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Capitulo 6: Lo interpretable 129 presencia del rercero impone condiciones a la produccién del chiste, que no son requeridas por el sucfio. En el plano formal, en cambio, es posible notar un importante punto en comin entre el suefio y el chiste, que se expresa en el primer caso por la condensacién y en el segundo por la concisién, Esta concisién no es el resultado de un trabajo consciente, puesto que hemos visto que el chiste brota en la conciencia ya formado y revestido de palabras. Se tra- ta entonces de un signo de la elaboracién inconsciente experimentado por el pensamiento preconsciente, y que a continuacién es recuperado por lo consciente; esta claboracién con- siste en dejar caer algunos elementos y en sobredeterminar otros que son los tinicos que van a subsistir, y que a partir de ese momento van a tener una fuerza de impacto muy superior. Estas condensaciones son propias del juego infantil con los pensamientos, y s6lo posterior- mente el espiritu adulto tendr necesidad de sumergirse en el inconsciente para volverlos a encontrar. En conclusién, se pone de manifiesto que si los mecanismos de la interpretacién del sue- fo son igualmente aplicables al chiste es porque tanto uno como el otro reencuentran a su ‘manera el juego infantil con los pensamientos. En cambio, la intencién del suefio y la del chiste son diferentes, dado que, a pesar de sus disfraces, el suefio se mantiene como la expre- sin de un deseo y sirve para ahorrar displacer, mientras que el chiste es un desarrollo del go que busca “extraer una pequefia consecuencia de placer de la simple actividad ~caren- de toda necesidad— de nuestro aparato animico” (op. cit, p. 1131). 4. El sintoma Contrariamente a la psiquiatria, el psicoandlisis no se esfuerza en denominar los sinto- para insertarlos en los cuadros diagndsticos, sino que, sobre la base de la hipéresis de cada sintoma tiene un sentido y se relaciona estrechamente con la vida psiquica del 0, trata de interpretar ese sentido relacionandolo con la historia del sujeto suftiente. cién, aun cuando pueda decirse que viene “por afiadidura” (Lacan) y deriva del pro- interpretativo sin ser buscada como ral, es un objetivo de la cura aunque la nocién de mental” nunca haya sido definida de manera normativa en psicoanilisis, sino que nde mas bien a una flexibilizacién, a una distribucién de las elecciones que la enfer- habfa limitado o paralizado. “|...] el médico establece una precisa distincién entre conceptos y pretende que la desaparicién de los sintomas no significa, en modo algu- ‘curacién de la enfermedad. Mas como lo que de ésta queda, después de dicha des , es tan sdlo la faculad de formar nuevos sintomas” (Leceiones introduetorias al psi- cap. XXIII, op. cit., p. 2345). Definicitn del sintoma® sintoma es un proceso patolégico que modifica de manera inusual una funcidn, 0 ‘nuevo tipo de funcionamiento. La hipétesis fundamental en psicoandlisis es que “el 130 Parte II: Lo interpretable y la préctica de la interpretacion sintoma” serfa el signo y el sustituro de una satisfaccién pulsional que no ha tenido (op. cit., p. 2836) porque la represién ha transformado el placer esperado en displ sintoma, por lo tanto, proviene directamente de la mocién pulsional misma cuando afectada por la represidn, Finalmente, constituye otra forma de expresar esta mocién, lo cual se habla de sustituto, pero éste se encuentra no obstante muy disminuido, des do, inhibido, de manera que ya no es posible reconocer en él una satisfaccién. El sintoma pose otra caractertstica: la represién impide no solamente la satisfacciéa también la descarga hacia el exterior. El sintoma, de acuerdo con los términos empleados Freud, “se ve obligada a agorarse, provocando alteraciones en el propio cuerpo del sujetos vado de excenderse al mundo exterior, es impedido transformarse en accién” (op. cit, p- Sin