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Poder Judicial de la Nación

CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL - SALA 1


CFP 4943/2016/19/CFC3

REGISTRO Nº

///la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal de la


República Argentina, a los 27 días del mes de abril
del año dos mil dieciocho, se reúne la Sala I de la
Cámara Federal de Casación Penal integrada por el
doctor Gustavo M. Hornos como Presidente, y los
doctores Eduardo R. Riggi y Ana María Figueroa como
Vocales, asistidos por el secretario actuante, a los
efectos de resolver los recursos de casación
interpuestos a fs. 273/295 y fs. 296/318 por el
representante de la Administración Federal de
Ingresos Públicos, parte querellante y actora civil
y por el representante del Ministerio Público
Fiscal, respectivamente, en la presente causa del
Registro de esta Sala, caratulada: “LÓPEZ, Cristóbal
Manuel y otros s/recurso de casación”; de cuyas
constancias RESULTA:
I. Que la Sala I de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de
esta ciudad, en la causa CFP 4943/2016/19/CA6 de su
registro interno, con fecha 16 de marzo de 2018,
resolvió: “1. CONFIRMAR PARCIALMENTE el punto I del
resolutorio obrante en copias a fs. 1/60, en cuanto
dictó el procesamiento de Ricardo Daniel Echegaray,
RECALIFICANDO su obrar como autor del delito
previsto en el art. 13 de la ley 24.769 en razón de

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los hechos del sumario. 2. CONFIRMAR PARCIALMENTE
los puntos III y V del decisorio en cuanto ordenan
el procesamiento de Cristóbal Manuel López y Carlos
Fabián de Sousa, RECALIFICANDO su obrar como
coautores del delito previsto en el art. 6 de la ley
24.769 en razón de los hechos del sumario, REVOCANDO
la prisión preventiva dictada y ORDENANDO su
inmediata libertad, haciendo aplicables al
particular las pautas impuestas en los términos del
art. 310 del C.P.P.N. en el marco de la causa CFP
3732/16, y aquellas otras que el a quo estime
pertinentes a los fines de asegurar las metas del
proceso penal. 3. REVOCAR PARCIALMENTE los embargos
dispuestos en los puntos II, IV y VI del
temperamento venido en revisión, FIJÁNDOLOS en la
suma de $8.945.000.000 (arts. 441 y 518 del Código
Procesal Penal de la Nación). 4. DECLARAR MAL
CONCEDIDOS los recursos de apelación deducidos por
los Dres. Carlos Beraldi y Ary Rubén Llernovoy
contra los puntos resolutivos XI y XII del decisorio
examinado” (cfr. fs. 214/269).
II. Que contra dicha resolución
interpusieron recursos de casación a fs. 273/295 y a
fs. 296/318, el representante de la Administración
Federal de Ingresos Públicos, constituida en parte
querellante y en actora civil, doctor Ricardo Gil
Lavedra, y el representante del Ministerio Público
Fiscal, doctor Germán Moldes, los que fueron
concedidos a fs. 321/327.
III. a. Recurso de casación interpuesto
por la parte querellante, AFIP, representada por el

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doctor Gil Lavedra.


El representante de la AFIP encausó el
recurso de casación por la vía de lo dispuesto en
ambos incisos del artículo 456 del C.P.P.N.,
respecto de lo resuelto en el punto 1 y 2 de la
resolución recurrida, en cuanto por mayoría se
decidió calificar la conducta atribuida a Ricardo
Echegaray como autor del delito previsto en el
artículo 13 de la ley 24.769, y la de Cristóbal
López y Carlos Fabián de Sousa como coautores del
delito previsto en el artículo 6 de la ley 24.769;
y, asimismo, en cuanto resolvió revocar parcialmente
los embargos dispuestos, fijándolos en la suma de $
8.845.000.000.
En cuanto a la admisibilidad de la
impugnación interpuesta sostuvo que la decisión
impugnada irroga a esa parte y a la sociedad toda,
un perjuicio de muy difícil reparación ulterior, ya
que permitiría a los empresarios imputados extinguir
la acción penal por pago, mediante la aplicación del
régimen instituido por la ley 27.260, lo cual
acarreará inevitablemente la extinción de la acción
penal; también para los funcionarios públicos que
organizaron la maniobra.
Explicó que ello es así por cuanto el
artículo 52 de la citada ley dispone la posibilidad
de acogimiento al régimen de regularización de
deudas tributarias y la exención de intereses,
multas y demás sanciones que establece la norma, por
obligaciones vencidas al 31 de mayo de 2016;
mientras que el artículo 54 dispone que la

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cancelación total de la deuda en las condiciones
previstas por el régimen señalado -de contado o
mediante plan de facilidades de pago- producirá la
extinción de la acción penal.
Recordó al respecto que la misma ley
excluye de esos beneficios a quienes sean
procesados, en lo que ahora interesa, por los
delitos de estafas y otras defraudaciones previstas
en los artículos 172, 173 y 174 del C.P.
Concluyó que por esas razones es que
resulta razonable concluir que la decisión
cuestionada implicaría a la postre la extinción de
la acción penal de los imputados, con el invocado
perjuicio definitivo que ello acarrearía, teniendo
en cuenta que el 12 de octubre de 2016, Oil
Combustibles expresó en el sistema “Mis facilidades”
de AFIP su voluntad de acoger la deuda al Régimen de
Regularización de la mencionada ley 27.260. Y que,
asimismo, Oil Combustibles presentó un escrito en el
expediente concursal informando la reserva sistémica
efectuada.
Y que, entonces, la calificación impuesta
a los hechos juzgados, que cuestiona como errónea,
traería aparejado el riesgo de que los hechos queden
impunes, por todo lo cual la resolución impugnada
debe quedar equiparada a definitiva.
Al respecto agregó que el acogimiento del
recurso de casación interpuesto, no sólo hace al
derecho a la tutela judicial efectiva garantizada a
ese organismo fiscal, sino que es la sociedad en su
conjunto la que reclama que el Estado pueda aplicar

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la ley penal a hechos que, como los aquí


investigados, debilitan las instituciones y la
credibilidad ciudadana sobre el estado de derecho y
la misma democracia.
A lo expuesto adunó que esta Sala I de la
Cámara Federal de Casación Penal, ya había admitido
para el caso que los argumentos brindados por esa
parte fueron suficientes para equiparar a definitiva
la sentencia entonces recurrida, por la que se había
confirmado la incompetencia decretada en favor del
fuero penal económico.
En primer lugar, recordó la querella
cuáles son, en lo sustancial, los hechos que
conforman el objeto de imputación, y destacó que se
investiga en este proceso una asociación ilícita
entre los funcionaros del Estado y empresarios
ligados a éstos, dentro de la cual se enmarca una
maniobra fraudulenta que ha ocasionado un perjuicio
al erario público de enorme magnitud, al no ingresar
el Impuesto sobre los Combustibles Líquidos
recaudado, a la vez que se la incluyó a esa empresa
en una gran cantidad de planes de pago que no
correspondían, que también fueron incumplidos; y
que, además, se habría omitido deliberadamente
reclamar el pago de la deuda cuando ya era exigible.
Se agravió la parte querellante por
considerar que desde un comienzo se sostuvo que la
calificación que correspondía otorgar a las
conductas imputadas es la de administración
fraudulenta en perjuicio del Estado Nacional.
Que no se trató de delitos tributarios

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cometidos por particulares en los cuales
participaron funcionarios públicos, como se postula,
por mayoría, en el decisorio pronunciado, sino que
fueron los funcionarios públicos denunciados, que se
desempañaban en la AFIP, y a cuyo cargo se
encontraba el cuidado de bienes pecuniarios ajenos,
quienes violaron los deberes a su cargo y
perjudicaron los intereses confiados ajenos. Y que
eso se hizo permitiendo el acogimiento a planes de
pago cuando no se verificaba el cumplimiento de los
requisitos exigidos a tal fin, al no haberse
ejecutado deliberadamente la deuda exigible y al
haberse retenido información para tal reclamo.
En cuanto a la inaplicabilidad al caso de
lo dispuesto en el artículo 6 de la Ley penal
Tributaria explicó que el ICL es un impuesto
indirecto que grava una sola de las etapas de
circulación (grava la obtención de los productos), y
que, de ese modo, el impuesto generado se integra al
costo del producto, formando parte del precio que
abona el consumidor final.
Que el sujeto pasivo del tributo, es
decir, el contribuyente, es la empresa que refine,
produzca o elabore los productos gravados, en el
caso OIL Combustibles (con cita del art. 3, inc. b,
de la Ley 23.966); de manera que no es agente de
retención o percepción, que es la calidad especial
establecida por el artículo 6 de la L.P.T. (que son
los que tienen que ingresar al fisco fondos que “no
son propios”, pero que al estar en contacto con las
sumas que el contribuyente debe recibir o pagar

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puede detraer el impuesto restando sumando el


gravamen). Se trata, por lo tanto, de un elemento
normativo del tipo para cuya definición debe
recurrirse a otras normas del derecho.
Asimismo, recordó que la figura típica
prevista en el artículo 6 de la Ley Penal Tributaria
requiere la realización por parte del sujeto que
tiene el deber de actuar de la conducta precedente:
retención o percepción, que lo coloca en la
obligación de ingresar oportunamente el tributo. Y
que es por eso que el artículo 8 establece que los
agentes de percepción “responden solidariamente” con
“el deudor del tributo” por el tributo que dejaron
de percibir, o que, percibido, dejaron de ingresar a
la AFIP, si no acreditan que los contribuyentes han
abonado el gravamen (inc. d).
Concluyó que Oil Combustibles no puede ser
autor de la conducta descripta en el artículo 6 en
análisis, porque es responsable a título propio. No
es, entonces, agente de percepción. Y que el único
responsable del tributo frente al fisco es la
empresa que produce, elabora y fabrica el producto
gravado.
Argumentó el recurrente que,
consecuentemente, no resulta aplicable el artículo
13 de la Ley Penal Tributaria, toda vez que los
funcionarios de la AFIP no pueden haber tomado parte
en el delito previsto en el artículo 6 que, como se
vio, no puede verificarse en el caso en estudio.
Respecto de la correcta calificación
jurídica que corresponde otorgar a la maniobra

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imputada, resaltó la querella que los regímenes de
pago que comenzaron a otorgarse ilegítimamente casi
desde que la empresa Oil Combustibles comenzó a
funcionar (año 2011), operaron como el medio a
través del cual las autoridades de la AFIP -por
acción u omisión, según los casos-, coadyuvaron a
que la empresa sistemáticamente acumulara y
refinanciara deuda con el Fisco de manera
absolutamente irregular, cuyos montos –sustraídos al
Estado- fueron capitalizados y utilizados para
engrosar el grupo empresario.
Seguidamente, y en lo sustancial a los
cuestionamientos realizados al sustento de la
resolución impugnada, resaltó que el resultado del
delito de administración fraudulenta puede ser el de
perjudicar los interesas confiados, lo cual abarca
incluso ciertas expectativas jurídicas; ya que por
tales se entiende toda forma de provecho traducible
en dinero en efectivo a que el titular tiene
derecho, siempre de conformidad al deber de cuidado
o administración que jurídicamente corresponde al
agente.
Especificó que los bienes deben ser fuente
del poder económico, incluyendo dentro de este
concepto las expectativas en la obtención de los
recursos siempre que sean el objeto de una relación
económica y gocen de reconocimiento jurídico, para
el supuesto a relación fisco-contribuyente. Y que el
Estado ya tenía un crédito a su favor a partir del
auto declaración del impuesto por los responsables
de la firma obligada (Oil Combustibles). Todo lo

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cual configura una maniobra ardidosa posterior a la


plena determinación del monto de las obligaciones
debidas: Oil Combustibles ya había liquidado ante la
AFIP mensualmente (lo hizo todos los meses) y no
depositó, precisamente, gracias a la maniobra
enunciada.
En segundo término, se agravió la querella
por la omisión de fundamentación de la resolución
impugnada en cuanto a la reducción del monto del
embargo decidida, en tanto en lugar de estimar una
suma adicional que permitiera cumplir con las
restantes finalidades previstas en el artículo 518
del C.P.P.N., así como para cubrir futuros intereses
y ajustes, se limitó a tomar la deuda de los planes
abarcados en esta causa, desprovisto este criterio
de cualquier otro concepto.
Precisó que sobre los intereses que
contenía el cálculo de la deuda aportado al tribunal
por la AFIP, corresponde considerar que en el
momento en el que ese cálculo se efectuó el concurso
preventivo de OIL Combustibles había sido anulado
por la Corte Suprema. Pero que, actualmente, esta
situación varió pero no está resuelta en forma
definitiva ya que la AFIP impugnó la apertura del
concurso (lo cual significa, explicó, que podrían
surgir intereses correspondientes a los montos
adeudados).
Por lo expuesto solicitaron que se fije,
como mínimo el valor del embargo establecido en el
voto de la minoría ($ 10.941.648.806,17).
Finalmente, solicitó la querella que se

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haga lugar al recurso de casación, que se deje sin
efecto la calificación atribuida a los hechos en la
resolución impugnada, y que se resuelva que
corresponde encuadrar los hechos en la figura típica
prevista en el artículo 174, inciso 5, en función
del artículo 173, inciso 7, del C.P. Y que se
modifique el monto del embargo según lo propuesto.
E hizo reserva del caso federal.
b. Recurso de casación interpuesto por el
representante del Ministerio Público Fiscal.
El representante del Ministerio Público
Fiscal motivó el recurso de casación por la vía de
lo dispuesto en ambos incisos del artículo 456 del
C.P.P.N., respecto de lo resuelto por mayoría por el
a quo en cuanto se decidió calificar la conducta
atribuida a Ricardo Echegaray como autor del delito
previsto en el artículo 13 de la ley 24.769, y la de
Cristóbal López y Carlos Fabián de Sousa como
coautores del delito previsto en el artículo 6 dela
ley 24.769; Y asimismo, en cuanto resolvió revocar
la prisión preventiva dictada respecto de Cristóbal
López y Carlos Fabián de Sousa y reducir el monto de
los embargos dispuestos.
El recurrente comenzó su impugnación
efectuando un relato de los hechos relevantes del
caso y el trámite que tuvieron las presentes
actuaciones, resaltando que la presente causa se
inició a raíz de la denuncia presentada el día 16 de
marzo de 2016 por la doctora Elisa María A. Carrió,
diputada de la Nación, en el marco de la causa Nro.
15.734/08 en la cual expuso que el empresario

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Cristóbal López, a través de la firma Oil


Combustibles S.A. se habría beneficiado a partir del
incumplimiento del pago de alrededor de 8.000
millones de pesos correspondientes al Impuesto sobre
Combustibles Líquidos, el que, si bien había sido
cobrado a sus clientes, nunca habría sido girado a
la Administración Federal de Ingresos Públicos, sino
utilizado para fondear empresas de su propio grupo.
Hizo alusión a los vínculos que, a su
juicio, existen entre los hechos juzgados en la
presente causa y los restantes denunciados en la
causa primigenia antes mencionada (causa 15.738),
pues todas las investigaciones tienen un dato
distintivo común: eran parte de la matriz de
corrupción público-privada de aquélla época.
Criticó la calificación jurídica asignada
a la conducta investigada, considerando que los
fundamentos por los cuales la mayoría del a quo
entendió que los hechos investigados se trataban de
una omisión sistemática del pago de obligaciones
fiscales por apropiación indebida de tributos en los
términos del artículo 6 de la ley 24.769 resultan
insuficientes y carentes de sustento en las
constancias de la causa y el derecho aplicable al
caso.
Así, manifestó que los jueces soslayaron
en el proceso de subsunción legal aspectos
criminales relevantes de la maniobra y de la prueba
que acreditan que la misma se configuró y
perfeccionó de un modo disímil al que concluyó la
Sala.

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Enumeró las circunstancias relevantes que,
a su juicio, el Tribunal omitió considerar al
encuadrar los hechos en la conducta reprimida por el
art. 6 de la Ley penal Tributaria. Expuso que
existían elementos que, a su juicio, resultaban
llamativos, como por ejemplo, que la firma Oil
Combustibles, pese a revestir la calidad de gran
contribuyente como otras petroleras dedicadas a
igual rubro, se encontraba registrada ante la
agencia Nro. 11 de la Dirección Regional Palermo y
no en la dependencia específica de la AFIP dotada
con los recursos necesarios para monitorear ese tipo
de sujeto obligado.
Continuó resaltando que las dudas que
argumentaron los jueces de la mayoría del a quo
sobre la indeterminación del destino de fondos y/o
vinculación con altos funcionarios por parte de los
empresarios tienen su respuesta a fs. 642 donde se
advierten los detalles de los préstamos entre las
empresas del mismo grupo por sumas semejantes a las
que Oil Combustibles retenía.
Y que se omitió ponderar que la segunda de
las facilidades de pago especiales fue concedida a
raíz del pedido efectuado con fecha 13 de marzo de
2014 por Carlos Fabián de Sousa en representación de
Inversora M&S S.A. y del grupo de firmas controladas
y/o vinculadas a aquella, pretendiendo justificar
que se encontraban en una situación financiera que
le impedía realizar el pago inmediato y de contado
de las obligaciones exteriorizadas en las
declaraciones juradas respectivas.

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Sostuvo que tampoco se valoró el informe


preliminar de auditoría cargo OIP Nro. 14/16 del que
se desprendía la acreditación de 150 obligaciones
líquidas, las cuales se habían desconfirmado en
hasta once oportunidades, por un monto total de
$5.041.680.087,33, por las que se podría haber
iniciado un juicio de ejecución fiscal.
Mencionó que la interpretación del a quo
se limitó a un análisis parcial y aislado de los
diversos elementos obrantes en la causa y que las
conductas juzgadas exceden las figuras previstas en
la Ley 24.769, pues, tal como se encuentra
acreditado, existió un mecanismo tendiente a
desguarecer los intereses del Estado en pos de un
espurio beneficio de los empresarios, a cambio del
pago de sumas de dinero por alquiler de propiedades.
Agregó que “[e]n la modificación de la
subsunción legal, además de achicar los parámetros
de juzgamiento, el Tribunal asestó un golpe de modo
inconstitucional a la hipótesis del Ministerio
Público y a que éste, velando por la legalidad del
proceso, pueda asegurarse de que el cumplimiento de
la sanción que seguramente se impondrá en este
proceso sea de posible cumplimiento, por eso al
encapsular el hecho de esta causa, los jueces de la
mayoría no reconocen la existencia de una
interrelación o interdependencia de éstos con los
otros episodios que conforman la más grande maniobra
de corrupción público-privada de la que tengamos
memoria en esta República, que ni se limita ni se
agosta en las argucias y chapucerías de Oil

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Combustibles y sus gestores”.
Concluyó este punto considerando que los
argumentos de los magistrados no responden a
criterios existentes en el ordenamiento nacional ni
trasuntan la justificación del apartamiento en el
caso de la ley y jurisprudencia aplicables en el
particular criterio delineado en los párrafos
anteriores.
Sostuvo que las conductas reprochadas a
Echegaray, Cristóbal López y Fabián de Sousa, debían
ser encuadradas en el delito de administración
fraudulenta, agravada por haber sido cometida en
perjuicio de la administración pública, previsto y
reprimido en el art. 174, inc. 5, en función del
art. 173 del C.P., en carácter de autor respecto del
primero y partícipes necesarios respecto de los
empresarios.
Reclamó que se efectúe un análisis
integral de la maniobra investigada que tenga como
eje el designio aun no esclarecido pero por todos
sospechados que llevó a Echegaray a un doble juego
desde su posición de poder, por un lado, permitiendo
que López y de Sousa se quedaran con dinero por cuya
custodia debía velar y luego, por el otro, causando
un perjuicio cierto al organismo que comandaba y
permitiendo que estos empresarios se dedicaron a
refinanciar y ampliar ilegalmente el grupo económico
que dirigían.
Explicó que, tal como se encuentra
acreditado en el caso, Ricardo Echegaray, titular de
la AFIP, quebrantó el deber de fidelidad, en función

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del compromiso público de cuidado que le imponía su


posición privilegiada respecto de la administración
de los fondos propios del Estado que se le habían
confiado.
En este marco, afirmó que Echegaray tuvo
la posibilidad de realizar legítimamente actos de
disposición de intereses ajenos, en función de la
norma que legalmente regulaba su función y que la
acción típica desarrollada por él importó uno de los
supuestos previstos por el tipo penal analizado.
Indicó que, conforme establece la ley
11.683, el titular de la AFIP tenía todas las
facultades, posibilidades y condiciones para
desarrollar las acciones necesarias para percibir
los tributos y regular los planes de facilidades a
los deudores y que fue en el marco de dicho
ejercicio, que pergeñó y llevó a cabo la integración
de esos planes a la exacta medida de las necesidades
de estos empresarios deshonestos, omitiendo tomar
medidas de control o impartir las instrucciones
necesarias que impidieran a la firma Oil
Combustibles S.A. tanto acogerse indebidamente a
planes establecidos en resoluciones generales del
organismo por él regenteado, como prorrogar ‘ad
eternum’ el cumplimiento de sus obligaciones
tributarias.
Resaltó el carácter de autor que debe
asignársele a la intervención de Echegaray en los
hechos denunciados, por cuanto sin su accionar
ilícito, nunca se hubiera podido desarrollar la
maniobra investigada, en tanto violó los deberes que

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le correspondían en razón de su cargo, beneficiando
a los empresarios permitiéndoles prorrogar
sucesivamente la entrega del dinero estatal, sin que
concurran en el caso las condiciones requeridas por
la ley de procedimiento fiscal para acceder a ese
beneficio.
En esta inteligencia, manifestó la
maniobra investigada impidió, en definitiva, que el
Estado pudiera disponer de sus recursos propios, al
permitirle a los empresarios destinar los fondos a
la refinanciación de su grupo económico; extremo
este último acreditado en el caso.
Con relación al elemento subjetivo que el
tipo penal analizado requiere, el representante del
Ministerio Público Fiscal consideró que Ricardo
Echegaray no sólo tenía conocimiento de la maniobra
ilícita investigada, sino que intervino de manera
consciente y voluntaria en ella, mediante la omisión
de los deberes a su cargo que le imponen la
obligación de cumplir con las acciones de control
asignadas o impartir órdenes a sus subordinados,
permitiendo de este modo que Oil Combustibles se
acogiera a los planes generales aprobados por la
AFIP para los cuales no estaban en condiciones.
En cuanto a la finalidad de lucro como fin
específico vinculado a dicho elemento, agregó que en
el caso se encuentra acreditada en la medida en que,
tal como quedó acreditado en esta etapa, los
empresarios utilizaron el dinero público para
financiarse y acrecentar su propio patrimonio,
mediante los programas de facilidades efectuadas por

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Oil Combustibles S.A. en 2013 y 2014, y el


acogimiento a dos planes de facilidades generales
durante el 2015, siendo no se encontraban
atravesando dificultades económico-financieras
(requisitos exigido por el art. 32 de la Ley
11.638), sino empleando dinero público para
financiera otras actividades del grupo, generando de
este modo un fondo de origen ilícito que importó un
aporte esencial para la comisión del delito en los
términos del art. 45 del Código Penal.
Luego, enfatizó que todas las conductas
que la empresa Oil Combustible llevó adelante tenían
como común denominador la carencia de documentación
que respalde la situación económica alegada e
invocada por los empresarios para acceder a los
facilidades de pago, la ausencia de requerimientos
adicionales respecto de información complementaria o
la falta de inspecciones en la sede de la firma
tendiente a comprobar fehacientemente las
dificultades invocadas para el otorgamiento de
refinanciamiento.
Agregó que la intervención consciente de
los empresarios en la maniobra se encuentra
acreditada en función a la mecánica de la misma y al
destino que le asignara a los fondos, debiendo
valorarse la vinculación de los empresarios con los
ex presidentes de la Nación en el contexto de la
causa llamada ‘Los Sauces’.
Concluyó este apartado, explicando que “…
la calificación de esta precisa y estudiada
maquinación solo como delito tributario, es un

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descalabro que no puede ser admitido, sea porque
ignora la prueba rendida en el expediente sea porque
limita y cercena un hecho único más amplio sólo en
base a las calificaciones que se le asignan”.
Subsidiariamente, argumentó que en el caso
de que esta Cámara confirmara la calificación
jurídica asignada por el a quo a la conducta
juzgada, no podía asumirse como correcto ni ser
convalidado el tratamiento otorgado a la maniobra
investigada como si fuera un único hecho delictivo,
pues no se trató de una única maniobra, sino, por el
contrario, de una maniobra que se concretaba mes a
mes cada vez que López y de Sousa no ingresaban al
Fisco, las sumas percibidas en concepto del
impuesto. Y que “…el legislador, al perfilar la
figura de la retención indebida, puso en cabeza del
agente de percepción (en este caso Oil Combustibles
S.A.) la custodia de los dineros, excluyendo así su
calidad de administrador por lo que López y de Sousa
estaban por mandato imposibilitados para derivar los
importes al giro de sus propios negocios”.
Sostuvo el Ministerio Público Fiscal que
no tendríamos una hipótesis única de conducta
delictiva, sino tantas conductas como meses que los
empresarios se quedaran con los fondos aplicándolos
a un fin diferente.
Por otro lado, criticó la afirmación del a
quo en cuanto entendió que los montos dinerarios no
pertenecían al patrimonio estatal por no haber
ingresado al mismo, resaltando que, por el
contrario, el dinero que recibe el empleado cuando

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el consumidor le paga la carga de combustible, es


dinero del Estado retenido por el empresario.
En segundo término, se agravió el
representante del Ministerio Público Fiscal por la
arbitrariedad de la resolución impugnada en cuanto a
la reducción del monto del embargo decidida bajo el
argumento de que el monto fijado por el juez de
primera instancia incluyó conceptos por los que los
imputados no estaban siendo investigados.
Manifestó que la decisión de la decisión
cuestionada al reducir el monto del embargo implicó
la desnaturalización de la finalidad de la medida y
causó un perjuicio que podría tornar ilusorio el
resarcimiento del daño, conforme art. 29 del C.P.
Indicó que “…la cifra fijada en la
resolución criticada no resulta suficiente más allá
del carácter sin duda elevado que, de por sí,
implica su monto. Y sin embargo, no alcanza a cubrir
los parámetros establecidos por la ley en relación
al ‘quantum’ sideral que importó la maniobra”.
Concluyó, sobre el punto, que el monto del
embargo, debe contemplar necesariamente los efectos
del delito que continúan devengándose al presente,
pues el importe base de la imputación y sus
servicios e intereses, que conforman el valor del
perjuicio patrimonial, no está ingresado al erario;
razón por la que consideró que la suma establecida
por el juez de primera instancia resultaba apropiada
a la luz de una interpretación integral de las
normas en juego.
En tercer término, se agravió el

