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Maluquer de Motes, J.

(2014): “España hipotecada (1996-2007), La economía española en


perspectiva histórica, Barcelona, Pasado & Presente, pp. 481-547.

1. Un nuevo escenario internacional


- Hacia una gobernanza multipolar
- Globalización y progreso tecnológico
- Un rio nada tranquilo: la nueva Unión Europea
2. A la búsqueda de la estabilidad
- El acceso a la moneda única
- El euro soberano
- Una población envejecida
- El alud migratorio
- Un gran dinamismo laboral
3. Una prolongada bonanza
- Convergencia real con la UE
- La consolidación fiscal
- Descenso de los tipos de interés
- La liquidación del sector público empresarial
- Unas reformas estructurales muy limitadas
- El tercer choque petrolero
4. La década de oro de la construcción
- El país de la alta velocidad
- El boom de la edificación residencial
- Efectos de arrastre
- La burbuja financiera
- Una elevada especialización productiva
- La trayectoria del cambio en la agricultura
- La modesta transformación de la industria
- El reto de la productividad
5. Un inmenso desequilibrio exterior
- La sima de la balanza comercial
- Cambios en el perfil del turismo
- La explosión de las remesas de emigrantes
- El saldo financiero con la UE
- Internacionalización
6. Un crecimiento a crédito

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4. La década de oro de la construcción

La construcción fue el auténtico sector pautador del crecimiento

- Por un lado, en 2007 había ganado nada menos que 5 puntos porcentuales de
participación en el PIB respecto al nivel de 1996. Los servicios aumentaron por su
parte en 1 punto porcentual. En cambio, la agricultura perdió más de 2 y la
industria cerca de 4. En consecuencia, la tasa de crecimiento más elevada fue la de
la construcción mientras que los servicios se comportaban de manera semejante al
conjunto de la economía.
- Por otro, el VAB del sector creció más que cualquier otro.

El ciclo expansivo tras la crisis de la primera mitad de la década de 1990, comenzó en el


segundo trimestre de 1996, siendo algunos de sus indicadores:

- Los precios del suelo aumentaron de forma descomunal: más de 5 veces entre
1996 y 2007.
- El crecimiento del producto del sector, en términos reales, fue del 6% anual, lo que
implica, de forma directa la cuarta parte del aumento del PIB en el periodo.
- La participación en el VAB conjunto de la economía pasó del 7,2 % de 1996 a un
13,9% en 2007, muy por encima de ningún otro país de la UE o del mundo
desarrollado
- Una gran demanda de trabajo. El total ocupado creció en más de 1,4 millones de
ocupados
- El parque de viviendas conoció el ritmo de crecimiento más elevado de la historia:
más de 3 millones en los años 2001-2007.
- El consumo de cemento aumentó a un gran ritmo y alcanzó cifras muy superiores a
las de cualquier época anterior.

La obra civil y la edificación residencial (los dos principales subsectores) se alternaron como
motores de la actividad constructiva. El arranque procedió de la obra civil, que contó con el
impulso de las transferencias de la UE.

El país de la alta velocidad

El período (1993-2004) estuvo caracterizado por una gran inversión en infraestructura, lo que
constituye una de las bases del crecimiento económico, ya que el impulso a la actividad
productiva puede aportar incrementos sustanciales del PIB.

- Los resultados a corto plazo son siempre beneficiosos, cuando menos en la


generación de actividad productiva y en el mismo negocio de la construcción, a la
vez que reportan elevados réditos a los dirigentes políticos.
- En el medio y largo plazo pueden ser altamente beneficiosos sus resultados, pero
también pueden ser nefastas las consecuencias si las decisiones de construcción
han sido erróneas, al combinarse su escasa utilización productiva con las elevadas
exigencias de mantenimiento.

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La construcción de infraestructura fue posible por las aportaciones del presupuesto
comunitario, utilizado, en muchas ocasiones, como arma electoral y no tanto como inversión
con expectativa de rentabilidad. Es más, en opinión del autor, muchas de las decisiones
constructivas fueron dictadas por objetivos de política territorial (nuevamente la red radial)
bajo la retórica del desarrollo regional y de la cohesión y construcción del Estado. En cambio, la
conexión con el resto de Europa quedó postergada. Así el esfuerzo económico fue enorme y
los resultados escasos.