embargo, si bien el sfntoma atestigua la victoria de la represidn y, por lo tanto, accién del Yo sobre «l dominio del Superyé contra el Ello, también muestra sus limites. efecto, una vez que el sintoma se ha constituido, actda independientemente de! Yo y de su control, de modo tal que este tiltimo lo experimenta como una presién absurda cor tra la cual nada puede hacer. Freud lo compara con un implante: “El sintoma [es] un cuerpo extrafio que manti incesantes fendmenos de estimulo y reaccién en el tejido en el que se ha alojado” (op. cits p. 2840). Lugar de satisfaccién susticutiva y de represién, expresién de la necesidad de satis faccién y de castigo, el s{ntoma aparece, dice él, como un puesto fronterizo ocupado por dos paises a la ver. EI Yo da la impresién de haberse adaptado a un sincoma (ver la “bella indiferencia” de las histéricas) ¢ incluso de gozar con las ventajas que el mismo le procuta bajo la forma del beneficio secundario de la enfermedad, beneficio que no solamente ayuda a la incorporacién: del sintoma sino que refuerza su fijacién, haciendo por lo tanto mas dificil su resolu- cién aun después de haber sido interpretado al enfermo. En El malestar en la cultura (1930) Freud lo va a expresar en estos términos: “los sintomas de la neurosis son en esencia satis facciones sustitutivas de deseos sexuales no realizados. En el curso de la labor analitica hemos aprendido, para gran sorpresa nuestra, que quiz toda neurosis oculte cierta cantidad de sen- timiento de culpabilidad inconsciente, el cual a su vez refuerza los sintomas al utilizarlo como castigo, Cabria formular, pues, la siguiente proposicién: cuando un impulso instin- tual sufre la represién, sus elementos libidinales se convierten en sintomas, y sus compo- nentes agresivos, en sentimiento de culpabilidad” (op. cit, p. 3063). 6.4.2. Ejemplos de sintomas Un sintoma nunca es directamente comprensible, porque generalmente se halla des- plazado con respecto a su estado primitivo, y ademas puede ser variable en cuanto a su for- ma, ¢ incluso ser intermitente. En funcidn de este hecho no se podria establecer a partir de fa existencia de sintomas diagnésticos psicopatolégicos sino que, en cambio, los mismos sin- tomas pertenecen a formas definidas y sefialables. Freud ha establecido su descubrimiento de los mecanismos inconscientes a partir del estudio de los sintomas histéricos y, en particular, de la histeria de conversién, La conver Capitulo 6: Lo interpretable 131 sién constituye el “salto” de lo psiquico a lo somatico, dificil de concebir, y Freud lo expli- cita al hablar de una transformacién de la energfa libidinal en inervacién somitica, Los sin- tomas més frecuentes de la histeria de conversién son la pardlisis motora, contracturas 0 acciones involuntarias, o inclusive descargas motrices o dolores. Ellos sustituyen a una exci- tacién perturbada y se fijan en la zona de cuerpo comprometida. De hecho, en los numerosos ejemplos analizados por Froud (cfr, Estudios sobre la his- veri), se constata que el sintoma va a fijar y mantener una movilizacién de energia en un punto preciso en el cual el cuerpo se veia implicado por una excitacién ¢ incluso por una accién: “Asi, comprobamos que en Ia situacién primitiva, en la cual tuvo efecto la represién, existia realmente el dolor que ahora se nos muestra como sintoma, y que las aluicinaciones de ahora fueron entonces percepciones reales. Por su parte, la parilisis motora no ¢s sino la defensa contra un acto que en dicha situacién inicial debié de haber sido realizado, y que, por el contrario, fue inhibido, Las contracturas corresponden, generalmente, a un despla- zamiento sobre un distinto punto del cuerpo de una inervacién muscular, propuesta en la situacién indicada, Por tiltimo, las convulsiones son expresin de una explosién de afecto que ha escapado al control normal del yo" (Inhibicién, sintoma y angustia, op. cit, p. 