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recurrente por la omisión de fundamentación y
errónea aplicación de las normas que rigen la
materia, en cuanto a la revocación de la prisión
preventiva dictada con respecto a Cristóbal López y
de Sousa.
Entendió que los magistrados, bajo el
designio de la libertad de los imputados, dejaron de
valorar, analizar y aplicar al caso las específicas
disposiciones contenidas en el Código Procesal Penal
de la Nación respecto de la excarcelación y exención
de prisión.
En lo sustancial, expuso allí que “la
interpretación que se efectúa del art. 316 del
C.P.P.N., resulta arbitraria pues bajo el pretexto
de adecuar la letra de la ley a la Constitución, lo
que se ha hecho es derogarla, suplantando de esa
forma la voluntad del legislador que es soberano a
la hora de fijar las directrices en relación con el
aspecto que altera el fallo. Por otra parte, y aún
si forzáramos los razonamientos y aceptásemos como
adecuada la interpretación que efectuó la Sala,
resultaría incólume la arbitrariedad al sostener que
no existían riesgos en el entorpecimiento de la
investigación por parte de los imputados además de
la falta de consideración en cuanto a la posibilidad
de elusión de la justicia” (cfr. fs. 309 vta.).
Criticó los fundamentos utilizados por los
jueces para conceder la libertad a los imputados,
considerando que en el caso nos encontramos ante la
existencia de riesgos procesales evidentes que
reclaman el dictado de una medida cautelar como la

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prisión preventiva, a fin de garantizar la


continuidad del juicio (cfr. fs. 308 vta.).
Dijo que “…si el fin del proceso es en
definitiva la aplicación de la ley penal sustantiva,
aún en la visión restrictiva del voto comentado,
devenido en pena, debió considerar necesariamente
que conforme a las constancias de la causa que lo
llevaron a confirmar el auto de procesamiento surge
la palmaria procedencia de aplicar en el caso lo
dispuesto por el art. 22 bis del Código Penal, cuya
naturaleza de pena no es posible discutir a estas
alturas conforme lo señalado por el art. 5 del mismo
cuerpo normativo” (cfr. fs. 308 vta.).
Expresó enfáticamente que “…el personaje
principal de la maniobra dilucidada en este legajo
se llama Echegaray, el antes poderoso jefe de la
agencia recaudadora del Estado y ahora el tal vez
temido custodio de secretos comprometedores.
Echegaray debe seguir la suerte de López y De Sousa
en lo que a cautelas personales se refiere (me
refiero concretamente a la prisión preventiva que
limite su libertad con el único fin de evitar la
frustración del proceso.). Pero más allá de ello, no
deja de ser cierto que la profusa actividad
desarrolladas por el magistrado de primera instancia
se centró principalmente en la conducta de los
empresarios y no en la del ex funcionario. Resulta
insustancial a este fin la mención de otros autos de
procesamiento sin la imposición de la prisión
preventiva. Por el contrario importa la
consideración de un evidente agravamiento de la

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situación de los encartados” (cfr. fs. 309 vta.).
Indicó que la falta de exégesis del art.
317 inc. 1º en función del art. 316 del C.P.P.N.
importa la arbitrariedad de la resolución recurrida.
Mencionó los dos conceptos normativos
posibles de aplicación al caso frente a la diferente
calificación jurídica asignada en las instancias
anteriores.
Resaltó que la posición de ese Ministerio
Público Fiscal se centra en que la conducta
reprochada a los imputados encuentra adecuada
subsunción legal en la figura del art. 173, inc. 7
en función del art. 174, inc. 5 del Código Penal,
cuyo máximo es de seis años.
Sostuvo, además, que en todo caso a la luz
de la pena que cabría aplicarle a los nombrados en
atención a los injustos previstos en los arts. 6 de
la Ley 24.769 conforme la subsunción asignada por el
a quo, la pena máxima supera los ocho años de
prisión a los que se refiere como tope el art. 316
del C.P.P.N., sin que tampoco proceda, en caso de
recaer una pena de cumplimiento en suspenso,
conforme el art. 26 del Código Penal, porque el
mínimo superaría los tres años de prisión; teniendo
en cuenta que resultan aplicables, al caso, las
reglas del concurso real.
Resaltó que la pena que deberán afrontar
los imputados en este proceso será inexorablemente
de cumplimiento efectivo, lo cual impide la libertad
durante la sustanciación del proceso conforme al
art. 316 del C.P.P.N.

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Enfatizó en que “…la aplicación del


encarcelamiento que surge del art. 317, inc. 1, en
función del art. 316 del C.P.P.N., constituye una
directriz legal para el juez que resulta
inconmovible. Está impedida por ende la soltura de
aquél cuya situación procesal no se ajusta a los
parámetros allí indicados. Lo contrario nos llevaría
a consentir que los Magistrados se atribuyesen
facultades que la Constitución Nacional ha reservado
al Congreso Nacional o avanzar, en definitiva, sobre
ámbitos reservados a otros Poderes del Estado” (cfr.
fs. 310/310 vta.).
Expresó que “…la adecuada aplicación de
las pautas procesales que juegan en el caso se
conforman en principio con la aplicación del art.
317, inc. 1º, en función del segundo párrafo del
art. 316 ambos del C.P.P.N., los que conformen a la
calificación legal de los hechos obturan el
levantamiento de la medida cautelar, siendo
improcedente la sujeción a las disposiciones del
art. 319 del mismo cuerpo legal” (cfr. fs. 311).
Pidió, específicamente, que “…ese conjunto
de normas y su interpretación —no el invocado por
los jueces de la Sala I— sea el que gobierne la
situación de López, de Sousa y Echegaray en punto a
su libertad ambulatoria” (cfr. fs. 311).
Agregó que debía considerarse el contexto
general de la maniobra signada por la causa madre
donde se investiga la asociación ilícita de la que
los aquí imputados forman parte, así como que los
imputados se encuentran imputados en otras causas,

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en las que se investigan hechos de suma gravedad.
En este sentido, dijo “…esa comprensión
demuestra la necesidad de una interpretación global
de los acontecimientos, pues estos no dejan de ser
hechos delictivos puntuales y múltiples, acometidos
por la asociación delictiva que asoló el erario
público en su afanosa búsqueda de hacerse de
recursos del Estado para provecho propio. Ese marco
general, esa integralidad de los acontecimientos
impone sentar un hito insoslayable. La amenaza
punitiva que enfrentan ahora los procesados no puede
ser desguazada de aquella, habilitando la
consideración sobre la posibilidad de riesgo de fuga
y/o entorpecimiento de la investigación” (cfr. fs.
312).
Manifestó que debía considerarse a los
fines de analizar la sujeción de los imputados al
proceso, también, la gravedad de los hechos
pesquisados y la evidente amenaza punitiva.
Resaltó el acreditado entorpecimiento
efectuado por López y de Sousa en la maniobra que ha
denunciado el a quo y que el agente fiscal, en su
presentación, mencionó como comprobación esencial
para justificar el encarcelamiento de los
responsables de la empresa.
Concluyó este punto, sosteniendo que la
falta de análisis normativo de disposiciones
procesales conducentes para la solución del caso
impone la existencia de “vicios in procedendo”,
susceptibles de reparación con la intervención del
Tribunal, pues lo tres encartados ostentan

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posibilidades, razones y medios para sustraerse del


accionar de la justicia frente a la complejidad de
su situación procesal.
Pidió que se dicte la prisión preventiva
respecto de Carlos Fabián de Sousa, Cristóbal López
y Ricardo Echegaray.
Concluyó su impugnación, sintetizando las
fallas que adolece a su juicio la resolución
recurrida, en cuanto aplica erróneamente las leyes
que versan sobre la excarcelación durante el
proceso, la falta de motivación adecuada en relación
con la calificación jurídica asignada a los hechos
juzgados y la reducción del monto del embargo,
dispuesta sin fundamentación.
Finalmente, solicitó el Ministerio Público
Fiscal que se haga lugar al recurso de casación
interpuesto, se case la resolución recurrida,
resolviendo sobre la calificación jurídica que
corresponde asignar a los hechos (artículo 174,
inciso 5, en función del artículo 173, inciso 7, del
C.P.), ordenando la detención de Carlos Fabián de
Sousa, Cristóbal López y Ricardo Echegaray y la
confirmación del monto del embargo dispuesto por el
juez de primera instancia.
Hizo reserva del caso federal.
IV. Que conforme se desprende de fs. 405,
las partes no comparecieron a la audiencia prevista
de conformidad con el art. 465 bis, en función de
los artículos 454 y 455 del C.P.P.N. – modificado
por Ley 26.374—, sino que presentaron breves notas.
A fs. 345/361 el representante del

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Ministerio Público Fiscal ante esta instancia
presentó breves notas, oportunidad en la que mantuvo
el recurso de casación oportunamente interpuesto y
solicitó que se recalifiquen las conductas por las
que se dispuso el procesamiento de Ricardo Daniel
Echegaray, Cristóbal Manuel López y Carlos Fabián de
Sousa, como constitutivos del delito de
administración fraudulenta calificada por ser en
perjuicio de la administración pública (arts. 173,
inc. 7º y 174 inc. 5º del C.P.), que se restablezca
la prisión preventiva de Cristobal Manuel López y de
Carlos Fabián de Sousa, en orden al delito antes
descripto, disponiendo su inmediata detención (cfr.
332 del C.P.P.N.) y que se anule el punto 3 de la
resolución recurrida, disponiendo que se mantenga el
embargo dispuesto por el juez de primera instancia.
Hizo reserva del caso federal.
Por su parte, a fs. 362/376 vta. se
presentó el representante de la Administración
Federal de Ingresos Públicos —parte querellante y
actora civil en autos—, doctor Ricardo Gil Lavedra,
oportunidad en la que sostuvo los agravios expuestos
en el recurso de casación oportunamente interpuesto
y solicitó que se haga lugar al recurso de casación
interpuesto.
A fs. 377/380 vta. y fs. 381/404 los
abogados defensores de Ricardo Daniel Echegaray y de
Cristóbal Manuel López y Carlos Fabián De Sousa,
respectivamente, presentaron sendos escritos, en los
que solicitaron que se declaren inadmisibles los
recursos de casación interpuestos o, se los rechace,

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por falta de fundamentación jurídica y por violación


de los derechos y garantías de toda persona sometida
a proceso penal.
De este modo, quedaron las actuaciones en
estado de ser resueltas.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
I. De la admisibilidad de los recursos
interpuestos.
En primer término, corresponde señalar que
la resolución dictada debe ser equiparada a
sentencia definitiva en virtud del agravio de
imposible reparación ulterior que ha sido
fundadamente invocado en el caso por las partes
acusadoras en los respectivos recursos de casación
interpuestos.
En tal sentido, el representante de la
AFIP, sostuvo fundadamente que la decisión impugnada
irroga a esa parte y a la sociedad toda, un
perjuicio de muy difícil reparación ulterior, ya que
permitiría a los empresarios imputados extinguir la
acción penal por pago, mediante la aplicación del
régimen instituido por la ley 27.260, lo cual
acarreará inevitablemente la extinción de la acción
penal; también para los funcionarios públicos que
habrían organizado la maniobra.
Explicó que ello es así por cuanto el
artículo 52 de la citada ley dispone la posibilidad
de acogimiento al régimen de regularización de
deudas tributarias y la exención de intereses,
multas y demás sanciones que establece la norma, por
obligaciones vencidas al 31 de mayo de 2016;

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mientras que el artículo 54 dispone que la
cancelación total de la deuda en las condiciones
previstas por el régimen señalado —de contado o
mediante plan de facilidades de pago— producirá la
extinción de la acción penal.
Recordó al respecto que la misma ley
excluye de esos beneficios a quienes sean
procesados, en lo que ahora interesa, por los
delitos de estafas y otras defraudaciones previstas
en los artículos 172, 173 y 174 del Código Penal.
Concluyó en base a la motivada
interpretación de esa normativa legal que por esas
razones es que resulta razonable concluir que la
decisión cuestionada implicaría a la postre la
extinción de la acción penal de los imputados, con
el invocado perjuicio definitivo que ello
acarrearía. Y en sustento de dicho razonamiento
resaltó que no puede ignorarse al efecto que el 12
de octubre de 2016, Oil Combustibles S.A. expresó en
el sistema “Mis facilidades” de AFIP su voluntad de
acoger la deuda al Régimen de Regularización de la
mencionada ley 27.260, y que, asimismo, presentó un
escrito en el expediente concursal informando la
reserva sistémica efectuada.
A su vez, el señor Fiscal General sostuvo
en el recurso de casación interpuesto la gravedad
institucional que reviste la decisión impugnada, y
que no se tratan los cuestionamientos efectuados de
una diferente valoración de las cuestiones de hecho
y prueba, propia de los jueces de la causa, sino de
graves defectos en la consideración de extremos

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conducentes a la correcta solución del caso, lo que


importa una vulneración del derecho de defensa en
juicio de ese Ministerio Público Fiscal, consagrado
por el artículo 18 de la Constitución Nacional.
En consecuencia ha sido invocado en el
caso con argumentos suficientes que la arbitraria
calificación impuesta a los hechos juzgados, traería
aparejado el riesgo de que los hechos queden
impunes, en orden a la posible aplicación del citado
régimen de “Regularización excepcional de
obligaciones tributarias, de la seguridad social y
aduaneras” que prevé la extinción de la acción penal
en supuestos que podrían ser aplicados al presente.
Ciertamente que la cuestión así planteada,
según lo que de modo fundado alegan las partes
acusadoras, define la estrecha vinculación del caso
con la afectación de las garantías de acceso a la
justicia (garantizado por el artículo 18 de la C.N.,
8.1 de la CADH y 14.1 del PIDCP) y defensa en
juicio que asiste a todas las partes del proceso; y
supondría, de asistirle razón a los recurrentes, un
claro obstáculo para el cumplimiento de las
obligaciones asumidas por el Estado Argentino en la
Convención Interamericana contra la Corrupción (Ley
24.759) y la Convención de las Naciones Unidas
contra la Corrupción (Ley 26.097), que obligan a la
investigación y esclarecimiento de este tipo de
hechos.
En función de ello la querella manifestó
que el acogimiento del recurso de casación
interpuesto, no sólo hace al derecho a la tutela

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judicial efectiva garantizada a ese organismo
fiscal, sino que es la sociedad en su conjunto la
que reclama que el Estado pueda aplicar la ley penal
a hechos que, como los aquí investigados, debilitan
las instituciones y la credibilidad ciudadana sobre
el estado de derecho y la misma democracia.
En efecto, encontrándose así fundadamente
invocado el agravio de imposible reparación ulterior
que la resolución impugnada acarrearía en el caso,
considero necesario recordar ahora que cierto es que
garantía del debido proceso del artículo 18 de
nuestra Carta Fundamental, en palabras de la Corte
Suprema en el conocido caso “Otto Wald”, garantiza a
todos los litigantes por igual el derecho a obtener
una sentencia fundada previo juicio llevado en legal
forma (Fallos 268:266); prerrogativa que se ha visto
reafirmada con el fuerte impacto en el sistema de
fuentes del ordenamiento jurídico argentino
producido por la reforma constitucional de 1994, al
otorgarle jerarquía constitucional a los Tratados de
Derechos Humanos (cfr. inc. 22 del art. 75 de la
Constitución Nacional).
De manera que una interpretación desde la
perspectiva constitucional, que es la que mejor
conjuga y protege los intereses y garantías en
juego, a fin de otorgar su plena vigencia, dentro
del marco legal que establece el código procesal
vigente, es la que el caso merece, por lo que
corresponde equiparar a definitiva la resolución
impugnada.
En efecto, en este análisis no puede

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ignorarse que la República Argentina se comprometió


a proteger a la sociedad en su conjunto mediante la
suscripción de tratados internacionales tales como
la "Convención Interamericana contra la Corrupción".
Resulta insoslayable evaluar que según los
datos fundadamente valorados por los acusadores, y
en orden a la imputación específica que efectúan,
las conductas juzgadas revestirían aristas concretas
que definen, asimismo, la indudable gravedad de los
hechos de corrupción imputados.
Entonces, la revisión del caso así
planteado por esta instancia, es la posición que
otorga mayor operatividad a las obligaciones
asumidas por el Estado Argentino en el orden
internacional, con especial referencia al Preámbulo
de la Convención de Las Naciones Unidas contra la
Corrupción en cuanto destaca la preocupación de los
Estados Parte “por la gravedad de los problemas y
las amenazas que plantea la corrupción para la
estabilidad y seguridad de las sociedades al socavar
las instituciones y los valores de la democracia, la
ética y la justicia y al comprometer el desarrollo
sostenible y el imperio de la ley”.
Es en dicha normativa donde se han
resaltado especialmente los vínculos entre la
corrupción y otras formas de delincuencia, en
particular la delincuencia económica.
A su vez, en el Preámbulo de la Convención
Interamericana contra la Corrupción se precisó,
también, que para combatir la corrupción es
responsabilidad de los Estados la erradicación de la

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impunidad.
Con este marco, el análisis a realizar no
puede incurrir en una percepción ingenua y una
mirada sesgada de la real dimensión de los hechos,
considerando que, y especialmente respecto de las
naciones en vías de desarrollo en los niveles de
institucionalidad y de Estado Constitucional de
Derecho, el nivel de corrupción presente tiene mucho
que ver con la manera en la que se comporta el
sector privado en conjunto con el sistema político.
De manera que el aseguramiento de las
herramientas de las que disponga un Estado para
prevenir, detectar y contribuir a la represión penal
de la corrupción, es fundamental.
II. Considerada entonces la admisibilidad
de los recursos de casación interpuestos,
corresponde ahora ingresar al estudio de los
cuestionamientos específicos presentados por las
partes acusadoras.
1. De la hipótesis imputativa
Corresponde de inicio recordar ahora cuál
es la hipótesis imputativa que se investiga en este
proceso, y cuáles han sido las pruebas que,
evaluadas en su integralidad, han permitido
sustentar el procesamiento de RICARDO DANIEL
ECHEGARAY, CRISTÓBAL MANUEL LÓPEZ Y CARLOS FABIÁN DE
SOUZA en orden a esas conductas.
En sustancia, se imputa a los nombrados la
realización de un complejo engranaje de maniobras
diferentes destinadas a desviar el ingreso debido de
los impuestos por parte de Oil Combustibles S.A.,

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ejecutadas por los encausados desde la empresa


mencionada en conjunto con la conducta desplegada
por los funcionarios intervinientes,
específicamente, y en relación a las cuestiones
planteadas, por Ricardo Echegaray, implementadas
para que esa firma se acogiera sucesivamente a
distintos planes de facilidades de pago por sumas
millonarias, cuyo incumplimiento se ocultaba, para
finalmente utilizar el dinero no ingresado al Fisco
en el financiamiento de otras empresas
pertenecientes al mismo grupo económico.
Se comenzó por explicar que el Impuesto
sobre los Combustibles Líquidos (ICL) es un impuesto
“indirecto”, puesto que se traslada al consumidor
final; y “monofásico”, porque grava una sola etapa
de la cadena de comercialización, que es la referida
a la obtención de los productos gravados (cfr. Ley
N° 23.966, Título III, art. 1).
Que este tributo se aplica sobre los
combustibles líquidos, incluidos distintos tipos de
nafta, gasoil, diésel oil, kerosene y otros
productos, los cuales se encuentran taxativamente
enumerados en la ley (ley cit., art. 4 del Título
III).
Los sujetos pasivos de este tributo son
las empresas que realicen la importación definitiva,
refinen, produzcan, elaboren, fabriquen y/o
combustibles líquidos alguno de los productos
gravados (ley cit., art. 3 del Título III).
Por otro lado, se tuvo en cuenta que la
AFIP se encuentra facultada para otorgar planes

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particulares y generales de pago, conforme a lo
dispuesto en el art. 32 de la Ley 11.683 (Ley de
Procedimiento Tributario) y al Decreto 821/98, en
los que intervienen, según el caso, distintas áreas
técnicas del organismo.
Así, el otorgamiento de planes
particulares por parte de la AFIP se sustenta en la
facultad general prevista en la Ley de Procedimiento
Tributario (Ley N° 11.683, t.o. Decreto 821/98), que
faculta al organismo para conceder facilidades para
el pago de tributos y multas a favor de aquellos
contribuyentes y responsables que acrediten
encontrarse en condiciones económico-financieras que
les impidan el cumplimiento oportuno de dichas
obligaciones.
En estos casos, el otorgamiento del plan
tramita a través de un expediente administrativo
sustanciado en la AFIP, en el que intervienen
distintas áreas técnicas del organismo, y que
culmina con la decisión del Administrador Federal
por la cual concede o deniega el beneficio
solicitado.
Que, en el caso de los planes generales de
pago, el organismo recaudador dicta una resolución
general por medio de la cual implementa un plan de
facilidades de pago, donde establece los requisitos,
exclusiones, condiciones y modalidades para que los
contribuyentes puedan acogerse al mismo y que en vez
de formarse un expediente son los propios deudores
del Fisco quienes pueden acogerse al plan por medio
del sistema informático de la AFIP, en la medida que

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conformen los parámetros establecidos en cada


resolución general.
En definitiva, la plataforma fáctica
investigada se integró con cuatro planes obtenidos
por Oil Combustibles S.A. entre mediados de 2013 y
fines de 2015, que fueron debidamente detallados en
el voto disidente del doctor Bruglia, al concluir
que, surge de las constancias reunidas, tales planes
abarcaron los siguientes períodos fiscales del ICL:
- mayo, junio, septiembre, octubre y noviembre de
2013 (1° plan particular); - diciembre/2013 y enero,
febrero, marzo, abril y mayo de 2014 (2° plan
particular); - septiembre, octubre, noviembre y
diciembre de 2014 y enero/2015 (1° plan general); y
- febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio y agosto
de 2015 (2° plan general).
Los planes otorgados a la empresa Oil
Combustibles S.A. abarcaron un total de treinta y un
(31) períodos fiscales, comprendidos entre mayo de
2013 y noviembre de 2015, de los cuales Oil
Combustibles pagó sólo cinco (5) (julio y agosto de
2013; junio, julio y agosto de 2014) siendo que el
resto no los abonó, aunque fueron incluidos en los
planes de facilidades relevados.
Que, en base a ello, se sostuvo que la
firma no cumplía regularmente con el pago del
tributo, recurriendo sistemáticamente a los planes
de facilidades de pago otorgados por la AFIP (ya sea
por decisión particular del Administrador Federal
-previa solicitud del contribuyente- o mediante el
acogimiento a los planes establecidos en

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resoluciones generales) los cuales en ningún caso le
fueron denegados.
Dicha circunstancia junto con los diversos
elementos obrantes en la causa revelaron, al menos
con el grado de sospecha requerido en esta
instancia, un tratamiento diferencial del organismo
recaudador para con el contribuyente.
Que paralelamente al incumplimiento fiscal
y al ingreso a los sucesivos planes de facilidades
de pago, Oil Combustibles S.A. desplegaba una
operatoria de financiamiento a otras empresas del
Grupo Indalo, la cual había comenzado
aproximadamente dos (2) años antes del período
comprendido en la pesquisa.
Los informes contables de Oil Combustibles
S.A., evaluados y comparados con el nivel de deuda y
el volumen de mutuos efectuados a sus empresas
accionistas, arrojaban que la operatoria de
financiamiento se fue incrementando y los montos
impagos se vieron reflejados en préstamos otorgados,
hasta arribar a una deuda fiscal de $6.066.000.000
de los cuales el 98% correspondía al ICL. Ello
permitió concluir que, en principio, la firma era
utilizada por sus propietarios para financiar a las
otras empresas del Grupo Indalo –fundamentalmente, a
través de las sociedades accionistas de Oil-.
Además, el volumen de dichos préstamos
coincidía con el saldo impago por el ICL. En efecto,
dicha circunstancia se vio reflejada en la
progresión de las cantidades involucradas, pues a
medida que el total de créditos fue creciendo,

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también lo hacía la deuda por el ICL.