En las infraestructuras destacaron


- La red de carreteras de alta capacidad, autopistas de peaje y autovías del Estado y
de las CC.AA., alcanzando un total cercano a 3.000 kms, lo que dio a España el
liderazgo en Europa en este tipo de infraestructura.
- También ocupó el primer lugar del mundo en aeropuertos en relación con la
población. En este ámbito, se construyó un buen número de ellos, sin planes de
explotación ni posibilidades de rentabilidad, aunque sí con grandes negocios en la
construcción. Ciudad Real, Castellón y otros muchos como Albacete, Badajoz,
Córdoba, Salamanca, Logroño, Valladolid, Lleida, etc., con instalaciones
innecesarias. Incluso, las nuevas terminales de Barajas y el Prat estuvieron muy
por encima de sus previsiones de tráfico para muchos años.
- La construcción del AVE, una inmensa red, muy por encima de países con mucha
mayor población y renta como Francia, Alemania, Gran Bretaña o Italia. En 2007,
España pasó a ser el líder europeo de la alta velocidad sólo por detrás de China a
nivel mundial

El autor se muestra muy crítico con la construcción del AVE:

“Entre los distintos modelos, España escogió la combinación más costosa, la menos productiva
y la menos generadora de efecto arrastre para la economía” (Bel, 2010). Da varias razones:

- Primero, se decidió construir una red separada de la convencional, lo que supone


un mayor esfuerzo inversor.
- Segundo, la red AVE fue orientada exclusivamente para pasajeros, con unas muy
bajas previsiones de tráfico, dejando un papel marginal al movimiento de
mercancías.
- Y tercero, a diferencia de Francia, Alemania y Japón utilizó regularmente
tecnología extranjera, generando empleo, innovación e impuestos en los países de
producción, principalmente Francia y Alemania.

Además, termina señalando la falta de conexión de los puertos mediterráneos con el gran
mercado europeo.

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El boom de la edificación residencial

La edificación residencial experimentó un extraordinario crecimiento impulsado por la Ley del


Suelo de 1998, que permitió la recalificación de una gran cantidad de terrenos rústicos.

La construcción de viviendas, especialmente en las grandes ciudades y en la costa


mediterránea fue exponencial. Una aproximación media anual

1996-99: 350.000/año
2000-02: 600.000/año
2003-04: 700.000/año
2005-07: 800.000/año

Entre tanto, los precios experimentaron un alza enorme, sin efectos negativos aparentes sobre
las decisiones de los compradores.

1996: 694,4 euros/m2


2000: 893,3 euros/m2
2004: 1618,0 euros/m2
2007: 2085,9 euros/m2

¿Qué factores existieron tras el boom inmobiliario español de principios del siglo XXI?

Factores del boom inmobiliario español.

- El primer factor procede de la relativa parálisis del mercado en la primera mitad de


los 90 (1990-1995). En 1996, existía una demanda contenida a la espera de nuevas
oportunidades. El crecimiento del empleo aumentó las rentas familiares,
apoyando la constitución (formación) de nuevos hogares.
- En segundo lugar, el gran impulso respondió a los bajos tipos de interés, por
debajo del aumento de los precios y de los salarios, que permitían una cobertura
muy cómoda de la financiación. De ahí, tal vez, la opción por la compra en lugar
del alquiler. La vivienda como excelente inversión y el mejor modo de conseguir un
activo ante una eventual quiebra del sistema político de pensiones.
- En tercer lugar, el fácil acceso al crédito hipotecario por plazos muy largos y en
condiciones muy favorables, hecho posible por la propias entidades financieras
convencidas del crecimiento del valor (futuro) de la propiedad. La demanda de
crédito fue extraordinaria, alcanzado una cifra del orden de 1,5 billones de euros
en el período.
- En cuarto lugar, una importante entrada de capital especulativo, como resultado
del trasvase de capitales procedentes de los mercados financieros al inmobiliario.
El estallido de la burbuja tecnológica de 2000 lo impulsó. La continua
revalorización lo alimentaba.
- En quinto lugar, las compras de los inmigrantes, un componente más dinámico que
importante. Para los últimos años de esta etapa (2005-07) se ha situado una media
de 40.000 transacciones (créditos hipotecarios por periodos muy largos a nuevos

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residentes) de este tipo y alrededor de un 15% del crédito hipotecario facilitado
por las cajas de ahorros
- Un último factor, las compras de segundas residencias por consumidores y
ciudadanos europeos no residentes en el arco mediterráneo. El número de
segunda residencias y de apartamentos turísticos de propiedad extranjera se
estimó, en 2007, en cerca de 1,7 millones.