2848”). Pero para Freud todos los sintomas somdticos no son de naturaleza histérica, sino que algunos pervenecen a afecciones orginicas, y la distincién entre los dos no es facil de reali- zar. La sensacién de displacer que acompafia la aparicién del sintoma no es al respecto un indicio para la discriminacién, puesto que la misma se muestra variable de manera sor- prendente., Esté del todo ausente en los sintomas de pardlisis 0 de contractura, en tanto que en los sintomas intermitentes que involucran a la esfera sensorial aparece el dolor, a veces de manera muy viva. La otra gran categoria de sintomas, dejando de lado la angustia y la fobia, pertenece a la esfera de la neurosis obsesiva, En este caso, los sintomas presentan una forma negativa o positiva segiin sean una res- puesta a interdicciones o medidas de precaucién, 0 bien constituyan satisfacciones sustitu- tivas a menudo ocultas bajo una forma simbdlica, Pero incluso all el sintoma corresponde con frecuencia a estos dos aspectos a la vez. La forma de la interdiccién es la mds primitiva, pero muy pronto prevalece la satisfaccién. “La formacién de sintomas aleanza un triunfo cuando consigue amalgamar la prohibicién con la satisfaccién de una manera tal que lo que originalmente fue un mandamiento defensivo o una prohibicién adquiere también la sig- nificacién de una satisfaccién’” (ibid., p. 2848). All se pone de manifiesto una caracteristica de la neurosis obsesiva, que siempre deja mds lugar a la satisfacci6n susticutiva que a la frustracién, pero también es tipico el hecho de que ambas subsisten al mismo tiempo, y el sintoma, ademas de su significacién otigina- ria, tiene la de su contrario directo, De esta manera, es una manifestacion de que constitu- ye el terreno de un combate contra lo reprimido, combate que por lo general va en detri- mento de este tiltimo. Asi, cuando “El hombre de las ratas”3" lucha contra la idea de que la nifia que le interesa serfa més carifiosa con él si él sufriera la desdicha de la muerte de su padre, Freud le hace constatar que él no tendria que defenderse de esa idea, dado que apa- rentemenie no se trata de un anhelo... “Consideraba, pues —repuse— aquella idea con el mis- mo criterio que las autoridades aplican, como es generalmente sabido, a las ofensas verba- 132 Parte II: Lo interpretable y la practica de la interpretacion les al soberano, castigando lo mismo al individuo que dice: ‘El emperador es un asno’, que’ al que disfraza la injuria diciendo: ‘Si alguien dice que el emperador es un asno, tendré que’ vérselas conmigo”. Este caso clinico también permite establecer otra caracteristica importante del sintoma: el hecho de que el mismo reenvia 2 una multiplicidad de sentidos, y por lo tanto de inter pretaciones, El gran sintoma obsesivo del Hombre de las ratas, la obsesién de ser penetra- do analmente por ratas, evidencia asi, en el curso del andlisis, estar fuertemente sobredeter= minado, y es posible suponer que las significaciones simbilicas enumeradas por Freud estén lejos de ser exhaustiva “Las ratas adquirieron as{ la significacién de dinero, relacién que se mostré en la aso- ciacién Raten (plazos) a Ratten (ratas). El sujeto llegé a hacer de las ratas una verdade voluta para su uso personal, Por ejemplo, cuando interrogado por él le manifesté el mon- tante de mis honorarios por cada sesidn del tratamiento, la asociacién que a mis palabras’ surgié en él fue: “Tantos florines, tantas ratas’, asociacién que sélo seis meses después llegs a comunicarme. A este lenguaje quedé traducido paulatinamente todo el complejo econd= mico enlazado a la herencia de su padre. Esto es, todas las ideas pertenecientes a tal com= plejo fueron incorporadas a la obsesién con ayuda de la asociacién ‘ratas-plazos’ y someti= das a lo inconsciente, Esta significacién crematistica de las ratas se apoyaba, ademés, en la invitacién del capitan a deyolver el