Que, además, la crisis financiera alegada
por Oil Combustibles S.A., como parte de las
dificultades económico-financiero invocada para
acceder a los planes de facilidades de pago, no fue
debidamente acreditada en el caso.
En este sentido, resultaron relevantes las
conclusiones del informe elaborado por la División
Recaudación de la AFIP, de donde se desprendía que
la empresa utilizaría el dinero percibido para
financiar el funcionamiento y expansión de otras
sociedades del Grupo Indalo y que la conducta de
solicitar y/o acogerse a planes de facilidades en
reiteradas ocasiones habría sido empleada para
retrasar sistemáticamente el pago del ICL por parte
de la empresa.
En base a ello, en el voto del doctor
Bruglia, donde se efectuó un desarrollo detallado,
armónico y realizado de acuerdo con las reglas de la
sana crítica racional del plexo probatorio
incorporado hasta el momento en la presente causa, y
con el que no se discrepó en los votos que
conformaron la mayoría, se afirmó que “…a esta
altura del análisis, teniendo en cuenta la
relevancia de Oil Combustibles S.A. como
contribuyente y la importancia de su deuda fiscal
por ICL a lo largo de todos los ejercicios en que
desarrolló actividades, así como el acceso reiterado
a planes de facilidades de pago -particulares y
generales- cuando en realidad utilizaba sumas
equivalentes para financiar a otras sociedades del

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Grupo Indalo, permite concluir en esta etapa
preliminar que aquella firma habría recibido un
tratamiento diferencial de parte del organismo
recaudador, en beneficio de los propietarios de
dicho conglomerado económico. Por cuanto ello les
permitía hacer uso de los recursos percibidos de los
consumidores -atento a que el ICL es un impuesto
“indirecto”- para sustentar el funcionamiento y la
expansión de otras de sus empresas, utilizando para
esos fines los recursos no ingresados al Fisco”.
La hipótesis imputativa dirigida a Ricardo
Daniel Echegaray, ex Administrador Federal de
Ingresos Públicos se basó en que, el imputado, en su
rol de máxima autoridad del organismo recaudador del
Estado Nacional entre diciembre de 2008 y diciembre
de 2015, abarcando por tanto el período comprendido
en la presente investigación, siendo que como
Administrador Federal a cargo de dicha entidad
autárquica, tenía a su cargo las facultades de
organización interna del organismo (art. 6 del
Decreto 618/97), reglamentación –dictado de normas
generales, en especial sobre inscripción de
contribuyentes, forma de documentar la deuda fiscal,
percepción de gravámenes, etc.- (art. 7, del decreto
cit.), interpretación general de las normas sobre
organización y competencia de la AFIP, y percepción
de gravámenes a cargo de ese organismo (art. 8, del
decreto cit.), detentaba la facultad de conceder
planes de facilidades de pago, en casos
particulares, a aquellos contribuyentes y
responsables que acreditaran encontrarse en una

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situación económica-financiera tal que les impidiera


cumplir en tiempo y forma con sus obligaciones
fiscales.
En tal sentido, las diversas opiniones
técnicas y jurídicas agregadas a las actuaciones
nros. 10873-910-2013 y 13288-379-2014 (emitidas por
las distintas áreas de la AFIP y la D.G.I.),
indicaron que la decisión de conceder o no el plan
solicitado por Oil Combustibles S.A. era una
facultad que por el art. 32 de la Ley 11.683 le
correspondía al Administrador Federal (cfr.
Actuación 10873-910-2013: Fs. 22/33 -Dirección de
Asesoría Técnica, Subdirección General Técnico Legal
Impositiva-, fs. 39 –División Dictámenes de
Procedimiento Fiscal, Dpto. de Asesoría Legal-, fs.
40, 41 - Dirección de Asesoría Legal, Subdirección
General de Asuntos Jurídicos-, 45/46 -Subdirección
General de Coordinación Técnico Institucional-;
Actuación 13288-379-2014: Fs. 10/12 -Dirección de
Asesoría Técnica, Subdirección General Técnico Legal
Impositiva-, fs. 27/28 –División Dictámenes de
Procedimiento Fiscal, Dpto. de Asesoría Legal-, fs.
29/30 -Dirección de Asesoría Legal, Subdirección
General de Asuntos Jurídicos-).
El reproche jurídico-penal se dirigió a la
conducta desplegada desde su rol de máxima autoridad
del organismo, que por acción (otorgamiento de
planes particulares) u omisión (acogimiento del
contribuyente a planes generales) habría beneficiado
a los dueños de Oil Combustibles S.A., a través de
la concesión irregular de planes de facilidades de

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pago, permitiéndoles prorrogar sistemáticamente la
obligación de ingresar ese tributo, en perjuicio del
Fisco.
En base a ello, se consideró en el voto
disidente que “…el comportamiento aludido no puede
ser catalogado como una decisión puramente política
y debe ser investigado ante la sospecha de un obrar
delictivo, máxime cuando se trata de un posible acto
de corrupción comprendido en las convenciones
internacionales sobre la materia ratificadas por el
Estado Argentino (Convención Interamericana contra
la Corrupción -Ley 24.759- y Convención de la
Naciones Unidas contra la Corrupción -Ley 24.759-),
que obligan a su investigación y esclarecimiento;
las cuales revisten jerarquía superior a las leyes
(art. 75, inc. 22, C.N.)”.
Y, además, se evaluó coherentemente que
las referencias aludidas en los informes emitidos
por las áreas técnicas en las que se hizo referencia
a las cuestiones de oportunidad, mérito y
conveniencia, se vinculaban con que era la máxima
autoridad la que, según su criterio y luego de
valorar la situación económica concreta del
contribuyente, decidía sobre el otorgamiento o no
del plan solicitado, conforme lo previsto por el
art. 32 de la Ley de Procedimiento Fiscal.
Que la normativa aplicable al caso exigía
que el contribuyente acreditara fehacientemente una
condición económica y financiera que le impidiera
cumplir en tiempo y forma con sus obligaciones
impositivas, lo cual se completaba con el control

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que sobre dicho presupuesto legal previsto en el


art. 32 de la normativa mencionada debía efectuar el
Administrador Federal a los fines de otorgar o no, y
en este punto reside el margen de discrecionalidad
aludido, el plan solicitado, es decir: que eso
estuviera demostrado en el expediente (antecedentes
del acto administrativo).
Se consideró que ese requisito no podía
ser soslayado, ni infringido pues integra las
‘funciones regladas’ del órgano administrativo,
donde las atribuciones de oportunidad, mérito o
conveniencia, no tienen ningún tipo de injerencia.
Eso, por cuanto estas últimas sólo están previstas
para otro tipo de situaciones y nunca pueden
oponerse a la ‘función reglada’ por la norma”, que
opera entonces como límite infranqueable.
La ausencia de esta información básica,
que resultaba esencial para acreditar el requisito
exigido por la ley para el otorgamiento, no podía
suplirse por medio de la actuación discrecional del
Administrador Federal.
La única información sobre la situación
económica-financiera alegada por Oil Combustibles
S.A. se encuentra en la presentación inicial (que
según se sostuvo “…fue motivada por la decisión de
la compañía de incrementar los volúmenes procesados
de petróleo crudo…”) y por tanto, son
manifestaciones unilaterales de la propia firma
contribuyente (fs. 2/3 del expediente
administrativo); tópico sobre el cual no fue
requerido ningún tipo de información.

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Que, la AFIP adoptó una actitud irregular
durante el trámite administrativo para el
otorgamiento de los planes.
Se resaltó, sobre el punto que, se omitieron
verificar los requisitos normativos para la
concesión de los planes a la empresa, entre los
cuales se encontraba la verificación de los
antecedentes sobre la situación económica concreta
de Oil Combustibles y los estados contables de la
empresa, todo lo cual permitía apreciar que el
dinero correspondiente al ICL –que, según se evaluó,
la empresa recibía principalmente de los
consumidores de combustible— según la propia
dinámica de este tributo ‘indirecto’, era utilizado
para financiar con importantes sumas de dinero a
otras empresas del Grupo Indalo.
Las condiciones económico-financieras que
impedían a esa firma contribuyente cumplir
oportunamente con la obligación fiscal para acceder
al otorgamiento de los planes de facilidades de pago
particulares a Oil Combustibles S.A. nunca fueron
acreditadas (art. 32 de la Ley de Procedimiento
Fiscal).
Se valoró que dicha circunstancia, además,
no podía ser desconocida por el organismo fiscal, en
tanto se trataba de una situación anómala o por lo
menos llamativa que la firma contribuyente tuviera
su radicación bajo la órbita de una agencia distinta
a la de la Subdirección General de Grandes
Contribuyentes Nacionales como las empresas
petroleras de estructura similar; lo que, además,

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implicó que estuviera dicha empresa sometida a un


control menos estricto y exhaustivo.
Sustancialmente, se resaltó que “…el
reproche que se dirige al Dr. Echegaray no es ya el
de un obrar positivo, sino el de haber hecho
posible, a través de la omisión de avocarse a la
cuestión o de dar instrucciones a las áreas
dependientes o a funcionarios subordinados
(infringiendo el deber de actuar en resguardo de los
intereses del Fisco), que aquella firma, cuya deuda
siguió incrementándose con posterioridad a los
planes particulares otorgados en 2013 y 2014, se
beneficiara -indebidamente- con la obtención de
nuevas prórrogas para el ingreso del ICL”.
La imputación realizada a Echegaray,
entonces, tuvo como eje principal que el nombrado
habría permitido que la empresa postergara sus
obligaciones fiscales y siguiera destinando el
dinero del ICL al financiamiento de otras empresas
del conglomerado económico, tal como aconteció en
relación a los planes de facilidades particulares
otorgados por el titular de la AFIP.
El acogimiento de la empresa Oil
Combustibles S.A. a los regímenes de facilidades fue
posible gracias a que desde el seno del organismo
recaudador habían sido “desconformadas” las
obligaciones fiscales pendientes de dicha firma, que
se encontraban plasmadas e intimadas en diferentes
“Planillas de Intimación de Deuda”, lo cual habría
sido realizado en forma manual por personal
habilitado por ese organismo.

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En definitiva, de ese modo, se evitaba la
emisión de una boleta de deuda que reflejara los
incumplimientos y obligaciones pendientes y el
accionar judicial contra Oil Combustibles S.A. para
el cobro de la deuda por el ICL, permitiendo que la
firma se beneficiara mediante el acogimiento
sucesivo a dos planes de facilidades de pago
generales.
En base a ello, es posible concluir que
Oil Combustibles S.A. -y por ende sus dueños,
beneficiarios finales de esa entidad-, recibió un
tratamiento diferencial por parte del organismo
recaudador conducido por el Dr. Ricardo Echegaray,
quien por acción u omisión hizo posible que aquella
firma contribuyente se beneficiara indebidamente con
el acceso a planes de facilidades generales y
particulares en relación con la deuda por el ICL.
A su vez, la imputación jurídico-penal
dirigida a López y de Sousa fue sustentada en el
vínculo que los nombrados tenían con Oil
Combustibles a través de la composición accionaria
de las firmas que integran la sociedad, además del
cargo que definía la función específica que le
correspondía a De Sousa en la empresa obligada.
Se consideró a los fines de determinar la
identidad de los beneficiarios finales de Oil
Combustibles, la composición accionaria de las
firmas que integran la sociedad: Oil M&S S.A. e
Inversora M&S S.A. y los dueños de cada una de las
dos firmas que la integran, ponderando el porcentaje
que tenía cada uno de los accionistas, entre los

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cuales se encontraban López y de Sousa, y también el


cargo que ejercían ellos en esas empresas.
Que Cristóbal López se desempeñaba como
presidente del directorio de Inversora M&S S.A.,
firma controlante de Oil Combustibles S.A., y que el
carácter de presidente del directorio y
representante de Oil Combustibles S.A. durante el
período investigado estuvo a cargo de Carlos Fabián
de Sousa.
Se sustentó la vinculación entre los
imputados y la empresa en cuestión considerando,
principalmente, que López y de Sousa eran las
personas físicas que, a través de las tenencias
accionarias y/o de las posiciones que ocupaban en
otras empresas del grupo, resultaban ser los
beneficiarios finales de Oil Combustibles S.A., que
ocupaban una posición referente en el Grupo Indalo,
que los mutuos efectuados desde la empresa Oil
Combustibles fueron en gran parte otorgados durante
el período investigado a la firma accionista
Inversora M&S S.A., y el monto ascendente que esta
sociedad controlante debía a Oil Combustibles S.A.
La imputación jurídico-penal se basó en
que los encartados, a través de Oil Combustibles
S.A., habrían llevado a cabo una estrategia
financiera para el sostén y expansión de su grupo
económico, a partir del no pago del ICL y la
solicitud de planes de facilidades de pago
particulares o el acogimiento a planes generales
(previstos en resoluciones generales de la AFIP), lo
cual les habría permitido prorrogar ilegítima y

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reiteradamente el cumplimiento de aquella obligación
fiscal en condiciones beneficiosas para la empresa,
en detrimento del organismo recaudador.
Así, los encartados habrían obtenido el
beneficio peticionado a pesar de no haber acreditado
la situación exigida en la normativa (art. 32 de la
Ley 11.683), puesto que en realidad se habría
utilizado el dinero del impuesto -que a su vez se
percibía de los consumidores de combustibles- para
financiar el funcionamiento y desarrollo del Grupo
Indalo, a través de mutuos otorgados a otras
empresas de dicho conglomerado.
Que el dinero que Oil Combustibles
prestaba a otras empresas del Grupo Indalo no
provenía en realidad del remanente de su actividad,
sino de las sumas que retenía a los consumidores de
combustibles —en función de la propia naturaleza del
ICL como tributo indirecto—, que, finalmente, en
lugar de ser ingresadas al Fisco al vencimiento de
cada período mensual, era utilizado para financiar a
otras empresas del mismo grupo económico.
Se detalló concretamente que la dinámica
de funcionamiento tendría origen en un período
anterior al abarcado por el objeto procesal y se
habría acentuado a lo largo del período investigado,
en el cual dicha entidad registra créditos contra
sus firmas accionistas.
La conducta desplegada por los encartados
a través de Oil Combustibles S.A. habría sido
posible en virtud de que las obligaciones fiscales
pendientes habrían sido sistemáticamente

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“desconfirmadas” en el sistema informático de la


AFIP, por personal habilitado de ese organismo,
evitando de ese modo la emisión de la “boleta de
deuda” y el inicio de los respectivos procesos de
ejecución fiscal.
A su vez, la posibilidad de frenar los
procesos de ejecución fiscal contra Oil Combustibles
S.A. estaría vinculada con el menor grado de control
que significaba para esta firma el permanecer desde
el inicio de su actividad y a lo largo de todo el
período investigado bajo la órbita de la D.G.I., en
lugar de ser incorporada al padrón de la
Subdirección General de Grandes Contribuyentes
Nacionales, acorde a su importancia como
contribuyente y la situación de otras empresas
petroleras de similar estructura.
En definitiva, la imputación jurídico-
penal dirigida a los imputados se basó en que la
empresa perteneciente, al menos principalmente, a
López y de Sousa, -luego de incumplir
sistemáticamente con el pago del impuesto-
solicitaba y pretendía acogerse a planes de
facilidades de pago por el ICL, mientras que el
dinero adeudado al Fisco era utilizado para
financiar a otras empresas del mismo conglomerado
económico (Grupo Indalo).
Que, esa maniobra había sido posible en la
medida en que desde el seno de la AFIP se habrían
llevado adelante los procesos conducentes al
otorgamiento de los planes solicitados, a pesar de
que no concurría el presupuesto exigido por la ley

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(art. 32 de la Ley 11.683); así como otras acciones
-desconfirmación de obligaciones pendientes, para
evitar juicios fiscales- y omisiones -sobre el
control de la deuda y la necesidad de
empadronamiento en la Subdirección General de
Grandes Contribuyentes Nacionales—, tendientes a que
dicha firma contribuyente pudiera acogerse
indebidamente a los planes de facilidades
establecidos en resoluciones generales de la AFIP.
Que, en el escenario descripto, la
calificación jurídica del caso debía abordarse desde
un enfoque integral que conlleva la necesaria
conclusión de que las conductas analizadas exceden
las figuras previstas en la Ley de Régimen Penal
Tributario (hoy Ley 27.430 -B.O. 29- 12-2017-, art.
279; derogatoria de la Ley 24.769), y, asimismo, que
el caso comprende supuestos de corrupción
administrativa sobre los cuales existen compromisos
internacionales asumidos por el Estado Argentino en
orden a su dilucidación y castigo.
En ese sentido, la defraudación al fisco
imputada consistió en un complejo engranaje de
maniobras diferentes destinadas a desviar el ingreso
debido de los impuestos por parte de Oil
Combustibles S.A., ejecutadas por los encausados
desde la empresa mencionada en conjunto con la
conducta desplegada por los funcionarios
intervinientes, en orden a que esa firma pudiera
acogerse sucesivamente a distintos planes de
facilidades de pago por sumas millonarias, para
finalmente utilizar el dinero no ingresado al Fisco

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para el financiamiento de otras empresas


pertenecientes al mismo grupo económico.
El magistrado que votó en minoría
consideró que los diversos elementos típicos que
integran el delito de administración fraudulenta
agravada, por haber sido cometida en perjuicio de
una administración pública (art. 174, inc. 5, en
función del 173, inc. 7, del C.P.), en la modalidad
de quebrantamiento de la fidelidad, cuyo resultado
consiste en causar un perjuicio patrimonial al
titular de los bienes, es el tipo penal en el que
entendió subsumibles las conductas investigadas.
Que, la posición que ocupaba Echegaray
dentro de la AFIP y las atribuciones que él tenía
asignadas, comprendían las más amplias facultades de
gobierno y disposición sobre los intereses del
organismo recaudador, al que además representaba
(“facultades de administración”), encontrándose
habilitado para decidir las acciones que debían
llevarse adelante para la percepción de los tributos
nacionales y, puntualmente, para decidir el
otorgamiento o no de planes de facilidades a los
deudores de la entidad fiscal (cfr. art. 32 de la
Ley 11.683), así como el “cuidado” de los intereses
del organismo fiscal, el cual comprende el control
sobre los mismos.
Que en la maniobra investigada la
intervención del imputado en el otorgamiento de los
planes de facilidades particulares a Oil
Combustibles S.A. en 2013 y 2014, así como la
omisión de tomar medida alguna de control y/o dar

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instrucciones a sus áreas o funcionarios
subordinados, a fin de impedir que dicha firma
contribuyente se acogiera a los planes establecidos
en resoluciones generales del organismo -y siguiera
beneficiándose indebidamente con la prórroga en el
cumplimiento de sus obligaciones fiscales-, resultó
decisiva.
En relación con la violación de los
deberes que tenía a su cargo, resaltó que la
conducta de Echegaray —ya sea por acción u omisión—
no estuvo dirigida a resguardar los intereses del
Fisco en orden a la percepción de los tributos, sino
a beneficiar a terceros -los beneficiarios finales
de la firma contribuyente- permitiéndoles prorrogar
sucesivamente el pago de los períodos vencidos del
ICL, cuando no concurrían las condiciones
establecidas normativamente para acceder a ese
beneficio (art. 32 de la Ley de Procedimiento
Fiscal).
Que, con relación al resultado perjudicial
para el Estado (Fisco), se sostuvo que el
otorgamiento de los planes de facilidades
particulares por parte del Administrador Federal y
el acogimiento de Oil Combustibles S.A. a los planes
generales no sólo fue posible por la falta de
control de la situación del contribuyente y la
ausencia de directivas en tal sentido por el
Administrador Federal, sino también por las acciones
concretas dentro del organismo recaudador
(desconfirmación de obligaciones pendientes) a fin
de evitar el inicio de los respectivos procesos de

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ejecución fiscal, lo que habría generado la falta de


percepción en tiempo y forma por el Fiscal Nacional
de las sumas correspondientes al ICL a cargo de Oil
Combustibles S.A., con lo cual el Estado se vio
perjudicado al no recibir parte de sus recursos.
Con relación a la responsabilidad que
podría caberle al imputado por su obrar omisivo se
ponderó el conocimiento concreto de la situación
fiscal de Oil Combustibles .S.A. que él habría
adquirido a partir de su directa intervención en las
solicitudes de planes particulares efectuadas por
esa entidad.
Que, en definitiva, el dinero del impuesto
que no era ingresado al organismo recaudador habría
sido utilizado por los dueños de la empresa para
realizar mutuos a otras empresas del Grupo Indalo,
financiando el funcionamiento y la expansión de
dicho conglomerado empresario a expensas del Fisco.
Se descartó la posibilidad de aplicar el
principio de confianza aducido por la defensa de
Echegaray como excluyente de la imputación jurídico-
penal sobre la base de la intervención previa de las
áreas técnicas y jurídicas del organismo en los
trámites respectivos, considerando que Echegaray
tomó intervención directa en más de una oportunidad
durante la maniobra investigada, soslayando la
premura que se le imprimió al trámite, la falta de
comprobación de las dificultades económicas
invocadas por la contribuyente, la ausencia de
procesos de ejecución fiscal en su contra y el menor
control al que se hallaba sometida; circunstancias

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todas estas que por su formación profesional y el
cargo desempeñado así como el grado de especialidad
necesario dentro del organismo podría detectar.
Es que, desde su cargo de Administrador
Federal de Ingresos Públicos en el cual ostentaba la
máxima jerarquía con competencias específicas para
dar directivas e instrucciones y controlar a sus
subalternos, Echegaray habría posibilitado por
acción y omisión que la maniobra delictiva se
concrete, en una actitud convergente con los
particulares que participaron en ella y con otros
funcionarios implicados.
Se expuso en el voto disidente que “…el
encartado ocupada la máxima jerarquía dentro de un
organismo autárquico como la AFIP y por tanto, que
detentaba las competencias pertinentes para dar
directivas e instrucciones a quienes se encontraban
por debajo en la escala jerárquica y para controlar
a su vez lo actuado por sus subalternos”.
Se concluyó el análisis de la figura legal
respecto de la conducta de Echegaray, considerando
que debía serle atribuida su participación en
carácter de autor pues en esta clase de delitos, es
el quebrantamiento del deber en base a la
competencia funcional asignada al agente la que
define el modo de intervención.
Luego, con relación a la situación de los
imputados Cristóbal López y Carlos Fabián de Sousa,
indicó que no reúnen la calidad especial requerida
para ser autores del delito analizado en la
modalidad agravada que fue analizada, por lo que

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correspondía atribuirles el carácter de partícipes


necesarios, en orden a la significación del
comportamiento investigado.
Evaluó como aporte esencial para la
comisión del delito que los titulares del Grupo
Indalo utilizaban el dinero del ICL que debían
entregar al Fisco, que lograban mantener en su poder
mediante el mecanismo de las solicitudes de los
planes de facilidades efectuadas por Oil
Combustibles S.A. en 2013 y 2014 y el acogimiento a
dos planes de facilidades generales durante 2015
alegando inexistentes dificultades económico-
financieras, para financiar otras sociedades del
grupo y expandirse.
Consideró que el especial interés y
beneficio que recibían Cristóbal López y Fabián de
Sousa al obtener las sucesivas prórrogas de las
obligaciones fiscales del ICL, les permitía
financiarse y expandir su grupo empresario.
Y que, fue con dicho objetivo que los
imputados efectuaron las acciones tendientes a
obtener planes de facilidades de pago, resultando
indispensable en este punto la intervención de
quienes desde la AFIP podrían decidir su
otorgamiento, adoptar temperamentos de control o
interferir para que no se iniciaran los procesos de
ejecución fiscal por las obligaciones incumplidas, y
que a su vez utilizaron estratégicamente las sumas
del ICL adeudado como fuente de financiamiento de su
grupo.
Que, en base a las conclusiones arribadas

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en su voto, el magistrado que votó en disidencia
propuso confirmar el procesamiento dictado respecto
de los imputados, e orden al delito previsto en el
art. 174, inc. 5, en función del art. 173, inc. 7,
del C.P. en carácter de autor respecto de Ricardo D.
Echegaray y en calidad de partícipes necesarios
respecto de Cristóbal López y Carlos Fabián de
Sousa.
Los señores jueces cuyos votos integraron
la mayoría coincidieron en lo sustancial con la
valoración probatoria desarrollada, y
precedentemente reseñada, y sostuvieron respecto de
la calificación legal que corresponde otorgar prima
facie a las conductas que conforman el objeto
procesal, que, en definitiva, se trató de una clara
apropiación indebida de tributos, prevista en el
artículo 6 de la ley 24.769; que sanciona al “agente
de retención o de percepción de tributos nacionales,
provinciales o de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, que no depositare, total o parcialmente,
dentro de los diez (10) días hábiles administrativos
de vencido el plazo de ingreso, el tributo retenido
o percibido, siempre que el monto no ingresado
superase la suma de cuarenta mil pesos ($40.000)
pesos por cada mes”.
Consideraron que todos los referidos
elementos típicos confluyen en el caso: el carácter
especial del autor del hecho –agente de percepción-,
la cualidad de la cosa debida –tributo nacional-,
los importes percibidos, la conducta reclamada y
omitida –el no depósito del dinero cobrado-.

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Agregaron (voto del doctor Ballestero),


que la genérica figura de administración fraudulenta
que el juez de grado escogió para calificar los
hechos soslaya muchos aspectos que hacen a la
particularidad del caso, tales como lo específico de
su autor o de la conducta reprochada; y que
fundamentalmente olvida que los montos devengados
por impuestos no conforman el patrimonio del Estado,
toda vez que el tributo es uno de los recursos que
se ofrecen al Estado para lograr los medios
pecuniarios necesarios al desarrollo de sus
actividades.
Se precisó que Cristóbal López y Carlos de
Sousa, como titulares de la empresa Oil Combustibles
–por sí o a través de otras empresas-, fueron
quienes, con independencia de los actos en
particular narrados en la pieza examinada,
retuvieron los tributos debidos al fisco obteniendo
las ventajas de tal proceder.
2. Recurso de la parte querellante (AFIP).
Por su parte, la Administración Federal de
Ingresos Públicos, en el recurso de casación
presentado, recordó que desde un comienzo sostuvo
que la calificación que correspondía otorgar a las
conductas imputadas es el de administración
fraudulenta en perjuicio del Estado Nacional.
Que no se trató de delitos tributarios
cometidos por particulares en los cuales
participaron funcionarios públicos, como se postula,
por mayoría, en el decisorio pronunciado, sino que
fueron los funcionarios públicos denunciados, que se

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desempañaban en la AFIP, y a cuyo cargo se
encontraba el cuidado de bienes pecuniarios ajenos,
quienes violaron los deberes a su cargo y
perjudicaron los intereses confiados ajenos. Y que
eso se hizo permitiendo el acogimiento a planes de
pago cuando no se verificaba el cumplimiento de los
requisitos exigidos a tal fin, al no haberse
ejecutado deliberadamente la deuda exigible y al
haberse retenido información para tal reclamo.
En cuanto a la inaplicabilidad al caso de
lo dispuesto en el artículo 6 de la Ley Penal
Tributaria explicó que el ICL es un impuesto
indirecto que grava una sola de las etapas de
circulación (grava la obtención de los productos), y
que, de ese modo, el impuesto generado se integra al
costo del producto, formando parte del precio que
abona el consumidor final.
Que el sujeto pasivo del tributo, es
decir, el contribuyente, es la empresa que refine,
produzca o elabore los productos gravados, en el
caso OIL Combustibles (con cita del art. 3, inc. b,
de la Ley 23.966); de manera que, afirmó el
recurrente, Oil Combustibles S.A. no es agente de
retención o percepción, que es la calidad especial
establecida por el artículo 6 de la L.P.T. (que son
los que tienen que ingresar al fisco fondos que “no
son propios”, pero que al estar en contacto con las
sumas que el contribuyente debe recibir o pagar
puede detraer el impuesto restando sumando el
gravamen). Que se trata, por lo tanto, de un
elemento normativo del tipo para cuya definición

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debe recurrirse a otras normas del derecho.


