáticos, cronológicos, metodológicos, etc.

-c) Títulos y subtítulos; clasificación metodológico-temática

-Los escritos de Pl., en su inmensa mayoría diálogos (con excepción de Apología y las Cartas
y las Definiciones) fueron conservados, además del título, con un subtítulo que indica algo
acerca del contenido (p. ej. “acerca del amor”, “acerca de la retórica”, “acerca de la valen-
tía”, etc.), y también con un adjetivo que indica el géne-ro de la obra según una clasifica-
ción metodológica de los sectores y problemas propios de la filosofía (p. ej. “ético”, “ma-
yeútico”, “ejercitativo”, “político”, “físico”, etc.).

Así, p. ej., un diálogo como el Fedón aparece titulado en forma completa como sigue:
Fa…dwn, perˆ yucÁj, ºqikÒj, es decir: “Fedón, acerca del alma, ético”.

(-Es difícil y, de hecho, imposible saber con seguridad quién colocó estos subtítulos e indica-
ciones clasificatorias. Pero no hay duda de que remontan no al propio Pl. sino a posteriores
editores de sus obras, posiblemente, de época bastante posterior, es decir, no discípulos di-
rectos de la Academia, sino filólogos alejandrinos. Sin embargo, ya Calímaco (ca. 300 a.
C.) cita en su Epigrama 23 el Fedón como el “escrito acerca del alma”, lo cual podría tal
vez hablar en favor de la antigüedad de, al menos, los subtítulos o de algunos de ellos. Con
todo, no puede descartarse que esto sea una mera referencia obvia al contenido del escrito,
y no a un subtítulo ya formalmente colocado.)

-d) Nota sobre el citado de las obras de Pl.

-La obra de Pl. se cita universalmente según la paginación correspondiente a la editio prin-
ceps, realizada por el eminente humanista y filólogo renacentista Henricus Stephanus (s.
XVI; su nombre original es Henri Estienne y vivió entre 1528 o 1531 y 1598).
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-La edición de Stephanus contiene cinco columnas designadas por letras (a, b, c, d, e). El
citado se realiza indicando simplemente: página de Stephanus, letra correspondiente a la
columna y, eventualmente, número de línea; p. ej.: Fedón 58a9. No es necesario indicar el
tomo de Stephanus, aunque algunas ediciones críticas (p. ej. Burnet y la nueva edición pa-
ra la colección Oxford Classical Texts, actualmente en curso) colocan al inicio de cada diá-
logo la indicación correspondiente (p. ej. St. I).

-3) Cronología y periodización de los diálogos

-a) Historia y estado de la cuestión

-Ya desde la hermenéutica romántica (Tennemann, 1792; Schleiermacher, 1804) se intentó


fijar la cronología de los diálogos y correlacionarla con la vida del autor. En 1839 K. F.
Hermann estableció una correspondencia de conjunto con la vida de Pl. Hermann distin-
guió (en forma bastante obvia):1) un período socrático de juventud, 2) un período dialécti-
co (coincidente con la época de los viajes) y 3) un período constructivo (durante la activi-
dad en la Academia). Sin embargo, este modo de atacar la cuestión no llevó a resultados
definitivos, pues se propusieron muchos modelos alternativos del desarrollo espiritual y li-
terario de Pl. (En cierta forma, algo análogo a lo que pasó – y sigue pasando – desde la
aplicación del método genético-evolutivo a Aristóteles por W. Jaeger.)

-Lo cierto es que el carácter de los escritos de Pl. (estilo y género literario) así como el hecho
de tratarse casi siempre (salvo Leyes) de textos publicados por el autor en vida, es decir, de
textos terminados y fijados definitivamente en un cierto momento, permitieron enseguida, a
diferencia de lo que ocurre con Ar., otro tipo de abordaje, mucho más objetivo, para fijar la
cronología de los escritos, a saber: el método conocido como estilometría. La estilometría
constituye un método que apunta a la fijación cronológica del orden de los escritos a partir
de la observación y releva-miento estadístico de determinadas peculiaridades estilísticas
y/o puramente forma-les e incluso fonéticas (p. ej. evitación del hiato).

