El graffiti como potencialidad urbana

Innumerables son los caso en los que a partir de una actividad graffitera controlada
se logra por medio de diversas gestiones la recuperación de espacios puntuales de la
ciudad. Estos eventos son organizados por los mismos organismos públicos o
privados y gestionan en las ciudades espacios, muros o edificios abandonados que
buscan ser mejorados estéticamente.
A partir de estas acciones de ceder espacios degradados para ser intervenidos de
forma controlada es que se logran desarrollar nuevas formas de enfrentar el graffiti,
ya no luchado y rechazándolo, sino amparándolo y controlándolo. Estas gestiones
centran su atención en las potencialidades de la actividad para emplearlas como
forma de mejoramiento y recuperación urbana. Sin embargo, no todas las acciones
gráficas urbanas son susceptibles a potencializarse y aprovecharse como formas de
mejoras. Por ejemplo ,en Perú, existe Proyecto Afuera. Es un encuentro de artistas
nacionales e internacionales con la finalidad de pintar murales en los lugares más
recónditos del país. Estos lugares están generalmente fuera del foco del arte y el
objetivo que se sigue es el de sensibilizar y lograr un impacto positivo en dichas
comunidades. Lugares destruidos por el terremoto del 2007 en pisco, centros
mineros e industriales olvidados, etc.

También existen innumerables casos en el que el graffiti convierte una calle en un

“museo a cielo abierto”. Esto puede implicar su aprovechamiento económico como
recurso de atractivo turístico. De esta forma logran convertirse estrategicamente
en puntos de flujo turístico joven, que además del consumo gratuito de imagen
urbana, logran el consumo de otros productos y servicios.

Además de ciudades españolas, la ciudad fantasma belga de Doel constituye uno de

los lugares favoritos para graffiteros locales. Un caso de puntos de flujo turístico es el
de centros urbanos enormes tal es el caso Buenos Aires.A partir de esto se organizan
emprendimientos privados, los cuales consisten en recorridos gratuitos en el que
entendidos del arte ensenan y explican las piezas del graffiti en barrios céntricos de
la capital argentina. Estos recorridos finalizan en la sede y galería de muestra donde
artistas urbanos exponen sus piezas en formatos adquiribles para el público.

El caso de Castrogonzaloes un ejemplo bastante relevante de cómo el arte grafitero

puede influir positivamente en el turismo. Este pequeño pueblo español de apenas
500 habitantes sufre los problemas de la ruralidad caracterizados por la
despoblación, el paro y la falta de actividades económicas. Sin embargo, ha sido a
través de los murales que el pueblo se ha hecho eco de su potencial turístico. El
artista pinta con una doble funcionalidad; el embellecimiento urbano y la
revitalización del municipio a través de la atracción de visitantes. Sus murales
reivindican el carácter rural del lugar. Muchas están relacionados con la agricultura,
la caza o la pesca, o bien con oficios y aficiones de los vecinos del pueblo.
El Callao, era conocido en el mundo por el contrabando de cocaína, la presencia de
crimen organizado y las bandas de narcotraficantes. Sin embargo, gracias a la
iniciativa privada “Proyecto Fugaz”, de un inversor y amante del arte israelí,
comenzó un proceso de gentrificación y renovación – renació el Monumental Callao.
A través del arte y la cultura, la transformación comenzó con unos pocos artistas
locales que rediseñaron varias paredes en el centro histórico – una alternativa a una
vida en el crimen y la violencia.
Vive esta experiencia todos los fines de semana. Las rutas salen desde el jirón
Constitución 250, Callao. El costo del paseo guiado es de S/20 por persona. También
se dictan clases de grafiti por unos S/40 y la tarifa incluye el circuito.

España fue uno de los países que más afectado se vio por el graffiti. Una de las
acciones principales fue la Ley Antigraffiti. Esta ley prohibe la venta de aerosoles a
menores de 21 años. Los comercios llevan registro de a quiénes se los venda. Si en
caso se vende, el vendedor recibirá una multa. Si los menores realizan actos
vandálicos como pintar propiedades privada, públicas o monumentos históricos, se
multará a los padres con el mismo valor que cueste la “reparación” de la estructura.
Sin embargo, tiempo después se mostraron fallas, puesto que proscribía una
manifestación tan activa y reactiva, contracultura, como es el caso del graffiti. A
partir de esto es que muchos jóvenes en su situación de sentimiento de marginalidad
y decadencia comienzan a modelar su espacio social. De esta forma, el graffiti
empezó a expandirse a una dimensión de carácter delictivo, desarrollado por
personas de mal vivir, pero que cuyo arte continuaba teniendo un altísimo valor
estético y comunicativo. Tras muchas imposiciones,multas, por parte del Estado
español obtienen una mayor agresividad y acción por parte de estos activistas. Esto
se explica por el comportamiento algo caprichoso o reactivo y que requiere un
control, pero que el sistema busca imponerse sobre el graffiti. De esta forma es que,
desde los gobiernos y municipios españoles, así como desde los mismos barrios, se
expresan nuevas actitudes de inclusión que logran abordar de forma integral parte
de las problemáticas de las gráficas urbanas. A partir de esto, se buscan
acercamientos extremos con las acciones y manifestaciones de las expresiones
gráficas, al proponer amistosamente ámbitos y espacios para su desarrollo
controlado.
Es así que en numerosos municipios, las mismas intendencias son las promotoras de
encuentros de arte callejero y otras expresiones, no solo con fines de lograr un
mejoramiento estético del paisaje urbano, sino también la inclusión y estratégica
regulación de estas actividades desde ámbitos oficiales. Además de las acciones de
recuperación y mejora en la imagen urbana, a partir de la intervención de sujetos
especializados en el arte urbano, foráneos o propios del lugar, este modelo de
gestión también busca la mayor inclusión posible, logrando amparar a una amplia
variedad de jóvenes graffiteros inexpertos