importe del envio postal con ayuda de la asociaci6n Spiel- ratte (“rat de jeu”: juego de rata), partiendo de la cual hallamos el acceso a la falta juvenil del padre” (op. cit, pp. 1469-1470). ‘Tanto en la histeria como en la neurosis obsesiva, los sintomas se originan en un con- flicto con las reivindicaciones del Ello, que se niega a abandonar sus objetos edipicos. La enfermedad est4 relacionada con la tentativa de escapar a la limitacién que simboliza el mito edipico de la castracién, y si ella hace de la castracién una amenaza actual ¢ incluso realiza- da, es para expresar por medio del sfntoma que el deseo no ha dado lugar a la interdiccién respecto de sus objetos originarios. 6.43. Mecanismos tipicas de la formacin de sinsomas En este aspecto también los sintomas van a ser diferenciados de acuerdo con las dos grandes categorfas de la histeria y de la neurosis obsesiva. En el primer caso, el sintoma apa- rece como una formacién de compromiso, una expresién por dos contrarios, como dice Freud, “matando, por asi decir, dos pajaros de un tiro”. En un articulo de 1908 sobre “Fantasfas histéricas y su relacién con la bisexualidad”2 Freud subraya “para la solucién del sintoma (...] nos son precisas dos fantasfas sexuales, de cardcter masculino una y femenino la otra, de manera que una de ellas corresponde a un impulso homosexual” (op. eit., p. 1352). Como regla general, el sintoma histérico se forma a-continuacién del abandono de una préctica masturbatoria ligada a un ensuefio diurno. Cuando esta actividad es abandonada, el ensuefio diurno subsiste pero se transforma en fan- tasma inconsciente, Este tiltimo constituye, segiin Freud, el estadio psiquiico que precede en forma inmediata al sintoma histérico. En la medida en que este tipo de sintoma es de natu- Capitulo 6: Lo interpretable 133 raleza somatica, se encuentran allf los rastros de sensaciones de antaflo, pero también iner- vaciones motrices que habjan acompafiado al fantasma masturbatorio cuando éste todavia era consciente. Sin embargo, el proceso puede efectuarse de acuerdo con modalidades complejas, con relacién a las cuales sefialaremos esencialmente que producen sintomas histéricos de com- promixo entre dos mociones pulsionales opuestas, una que expresa al componente de la pul- sién sexual y Ia otra que se esfuerza por reprimirla, El hecho de que el sintoma histérico deba ser interpretado como la reunin contradic- toria de dos fantasmas libidinales, uno masculino y el otro femenino, no contradice la dis- posicién general seguin la cual el sintoma expresa a la ver el deseo y su represién, sino que le otorga precisién. All{ vuelve a evidenciarse el funcionamiento fantasmédtico masturbatorio, segtin el cual el auror del fantasma se esfuerza por experimentar simulténeamente lo que sienten el hom- bre y Ja mujer en la situacién sexual imaginada. Freud da el siguiente ejemplo: “...] la enfer- ‘ma representa, simulténeamente, los papeles de los dos protagonistas de la fantasfa sexual subyacente [...] sujetaba con una mano sus vestidos contra su cuerpo (como la mujer obje- to de una agresién sexual) y con la otra mano intentaba despojarse de ellos (como el hom- bre agresor)” (ibid., p. 1353). Esta capacidad del sintoma de expresar dos mociones pulsionales contradictorias forta- lece a la resistencia, y por este hecho es necesario estar prevenido de que, si se ha analizado el enlace del sintoma solamente con una de las significaciones sexuales, se repite no obstante como si uno no hubiera hecho nada, dado que se apoya entonces en la significacidn opues- ta, escapando, escribe Freud, “como a una via paralela” (ibid., p. 1353). En la neurosis obsesiva, en cambio, en lugar de una formacién de compromiso, se asis- tea un funcionamiento bifésico del sintoma, y las dos tendencias contradictorias se satisfa- cen una después de la otra, no'sin tratar, por supuesto, de crear entre las dos