Con todo, el boom inmobiliario no salvó de cierta debilidad al sector de la construcción, con
baja cualificación educativa de obreros y empresarios, dependencia de la financiación exterior
y reducido nivel de productividad del trabajo, un sector fundamentalmente intensivo en mano
de obra.

Efectos de arrastre

La construcción tuvo efectos de arrastre extraordinarios sobre el resto de la economía. Sin


estudios concretos, tampoco mediciones, el autor hace una descripción de los supuestos
efectos de arrastre en diversos sectores productivos y administrativos cercanos a la actividad
constructiva. Así:

- El sector inmobiliario (administrativo) estuvo directamente implicado en la gestión


del mercado de vivienda.
- El sector financiero alcanzó un gran volumen de negocio de forma sólida y con
muy baja morosidad, a través de préstamos hipotecarios y del crédito promotor.
- La industria proveedora de inputs (energía y material de construcción) obtuvo un
enorme avance productivo gracias a la intensa demanda de la construcción de la
obra civil y de la edificación residencial. También, claro, la industria debió proveer
de instalaciones y servicios domésticos (electricidad, agua, gas, teléfonos y
seguros) y de bienes de consumo duradero. Toda una actividad en torno a la
construcción.
- Las Administraciones Públicas se vieron beneficiadas, asimismo, por el gran
impulso constructor a través de la percepción de la recaudación del IVA,
Sociedades y Sucesiones, IRPF y otros impuestos. Las administraciones locales se
vieron beneficiadas por las recalificaciones de suelos y el incremento del impuesto
del IBI. La Seguridad Social por el aumento del empleo. Unos y otros aumentaron
incluso la contratación de personal.

En definitiva, muchos sectores, prácticamente el sistema (económico) entero, dependían para


su crecimiento del éxito de la construcción, que adquirió dimensiones desproporcionadas.

La burbuja financiera

La demanda de crédito ligada a la construcción fue extraordinaria, habiendo llegado en 2007 a


una cifra del orden de 1,5 billones, un 50% más que el PIB español. El inmobiliario fue la
locomotora de la economía y la banca se entregó en cuerpo y alma.

Los préstamos concedidos por la banca a los promotores se multiplicaron por más de 20 (14 en
términos constantes) en 11 años, al pasar de 14.861 millones en 1996 a 303.541 en 2007, a los

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que había que sumar otros 150.000 concedidos a las empresas, lo que hace una suma de
450.000 mill/euros, la mitad del PIB español de aquel año (2007).

Créditos a promotores millones/eu

1996: 14.861 2004: 112.165


1998: 18.670 2006: 244.050
2000: 33.559 2007: 303.514
2002: 55.031

Era habitual realizar operaciones, con valores de tasación hinchados (hasta un 15%),
promovidos, claro, por las propias entidades financieras, convencidas del aumento inmediato
del valor, cercano a un 15 por ciento anual. ¡Una auténtica locura!

Como resultado de la fuerte demanda de crédito, la intermediación financiera amplió su


presencia física (redes de sucursales) y recurrió a los mercados financieros internacionales para
proveerse de liquidez por medio de la emisión de títulos con garantía hipotecaria, cédulas o
bonos. Al final del período (2007) alrededor de la mitad de la deuda externa correspondía
únicamente a bancos y cajas, que debían refinanciar gran parte de ella en los años venideros.
De esta manera, el sistema financiero resultó enormemente sobredimensionado y expuesto a
un solo sector.

Una elevada especialización productiva

El autor realiza un análisis de la especialización productiva de la economía española, a través


de la aportación al VAB conjunto de cada una de las ramas productivas y la compara con la
media de la UE de 27 miembros. La relación entre los porcentajes respectivos proporciona el
índice de especialización productiva (IEP). El autor utiliza la clasificación a 10 ramas de
Eurostat. Los resultados son (IEP):

1. Agricultura, silvicultura y pesca : 1,56


2. Industria manufacturera : 0,87
3. Construcción : 2,01
4. Comercio, transportes, ocio y host. : 1,19
5. Información y comunicación : 0,90
6. Finanzas y seguros : 0,99
7. Actividades inmobiliarias : 0,67
8. Actividades científico, técnica y de servicios : 0,71
9. Admon. Pública, Def, Ed. y Sanidad : 0,89
10. Arte, espectáculos y Activi. Recreativas : 1,01

Por un lado, la economía española estaba especializada en comercio, transportes, ocio y


hostelería, lo que se explica por la importancia del fenómeno turístico y en agricultura,
silvicultura y pesca, también explicable por la gran extensión del territorio. La altísima

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especialización en la rama de construcción revela un tamaño desmesurado, excepcional, “que
no exporta ni innova y ostenta niveles de productividad bajos y prácticamente estancados”.

