Está en la página 1de 74
LENGUA Y LITERATURA Los BIBLIOTECAS UNIVERSITARIAS del Centro Editor de América Latina pretenden poner alalcance delpiblico un ‘material de lecturacientifico de muy buen niveltedrico, que Cubra una ampli y cversficade gama de temas, problemas yymetodologias ypraporcione, almismo tiempo, una vision actual delas cisciplias abordadas. Se proponen legara pilbloos diferentes yespectficos: estudiantes de tercer nivel ~ universtarioso de protesoredo—, graduadosjévenes, ‘cuadros profesionales intermedios y otros sectores interesados. {Cudlesson los crterios a seguir para escribir lahistoria delaliteraturaatinoamericana? ¥ es mis qué entendemos por iteraturalatinoamericana? "América Latina no posee todavia unabistoria desu literatura que supere ls visionesfragmentarias 0 simplemente aditivas, enlas cuales iaunidad —yle compleje diversidad-— delcontinentesediluye enlasucesiva ‘consideracién de cada uno delos paises quela integran, © pierde su espeoificidaden el sometimlento los pardinetres fads paralas literatures europeas ona sujecién alos avatares dela istoria poltica. Evidentemente noes fécil resolver estos problemas yells se presentan como un Gesatio —y un lugar de encuentro—alareflexién de historiadoresycrticos. Para aborda y elaborarpropuestas teéricas y rmetodologicas concretasse realizé entreel3 yel6 de ‘octubre de 1983 ena Universidad de Campinas (Brasil, un segunda reunién —la primera fue en Caracas ~ de importantes especialistas en la dscipina, en el marco del Proyectode Investigacién de Historia dela Literatura Lationoamericana, patrocinada porla Universidad de Campinas, ls Universidad Simén Bolivar de Caracas, la Asociacién internacional de Literatura Comparade ya UNESCO. Crticos historiadores dels envergadura de Angel lama, Antonio Candido, José Luis Martinez, Rafael Gutiérez Girardot, Jacques Leenhardt, Ana Pizara, ‘Domingo Milian, Beatriz Sarlo, Carlos Pacheco y Roberto ‘Schwere, particparon en|a elaboracién de una respuesta Coherente como base paraarticular una historia de la Tteratraltinoamericana que tenga en cuentala dversidad cultural y deritmos temporsles, lossistemas de Coincidenciaseinterelaciones, el dinamismo entre ccontinuidadyrupturas, en uma, una historia de nuestra literatura conciente dela heterogeneidad osoncial que sustenta su discurso. LA LITERATURA LATINOAMERICANA COMO PROCESO A.CANDIDO, R. GUTIERREZ GIRARDOT, AL LEENHARDI, JL. MARTINEZ, D. MILIAN, C.PACHECO, A. PIZARRO, A. RAMA, B.SARLO, R. SCHWARZ COORDINACION DE ANA PIZARRO BIBLIOTECAS oe : UNIVERSITARIAS, Centro Editor de América Latina LA LITERATURA LATINOAMERICANA COMO PROCESO A.CANDIDO, R. GUTIERREZ GIRARDOT, JL. MARTINEZ, D MILANI, C.PACHECO, A. PIZARRO, A. RAMA, 4 LEENHARDT, B. SARLO, R. SCHWARZ ‘COORDINACION DE ANA PIZARRO BRLIOTECAS UNIVERSITARIAS Centro Editor de America Latina Este volumen rtea la taea levada acabo durante a ‘Segunda Reunign de Expertos que uvolugar en la Universidac de Campinas (UNICAMP),Grasi,enre aly e16 {octubre de 1983, palrocnada pola Universidad de ‘Campinas, Universidad Simon Bolivar ce Caracas, ‘Venezuela y la Asociacién Internacional de Literatura ‘Comparada (AILC), con el apoyo dela UNESCO. El culdado de esta edicin estuvo a cargo de Susans Zaneth Direccién: Amanda Toubes ‘Asesoramianto artstico: Oscar Oiaz Diserio etapa: Oscar Diaz Dlagramacion: Aero Ono, Siva Bases, Oe ‘Coordinacion yproducclén: NataloLukawecks, Fermin. Marquez, Esa Rando © 1985 Associaton pouretudesociocutrllo es Ars, des Literatures oe 'Amérqve Latine — Centra Editor de Amerea Latna rin $81, Buenos Ares Heche ol dapésito de ly. Libro de edicién argentina, Impreso fenmayo de 1985, Pioges interiors: compuesto en Impresiones Grafcas Tabaré SAIC, Erézcano 3188, Buenos ‘Airs: impreso en Leda Viel 1444, Buenos Ares: adernaco en Encuaderactn Su, Gare 60, eres SBN: 950 25 1309.6 A Angel Rama maestro que intentaba también junto a nosotros explicarse e continente Pretacio El volumen que hoy entregamos al publico constituye un intento de aproximacién al complejo problema de periodizar a literatura latino- ‘americana. En un libro anterior, al que hemos llamado Hacia una historia de la literatura Iatinoamericana tratamos los problemas que pareciera ne- ‘cesario considerar al pensar en una historia de nuestra literatura que se friente hacia un punto focal de articulacién de la realidad continental fen sus distintos niveles. Hoy abordamos el movimiento de fa historia li teraria en América Latina intentando agroximarnos ala temporalidad, al espesor, a la especificidad de sus modulaciones. ‘Las reflexiones que integran este volumen resultan de la tarea lleva. daa cabo durante una reunién patrocinada por la Universidad de Campi ras (UNICAMP), Brasil, la Universidad Simon Bolivar de Caracas (Vene- zuela} y la Asociacién Internacional de Literatura Comparada (AILC) con fl apoyo de la UNESCO, y realizado entre el 3 y 6 de octubre de 1983 en la UNICAMP., Participaron los investigadores Ange! Rama, Antonio Cén dido, Domingo Miliani, José Luis Martinez, Beairiz Sarlo, Roberta Sch warz, Jacques Leennarcit, Carlos Pacheco y Ana Pizarro. Estuvieron también presentes, parcialmente, Luis Lopez Alvarez, Fernando Nova: 8, Jorge Schwartz y Carlos Vogt, ademas de otros profesores y estu iantes de la Universidad de Campinas. Esta reunign inauguré la sequnda etapa del Proyecto de investiga: cidn "Historia de la Literatura Latinoamericaria” patrocinado por la ALC y apoyado también por la UNESCO. EI proyecto ha tenido su sede fen la Universidad Simén Bolivar, que ha proporcionado el apoyo institucional tanto para su puesta en marcha como para su realize ccién hasta la etapa actual. Deberios consignar también nuestro agra decimiento a la Universidad de Campinas por su colaboracién para este encuentro. Conocemos las dificultades que implica el desarroilo de un proyecto de investigacién en América Latina, tanto més cuando éste se situa en areas no prioritarias, como es considerada el area cultural. La reunién pudo llevarse a cabo gracias al esfuerzo realizado por nuestros, colegas Antonio Candido y Roberto Schwarz, a quienes hacemos llegar fen especial nuestro agradecimiento y a quienes sélo pademos retribuir 9 ‘con el convencimiento de que la empresa intelectual que impulsamos ‘88 un paso adelante para aquello que certeramente apunt6 Angel Rama al decir que “América Latina sigue siendo un proyecto intelectual van- {uardista que espera su realizacién conereta”, Estamos convencidos, fn efecto, de que realizar un trabajo cultural en nuestro continent, tan- to en el campo det discurso simbélico como en el de su aprehension conceptual, no es s6lo una forma de plasmar su expresién sino también una manera de construiro, ‘ta muerte de Angel Rama, acaecida en noviembre de 1983, nos sorprendié en medio de este camino, un mes después de nuestra reunion cde Campinas, Con é! desaparecia uno de los pensamientos més lécidos {del quehacer intelectual en nuestro continent, cuyo aporte al desarrollo de la critica literaria y cultural establecié las bases y dio un impulso fun- ‘damental ala comprensién de [os literario en su funcionamiento cultural, sociale hist6rico. Angel trabajé con nosotros llevando adelante la nece- sidad de orientar nuestro quehacer en términos de excelencia y de rigor intelectuales, ocupé tiempo y empeo en nuestro intento, sobre todo por pertenecer a esa estirpe de sofadores rigurosos —los "maestros" de es: te continente como él misma llar6 en nuestras reuniones a Alfonso Re- yes y a Pedro Henriquez Ureia— que creen en la utopiay visiumbran camino de su realizacién, La ausencia de Angel Rama hace que la Concracién de nuestro proyecto no sea lo que su informacién, su saga- cidad, su comprensién, su pertinencia y su critica hubieran hecho de él Su ausencia nos abliga ahora a exigimnos mucho mas, @ continuar huestro trabajo a partir de Su aporle inestimable, a responder @ la me moria de este investigador gigante en la tarea de comprender América. ‘Los materiales que publicamos constituyen el aporte de los partici- pantes de |a reunién, Publicamos su texto por la importancla que repre- senta en el campo que Investigamos. Agregamos también un trabajo huestro sobre las relaciones de América Latina con el Caribe, con et fin de tratar esta dimensién que parecia insuficientemente cubierta