un enlace légi- co, a menudo poco creible. Este funcionamiento responde a técnicas tipicas, una de las cuales es la anulacién retroactiva y la otra el aislamiento, La primera responde a una especie de magia negativa que consiste en anular la realidad de un acto, en hacer que no se produzca, No se trata, por lo tanto, de atenuar un acto o un pensamiento sino, de alguna manera, volver atrés y transformarlo en no producido. El céle- bre ejemplo aportado por Freud es el siguiente: “Otro paciente obsesivo me relaté una vez la siguiente anécdota: caminando un dia por los jardines de Schénbrunn le dio un punta- piéa una rama caida en el suelo, La recogié y Iuego la tité en el seto que orillaba el sende- to. Camino a su casa fue stibitamente sacudido por la inquietud de que la rama en su nue- va posicién pudiera sobresalir un tanto del seto y asi dafiar a alguien que pasara por el mismo lugar después de él. Asi las cosas, se vio obligado a abandonar el tranvia, volver répidamen- teal parque, encontrar el lugar y colocar la rama de nuevo en su posicién original; aunque, claro esti, que cualquier otro, a excepcién del paciente, verla que, muy al contrario, se hacta nds peligrosa a los transetintes en esta posicién que puesta en el seto. El segundo acto hos- til, que lo efectué movido por una compulsién, le fue tapado para su conciencia con razo- hes que pertenecfan en realidad al acto primero filantrépico”, en Andlisis de un caso de new- rosis obsesiva (“El hombre de las ratas”, pp. 1459-1460, n.° 3). 134 Parte Il: Lo interpretable y la practica de la interpretacion En este conflicto de ambivalencia amor/odio, se ve llevado por el odio, pero lo que resulta sorprendente es la manera en que el enfermo contintia y retoma un acto aparentemente insig- nificante, Freud va a subrayar que la compulsién de repeticién puede encontrar una explica- cidn en el sentido de que “Aquello que no ha sucedido como el sujeto deseaba que sucediera es deshecho por medio de su repeticién en forma distinta, acumuldndose toda una serie de moti- vos para continuar indefinidamente tales repeticiones” (Inhibicién, sintoma y angustia, p. 2853). La otra técnica, el aislamiento, consiste en establecer un hiato entre dos pensamientos actos, o incluso a continuacién de un acontecimiento desagradable. Esta ruptura puede estar cercana a fa amnesia, que permite poner fin a una impresién traumética, y Freud va a subra- yar que “El efecto de este aislamiento es entonces igual al de la represién con amnesia” (ibid p. 2853). También va a ser aislado todo lo indiferente y lo incongruente que podria per- turbar el curso de los pensamientos, pero sobre todo los elementos que inicialmente esta- ban asociados a aquello que de alli en adelante es necesario alejar. El aislamiento es, por lo tanto, una medida defensiva contra una tendencia regresiva que mezclaria, por ejemplo, la excrecién con Io sexual, o la ambivalencia filial con el sentimiento religioso. Sin embargo, cl aislamiento corresponde igualmente & un modo fundamental de defen- sa contra la relacién de objeto, tanto bajo su forma carifiosa como agresiva, dado que tan- to una como otra exigen un contacto, Este tiltimo, siendo corporal se metaforiza en rela- cién de pensamiento, peto responde al cardcter general de Eros, que “quiere el contacto, pues tiende a la unin, a la supresién de los limites espaciales entre el yo y el objeto amado” (ibid., p. 2854), De forma general, el sintoma se produce cuando la libido resulta insatisfecha por la rea- lidad, y se implica entonces en la via de la regresién, volviendo a encontrar organizaciones u objetos anteriormente abandonados. Pero cuando el Yo no acepta estas regresiones, nos encontramos en presencia de un conflicto. De otro modo, todo sucede sin neurosis y la libi- do obtiene una satisfaccién real, si no “normal”, escribe Freud, es decir, de acuerdo con lo que el Yo del sujeto