-Los iniciadores de esta línea de trabajo fueron L. Campbell (1867) y W. Dittenberger (1881)
en Inglaterra y Alemania, respectivamente. Ambos partieron de un hecho bien establecido
por la tradición, a saber, que las Leyes es la última obra de Pl., dejada inédita y aparente-
mente no del todo concluida. Esto es cosa sabida desde antiguo e informada por Diógenes
Laercio 3, 37, entre otros. Las Leyes es una obra que presenta determinadas peculiaridades
de estilo y/o lengua cuya ocurrencia puede fijarse estadísticamente (p. ej. evitación del hia-
to, preposiciones en anástrofe, etc.) Luego, una vez obtenidas y relevadas determinadas ca-
racterísticas formales o estilísticas tomadas como pautas indicativas, se intentó ver qué pa-
saba con ellas en los demás diálogos: el resultado fue que las mismas características se en-
contraban claramente en la serie Sof., Pol., Tim., Critias, Fil., mientras que en los demás
diálogos no.

-Este mismo método fue posteriormente desarrollado y perfeccionado por filólogos como
Ritter, von Arnim, etc. y llevó, finalmente, a una determinada división cronológica de toda
la obra de Pl. (En un principio hubo objeciones al método de parte de quienes lo miraban
con escepticismo. Pero Ritter lo aplicó en 1903 a escritos de Goethe de datación conocida y
logró, sobre esa base, ordenar convincen-temente algunos textos que habían sido trasmiti-
dos como anónimos.)
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-En la actualidad, este tipo de metodología se ha perfeccionado aún más y refinado enorme-
mente a partir de la aplicación de computadores. P. ej. filólogos como Thesleff y, sobre to-
do, Brandwood, especializados en lexicografía platónica, han hecho de este modo grandes
aportes y avances. El método es tanto más objetivo, por cuanto apunta a características irre-
levantes desde el punto de vista del contenido como, p. ej., la evitación del hiato, la alter-
nancia dÁlon Óti / dÁlon æj o las partículas empleadas en respuestas afirmativas, etc. Sin
embargo, el método presenta algunos flancos débiles: p. ej. no puede tomar en cuenta ade-
cuadamente el manejo consciente del estilo (un escritor tan brillante como Pl. pudo haber
imitado cons-cientemente en la vejez su propio estilo temprano, etc.), y subestima la posi-
bilidad de manejar conscientemente los aspectos puramente formales.

-Como quiera que sea, y sin negar los enormes avances producidos por su aplicación, el méto-
do estilométrico no es la solución de todos los problemas de detalle y sólo permite (lo cual
es ya mucho) una clasificación general de los diálogos en grandes períodos o series, bastan-
te segura. Con todo, subsisten problemas concernientes a la ubicación relativa de los dife-
rentes diálogos dentro de cada una de esas series. Algunos diálogos son, en este sentido, es-
pecialmente problemáticos y todavía hoy hay polémica acerca de su datación relativa. Así,
p. ej., sobre todo respecto de Crát., Fedro y Tim. (este último, a mi juicio, con menos fun-
damento objetivo y, más bien, por razones cuasi-ideológicas, ya que su datación es, a todas
luces, más segura).

-Además del método estilométrico, hay otros puntos de partida para establecer el ordenamien-
to cronológico de los diálogos, basados en las referencias que Pl. mismo incluyó en sus o-
bras, ya i) a otras obras suyas, ya ii) a sucesos o circunstancias históricas externas cuya fe-
cha es conocida. Al caso i) lo denominamos ‘datación basada en referencias internas’, al
caso ii) ‘datación basada en referencias externas’. Bajo ii) entra también el caso en que otro
autor nos informa que Pl. escribió o publicó tal obra en tales o cuales circunstancias, antes
o después de tal otra: p. ej. tenemos informes de escritores antiguos que nos dicen que Pl.
dejó las Leyes inconclusas al morir y que la obra fue editada póstumamente por su discípu-
lo Filipo de Opunte (así en Diógenes Laercio, etc.).