en l@s discusiones de la reunién. Por razones editoriales no es posible inciuir el detalle de las discusiones que permitieron establecer el esquema de periodizacién: ellas tuvieron un caracter muy pormenorizado la mayoria de las veces. ‘Sin embargo, en la medida en que creemos que se esclarecen cues tiones de enorme importancia en el analisis de ia literatura fatinoameri- cana como proceso, vamos a abordar los problemas a nuestro parecer ‘més significativos que alll se discutieron, asi como otros no tematiza ddos como tales, pero prasentes en el discurso, Consignaremos asi las patticipaciones que de algin modo tuvieron un cardcter decisivo y fexpresaron un consenso, intentando reconstruir una perspectiva histo riogréfica que fue surgiendo como discurso de conjunto. Se trata, por lo tanto, de interpretar adecuadamente Ia voz de un conjunto de investiga: dores que tratan de dar coherencia a materiales de enorme comple} dad, De los resultados de esta reconstruccin ellos no son ciertamente responsables. ‘Debo consignar aqui un especial agradecimiento al investigador 10 Carlos Pachecho de la Universidad Simén Bolivar de Caracas, sin cuya ayuda en el desarrollo de la reunién de Campinas el trabajo sobre los ‘materiales no me habria sido posible. ‘Ana Pizarro Ginebra, octubre de 1984 1" 4. INTRODUCCION Ana Pizarro Los problemas previos* Tal vez el problema de base que se encuentra latente en una discu si6n de este tipo tiene que ver con lo elemental de la pregunta sobre qué es la literatura latinoamericana. Se trata de un impiicito al que se esta dando permaneniemente respuesta, En efecto gc6mo delimitar el campo de lo que llamamos literatura la tinoamericana si el concepto mismo de América Latina es un concepto que ha sido —que.aun a veces hoy lo es — controvertide y que constitu ye de hecho una nocién hist6rica en evolucién? Cuando decimos literatura latinoamericana cestamos hablando por ejemplo de la literatura de los conquistadores —espanoles, portu {gueses, franceses, holandeses, Ingleses mas tarde para el caso del Ca: ribe— que, siendo europeos, escriben sobre América? Curiosa produc: ci6n ésta que reivindicamos coma pertenecia: un discurso donde nos en- ccontramos con el efecto de transformacién del lenguaje eurepeo —hecho ‘por los europeos mismos— con la respuesta que comienza.a surgir partir del contacto —y el impacto— de la vivencia del mundo otro. Al con: guistador se le desborda el mundo y hay quienes comienzan a ver hombres con cola, orejones, patagones, monsiruos, increibles que pueden situarse como parte de /a tradicién mitica que levar también fen Europa alos libros de caballeria, pero que en América se comienza av vir de otra manera: sobre una realidad sobre la cual se afirma con la prueba irrefutable de! "yo Io vi" de las cartes de relacién. Son los escritos de autores que de pronto necesitan convertirse en tales por la fuerza de Io vivido, pero que al hacerlo se les desborda el lenguale: la voz rio ya no + Las oltas que no estan refeidas ala biblogratiapertinante corresponden a las parlicipaciones orales en la reunion. 13 basta cuando se entrenta al Orinoco 0 al Amazonas, y la de tluvia no acaba por cubrir el aguacero de la Tierra de Gracia. Es entonces el dis: Curso de la olredad del mundo donde va naciendo la conciencia de ‘América en niveles diferentes de lectura, porque mientras se nos insis: te en confirmar la imagen europea de las Indias Occidentales, la pluma ‘va describiendo con allento de Mundo Nuevo. {Es literatura latinoamericana por ejemplo la literatura de los je- sultas que en 1767 son expulsados del continente y que comienzan a ‘onstituir en Europa una especie de conciencia de América en el exte- Fior? Es notable, entre otros, el caso del guatemalteco Rafael Landivar, {que vive en México gran parte de su vida y que publica un texto de pro- undo nativismo latincamericano, bordando la conclencia americana mnilitante que va surgiendo en ese instante pre-independentista y que ‘Arturo Ardao llama “americanismo', por oposicién a la “americanidad” propia de la pura admiracion por la tierra. Ubicado entre amibas proposi- Clones, ese texto aparece en latin, con el titulo de Rusticetio Mexicana, El caso de la literatura de los jesultas, que constituyen el gran exilio de fines del siglo XVIl,.es el antecedente de la literatura del exilio masivo reciente, de los ahos setenta de nuestro siglo, que todavia esta fen proceso y decantamiento. Pero plantea problemas similares. En efecto zes literatura latinoamericana la de los exiliados recientes que ‘comienzan a publicar en Europa y los Estados Unidos fundamentalmen- fe, textos en rumano, finiandés, francés? Situandose sélo en el mbit de la lengua zcémo pensar por otra parte el caso de los chicanos, viv ‘viendo del otro lado de la frontera de México con Estados Unicis, y cu yos contenidos culturales constituyen un proceso transcultural especi- fico? zY el caso de los hispanos, situados ellos también entre dos len- quas y dos culturas? uCémo pensar un problema que ya no es de minorias, sino que en nuestro continente es en varios de nuestros paises de mayorias como es el de las literaturas indigenas? ‘A su realidad la historiografialiteraria ha sido en gran medida ajena, ‘bien le Ra dado la soluci6n de antecedente: ellas existieron antes de fa llegada de los conquistadores, luego desaparecen como problema, ‘como si realmente no hubiera existido una produccién posterior, como si no existiera ahora mismo, Frente a esto nos extenderemos mas ade- lante en la medida en que se trata de un problema complejo al que es rnecesario sobre todo sitar como problema, dandole el ugar que mere: ce, poruna parte, y por otra abservar las limitaciones que é! plantea con el objeto de poder enfrentarlo desde una perspectiva pertinent. Se tra: ta pues, de asumir la existencia y el valor de estas literaturas ast como rnuestras formas de apropiacién de ellas, en tanto que investigadores de mirada occidentalizada, no europeos, pero “europaides”,como sefalé ‘con tanto acierto Alejandro Lipchitz Como pensar, por otra parte, las literaturas del Caribe? Yano el Cari- be hispanico —Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico— ni el Garibe fran. cés —Haitl, Martinica, Guadalupe, en el que pensamos en ultimo tér- 4 rmino cuando hablamos del Caribe no hispénico, sino también el Caribe holandés —Curazao, Aruba, Surinam—o el inglés —Trinidad, Jamaica, Santa Lucia, etc—. Respecto de este problema, que es de una compleji- dad digna de estudio especitico, hemos desarrollado una reflexion que incluimos a titulo de perspectiva introductoria en el presente texto, El interrogante sobre qué es la literatura latinoamericana esta direc- tamente ligado a la noclén misma de América Latina como concepte. Esta nocién, como sabemos, surge en la segunda mitad del siglo pasa do, en la voz del colombiano José Marla Torres Caicedo, Con una pro- yeccién integradora y diferenciadora, asi reflexiona en 187% “Hay América anglosajona, dinamarquesa, holandesa, etc; la hay es- pafola, francesa, portuguesa, y a este grupo :que denominacion olenti- ‘ca aplicarle sino el de latina?” La nocién de América Latina surge como oposicién a la noclén de ‘América sajona, tal como lo afirma José Marti en e! mismo periodo, {quien las opone y delimita la nocién de “nuestra América”, que es “la ‘América en que nacié Juére2" y de la cual hace un analisis comparable al que han desarrollado las ciencias sociales latinoamericanas a me- diados de este siglo, Este andlisis le permite observar la coyuntura his ‘erica del fin de siglo, observar la expansién de la América sajona y extraer las coordenadas en cuanto al sistema de relaciones interna: cionales, para asi proyectar su andlisis hacia el futuro de nuestro siglo. Es esta situacién privilegiada por lo demas uno de los condicionantes ‘que hacen a la contemporaneidad de su pensamiento. Otro de los grandes conocedores del problema, Leopoldo Zea, ha anotado respecto de esta distincién: ““Todavia la sangre verlida en la larga guerra de independencia de la ‘Améslea hispana no habia borrado su huella; pero habia sido necesario encontrar una denominacion que fuese comdn a estos pueblos frenteal peligro que, desde el pasado siglo XIX, representaba la América sajona, interesada en acupar el vacio de poder dejado por e! coloniaje espano\, no la cultura.”