Asimismo, recordó que la figura típica
prevista en el artículo 6 de la Ley Penal Tributaria
requiere la realización, por parte del sujeto que
tiene el deber de actuar, de la conducta precedente:
retención o percepción, que lo coloca en la
obligación de ingresar oportunamente el tributo. Y
que es por eso que el artículo 8 de la ley 11.683
establece que los agentes de percepción “responden
solidariamente” con “el deudor del tributo” por el
tributo que dejaron de percibir, o que, percibido,
dejaron de ingresar a la AFIP, si no acreditan que
los contribuyentes han abonado el gravamen (inc. d).
Concluyó que Oil combustibles no puede ser
autor de la conducta descripta en el artículo 6 en
análisis, porque es responsable a título propio. No
es, entonces, agente de percepción. Y que el único
responsable del tributo frente al fisco es la
empresa que produce, elabora y fabrica el producto
gravado.
Concluyó el recurrente que,
consecuentemente, no resulta aplicable el artículo
13 de la Ley Penal Tributaria, toda vez que los
funcionarios de la AFIP no pueden haber tomado parte
en el delito previsto en el artículo 6 que, como se
vio, no puede verificarse en el caso en estudio.
Respecto de la correcta calificación
jurídica que corresponde otorgar a la maniobra
imputada, resaltó la querella que los regímenes de
pago que comenzaron a otorgarse ilegítimamente casi
desde que la empresa Oil Combustibles comenzó a

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funcionar (año 2011), operaron como el medio a
través del cual las autoridades de la AFIP -por
acción u omisión, según los casos-, coadyuvaron a
que la empresa sistemáticamente acumulara y
refinanciara deuda con el Fisco de manera
absolutamente irregular, cuyos montos –sustraídos al
Estado- fueron capitalizados y utilizados para
engrosar el grupo empresario.
Seguidamente, y en lo sustancial a los
cuestionamientos realizados al sustento de la
resolución impugnada, resaltó que el resultado del
delito de administración fraudulenta puede ser el de
perjudicar los interesas confiados, lo cual abarca
incluso ciertas expectativas jurídicas; ya que por
tales se entiende toda forma de provecho traducible
en dinero en efectivo a que el titular tiene
derecho, siempre de conformidad al deber de cuidado
o administración que jurídicamente corresponde al
agente.
Especificó que los bienes deben ser fuente
del poder económico, incluyendo dentro de este
concepto las expectativas en la obtención de
recursos siempre que sean el objeto de una relación
económica y gocen de reconocimiento jurídico, para
el supuesto de la relación fisco-contribuyente. Y
que el Estado ya tenía un crédito a su favor a
partir del auto declaración del impuesto por los
responsables de la firma obligada (Oil
Combustibles). Todo lo cual configura una maniobra
ardidosa posterior a la plena determinación del
monto de las obligaciones debidas: Oil Combustibles

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ya había liquidado ante la AFIP mensualmente (lo


hizo todos los meses) y no depositó, precisamente,
gracias a la maniobra enunciada.
3. Del recurso del señor Fiscal General.
El señor Fiscal General también consideró
que la calificación legal adecuada a los hechos
encuentra adecuada subsunción en la figura prevista
en el artículo 173, inciso 7, en función del
artículo 174, inciso 5, del C.P., cuyo máximo de
pena es de seis años, y resaltó que los hechos deben
ser encastrados en el contexto general de la
maniobra delictiva signada por la causa madre donde
se investiga la asociación ilícita de la que los
aquí imputados forman parte. Precisó que Ricardo
Echegaray resulta autor de la maniobra defraudatoria
y que Cristóbal López y Fabián de Sousa
intervinieron como partícipes necesarios.
Que Echegaray, como titular de la AFIP,
quebrantó el deber de fidelidad que le imponía su
función y perjudicó los intereses que el Estado le
había confiado, toda vez que el dinero que recibe el
empleado cuando el consumidor le paga la carga de
combustible, es dinero del Estado retenido por el
empresario. El que, en el caso, y en razón de la
manobra fraudulenta perpetrada, fue destinado a la
refinanciación del grupo empresarial de los
imputados.
Agregó que no puede excluirse de esta
valoración la vinculación de los empresarios con los
ex presidentes de la Nación en el contexto de la
causa llamada “Los Sauces”.

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Sostuvo que estos hechos investigados
fueron cometidos por la asociación delictiva que
asoló al erario público, en su afanosa búsqueda de
hacerse de recursos del Estado en provecho propio.
A su vez, refirió que sin perjuicio de que
la señalada es la calificación correcta de las
conductas imputadas, la resolución dictada es
errónea, además, por haber considerado que la
maniobra encuadraba en el artículo 6 de la Ley Penal
Tributaria y considerarla, no obstante, como un
único acontecimiento histórico de retención; toda
vez que se concretó cada delito mes a mes, cada vez
que los encausados López y de Sousa no ingresaban
las sumas percibidas en concepto del impuesto,
concurriendo en la forma prevista por el artículo 55
del Código Penal.
III. De la calificación jurídica de los
hechos.
Ahora bien, ingresando al estudio del caso
traído a revisión de esta instancia corresponde
recordar que la conducta típica contenida en el
artículo 6 de la ley 24.769, en el que los jueces
que han conformado la mayoría de votos en la
resolución impugnada ante esta instancia sustentaron
la calificación jurídica que otorgaron a la conducta
por la cual han sido procesados López y de Sousa,
consiste en no depositar, dolosamente, total o
parcialmente, dentro de los diez días hábiles
administrativos de vencido el plazo de ingreso, el
tributo retenido o percibido -siempre que el monto
no ingresado supere la suma de dinero especificada

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en la norma-.
De manera que, en este delito, el bien ya
se encuentra en poder del agente, en este caso, y a
diferencia del abuso de confianza, en razón de su
carácter de agente de retención o percepción de
tributos, y el perjuicio se produce porque el sujeto
activo no deposita, en el tiempo administrativo
debido, esos tributos retenidos o percibidos, en
violación a las obligaciones que en tal sentido le
corresponden. Este delito entonces constituye una
violación al deber de entregar establecido
legalmente (tal como lo sostuviera al votar “in re”
“Gomez Ribes, Sergio D. y Rubeda, Silvia Patricia s/
rec. de casación”, causa Nro. 635, Reg. Nro. 979).
No se trata estrictamente de un supuesto
de apropiación del tributo retenido, sino que el
delito se configura con la no entrega al Fisco en el
tiempo debido de esos tributos percibidos. La acción
típica consiste en la falta de depósito -total o
parcial-, doloso, en el tiempo oportuno y en la
institución correspondiente, de las sumas de dinero
retenidas en concepto de tributos nacionales,
siempre que éstos superen el monto previsto en la
norma, por cada período mensual.
Se trata de una omisión propia: la omisión
de entregar en su debido tiempo el tributo
efectivamente percibido. De manera que toda otra
conducta posterior como aquéllas pertinentes, por
ejemplo, al otorgamiento de esas sumas a un destino
distinto al debido, quedan fuera del tipo penal en
cuestión que se consuma, parece necesario reiterar,

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con la sola omisión -dolosa- de depósito oportuno.
Así, y más allá del planteo realizado por
la AFIP en cuanto a que Oil Combustibles S.A. no
puede ser autor del delito en estudio por cuanto no
actúa en el caso como agente de percepción del
impuesto ICL sino que es directamente la
contribuyente, lo cierto es que el ingreso de las
sumas percibidas o retenidas en concepto de tributos
nacionales en debido tiempo, es la acción que la ley
reclama; cuya omisión dolosa completa el tipo.
Ahora bien, estás aclaraciones resultan
necesarias para comprender que la compleja maniobra
delictiva montada en el caso por funcionarios de la
AFIP, en clara connivencia, en lo pertinente a los
planteos efectuados, con los encausados López y de
Sousa, excedieron en su dimensión fáctica, y también
jurídica, los límites de la específica conducta
tributaria en la que –por mayoría- se encuadran los
hechos juzgados en la resolución impugnada, en
aspectos sustanciales tanto objetivos como
subjetivos, que definieron en el caso el desarrollo
ejecutivo de una clara, compleja y sistemática
maniobra defraudatoria en perjuicio de los intereses
de carácter económico del Fisco (siempre según la
imputación efectuada y que se ha considerado
motivadamente “prima facie” configurada).
Entonces, la consideración de que, en
relación al objeto procesal investigado en el caso,
con ese sustancial contenido fáctico descripto, nos
encontramos ante la sola comisión de una simple
conducta dolosa de omisión de depósito oportuno de

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los tributos nacionales percibidos (en este caso del


ICL) por parte de Oil combustibles S.A., implica
lisa y llanamente un cercenamiento del factum
imputado en su integralidad, y la reducción indebida
del injusto cometido a esa mera omisión –de depósito
del impuesto- por parte de Oil Combustibles S.A.-.
En efecto, amén de la cuestión relativa a
si la citada empresa actuaba en el caso como agente
de percepción del tributo o era el contribuyente
directo, lo cierto es que no puede ignorarse que, en
realidad, nos encontramos frente a lo que habría
sido una complejísima maniobra pergeñada por los
nombrados empresarios, en conjunto con el accionar
de los funcionarios del organismo fiscalizador, para
lograr esta millonaria defraudación al fisco
mediante el sistemático desvío de esos fondos de su
destino debido, utilizando fraudulentamente el
mecanismo de la obtención ilegal y sucesiva de
diversos planes de pago para incumplirlos
sucesivamente, y cuyo incumplimiento además se
ocultaba, para posibilitar la continuidad de la
maniobra de distintas maneras; todo lo cual otorgaba
el cauce necesario para aquél desvío continuo de
esas millonarias sumas con destino a las empresas
del llamado grupo Indalo. Sumas conformadas por el
ICL, que entonces no eran entregadas al Fisco en
cumplimiento de la obligación que les correspondía
como contribuyentes según la querella, o como agente
de percepción, según se sostiene en la decisión
cuestionada, de las que se nutrían delictivamente.
La numerosa prueba colectada en la causa,

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que ha sido pormenorizada y razonablemente valorada,
tanto en el auto de procesamiento como en el voto
del Juez Bruglia, autoriza a esta altura del proceso
a evaluar, con el grado de sospecha requerido en
esta instancia por la que transita el presente
proceso, que la empresa Oil Combustibles S.A., luego
de incumplir sistemáticamente con el pago del
impuesto, solicitaba y se acogía, ilegalmente, a
distintos planes de facilidades de pago por el ICL,
que también se incumplían, mientras que el dinero
adeudado al Fisco era utilizado para financiar a
otras empresas del mismo conglomerado económico
(Grupo Indalo). Eso, con la confluencia de la dolosa
conducta ejecutada por distintos funcionarios, en el
seno de la AFIP, en los procesos conducentes al
otorgamiento de los planes solicitados, que fueron
continuamente otorgados a pesar de que no concurría
el presupuesto exigido por la ley (art. 32 de la Ley
11.683); y posibilitados mediante acciones como la
desconfirmación de obligaciones pendientes, para
evitar juicios fiscales, y omisiones deliberadamente
realizadas relativas tanto el control de la deuda y
del cumplimiento de esos planes de pago, como a la
necesidad de empadronamiento de aquella empresa en
la Subdirección General de Grandes Contribuyentes
Nacionales.
Ese engranaje de conductas fue el cauce a
través del cual la citada firma contribuyente pudo
acogerse indebida y sistemáticamente a los
implementados planes de facilidades de pago,
obteniendo beneficios, e incumplirlos, para

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prorrogar en el tiempo el desvío sincrónico de las


sumas percibidas en concepto de ICL.
Esa delictiva estrategia financiera
imputada, de la cual en principio dependía en gran
parte el funcionamiento y la expansión del Grupo
Indalo, desde una perspectiva integral, concebida
como un todo, montada alevosamente en fraude a los
intereses del Fisco que fueron perjudicados con el
desvío de esas millonarias sumas de dinero, de las
que se habría alimentado el grupo empresario,
configura el delito de administración fraudulenta en
perjuicio de la Administración Pública.
Específicamente, del Fisco Nacional.
En efecto, conviene recordar que autores
del delito previsto en el artículo 173, inciso 7,
del C.P., pueden serlo no sólo aquéllos que integran
el órgano de administración de una sociedad, por
ejemplo el directorio, sino también quienes tienen a
su cargo el cuidado de ese patrimonio ajeno, como
los integrantes del órgano de fiscalización de una
sociedad, o del organismo que tiene a su cargo la
fiscalización, en este caso, de intereses
pecuniarios ajenos, como lo es la AFIP; y, asimismo,
todos aquellos respecto de quienes pueda sostenerse
que tienen el manejo de ese patrimonio, en alguno de
sus aspectos, lo cual no requiere, propiamente, que
tengan a cargo aquellas funciones propias de
administración o cuidado; más identificables,
específicamente, con aquéllas desarrolladas por los
integrantes de los órganos de administración y
fiscalización, respectivamente.

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Así, he sostenido que la defraudación por
infidelidad o abuso es entonces una forma o modo
delictivo de perjudicar intereses patrimoniales
ajenos mediante el abuso de confianza (cfr.: Soler:
“Derecho Penal Argentino”, Ed. 1970, T. IV, Ed. TEA,
pág. 389).
La confianza, según Rubianes y Rojas
Pellerano (cfr.: Rubianes, Carlos y Rojas Pellerano,
Héctor: “El delito de usurpación”, Ed. Bibliográfica
Omeba, Bs. As., 1960, pág. 283 y ss.), significa la
esperanza que se deposita en una persona o personas,
de que no obrarán más allá de lo convenido, de las
facultades y deberes que según el rol desempeñado le
corresponden. Representando la figura en cuestión
una tutela de la “incolumidad cuantitativa de la
propiedad, en cualquiera de sus aspectos” (cfr.
Nuñez, Ricardo C.: “Derecho Penal Argentino”, t. V,
pág. 382), contra actos de abuso del poder de
representación o quebrantamiento del deber de
cuidado, manejo o administración del patrimonio
ajeno.
En este sentido, y con especial referencia
a la cuestión invocada en el voto del doctor
Ballestero en cuanto centra su discrepancia con la
calificación otorgada a la conducta juzgada en el
auto de procesamiento, en la circunstancia de que el
Fisco no es el propietario de las sumas percibidas
en concepto de Impuesto a los Combustibles Líquidos,
no debe perderse de vista que el perjuicio debe
producirse en los intereses de contenido patrimonial
ajenos, cuyo cuidado, administración o manejo tiene

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el agente. En este sentido el Estado es sujeto


pasivo del delito, en tanto son, justamente, esos
intereses públicos de contenido patrimonial
correspondientes al Erario Público los que son
perjudicados por el autor del delito -aunque en este
caso se conformara la agravante del art. 174 inc. 5,
del C.P.-.
En efecto, esta figura contempla al
patrimonio no sólo como concepto estático, sino en
un aspecto amplio y dinámico, comprensivo del
conjunto de derechos y obligaciones de contenido
patrimonial, y de la actividad recaudatoria o
financiera del Estado (aspecto activo) que requiere
para cumplir sus fines, contar con los ingresos de
lo que se aporta o tributa. En relación al caso, la
comisión de este tipo de defraudación, así como los
contenidos en la Ley Penal Tributaria, cuya
aplicación corresponderá efectuar en los casos en
que así corresponda con adecuado respeto del
principio de especialidad, ocasionan indudablemente
un perjuicio concreto a las arcas del Estado, y que
se deriva en una insuficiencia o disminución de
fondos para cumplir con sus funciones públicas
delictivas.
En tal sentido, sabido es que esa parte de
los recursos que el Estado obtiene a través del
poder tributario que emana de su soberanía, conforma
una parte, junto con los restantes bienes y recursos
de contenido pecuniario, de los recursos con que
cuenta el Estado. Entonces, no corresponde efectuar
una interpretación restrictiva de la ley –por fuera

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de la aplicación del principio de especialidad ya
referido- que implique restringir los alcances del
bien jurídico protegido, por la figura contenida en
el artículo 173, inciso 7, en función del artículo
174 del código de fondo.
Párrafo aparte, debe recordarse que en
este tipo de delitos se abarcan los casos en los que
esos intereses públicos se encuentran al cuidado o
manejo del sujeto activo por vía de un ordenamiento
especial.
El sujeto activo ha de tener a su cargo;
facultad que importa una situación que pone al
agente, en términos generales, en condiciones de
realizar negocios jurídicos o actos, con efectos a
favor y en contra del titular de un patrimonio
ajeno. Encargo que puede recibir conforme a una de
las tres relaciones expresamente enumeradas: la
administración, el manejo o el cuidado.
En relación al hecho juzgado, es
pertinente memorar que el “manejo” es una facultad
que importa gobierno y dirección de intereses
patrimoniales ajenos; pero, con sentido y alcance
determinados, o sujeta al desenvolvimiento de una o
varias gestiones o negocios (cfr. mi voto en la
causa Nro. CCC51130/2003/TOC1/CFC1, caratulada:
“CHMEA, Alberto y otros s/recurso de casación”, Reg.
Nro. 324/2015.4, rta. el 12/3/2015; de la Sala IV,
C.F.C.P., entre muchas otras).
A su vez, resulta sustancial recordar, en
relación a la calificación legal que correspondería
otorgar a la conducta que se les imputa a López y a

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de Sousa, que ya he tenido oportunidad de sostener


en diversos precedentes que no sólo puede ser autor
del delito de administración fraudulenta quien por
disposición de la ley, de la autoridad o por un acto
jurídico, tuviera a su cargo la administración de
bienes o intereses pecuniarios ajenos, sino que
también pueden serlo quienes en la situación de
hecho de que se trate, tuvieren el manejo de esos
bienes o intereses ajenos (cfr. mi voto en la causa
Nro. 1698/2013 de la Sala IV, caratulada: “GONZÁLEZ,
Mónica Beatriz; MONTAGUT, Jorge y TINANT, Carlos
Alberto s/ recurso de casación”, Reg. Nro. 1103.4,
rta. el 5 de junio de 2014; entre varias otras).
En tal sentido, la fundamentación del voto
del juez Bruglia resulta razonable, completa, y
sustentada en una valoración integral de la prueba
incorporada al proceso en cuanto entendió, a los
fines de analizar la responsabilidad que les cupo en
la maniobra defraudatoria imputada a Cristóbal M.
López y a Carlos F. de Sousa, que se presentaba
sustancial determinar qué vínculo tenían ellos con
Oil Combustibles S.A.
En tal sentido, cierto es que el vínculo
de Carlos Fabián de Sousa surge de manera prístina
por su carácter de presidente del directorio y
representante de dicha empresa durante el período
investigado, y que, respecto de Cristóbal López el
vínculo económico resultaba de la composición
accionaria de las firmas que integran dicha
sociedad: Oil M&S S.A. e Inversora M&S S.A.
Es que, según motivadamente se refirió,

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Inversora M&S S.A. detentaba el 98, 11% de Oil M&S
S.A., y de la prueba que integra el sumario surge
que López y de Sousa eran las personas físicas que,
a través de sus tenencias accionarias y/o de las
posiciones que ocupaban en otras empresas del grupo
(detalladas en la resolución impugnada), resultaban
ser los beneficiarios finales de Oil Combustibles
S.A.
Así se valoró, entre otras pruebas, que el
Informe del Departamento de Gestión de Cobro señaló
entre sus conclusiones que “tanto INVERSORA M&S S.A.
como OIL M&S S.A. [accionistas de Oil Combustibles]
prestan dinero que luego se capitaliza en otras
sociedades del grupo, con dinero proveniente de OIL
COMBUSTIBLES S.A., la cual a su vez se está
financiando con el Estado Nacional“(fs. 640).
Y, en relación íntima con ese dato, y con
respecto a las dificultades económico financieras
oportunamente invocadas por Oil Combustibles S.A.
para acceder indebidamente a los planes de
facilidades de pago, se valoró que en realidad no se
trataría de una crisis financiera, sino de la
utilización del dinero percibido por la empresa en
aplicación de este tributo, para financiar el
funcionamiento y/o la expansión de otras sociedades
del Grupo Indalo.
Que en este sentido, el informe elaborado
por la División Recaudación de la AFIP, de fecha 1-
04-2016 (Nota N° 377/2016), indicó que “puede
advertirse que la crisis financiera expuesta por el
contribuyente es producto de las inversiones

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efectuadas en la actividad, utilizando para ello la


financiación de sus obligaciones a través de la
concesión de planes de facilidades de pago” (fs.
750/757).
En función de dicha conclusión también se
evaluó, entre otras pruebas, la progresión que
habrían tenido, entre 2013 y 2015, tanto la deuda
fiscal por aquél tributo como los créditos hacia
otras sociedades del Grupo Indalo; para concluir que
las sumas que Oil Combustibles S.A. debía ingresar a
la AFIP en concepto de ICL, habrían sido utilizadas
en lo sustancial por los titulares del grupo
empresario del que formaba parte para financiar a
otras empresas de dicho conglomerado.
A su vez, con relación también a estos
planes, pero fundamentalmente respecto de los planes
de facilidades generales, se tuvo en cuenta que la
conducta desplegada por los encartados a través de
Oil Combustibles S.A. habría sido posible en virtud
de que las obligaciones fiscales pendientes habrían
sido sistemáticamente “desconfirmadas” en el sistema
informático de la AFIP, por personal habilitado de
ese organismo. Evitando de ese modo la emisión de la
“boleta de deuda” y el inicio de los respectivos
procesos de ejecución fiscal (con la cita, entre
otras pruebas, de la declaración del testigo Sosa).
En concreto, en relación a este punto, se
consideró que el testigo Néstor A. Sosa, Subdirector
General de Auditoría Interna de la AFIP, precisó que
… en ciento cincuenta (150) obligaciones por un
monto total de $5.041.680.087,33 cuyos vencimientos

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operaron entre el 1/01/11 y 31/12/15 se
‘desconfirmaron’ hasta en once (11) oportunidades
las obligaciones líquidas y exigibles por las que
podría haber dado inicio al proceso de gestión
judicial, mediante el libramiento de las Boletas de
Deuda correspondientes” (con cita de la fs. 1714
-informe con aclaraciones a su testimonial, a fs.
1707/1714-).
Es decir que a pesar de los reiterados y
sucesivos incumplimientos, el organismo fiscal no
accionó judicialmente contra Oil Combustibles S.A.
para el cobro de la deuda por el ICL, permitiendo
que continuara beneficiándose ilegítimamente con el
acogimiento a sucesivos planes de facilidades de
pago.
Desde una perspectiva integral de
análisis, el cúmulo probatorio arrimado hasta el
momento a este proceso, permite advertir que la
posibilidad de frenar los procesos de ejecución
fiscal contra Oil Combustibles S.A. habría estado
vinculado con el menor grado de control que
significaba para esta firma el permanecer desde el
inicio de su actividad y a lo largo de todo el
período investigado bajo la órbita de una agencia de
la D.G.I. (Agencia N° 11, Dirección Regional
Palermo), en lugar de haber sido incorporada al
padrón de la Subdirección General de Grandes
Contribuyentes Nacionales, acorde con su importancia
como contribuyente y la situación de otras empresas
petroleras de similar estructura.
En definitiva, todo ello permitió

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concluir, por una parte, que la empresa


perteneciente —al menos principalmente— a López y de
Sousa, -luego de incumplir sistemáticamente con el
pago del impuesto- solicitaba y lograba acogerse a
planes de facilidades de pago por el ICL, mientras
que el dinero adeudado al Fisco era utilizado para
financiar a otras empresas del mismo conglomerado
económico (Grupo Indalo). Y, por otra parte, que
desde el seno de la AFIP se habrían llevado adelante
los procesos conducentes al otorgamiento de los
planes solicitados, a pesar de que no concurría el
presupuesto exigido por la ley (art. 32 de la Ley
11.683); así como otras acciones -desconfirmación de
obligaciones pendientes, para evitar juicios
fiscales- y omisiones -sobre el control de la deuda
y la necesidad de empadronamiento en la Subdirección
General de Grandes Contribuyentes Nacionales-,
tendientes a que dicha firma contribuyente pudiera
acogerse sucesivamente a los planes de facilidades
establecidos en resoluciones generales de la AFIP.
En base a todo lo expuesto es lógico, y se
corresponde con el análisis de la prueba y de la
normativa aplicable al caso, razonar en el sentido
de que una estrategia financiera de este calibre, de
la cual en principio dependía en gran parte el
funcionamiento y la expansión del Grupo Indalo, no
encuentra lógica en lo decidido y actuado en forma
aislada por los órganos de Oil Combustible S.A. Toda
vez que los mutuos otorgados a otras firmas del
mismo conglomerado empresario, principalmente a
través de la sociedad controlante de Oil

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Combustibles S.A., no obedecían a la conveniencia de
la propia empresa (por la demora en la cancelación,
la nula o mínima aplicación de intereses, etc.),
sino que respondían a una perspectiva integral del
Grupo Indalo concebido como un todo.
En consecuencia, cierto es que el
escenario descripto conlleva a la sospecha de que el
accionar de aquella entidad en relación a la
solicitud y acogimiento a los planes de facilidades
de pago por el ICL, entre 2013 y 2015, fue también
obra de los encausados.
Ahora bien, retomando el análisis relativo
a la calificación que corresponde otorgar al hecho
investigado, considero que tanto de Sousa, por el
rol específico que desempeñaba, como López en virtud
de lo ya señalado, eran quienes tenían el manejo de
esos millonarios importes que efectivamente Oil
Combustibles S.A. debía ingresar al Fisco en
concepto de Impuesto a los Combustibles Líquidos y
que, en cambio, habrían desviado en provecho del
grupo empresario, sirviéndose de ese dinero para
financiar y expandir su conglomerado empresario.
En tal sentido correspondería concluir que
ambos resultan prima facie autores del delito de
administración fraudulenta en perjuicio de la
Administración Pública, en tanto, sin dudas,
detentaron el manejo de hecho de esos intereses
pecuniarios ajenos. De Sousa, además, como se dijo,
por su carácter de presidente del directorio, órgano
que tiene la tarea de administración del ente
societario, y representante de dicha empresa durante