Por otro, la subespecialización o escasa especialización tiene lugar en la rama inmobiliaria, que
resulta del muy alto porcentaje de viviendas en propiedad propio del país. Al margen de esta
singularidad, lo más destacado es la subespecialización de las ramas 8 y 2, esto es, de las
actividades científicas y de la industria manufacturera.

En definitiva, en 1996-2007, el fuerte crecimiento de la demanda y, específicamente, del


consumo de las familias, actuó de elemento incentivador de la actividad productiva. Los
sectores siguieron esa senda en lo que pudieron ajustarse a ella, sobre todo en la agricultura y
en los servicios así como en la industria orientada al mercado interior. En cambio, la demanda
de manufacturados repercutió principalmente en las importaciones. En general, todos los
sectores crecieron por debajo del PIB, frente al fuerte aumento de la construcción.

La trayectoria del cambio en la agricultura

El sector agrario continuó durante estos años (1996-2007) el proceso de transformación


iniciado desde varias décadas atrás, un proceso dirigido hacia la consecución de una
agricultura industrializada.

- Los datos (estructurarles) reflejan un descenso de las tierras agrarias (la superficie
agraria útil) y también de las tierras labradas (tierras agrícolas), acompañadas unas
y otras por la disminución de las explotaciones agrarias, que aumentaban su
dimensión media. Paralelamente seguía extendiéndose el regadío y casi se
completaba el proceso de mecanización, al tiempo que aumentaba el uso de
fertilizantes y fitosanitarios de todo tipo. A principios del siglo XXI, la agricultura
española era (casi) una agricultura industrializada. Aunque el empleo fuera mayor
y la productividad (de la tierra y del trabajo) menor que otras agriculturas
europeas, especialmente las de norte y centro de Europa. En cifras, entre 1997 y
2007, los principales agregados de la estructura agraria evolucionaron
porcentualmente de la siguiente manera:
-
Explotaciones agrarias : -13,60
Superficie total : -1,96
Superficie total/explotación : 13,50
SAU : -2,80
Tierras labradas : -4,79
Superficie regada : 9,35

- La agricultura de secano seguía teniendo problemas, era poco competitiva, con


baja productividad de la tierra y del trabajo: ésta última no alcanzó las tres cuartas
partes de la media europea, era la mitad de la francesa, alemana, británica o sueca
y sólo un tercio de la belga, danesa u holandesa, aunque era superior a la de
Grecia, Italia o Portugal. Con todo, en determinadas áreas del arco mediterráneo,
una agricultura muy tecnificada se mostró productiva y rentable, con alta
capacidad de competir (Almería, agricultura hortofrutícola de invernaderos).

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- La producción final agraria evolucionó positivamente, pero con altibajos. El
descenso del empleo (-9.67) fue menor al que se produjo en Francia, Italia y
Portugal. La renta real agraria por activo bajó un 2,2 por ciento, menos que la de
Italia y Portugal y también que la media de la UE15, siendo la de Francia positiva.
- Por último, en el sector ganadero se redujeron explotaciones y número de
cabezas, si bien España se especializó en porcino (22,7 mill/cabezas), 15% de la UE,
sólo detrás de Alemania.