* ‘Sin embargo, més alld de la denominacién “literatura latinoamerica: ra’, existe un funcionamiento real del concepto que no siempre apunta a lo que hoy entenderlamos con su expresién. En efecto, al hablar de Ii teratura latinoarnericana se entendi6 en un comienzo solo a la literatura hispanoamericana.? Ei mismo Torres Caicedo, que hace el primer enun ciado histérico de la expresién “literatura latinoamericana”’ no va mas alla, en el campo del andlisis de las letras continentales, de su ambito idiomatico, La neclén de literatura latinoamericana recién comienza a 2 Leopoldo Zea, "Por qué América Latina?" en £1 Pais, Madrid, 17 de abil de 1984, 3 Arturo Ardao, "El smericanismo literario y la Integracién latinoamericana", 8 inciuir a Brasil ya entrado ol presente siglo. Es Henriquez Urena quien sume a la literatura brasliefia como una especie de agregado aun y habla de ella en su curso de 1940-41, publicado bajo el nombre de Las Corrientes literarias en la América Hispénica. Sibien es cierto que la de- nominacién de Henriquez Urefia no tlene suerte, no es recogida poste riormente y se van consolidando mas bien los gentllicios “iberoamer ‘cana” y "latinoamericana’, es ya un logro que le debemos el intento de integrar al Brasil en una perspectiva continental Paralelamente, aunque precendiendo un tanto la ampliacion de la idea de América Latina,hablan hecho su incursion en ella las literaturas y las Culturas indigenas. E| redescubrimiento y la revaloracion que $e co- mienza a hacer de ellas a principios de este siglo, fundamentalmente en «1 México de la Revolucion como en el Pert con el surgimiento de las po- siciones indigenistas de un José Carlos Maridtegul y un Raul Haya de la Torre, vaa implicar un nuevo intento de denominacién: la de Indoamérica, ‘Tampoco ésta tiene éxito como expresién abarcante del conjunto cont- rental, pero sin embargo ia reivindicacion de las culturas indigenas va ‘marcar su inclusién en la percepcién global de la identidad cultural del continente. La apertura al Caribe es mas tardia, Se da recién hacia mediados de nuestro siglo, cuando la misma voz Latinoamérica comienza a asen- tarse en el continente y en los organismas internacionales que ya le ddan su carta de ciudadania, con la emergencia a mediados de siglo de la Comisién Econémica para América Latina (CEPAL), Ei Consejo Lati- noamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), etc. Haiti ya habia sefala- do su vinculacién el afin 1978, an el mamenta dal surgimiento do ia Re vue Indigéne, en donde se hace expresa alusion a ella.« Para el caso del Caribe no latino el problema no termina de deslindarse. Son territorios {que han ido accediendo cada vez mas, en términos de literatura y de ccultura,a una integracién con América Latina camo conjunto. En este sentido los organismos internacionales han empleado la expresion “América Latina y el Caribe", observando su posibilidad de asociacion ‘al mismo tiempo que su individualidad como conjunte, Lo cierto es que existen, como intentamos apuntar en uno de los trabajos del presente volumen, lazos estructurales de conformacién cultural que tienen que ver con formas similares de existencia historica, de respuesta econémi- ‘ca, social y cultural que encuentran su expresién en el discurso litera fio, a pesar de la distinta metrépoli colonizadora, Esta situacion hace alirmar a Arturo Ardao que "Como érganeliterario de la nacionalidad a fin verdaderamente con- tinentat, conciencia 0 autocanciencia de una comunidad histéri- ‘co-cultural de compiejo desarrollo, la literatura latinoamericans tien- de hoy a febasar la propia rea idiomética de la que saca su nombre, Su cede ello hacia opuestos extremos, por imposicién, una vez mas, de la « Véase questa introduccién @ Hacia una historia dela Iiteratura ltinoamert cana, Ana Piste, coordinader, México, F-C.E, en curso de publicacién, 6 historia sobre la pura logica. Asistimos en nuestros dias ala incorpore ‘én a su concepto, por un lado, de las literaturas de lenguas precolomy binas, con acufacién del llamativo término "literaturas indigenas lat noamerlcanas”; por otro, de las literaturas de! Caribe no latino, a partir de una afinidad geogratico-éinico-cultural que desborda también de otro modo, el riguroso marco linguistico.”s Es importante anotar que la perspectiva de unidad con que se puede hablar de literatura latinoamericana, asi como de la cultura —unidad en la diversidad ha sefialado con justeza José Luis Martinez—, constitu: ye una situacién de vanguardia respecto de otros procesos: esta posii- Tidad de integracién no se ha dado en otros niveles sino como una aspi racién de proyectos politicos, ideoldgicos 0 econdmico-sociales del continente, Los grandes proyectos integracionistas de los lideres de la Independencia en el sigio pasado caen pronto en la rencilla na- cionalista alentada, las mas de las veces, pore! partido que de ella extrac ol interds fordneo, Es el caso de guerras como la del Pacifico 0, mas cer canamente, la del Chaco, por ejemplo. Estos proyectos integracionistas ‘no surgen desde luego del vacio: se asientan en una real situacion de organizacion econdmica, social, cultural, nistérica del continente, cuyos rasgos estructurales aunan la diversificada realidad de su tunciona miento, lo que hace de su evolucion una caracterizacién especifica, de temporatidades propias, que iluminan la mirada del historiador: “Un campo privilegiado de historia — como sefiala Pierre Chaunts — que transforma tiempo en espacio y hace remontar al campo més alumbrado de la historia procesos que en otras partes, por haberse de- sarrollado a Io larao de centenas de milerios. escapan al conocimiento histérico y corresponden ala marcha indecisa de la proto y de la prehis- toria.”® En efecto, las formas de la colonizacién condicionaron un desarrollo, segun esquemas semejantes, tanto en el rea hispanoamericana como lusitana o Caribe, donde las diferenciaciones regionales se dieron so: bre todo a partirdel tipo de materia prima. extraer- trabajo en minas o plan taciones, para buena parte del teritorio. Ellos generaron una estructura socioeconémica precisa, que se constituyé en el fundamento de un de- sarrolld orientado en direcci6n capitalista que absorbia en cistintos momentos de su evolucién y en distintos arados de desarrollo elemen- tos parciales de otros modos de produccion que iban asi articulando un todo heterogéneo, cuya unidad fundamental estaba dada por la estruc: tura de base impuesta por el sistema colonial, Al miemo tiempo que las diferentes metrépolis establecian diversificaciones de tipo institu- 5 Arturo Ardao, “Nacionalidad y continentaidad en América Latina”, en Ccuadernas de Marcha, 0. 12, México, 1981, “ Plere Chaunu, Las grandes lineas dela oroduecin historica en América Le tina (1990-7962), Caracas, Univ, Central de Venezuela, 1965, pag. 9, nota 4 ” ional, de principios morales, de tradicién cultural, generando separ cones entre el érea hispana y lusitana por ejemplo, estaban con cionando una respuesta de! mismo tipo, un principio de unidad estruc- tural al imponer la economia mercantil. Al ejercer presiones similares estaban impulsando sin proponérselo desarrollos anélogos. Dentro det fandlisis de esta situacién, donde los impactos externos producen respuestas unitarias, José Luis Romero hace el siguiente senalamiento de los mecanismos operativos de diversificacién y unidad para el caso del proceso de industrializacién europeo: “Empero, nuevos impactos externos contribuyeron a robustecer cier tos rasgos comunes a toda Latinoamérica. Con la revolucién industrial Europa modifies répidamente tanto los sistemas de trabajo como las formas de vida y tales cambios repercutieron sobre toda su periferia. Latinoamérica sintio olra vez los estimulos y las coacciones que prove ‘lan del foco alrededor del cual giraba su vida econémica, social y cul tural, y respondié operando ciertos cambios para adecuarse a la nueva situaci6n, Pero no fueron en todas partes los mismos. Nuevas diversiti: Caciones se operaron con las variadas respuestas otrecidas a los mis: mos estimulos, y una vez més las contradicciones se acentuaron entre el desarrollo local esponténeo y las determinaciones exégonas que co- ocaban toda el érea latinoamericana en situacién andloga con respecto alos