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autor : Adriana Bocchino

Teoría y crítica literarias: ¿todavía en debate?


El mundo, el texto y el crítico, de Edward W. Said, Buenos Aires, Debate, mayo de 2004. 432 páginas.

El mundo, el texto y el crítico de Edward Said es un libro viejo para nosotros. ¿Viejo? Publicado en 1983, implica la recopilación de ensayos escritos entre 1969 y 1981. Resulta,
entonces, extraña su reciente traducción al castellano. En especial, si se observa que la mayoría de los trabajos están dedicados a trazar la polémica, dentro del marco académico
estadounidense, entre las diversas formas de hacer crítica literaria y las últimas versiones, en ese momento, de las nuevas teorías literarias. Ahora, ya han pasado más de veinticinco
años desde que Said lanzara sus dardos sobre la crítica y las teorías literarias abstractas, vacías y huecas, especialmente en su desplazamiento de Europa a Estados Unidos: el
estructuralismo, la semiótica y la deconstrucción, el lacanismo y, al momento de escribir este libro, el auge desopilante de un obstruso Jacques Derrida. Said ataca y contrataca, con
Antonio Gramsci, Walter Benjamin, Georg Lukács, Erich Auerbach, Raymond Williams y, en menor medida, Michel Foucault, aunque su propuesta es analizada in extenso para
contraponerla a los análisis de Derrida. También ataca desde una forma de hacer crítica literaria, mediante el “ensayo” literario, en capítulos entrelazados con brillantes análisis
sobre problemas teóricos concretos: “El mundo, el texto y el crítico”, “Sobre la repetición”, “Sobre la originalidad”, “Caminos seguidos y no seguidos en la crítica contemporánea”,
“Reflexiones sobre la crítica literaria estadounidense ‘de izquierda’”, “La crítica entre la cultura y el sistema”, “Teoría ambulante”, se ven interrelacionados con los escritores y las
escrituras de Jonathan Swift, Joseph Conrad, Raymond Schwab, Ernst Renan y Louis Massignon, para nombrar sólo a los que dan título a los variados artículos. La referencia a
autores y escrituras occidentales y orientales es constante, viéndose amplificada en una contextualización histórica y política permanente.

Hijo de un americano de origen palestino, de madre palestina, ambos protestantes, Said nació en Jerusalén pero se educó en El Cairo en colegios ingleses para, finalmente, emigrar
a Estados Unidos donde estudió en las universidades de Princeton y Harvard convirtiéndose en profesor de literatura en la universidad de Columbia. Sin duda, esa mezcla de
orígenes, lenguas, etnias, religiones y ciudades, aportó el marco fundamental para las preguntas conflictivas que continuamente rondan el problema de la identidad, propia y ajena,
y también una extraña y vasta enciclopedia que, desde el compromiso político militante por la causa palestina, se valora en el lugar del conflicto interior que se vuelve exterior. Said
escribe sobre, precisamente, los efectos íntimos de una cultura y las formas que los hombres tienen, entre ellos el mismo escritor, de lidiar con ella. Aquí, en este libro,
especialmente en el debate por los usos de las teorías y la crítica de la literatura que hace, hizo, la academia norteamericana.

Said está enojado, furioso podría decirse, con el estado de no compromiso de los intelectuales estadounidenses que han recluido los gestos contestatarios progresistas en el armario
académico junto a un lenguaje hermético y oscurantista. Para ellos, según Said, este gesto y este lenguaje suponen una revolución, desde el punto de vista lingüístico, hacia una
superestructura en la cual nada se puede hacer más que el cumplimiento meticuloso del oficio, la docencia universitaria, punto nodal por cierto pero no suficiente en la red de la
microfísica del Poder. Ello se relacionaría con una producción de críticos y teorías paradójicamente acríticas y ateóricas que se utilizan como hormas ortopédicas y se ratifican en
cada nueva aplicación, volviéndose cada vez más obstinadas con la emergencia de un nuevo discípulo: desaparición del sujeto, estallido del lenguaje, ruptura, deconstrucción, etc.,
componen la terminología a la pàge, en 1983, en el aire, sin arraigo, sin circunstancias. Said se esfuerza, entonces, por resituar cada una de las teorías y mostrar cómo su origen y
evolución están en íntima relación con una historia personal -de los teóricos que las formulan- y con una historia colectiva -los lugares, cruzados por el acontecimiento, en que
surgen. A ello suma una historia del desplazamiento de las teorías que muestra cómo pueden producirse, según tiempo y lugares, reaplicaciones estúpidas - investigaciones vacías
de sentido sólo justificables por la supervivencia académica- o nuevas formulaciones a partir de propuestas teórico-críticas de acuerdo a necesidades sociales verdaderas.