La modesta transformación de la industria

La evolución de la industria manufacturera fue bastante semejante en términos relativos, a la


de Francia y decididamente mejor que la de Italia y Portugal (restantes países de la Europa
latina). La tasa de crecimiento del VAB industrial de dichos países así lo muestra:

España : 0,82 Italia: 0,51


Francia: 0,90 Portugal: 0,59

Pero el crecimiento industrial español tuvo sus singularidades:

- El crecimiento dependió del reforzamiento de las producciones más dependientes


del consumo de las familias y, sobre todo, de la construcción y del boom
inmobiliario. En consecuencia, la base de la expansión se encontraba en la
demanda generada por el aumento de la población y del consumo de las familias,
por la construcción y por el equipamiento residencial.
- En cambio, la proyección exterior progresó poco y los sectores de mayor
contenido tecnológico retrocedieron en términos relativos. En este ámbito
influyeron, sobremanera, el diferencial de inflación y el fuerte aumento de los
costes laborales (que superó en veinte puntos porcentuales a la media de la zona
euro). En consecuencia, el país estuvo fuertemente expuesto a la competencia
internacional en precios y a las deslocalizaciones.
- Éstas fueron notables en las actividades productivas más avanzadas: fabricación de
máquinas de oficina y equipos informáticos, maquinaria y material eléctrico y
electrónico, equipo e instrumentos médico-quirúrgicos, industria química,
componentes de automóvil. Incluso algunos sectores de bajo nivel tecnológico
como la industria agroalimentaria.

El reto de la productividad

En estos años de 1995 a 2007, el crecimiento de la producción fue resultado del aumento
extraordinario del empleo, de modo que creció mucho más el PIB que el PIB per cápita. Los
grandes aumentos del empleo se produjeron en sectores muy intensivos en trabajo pero con
escasa capacidad de general valor añadido como la construcción, el comercio, la hostelería y
los servicios personales. Según Maluquer, estuvo bien aumentar el empleo, pero la calidad y la
eficiencia quedaron postergadas.

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Durante 1996-2007, España fue el país de la UE en el que menos aumentó la productividad,
con tan sólo un 0,29 por ciento anual, otro tanto ocurrió dentro de la OCDE (en este caso
compartiendo el último lugar con México).

Sin duda, la baja productividad, su escaso crecimiento, no era un problema menor. En este
punto, el autor se pregunta ¿por qué?. Varios razonamientos expone:

- La explicación más común, que concentra las críticas sobre la formación y apunta a
avances insuficientes en educación y ciencia y tecnología, es poco satisfactoria.
Muchos de los nuevos trabajadores no se habían formado en España, además de
que la (actual) movilidad internacional del trabajo permite fácilmente la
contratación de personal cualificado.
- El auténtico cuello de botella residió en el lado de la demanda de trabajo; es decir,
el escaso número y reducido tamaño de las empresas de alta y mediana tecnología
y en la falta de condiciones para el desarrollo de sectores innovadores.
- Otra posible explicación estuvo en el diferencial de inflación, en buena parte
alimentado por el propio boom inmobiliario y en la consiguiente pérdida de
competitividad. La inflación fue más intensa que en la mayoría de los países de
Europa y el aumento de costes laborales superó en veinte puntos a la media de la
zona euro.
- También se argumenta acerca de la falta de flexibilidad del mercado laboral (uno
de los más rígidos del mundo desarrollado) la amplia difusión de los contratos
temporales era el resultado de la excesiva protección de los trabajadores con
contratos indefinidos y fomentaba de forma generosa la escalada salarial.

5. Un inmenso desequilibrio exterior

El déficit por cuenta corriente es un factor limitador del crecimiento económico. España ha
tenido dicho déficit durante la mayor parte de su historia contemporánea, habiendo sido
bastante evidente en algunos años de la segunda mitad del siglo XX: 1959, 1975-77 o 1992-
1993.

El aumento del déficit por cuenta corriente, en estos años, fue rápido y llegó a ser intenso. Las
cantidades, su progresión y el porcentaje sobre el PIB así parecen mostrarlo: (en euros)

1996: +3.980 (0,84) 2003: -19.311 (-2,47)


1998: - 582 (-0,11) 2006: -82.118 (-8,33)
2000: -19.764 (-3,14) 2007: -100.689 (-9,56)

En forma conjunta, algunos razonamientos ayudan a entender esta situación:


- La magnitud del déficit por cuenta corriente y su progresiva elevación en relación
con el PIB, procede de la combinación del incremento acelerado del déficit
comercial con el debilitamiento del crecimiento de las entradas netas por turismo
internacional.

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- Además, en estos años cambió el signo de los flujos migratorios y con él el de las
remesas, que se convirtieron en una corriente neta de salida.
- También, la ampliación de la UE redujo transferencias y amplió las aportaciones
españolas al presupuesto comunitario.
- Asimismo, la balanza de rentas, que compara los pagos en concepto de
rendimientos e intereses de las inversiones extranjeras en España con lo que
reditúa al país la inversión española en el extranjero, acrecentó su contribución al
déficit por cuenta corriente, sobre todo en 2005-07.