tendzfa derecho a esperar. En caso de conflicto, a libido debe separarse del Yo, se sustrae a sus leyes, pero la opo- sicién que se levanta contra este objeto en el seno del Yo “Ia fuerza entonces a aceptar una forma expresiva transaccional, surgiendo asf el sintoma como un producto considerable- mente deformado de una realizacién de deseos libidinosos inconscientes” (Lecciones insro- ductorias al psicoandlisis, p. 2347). En este sentido, suftir un sintoma, estar “enfermo”, es tener que consagrar, en detrimento del resto de la vida, una cantidad considerable del esfuerzo psiquico a ejecutar actos nocivos 0 imuitiles, experimentados siempre con un sentimiento de pena ¢ incluso de sufrimiento. “Estar enfermo” aparece como un “concepto esencialmente practico” (ibid., p. 2346). 6.4.4, Las relaciones entre la formacién de sintomas y el desarrollo de angustia Freud atribuye a la angustia no el estatuto de un sintoma entre otros, sino, por el con trario, un lugar fundamental como problema capital de la neurosis, con relacién al cual la formacién de sintomas serfa una tentativa de dominio o de escapatoria. Capitulo 6: Lo interpretable 135 La angustia nace del desborde libidinal en el sujeto incapaz de dominar el flujo de exci- taciones, internas o externas, que a partir de ese momento se transforman en trauméticas??, El prototipo de la angustia es la del nacimiento. El sintoma, con relacién a la angustia, tie- ne una funcién de defensa, puesto que la liga, la contiene y le impide desarrollarse. En cambio, si se contrarresta la formacién del sintoma impidiendo, por ejemplo, un cere~ maonial obsesivo, la angustia se desarrolla y se vuelve intolerable, repitiendo la siruacién de peligro vivida cada vez que la tensién de la necesidad se acrecienta sin poder resolverse. “Lu el desarrollo de angustia es la reaccién del yo ante el peligro y constituye la seftal para la fuga” (pp. 2374-2375, ibid.), Esta situacién se anuncia al yo por medio de la “angustia sefial”, que actiia como un “simbolo mnémico” de una situacién pasada a punto de reproducirse y que debe ser evitada. El peligto es interno, y se trata de un peligro pulsional contra el cual no ¢s posible ninguna toma de distancia ni huida, como seria el caso de un peligro real, externo. El sintoma debe, por lo tanto, actuar dominando la energia pulsional, ofreciéndole un susti- tuto, De esta maneta es posible, entonces, suprimir la situacién de peligro. La formacién de sintomas tiene dos caras, escribe Freud: “Una que permanece oculta provoca la modificacién por la cual el yo se sustrac al peligro, y la otra, orientada hacia noso- tros, nos muestra lo que se ha creado en lugar del proceso instintivo afectado, o sea, la for- macién sustitutiva’ (ibid., p. 2375). El sintoma aparece entonces como la exteriorizacién de la neurosis, la cual reenvia al desarrollo de angustia. Sin embargo, tal como el mismo Freud lo manifiesta en 1926, las razones de tal desarrollo permanecen como misteriosas, como si en algunos sujetos las dife- rentes fases de desarrollo no permitieran cerrar y traspasar los peligros ya obsoletos™. “En otros términos, encontramos de forma imprevista el enigma que con frecuencia se nos plan- tea: {De dénde proviene la neurosis? ;Cual es su causa final y especifica? Después de déca- das de esfuerzos, este problema sigue estando ante nosotros del mismo modo que al comien- 20” (ibid., p. 2378). . 