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el período investigado.
En efecto, con respecto a la
responsabilidad específica que le corresponde a de
Sousa resulta indudable que, en el caso del delito
de administración fraudulenta y en el ámbito de las
sociedades anónimas, el Directorio, el Presidente,
el Comité Ejecutivo y el Gerente (arts. 255, 268,
269 y 270 de la Ley de Sociedades Comerciales),
pueden ser autores (Daniel P. Carrera: “Defraudación
por infidelidad o abuso”, Ed. Astrea)” (cfr. mi voto
en la causa González, ya citada).
En función de lo expuesto no corresponde,
a mi entender, calificar su accionar como una
“ayuda” en una actuación principal que se pone en
cabeza de los funcionarios de la AFIP, sino que
corresponde definir los roles por su vigencia óntica
(cfr. en tal sentido el voto del juez Schiffrin en
la causa nro. 297: “FEET-UP S.A. s/ INF: LEY
23.771”, de la Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata, Pcia de Buenos Aires, rto. el 10 de febrero
de 1998). Y que, es así, entonces, que es factible
considerar órganos de hecho a quienes poseen el
poder fáctico de disposición sobre las actividades
de la empresa, lo cual condice con el texto legal
contenido en el precedentemente analizado artículo
173, inciso 7, del C.P., que, como vimos, no efectúa
distinciones entre administradores de iure o de
facto (ya que se incluye como tales a quienes tengan
el “manejo” de intereses pecuniarios ajenos).
Sin embargo, en pos de un amplio resguardo
de la garantía de defensa en juicio, considero

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prudente por el momento mantener la calificación
legal propuesta por las partes acusadoras, quedando
sujeto su posterior análisis a la amplia discusión
de las partes que, en su caso, encontrará en el
juicio oral su ámbito adecuado, con resguardo del
principio del contradictorio.
Con respecto a la imputación efectuada
respecto de Echegaray, en el contexto analizado,
tampoco quedan dudas de que tenía a su cargo tanto
el cuidado y la fiscalización de los intereses
pecuniarios del Fisco en el caso en cuestión, que
comprendía el control acerca del cumplimiento de las
obligaciones fiscales, en el caso de aquellos que
desempeñaban el rol de agente de percepción de
tributos, y el manejo, en ese escenario, de esos
intereses, en virtud de que en función del cargo que
ocupaba en la AFIP, detentaba las más amplias
facultades de gobierno sobre esos intereses del
organismo recaudador a quien representaba.
En la resolución impugnada, se valoró con
basta suficiencia argumental y probatoria que la
posición que ocupaba Echegaray dentro de la AFIP y
las atribuciones que él tenía asignadas, comprendían
las más amplias facultades de gobierno y disposición
sobre los intereses del organismo recaudador, al que
además representaba; encontrándose habilitado para
decidir las acciones que debían llevarse adelante
para la percepción de los tributos nacionales y,
puntualmente, para decidir el otorgamiento o no de
planes de facilidades a los deudores de la entidad
fiscal (cfr. art. 32 de la Ley 11.683), así como el

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“cuidado” de los intereses del organismo fiscal, el


cual comprende el control sobre los mismos.
Como se refirió al comienzo, se apreció
como decisiva en la maniobra investigada la
intervención del imputado en el otorgamiento de los
planes de facilidades particulares a Oil
Combustibles S.A. en 2013 y 2014, así como la
omisión de tomar medida alguna de control y/o dar
instrucciones a sus áreas o funcionarios
subordinados, con la finalidad de impedir que dicha
firma contribuyente se acogiera a los planes
establecidos en resoluciones generales del organismo
-y siguiera beneficiándose indebidamente con la
prórroga en el cumplimiento de sus obligaciones
fiscales-.
En relación con la violación de los
deberes que tenía a su cargo, se resaltó que la
conducta de Echegaray -ya sea por acción u omisión-
no estuvo dirigida a resguardar los intereses del
Fisco en orden a la percepción de los tributos, sino
a beneficiar a terceros -los beneficiarios finales
de la firma contribuyente- permitiéndoles prorrogar
sucesivamente el pago de los períodos vencidos del
ICL, cuando no concurrían las condiciones
establecidas normativamente para acceder a ese
beneficio (art. 32 de la Ley de Procedimiento
Fiscal).
Y que, cabe reiterar ahora, el
otorgamiento de los planes de facilidades
particulares por parte del Administrador Federal y
el acogimiento de Oil Combustibles S.A. a los planes

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generales no sólo fue posible por la falta de
control de la situación del contribuyente y la
ausencia de directivas en tal sentido por el
Administrador Federal, sino también por las acciones
concretas dentro del organismo recaudador
(desconfirmación de obligaciones pendientes) a fin
de evitar el inicio de los respectivos procesos de
ejecución fiscal, lo que habría generado la falta de
percepción en tiempo y forma por el Fiscal Nacional
de las sumas correspondientes al ICL a cargo de Oil
Combustibles S.A., con lo cual el Estado se vio
perjudicado al no recibir parte de sus recursos.
Lucen en este contexto sustanciales, en
sustento de la responsabilidad que le correspondería
al imputado por su obrar omisivo, el conocimiento
concreto de la situación fiscal de Oil
Combustibles .S.A. que Echegaray habría adquirido a
partir de su directa intervención en las solicitudes
de planes particulares efectuadas por esa entidad.
En el escenario descripto, cierto es que
debe descartarse la posibilidad de aplicar el
principio de confianza aducido por la defensa de
Echegaray como excluyente de la imputación jurídico-
penal sobre la base de la intervención previa de las
áreas técnicas y jurídicas del organismo en los
trámites respectivos, en virtud de que Echegaray
tomó intervención directa en más de una oportunidad
durante la maniobra investigada, soslayando la
premura que se le imprimió al trámite, la falta de
comprobación de las dificultades económicas
invocadas por la contribuyente, la ausencia de

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procesos de ejecución fiscal en su contra y el menor


control al que se hallaba sometida.
En efecto, todas esas circunstancias no
pueden conjeturarse como desconocidas por el
funcionario, no sólo por su formación profesional y
el cargo desempeñado así como el grado de
especialidad necesario dentro del organismo, sino
por la intervención que le correspondió.
En virtud de todo lo expuesto, la
participación que le habría correspondido a
Echegaray en grado de autor en la maniobra
defraudatoria investigada luce prístina, en orden al
doloso quebrantamiento del deber que en base a la
competencia funcional que desempeñaba le
correspondía.
Para finalizar, la postura mayoritaria
conformada por los votos en los que se apoyó la
resolución impugnada, significa, en definitiva, el
resultado de una mirada sesgada de la realidad
evidenciada prima facie por las pruebas incorporadas
a la causa, acerca del modo en que han sido
cometidos los hechos juzgados, que cercena su
compleja y completa realidad delictiva para
reducirlos a la comisión del delito tributario que
se limita a la dolosa retención y no depósito
oportuno de impuestos nacionales tributarios (en
este caso el ICL); desconociendo aspectos
sustanciales que han conformado a la maniobra
defraudatoria montada. Caracterizada por el accionar
mancomunado de quienes tenían a su cargo la
fiscalización y el cuidado y control del

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cumplimiento de las obligaciones que involucraban
intereses económicos del Fisco Nacional, por sumas
millonarias, y que los defraudaron en un accionar
conjunto con los empresarios de que se trata, en un
complejo montaje operativo fraudulento por el que
lograron el objetivo de favorecer sistemáticamente
al grupo empresario con esos miles de millones que
sustraían al erario público.
Esta maniobra, que entraña uno de los
hechos de corrupción -en cuanto cometida por la
alianza delictiva de este grupo de poderosos
empresarios aliados, justamente, con los
funcionarios que, paradójicamente, tenían a su cargo
el cuidado de estos intereses estatales- de los más
graves de la historia, debe ser juzgada con la
rigurosa eficacia que exige el cumplimiento de los
compromisos internacionales que ha adoptado nuestro
país en materia de lucha contra la corrupción.
Propicio entonces que se haga lugar a los
recursos de casación interpuestos por las partes
acusadoras y que se revoque la resolución impugnada
en cuanto a la calificación legal otorgada a los
hechos por los que resultaron procesados los
encausados, y que se confirme la resolución que en
copias obra a fs. 1/60 en cuando dispuso el
procesamiento de los antes nombrados en orden al
delito de administración fraudulenta agravada por
haber sido cometida en perjuicio de una
administración pública (arts. 45 y 174, inc. 5, en
función del art. 173, inc. 7, del C.P.) en calidad
de partícipes primarios en el caso de Cristóbal

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Manuel López y Carlos Fabián de Sousa; y de autor en


el caso de Ricardo Daniel Echegaray. 1
IV. De las medidas cautelares.
1. Del embargo preventivo.
Respecto de la medida de embargo
dispuesta, coincidieron los jueces de la anterior
instancia en la circunstancia de que al disponer el
embargo de los imputados por la suma de $
17.042.509.692, el juez de primera instancia admitió
de manera íntegra esa suma indicada por el actor
civil (la AFIP) sin advertir que en ese monto se
incorporó la deuda relativa a ciclos que no forman
parte del universo temporal correspondiente a las
conductas que conforman el objeto procesal de esta
causa. Y que, entonces, los períodos previos o
posteriores a ese lapso de tiempo, o por
intimaciones originadas en otros impuestos, no
pueden ser objeto de tutela del embargo que se
resuelva en este proceso.
Se concordó también en la consideración de
que la medida cautelar en cuestión no puede olvidar
las sumas que permitan cumplir con las restantes
finalidades previstas en el artículo 518 del
C.P.P.N. como la indemnización civil y las costas
del proceso. En cuanto a este último aspecto, en la
resolución impugnada se concluyó que el juez de
primera instancia dejó de lado los cargos destinados
a solventar honorarios de los profesionales
intervinientes, la tasa de justicia y los demás
gastos que deban afrontarse en el devenir del
proceso; de conformidad con lo dispuesto en el

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artículo 533 del C.P.P.N.
El juez Bruglia consideró que de
conformidad con la liquidación presentada en autos
por el organismo recaudador, la suma de capital e
intereses, arrojaba en lo pertinente un total de $
8.941.648.806,17; y que a esa suma debía adicionarse
una cantidad que permita cumplir con las restantes
finalidades previstas en el artículo 518 del
C.P.P.N., incluyendo el importe necesario para
cubrir los intereses que se generen durante el
transcurso del proceso, sin perjuicio de ajustes
posteriores no incluidos en la estimación aludida.
En base a estas sustanciales
consideraciones valoró el doctor Bruglia que la suma
del embargo preventivo dispuesto debía ajustarse a
la de $ 10.941.648.806, 17 para cada uno de los
imputados.
En los votos que conformaron la mayoría
sólo se invocó en sustento del menor monto del
embargo resuelto, fijado en $ 8.945.000.000
-haciendo extensiva tal solución a idéntica medida
dictada respecto de patrimonio de Echegaray-, en la
evaluación de que no correspondía evaluar los
intereses que la deuda habría de devengar en el
devenir del proceso.
En el recurso de casación interpuesto, la
AFIP sostuvo que, necesariamente, a la luz de lo
dispuesto por el artículo 518 del C.P.P.N., el monto
del embargo debía fijarse, como mínimo, en aquél
propuesto por el juez Bruglia, en su voto, abarcando
las sumas necesarias para cubrir futuros intereses y

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ajustes.
A lo expuesto sumó que en cuanto a los
intereses que contenía el cálculo de la deuda
aportado por la AFIP, se debe evaluar que en el
momento en el que ese cálculo se efectuó, el
concurso preventivo del Oil Combustibles S.A. había
sido anulado por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, pero que, actualmente, esta situación varió
pero no está resuelta en forma definitiva ya que la
AFIP impugnó la apertura del concurso, lo cual
significa que podrían surgir intereses
correspondientes a los montos adeudados.
Por su parte, el señor Fiscal General
manifestó que la reducción del monto del embargo
dispuesta desnaturaliza la finalidad de la medida y
causa un perjuicio que podría tornar ilusorio el
resarcimiento del daño, conforme a lo dispuesto por
el artículo 29 del C.P.
Indicó que la cifra fijada en la
resolución criticada no resulta suficiente -amén de
lo elevado de su monto- para cubrir los parámetros
establecidos por la ley en relación “al ‘quantum’
sideral que importó la maniobra”.
Concluyó que el monto del embargo debe
contemplar necesariamente los efectos del delito que
continúan devengándose al presente, pues el importe
base de la imputación y sus intereses, que conforman
el valor del perjuicio patrimonial, no está
ingresado al erario público; razón por la que
consideró que la suma establecida en primera
instancia luce apropiada a la luz de una

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interpretación integral de las normas en juego.
Ahora bien, a la luz del escenario
descripto, no puede olvidarse que no sólo el Código
Procesal Penal de la Nación prevé el embargo de
bienes de los procesados, o civilmente demandados
con la finalidad de garantizar la pena pecuniaria,
la indemnización civil y las costas (que abarcan el
pago de la tasa de justicia, los honorarios
devengados por los abogados, procuradores y peritos,
y los demás gastos que se hubieren originado por la
tramitación de la causa).
En efecto, el Estado Argentino, se
encuentra obligado, en razón de los compromisos
internacionales asumidos, a adoptar las medidas
pertinentes para garantizar el recupero de los
activos provenientes de los delitos de corrupción y
la indemnización a los perjudicados por los actos de
corrupción (cfr. arts. 31, incisos 1 y 2, y 35, de
la Convención de las Naciones unidas contra la
Corrupción, ratificada por la ley 26.097).
En consecuencia, la determinación del
monto del embargo debe guardar el mayor correlato
posible para garantizar esos rubros, teniendo en
cuenta también que el artículo 23 del Código Penal
autoriza al juez a adoptar las medidas cautelares
suficientes para asegurar el decomiso de todo bien o
derecho patrimonial sobre los que, por tratarse de
instrumentos o efectos relacionados con el o los
delitos que se investigan, el decomiso puede recaer.
En tal sentido el recupero de las sumas no
ingresadas al fisco en concepto de ICL, con los

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intereses correspondientes, no es lo único que el


embargo debe garantizar –junto con aquellos rubros
dispuestos por el citado artículo 518-, en virtud de
lo antes expuesto, sino también, y a la luz de lo
dispuesto en el citado artículo 23 del código de
fondo, las ganancias que sean el producto o el
provecho del delito.
Es en este aspecto que la resolución
adoptada por el juez de primera instancia, sobre la
cuestión tratada, se presenta razonable y adecuada a
derecho en cuanto a que la cautela en cuestión
también tiene por finalidad asegurar la eventual
imposición y cumplimiento de la pena de decomiso,
así concebida en nuestro ordenamiento legal, e
impedir que se consolide el provecho del delito.
Es a la luz de lo expuesto que el juez
consideró que las otras deudas abarcadas por la
estimación efectuada por la AFIP estarían
relacionadas con dicho tributo (el ICL consolidado
en los planes de pago cuestionados en estos
actuados, y por las que la AFIP alega un perjuicio
económico). Y que, también, evaluó que la AFIP,
además, se constituyó como actor civil en esta
causa, por lo cual el monto del embargo a imponer
debía contemplar la posibilidad de hacer frente a
los daños y perjuicios, y el reclamo de las
restituciones, reparaciones e indemnizaciones, que
pudiera demandar dicho organismo (artículo 91 del
C.P.P.N.).
Entonces, la medida de embargo que procede
en el caso no se limita a garantizar el recupero de

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las sumas que en concepto de ICL no fueron
ingresadas al Fisco en virtud de la maniobra
defraudatoria investigada en este proceso, los
intereses correspondientes, y costas del proceso,
como se señala en la resolución impugnada, sino
también, por ejemplo, las ganancias obtenidas por el
grupo empresario mediante las conductas aquí
imputadas así como todo otro rubro que integre el
concepto de “efecto del delito”, y las reparaciones
e indemnizaciones que como actor civil le
corresponde a la AFIP demandar en lo pertinente, y
que exceden de un monto netamente equivalente al
necesario para el solo recupero de las sumas no
ingresadas en concepto de ICL y sus intereses. .
Con este marco, no se advierte justificado
en la resolución recurrida la razón específica por
la cual corresponda considerar, en definitiva,
arbitraria la suma de $ 17.042.509.692 fijada
provisoriamente en el auto de procesamiento dictado
en primera instancia.
Es que, sobre el tópico en cuestión, la
resolución pronunciada se sustentó en la abstracta
afirmación de que el monto de embargo reclamado por
la AFIP, incorporó la deuda relativa a ciclos que no
forman parte del universo temporal correspondiente a
las conductas que conforman el objeto procesal de
esta causa, y correspondientes por intimaciones
originadas en otros impuestos que exceden también el
objeto procesal de esta causa; omitiéndose todo
análisis específico de la concreta presentación
efectuada en tal sentido por la AFIP, a la luz del

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marco normativo aplicable.


Ni siquiera se determinó cuáles fueron los
períodos cuyo cómputo no correspondía, ni se precisó
cuáles habrían sido las sumas pertinentes a los
“otros” impuestos, de qué impuestos se trataba, y,
entonces, cuál es la razón por la cual resultó
arbitrario que el juez de primera instancia los
considerara en este aspecto, como “deudas
relacionadas con dicho tributo” relativo al ICL, y
por ende, abarcables por la medida de embargo
dispuesta.
En virtud de todo lo expuesto, y toda vez
que no se ha demostrado en la resolución recurrida
cuál ha sido el yerro atribuido a la resolución de
embargo dispuesta por el juez a cargo de la
instrucción del presente proceso, considero, de
conformidad a lo propuesto por las partes
acusadoras, que debe revocarse la resolución
impugnada también en el punto 3, confirmando lo
resuelto en los puntos II, IV, y VI de la resolución
que en copias obra a fs. 1/60, por los que se manda
a trabar embargo sobre los bienes de Ricardo Daniel
Echegaray, Cristóbal Manuel López, Carlos Fabián de
Sousa, hasta cubrir la suma de diecisiete mil
cuarenta y dos millones quinientos nueve mil
seiscientos noventa y dos pesos ($17.042.509.692).
Sin perjuicio de los ajustes posteriores que deban
efectuarse.
2. De la prisión preventiva.
a. Con relación a la medida cautelar
privativa de la libertad dictada respecto de

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Cristóbal López y Carlos Fabián de Sousa y que fuera
revocada por la mayoría del a quo, se agravió el
señor Fiscal General por considerar arbitraria y
carente de fundamentación la decisión en cuanto
resuelve sin considerar los hechos relevantes y las
normas decisivas aplicables al caso.
El representante del Ministerio Público
Fiscal entendió que los magistrados, bajo el
designio de la libertad de los imputados, dejaron de
valorar, analizar y aplicar al caso las específicas
disposiciones contenidas en el Código Procesal Penal
de la Nación respecto de la excarcelación y exención
de prisión.
En lo sustancial, expuso allí que “la
interpretación que se efectúa del art. 316 del
C.P.P.N., resulta arbitraria pues bajo el pretexto
de adecuar la letra de la ley a la Constitución, lo
que se ha hecho es derogarla, suplantando de esa
forma la voluntad del legislador que es soberano a
la hora de fijar las directrices en relación con el
aspecto que altera el fallo. Por otra parte, y aún
si forzáramos los razonamientos y aceptásemos como
adecuada la interpretación que efectuó la Sala,
resultaría incólume la arbitrariedad al sostener que
no existían riesgos en el entorpecimiento de la
investigación por parte de los imputados además de
la falta de consideración en cuanto a la posibilidad
de elusión de la justicia” (cfr. fs. 309 vta.).
Criticó los fundamentos utilizados por los
jueces para conceder la libertad a los imputados,
considerando que en el caso nos encontramos ante la

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existencia de riesgos procesales evidentes que


reclaman el dictado de una medida cautelar como la
prisión preventiva, a fin de garantizar la
continuidad del juicio (cfr. fs. 308 vta.).
Dijo que “…si el fin del proceso es en
definitiva la aplicación de la ley penal sustantiva,
aún en la visión restrictiva del voto comentado,
devenido en pena, debió considerar necesariamente
que conforme a las constancias de la causa que lo
llevaron a confirmar el auto de procesamiento surge
la palmaria procedencia de aplicar en el caso lo
dispuesto por el art. 22 bis del Código Penal, cuya
naturaleza de pena no es posible discutir a estas
alturas conforme lo señalado por el art. 5 del mismo
cuerpo normativo” (cfr. fs. 308 vta.).
Expresó enfáticamente que “…el personaje
principal de la maniobra dilucidada en este legajo
se llama Echegaray, el antes poderoso jefe de la
agencia recaudadora del Estado y ahora el tal vez
temido custodio de secretos comprometedores.
Echegaray debe seguir la suerte de López y de Sousa
en lo que a cautelas personales se refiere (me
refiero concretamente a la prisión preventiva que
limite su libertad con el único fin de evitar la
frustración del proceso.). Pero más allá de ello, no
deja de ser cierto que la profusa actividad
desarrolladas por el magistrado de primera instancia
se centró principalmente en la conducta de los
empresarios y no en la del ex funcionario. Resulta
insustancial a este fin la mención de otros autos de
procesamiento sin la imposición de la prisión

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preventiva. Por el contrario importa la
consideración de un evidente agravamiento de la
situación de los encartados” (cfr. fs. 309 vta.).
Indicó que la falta de exégesis del art.
317 inc. 1º en función del art. 316 del C.P.P.N.
importa la arbitrariedad de la resolución recurrida.
Mencionó los dos conceptos normativos
posibles de aplicación al caso frente a la diferente
calificación jurídica asignada en las instancias
anteriores.
Resaltó que la posición de ese Ministerio
Público Fiscal se centra en que la conducta
reprochada a los imputados encuentra adecuada
subsunción legal en la figura del art. 173, inc. 7
en función del art. 174, inc. 5 del Código Penal,
cuyo máximo es de seis años.
Sostuvo, además, que en todo caso a la luz
de la pena que cabría aplicarle a los nombrados en
atención a los injustos previstos en los arts. 6 de
la Ley 27.430 conforme la subsunción asignada por el
a quo, la pena máxima supera los ocho años de
prisión a los que se refiere como tope el art. 316
del CPPN, sin que tampoco proceda, en caso de recaer
una pena de cumplimiento en suspenso, conforme el
art. 26 del Código Penal, porque el mínimo superaría
los tres años de prisión; teniendo en cuenta que
resultan aplicables, al caso, las reglas del
concurso real.
Resaltó que la pena que deberán afrontar
los imputados en este proceso será inexorablemente
de cumplimiento efectivo, lo cual impide la libertad

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durante la sustanciación del proceso conforme al


art. 316 del C.P.P.N.
Enfatizó en que “…la aplicación del
encarcelamiento que surge del art. 317, inc. 1, en
función del art. 316 del C.P.P.N., constituye una
directriz legal para el juez que resulta
inconmovible. Está impedida por ende la soltura de
aquél cuya situación procesal no se ajusta a los
parámetros allí indicados. Lo contrario nos llevaría
a consentir que los Magistrados se atribuyesen
facultades que la Constitución Nacional ha reservado
al Congreso Nacional o avanzar, en definitiva, sobre
ámbitos reservados a otros Poderes del Estado” (cfr.
fs. 310/310 vta.).
Expresó que “…la adecuada aplicación de
las pautas procesales que juegan en el caso se
conforman en principio con la aplicación del art.
317, inc. 1º, en función del segundo párrafo del
art. 316 ambos del C.P.P.N., los que conformen a la
calificación legal de los hechos obturan el
levantamiento de la medida cautelar, siendo
improcedente la sujeción a las disposiciones del
art. 319 del mismo cuerpo legal” (cfr. fs. 311).
Pidió, específicamente, que “…ese conjunto
de normas y su interpretación —no el invocado por
los jueces de la Sala I— sea el que gobierne la
situación de López, de Sousa y Echegaray en punto a
su libertad ambulatoria” (cfr. fs. 311).
Agregó que debía considerarse el contexto
general de la maniobra signada por la causa madre
donde se investiga la asociación ilícita de la que

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los aquí imputados forman parte, así como que los
imputados se encuentran imputados en otras causas,
en las que se investigan hechos de suma gravedad.
En este sentido, dijo “…esa comprensión
demuestra la necesidad de una interpretación global
de los acontecimientos, pues estos no dejan de ser
hechos delictivos puntuales y múltiples, acometidos
por la asociación delictiva que asoló el erario
público en su afanosa búsqueda de hacerse de
recursos del Estado para provecho propio. Ese marco
general, esa integralidad de los acontecimientos
impone sentar un hito insoslayable. La amenaza
punitiva que enfrentan ahora los procesados no puede
ser desguazada de aquella, habilitando la
consideración sobre la posibilidad de riesgo de fuga
y/o entorpecimiento de la investigación” (cfr. fs.
312).
Manifestó que debía considerarse a los
fines de analizar la sujeción de los imputados al
proceso, también, la gravedad de los hechos
pesquisados y la evidente amenaza punitiva.
Resaltó el acreditado entorpecimiento
efectuado por López y de Sousa en la maniobra que ha
denunciado el a quo y que el agente fiscal, en su
presentación, mencionó como comprobación esencial
para justificar el encarcelamiento de los
responsables de la empresa.
Concluyó este punto, sosteniendo que la
falta de análisis normativo de disposiciones
procesales conducentes para la solución del caso
impone la existencia de “vicios in procedendo”,

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susceptibles de reparación con la intervención del


Tribunal, pues lo tres encartados ostentan
posibilidades, razones y medios para sustraerse del
accionar de la justicia frente a la complejidad de
su situación procesal.
Pidió que se dicte la prisión preventiva
respecto de Carlos Fabián de Sousa, Cristóbal López
y Ricardo Echegaray.
b. Sobre el punto, corresponde recordar en
primer lugar los argumentos en base a los cuales los
jueces que conformaron el voto mayoritario del
Tribunal a quo decidieron revocar la prisión
preventiva dictada respecto de Cristóbal López y
Carlos Fabián de Sousa.
Los jueces que integraron la mayoría
dirimente coincidieron en que la medida cautelar
dictada no se presentaba adecuada a los fines
previstos en la normativa vigente que autoriza la
privación preventiva de la libertad durante la
sustanciación del proceso penal.
Analizaron los requisitos que deben
presentarse para su dictado, mencionando la
verosimilitud del derecho invocado y el peligro en
que la demora en la sustanciación de la causa
pudiera tornar ilusoria la futura ejecución de la
sentencia; y la correlación que debe existir,
necesariamente, entre la medida cautelar y el fin
del juicio. Agregaron que el encarcelamiento
preventivo debe ir en necesaria armonía con el
objeto del juicio, que se trata, en definitiva, de
la aplicación de la ley, y que siendo la prisión la

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sanción por excelencia, una cautelar que suponga la
privación de la libertad de una persona resultará
procedente si se ordena para afianzar aquellas
metas.
Descartaron, en esa inteligencia, la
posibilidad del dictado de un encarcelamiento
preventivo de los imputados para tutelar otras
finalidades, accesorias al proceso penal, como la
reparación de la consecuencia pecuniaria del hecho.
Consideraron que si el encarcelamiento
preventivo de los imputados fue convocado para
tutelar otras finalidades, que consideraron
accesorias al proceso penal, donde ya no se debate
el aseguramiento de una pena de prisión efectiva,
donde el único móvil del acto es la reparación de la
consecuencia pecuniaria del hecho, nada hay que lo
justifique (cfr. el voto del doctor juez
Ballestero).
Criticaron el argumento utilizado por el
juez de primera instancia como base del
encarcelamiento preventivo, argumentando que el
dictado de la prisión preventiva respondió al
objetivo de garantizar una consecuencia pecuniaria
al ponderar, como eje principal, que los imputados
habrían obstruido una medida orientada a “…prevenir
manejos, transferencias o disposiciones de los
bienes que pudieran eventualmente afectarse al cobro
del crédito fiscal que le correspondiere a la AFIP”
bajo la afirmación de que “…existe un serio peligro
de obstrucción de la investigación ello; a través
del comportamiento hostil de los imputados frente a

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las medidas de carácter patrimonial ordenadas en


autos”.
Afirmaron que López y de Sousa están
presos para asegurar la reparación del daño
patrimonial generado por el hecho y que, en
definitiva, la intangibilidad del patrimonio como
garantía del acreedor fue doblemente tutelada: de
manera adecuada por la medida exigida por el art.
518 del C.P.P.N. y de manera arbitraria, al echar
mano del instituto regulado por el art. 312 del
C.P.P.N.
Expresaron allí que “…si el encierro
cautelar fuera el modo adecuado de tutelar las
acreencias del Estado, no puedo imaginar cuántos
otros empresarios debieran estar acompañando hoy,
sin juicio de por medio, a Cristóbal López y a
Carlos de Sousa. No se necesitaría otra cosa que
hacer un repaso por los más voluminosos procesos que
transitan en sede comercial…”.
Valoraron concretamente que los imputados
solicitaron autorización judicial para la venta de
las acciones y que esos activos se hallaban
afectados a la inhibición general de bienes que el
juez había dispuesto, por lo que sin la autorización
judicial, no habría perfeccionamiento posible del
traspaso en tanto la cesión se hallaba condicionada
al levantamiento de las restricciones que ya pesaban
sobre las acciones.
Se concluyó que en el caso no concurrían
los factores que autorizaban el dictado de una
prisión preventiva.