Así pues, a la inmensidad del déficit comercial, se le añadió la pérdida de la capacidad


compensatoria de las restantes balanzas.
La contrapartida del déficit por cuenta corriente es el endeudamiento de los agentes
económicos privados.

La sima de la balanza comercial

La causa principal del déficit por cuenta corriente fue el desequilibrio comercial, que creció a
gran ritmo a causa de un mayor dinamismo de las importaciones que el de las exportaciones.
Comprábamos más que vendíamos. La tasa de cobertura de las importaciones por las
exportaciones bajó desde 85,3% de 1997 hasta el 64,7% de 2007. Esta evolución se debió a:

- Las importaciones crecieron debido, sobre todo, a:


o Aumento del precio del petróleo
o Importaciones productos asociados a nuevas tecnologías
o Importaciones para consumo de nuevos inmigrantes (alimentos y
determinadas manufacturas de consumo duradero).

- Las exportaciones se debilitaron, en parte, debido a


o La debilidad de la base territorial (sólo algunas regiones)
o Falta de competitividad, incluso en el interior del país (lo que aumentó las
importaciones)

Entre 1996 y 2007, las importaciones aumentaron del 19,9 por ciento del PIB hasta el 26,7,
mientras que las exportaciones sólo pasaron del 16,5 hasta el 17,3 por ciento.

El aumento del déficit comercial se fue produciendo en todos los grupos de mercancías y
también en los intercambios con todas las grandes regiones del mundo. Las causas del
mediocre comportamiento de las exportaciones deben buscarse en la misma economía
española y en el deterioro de su competitividad.

Cambios en el perfil del turismo

Los ingresos por turismo sufrieron una progresiva desaceleración, de modo que desde el 2000
redujo su participación porcentual en el PIB todos los años, al tiempo que aumentaban los
gastos (los pagos exteriores, las salidas). En definitiva, el saldo de los pagos turísticos casi dejó

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de crecer y en algún año llegó a caer en términos reales: desde el 4,4 % del PIB en 1999 al 2,6
en 2007.

¿Qué cosas cambiaron en la actividad turística?

- Las entradas de turistas, tras un fuerte crecimiento en los años de 1996-1999, se


redujeron entre 2000 y 2004 y prácticamente se mantuvieron en los últimos tres
años (2005-2007).

o La emergencia de nuevos destinos (Turquía, Maagreb, Islas caribeñas) con


precios más bajos es una razón que ayuda a entender la tendencia a la
baja del número de turistas.

- El gasto turístico real por visitante experimentó un descenso continuo. Lo que


traducía el deterioro de la competitividad-precio del sector causado por la
inflación. Así, por ejemplo, la estancia en hoteles se redujo por el aumento de la
segunda residencia y la propia baja calidad de la oferta.

El menor número de entradas y el gasto por visitante más reducido (sobre todo esto último)
están relacionados con un cambio en el turismo mundial, definido por el incremento del
número de viajeros, apoyado en los vuelos low cost, con estancias más cortas. Además, el
turismo pasó a ser cada vez más individual y autosuficiente, reflejo del cambio en la dimensión
media del tamaño de la familia y auspiciado por la desintermediación de la contratación
(internet)

En definitiva, los ingresos por turismo tendieron a reducirse en porcentaje del total de los
ingresos en la balanza de servicios, hasta situarse por debajo del 50 por ciento en los años de
2006 y 2007. En cambio, crecieron aquellos otros que son producidos por las exportaciones de
servicios avanzados a las empresas, como servicios informáticos, financieros, culturales o de
asesoría (clientes españoles implantados en el exterior).

La explosión de las remesas de emigrantes

En España, la balanza de transferencia privadas (remesas) sirvió tradicionalmente como fuente


neta de ingresos, pero el superávit fue decreciendo rápidamente desde el inicio del periodo
hasta cambiar de signo en 2004 y perder por tanto, toda función compensatoria del déficit
comercial.

La velocidad de crecimiento de esta corriente de salida de recursos desde España fue grande,
de acuerdo con el muy fuerte aumento de la inmigración. Las estimaciones del Banco de
España sitúan la magnitud de las remesas realizadas en 421 millones de euros en 1996 para
crecer hasta 8.440 de 2007: un ritmo de crecimiento único.