nucleos de los que dependia."” Unidad aiversificada, el discursu Ue la literatura latinoamericana no constituye sino la plasmacion a nivel estético de la organizacion que estructura histéricamente al continente y que se expresa en la culturaa {través de toda una serie de mediaciones. La respuesta a la interrogante de qué es literatura latinoamericana necesita, pues, ubicarse dentro de los parametros, de las significaciones culturales comunes que alll se han desarrollado y que renuevan en cada instancia sus respuestas. Es en el Ambito de una semiologia cultural donde puede situarse enton- ces la observacion de la pertenencia de un discurso literario al Ambito {2 nuesira historiogratia, La literatura es, sabemos, patrimonio univer sal y la experiencia estética no conace fronteras, pero las obras surgen de una determinada cultura y se insertan en el tejido de la sociedad que las ve emerger. Este es el sentido de nuestra preocupacién. Para si tuarlas y llegar a su comprension cabal necesitamos observar el siste- ‘ma donde se insertan y el imaginario social que plasman. Porque “si la Critica no construye obras, si construye una literatura” es laensefian- 2a que dejé Angel Rama— la labor de la critica historiografica en Amé fica Latina para la literatura es generar conocimientos sobre los modos de funcionamiento y el desarrollo de nuestros sistemas literarios como proceso, Es en este afén que siluamos y delimitamos. 1 José Luis Romero, El pensamignto politico dela derechsa latinoamericana, Buenos Aires, Palods, 1970, pag. 22 18 tra de las cuestiones de base a que se enfrenta el intento de aprehen- der la organizacién del discurso literario es la consideracion de un discur- 50 literario maltiple, Es tener que dar cuenta de un desarrollo global fen cuya vor se ponen de maniflesto discursos diferentes, como estra: tos paralelos, que la gran parte de las veces no tienen interconexin. Efectivamente, aquello que llamamos literatura latinoamericana consti- tuye en realidad un conjunte formado por lo menos por dos o tres siste- mas literarios diferentes segun las regiones, que provienen de sistemas coulturales en general bastante diferenciados, En tales casos y regiones se llega a confluir en "la heterogenoldad esencial” de una literatura de ‘acuerdo con la anotacidn de Antonio CornejoPolare para la literatura pe- ruana. Se trata de un proceso plural por cuanto responden en un mismo periodo a temporalidades diversas, a una historia de sectores distintos de la sociedad, asi como a diferentes medios de plasmacién, ya sea en ofalidad o escritura. Se trata de un discurso global formado por tres sis- temas: un sistema erudito, en espafiol, portugues u otra lengua metro- politana, un sistema popular en la expresién americana de las lenguas ‘metropolitanas, 0 en eréole en el caso del Caribe, y de un sistema litera: rio en lengua nativa, segun la regién, Esta pluralidad de sistemas no agota sin embargo el espesor del dis- curso global: es observable en e! nivel del sistema culto —que es del que nos ocuparemos fundamentalmente— la existencia de mo- dulaciones de diferente desarrollo que se superponen y que establecen secuencias imposibles de ser comprendidas en términos de linealidad cronolégica. Es en este sentido que se da la preocupacién de Beatriz Sarlo que apuntamos: “El problema que yo quela anotar &s qué pasa, cémo damos cust Me parece que'no se puede tomar una linealidad deme Sik Gelyade Oud paca cuando coinciden varios sistemes ie sare que son gualmente Tuertes? Yo pienso en dos casos: uno ce otparaetome dela gauchesce conf Iitertura cute ene siglo bx srgonting uraguaye. Eloto es el de as vanguard, por un lado con las iteratures regonalsas y por otro eon Ta ieature sare far dea Industa de nasas, No os senello: se ha hecho ver oe trayectoia del itertura argentina la gachesea en culm acon! resto es consderado como antevedente, Sarmiento, tr tean ve la gaushesca como una lnea de permanencia da tortura argentina y do Ta que se estaba produciondo en ol Un wer Catgauchesca oe une permanencia, Es decir zo6mo pode ae ceva lear al sistema lierario compiejod En une 3o—— Tdad estan funcienando al mismo tiempo elementos que son fortenecientes al sistoma popular, al sistema cuit, elementos ae uonen sistemas anteriores, elementos que anurcan los Susietiones, elementos rstduales. Adem, yo creo que estan en ‘Antonio Comeja Polar “El problema nacional en la literatura peruana", en ‘quértacer, 9-4, Lima, 1886 19 comunicaciOn, Por ejemplo yo me planteo el problema de la infle xidn criolista que tiene la vanguardia argentina, inflexion que es contemporanea al criollismo urbano que plantea el tango. Yo diria {que hay ideologemas de la poesia de Borges en la década del vein. te y hasta e! treinta y cinco que son ideologemas correspondien- tes a los del tango. Es un sistema que habla de la circulacién so- Clal de los discursos —aungue lo musicalizado no entre en el pro- yecto—; lo que a mi me preocupa es céio pueden quedar repre- sentados de algun modo, cémo el espesor del funcionamiento de la literatura en una sociedad puede quedar representado” La diversidad de discursos haimplicado una primera delimitacién det ‘trabajo de periodizacion que se vincula con la concepcion general de la historia lteraria a construir. En la discusién previa, que intentaba deli- near la forma de coneebir la historia Domingo Miliani hablé de una “his. toria posible” de la literatura latinoamericana, en tanto trabajo de arti culacién de los diferentes niveles de insercién de lo literario, de la pa Jabra en la cultura, en la sociedad, en la historia: una historia “verbal”, transversal, “social”, "conceptual una “historia dela lectura litera fia, una “historia con derecho a la universalidad”, “En la medida en que esa historia sea capaz —dice Miliani— de rompe: la concepeién del universalismo metropolitan centrado en Europa y ahonde en las variantes diferenciadoras de la produc: tion latinoamericana en tanto funcion de una literatura general, fen esa misma medida la cultura intelectual de América Latina con- tempordnea conquistaré en forma endégena su espacio en la his: toria de la cultura’'® ‘Aun cuando la proposicién de Domingo Miliani aparecid como una meta de dificil realizacién, la concepcién de la historia literaria que ella implicaba quedaria como un punto focal hacia donde orientar et trabajo ddeun proyecto que tiene conciencia de sus limitaciones. Mas allé de la Gificultad de anelar a equipos interdisciplinarios —de linguistas, antro- pélogos, socidlogos, economistas, historiadores— an un encuentro que ho estamos en condiciones de realizar, es evidente que carecemos de tn instrumental tedrico-metodalogico para otro sistema que no sea el elaborado hasta ahora de acuerdo con las exigencias de la literatura culta, En efecto, sila investigacién en el sistema literario culto ha avanzado considerablemente en los ultimas sesenta afos, en los sistemas popu: fare indigena en cambio el trabajo desarrollado es muy inicial. En estos terminos la concepcion de la periodizacién, como la concepcién de la historia concreta a elaborar guarda directa relacién con el nivel de de- Sarrollo de ios materiales de Investigacion que se tiene actualmente, Se + Domingo Milian, "Historogratia iReraria latinosmericana. Mas alld del in venta banbedota. La histora posible", en. Ana Pizaro; op. cf. 20 ccontara, pues, para el caso de {as lteraluras populares e indigenas con fl estado actual de la investigacion en esas areas del conocimiento. Podriamos preguntarnos cémo han sido resveltos este tipo de problemas en las historias tradicionalesi. En términos generales la historiograflalteraria tradicional, es decir, la que antecede en concep- tid a la de Pedro Henriquez Urena, el iniciador en nuestro continente de la moderna historiogratlalteraria, ha tenido muchas limitaciones fren- tea la complelidad de un universo cultural y literario como el fatinoamer- ‘cano. No era posible, para su aproximacién, aplicar modelos tegricos sur sides de otras realidades y se hace necesario a cada momento generar instrumentos propios.o bien reacondicionar un aparato conceptual ca paz de adaptarse a la medida de los problemas de una cultura y una ite ' fatura que Surgen como respuesta creativa alos compiejos procesos cul turales de la dependencia. Se pecd por