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c. Corresponde ingresar entonces al
estudio de la cuestión planteada a esta Cámara
mediante el recurso de casación interpuesto por el
Ministerio Público Fiscal, la cual se centra
sustancialmente en determinar si, en el caso
concreto, se ha realizado una errónea interpretación
de los artículos 280, 316, segundo párrafo, 317 y
319 del Código Procesal Penal de la Nación.
Los puntos discutidos en el presente caso
me remiten a las consideraciones que he tenido
oportunidad de efectuar en diversos precedentes
(cfr. causa Nro. 1575: “ACUÑA, Vicente s/ rec. de
casación”, Reg. Nro. 1914, rta. el 28/6/99; causa
Nro. 1607, “SPOTTO, Ariel Alberto s/ recurso de
casación”, Reg. Nro. 2096, rta. el 4/10/99; causa
Nro. 4827, “CASTILLO, Adriano s/recurso de
casación”, Reg. Nro. 6088, rta. el 30/9/04; causa
Nro. 5117, “MARIANI, Hipólito Rafael s/recurso de
casación”, Reg. Nro. 6528, rta. el 26/4/05; causa
Nro. 5115, “COMES, César Miguel s/recurso de
casación”, Reg. Nro. 6529, rta. el 26/4/05 y causa
Nro. 5199, “PIETRO CAJAMARCA, Guido s/recurso de
casación”, Reg. Nro. 6522, rta. el 20/4/05; causa
Nro. 5438: “BRENER, Enrique s/ recurso de casación”,
Reg. Nro. 6757, rta. el 7/7/05; y causa Nro. 5843:
“NANZER, Carlos Alberto s/recurso de casación”, Reg.
Nro. 7167, rta. el 28/12/05; entre varios otros,
todos de la Sala IV de la C.F.C.P.) y en el Plenario
Nº 13 “Diaz Bessone, Ramón Genaro s/recurso de
inaplicabilidad de ley”.
En efecto, sostuve en los precedentes

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citados, que la prisión preventiva es una medida


cautelar de carácter excepcional (función cautelar
que es la única constitucionalmente admisible), y
que sólo puede tener fines procesales: evitar la
fuga del imputado y la frustración o entorpecimiento
de la investigación de la verdad.
Ese objetivo netamente cautelar,
provisional y excepcional, reafirmado por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (“ESTEVEZ, José
Luis”, rta. el 3/10/97; entre otras) y por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (caso “SÚAREZ
ROSERO”, del 12 de noviembre de 1997 y caso “CANESE”
del 31 de agosto de 2004), y subrayado también por
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en
los informes 12/96, 2/97 y 35/07, es el principio
rector que debe guiar el análisis de la cuestión a
resolver, y en orden al cual he señalado también que
las pautas contenidas en los artículos 316, 317 y
concordantes del Código Procesal Penal de la Nación
sólo pueden interpretarse armónicamente con lo
dispuesto en los artículos 280 y 319 del mismo
código referido, considerándolas presunciones “iuris
tantum” y no “iure et de iure”.
Asimismo, tuve oportunidad de señalar al
votar en el precedente “Diaz Bessone” que las
restricciones a la libertad durante el proceso,
especialmente transcurrido cierto tiempo de
detención, según las respectivas etapas procesales,
deben apoyarse también, según las posibilidades que
autorice la consideración del conjunto de
circunstancias concretas del caso, en otros

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parámetros como los previstos en el artículo 319 del
C.P.P.N. que demuestran la imprescindibilidad de
tales medidas (cfr., Sala IV, causa Nro. 5115
“MARIANI, Hipólito Rafael s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 6528, rta. 26/4/05; causa Nro. 5117,
“COMES, Cesar Miguel s/recurso de casación”, Reg.
Nro. 6529, rta. 26/4/05; causa Nro. 7821 caratulada
“OLEA, Enrique Braulio s/ recurso de casación”, Reg.
Nro. 9634, rta. el 22/11/07; causa Nro. 8822
caratulada “MUÑOZ, Carlos Antonio s/recurso de
casación”, Reg. Nro. 10.315, rta. 19/03/08; entre
otras).
Siempre considerando que, tal como lo ha
señalado la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, tanto el argumento de seriedad de la
infracción como el de severidad de la pena pueden,
en principio, ser tomados en consideración cuando se
analiza el riesgo de evasión del detenido –punto 86
del Informe 12/96, criterio mantenido en el Informe
2/97, y en el 35/07-, en casos en los que el tiempo
de detención cumplido, no se presenta irrazonable.
La restricción de la libertad, entonces,
sólo encontrará razón de ser cuando sea
indispensable para asegurar los fines del proceso:
la averiguación de la verdad y la actuación de la
ley penal (cfr. art. 280 del C.P.P.N.).
Siendo así, el dictado de una medida
cautelar que suponga la privación de la libertad
deberá estar condicionado a la comprobación, en el
caso concreto, de la existencia del peligro procesal
que la sustenta. Así, las premisas que otorgan

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contenido a los llamados riesgos procesales que


autorizan el dictado de la prisión preventiva, son:
a) entorpecimiento de la investigación; y b) riesgo
de fuga; premisas que, a su vez, para completarse
con los datos fácticos del caso y autorizar, de este
modo, el dictado de una prisión preventiva, deberán
ser definidas con mayor precisión. Esto es, deberán
determinarse las circunstancias objetivas y ciertas
referidas a la concreta situación del imputado con
relación al proceso que, en el caso, permitan
formular un juicio sobre la existencia probable del
peligro que sustenta la necesidad de una medida de
coerción como la cuestionada.
Ahora bien, a la luz del escenario
descripto y conforme las consideraciones hasta aquí
expuestas, resulta que la conclusión a la que
arribara el a quo al revocar la prisión preventiva
de Carlos Fabián de Sousa y Cristóbal López no
resulta una derivación lógica de los hechos fácticos
comprobados en la causa ni del derecho aplicable al
caso, frente a la existencia de circunstancias que,
evaluadas en su conjunto, permiten concluir en la
posibilidad de que los imputados, ahora
excarcelados, en la específica y actual situación en
la que se encuentran, entorpezcan la investigación.
En efecto, la entidad y magnitud de la
conducta de los imputados desplegada en el marco de
los incidentes de las medidas cautelares de carácter
patrimonial dictadas en resguardo de los bienes y la
actitud asumida respecto de la inhibición general de
bienes decretada, relevada por el juez federal en el

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caso, evidencia la intención de los imputados de
incumplir con la manda judicial que a su respecto se
había dictado y, de ese modo, obstruir la labor de
la justicia, entorpeciendo el éxito de la
investigación.
En este sentido, debe recordarse que,
conforme surge de las resoluciones dictadas, los
imputados suscribieron, con fecha 20 de octubre de
2017, un convenio en relación con la venta de
acciones de las empresas del Grupo Indalo, sin
solicitar previamente autorización judicial la que
debía efectuarse conforme la inhibición general de
bienes que había sido dictada al respecto, pues la
enajenación material de las acciones —que les estaba
vedada y para la cual debían solicitar autorización
—, que los mismos imputados reconocieron, habría
ocurrido con anterioridad al pedido de autorización
judicial presentado (25 de octubre de 2017).
Además, se valoró el acuerdo entre los
imputados —junto a los demás accionistas— y los
representantes de OP INVESTMENTS LLC, lejos de
limitarse a una mera propuesta, había tenido una
virtualidad tal que derivó en el traspaso del
control y administración de las empresas del
conglomerado económico a la compradora, cambiando su
denominación por la de Grupo Ceibo.
Debe considerarse, en este sentido,
también que la magnitud del cambio operado en
relación con los órganos directivos de Oil
Combustibles se ve reflejado en la mayoría del
órgano directivo (órgano clave dentro de las

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sociedades comerciales por sus funciones, entre las


que, debe destacarse, la administración y
designación de gerentes, representación de la
entidad por su presidente, quien además preside las
asambleas —arts. 258 y 242, todos ellos de la Ley
19.550-), el que quedó conformado por los
compradores.
Y que, conforme fuera resaltado por el
juez federal interviniente, frente al rechazo de la
petición de la autorización judicial para la
transferencia de las acciones, los imputados no
dejaron sin efecto la operación en cuestión.
Ciertamente, fue el incumplimiento de
aquéllas medidas cautelares dictadas con el fin de
resguardar y prevenir manejos, transferencias o
disposición que pudieran influir en los activos y
bienes de la empresa y de ese modo, eventualmente,
licuar los bienes, afectando el éxito de la
investigación, la circunstancia objetiva que dio
sustento a la afirmación del a quo relativa al
entorpecimiento de la investigación y que evidencia
la voluntad de los imputados de apartarse de la
manda judicial, entorpeciendo la labor de la
justicia.
Debe adunarse que las conductas
mencionadas motivaron, según resaltó el juez
federal, la intervención de la empresa dispuesta por
el Juzgado Nacional en lo Comercial a cargo del
concurso preventivo de Oil Combustibles, frente a la
verosimilitud de que se estarían licuando los bienes
de la empresa (v.gr.: retiro de dinero en concepto

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de adelanto de honorarios y falta de pago de deudas
fiscales) y el peligro en la demora que ello podrían
generar la disminución del patrimonio y aumento del
pasivo.
Tampoco puede obviarse en el análisis
efectuado, y en el escenario situacional en el que
se encuentran los encausados, que corresponde
estudiar en su integridad desde un análisis global
que tome en cuenta todos los elementos presentes,
junto con la gravedad de las maniobras delictivas
juzgadas en el presente proceso, las causas en
trámite que registran y la existencia de otros
procesos penales que se siguen en su contra, entre
los que cabe destacar por su entidad, gravedad y
relevancia, la causa CFP 3732/2016/49/CFC7 conocida
como “Los Sauces”, en la que se encuentran
procesados en orden a los delitos de lavado de
activos, asociación ilícita y ofrecimiento de
dádivas, que autorizan a evaluar como posible una
expectativa de cumplimiento efectivo de la eventual
pena que en su caso recaiga, por aplicación de las
reglas de los arts. 55 y 58 del C.P.
Estos parámetros permiten fundar así la
existencia de riesgos procesales que, en el caso,
teniendo en cuenta también la capacidad económica
que presentan ambos imputados, confluyen a los fines
de considerar que el riesgo de fuga tampoco se
presenta como una presunción irrazonable.
Por lo demás, debe considerarse que no
resulta válida la argumentación del a quo con
relación a que en el caso la medida cautelar

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privativa de la libertad se dictó para asegurar la


intangibilidad de los bienes, sino que, tal como
fuera expuesto anteriormente, fue la actitud asumida
por los imputados frente al proceso, en particular,
la conducta registrada con relación a los bienes
inhibidos y la posible afectación de aquellos bienes
que pudieran imputarse eventualmente al cobro del
crédito fiscal correspondiente a la AFIP, lo que
permitió afirmar, en el caso y junto con los demás
parámetros mencionados, que la libertad de los
encausados Cristóbal López y de Sousa, implicaba un
riesgo serio de entorpecimiento de la investigación.
Sin perjuicio de ello, como argumento
adicional, debe ponderarse que la conducta
desplegada por los encartados podría configurar una
grave intromisión en los fines de este proceso, el
cual no sólo apunta a establecer la verdad material
sobre una hipótesis delictiva y determinar la
eventual responsabilidad de los imputados, sino
también, a aplicar la pena, aunque de carácter de
accesorio, tendiente a lograr el recupero de activos
y la reparación del daño causado por el delito
(arts. 23 y 29 del C.P.; art. XV de la Convención
Interamericana contra la Corrupción, Ley 24.759, y
art. 31, inc. 1 y 2 de la Convención de las Naciones
Unidas contra la Corrupción, Ley 26.097).
Como se dijo en el precedente “Alsogaray,
María Julia” (causa 4787, Reg. Nro. 6674.4., rta. el
9/05/2005) se trata de procurar recuperar el
equilibrio perdido.
Es en este aspecto que los Pactos

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Internacionales en Materia de Corrupción,
ratificados por nuestro país mediante Ley 24.759 y
Ley 26.097, refieren en la parte pertinente al
recupero de activos.
Por su parte, la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción establece entre
sus finalidades la de promover y fortalecer las
medidas para prevenir y combatir más eficaz y
eficientemente la corrupción así como la de
promover, facilitar y apoyar la cooperación
internacional y la asistencia técnica en la
prevención y la lucha contra la corrupción, incluida
la recuperación de activos.
En este sentido, se destaca en el art.
31.2 de la citada Convención que cada Estado Parte
adoptará las medidas que sean necesarias para
permitir la identificación, la localización, el
embargo preventivo o la incautación de cualquier
bien a que se haga referencia en el párrafo 1 del
presente artículo con miras a su eventual decomiso.
Sobre el particular, he resaltado que en
los delitos de corrupción debe ponderarse el acento
en la función reparatoria del daño social causado,
que el decomiso importa, por lo que no puede
ignorarse en este análisis relativo al sentido de
las medidas cautelares estudiadas en el presente
caso el otorgamiento del sentido de restauración de
la justicia y restablecimiento del equilibrio
perdido que esta medida importa destinado a
recuperar para la comunidad los activos obtenidos o
utilizados en la comisión de delitos socialmente

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dañosos (causa “ALSOGARAY” anteriormente citada y


causa CFP 2160/2009/37/CFC3, caratulada “VÁZQUEZ,
Manuel y otros s/ recurso de casación”, Reg. Nro.
512/16, rta. el 29/04/2016, todas de la Sala IV,
C.F.C.P.).
Todos estos datos objetivos demostrativos
de que los imputados habrían desplegado diversas
conductas tendientes a impedir la conservación de la
garantía jurisdiccional que se buscó preservar con
la cautela dispuesta, se presentaban suficientes, en
el caso, para otorgar sustento la existencia de un
peligro serio y de entidad suficiente para presumir
que podrían obstruir la investigación y que con
dichas conductas ya habrían entorpecido.
A la luz de las consideraciones expuestas
corresponde concluir que la resolución en crisis ha
aplicado de modo irrazonable las disposiciones
procesales que rigen la materia en relación con el
caso.
Las consideraciones expuestas entonces me
llevan a concluir que la resolución impugnada, en
relación con este punto en cuanto revoca la prisión
preventiva dictada respecto de Cristóbal López y
Carlos Fabián de Sousa, se presenta arbitraria, en
base a los concretos argumentos expuestos por el
recurrente en el caso y la fundamentación expuesta
en las decisiones jurisdiccionales dictadas, por lo
que corresponde su descalificación como acto
jurisdiccional válido.
Hasta aquí, los motivos en base a los
cuales entiendo que corresponde casar y revocar la

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resolución recurrida en cuanto deja sin efecto la
prisión preventiva dictada respecto de Cristóbal
López y Carlos Fabián de Sousa; ordenando la
inmediata detención de los nombrados (cfr. en este
sentido, causa Nro. 45425/2007/TO1/CFC3, caratulada
“SCHLENKER, Alan y otros s/ homicidio agravado”,
Reg. Nro. 846/16.1 rta. 17/5/2016).
Con relación al pedido de detención
formulado respecto de Ricardo Daniel Echegaray en el
recurso de casación, cabe señalar que, ante esta
instancia, el representante del Ministerio Público
Fiscal no ha sostenido la pretensión referida en la
presentación efectuada, por lo que no corresponde
pronunciamiento alguno al respecto.
Con estas consideraciones, entiendo que
corresponde, entonces, hacer lugar al recurso de
casación interpuesto a fs. 296/318 por el
representante del Ministerio Público Fiscal, doctor
German Moldes, casar y revocar la resolución
recurrida en cuanto revoca la prisión preventiva
dictada respecto de Cristóbal López y Carlos Fabián
de Sousa, dejándola sin efecto, y en consecuencia,
ordenar la inmediata detención de Cristóbal López y
Carlos Fabián de Sousa, debiendo remitir con
carácter urgente, las actuaciones al Tribunal de a
quo para que, por quien corresponda, se haga
efectiva la detención aquí ordenada. Adelántese vía
electrónica.
V. Por todo lo expuesto, propicio al
Acuerdo:
I. HACER LUGAR a los recursos de casación

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interpuestos a fs. 273/295 y fs. 296/318 por la


parte querellante y actora civil en autos, AFIP,
representada por Ricardo Gil Lavedra, y por el
representante del Ministerio Público Fiscal, doctor
Germán Moldes, respectivamente, sin costas, CASAR la
resolución impugnada obrante a fs. 214/269 dictada
por la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional Federal en cuanto
modificó la calificación legal otorgada a los hechos
por los que resultaron procesados los encausados
Ricardo Daniel Echegaray, Cristóbal Manuel López y
Carlos Fabián de Sousa, debiéndose ESTAR a lo
decidido por el juez de instrucción en cuanto
calificó la conducta atribuida a los imputados como
constitutiva del delito de administración
fraudulenta agravada por haber sido cometida en
perjuicio de una administración pública (arts. 45 y
174, inc. 5º, en función del 173 inc. 7º del Código
Penal).
II. HACER LUGAR al recurso de casación
deducido por el representante del Ministerio Público
Fiscal a fs. 296/318, sin costas, CASAR el
pronunciamiento de fs. 214/269 en cuanto revocó la
prisión preventiva de los imputados Cristóbal Manuel
López y Carlos Fabián De Sousa y dispuso su
inmediata libertad, debiéndose ESTAR al
procesamiento con prisión preventiva dispuesto por
el juez de instrucción y, consecuentemente, ORDENAR
su inmediata detención y REMITIR con carácter
URGENTE, las presentes actuaciones al Tribunal a
quo para que, por quien corresponda, se HAGA

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EFECTIVA la detención aquí ordenada
III. HACER LUGAR a los recursos de
casación interpuestos a fs. 273/295 y fs. 296/318
por la parte querellante y actora civil en autos,
AFIP, representada por Ricardo Gil Lavedra, y por el
representante del Ministerio Público Fiscal, doctor
Germán Moldes, respectivamente, sin costas, CASAR la
resolución recurrida obrante a fs. 214/269, en
cuanto revocó parcialmente los embargos dispuestos,
debiéndose ESTAR a los embargos oportunamente
decretados por el juez instructor, fijados en la
suma de diecisiete mil cuarenta y dos millones
quinientos nueve mil seiscientos noventa y dos pesos
($17.042.509.692).
IV. TENER PRESENTE la reserva del caso
federal.
El señor juez doctor Eduardo Rafael Riggi
dijo:
PRIMERO:
1. Previo a ingresar al análisis de las
cuestiones sometidas a estudio de esta Alzada, nos
interesa poner de manifiesto que si bien advertimos
que en principio la resolución recurrida –auto de
procesamiento-, no resulta una sentencia definitiva
-pues importa la prosecución de las actuaciones-,
entendemos que en el caso y dadas las
particularísimas aristas que éste presenta, lo
decidido se equipara por sus efectos a una de ellas,
lo que permite habilitar la instancia que se
pretende.
Es que el cambio de calificación legal de

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los hechos realizado por la mayoría de los


integrantes de la Sala I de la Cámara Federal, esto
es, haber ceñido la cuestión exclusivamente a
posibles infracciones a la ley penal tributaria,
puede tener consecuencias definitivas en el proceso,
en la medida en que permitiría eventualmente el
acogimiento de los involucrados al régimen de la ley
27.260 que a la postre podría derivar en la
extinción de la acción penal.
Por otra parte, los recurrentes han
alegado fundadamente agravios de naturaleza federal
–arbitrariedad de la sentencia-, cuyo tratamiento
debe ser analizado por esta Cámara Federal de
Casación Penal, en su carácter de tribunal
intermedio, conforme la doctrina establecida por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo
“Di Nunzio, Beatriz Herminia s/excarcelación”, causa
nro. 107572, D.199 XXXIX.
No podemos dejar de señalar en tal
sentido, que esta Alzada ha decidido en otras
oportunidades la apertura de recursos deducidos
contra autos de procesamientos, introduciéndose en
el análisis del fondo de la cuestión debatida, por
haberse acreditado fehacientemente la existencia de
una cuestión federal que habilitaba la jurisdicción
conforme la doctrina aludida o por mediar graves
defectos del pronunciamiento recurrido (cfr. Sala
III causa nº 3142 “Alderete, Víctor Adrián”, rta.
18/12/2000, registro nº 810/2000 -apertura de la
queja- y rta. 27/11/2001, registro nº 722/2001
-decisión sobre el fondo-; causa nº 5805 “Colazo,

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Pablo y otros”, rta. 29/06/2005, registro 530/2005
-apertura del recurso de queja- y rta. 22/03/2006,
registro nº 200/2006 -decisión sobre el fondo-;
causa nº 8475 “Espósito Salati, Andrés”, rta.
20/11/2007, registro nº 1603/2007 -apertura del
recurso de queja- y rta. 5/05/2008, registro nº
547/08 -decisión sobre el fondo-; y causa nº 10.115
“Rooney, Julián”, rta. 21/09/2009, registro nº
1295/09).
2. Que en lo tocante con la revocación de
la prisión preventiva de Lopez y De Sousa, conviene
recordar que como integrantes de la Sala III de este
Cuerpo, hemos reconocido la facultad del Ministerio
Público Fiscal de impugnar la concesión de una
excarcelación, cuando se alega arbitrariedad fáctica
y normativa (conf. nuestro voto mutatis mutandi in
re “Chaban, Omar E. s/recurso de queja”, causa nro.
5996 del 7/7/2005, Reg. 573/2005); motivo por el
cual, en el presente caso y teniendo en cuenta la
naturaleza de los agravios planteados, también
consideramos posible ingresar al tratamiento de lo
dispuesto sobre el particular.
3. Finalmente, y en relación a la
reducción del monto del embargo que se recurre, si
bien el principio general establece que las
decisiones atinentes a medidas cautelares –sea que
las decreten, levanten o modifiquen– no constituyen
sentencia definitiva (Fallos: 313:116) y, en ese
sentido, no se encuentran comprendidas en el art.
457 del Código Procesal Penal de la Nación,
corresponde admitir una excepción a ello cuando el

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recurrente alega fundadamente la existencia de una


cuestión federal que permite equiparar la decisión
apelada a definitiva por sus efectos (conf. Sala IV
C.F.C.P., causa nº CFP 12099/1998/TO1/5/CFC2
“Oficina Anticorrupción s/recurso de casación”. Reg.
216/15 rta. el 27/02/2015); extremo este último que
ha sido satisfecho por los interesados.
SEGUNDO:
1. Ahora bien, habilitada la instancia
para conocer los agravios deducidos por los
acusadores, debemos partir de la base que el
sustrato fáctico por el cual los acusados López, De
Sousa y Etchegaray se encuentran procesados, no
puede ser materia de controversia a esta altura de
la encuesta, pues los supuestos de hecho en que se
sustentan las imputaciones, han quedado corroborados
–con el grado de provisoriedad propio de la
instrucción- por las plurales pruebas analizadas
tanto por el juez de primera instancia, como por la
Cámara a quo. Aquí nos remitimos a los fundamentos
expuestos en las resoluciones respectivas que han
abordado la prueba de los hechos históricos sin
fisuras.
Como se verá de seguido, en este punto, no
es la materialidad de los sucesos lo que debe
desentrañarse en esta Alzada, pues la cuestión a
dilucidar aquí ha quedado ceñida a la significación
jurídico penal que corresponde otorgarle a tales
eventos.
De todas maneras, para que se entienda
bien la maniobra que debemos calificar y con el

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objeto de otorgar autosuficiencia a la presente
ponencia, habremos de efectuar una somera
descripción de esos hechos que, de momento,
entendemos indubitados.
2. Se ha comprobado a esta altura del
proceso que la firma Oil Combustibles, perteneciente
a Cristóbal López y Fabián De Sousa, se hubo de
beneficiar por sumas millonarias –que más adelante
se detallarán- a partir del incumplimiento del pago
del impuesto a la transferencia de combustibles
líquidos –en adelante ICL-, el que si bien era
cobrado a los clientes, no era girado a la
Administración Federal de Ingresos Públicos –AFIP-,
ello entre mediados del año 2013 hasta finales de
2015.
Ciertamente, la contribuyente mencionada –
que se encontraba registrada ante la Agencia nro.11
de Palermo de la AFIP cuando en realidad debía
estarlo en la Dirección General de grandes
contribuyentes del referido organismo-, no pagaba el
impuesto mencionado en tiempo y forma; a la par que
utilizaba indebidamente y en beneficio propio ese
dinero para capitalizar a las demás sociedades del
grupo económico a la cual pertenecía –Indalo- a
través de mutuos o préstamos.
Cabe destacar que el ICL es un impuesto
indirecto que se traslada al consumidor final quien
es en definitiva quien soporta el tributo. El hecho
imponible se perfecciona con la entrega del
producto; o sea, básicamente, cuando la petrolera
vende combustible a terceros desde sus surtidores.