El libro se plantea como “el intento de ir más allá” de las cuatro formas de la crítica tradicional –la reseña de libros, la historia de la literatura, la valoración e interpretación y la
reciente teoría literaria- traducido, las más de las veces, en la persecución de una “conciencia crítica”. Para ello resulta condición ineludible, desde el punto de vista de Said,
describir el estado del campo en el cual se inscribe su intento, para mostrar que la especialización y la división del trabajo intelectual han hecho de la literatura y las humanidades,
en el seno de la cultura donde se producen a la vez que ennoblecen y validan, una cuestión absolutamente marginal a las preocupaciones políticas de esa sociedad. Así, en todo
caso, muestra cómo intelectuales y sociedad se han ido separando hasta convertir el trabajo intelectual en una pura mercancía que, como tal, solo debe complacer al cliente (el
mercado) o perecer. El trabajo intelectual, específicamente la crítica literaria, basado en el principio de “no interferencia” con “el mundo”, se habría vuelto inocuo hasta que, hacia
los ´60 y los ´70, la teoría se propone como síntesis que invalida mezquinos feudos. Sin embargo, y allí radica el nudo sobre el cual recae el ataque de Said, las teorías
estadounidenses y europeas adoptan, por explícito, el postulado de la no intervención mediante la artimaña fabulosa de una nueva construcción: la textualidad, objeto desinfectado y
místico de la teoría literaria, según sus palabras. La textualidad tendría lugar pero en ninguna parte ni época particular, como un producto, obra de nadie, aislada de las
circunstancias, los acontecimientos y las sensaciones físicas que la hicieron posible y la volvieron inteligible.

En este sentido, Said intenta poner las cosas en su lugar: “En mi opinión los textos son mundanos, son hasta cierto punto acontecimientos, e incluso cuando parecen negarlo, son
parte del mundo social, de la vida humana y, por supuesto, de momentos históricos en los que se sitúan y se interpretan”... “Al haber renunciado al mundo por completo a favor de
las aporías y las inimaginables paradojas de un texto, la crítica contemporánea se ha apartado de su público constitutivo, los ciudadanos de la sociedad moderna, que han sido
abandonados en manos de las fuerzas del libre ‘mercado’, las corporaciones multinacionales y las manipulaciones y los apetitos del consumidor”. Los ensayos de este libro
defienden la relación que existe entre los textos y la existencia real de la vida humana, la política, las sociedades y los acontecimientos. “La realidad es del poder y la autoridad –así
como las resistencias que ofrecen los hombres, mujeres y movimientos sociales ante las instituciones, autoridades y ortodoxias- son las realidades que hacen posibles los textos, que
los ponen en mano de sus lectores, que reclaman la atención de los críticos”. Said sostiene que son estas realidades las que debería tener en cuenta la crítica y la “conciencia
crítica”, fundamentalmente, a través de las ideas de “filiación” y “afiliación”.

Esta pareja teórica resulta altamente productiva en el diseño que se va armando a lo largo de su libro puesto que le permite hablar con absoluta libertad de escritores y escrituras,
poniendo de manifiesto sus amigables, o no tanto, contaminaciones, influencias, consecuencias, etc., sin caer en angustias delirantes o exaltaciones sin límite. Al mezclar y jugar
con un término de carácter biológico (filiación) y otro político (afiliación), y sus diferentes pasos y momentos de preeminencia hacia un lado o hacia el otro, de la naturaleza a la
cultura, Said muestra cual es su rejilla de corte, cuáles son los instrumentos de su trabajo y cómo serán puestos en juego en las diversas oportunidades: el modernismo estético y el
mundo del modernismo, el romanticismo, el siglo XVIII, la representación de lo oriental y el nacimiento del orientalismo. “Lo que estoy describiendo es la transición de una idea o
posibilidad de filiación fallida hacia una especie de orden compensatorio que, ya sea un partido político, una institución, una cultura, un conjunto de creencias o incluso una visión
del mundo, proporciona a hombres y mujeres una nueva forma de relación, a la cual he estado denominando afiliación pero que también constituye un nuevo sistema”...“el esquema
filiativo pertenece a los dominios de la naturaleza y de la ‘vida’, mientras que la afiliación pertenece exclusivamente a la cultura y la sociedad”.