esto mismo de reduccionismos, de transferencla de modelos tedricos, de simplificaciones, de naciona- Tismos de todo tipo, que entregaban al investigador actual respuestas no salistactorias, caminos por los que no podia transitar. También | tentregaban aciertos, como formas de organizacién de un conjunto | ‘complejo y disperse, Las limitaciones de estas proposiciones de solu ion de nuesira historiogratialiteraria han sido, por una parte, el n0 re- ‘conocimiento de nuestra pluralidad cultural, refirlendo ta literatura lt oamericana sélo a la literatura del sector culto. Por otra, estableciendo esta pluralidad como una secuencla, en donde Tag literaturas indigenas son remitidas al pre-colombino, en términos de antecedente’, que luego desaparece, absorbida en la legitimidad de tunrliteretura dé lengua metropolitana, ia cultura canonizada de los sec- teres dominantes. Se simplifican asimismo las secuencias Witerarias det sistema erudito reduciéndolas a una linealidad cronolégica que no da tn absoluto cuenta del espesor del sistema en cuestin. Nos parece sin embargo que es de la puesta en evidencia de la complejidad del conjun- to, de sus contradicciones y convergencias, de sus encubrimientos, de donde puede surgir la divrsificada unidad cultural que constituye la particularidad del continente. Su falta de reconocimiento es una condi Clonante para lo que sefala Angel Rama como “La demora padecida para montar ese cahamazo minlmo que per ‘mita unificar las obras literarias de toda América Latina, constru yyendo, a partir de él un dnico discurso global y coherente, que as represente criticameente, como en cambio 10 lograron ya lus eco- nomistas, socidlogos @ historiadores para sus respectivas dis ciplinas, Estas se han beneficiado de un repertorio de conceptos ‘generales que les permitié superar las fraamentaciones particular meo. Centro 'de Estudios Latinoamericanos Romulo Gallegos (CELARG), 1985, | 1 rizadoras, gracias a la modernidad en que instituyeron sus méto- os, en tanto la literatura no s6lo arrastra un apatato critico que es la suma de su historia milenaria, sino que vive mas apegada al evento conoreto, privativo y original, que es la obra de arte".”" La construccién de un sistema de referentes tedricos y metodolési cos relativo a la especificidad de! discurso de nuestra literatura y a su proceso es [a tarea de ja historiogratialiteraria —como de la critica en ge- ieral— en nuestro continente. Los ditimos sesenta afos han visto ya la emergencia de un dinamismo importante en este sentido. A pesar de la eexistencia de algunos trabajos el respecto, este movimiento de refle xién sobre nuestro imaginario deberé ser estudiado y evaluado en su Cconjunto. Las lineas de trabajo, que_han producido en algunos casos excelentes andlisis aunque no podamos compartir muchas veces la perspectivade su enfoque critico—, han estado ubicadas en una amplia ‘gama de matices que se extiende entre los polos de consideraciones en tomo a la textualidad pura, por una parte, yal discurso sociohistérico por otra. Uno y otro enfoques han tenido mayor o menor vinculacién con posiciones criticas surgidas fuera de América Latina y pertenecientes a lun patrimonio teérico y critico general. Lo que nos parece que sea da- {do en menor grado es el desarrollo de un aparato critico que adapte, re- lativice y cree el instrumental conceptual necesario para montar ese “caftamazo minimo” que permita construir un dicurso global y coheren- te sobre nuestra literatura. Desde luego que no se trata de dejar de ‘considerar la importancia del aporte critico foréneo, pero relativizando su posibilidad de explicar los fenémenos propios de la estética de un imaginario surgido en condiciones de desarrollo social y econémico de: Pendiente, Esto ya lo pedia Roberto Fernandez Retamar en 1972 2. La Tetlexién historiogratica, por su parte, que ha tenido exponentes de la calidad de un José Carlos Mariategui o de un Pedro Henriquez Urefa, ha carecido también de un desarrollo suficiente. Es interesante observar sin embargo que la notable y escasa reflexidn al respecto que hemos te nido, la de José Juan Arrom, José Antonio Portuondo, Angel Rama, An tonio Candido, Rafael Gutiérrez Girardot, por ejemplo, ha sido lievada en Un registro de gran calidad y modernidad, aunando critica e historiogra fia, haciendo det critico un historiador e integrando en el historiador un sentido ertico, Las iteraturas indige El lento avance de la retlexién historiogratico-iteraria a que nos he- 11 Angel Rama, "Un proceso autondmico: de as literaturas nacionales 8a ite ralura latinoamerieana’, en Estuals filoldgicos y linguistices, Caracas, institu. te Pedagégico de Caracas, 1974 12 Raberto Fernéndez Retamar, “Para una teoria de la Iiteratura hispanoamer cana” en Colloque de Royaumont, Francia, 1972 22 mos reterido, asi como las dificultades que implica la aproximacién @ tan plurales materiales, ha condicionado los titubeos que ha tenido el tratamiento de las literaturas indigenas. Es necesario desde luego reco- rover la existencia de posiciones ideoldgicas que aun detienden la ddualidad civlizacién-barbarie "? en nuestro siglo. Pero independiente: mente de esto, en las aproximaciones cientificas al discurso global se pueden observar dos actiludes. Por una parte la no referencia al proble na: ‘as literaturas indigenas no aparecen. Por otra, su remisién al pe: todo precolombino. Enlendemos que se trata de una cuestin dificil y {que tiene ciferente incidencia segin las regiones del continente. Esto fue discutido por el grupo asistente ala reunién de Campinas, donde s& intent6 ubicario como problema y darie al mismo tiempo una perspecti va historiografica de acuerdo @ las posibilidades de nuestras cate: gorias criticas, Se trataba por una parte de reivindicar a estas literaturas Con derecho a una existencia historica y por otra de situar con realismo ‘nvestras limitaciones respecte de elas. La primera cuestién por delimitar alll pareciara ser la de su dataci6n, con el objeto de udicar los materiales con que nos encontramos. Existen, por un lado, as literaturas indigenas anteriores al descubr': rmiento, que cronolégicamente son ubicabies antes de él, pero que co- mmienzan a ser estudiadas como literaturas después. Dice Domingo Mi: lian “Es una tarea que viene ligada al desarrollo de ias ciencias so- clales latinoamericanas del siglo XIX. Las primeras tentativas de ssistematizaciGn del conccimiento de estas literaturas es de la se ‘Qunda mitad del siglo XIX, con los trabajos de los antropélogos positivistas, especificamente, Cuando hablamos de superviven: cias actuales cno es que se trata de un descubrimiento actual de manifestaciones muy antiguas que se han transformado: por transmisién oral? Es distinto de lo que puede ser la produccién actual de una literatura quechua o ndhuall. Por su historicidad pertenecen a un periodo anterior a la colonizacién, pero por su descubrimiento y vigencia pertenecen a una etapa de exploracién y de sistematizacion muy posterior” Existe, por otro lado, la produccién actual de una literatura indigena: quechua, nahuatl, up-guarani, etc, en lenguaje oral, que constituye las expresiones populares folkléricas, cuyo estudio es contemporéneo y {que puede o no provenir de una tradicién precolombina. Estas literatu ras no estan exentas de haber sufrido procesos transculturadores. Es ten este sentido que Beatriz Sarlo hace la distincién: ‘Hay literaturas indigenas producidas en sistemas autosuticien: tes es el caso del Popol Vuh, del Chilam Balam—, que no son sistemas de mezcla. El caso de José Marla Arguedas 0 del indigenismo, por ejemplo, 18 Véage Armando, Braun Menéndez. Pequena historia magallénica. S* ed. Buenos Aires, Emece, 1958, 23 es el caso en que un sistema literario en donde los elementos europeos son fundamentales abre la posibilidad de la inclusion como material ideolégico, come factor constructive © como incrustacién lingUistica: son sistema de mezcla o de contamina- cién. Es la modernidad la que permite la incorporacién de zonas de los sistemas literarios indigenas 0 de las lenguas indigenas, 0 bien modalidades reléricas incluso de esos sistemas”, Estas distinciones permiten acercarnos al corpus de estas literaturas fen su amplia dimension, a los materiales que las conforman, con el ob: Jeto de observar sus diferentes