6.4.5. La interpretacién “histérica” de los sintomas Dado que los sintomas neuréticos poseen un sentido, se encuentran relacionados, al igual que los actos fallidos y los suefios, con la vida de las personas que los presentan, Sin embargo, no son directamente comprensibles para ellas. Freud cita el caso de una mujer que, tno obstante, descubrié por si misma el sentido de un extrafio sintoma que consistia en correr de una habitacién a la otra y después llamar a la criada con cualquier pretexto, Este ceremonial obsesivo reenviaba a la impotencia de su marido durante la noche de bodas, y al hecho de que éste habfa manchado con tinta roja la sdbana, avergonzado de su fracaso ante la criada que debfa hacer la cama. Habja pasado la noche corriendo desde su habicacién a la de su mujer, y ésta reproducta la escena, llamando a su ver.a aquella que se suponfa debfa descubrir las manchas de sangre. Este suceso correspondia a la madurez de la enferma y no a su infancia, lo cual hacfa més fécil su comprensién, La interpretacién de los sintomas no reenvia a un solo acontecimiento, sino que su for- ma estd en funcién de una serie de factores que se remontan a la infancia, ¢ incluso de pre- 136 Parte Il: Lo interpretable y la practica de la interpretacion disposiciones orgénicas, Esta es tambien la razén por la cual el trabajo analitico no se dedi- caa dilucidar los sintomas uno por uno, sino en un conjunto que necesita, en algunos momentos, abandonar un tema al cual es seguro que de todos modos se Ilegard abordando otros conjuntos de ideas. Sin embargo, si el sentido de los sintomas reside en las relaciones que presentan con la vida intima de los enfermos, también es necesario considerar la existencia de sintomas “tipi- cos” de una afeccién psicopatolégica determinada. Por otra parte, el psicoandlisis se guia por la presencia de tales sintomas para establecer, si no un diagnéstico, al menos una idea de conjunto, aun cuando la misma sea provisoria y susceptible de revelarse como incompleta con relacién a otros aspectos de la enfermedad mejor disimulados. Paralelamente a la interpretacién “histérica” que reenvia a uno 0 més acontecimientos, hay lugar para otro tipo de aprehensién del sentido de los sintomas a partir de su relacién con los simbolos*®, Freud sefiala especialmente que la equivalencia simbélica entre la cabe- zay el érgano genital masculino queda marcada en angustias tipicas de los obsesivos, con- cernientes a la decapitacién, temida por ellos més que cualquier otra forma de muerte. De manera menos dramética, muestran también una exacerbada sensibilidad al hecho de que los hombres saluden sacindose el sombrero. No obstante, el cardcter tipico de estos sinto- mas no hace de ellos una categorfa aparte, sino que conviene simplemente constatar que los acontecimientos a los que reenvian, y, por lo tanto, el simbolismo que expresan, pueden ser comunes a todos los hombres. Finalmente, los sintomas no permanecen siendo los mismos en un sujeto: evolucionan y se transforman, algunos desaparecen y en caso necesario hacen lugar a otros, Inclusive algunos pueden aparecer en el curso del anélisis cuando los afectos despertados por el mis- mo no Ilegan a las palabras, y cuando la cantidad de excitacién asi movilizada se convierte en sintoma. De todos modos, como lo sefiala Ferenczi: “El andlisis de estos sintomas tran- sirorios de conversién revela con frecuencia la existencia de acontecimientos semejantes en la vida del pacientes debemos averiguar asf en qué circunstancias se ha manifestado el sin- toma anteriormente”26, Estos s{ntomas transitorios pueden permitir la abreaccién de una cierta cantidad de excitacién, y tienen, por consiguiente, una funcién econémica. Mas alld de estas apaticiones temporarias, hay que considerar también la evolucidn de Jos sintomas. Freud habla del trasfondo histérico que es comtin a todos los obsesivos. Ferenc- Zi, por su parte, subraya que “es un buen signo cuando el obsesivo, en lugar de las ideas des- provistas de afecto, empieza a manifestar una emotividad histérica, y cuando el pensamien- to de la histérica se transforma temporariamente en una obsesién’2”, Asimismo, la frontera entre la neurosis y la psicosis no esté fijada en su totalidad, y pueden aparecer sintomas psi- céticos de forma transitoria en los neurdticos, del mismo modo que el futuro esquizofréni- co 0 paranoico ha comenzado presentando una