-i) Datación por referencias internas

-Respecto de referencias internas de Pl. a sus propias obras, tenemos dos casos en los que Pl.
mismo establece una determinada secuencia, a saber: la serie Rep.-Timeo-Critias, a la cual
se iba a añadir un diálogo no escrito finalmente cuyo título presumible era Hermócrates,
por un lado; y, por otro, la serie Teet.-Sof.-Pol, a la que posiblemente iba a añadirse un diá-
logo luego no escrito titulado Filósofo. Esta segunda serie es, toda ella, posterior al Parm.,
diálogo al cual se alude en Teet. 183e.

-Estas secuencias indicadas por el propio Pl. nos ofrecen una datación relativa de los diálogos
mencionados, es decir, un orden de la secuencia de unos respecto de otros. Pero, obviamen-
te, no nos dan una datación absoluta, es decir, no nos dicen cuándo escribió Pl. cada uno de
ellos, ni tampoco nos dan plena seguridad de que en medio de los diálogos mencionados
por Pl. mismo no haya que poner eventualmente otros que él mismo no menciona: p. ej. sa-
bemos que Rep. precede al Tim., pero sería un error inferir, sobre la base de la secuencia
establecida por Pl., que Tim. fue escrito inmediatamente después de Rep., ya que entre am-
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bos media mucho tiempo (más de quince años, con seguridad) y hay que intercalar varios
diálogos. En el Tim. Pl. menciona la Rep. porque en la ficción del diálogo la conversación
sostenida en el Tim. se sitúa al día siguiente de la charla que constituye el contenido de la
Rep. Pero en la realidad, como dije, hay unos quince años, al menos, entre ambos diálogos.
De hecho, las dos series mencionadas por Pl. mismo deben ser intercaladas, de modo tal
que la serie entera Parm.-Teet.-Sof.-Pol. se sitúa entre la Rep. y el Tim.

-ii) Referencias externas

-A diferencia de las internas, las referencias externas pueden sí proveer una datación absoluta,
al menos aproximativa, de la obra en cuestión En el caso de Pl. tenemos unas pocas refe-
rencias externas de este tipo. Así, p. ej.:

-a) la Apol. de Sóc. tuvo que ser escrita después del año 399, en que tuvo lugar, según sabe-
mos, el juicio y condena de Sóc. (terminus post quem);

-b) el Menéxeno tuvo que ser escrito después (poco después) de 387, ya que remite expre-
samente al tratado de paz de Antialcidas, que data de esa fecha (post quem);

-c) el Teet. menciona la muerte de Teeteto, persona que da nombre al diálogo, muerte que,
como sabemos por otras fuentes, ocurrió en la batalla de Corinto en 369 (post quem);

-d) por último, sabemos, como se dijo ya, por diversas fuentes que a su muerte en 347 Pl.
dejó inconclusas las Leyes, de modo que su redacción data de la última fase de la vida del
autor (ante quem).

-b) Ordenamiento de los principales diálogos

-Sobre la base de todos estos datos y de los avances de la investigación estilométrica y estadís-
tica se ha llegado hoy a una cierta representación de conjunto del orden cronológico de los
diálogos que, más allá de discusiones de detalle acerca de la ubicación relativa de algunos
de ellos, puede verse en líneas generales como aceptada. En forma de cuadro:
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Ordenamiento de los diálogos


(según Görgemanns, p. 44 ss. con leves modificaciones).

I. Diálogos tempranos tras la muerte de Sócrates, 399 a. C.

Apología Proceso de Sócrates (1)


Critón

Protágoras
Ión
Hipias mayor Diálogos de Sofistas (2)
Hipias menor
Eutidemo

Laques
Cármides
Eutifrón Diálogos de Definición (3)
Lisis
Rep. I (Trasímaco)
1er. Viaje a Sicilia, 387 a. C.
Gorgias
Crátilo Otros (4)
Menéxeno tras 387 a. C.

II. Diálogos de Madurez

Menón
Fedón Diálogos de Transición (5) (T. de las I.)
Banquete

República
Fedro Diálogos Medios (6) (Crítica a T. de las I.)
Parménides
Teeteto tras 369 a. C.