1996: 421 millones 2007: 8.440 millones

Entre los países europeos (España, Italia, Francia y Alemania), a España corresponden las cifras
más elevadas y el crecimiento más intenso, además de su mayor peso en el PIB. En 2007, las
remesas de salida de los países anteriores fueron:

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España 8.440 26,9
Italia 6.050 19,3
Francia 3.440 17,0
Alemania 3.010 9,6
UE 27 31.340 100

El destino de las salidas españolas se fue desplazando desde la UE hacia Latinoamérica y el


Caribe, que alcanzaba un 69 por ciento de los pagos en 2007. Por países: Colombia, Ecuador,
Bolivia, Rumanía y Marruecos. Con todo, tales datos no consideran (no contabilizan) las salidas
por canales informales.

El saldo financiero de la UE

Desde 1987, España fue receptora neta de fondos procedentes de la UE en una elevada
cuantía. En 1996, el saldo de la balanza fiscal con la UE superaba los 6.000 millones/euros, un
1,28% del PIB, y permitía la cobertura del 50 por ciento del déficit comercial. A partir de
entonces, el saldo y la cobertura fueron reduciéndose.

Aport. Ingr. Saldo Saldo % PIB Cobertura


1996 4.510 10.591 6.081 1,28 49,76
2000 6.660 11.150 4.490 0,71 10,70
2007 10.314 12.567 2.253 0,21 2,47

Por ámbitos:
- Las ayudas agrícolas alcanzaron la parte más importante con respecto al total del
gasto comunitario en territorio español.
- También llegaron a niveles muy elevados los recursos de los fondos para el
desarrollo regional (FEDER)
- Algo menos representaron el fondo social europeo (FSE), así como los fondos de
cohesión y los del FEOGA-Orientación destinados al desarrollo rural

En definitiva, España se convirtió en el mayor beneficiario del mundo de la solidaridad de otros


países, habiendo recibido hasta 2006 (desde 1986) una cifra tres veces superior a la que
supuso el Plan Marshall para todos los estados europeos juntos.

Internacionalización

Uno de los elementos más característicos de la globalización fue el gran incremento de la


actividad multinacional, en las esferas productiva y financiera, con la consecuencia de un
enorme volumen de las transacciones de Inversión Directa Extranjera (IDE)

En estos años, España pasó de la posición de receptora neta de inversión a la de emisora.

La integración en la UE supuso un incremento de las transacciones de Inversión Directa


Extranjera (IDE), más las de entrada que las de salida, si bien éstas aumentaron en los inicios
del siglo XXI.

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- En un principio (1986-1996), las entradas de capital provinieron principalmente de
EEUU, Francia y Reino Unido, que llegaron a sumar más del 50 por ciento. Otros
países fueron Alemania, Suiza, Holanda y México.
- Las entradas siguieron aumentando en 1996-2000, para mantener después una
evolución descendente, aunque con un repunte final tanto de entradas como de
salidas. Éstas llegaron a significar nada menos que el 7 por ciento del PIB en los
años de 2006-2007.
- A partir de 1997, el saldo de la IDE emitida y recibida fue de signo positivo, aunque
no se vio acompañado por la elevación de la capacidad tecnológica medida por
gasto en I+D y patentes.
- Las inversiones españolas en el extranjero se repartieron entre los países de la UE-
15 y los de América Central y del Sur, con evoluciones diferenciadas.
o América Central y del Sur. Un lugar preferente de las inversiones españolas
en el exterior con fases de distintos signos.
 Entre 1996 y 1999, aumentaron hasta alcanzar el 40 por ciento de
las salidas hispanas de capital. Entonces España se convirtió en el
segundo país inversor en la región, sólo detrás de USA, tratando
de aprovechas las oportunidades suscitadas por la liberalización y
privatización de sus economías y empresas públicas
 A partir de 2000, este destino empezó a reducirse por la
incertidumbre institucional de varios países (Venezuela, Bolivia, la
propia Argentina)
o La UE-15 siempre tuvo una posición importante de las inversiones
españolas en el extranjero, sobre todo en los inicios (1986-1996) y después
de 2000.
- En uno y otro lugar, las IDE se localizó, en más de dos tercios del total hacia
actividades de servicios, sobre todo sector financiero y las telecomunicaciones
(energía, agua, transportes, telecomunicaciones). En los últimos años, aumentaron
las inversiones que sirven para externalizar una parte del proceso productivo de
industrias agroalimentarias, textil y de la construcción, calzado, etc.