formas de existencia, Se trata de sus formas de existencia discemidas desde nuestra perspectiva: es evi- dente que no se esta hablando del mismo objeto cuando nos aproxima- ‘mos @ E! zor70 de arriba y e! zorro de abajo que cuando lo hacemos al Popol Vuh o al Chilam Balam. No tienen desde luego el mismo fun- Cionamiento social, e! mismo funcionamiento institucional, nie! mismo tipo de piblico. "En e/ caso de las literaturas indigenas —continda Beatriz Sarlo— 10 es propiamente Io literario, es mas bien lo simbélico discursi- vo, que puede tener funcién religiosa, funcién mitolégica, puede tener funcién propiamente de voz. La literatura es mas bien lo que tuna sociedad acepta como tal. Es nacesario describir el funciona miento diferenciado de estas textualidades en cada una de las for- maciones sociales”. Entre los materiales que recibimos existen desde luego los cédices, documentos del area mesoamericana —en la América del Sur los libros ‘se encuentran ausentes y de los quipus poco se sabe aun de su funcién ‘como recurso mnemotécnico— conservados en nimero reducido. Se pre: servan de la destruccién s6lo tres cédices mayas y un nimero escaso de ‘cédices nahuas. De escritura aun no descitrada sino en una parte mini ma, de cardoter a veces ideografico y en transito hacia el signo fonéti 0, estos documentos se encuentran en plena exploracién. En el caso maya se relacionan con signos matematicos, cronolégicos o relativos a ccalculos astronémicos, Lo fundamental que nos ha llegado de la litera: tura precolombina ha transitado otras vias y ha pasado, en el caso de la literatura nanuati a través de la apropiacién hecha por los grandes recu- peradores del siglo XVI, ios misioneros, alentados por algun plan de go- biemno. Ellos se ocupardn de la gran memoria historica, y con concien- cla de eindlogos, como Fray Bernardino de Sahagin, transcriben, ha cen el inventario, clasifican, En el caso maya, textos de enorme riqueza Iiteraria como Los libros de! Cilam Balam, fueron redactados después de la conquista, con la ayuda del alfabeto latino por sacerdotes mayas, y son transcripciones en.gran parte de cédices jeroglificos 0 fuentes rales tradicionaies. Existen, entonces, las transcripciones de textos. hechas por indigenas. Entre ellas se encuentran también las superi- vencias quechuas, un poco tardlas. 28 Es necesario anotar, como lo hace Domingo Miliani, que en los mate: riges anteriores al descubrimiento existe una coditicacion con su pfo pia postica, con su propia reflexién metatinguistica sobre el texto poéti- £0, diferente de lo que es el estatuto occidental “En la literatura nahual! —senala Miliani— hay una perfeota con ceptualizacién literaria, con su poética, sus coloquios. Hay una li: terariedad indigena: hay una poesia laboral, mortuoria, satirica, afectiva" Existen por otra parte los materiales en lengua original oral: las expresiones populares folkl6ricas recogidas en cualquier periodo. Tam bién estan las recopilaciones en espafol, que son transcripciones, ta Tes el caso de Armelada en Venezuela, por ejemplo. Es necesario considerar luego la plural repercusién indigenista pos- terior, que asume caracleres diferentes en su trayectoria y en su trata miento. Encontramos el indigenismo de perspectiva romantica, que ‘adopta el tono pladoso y lastimero. Es el que esta en Cumandé de Juan Len Mera, el de Anaid e iguaraya de José Ramon Yepes y hasta el de Clorinda Matto de Turner. Esté por otra parte el indigenismo reivindica tivo politico, el de Huasipungo, de Jorge Icaza, que no deja de ser ajeno ala realidad del indio, porque alli no esté el indio, lo que esta.es el tema indigenista, Ya mas contemporaneo es e! indigenismo raigal, interpreta. tivo, desde una perspectiva como la de José Marla Arguedas, de Miguel Angel Asturias, que retoman elementos, nicleos de significacién cultu ral para consivuir un discurso transcultural, integrador. El caso de Brasil no es suficientemente conocido en el resto de Ameé- rica Latina, tampoco en este aspecto, Respecto de él apunta Antonio Candido: “En 1920, en lo que nosotros llamamos el Modernismo,hay una ‘yuelta al interds por los indigenas, y es la teoria de la antropot: Gia. En otros movimientos el indio va a ser utilizado para hacer un hacinnalismo que termina volviéndose fascismo. &! indio vaa servir para la total subversién de un discurso porque el primitivismo que fos autores franceses pregonaban, el art negre de Francia, que tera una reaccién contra la excesiva clvlizacién, aqui estaba lige 0 la vida cotidiana, Entonces tenemos un caso™muy curioso de tna influencia francesa, una reminiscencia indigena y una trans: formacién del discurso literario" ‘eour ue se lex. El interés por lo indigena es una especie de recurrencia que 8€ tualiza a lo largo del proceso de /a literatura latinoamericana, Muchas ‘yeces encubre otros discursos en la medida en que el indigenismo se hace desde la perspectiva occidental: es necesariamente la mirada del Otro, Ahora bien zodmo asumir y dar respuesta al problema de las litera 19 ellas existen bajo di- turas indigenas en una historia literaria, dado que ellas & ferentes formas y constituyen una continuidad? ;Donde y emo ubicar 2% tu exlstencia? Cuando retexionamas sob estas inter moveros necesariament ene la deyuntva del "anecedente digg 1a" —que eso que nos ha sido entrogado= ya neyaion de eto so ter por cuanto estamos eoneientes de quo son leatran aus conc tuyen un continuo. Ademds este continuo vaInteriendo en eu de, ‘sarrollo con otros sistemas, que adoptan frente a él di sa emotees que adoptan frente a él distintas modalida- “Agut estamos —sorega Antonio Candido en in ej curloso de nvesiasdefermaciones matovlogieas Aposar date das questa alle samos conn estenaisor antecedente dala imagen de una cosa cuya extent, euye vl dezetapreexstente, Pro esto coe, 05 reid despues y lene una vida diferente juntos otas cultura, Regltado no eo mismo ave su exstencla anes dese rogisiedsTonemos nas Bien que encontrar lguna expreson, algun concepto que muestra existenea simultaea de eas fealldadcs a oces a Calcas, pero qe estan rlactonandose at mismo tiompa Vos seta caracteristica de América, este contraste, lo que hace convivir por ejemplo en un mismo tiempo al surrealismo con siemsvo con las culturas indi- determinados momentos de sus historias literarias. En esta medida pa- a manera como estas sufren ol proceso de nuestra apropiacién. Anota nuestra ‘Angel Rama: "“A mime produce incomodidad la introduccién © preémbulo de las historias literarias consagradas a las literaturas indigenas. Siempre me parecié un poco mitica esa forma de organizacion Porque es una entelequia; y me he preguntado si no obedecemos ‘una especie de dominante cronolégica: como evidentemente es- taban antes y habian hecho su literatura, situémosios antes para comenzar y terminar con el problema, Histéricamente lo que ha ocurrido fue una cosa completamente diferente: es que las literaturas indigenas Son un producto de la cultura europea sobre los materiales existentes, Es un continuo y se da permanentemente, pero yo pienso que hay tres grandes mo- Mentos de tuncionamiento de nuestra relacién de conocimiento con las literaturas indigenas. Yo oreo que hay uno que es el inten to de recuperacion de esos materiales que se da desde el siglo XVI, con Sahagin, evidentemente. Que es un proceso intelectual {que responde al espiritu de fa colonia, al espiritu de un conjunto de investigadores y religiosos. Hay otro periodo que me parece 8 {que es también muy importante, que es el del intento de recons: fruccién intelectual: cémo fueron, cémo se organizaron las litera turas indias, que ya es del siglo XIX y del XX. Ademas el periodo de cuando $e congelan a consecuencia de su imposibilidad de ‘continuidad folkldrica y la continuidad creativa que le dan los alt mos tiempos. Yo creo que hay tres grandes momentos del manejo ide nuestra relacién. No sé silo otro no es ficcién, silo que pode mos contar realmente es nuestra relacion con las literaturas indi genas; eso es Io real que ha ocurrido. ‘Es decir, yo no sé si situar al comienzo las literaturas indias no 8 una ficcién demasiado pedagégica yal mismo tiempo en cierto ‘modo falsa, Lo que yo creo que hubo fue un intento de recuperar, donde tenemos las grandes colecciones de materiales y las pri: meras