III. Diálogos Tardíos o de Vejez


tras 2do. viaje a Sicilia, 367-5 a. C.
Sofista
Político Diálogos Críticos (7)
Filebo

Timeo
Critias Diálogos Cosmológico-Políticos (8)
Leyes dejado inconcluso 347 a. C.
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-Este cuadro presenta un ordenamiento general de los principales diálogos, que combina
criterios cronológicos y temáticos del siguiente modo: los grandes períodos marcados están
divididos por criterios cronológicos; dentro de cada período, sin abandonar el criterio
cronológico, prima el criterio de parentesco o semejanza de contenido. (El ordenamiento se
basa en el propuesto por el prof. H. Görgemanns en Platon, Heidelberg 1995, con leves
modificaciones.)

-c) Comentarios al ordenamiento de los diálogos

-1) Diálogos vinculados con el proceso de Sócrates

-Apol. y Crit. tratan el comportamiento y la figura de Sóc. como paradigma ético. En el centro
del interés está la situación histórica de la condena, y no tanto problemas teóricos de la é-
tica.

-Apol. debió de ser compuesta antes del 393, pues no toma en cuenta la Acusación contra Só-
crates del sofista Polícrates, publicada en ese año.

-2) Diálogos de sofistas

-tienen la estructura básica de un debate elénctico o refutatorio entre Sóc. y uno o varios sofis-
tas (sin embargo, Ión es un rapsoda) se discute sobre temas particulares, que eran objeto
habitual de las discusiones de los sofistas: p. ej. en Prot. el tema es virtud y educación; en
Ión, la poesía y la inspiración poética; en Hip. may. lo bello; en Hip. me. la mentira; en Eu-
tid. la técnica de los sofismas erísticos.

-3) Diálogos de definición

-se discute la esencia de determinadas nociones particulares, tomadas del ámbito de la ética;
se emplean métodos eléncticos de discusión, y el debate suele tomar la forma de repetidos
intentos de dar definición, que sucesivamente se corrigen, mejoran o simplemente se des-
cartan por inadecuados. El diálogo suele terminar en aporía, sin resultado positivo concreto
acerca de la cuestión central discutida. Así, p. ej.: en Laques se discute la valentía; en Cár-
mides la templanza; en Eutifrón, la piedad; en Lisis la amistad o el amor; en Rep. I (Trasí-
maco), la justicia.

-Los métodos e intentos de definición típicos de este grupo reaparecen, desde luego, también
en los demás grupos.

-4) Otros (transición)

-Se trata de obras peculiares, difíciles de integrar en un determinado grupo.


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-El Gorgias constituye una amplia discusión acerca de la esencia de la retórica, que conduce a
un debate acerca de la justicia y termina en un rechazo de la retórica y la política ateniense
de la época. Fue escrito poco después del 1er. viaje a Sicilia (389).

-El Crátilo aborda el problema de la esencia del lenguaje a partir de la polémica entre natura-
lismo y convencionalismo.

-El Menéxeno presenta un epitafio que pronuncia Sóc. como ‘discurso oficial para los caídos’,
el cual constituye, paradójicamente, una pieza magistral del tipo de retórica condenada en
el Gorgias. Esto tiene posiblemente un significado irónico-paródico, tanto más cuanto que
Pl., en un evidente (y en él rarísimo) anacronismo claramente intencional, pone a hablar a
Sóc. en la ficción con ocasión de un hecho histórico posterior en mucho a su propia muerte,
ya que el discurso está fictivamente situado en el 386, 13 años después de la ejecución de
Sóc!

-5) Diálogos de transición (período de madurez)

-Están ya claramente vinculados con la formulación de la llamada ‘teoría de las Ideas’.

-El Menón plantea, a partir de la pregunta de qué es la virtud, toda una discusión acerca de si
ésta es o no enseñable y, en general, acerca del conocimiento y su origen. No aparece toda-
vía explícitamente la referencia a las Ideas, pero hay pasajes que apuntan ya muy claramen-
te en esa dirección (en particular, el ejemplo referido a la ‘esencia’ de la abeja en 72a-d); y,
además, aparece formulada la ‘teoría de la reminiscencia’, contraparte gnoseológica de la
‘teoría de las Ideas’ y, en conexión con ella, se alude a la problemática de la inmortalidad
del alma.