En esta línea Said hablará, también, de los efectos de este modelo, al parecer performado por T. S. Eliot, Luckács y Freud, imprimiéndose en la cultura del conocimiento literario en
la academia. Alguno de estos efectos serán la suposición de que el modelo eurocéntrico de las humanidades representa un contenido natural y adecuado para el erudito humanista, o
de que deben hacerse desparecer los rastros de otras relaciones (sociales o políticas) en el seno de las estructuras literarias que no sean las pautadas por las relaciones principales
(textuales). Así observa cómo la “afiliación” se convierte en una forma de representar el proceso de “filiación”. Allí, el lugar del crítico se encuentra frente a dos alternativas:
negociar la legitimidad de la filiación a la afiliación, a través de que las humanidades y la cultura dominante veneren o reconozcan la diferencia, o mostrar cómo la afiliación a
veces reproduce la filiación y otras adopta sus propias formas; con lo cual el mundo político y social queda disponible para el escrutinio crítico. Esto último es lo que hace
específicamente Said respecto del corpus de las teorías: “mi análisis de la reciente teoría literaria en este libro se centra con detalle en estos temas, particularmente en la forma en
que los sistemas críticos –incluso los de la especie más sofisticada- pueden sucumbir ante la relación inherentemente representativa y reproductiva entre una cultura dominante y los
dominios que gobierna”. Así, la propuesta saidiana de la conciencia crítica está en la tensión provocada entre la cultura a la que los críticos están ligados por filiación (nacionalidad,
profesión) y el método adquirido por afiliación (convicción social y política, circunstancias económicas e históricas o esfuerzo voluntario o reflexión deliberada), siempre
contextualizada y esforzándose por alcanzar un “sentido agudo de lo que los valores políticos, sociales y humanos llevan consigo en la lectura, producción y transmisión de todo
texto”. Los temas, y la forma del ensayo que toman estos temas, importan en lo que llama “conciencia crítica”, oponiéndose a la producción de sistemas herméticos.

Cabe ser dicho que cuando Said empezaba a escribir los artículos de este libro, acababa de publicar Beginnings: Intention and Method –donde dejó sentado que todos los trabajos
presuponen la necesidad práctica y teórica de disponer de un punto de partida razonado para el trabajo intelectual - y los continua escribiendo mientras publica Orientalismo (1978),
The Question of Palestine (1979) y Covering Islam (1981). Los ensayos reunidos en El mundo, el Texto y el Crítico se disponen de tres modos interrelacionados: uno, el universo,
mundano y secular, donde se originan los textos y en los que determinados escritores resultan paradigmáticos, sin ser reducidos a una teoría explicativa de los orígenes ni a una
recopilación de generalidades culturales sino prestando especial atención a los procesos de filiación y afiliación; dos, la teoría crítica contemporánea según confronte o ignore temas
planteados para el estudio de los textos; finalmente, el problema de una cultura tratando de dominar, englobar o comprender una cultura menos poderosa. Said querría que su forma
de hacer crítica sea reconocida como “opositora” e “irónica”, puesto que “la crítica debe pensar en sí misma como algo que realza la vida y está constitutivamente opuesta a toda
forma de tiranía, dominación y abuso”... “es propia de ese espacio potencial en el seno de la sociedad civil y actúa en defensa de aquellas acciones e intenciones alternativas cuyo
fomento es una obligación humana e intelectual fundamental”.

Empecé esta reseña diciendo que este libro resulta viejo para nosotros. Ello especialmente a la hora de situarlo, tal como propone Said, en tiempo y lugar de producción y
desplazamiento, más y sobre todo porque se trata de un libro eminentemente polémico. En esta línea, la polémica planteada, hace más de veinticinco años en Estados Unidos,
parece llegar tarde y exceder los marcos de la universidad argentina. Durante todo este tiempo, aquí, hemos estado discutiendo, de alguna manera, lo que Said discute
acaloradamente, sin que, en realidad, hayamos podido definir siquiera un modelo polémico y sí, más bien, una superficial convivencia marcada por el lugar de trabajo: unas aulas en
estado de decadencia, unos pasillos descascarados y saturados de slogans vacíos, unas bibliotecas desmanteladas y la casi segura inaccesibilidad, siquiera, de este libro para ponerlo
en el contexto de la polémica a la que se refiere. En las Facultades de Humanidades o de Filosofía y Letras en Argentina, donde lo importante parece la permanencia que asegure la
supervivencia, la discusión sobre la tarea crítica y teórica como la plantea Said suena pasada de hora: o ya se realizó o no se hará nunca. Cuando se recorren programas y planes de
estudio, y se observan prácticas docentes en las carreras de letras, donde la “textualidad” sigue reinando a contrapelo de la avasallante realidad, se advierte que su polémica, de hace
veinticinco años, no ha llegado a algunos rincones académicos. En este sentido, bienvenida sea la traducción de este libro, aunque sospecho que en el campo descripto, el nuestro, a
lo sumo puede dar lugar a una nueva moda que solicite aplicaciones absurdas haciendo que aparezcan “afiliadas” reflexiones literarias, con tintes orientales, sin que se opere una
verdadera reflexión sobre las “filiaciones” de una literatura en correlación con una teoría y crítica que la ponga en contexto, en cada caso el suyo.

(Actualización diciembre 2005 - enero febrero marzo 2006/ BazarAmericano)

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