traducciones. Es realmente un intento de transcripcién, pe To sucede lo que con la traduccion, con esa sensacion fascinante de que las traducciones en las diversas épocas no tienen que ver hada una con la otra: es decir que estan’incorporadas a la estruc: {ura cultural que domina la época, estan hechas a ese sistema. Yo creo —més alla de los materiales que ha sefalado José Luis Martinez, los cédices, que son representativos de una cultura an- terior— que hay construccién de discursos interpretativos y recu- peradores de las literaturas indigenas a lo largo de un periodo muy grande, Es una especie de recurrencia y muchas veces en Cubre. simplemente otros discursos.Porque no son los indios los que hacan asa indigenismo. Como decia Maridtegui, lo hace ‘mos los que pertenecemos a esa cultura de dominacién. Son ma: eras de ver el tema que aparecen a lo largo de la historia, y que si bien recuperan también desfiguran. Lo mas sorprendente para mi siempre es esa sensacién extrafiisima que nos hace pasar de un traductor a otro —yo no conozco nada de ios indios— y estamos ena época literaria a la que pertenece el traductor. De alguna ma: nera e8 lo que dice Borges de los traductores de Las mil y una rnoches: ellos siempre se parecen a la literatura de la época que ellos viven en Inglaterra o Francia, y eso hace la diferencia enorme entre las versiones. Yo creo que 680 es también lo que ha pasado ‘con las literaturas indigenas. El indigenismo es un drama que seguimos pasando de genera cldn en generacidn y sobre esto yono creo que a pesar de todo Jo- '3@ Marla Arguedas 0 Augusto Roa Bastos sean otra cosa que lite raturas-europeas,literaturas europeas americanas se entlende: e! fenclave, la organizacion del material tiene que ver con lo patrones literarios de nuestra época. Gon integracién de elementos indige- ras, pero en el sentido en que cualquier literatura puede incorpo- far otros elementos sin cesar. La literatura esta siempre incor. porando elementos de diversa procedencia, pero yo creo que el es ‘Qquema es de literaturas europeas americanas. A pesar del esfuerzo, creo que sigue siendo novela latinoamericana. En cambio si creo que hay una cantidad enorme de creadores, de la escuela 7 cuzquena, por ejemplo, de los ultimos treinta anos, que hacen olra cosa. Es una escuela que trabaja en quechua, que escribe en ‘quechua y que ha tratado de crear una literatura sobre lenguas in: digenas. Eso si me parece realmente importante y mereceria de al ‘guna manera considerarse. También el caso de los bolivianos que han hecho todo un desarrollo: no hablo de las recopilaciones sino de los que intentan volver a reponer el aymara, volver a trabajar ‘con él y hacer una obra. E50 si me parece importante. Incluso es muy curioso porque desde el punto de vista de las estructuras, de su composicién, el manejo de personajes, siguen siendo Iiteratu ras latinoamericanas pero en lenguas indigenas. Lo que yo sugiero simplemente como posibilidad es buscar ora organizacién del material que no sea la tradicional y que en cierto mado haga cepender este tema —que es un continuo, que tiene diversas modulaciones histéricas—io haga depender de cé- mo lo estamos mirando y cémo lo estamos insertando dentro de Jas literaturas de origen europeo, porque eso es Io que estamos haciendo permanentemente.” Hasta aqui la reflexién sobre la insercidn de las literaturas indigenas, en la historia de la literatura latinoamericana, Se trata de una reflexion que hace propociones concretas, intentando asumir el problema con el realismo de nuestras limitaciones. Junto a éste, otros problemas historiograficos llaman nuestra aten- cl6n, De la organizacién.on periodos Las formas de periodizar de la historia literaria son conacidas. « Se ha pensado organizar el discurso literario por siglos, en una perspectiva ‘cronolégica: literatura del siglo XVI, del siglo XVll, etc. Esta forma de oF {ganizacidn presentael inconveniente de simplificarel esquema sin apor- {ar un conocimiento sobre las modulaciones que adopta el discurso en proceso, sobre sus rupturas y sus continuldades en términos de pro: ‘duccién literaria. En el mismo sentido se ha adoptado para periodizar ortes propios de la historia politica: se habla del periodo de la Inde- pendencia o de la Colonia, De alguna manera este tipo de denomina: Ciones se ha canonizado, pero la aceptacion de la denominacion no implica necesariamente la designacién a partir de ella de la organiza + Véase entre otros Oidtie Belic, “La periodizacion y sus problemas” en Problemes de Weraluren. 1, Valparaiso, Chile, 1982, atria Gonzalez, sLa pe ‘ota 2 ls toi dela erature ancarericane,Careeas Docume. io de. lrabala, Centro ce Estudos Latinoamericanos Romulo Gallegos (Getaag 1082 - 28 clon periédica: ella no expliva el proceso mismo del discurso sino que lo remite a cortes externos. Estas situaciones externas desde luego lo ‘condicionan, lo sitdan, frente aellas la literatura entrega una respuesta, pero no necesariamente le corresponden como rupturas propias. La organizacién de acuerdo con movimientos y corrientes literarias responde fen mayor medida al corpus en estudio, Sin embargo, como lo sefalaba mos més arriba, el espesor de dste no puede ser simplificado en una s- la linea de evolucién, ubicada en uno solo de los sistemas que constitu: yen este discurso: si hablamos de un periodo de vanguardias en las pri- ‘meras décadas del siglo XX gno existe paralelamente un regionalismo de gran potencialidad? ,No existe una literatura popular que se expresa fen otros cédigos? zNo existe también una recuperacién importante de Jas literaturas indigenas? Correspondiendo sin embargo al movimiento del discurso lterario, esta organizacién pareciera no revelar laplural na- turaleza de su identidad, La organizacidn por épocas culturales —por ‘su parte—, tales como Renacimiento o Barroco, tiene el inconveniente de no dar cuenta exactamente del proceso de literaturas que se consti- tuyen,no como eco 0 transposici6n mecinica de los modelos literarios metropolitanos,sino come respuesta creativa a los procesos de expan sién de las lileraturas metropolitanas o de centros culturales hegemé- ricos. Respuestas desarrolladas en condiciones de dependencia eco- rnémica y social, que lejos de entregar una expresién especular de esta relacién, genera mas bien mecanismos de descentramiento, de defor ‘macién, de respuesta creativa, En este sentido lahistoriogratialiteraria, y la periodizacién por ende, debe considerarse como una disciplina que lleva a la practica la apranension conceptual de este desarrollo, que ert la expresion de Antonio Candido es el proceso de toma de conciencia literaria y de tentativa de construir una literatura Lo que se intenta organizar es la dinamica de una historia literaria constiluida por una gran dialéctica de ruptura y continuidad. En ella ten demos a mirar las rupturas: es necesario ampliar la mirada al espacio vasto del tiempo de las sociedades para darse cuenta de la persistencia de la continuidad, Hay un discurso que surge y se va constituyendo co- ‘mo tal en un periodo de lento aprendizaje que es mimético y creativo respecto de su genealogia y que se va moviendo entre estos dos polos. Se desplaza entre mimetismo y creatividad con vor balbuceante —es la ‘gran estética de! balbuceo— y se inserta en la historia “particularmente lonta de las civilizaciones, en sus prolundidades abismales, en sus ras: {gos estructurales y geograticos" de acuerdo con la gran reflexion de Ferand Braudel.'5 Nuestra literatura se constituye como tal, conforma sistema en el tiempo de la larga duracién —el tiempo en que se erige luna cultura, una civilizaclon— hasta llegar a una elapa de consolida cclén como tal, que es el momento de independencia de su discurso. 