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Pero el contribuyente obligado es la empresa, quien


–a fin de determinar el impuesto- debe presentar una
declaración jurada e ingresar el monto de la
liquidación de manera mensual (conf. RG 2250/07),
siendo que a partir del perfeccionamiento del hecho
imponible el contribuyente se convierte en deudor.
Ahora bien, ¿cómo fue posible que durante
los casi tres años que abarca el objeto de esta
causa se haya podido incumplir el pago de un tributo
por sumas millonarias mensuales y que era cobrado a
los usuarios, sin que el organismo recaudador
hiciera reclamo alguno?
Porque precisamente Ricardo Etchegaray –
en su carácter de administrador federal de la AFIP-
le otorgó de manera irregular, sistemática y
deliberada, planes de pago –especiales y generales-
a Oil Combustibles de modo de posibilitar que una y
otra vez se incumpliera el pago del tributo.
En efecto, a través de la actuación Nº
10873-910-2013 se tramitó el primer plan de
facilidades de pago de Oil Combustibles solicitado
por medio de un apoderado de la firma con fecha 24-
07-2013. En la petición se decía que la empresa
presentaba una “delicada situación financiera” la
cual fue “…motivada por la decisión de la compañía
de incrementar los volúmenes procesados de petróleo
crudo en la refinería ubicada en la localidad de San
Lorenzo, Provincia de Santa Fe, con el objeto de
volcar ese mayor volumen de combustibles en el
mercado local”.
Sin corroborarse mínimamente la supuesta

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crisis financiera de la empresa y más allá que de la
propia solicitud surgía que el no pago del tributo
obedecía a una decisión voluntaria para expandir la
producción de la firma, el organismo recaudador
propuso un plan de facilidades de pago de 30 cuotas
con un interés del 1,35 por ciento, al cual, con
fecha 27/12/2013, se acogió la firma por la suma de
$ 980.668.085,44 correspondiente al ICL de los
períodos fiscales de mayo, junio y septiembre a
noviembre de 2013.
Debe destacarse que si bien la AFIP tiene
facultades para otorgar planes de facilidades en los
términos del art. 32 de la ley 11.683, esta
posibilidad se encuentra supeditada a la
acreditación de que la empresa solicitante acredite
dificultades económicas-financieras, extremo que en
el caso de Oil Combustibles jamás fue comprobado ni
exigido por las autoridades. Nos remitimos en este
punto a lo expresado en el voto del Dr. Bruglia.
Continuando con la descripción, el segundo
plan de facilidades de Oil Combustibles fue
tramitado por Fabián De Sousa a través de la
presentación efectuada con fecha 13/3/2014 en
representación del grupo de empresas controladas y/o
vinculadas a Inversora M&S SA que conformaban el
grupo Indalo.
La petición se refería a 34 empresas que
integraban el referido conglomerado, alegándose que
aquellas se encontraban en una situación financiera
que le impedían realizar el pago inmediato y de
contado de las obligaciones tributarias; a la par

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que se ponía de manifiesto que el grupo había


efectuado fuertes desembolsos para inversiones en el
área de energía con el objeto de aumentar la
producción y volúmenes de sus productos. Se decía
concretamente que esas inversiones “…han sido
financiadas con el flujo operativo de las mismas
compañías sin posibilidades de acceso a financiación
de costos y plazos acordes a lo prolongado y a la
envergadura de los proyectos de inversión
mencionados”.
Alcanzaba con leer la presentación para
advertir que las excusas por el no pago de los
impuestos obedecía a las inversiones que se
realizaban, es decir, que el dinero de los
contribuyentes lisa y llanamente era empleado por la
firma en beneficio propio; y, como contrapartida, se
evidenciaba que esa falta de pago en modo alguno
obedecía a una situación de crisis financiera.
A pesar de todo ello y sin que tampoco se
hubiese cumplido íntegramente con los pagos del plan
anterior e, inclusive, sin que siquiera se indicaran
los montos y períodos adeudados, la AFIP –con la
firma de Echegaray-, le otorgó al grupo un nuevo
plan de facilidades de 60 cuotas con un interés del
1,9 por ciento al cual se acogió OIL con fecha
1/7/2014 por la suma de $1.235.403.297,39 respecto
de las obligaciones del ICL por los períodos
fiscales comprendidos entre diciembre de 2013 y mayo
de 2014.
Luego de otorgado este segundo plan, la
empresa sólo abonó el ICL correspondiente a los

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meses de junio, julio y agosto de 2014, y luego, por
los meses restantes de ese año y enero de 2015, con
fecha 30-6-2015, se acogió a un tercer plan de
facilidades, esta vez de carácter general,
concretamente al Régimen General (AFIP) Nº 3756, por
el total de $1.495.736.276,17, en 120 cuotas. Y lo
hizo sin abonar los meses anteriores al acogimiento
no incluidos en este plan.
Después de esto, la firma sólo pagó el ICL
del mes de noviembre de 2015, y con fecha 25/11/2015
se acogió a la Resolución General (AFIP) Nº 3806,
oportunidad ésta en la que reformuló el plan
anterior del 30/6/2015 procurando regularizar
obligaciones por los períodos fiscales de febrero a
agosto de 2015, con más intereses resarcitorios por
anticipos no ingresados, por un total de
$3.910.530.689,37.
Aquí corresponde poner de manifiesto que,
a diferencia del acogimiento a los planes
particulares, para ingresar en los generales no hace
falta conformar un expediente sino que basta con que
el contribuyente ingrese a la página web del
organismo recaudador y formule la solicitud.
Sin embargo, es requisito para la
procedencia del acogimiento tener regularizada la
situación fiscal, extremo que claramente no
concurría con la firma Oil, que una y otra vez
continuaba con sus incumplimientos sistemáticos.
Pero el acceso indebido a estos planes
generales fue posible gracias a que dentro del seno
de la AFIP habrían sido “desconfirmadas” las

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obligaciones fiscales pendientes de dicha firma, que


se encontraban plasmadas e intimadas en diferentes
“Planillas de Intimación de Deuda (PID)”, lo cual
sólo pudo ser realizado en forma manual por personal
habilitado del organismo.
Incluso, este último accionar habría
evitado la confección de la correspondiente “boleta
de deuda” que emite automáticamente el sistema
informático de la AFIP y que constituye título
ejecutivo exigible en sede judicial, mediante un
proceso de ejecución fiscal (conf. declaración
testimonial del contador Néstor Sosa, citada a fs.
240 del voto del doctor Bruglia).
3. Pues bien, repasados los
acontecimientos imputados y llegado el momento de
resolver sobre la significación jurídico penal que
corresponde a ellos asignarles, advertimos que para
nosotros el tema no resulta novedoso pues como
integrantes de esta Sala ya tuvimos la ocasión de
afirmar que los hechos que integran el objeto
procesal de esta causa forman parte de una compleja
maniobra que involucra a funcionarios públicos y
personas privadas que en absoluta connivencia
llevaron adelante distintas acciones criminales con
el objeto de beneficiarse a costa de las arcas del
Estado.
En ese sentido, cabe destacar que en
ocasión de expedirnos sobre la necesidad de que las
presentes actuaciones tramiten en el fuero federal,
claramente pusimos de relieve que los sucesos
investigados en este legajo, no solamente resultaban

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conexos de otros vinculados a gravísimos delitos de
corrupción sino que además excedían con creces las
infracciones a la ley penal tributaria que ahora se
han pretendido reflotar.
En efecto, en el precedente CFP
4943/2016/13/1/CFC2 “López Cristóbal Manuel y otros
s/recurso de casación”, registro 1586/17, del
22/10/2017, sostuvimos –en voto conjunto formulado
con nuestra distinguida colega, doctora Liliana E.
Catucci- que “…no es objeto de controversia, [que]
las presentes actuaciones son un desprendimiento de
la causa principal nº 15.734/2008 que investiga
múltiples hechos de corrupción estatal desde el seno
de una asociación ilícita integrada por funcionarios
públicos de diversas áreas de la administración,
incluidos los ex mandatarios Néstor Kirchner y
Cristina Fernández y empresarios con vínculos de
amistad, cuyo objetivo era enriquecerse a través de
negocios y operatorias criminales sobre los bienes,
activos financieros y económicos del Estado”.
Destacamos, en lo que aquí interesa, que
“…la pesquisa se fue expandiendo, ya sea por la
separación en causas paralelas por razones de orden
práctico (…) o por otras denuncias vinculadas al
mismo objeto original que recayeron en otros
juzgados” pero aclarando que “por su conexidad se
fueron acumulando” en definitiva, en “…el Juzgado
Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 10
a cargo del Dr. Ercolini”; extremo este último que
denotaba la evidente y notoria vinculación de todas
las denuncias.

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Fue por ello que dijimos que lo que se


vislumbraba en estas actuaciones y a poco que se
revisaran los substratos delictuales, era “una
compleja maniobra, con comunidad probatoria,
engarzada jurídicamente, por lo que sus
desvinculaciones, podrían incidir en contra del
descubrimiento y juzgamiento de la verdad real”.
Por ello, entendimos que en modo alguno
podía descartarse que nos encontremos ante “…
operaciones encadenadas en un plan delictual
preconcebido que debe quedar centrado en un mismo
objeto procesal”.
En este contexto, fuimos contundentes en
sostener que en este caso –y al menos con el grado
de provisoriedad propio de esta instancia- “[las]
conductas (…) exced[ían] a las figuras previstas en
la ley 24.769” pues se habían “…denunciado –entre
otros-hechos de corrupción respecto de los cuales el
Estado Argentino ha suscripto instrumentos
internacionales para investigarlos, erradicarlos y
combatirlos (cfr. Convención de las Naciones Unidas
contra la Corrupción -aprobada mediante ley 26.097-
y Convención Interamericana contra la Corrupción
-aprobada mediante ley 24.759-)”.
Cabe destacar que esta posición, a la que
ahora se acopla el doctor Hornos, ya ha quedado
zanjada en la causa, pues recientemente esta misma
Sala hubo de rechazar el recurso extraordinario
federal deducido por la defensa contra el fallo
precitado (Reg. 309/18, del 25/4/2018), por lo que
la cuestión se encuentra decidida y resuelta y no

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cabe reeditarla a esta altura del proceso de acuerdo
al principio de preclusión.
De todas maneras y teniendo en cuenta el
apartamiento formulado por la Cámara a quo de lo
oportunamente fallado por esta Sala, no podemos sino
reiterar que la entidad de la maniobra aquí
pesquisada, supera con creces lo que podía
considerarse un delito tributario, pues no es otra
cosa que parte de la estructura delictiva que entre
privados y funcionarios públicos se montó en el afán
de obtener los recursos del Estado para beneficiarse
individualmente.
Ciertamente, nótese que las millonarias
sumas de dinero que eran captadas por la firma OIL
Combustibles a expensas de los consumidores y que
debían ser remitidas mes a mes al Estado porque eran
parte de su patrimonio, eran sistemáticamente
utilizadas para ampliar el conglomerado económico
propiedad de los imputados López y De Sousa; a la
par que su incumplimiento no le traía aparejada
ninguna consecuencia porque precisamente desde el
organismo recaudador y gracias a la intervención
decisiva y fundamental de su máxima autoridad –
Ricardo Etchegaray-, se concedían una y otra vez
planes de facilidades de pago que a la postre
dispensaban a la firma de girar los fondos al erario
público.
Repárese que -aún cuando no forman parte
del objeto de esta causa- los primeros
incumplimientos de Oil comenzaron dos años antes, es
decir, en el año 2011 y que según el informe de

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Situación Fiscal de la compañía al 31/3/2016, a


partir del año 2012 dicha operatoria se fue
incrementando, hasta arribar al ejercicio 2015 con
una deuda fiscal de 6.066.000.000 de los cuales el
98% por ciento correspondía al ICL –conf. voto del
doctor Bruglia a fs. 226-.
A lo largo de todo el lapso en que se
produjeron los incumplimientos –incluidos los
previos a esta causa-, tan sólo se acreditó el pago
de 7 meses sobre un total de 55 períodos fiscales
adeudados, pese a lo cual los planes objeto de esta
investigación eran de todas formas otorgados.
Tal como vimos, en el caso de los planes
particulares, nunca se acreditó el supuesto legal
que hubiera autorizado su concesión, esto es, la
situación de crisis financiera de la empresa.
Bastaba que ésta alegara la imposibilidad de pago
haciendo referencia descaradamente a las inversiones
que con ese dinero realizaba, para que la autoridad
de aplicación, sin requisito alguno le otorgara las
respectivas facilidades. Y estas se renovaban aún
ante los persistentes incumplimientos.
Con relación a los regímenes generales, la
situación era más notoria y escandalosa, porque aquí
lisa y llanamente se manipulaba el sistema
informático “desconfirmando las deudas” de modo tal
de permitir nuevos acogimientos que a la postre
también eran incumplidos; todo ello aun cuando al
organismo le bastaba con imprimir la boleta de deuda
y obtener así un documento que, con carácter de
título ejecutivo, permitiera procurar el cobro de lo

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debido por vía judicial.
Las millonarias sumas adeudadas que se
devengaban mes a mes, los planes pedidos y otorgados
en todos los casos por fuera de la ley, aunado todo
ello a la inacción de parte del organismo para
lograr el pago de lo debido, demuestra, sin duda
alguna y tal como lo expusimos en nuestra ponencia
anterior, que los hechos probados sólo pudieron
haber sucedido porque existió una clara colusión
entre privados y funcionarios públicos de las más
altas esferas que por amiguismo o favores mutuos no
dudaron en asociarse ilegítimamente para –haciendo
abuso de sus posiciones de poder- quedarse una y
otra vez con el dinero correspondiente al erario
público, causando un detrimento patrimonial a las
arcas del Estado de inconmensurables dimensiones.
En este marco, no puede dejar de
observarse que en las presentes actuaciones se probó
efectivamente que ese dinero se utilizaba
indebidamente para financiar e invertir en las
empresas pertenecientes al conglomerado de López y
De Sousa; pero en las causas conexas surge que estos
mismos empresarios pegaban alquileres de inmuebles
propiedad de la familia presidencial. El “combo”
delictivo era tan perfecto para los involucrados
como perjudicial para la Nación y el resto de los
ciudadanos.
Es por las razones anteriormente expuestas
-y sin perjuicio de la posibilidad de considerar a
futuro y con el avance de la investigación la
concurrencia de la figura del art. 210 del CP- que

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entendemos que la significación jurídica que más se


ajusta a los hechos acreditados, es una
administración fraudulenta en perjuicio del Estado
en los términos de los artículos 174 inciso 5to en
función del 173 inciso 7mo del Código Penal.
Y ello así, porque precisamente, los
fondos que en definitiva correspondían al Estado
eran desviados indebidamente para beneficio propio o
de terceros, por aquellos que tenían su cuidado o
manejo, esto es, los privados que los percibían y el
titular del organismo recaudador que en violación a
los deberes a su cargo otorgaba planes indebidos –
que, por lo demás, eran incumplidos de manera
sistemática-, a la par que sin respaldo legal y
“contra legem” omitía perseguir estos cobros.
Por nuestra parte, conceptuamos que tanto
López, De Sousa como Etchegaray, deberían ser
considerados coautores del ilícito, porque
justamente ellos eran los obligados de receptar,
cuidar, administrar y dar destino legal a los
dineros públicos que dolosamente desviaron con fines
espurios.
Aquí nos remitimos a nuestra postura
esgrimida sobre la administración infiel –conf.
nuestro voto en las causas nº 4031 “Panelo, Carlos
s/rec. de casación”, resuelta el 16/12/02, registro
nº 738/02, y nº 6222 “Weretilneck, Osvaldo y otro
s/recurso de casación”, del 22/3/2006, registro nº
232/2006; y sus citas- y especialmente a la
concepción que sobre la coautoría hemos formulado en
numerosas ocasiones –conf. causa nº 1313/2013

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“Sánchez, Pedro Norberto y otros s/ recurso de
casación”, reg. 2377/14 del 11/11/2014 y causa nº
CFP 4525/2014/TO1/18/CFC5 “García Martinucci, Adrián
s/ recurso de casación”, reg. 418/17 del
18/05/2017-; doctrina que se tiene por reproducida y
cuya lectura respetuosamente sugerimos por razones
de brevedad.
Sin embargo y a fin de formar la mayoría
necesaria y exigible, adherimos sobre el particular
a lo propuesto en este punto por el doctor Gustavo
M. Hornos.
En definitiva, las consideraciones
expuestas, sumadas a lo oportunamente sostenido en
nuestra ponencia del 22/11/2017 ya citada, resultan
suficientes para hacer lugar a los recursos de los
acusadores en este punto, casar la resolución
adoptada por la mayoría de la Cámara Federal y estar
a la calificación legal -provisoria- de los hechos
adoptada en el procesamiento dictado por el
magistrado de primera instancia.
TERCERO.
Nos referiremos en lo que sigue a los
agravios vinculados con la situación de libertad
ambulatoria de los encausados Cristóbal Manuel López
y Carlos Fabián De Sousa. Recuérdese que en el
pronunciamiento recurrido no sólo se recalificó
erróneamente su obrar en los términos ya señalados
ut supra, sino que además se revocó la prisión
preventiva que había sido dictada a su respecto por
el juez instructor, disponiéndose su inmediata
libertad.

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a. Liminarmente, no podemos dejar de


considerar que conforme lo indicáramos en
profundidad en los acápites precedentes, el objeto
procesal de la presente pesquisa excede una mera
infracción a la ley penal tributaria,
correspondiendo de momento y prima facie calificar
la conducta atribuida a los encartados como
constitutiva del delito de administración
fraudulenta agravada por haber sido cometida en
perjuicio de una administración pública (arts. 45 y
174 inc. 5º, en función del 173 inc. 7º del Código
Penal).
La maniobra investigada en estas
actuaciones ha sido suficientemente detallada en los
considerandos previos, resultando aquí suficiente
destacar no sólo la extrema y absoluta gravedad de
la imputación formulada, sino además la escandalosa,
burda y grosera forma en que se habría perjudicado
al erario público por sumas millonarias, incluso con
la intervención y connivencia de altos funcionarios
de la Nación.
Ciertamente, advertimos y reiteramos que
en el presente caso se investiga un complejo
entramado que habría sido mantenido durante un lapso
considerable de tiempo -entre mediados del año 2013
y hasta finales de 2015-, destinado a defraudar
desvergonzada y desmedidamente al patrimonio
estatal, con el contubernio -insistimos- de quienes
se encontraban en ejercicio de la función pública.
De este modo, y sin perjuicio de lo que se
abundará más adelante, ya estas primeras

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consideraciones avalan concluir que en el sub
examine se verifican los recaudos para el dictado de
la prisión preventiva de los imputados.
En efecto, la suma gravedad y
trascendencia de los hechos que, incluso, y con el
avance de las actuaciones podrían devenir en un
encuadre legal más gravoso, y las severas penas que,
de resultar condenados, podrían aplicarse a los
encausados, coadyuvan a tener por acreditados los
peligros procesales que determinan en el caso la
procedencia de la medida cautelar.
Debemos recordar que a los fines de
ponderar el riesgo procesal hemos sostenido -in re
causa nº FLP 42727/2015/10/CFC5 “Fonti, Rubén
Alberto s/ recurso de casación”, rta. el 27/10/2017,
reg. nº 1295/17-, que “…el análisis sobre la posible
intención del imputado de evadir la acción de la
justicia o entorpecer el curso de la investigación
puede -según el caso- ser realizado valorando la
severidad de la pena conminada en abstracto; la
gravedad de los hechos concretos del proceso; la
naturaleza del delito reprochado; el grado de
presunción de culpabilidad del imputado; la
peligrosidad evidenciada en su accionar y su actitud
frente al daño causado; las circunstancias
personales del encartado (individuales, morales,
familiares y patrimoniales, si tiene arraigo,
familia constituida, medios de vida lícitos,
antecedentes penales o contravencionales, rebeldías
o violaciones a la libertad condicional anteriores,
procesos paralelos en trámite, entre otros) que

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pudieran influir u orientar su vida, el cumplimiento


de futuras obligaciones procesales y aumentar o
disminuir el riesgo de fuga; la posibilidad de
reiteración de la conducta delictual; la complejidad
de la causa y la necesidad de producir pruebas que
requieran su comparecencia, así como la posibilidad
de que obstaculice la investigación impidiendo o
demorando la acumulación de prueba o conspirando con
otros que estén investigados en el curso normal del
proceso judicial; el riesgo de que los testigos u
otros sospechosos pudieran ser amenazados; el estado
de la investigación al momento de resolverse la
cuestión; las consecuencias que sobre la normal
marcha del proceso habrá de tener la eventual
libertad del acusado; la necesidad de proceder a la
extradición del justiciable; la conducta observada
luego del delito; su voluntario sometimiento al
proceso, y en definitiva, todos los demás criterios
que pudieran racionalmente ser de utilidad para tal
fin, como los que antes desarrolláramos”.
Corresponde destacar, que el detalle
transcripto es meramente enunciativo -obviamente no
descarta otros que pudieran presentar cada caso-,
habida cuenta la pluralidad de factores de riesgo
procesal que a nuestro entender deben ser analizados
en forma armónica para verificar si la presunción
legal establecida en el artículo 316 del Código
Procesal Penal de la Nación resulta desvirtuada.
En el sub examine, y conforme lo dicho
hasta aquí, entendemos que la extrema gravedad de
las imputaciones formuladas, sumada a la contundente

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prueba recolectada, y aunada al inconmensurable daño
causado al Estado por el delito y otras
particularidades que se pasan a examinar, justifican
la restricción de la libertad personal de los
encartados para asegurar las finalidades del proceso
penal, en los términos del art. 280 del C.P.P.N.
b. Ciertamente, otro dato que no puede
dejar de valorarse a estos fines es que tanto López
como De Sousa registran otras causas en trámite.
Efectivamente, a ambos se les sigue la causa nº
213/2016 y conexas del Juzgado Nacional en lo Penal
Económico nº 11, donde se los investiga por la
presunta apropiación indebida de tributos y
retención indebida de aportes de la seguridad
social, en relación a “Oil Combustibles S.A.” y
demás empresas del Grupo Indalo.
Nótese que este último expediente se trata
de la ilegítima retención de los aportes de la
seguridad social de los trabajadores del referido
conglomerado, evidenciando que el ilegítimo proceder
de los acusados no distinguía ni reparaba en la
naturaleza de las obligaciones asumidas y se
mostraba por demás sistemático.
Pero no sólo eso. Los dos mencionados se
encuentran procesados en orden a los delitos de
asociación ilícita -organizadores-, lavado de
activos y ofrecimiento de dádivas, todos ellos en
concurso real y en carácter de coautores, en la
causa nº 3732/2016 -conexa a la presente- del
Juzgado Federal nº 10 -Secretaría nº 19-. Esta
circunstancia debe necesariamente ser ponderada a la

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hora de evaluar los riesgos procesales, pues la


expectativa de cumplimiento efectivo de una eventual
condena emanada de la posible aplicación al caso de
los arts. 55 y 58 del Código Penal, no puede ser de
momento descartada.
Debe recordarse además que hemos
sostenido que la presunción de fuga derivada de una
amenaza seria penal, se ve reforzada en supuestos en
los que se advierte la concurrencia de elementos de
prueba categóricos en contra del incusado que
podrían conducirlo a potenciar su temor a perder su
libertad -conf. nuestro voto in re causa n° 5996
caratulada “Chabán, Omar Emir s/ recurso de
casación”, reg. 1047/05, del 24/11/2005-.
En dicho precedente, hemos asentado que
según el criterio de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, la gravedad del delito imputado y
la severidad de la pena con la que se conmina la
infracción es un parámetro razonable y válido para
establecer, en principio, que el imputado podría
intentar eludir la acción de la justicia; y ello es
así, por cuanto la posibilidad de ser sometido a una
pena de una magnitud importante sin lugar a dudas
puede significar en el ánimo del justiciable un
motivo suficiente (y humanamente comprensible) para
sustraerse del accionar jurisdiccional (cfr. en
similar sentido nuestro voto en la causa N° 2113
“Llanos, Luis A. y otros s/rec. de casación”, Reg.
N° 671/99 del 09/12/1999).
Además, la pluralidad de expedientes que
se les siguen y la forma en que eran cometidos los

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hechos atribuidos, esto es, al cobijo del poder,
revelan no sólo una familiaridad manifiesta con el
delito sino también una elocuente sensación de
impunidad, todo lo cual no puede ser desatendido a
la hora de evaluar el riesgo procesal.
c. Tampoco podemos dejar de observar la
conducta concreta asumida en esta causa, donde por
cierto se ha acreditado una burla a las obligaciones
impuestas por la justicia y que constituye un
elemento más a la hora de sostener razonablemente la
concurrencia en el caso de riesgo procesal,
concretamente, de entorpecimiento.
Nos referimos a la transferencia de
acciones del Grupo Indalo, operación que a nuestro
juicio no puede ser entendida sino como
entorpecedora del curso de la investigación. Veamos.
Pese a las medidas cautelares que habían
sido dispuestas sobre el patrimonio de los imputados
y de las empresas del Grupo Indalo, los encausados
López y De Sousa -entre otros accionistas-
suscribieron un convenio con los representantes del
fondo de inversión OP INVESTMENTS LLC el 20 de
octubre de 2017, a través del cual se cambió la
integración del directorio de “Oil Combustibles
S.A.” y de las sociedades que la integran.
De este modo, más allá de que dicha
transferencia de acciones se hubiera perfeccionado o
no, lo cierto es que no obstante las restricciones
dispuestas, se efectuaron cambios sustanciales en
los bienes objeto de cautela, modificándose la
administración y representación de las sociedades en

