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Reseña

LA METROPOLIS Y LA VIDA MENTAL POR GEORGE SIMMEL

GEORGE SIMMEL Fue un gran pensador urbano, tanto por su análisis como por
su expresión sencilla y comprensible del mismo.

George Simmel y su concepto de “Urbita” como hipótesis rectora en la


interacción entre individuo y sociedad. Y como el individuo tanto interna como
externamente se transforma en un ser moderno, capitalista. Indiferente, frio y
calculador debido a esa interacción con la metrópolis, que no hace otra cosa que
extinguir la individualidad de ese ser.

Su musa inspiradora fue el Berlín de finales del siglo XIX, que por su tamaño en
primer lugar y en segundo por la nueva personalidad de sus habitantes. Fue el
ambiente que género en Simmel la curiosidad y el análisis de dicha situación.

En la “metrópolis y la vida mental, Simmel da cuenta de un fenómeno: El


encuentro violento entre la interioridad del individuo y el mundo externo de la
sociedad y las ciudades. Y la generación de conflictos al hecho del individuo en
defensa de su autonomía e individualidad; en contra del poder coercitivo, directo
o indirecto de las fuerzas sociales

El siglo XVI, dejo una invitación y legado a liberarse del yugo del estado, religión,
moral y economía. El siglo XIX, además de exigir mayor libertad, demando la
especialización del hombre y de su trabajo.

El interrogante que hizo que Simmel escribiera “LA METROPOLIS Y LA VIDA


MENTAL” podría decir que fue: ¿Cómo se acomoda la personalidad y se ajusta
a las exigencias de la vida social.

Simmel tomo como herramienta el concepto “INTENSIFICACION DEL


ESTIMULO NERVIOSO”, que es la base sociológica, del intercambio continuo
de impresiones internas y externas. Para llevar a cabo, la diferenciación entre
alguien que habita en una metrópoli y alguien que no vive en ella. Esto podría
explicar el carácter”intelectualista” de las metrópolis, en contraproposición con el
de un pueblo o una ciudad pequeña; pero así mismo nos permitiría determinar
como una causa común son el fruto de experiencias emocionales
individualmente propias.

Las metrópolis al ser la sede de la economía monetaria por excelencia reciben


multiplicidad y concentración del intercambio económico, y por tal razón le
otorgan especial importancia a los medios que permiten dicho intercambio, el
ejemplo más claro es el dinero, que incluso dejo de ser un medio para ser
considerado a veces como fin último de una acción.
La anterior parte me recordó una frase: ”Quienes creen que el dinero lo hace
todo, terminan haciéndolo todo por el dinero” Voltaire.

El mundo actual en el que vivimos (capitalistas) seria para nosotros un tipo de


metrópolis que nos obliga a ver las cosas con ojos capitalistas aportando lo
subjetivo y sentimental del individuo y las cosas; y cambiándolo por una
perspectiva fría calculadora, interesada e incluso hiriente hacia los demás. Lo
anterior suena raro viniendo de una estudiante de economía, pero antes que eso
somos individuos que sienten y no podemos renunciar a nuestra condición
humana.

La puntualidad, la exactitud y el cálculo hacen parte de la vida, metropolitana tan


ajustada y sofocante; que tacha de ANOMICOS a quienes se resisten a ellos sin
tratar de comprenderlos.

Pero esos mismos factores que le dan su agrado de exactitud y precisión tan
minuciosa son también responsables de la estructura “IMPERSONAL” de las
metrópolis, y la actitud BLASSE de sus habitantes, que no es más que una
actitud de indiferencia hacia el cambio, en otras palabras, es la representación
de una economía monetaria completamente internizada, en donde la pregunta a
responder, por lo general es ¿Cuánto cuesta?

Pero como la vida es ironía, esas mismas cosas de la metrópolis actúan en su


contra al sofocar tanto a sus habitantes, algunos llegan al punto de quiebre, unos
oponen resistencia ante el atropello coertivo de las metrópolis y otros
simplemente buscan la forma de salir de ellas.

Entre los que oponen resistencia existen diferentes grupos, cada uno con su
propio escudo o sistema de defensa, existe el antipático, que se protege de dos
peligros de la metrópoli: la indiferencia y la extrema susceptibilidad a las
sugerencias mutuas. El asociado, que busca algo de libertad en un grupo
familiar o político, los partidos y asociaciones religiosas, entre otras.

De igual manera, alguien acostumbrado al ritmo de una metrópoli que por X o Y


circunstancia llega a un poblado, que no vive bajo el mismo rigor, y la
personalidad de sus habitantes es diferente; puede presentar dos opciones de
conducta, la primera adaptarse a su nuevo medio, y la segunda comportarse
como lo hacía en la metrópoli; pero esta vez siendo él una figura económica al
ambiente.

Parecería contradictorio el hecho de sentirse más acompañado en un poblado


chico, con menor número de habitantes; que en una metrópoli de grandes
dimensiones y con gran cantidad de habitantes, pero esa es una verdad que se
debe al carácter IMPERSONAL de la ultima. En donde, se ha perdido la
capacidad de actuar con espontaneidad, y se ha cambiado por una aversión
social hacia el prójimo y hacia la misma interacción humana.
La esencia independiente de la metrópoli es innegable, ya que sus
representantes son una incógnita mas en una ecuación, en la cual, lo
verdaderamente importante y constante es la extensión de las funciones, mas
allá, que las fronteras físicas incluso.

Hemos pasado de la lucha contra la naturaleza por la supervivencia, a luchar


entre nosotros por una “GANANCIA” y en ese proceso han surgido la división del
trabajo y la especialización del mismo y de los servicios. Encontramos una
nueva ironía, el hecho llamar la atención en medio de la metrópoli; por el lado
del PRODUCTOR (quien ofrece el bien o servicio), con productos “únicos” y por
el lado del CONSUMIDOR (comprador), busca que ese bien o servicio lo haga
espectacular (por no decir extravagante)

El desarrollo de la cultura moderna se caracteriza por la preponderancia del


llamado “espíritu objetivo”, sobre el “espíritu subjetivo”, razón por la que las
metrópolis promueven el impulso hacia la mas individual de las existencias
personales (sean exitosas o justificadas).

El trabajo especializado, en gran mayoría de casos termina en el


estrangulamiento de la personalidad individual; en donde el individuo pareciera
no ser más que un engranaje dentro de una gran maquinaria objetiva.

Lo más admirable como seres humanos es que a pesar de todo, no aferrarnos a


nuestra singularidad y particularidad a fin de preservar el núcleo más personal
posible.

BIBLIOGRAFIA

✓ La Metroplolis y la vida mental – Georg Simmel.

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