18 Fexnand Braudel, Eel sur histoire, Paris, Flammarion, 1969. Latraduccion Ey Més alla del aporte permanente de otras literaturas y culturas, éste se asienta ya en sus propios modelos literarios y se nulre del imaginario social de su propia sociedad, aje sobre el cual articula ahora su espacio orgénico. Habra otras maduraciones en la lentitud de la construccién ‘social: nosotros tenemos el privilegio y el desafio de observar hasta ‘aqui su movimiento, aprehender su utopia, organizar y reflexionar con los elementos que tenemos la bisqueda de nuestra expresién. El proceso de consolidacién de una literatura: podria arguirse la pers- pectiva teleoldgica, la vision tinalista de esta proposicién, Estamos en tuna situacion en donde lo. importante es la creacion de una literatura auténoma y poderosa que trabaja independientemente. Es en este sen- tido que observamos las diferentes fases: una primera fase de implanta- ‘l6n, una segunda fase de superacién, una tercera de Independencia. Ellas van respondiendo correlativamente @ una época en donde lo im- Portante son los géneros, una segunda en donde lo importante son los Movimientos y una tercera en donde lo importante son las Corrientes. También esto nos parece ser una evolucién evidente en el tratamiento de la literatura | primer periodo observable es, pues, aquel que se desarrolla en et discurso dialdgico del descubrimiento y la conquista, en donde los in- ‘erlocutores consignan una visidn de los vencedores y una visién de los, vencidos como los polos en donde se va fraguando muchas veces en ‘medio de grandes contradicciones ideologicas el discurso de América.1© Se trata de un periodo que se ha visto durante largo tiempo como una etapa negra de nuestra historia cultural por la impronta del doama tismo y la dominacién. Ya los estudios sobre Bartolomé de Las Casas, los recientes sobre Alonso de Ercilla, los trabajos de Antonio Candido sobre la literatura colonial en Brasil, asi como los de otros investigado- res, nos han entregado la perspectiva de un lapso de enorme dinamis- mo intélectual a pesar de la imposicién y también justamente a raiz de ella. Un periodo en donde surge la voz anticolonial desde el mismo colo: nizador, una etapa en que la palabra se fragua en el mimetismo y el en- ‘cubrimiento, que conforma un lapso de aprendizale y de formacion, Por esta razén a este perlodo hemos dado en llamar el periodo de Formacién, yse extiende desde la textualizacién dialdgica de la conquista hasta an ‘es del surgimiento det discurso ilustrado de fines del siglo XVII, en donde nos parece ver un cambio significativo en la textualidad. Elia asu- ‘me alli olra perspectiva histérica: la de la emancipacion, Desde luego que no se trata de una conformacién tematica solamente, sino de una tex- tualizacién de la historia, en la consideracién de que “la literatura es historia, ja historia, es un elemento de la estructura lterariay la expe riencia estética”.” Alli se va articulando un discurso amesicano, que Antonio Candido reflexiona de la siguiente manera: 1 Véase Beatriz Pastor, £1 olscurso narrativo de la conquista de América, La Habana, Casa de as Américas, 1083, 1 Vase Robert Weimann, «Signifcacién pasaday sentido actual de los estur dios de la historia Iterariae, en Eco, 1 35, n. 213, Bogold, julio de 1979, 30 ‘muy pocos, y esto es una manera de comenzar a explorar el terri 3 ‘manera es en el fondo la apropiacién de la tierra por el espiritu, se ‘expresa sobre todo en la prosa: cronicas, informes, relatorios, car- las, correspondencia de capitanes generales, etc. En segundo lu- 9a" yo hablaria de la transferencia de las formas literarias euro- peas —el teatro. el noema épico, el poema narrativo, la lirica— en ‘donde encontrariamos otras dos lineas: como prolongacién ocon- tinuidad de esas formas y como alteracion o ruptura, como moditi- Yo creo qué como ideas muy generales, esto resume un poco nuestra discusion de ahora’ En este periodo del discurso colonial y de su organizacién es posible delinear una aproximacién especitica del escritor a espacio a través de laescritura —Arturo Ardao la ha denominado la “americanidad” —, que se trasforma posteriormente en el momento de la llustracién, llegando ‘a lomar el cardcter de una actitud militante: el “americanismo”. “En Brasil “agrega Antonio Candido— nosotros distinguimos dos etapas muy distintas: la primera es el nativismo, cuando uno tiene conciencia de su pais, orgullo de su pais. Hay por ejemplo Un historiador que escribi6 un bro muy interesante, en el paso de la crénica a la historia, se llama Historia de la América portu- guesa. Era un himno al Brasil. Ese himno era exageracion de la realidad, carino por la tierra y al mismo tiempo con la maxima fide lidad a las inatituciones monérquicas portuguesas, ala metrépol Eso es nativismo: amor por la patria, por su naturalidad. El na clonalismo existe cuando esta vinculado més 0 menos a la idea de separacién, a la idea de identidad politica. Es un proceso lento que empieza en la mitad det siglo XVIll. El nativismo existio desde el siglo XVI. En el Perd es el caso de Tdpac Amaru, un hombre que queria restaurar el imperio en un pais dependiente en el siglo XVI Primero se conoce la tlerra por los sentidos, después por el in telecto: Nihil est in intellectus quod prius non fuerit in sensu.” Agul se encuentra, pues, uno de los fundamentos de la transformacién del discurso del periodo de Formacién al de Emancipacién. “Yo diria —dice Jacques Leenhardt— que el nativismo es especificamente un discurso que se da en el marco colonial, en cambio el nacionalismo es la superaci6n de la colonia y se da en la organizacion de la naclion” El segundo periodo esta marcado por e! cambio de actitud de la tex- twalidad que Hlega a constituir sistematica y cohere:.temente un discur so de la Emancipacién literaria, Estableciendo una ruptura —vale la pe: na insistir en que este segundo perlode continda siendo una instancia 32 constructora del discurso literario sin embargo— que se desplaza en lun permanente juego de ruptura y continuidad. Establece la ruptura en la medida en que la colonia es realmente un momento de implantacién, tun momento de transferencia cultural. partir de la lustracién comlen: za una etapa de creatividad, de afirmacién acrecentada de originalldad, Esta busqueda de originalidad conduce a otra ruptura y otra conti- nuldad: se desplaza a las viejas metropolis —Espafa y Portugal— y co mmienza Francia a asumir el papel de polo cultural activo. En cierto modo la relacién nueva con Francia puede visualizarse como un modo de alienacién, pero simulténeamente, al mismo tiempo implica una for: ma de liberacién, Los tres grandes momentos que se desarrollan en es: te periodo, —Iluminismo, Romanticismo y Positivismo— corresponden ‘aun mismo proceso histéricoditerario: a iquidacion del arte colonial: y en esto reside también su continuidad. Apunta Angel Rama: “Yo creo que como es el Positivisma lo que tenemos mas cerca, perdemos de vista lo que fue el Romaticismo y lo que fue el llumi rnismo. El Hluminismo fue también una ruptura. Los tres hacen grandes avances en el proceso y creo que —contrariamente @ lo que se tiende a pensar por ia influencia muy marcada del fin de siglo— no pueden dejar de mantenerse en un debate, que estan vinculados los tres, que estan asociados entre si. Yo realmente siento que hay tres grandes bloques: el lluminismo, el Romanti- cismo, el Positivismo con la aparicién del realismo y las formas peculiares de su culminacién, Ali entra el Simbolisme come una especie de bisagra, que dentro de América todavia debe mucho 2 clertos patrones propios del siglo XIX. Esos tres grandes momen: tos son como escalones sucesivos de una emancipacion que esta buscandose a si misma y estableciendo qué es lo significative, Hay una irrupcién intermedia luego, antes de las vanguardias, e| rnacionalismo. Lo tenemos ya desde las proximidades del Cente nario. El Centenario —1910— es una apoteosis nacionalista en to dos lados. Es un momento en que se configuran filosoflas na cionalistas y se hace toda la defensa de ellas. En cierlo modo es tambign sociolégicamente la aparicién de los sectores medios {que empiezan a dar su nota en la literatura, En algunos paises es te proceso se da desde el novecientas {en la Argentina), pero la {gran ruptura se consolida entre el diez y el veinte con la aparici6n de la poesia de Vicente Huidobro, de la poesia de César Vallejo, el Ateneo de la Juventud en México —de reaccién contra el posit vismo—, la aparicién de la filosofia de Alejandro Korn y Carlos \Vaz Ferreira ene! sur. Son movimientos que abandonan el siglo XIX y entran en algo que va a ser marcadamente el sigio XX. Creo {que desde el punto de vista de clerta homogeneizacién se podria inciuir todo este proceso en el segundo periodo: desde Ia lustra clén hasta 1910 aproximadamente

También podría gustarte