-El Fedón está centrado directamente en el problema de la inmortalidad del alma, aludido en
el Menón. En favor de la inmortalidad del alma se ofrece una serie de argumentos, que son
discutidos, criticados y evaluados en su alcance. Se introduce ya claramente la referencia a
las Ideas y, en conexión con ello, teorías referidas a la naturaleza de la explicación causal y
al método hipotético de conocimiento basado en la introducción de Ideas en función de hi-
pótesis.

-El Banquete es, junto al Fedón, la más vívida representación de la personalidad de Sóc; in-
troduce el tema central del ‘amor’ (platónico) y lo conecta con la temática de las Ideas.
Aparece aquí el motivo del ascenso impulsado por el ‘deseo’ o ‘amor’ de la belleza, que
culmina en el clímax de la contemplación de lo ‘Bello en sí’ (la llamada ‘dialéctica ascen-
dente’).

-6) Diálogos medios (período de madurez)

-En este grupo, el centro lo ocupa la Rep., que, según se sospecha (con base muy dudosa, a sa-
ber: el aserto de que recién después de los 50 años los regentes deben ser iniciados en la
teoría de las Ideas, cf. 540a; es decir, se argumenta, Pl. no la habría podido escribir antes!),
habría sido escrita en 375. Se trata, como es sabido, de un libro de gran aliento, compuesto
con enorme arte, en el cual Pl. trabajó, evidente-mente, largo tiempo (la posterior división
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en 10 libros se debió evidentemente a razones de técnica editorial, lo cual produjo algunos


cortes y transiciones violentas). El libro presenta una suerte de ‘suma’ de la filosofía del Pl.
maduro: abarca temas que van desde la ética, la política, la psicología y la educación, pa-
sando por la teoría del arte y la religión, hasta la ontología, la gnoseología y la metafísica.
El libro I, que abre la discusión, goza de una cierta independencia literaria respecto del res-
to; lo más probable es que originariamente haya sido concebido (y al menos, en una prime-
ra versión, redactado) como un diálogo socrático (probablemente el “Trasímaco”) acerca de
la justicia.

-El Fedro, obra cuya datación relativa es aún discutida, complementa en aspectos importantes
la psicología de Rep. y provee, sobre esa base, una nueva solución de algunos problemas
ético-psicológicos planteados ya en los diálogos socráticos (p. ej. fundamentalmente el pro-
blema de la incontinencia y la paradoja socrática ‘nadie hace el mal voluntariamente’).
También presenta anticipos de la concepción cos-mológica tardía, que aparece luego desa-
rrollada, de un modo elaborado, en Tim. y Leyes X.

-Los dos últimos diálogos del grupo, Parm. y Teet., inician una serie de escritos críticos en
torno a la teoría de las Ideas, la cual continúa en los escritos de vejez. El Parm. desarrolla
de modo detallado y magistral prácticamente todas las dificultades y paradojas involucra-
das en la formulación clásica de la teoría de las Ideas. En la segunda parte del diálogo se o-
frece una investigación dialéctico-conceptual según el modelo de la dialéctica eleática.

El Teet. aborda la cuestión del conocimiento, centrada en la pregunta de ‘qué es la ciencia’.


La cuestión del conocimiento se aborda con especial consideración de tesis de tipo subjeti-
vista-sensualista como la que, en la interpretación de Pl., habría sos-tenido Protágoras.

-7) Diálogos de crítica a la teoría de las Ideas (vejez)

-Este grupo, dentro del período de vejez, incluye diálogos en los que la teoría de las Ideas es
sometida a crítica o revisión o bien, como en Fil., no directamente empleada como recurso
explicativo. Este grupo continúa la fase crítica iniciada con Parm. y Teet., pero hay entre
ambos grupos una clara cesura estilística, debida con toda probabilidad a la larga interrup-
ción de la actividad literaria de Pl. por causa del 2do. viaje a Sicilia: este grupo de obras se
ubica, por cierto, después de ese viaje.