especie de histeria de angustia, y ha encon- trado “una especie de autocuracién patolégica en un narcisismo exacerbado” (Ferenczi, ibid., p. 151). Para concluir, puede decirse que, cuando una parte de material preconsciente es arran- cada por la represién, puede sumergirse profundamente en el inconsciente, no obstante lo cual este material no deja de estar activo y de expresarse. Por el contrario, hay una constan- te presién de los retofios de lo reprimido hacia la descarga. Esta tiltima se obtiene parcial- Capitulo 6: Lo interpretable 137 mente bajo la forma alterada del sintoma, por lo cual no se puede interpretar al mismo sola- mente como una perturbacién o una disfuncién, sino también como una satisfaccién. De forma general, se puede decir que la neurosis es una solucién del conflicto psiquico. El concepto de curacién debe encenderse entonces como una solucién mejor en el plano eco- némico, es decir, el logro de una configuracién que restituya al sujeto la riqueza de sus poten- cialidades. Con el sintoma, en cambio, se asiste a una autocuracién patolégica, que puede per- manecer 0 no como un equilibrio inestable a lo largo de la vida de un sujeto, y que en caso necesatio le resulte menos peligroso que la biisqueda de un nuevo equilibrio por la via de la cura analitica. La reduccién de los sintomas no ¢s, por lo tanto, un fin en sf mismo, y la fina- lidad del andlisis slo puede concebirse de manera global. Como escribe Ferenczi®®: “La sepa- racién mucho més neta del mundo fantasmatico y de la realidad obtenida por el andlisis per- mite adquirir una libertad interior casi ilimitada, y asf, simulténeamente, un mejor control de los actos y decisiones; dicho de otro modo, un control mas economico y eficaz”. 6.5. Realidad y real 6.5.1. La realidad como prueba y principio Desde el principio®® Freud se ve confrontado a la cuestién de la diferenciacién entre percepcién, que implica un objeto exterior, y representacién, que solamente necesita una imagen mnémica, y el aparato psiquico no dispone de un criterio para distinguir una repre- sentacién fuertemente investida y la percepcién de un objeto satisfactorio. El riesgo vin- culado con tal falta de discriminacién es el de poner al Yo en peligro “cuando el yo, encon- trandose en estado de deseo, inviste de nuevo el recuerdo del objeto y pone luego en funcién el proceso de descarga, no pudiéndose alcanzar entonces la satisfaccién, porque el objeto no existe en la realidad, sino s6lo como un pensamiento imaginario” (0p. cit, p. 235). En el comienzo, en efecto, el aparato psiquico solamente conoce las experiencias de placer/displacer, en cambio, de forma secundaria las percepciones ligadas a objetos exte- riores estarén acompafiadas por una excitacién cualitativamente diferente de estas expe- riencias y van a provocar una descarga especifica que Freud denomina “sentido de calidad o de realidad”. Dado que en el aparato psiquico la recepcién constantemente repetida de cantidades endégenas de energia ha terminado por crear un grupo de neuronas cargadas de manera per- manente. Este conjunto de neuronas investidas cuyas relaciones mutuas son faciles, forma el Yo que va a disponer de una funcidn reguladora del pasaje de energia. Especialmente, “la inhibicién por parte del yo lleva a una moderacién de la catexia del objeto deseado, que per- mite reconocer a ese objeto como no real” (op. cit., p. 236). Freud busca aqui dar cuenta de la existencia de fendmenos como la alucinacién o el sue- fio, y lo hard en el capitulo VII de La interpretacién de los suerios, imaginando un esquema del aparato psiquico. El aparato, cuyas partes que lo componen son los sistemas, tiene una direccidén que va de una extremidad sensitiva a una extremidad motora. El sistema externo y superficial del aparato recibe los estimulos perceptivos pero no los retiene. En cambio,

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