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NARRATIVA PERSONAL

LA ETICA COMO SINONIMO DE EQUIDAD

PRESENTADO POR:

ANGELA MARÍA TABARES MEDINA

A LA DOCENTE:

ANGELA MARÍA CADAVID

ASIGNATURA:

FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS DE LA INVESTIGACIÓN

UNIVERSIDAD DE MANIZALES

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN INGLES

GRUPO:

SALAMINA

SEMESTRE VI

2017
LA ÉTICA COMO SINÓNIMO DE EQUIDAD
El Carácter Científico y Racional de la Ética y de la equidad
nos han llevado por mucho tiempo a cuestionarnos acerca de
lo que es correcto o no; y como debemos actuar como sujetos
en un mundo en el cual la interacción con el medio y con los
demás es fundamental para desarrollarnos en todos los
aspectos de la vida como seres humanos sociales. Es por
ello que todos los pasos que damos a lo largo de nuestras
vidas desde el momento en que nacemos nos permiten
adquirir conocimientos y experiencias que nos dan la
oportunidad de poder interactuar con la raza, la cultura y el
contexto en el cual nos ha tocado vivir; tomando asi lo mejor
y lo peor de nuestras costumbres, las cuales han hecho que
actuemos de determinada manera en algún momento de
nuestras vidas. Romper paradigmas y abrir nuestros ojos y
nuestras mentes a otras posibilidades es una labor que
requiere de entrenamiento y preparación. Entrenamiento y
preparación que adquirimos con el día a día si asi lo
deseamos.
Por el momento quiero compartir con ustedes un poco de mi
vida y de algunas experiencias que de alguna manera han
sido fundamentales para repensar sobre mi vida los
acontecimientos buenos y malos que decirlo de alguna
manera siempre me permiten reflexionar evaluarme, para
poder hacer mi vida más significativa, para mí y para los
demás. Jamás podemos dejar de lado al otro; porque el otro
hace parte de mí, del nosotros. Todos somos unidad. Lo que
le pasa al otro me afecta a mí y por ende a los demás.
Mi nombre es Angela María Tabares Medina, nacida en
Aguadas
(Caldas) el 22 de Junio, 1979.
Casada con Federmán Franco España.

Tengo tres hijos varones:


Daniel Alejandro Franco Tabares Medina de 18 años.
Juan Camilo Franco Tabares Medina de 13 años.
Y Richard Franco Tabares Medina de 12 años.
Soy la segunda hija entre cuatro hermanos.
Ellos son:
Alexander Tabares Medina, nacido el 13 de Marzo de 1974;
Beatriz Eugenia Tabares
Medina, nacida el 7 de marzo de 1981 en Aguadas (caldas) y
Juan Carlos Tabares
Medina, nacido el 27 de Abril de 1984 en Salamina (Caldas).
Soy hija de María Gladys Medina Docente por más de 25 años y
Gustavo Tabares
Cardona comerciante.
Mi vida como la recuerdo cuando era pequeña siempre ha
transcurrido entre colegios,
libros, niños, adolescentes y jóvenes.
Durante mucho tiempo vivimos en casas alquiladas ya que mi
madre era cabeza de
familia y dependíamos prácticamente de su empleo para poder
vivir. Jamás
Preguntábamos por mi padre ya que mi madre se separó de él,
cuando aún éramos
muy pequeños.
A medida que íbamos creciendo se despertaba en nosotros la
curiosidad de saber ¿por
qué vivíamos sin mi papá?. ¿Qué había pasado? ¿Por qué mi
madre se hizo a una
responsabilidad tan grande de levantar cuatro hijos ella sola?
Mi madre siempre fue una mujer muy trabajadora, hermosa
consciente de lo que implicaba levantar una familia y en
un medio en donde las mujeres solas se veían ante los
ojos de los hombres como desprotegidas, Y como una
amenaza para las demás mujeres que a lo mejor estaban
comprometidas o casadas.
Recuerdo con alegría mi vida durante mi niñez; ya que aunque
fue un poco difícil yo no lo veía como un problema sino como
una oportunidad para aprender y ser más independiente. Me
gustaba sentirme como si yo fuera muy grande y responsable.
Mi madre trabajaba todo el día y siempre nos dejaba los
alimentos preparados, ya que su tiempo no le permitía otra
forma para poder cumplir con sus obligaciones como madre-
padre y empleada de una entidad pública. Cuando mis
hermanos y yo llegábamos al medio dia del colegio,
calentábamos el almuerzo y comíamos mientras mi madre
llegaba; aunque éramos dos mujeres y dos hombres mi madre
nos repartía responsabilidades en la casa, unos días las
mujeres estábamos encargadas del arreglo de la cocina y los
hombres de la casa e intercambiábamos cada semana las
labores domésticas. Los fines de semana eran dedicados a
dormir hasta un poco más tarde de lo que dormíamos en
semana, y al aseo general de nuestro hogar. Mi madre se
dedicaba ese fin de semana a lavar y lavar montañas de ropa
a mano. Recuerdo como si fuera ayer que mientras lavaba la
ropa no paraba de llorar. Sus manos blancas y delicadas
pareciera que lavaran al ritmo de su llanto. A pesar que se
notaba que sufría por algo, guardábamos silencio para no
hacerla sentir peor; ya que pensábamos que era mejor
hacerla reír con nuestras bromas, que ponerla a recordar el
motivo de su llanto.
Un día mientras mi madre dictaba sus clases en el colegio, sufrió
un terrible ataque de migraña. Sus migrañas eran cosas seria;
afectaban su visión, su concentración. Las jaquecas eran tan
fuertes que la obligaban a permanecer en cama por varios
días.
En el momento que sufrió éste episodio migrañoso, acudió a la
rectora de la institución poniéndola al tanto de la situación y
poder determinar que se podía hacer con los estudiantes… a
lo que su superiora le dijo, que debería cumplir con su carga
académica y después podría irse a descansar a casa.
Recuerdo que mi madre regreso a casa ese dia en la tarde
acompañada por una de sus compañeras de trabajo muy
enferma y descompuesta; en el momento que llegó se dirigió
de inmediato a su habitación cerro cortinas, apagó luces se
tomó una pasta y se acostó. Nosotros ya sabíamos que
debíamos permanecer en completo silencio y encargarnos de
preparar la comida, hacer las tareas y organizar los uniformes
para el otro día.
Los días transcurrieron como de costumbre.
Cierto día llegó mi madre a casa con una compañera y la escuche
cuando le contaba a que uno de los maestros había pedido
un permiso porque su esposa estaba de cumpleaños y
necesitaba unas horas para terminar de preparar la
celebración. A lo que la rectora de la institución le dijo; que no
había ningún problema, que les dejara talleres a los grupos en
los cuales tenía clases y delegara el cuidado de los grupos a
uno de los estudiantes del grado once.
En ese momento mi madre rompió en llanto diciendo que no era
justo que por el simple hecho de ser mujer no tuviera los
mismos derechos que los hombres, que no entendía como la
rectora podía darle más importancia a un cumpleaños que a
una enfermedad que en realidad hasta la incapacitaba.
Yo era una niña de 12 años en ese entonces y aunque
escuchaba y podía entender lo que pasaba optaba por
guardar silencio y no meterme en conversaciones entre
adultos. Ya que desde muy pequeños se nos enseñó que
cuando los adultos hablan los niños no pueden escuchar
lo que dicen y mucho menos ir a meter la cucharada.
Cuando uno es pequeño se siente muy impotente al no
poder dar solución a los problemas de su madre, yo
simplemente me dedicaba a observar y a orar para que
todo se solucionara. No solo lo digo por sus migrañas, sino
también por la situación económica ya que para una mujer
no es fácil levantar sola cuatro hijos, y los gastos no se
hacen esperar.
Como venía diciendo nos asaltaban muchas dudas del por
qué no estábamos con mi padre, así que un sábado en el
cual estábamos todos compartiendo una tarde de
descanso y disfrutábamos de un rico chocolate con pan y
mantequilla, mi hermanita la cual era 2 años menor que yo
rompió el hielo e hizo la gran pregunta: ¿mami por qué mi
papa nos dejó? Ella sin ninguna prevención ni complique
nos contó que él se había vuelto muy irresponsable y que
para completar sus adicciones lo llevaban a vender todo lo
que había en la casa, que la situación se había vuelto
insoportable y que por eso ella tomó la decisión de dejarlo
y cambiar de pueblo para poder rehacer su vida y alejarnos
de los malos ejemplos y las peleas constantes que tenían
cada que se encontraba fuera de sí. También nos contó
que nuestros abuelos; los papás de mi papá eran muy
adinerados y que todo lo que los hijos hacían malo ellos lo
arreglaban con plata. El día que mi mamá dejo a mi papá
mis abuelos le propusieron que dejara a dos de nosotros
con ellos para que la crianza de todos fuera más fácil, que
si quería ellos le daban un dinerito para que se acomodara
mientras tanto, pero que pensara a quien o a quienes iba
a dejar. Ella sin dudarlo contesto, que una gallina carga
con todos sus pollitos. Que el dinero no le preocupaba,
porque comida no nos iba a faltar. Fue asi como nos
alejamos de mi padre.
Con el tiempo mi madre volvió a sonreir, salía algunas veces con
sus compañeras y compañeros de trabajo a compartir algunos
momentos de diversión, charlando, bailando y tomando uno
que otro traguito. Fue asi como el amor tocó otra vez a su
puerta y de alguna manera sentimos un alivio porque ya tenía
a alguien que se preocupaba por ella, por su salud y le
colaboraba un poco con los gastos de la casa aunque no vivía
con nosotros. Fueron muchos momentos y episodios en
nuestras vidas los que nos formaron y llevaron a salir adelante
con el amor y la dedicación de mi madre.

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