En definitiva, España se internacionaliza (en sus transferencias de capital) durante estos años
(1996-2007), si bien en los anteriores ya se habían producido pasos (avances) considerables.

Un crecimiento a crédito

En los años iniciales del periodo (1996-98), la adopción del euro por parte de España y de otros
once países de la UE supuso un importante salto cualitativo en el proceso de integración
económica y monetaria europea.
- Con la moneda única se eliminaron los riesgos de cambio y los costes de
transacción, al tiempo que se aportaron elementos sólidos para limitar de forma
extraordinaria el grado de segmentación de los mercados en el continente (fuerte
integración)
- Con la moneda única se produjo (paralelamente) un descenso de los tipos de
interés a corto y medio plazo, que impulsó a la economía europea afectada de un
acelerado envejecimiento y amenazada de esclerosis.

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- La moneda única exigía, igualmente, el mantenimiento del rigor fiscal y una
estricta vigilancia sobre los equilibrios básicos de las economías implicadas. En
este punto, cabe señalar que los incentivos y/o los niveles de responsabilidad
fueron diferentes según países, además de que la eurozona carecía de
mecanismos efectivos para disciplinar los comportamientos de los países
miembros.

En definitiva, pese a sus ventajas, la moneda única tenía riesgos, que pasaron a ser cada vez
mayores.

España, en estos años, desarrollo un modelo de crecimiento basado en la construcción y en el


(sector) inmobiliario, sin el respaldo o el apoyo de un sector exterior potente y dinámico, que
fue orillado. Esto es, se potenció una economía escasamente enfrentada a la competencia
exterior y sin algunas exigencias de productividad, toda vez que dependía, sobremanera, de la
demanda interna, favorecida por el descenso de los tipos de interés y la recepción de fondos
comunitarios y , claro, por el alud inmigratorio, que incidió en la demanda pero también en la
oferta (trabajo y costes salariales).

En 2007, los factores del boom empezaron a mostrar su agotamiento: saturación de la


demanda, endurecimiento del mercado financiero por causa de la crisis internacional, retirada
de la inversión especulativa, caída de la inversión extranjera y menor entrada de inmigrantes.
Entonces, la crisis apenas se pudo (podría) evitar.

Una crisis que afectó al modelo (a la construcción), pero que no quedó circunscrita al
inmobiliario. Dicho de otra manera, el orillamiento de la economía productiva exportadora
dejaba ver su debilidad y el limitado avance científico y tecnológico español. Así, la distancia
respecto de la media europea y del resto de las economías avanzadas en cuanto al empleo de
las TICs de grandes efectos sobre la productividad se mantuvo aún de forma importante.

El modelo económico de la construcción y el sector inmobiliario se vio acompañado, sobre


todo entre 2000 y 2007 por un fuerte déficit exterior, generado por el déficit comercial, más el
estancamiento del saldo por turismo, el cambio de signo de las transferencias privadas y del
debilitamiento de las públicas, de manera que dicho déficit exterior alcanzó cotas máximas en
la historia contemporánea española, casi el 10 por ciento del PIB en 2007. Tal situación
impedía la continuidad de las importaciones.

Desde un punto de vista político, el autor se adentra en valorar las actuaciones/decisiones de


los distintos gobiernos, así
- La gestión económica del primer gobierno de Aznar (1996-00) había sido bastante
positiva, al cumplir las exigencias de acceso a la moneda única. Después, no tanto.
- Durante el segundo período, no se abordaron reformas estructurales, se siguió
apostando a un crecimiento inducido por el boom inmobiliario y se optó por
tolerar un excesivo endeudamiento de empresas y familias y, claro, un
amenazador déficit exterior. En el gasto público, se llegó a un despilfarro
esterilizador de recursos (escasos) en infraestructuras “las decisiones en el ámbito
de la creación de infraestructura se identifica por emprender lo innecesario y
superficial y abandonar lo imprescindible”. Un verdadero despropósito.

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- Durante la etapa de Zapatero (2004-2007), el sobredimensionamiento de la
construcción, los errores de la política económica pública y los mencionados
desequilibrios llegaron al paroxismo.

Poco después, la realidad mostró cuán ingenuas e irresponsables eran aquellas presunciones.

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