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cuestión y su denominación por la de “Grupo Ceibo”,


todo lo cual a la postre y como enseguida se
detallará, terminó ocasionando un detrimento en el
patrimonio de la entidad, la cual fue intervenida
por el Juzgado Comercial a cargo del concurso
preventivo de “Oil Combustibles S.A.”.
En este sentido, resulta conveniente
recordar las acertadas palabras del doctor Bruglia
al expedirse sobre la solicitud de cese de prisión
preventiva de los encausados: “…sin perjuicio de que
la transferencia de acciones aun no haya sido
inscripta -lo cual no obsta a que la operación tenga
efectos entre partes- y de que no existan
constancias de que el precio se haya efectivizado,
la magnitud del cambio operado en la conducción y
manejo del grupo empresario, brindan un parámetro
suficiente acerca de los efectos operativos del
acuerdo celebrado y de sus implicancias para la
situación de los bienes cautelados, principalmente,
atento las facultades de disposición del directorio
sobre determinados activos de las empresas” (Sala I
CCCF, resolución del 16/03/2018 en el marco de la
causa nº 4943/2016/20/CA7 “López, Cristóbal y otro
s./ cese de prisión preventiva”).
Debemos aclarar que si bien el convenio
del 20/10/2017 específicamente preveía que debía
obtenerse la autorización administrativa y judicial
para que se concretara la transacción, la
modificación del directorio de las sociedades del
grupo empresario fue realizada sin aguardar aquella
venia y recién fue anoticiada el 17/12/2017, es

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decir, casi dos meses después.
Cobra virtualidad nuevamente aquí el
razonamiento del doctor Bruglia en el precedente ya
mencionado en cuanto a que “…los términos del
convenio aludido no se corresponden con los efectos
operativos inmediatos sobre la conducción del Grupo
Indalo. Es que, sin perjuicio de lo que pueda
estipular formalmente un contrato escrito o del
carácter que se le quiera atribuir, lo cierto es que
las partes siempre pueden trascender la letra de
dicho acuerdo mediante contradocumentos o
compromisos no escritos o bien, como en este caso,
con actos materiales que demuestran lo contrario”.
Para colmo de males, con posterioridad a
la celebración del convenio en cuestión y tras el
ingreso del nuevo directorio, “…el pasivo de Oil
Combustibles se incrementó, tanto por la falta de
pago de deudas fiscales, como por el retiro de
importantes sumas dinerarias en concepto de
adelantos de [honorarios] de los nuevos directores”
(cfr. voto del doctor Bruglia -con cita del
expediente nº 19981/2016 del Juzgado Comercial nº 5,
Secretaría nº 10- en las actuaciones ya referidas).
En suma, somos de la opinión que la
operatoria someramente descripta aparece claramente
orientada a evadir la cautela dispuesta, pudiendo
ser considerada como entorpecedora del curso de la
investigación, al poner severamente en riesgo la
concreción de una de las finalidades centrales del
proceso en este tipo de causas consistente
precisamente en el recupero de activos y la

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reparación del -exorbitante- perjuicio causado al


erario público. Una burla más, como la que se hacía
sistemáticamente para defraudar al fisco.
d. Finalmente, se agrega en particular en
cuanto a Cristóbal Manuel López que no podemos dejar
de observar las palabras públicas vertidas por dicho
imputado, en ocasión de recuperar la libertad en las
presentes actuaciones. En aquella oportunidad,
manifestó entre otras expresiones en los medios
masivos de comunicación que: “Las empresas pueden
estar quebradas. Las empresas son personas
jurídicas. Yo puedo estar quebrado y las empresas
no. Las empresas pueden estar quebradas y yo no. (…)
Acabo de salir de estar 97 días secuestrado, porque
no estuve preso, porque para estar preso vos tenés
que tener una causa, no lo que inventó Ercolini. Lo
que Ercolini inventó para meterme preso, no existe.
Y es lo que la Cámara le acaba de decir”.
Como se aprecia, las manifestaciones
públicas proferidas por este encausado demuestran un
irrespetuoso desconocimiento de las atribuciones
legales del magistrado que lleva adelante la causa,
pues claramente dijo que se consideraba una persona
que había sido secuestrada; y secuestrado sólo puede
estar quien es privado de su libertad por alguien
que no tiene facultades para hacerlo. No se trató de
un mero disenso con relación a una decisión que pudo
considerar errónea de parte del juez, sino
directamente de la negación de la legitimidad de la
autoridad judicial competente y, en definitiva, del
funcionamiento mismo del Estado de Derecho del que

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goza nuestro país.
Por lo demás, tales expresiones públicas
en esa ocasión, lejos de constituirse en un legítimo
ejercicio de su derecho de defensa, comportaron una
agraviante arenga pública de tono calumnioso e
injuriante para con el señor juez interviniente que
ha cumplido con el deber legal de instruir la causa
a su cargo.
Tales alocuciones públicas de Cristóbal
López, en el caso, nos impone remarcar ciertos
criterios propios, exigibles y necesarios de la
convivencia democrática y que derivan del respeto
del orden Constitucional y legal de la Nación.
Confrontar con ello, ofensivamente, sin observar las
vías legítimas disponibles y adecuadas, comporta
situarse en el terreno de la intolerancia,
manifiestamente ajeno al Estado de Derecho que
debemos resguardar.
En ese orden, subrayamos especialmente que
lo expuesto anteriormente de ninguna manera implica
desconocer, ni mucho menos restringir y/o coartar la
facultad y el derecho a peticionar ante las
autoridades -consagrado en nuestra Constitución
Nacional- sino dejar en claro que tales reclamos y
requerimientos deben ser canalizados por los cauces
y vías legales correspondientes, accediéndose así
con el debido respeto a las autoridades legítimas
del Estado y no por medio de la ofensa o del
desconocimiento público de los poderes públicos.
En esta línea, debemos recordar que los
derechos reconocidos en la Constitución Nacional y

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en los tratados internacionales de derechos humanos,


incorporados con jerarquía constitucional desde 1994
(art. 77, inc. 22) no son absolutos y en tal
sentido, se encuentran sujetos a las
reglamentaciones establecidas por la ley (causa nº
1094/2013 caratulada “Catrini, Carlos Andrés y Otros
s/recurso de casación”, registro nº 2751.14.4 del
28/11/2014, Sala IV).
En el mismo sentido, hemos dicho que “No
hay derechos absolutos, sino relativos, y ellos se
ejercen conforme las leyes que los reglamentan, y
mientras éstas respeten su substancia y los limiten
de manera razonada, no puede alegarse que se
encuentren vulnerados” (causa nº 1688/2013 “Andrada,
Alejandra Elizabeth s/recurso de casación”, registro
nº 1218/14 del 1/7/2014).
Por su parte, no podemos olvidar que la
Corte Suprema de Justicia de la Nación lleva dicho
-reiteradamente- que: “Los derechos civiles,
políticos y sociales que la Constitución Nacional
consagra, lejos de ser absolutos, están sujetos a
limitaciones o restricciones tendientes a hacerlos
compatibles entre sí y con los que corresponde
reconocer a la comunidad” (Fallos: 191:139; 253:133;
y 315:380, entre otros).
Repárese, a modo de ejemplo, en: que el
artículo 28 de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre (Bogotá 2/5/1948)
establece que: “Los derechos de cada hombre están
limitados por los derechos de los demás, por la
seguridad de todos y por las justas exigencias del

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bienestar general y del desenvolvimiento
democrático”; y b) que el artículo 32.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto
de San José de Costa Rica (22/11/1969) dispone que:
“Los derechos de cada persona están limitados por
los derechos de los demás, por la seguridad de todos
y por las justas exigencias del bien común, en una
sociedad democrática”. 1
En suma, esta actitud concreta del
imputado, constituye un elemento más para presumir
su desapego a la ley y su actitud evasiva y
entorpecedora de la justicia, extremos que
evidencian también en casos como el presente –de
extrema sensibilidad y afectación social- y por su
gravedad, la pertinencia de disponer una medida de
cautela personal destinada a evitar la frustración
de los fines del proceso.
e. En definitiva, la grave imputación que
se les ha trasladado a los imputados López y De
Sousa, las restantes causas que registran y,
consecuentemente, la expectativa de cumplimiento
efectivo de una eventual condena, sumado el daño
causado, el cúmulo de prueba acumulado en su contra,
la capacidad económica que ambos presentan -que
supone mayores posibilidades para evadirse del
accionar de la justicia-, y la transferencia de
acciones efectuada -que afectó el patrimonio de la
entidad y, por ende, entorpeció el devenir de la
investigación-, son todos elementos que se suman al
análisis y que resultan por demás suficientes para
afirmar en el caso la existencia de los riesgos

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procesales que justifican la procedencia de la


prisión preventiva, motivo por el cual también en
este aspecto, el recurso de casación tendrá
favorable acogida.
Finalmente y en cuanto al pedido de
detención formulado en su recurso de casación por el
Sr. Fiscal General, doctor Germán Moldes, respecto
de Ricardo Etchegaray, no corresponde que sea
atendido por esta Alzada porque en su momento el
procesamiento sin prisión preventiva del mentado no
fue recurrido por los acusadores.
Sin perjuicio de ello, nada impide que el
planteo sea formulado en las instancias
correspondientes para que se analice debidamente su
situación a la luz de todo lo expresado
precedentemente.
CUARTO.
Nos dedicaremos, por último, al
tratamiento de los agravios vinculados al embargo
decretado sobre los bienes de los encausados.
Repárese que si bien el juez instructor,
al dictar el procesamiento de López y de De Sousa,
trabó embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma
de $17.042.509.692; dicha decisión fue
posteriormente modificada por la Sala I de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal, considerando dicha Alzada
prudente fijar el monto del embargo en la suma de $
8.945.000.000, haciendo extensiva tal solución a
idéntica medida dictada respecto del patrimonio de
Echegaray.

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Para así decidir, el doctor Ballestero
-con la adhesión del doctor Farah- señaló que “el a
quo admitió de manera íntegra el reclamo del actor
civil -la AFIP- sin advertir que en él se incorporó
deuda por ciclos que no forman parte del universo
temporal de este expediente, limitado, con sus
ciertas excepciones, tan sólo a los tributos por ITC
no abonados entre mayo de 2013 y agosto de 2015. Los
períodos previos o posteriores a ese momento, o por
intimaciones originadas en otros impuestos, no
pueden tener gravitación al estimar el embargo pues
no constituyen materia afectada por el delito
reprochado, y que requiera su urgente tutela…” y que
“[el a quo] formuló un cálculo tentativo en el cual
se incluyen los intereses que la deuda habría de
devengar en el devenir del proceso, como concepto
que no corresponde a esta magistratura merituar”.
Pues bien, habiendo señalado los
argumentos centrales vertidos por la Cámara para
resolver del modo en que lo hizo, adelantamos que
tampoco en este aspecto habremos de convalidar el
temperamento adoptado.
Es que teniéndose en cuenta la magnitud
del daño que habría sido ocasionado al erario
público y especialmente que una de las finalidades
centrales de todo proceso donde se investigan actos
de corrupción es el recupero de activos y la
reparación del perjuicio ocasionado, no podemos sino
revertir lo decidido por los magistrados que
conformaron la mayoría en la instancia anterior y
retrotraer la situación a lo decidido por el juez de

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primera instancia.
En este sentido, en atención a la
naturaleza de los ilícitos bajo examen, debemos
tener presente los compromisos asumidos por el
Estado Argentino a través de la Convención
Interamericana contra la Corrupción (aprobada por
ley nº 24.759, publicada en el Boletín Oficial el
17/01/1997) y la Convención de las Naciones Unidas
contra la Corrupción (aprobada por ley nº 26.097,
publicada en el Boletín Oficial el 9/6/2006),
tendientes a la prevención, detección, sanción y
erradicación de conductas como las aquí
investigadas.
Repárese que conforme fluye de dichos
documentos el Estado Argentino debe adoptar las
medidas pertinentes y necesarias para asegurar el
recupero de los activos provenientes de los delitos
de corrupción y la indemnización de los
perjudicados.
De allí que tomando en consideración las
pautas del art. 518 del ordenamiento ritual y lo que
surge del art. 23 del Código Penal, y de acuerdo a
lo referido en el voto del doctor Hornos –a cuyas
consideraciones en este punto nos remitimos por
razones de brevedad- estimamos adecuado revocar lo
decidido por el a quo y estar al monto de embargo
originalmente dispuesto por el magistrado
instructor.
QUINTO:
En virtud de las consideraciones
expuestas, habremos de proponer:

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I. HACER LUGAR a los recursos de casación
deducidos por la parte querellante y actora civil
-AFIP- y por el representante del Ministerio Público
Fiscal, a fs. 273/295 y 296/318 respectivamente, sin
costas; CASAR el pronunciamiento dictado por la Sala
I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal obrante a fs.
214/269, en cuanto modificó la calificación legal de
los sucesos por los que resultaran procesados los
imputados Ricardo Daniel Echegaray, Cristóbal Manuel
López y Carlos Fabián De Sousa, debiéndose ESTAR a
lo decidido por el juez de instrucción que calificó
la conducta atribuida a los encartados como
constitutiva del delito de administración
fraudulenta agravada por haber sido cometida en
perjuicio de una administración pública (arts. 45 y
174 inc. 5º, en función del 173 inc. 7º del Código
Penal).
II. HACER LUGAR al recurso de casación
deducido por el representante del Ministerio Público
Fiscal, a fs. 296/318, sin costas; CASAR el
pronunciamiento obrante a fs. 214/269, en cuanto
revocó la prisión preventiva de los imputados
Cristóbal Manuel López y Carlos Fabián De Sousa y
dispuso su inmediata libertad, debiéndose ESTAR al
procesamiento con prisión preventiva dispuesto por
el juez de instrucción y, consecuentemente, ORDENAR
su inmediata detención y REMITIR con carácter
urgente las presentes actuaciones al tribunal a quo
para que, por quien corresponda, se haga efectiva la
detención aquí ordenada.

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III. HACER LUGAR a los recursos de


casación deducidos por la parte querellante y actora
civil -AFIP- y por el representante del Ministerio
Público Fiscal, a fs. 273/295 y 296/318
respectivamente, sin costas; CASAR el
pronunciamiento obrante a fs. 214/269, en cuanto
revocó parcialmente los embargos dispuestos,
debiéndose ESTAR a los embargos oportunamente
decretados por el juez instructor, fijados en la
suma de diecisiete mil cuarenta y dos millones
quinientos nueve mil seiscientos noventa y dos pesos
($ 17.042.509.692).
Tal es nuestro voto.
La señora jueza doctora Ana María Figueroa
dijo:
1º) Sellada la suerte de la cuestión
sometida a control jurisdiccional por el voto
coincidente de los señores jueces preopinantes,
habré de señalar que los recursos interpuestos
resultan inadmisibles por cuanto las decisiones que
confirman el auto de procesamiento sin prisión
preventiva no son resoluciones equiparables a
definitiva en los términos del art. 457 del C.P.P.N.
En este sentido, consecuente con la
inveterada jurisprudencia de este Tribunal en cuanto
a la resolución aquí recurrida no es susceptible de
ser equiparada a sentencia definitiva, es que la
calificación legal obrante en un auto de
procesamiento es provisoria, en tanto el encuadre
legal puede ser ulteriormente modificado entre otros
supuestos frente al avance de la investigación. Así,

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la provisoriedad de la calificación legal prima
facie adoptada en el auto de procesamiento,
constituye una cuestión propia inherente a la
hipótesis investigativa de la instancia de grado y
ajena a la revisión casatoria.
El auto de procesamiento se caracteriza
por su provisoriedad, es decir, que aquello que es
admitido en esa decisión –la delimitación de los
hechos investigados, y la intervención de los
imputados, la consecuente calificación legal y la
imposición de medidas cautelares-, puede ser
modificado con el devenir del proceso, luego del
surgimiento de circunstancias que hagan variar el
escenario presentado.
La hipótesis investigativa es tarea propia
de la primera instancia, no constituyendo naturaleza
casatoria su análisis en esta etapa procesal y por
ende su revisión (Art. 311 del CPPN).
Debe señalarse que la decisión mediante la
cual la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal confirmó el
procesamiento, recalificó las conductas atribuidas,
revocó la prisión preventiva, dispuso la libertad y
disminuyó los embargos dispuestos, no constituye una
sentencia definitiva ni un auto que ponga fin a la
acción, a la pena, imposibilite la continuación de
las actuaciones o deniegue la extinción, conmutación
o suspensión de la pena.
2º) Así lo han resuelto las cuatro Salas
de este Tribunal de manera invariable, citando a
continuación a modo ilustrativo sólo algunos de los

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numerosísimos precedentes en la materia:


Sala I: “Monzón, Florencio s/ rec. de
queja”, reg. nº 23, rta. el 30/7/1993 y “Boutenet,
Jorge E. y otros s/ rec. de queja”, reg. nº 24, del
3/8/1993; “Gómez Carballo, Isaura s/ rec. de queja”,
reg. nº 1256, rta. el 28/11/1996; causa nº 2094
“Rosemblatt, Hernán s/ rec. de queja”, reg. nº 2437,
rta. el 20/10/1998; causa nº 5740 “Roncati, Carlos
Alberto s/ rec. de queja”, reg. nº 7125, rta. el
26/10/2004; causa nº 13.280 “Marincovich, Mario;
López Mañan, Diego y Liendo Ernesto C. s/queja”, reg
nº 16.589, rta. el 16/09/2010; causa nº 13.430
“Ramos , Carlos Eduardo s/queja”; reg. nº 16.631,
rta. el 23/9/2010; causa 17415 “Villagra Duarte,
Juan Bautista s/queja”, reg. nº 20.830, rta. el
16/4/2013; causa nº 3308, recurso queja nº 29
“Jaime, Ricardo y otros s/queja”, rta. el 4/8/2014;
causa nº CFP 10432/2007/7/RH1 “Picolotti, Romina
s/queja”, reg. nº , rta. el 12/05/15; causa 188
“Aspil SA s/queja”, reg. 1813/16, rta. el 3/10/2016;
CFP 4651/2013/9/RH5 “Di Cesare s/queja”, reg.
1304/16, rta. el 11/7/2016; causa nº FSM
40187/2016/4/RH1 “Olivieri A. y Olmedo, F s/queja”,
reg. nº 1600/17, rta. el 29/11/2017
Sala II: causa nº 14137 “Cetra, Luis María
s/queja”, reg. nº 19817, rta. el 12/4/2012; causa
14786 “Bustelo, Osvaldo y otra s/queja”, rta. el
11/05/2012; Causa nº FSA 24000411/2009/9/RH3 “Lona”,
reg. 456, 13/4/16; causa FSA 11195/2014/21/RH1,
“Valor, Ramón Antonio s/queja”, reg. 824/16, rta. el
31/05/16; causa FLP 39167/2015/3/1/CFC1 “Aguada

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s/recurso de casación”, reg. 1406/16, rta. el
12/8/2016; “FSM 35003534/2010/9/RH2 “Gassiebayle,
Carlos Alberto s/queja”,reg. nº 1775/16, rta. el
15/9/2016; FLP 19530/2015/2/RH1 “Molina, Cristian
Ezequiel s/queja”, rta. el 16/9/2016.
Sala III: ”Méndez, Carlos A. s/ rec. de
queja”, reg. n° 54/97 del 06/03/97; “Demarchi,
Gustavo R. s/ rec. de casación”, reg. n° 844/05 del
11/10/05 y “Jaime, Víctor G. s/ rec. de casación”,
reg. n° 914/05 del 26/10/05; causa n° 11.846 “Zárate
Sagasti, Andrés A. s/queja”, reg. nº 126/10, rta. el
18/02/10; Causa n° 13479 “Favale, Cristian Daniel
s/recurso de queja”, reg. n° 336.11, rta. el el:
04/04/2011; Causa 12.980 “Macri, Mauricio s/queja”,
reg. nº 778/12, rta. el 7/6/2012; Causa Nº FRO
42000187/2009/3/RH1, “Díaz, María Cristina y otros
s/recurso de queja” reg. 428/15, 31/03/2015; causa
Nº CCC 62838/2014/9/RH2 -“Meza, Emmanuel Gastón
s/recurso de queja”-, reg. 496/15, 08/04/2015; causa
Nº FSA 12020/2013/4/RH1 -“Hoyos, Jorge Luis y otros
s/recurso de queja”, reg. nº 722/15, 30/04/2015;
Causa Nº FSM 33000161/2009/10/RH1 -“Perez Companc,
Luis y otros s/recurso de queja”, reg. 1091/16, rta.
el 24/08/2016; Causa Nº CFP 1710/2012/134/RH6 -“De
Vido, Julio Miguel s/recurso de queja”, reg.
1155/16, 31/08/2016; Causa Nº CFP
1710/2012/TO1/4/RH7 -“Simeonoff, Gustavo s/recurso
de queja”, reg. 1153/16, 31/08/2016
Sala IV: Causa n° CFP 12390/2009/15/RH1
“Taboada de Piñero, María G. s/rec. de queja”, reg.
nº 2677.14.4, rta. el 25/11/2014; Causa CFP

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10622/2010/14/RH1, “Helman”, reg. 613/16, rta. el


19/5/16; Causa CFP 10622/2010/15/RH2 –“Vanoli”, reg.
nº 611/16, rta. el 19/5/16; Causa Nº FBB
31000122/2011/14/RH1 -“Ministerio Público Fiscal s/
queja”- Sala III- reg. 802/17, 07/08/2017; Causa nº
14221 –Arrouzet, María Alejandrina-, Sala IV, reg.
1057, del 17/8/17; Causa Nº 5048- “Baéz”- Sala IV-
registro 1541- rta. 2/11/17; Causa 3017 –Cerrota,
Norberto- Sala IV – reg. 1700/17 – 1°/12/2017; Causa
nº 14619, “Tegli”, reg nº 116, rta. 15/3/18; Causa
nº 63390 “Garfunkel” reg. nº 224/18, rta. el
27/3/2018; Causa nº FTU 400618 “Zalazar Romero,
Rodrigo y Coronel, José Ramón”, reg. nº 336, rta. el
18/4/18.
Reitero que en jurisprudencia inveterada
este Tribunal casatorio así se ha pronunciado, salvo
excepciones que estuvieron vinculadas con la tutela
del derecho al recurso y a la revisión del auto de
procesamiento (cuando esa decisión de mérito fue
dictada por la cámara), o cuando el monto del
embargo dispuesto podría acarrear perjuicio en el
imputado de imposible reparación ulterior.
3º) Por lo demás, no se halla presente en
la especie ninguna de las excepciones previstas al
respecto por la doctrina del Máximo Tribunal (cfr.
en lo pertinente y aplicable, Fallos: 320:2145;
329:4688; 329:5994; 337:659; y CSJ 66/2014 (50-
P)/CS1).
4º) Por los motivos expuestos, no comparto
los argumentaciones y solución a que arriban los
distinguidos colegas que integran este Acuerdo,

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debiéndose respetar siempre el debido proceso y las
garantías constitucionales y convencionales en todo
juicio penal (Arts. 18, 75 inc. 22 CN; 8.1. y 8.2.h.
CADH; 14 PIDCyP).
Tal es mi voto.
Por todo ello, en mérito del acuerdo que
antecede, el Tribunal, por mayoría,
RESUELVE:
I. HACER LUGAR a los recursos de casación
interpuestos a fs. 273/295 y fs. 296/318 por la
parte querellante y actora civil en autos, AFIP,
representada por Ricardo Gil Lavedra, y por el
representante del Ministerio Público Fiscal, doctor
Germán Moldes, respectivamente, sin costas, CASAR la
resolución impugnada obrante a fs. 214/269 dictada
por la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional Federal en cuanto
modificó la calificación legal otorgada a los hechos
por los que resultaron procesados los encausados
Ricardo Daniel Echegaray, Cristóbal Manuel López y
Carlos Fabián de Sousa, debiéndose ESTAR a lo
decidido por el juez de instrucción en cuanto
calificó la conducta atribuida a los imputados como
constitutiva del delito de administración
fraudulenta agravada por haber sido cometida en
perjuicio de una administración pública (arts. 45 y
174, inc. 5º, en función del 173 inc. 7º del Código
Penal).
II. HACER LUGAR al recurso de casación
deducido por el representante del Ministerio Público
Fiscal a fs. 296/318, sin costas, CASAR el

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pronunciamiento de fs. 214/269 en cuanto revocó la


prisión preventiva de los imputados Cristóbal Manuel
López y Carlos Fabián De Sousa y dispuso su
inmediata libertad, debiéndose ESTAR al
procesamiento con prisión preventiva dispuesto por
el juez de instrucción y, consecuentemente, ORDENAR
su inmediata detención y REMITIR con carácter
URGENTE, las presentes actuaciones al Tribunal a
quo para que, por quien corresponda, se HAGA
EFECTIVA la detención aquí ordenada
III. HACER LUGAR a los recursos de
casación interpuestos a fs. 273/295 y fs. 296/318
por la parte querellante y actora civil en autos,
AFIP, representada por Ricardo Gil Lavedra, y por el
representante del Ministerio Público Fiscal, doctor
Germán Moldes, respectivamente, sin costas, CASAR la
resolución recurrida obrante a fs. 214/269, en
cuanto revocó parcialmente los embargos dispuestos,
debiéndose ESTAR a los embargos oportunamente
decretados por el juez instructor, fijados en la
suma de diecisiete mil cuarenta y dos millones
quinientos nueve mil seiscientos noventa y dos pesos
($17.042.509.692).
IV. TENER PRESENTE la reserva del caso
federal.
Regístrese, notifíquese y comuníquese
(Acordada 15/13, CSJN). Remítase con carácter
urgente al Tribunal a quo, a sus efectos.

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