-Es difícil resumir en pocas palabras el contenido de estos complejos y profundísimos escri-
tos. En Sof. y Pol. hay ciertas afinidades claras de temática y método. Sobre todo, aparece
aquí extensamente desarrollado el método dialéctico de división, vinculado de modo direc-
to con el desarrollo de una teoría de la definición (que será la base de la elaborada luego
por Ar.). Esta teoría de la definición y el método de la di-visión parecen vinculados con una
nueva versión de la teoría de las Ideas, en la cual se trata de interrelacionar las diferentes
Ideas y concerbirlas como articuladas en una cierta totalidad con algún tipo de orden jerár-
quico (series de géneros y especies, géneros supremos) (cf. Sof.).

-El Pol. ofrece, además, ciertas nuevas ideas acerca del estado, la política y el sentido del de-
venir histórico, que aportan perspectivas en parte diferentes de las de Rep. y que apuntan ya
a concepciones desarrolladas más tarde, en Tim. y, sobre todo, Leyes.
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-El Sof., además del método de división, presenta el desarrollo de una nueva versión de la
teoría de las Ideas. Pl. introduce la famosa concepción de los ‘cinco géneros supremos’ (an-
tecedente de la concepción de las categorías en Ar., en opinión de muchos), y trata de dar
cuenta de la interrelación y mutua referencia de estos géneros entre sí y también respecto
de las demás Ideas.

-El Fil. es un diálogo también riquísimo y complejo que se centra, sobre todo, en el examen
de la naturaleza del placer, y que introduce un esquema explicativo basado en dos princi-
pios – el límite (péras) y lo ilimitado (ápeiron) –, el cual no sólo parece retomar la concep-
ción ontológica tradicional pitagórica sino que, en opinión de muchos intérpretes, aludiría
de modo más o menos directo al “sistema ontológico” de principios desarrollado por el úl-
timo Pl. y conocido bajo el nombre de “las doctri-nas no escritas”. En todo caso, gran parte
de la polémica respecto del Fil. tiene que ver con la cuestión de cómo se relaciona el siste-
ma explicativo introducido en este diálogo con la teoría de las Ideas, pues tal relación no es
de ningún modo obvia y no hay una apelación expresa, por lo menos en el modo habitual, a
la teoría de las Ideas.

-8) Diálogos sobre la teoría de las Ideas, cosmología y política (vejez)

-Este grupo incluye las tres obras que, con seguridad, son las últimas de Pl. Se ca-racterizan,
sobre todo en el caso de Tim., por un retorno de la teoría de las Ideas en su forma clásica.
También retoman los temas políticos al estilo de Rep. y presentan (sobre todo, el Tim.) la
dimensión cosmológica del pensamiento de Pl., hasta allí sólo preanunciada por algunos
mitos (cf. especialmente Fedro y Pol.).

-En Tim. se presenta una cosmología completa y detallada. El mundo es presentado como un
ser viviente, inmortal, dotado de cuerpo y alma: se introduce la noción crucial de ‘alma del
mundo’, destinada a hacer plausible una explicación teleológica de la naturaleza. Esto se
retoma luego en Leyes X.

-El Critias es la continuación inconclusa del Tim. Presenta, como continuación del relato cos-
mológico, una narración de la historia (mítica) de la Atenas primitiva y la leyenda de la
Atlántida, con la pretensión (no cumplida) de llegar finalmente hasta la explicación de la
organización y situación de la Atenas actual en la época de Pl. partiendo de sus orígenes
más remotos (es decir, desde el mismo origen del mundo).

-Las Leyes (en 12 libros) es una extensa y minuciosa obra destinada a proveer, bajo la forma
de un código de leyes, los detalles de la estructura y organización de una ciudad a fundarse
(en la ficción) en Creta. Si bien describe también la estructura de un estado, contrasta con
Rep. por el hecho de que no apunta a esbozar un estado ideal, sino un estado ‘posible’ con
atención a determinadas circunstancias y condi-ciones fácticamente dadas: una determinada
época, en una cierta región geográfica, una población con determinadas características, etc.
Por la ausencia de carácter utópico-ideal y por el énfasis en la legislación y la reglamenta-
ción pormenorizada, muchos han visto en esta obra un reflejo del descreimiento del Pl. de
la vejez en torno a la política y, en general, a las posibilidades humanas dirigir la historia a
la realización del bien.

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