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Animadores Liturgicos 1 PDF
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LITÚRGICOS
(1)
Taller de animación litúrgica
Jesús un día propuso una parábola a sus oyentes: les dijo que el reino de
Dios es semejante al grano de mostaza y a la levadura que toma una mujer y la
mete en tres medidas de harina hasta que fermenta todo (Mateo 13, 33).
El equipo de animación litúrgica es como el grano de mostaza y la
levadura escondida que fermenta la masa. Su objetivo principal es conseguir
que la comunidad católica viva intensamente el espíritu litúrgico. Los miembros
del equipo litúrgico son levadura cuando dan testimonio de fe con su vida,
cuando preparan y revisan a conciencia las celebraciones, cuando se capacitan
doctrinal, pastoral y técnicamente y cuando animan las acciones litúrgicas con
su presencia participativa.
Diversas situaciones
El equipo litúrgico de una comunidad está formado por las personas que
se responsabilizan de una forma u otra de los diversos ministerios o funciones
que se realizan en las celebraciones y también de otras, que sin ejercer ninguna
función en las celebraciones, están interesadas de formar parte de grupo.
1. Es deseable y necesario que un ministro ordenado se haga cargo del
equipo litúrgico y sea él el responsable de su organización,
funcionamiento y formación. Su presencia es una garantía de
perseverancia y de unidad de criterios. El ideal es que el presidente de
cada celebración esté presente cuando el grupo se reúne y prepara las
acciones litúrgicas. El presidente de la celebración es quien anima y
coordina los diversos ministerios y funciones en bien de una plena, activa
y fructuosa participación por parte de la asamblea litúrgica.
2. Algunas comunidades gozan del privilegio de la presencia de un diácono.
En este caso, él se puede responsabilizar, como ministro ordenado, del
grupo y ejercer la diafonía, además de las obras sociales o de caridad de
la comunidad, en las celebraciones litúrgicas. El incluso preside la
asamblea en algunos casos.
3. Los ministros instituidos son los que la Iglesia reconoce oficialmente
como lectores y acólitos para ejercer el servicio de la Palabra, del altar y
ser ministros extraordinarios de la comunión.
4. Las personas laicas que en la celebración litúrgica ejercen alguna función
de un forma estable u ocasional. Estas funciones se pueden clasificar de la
siguiente manera:
a. los que están al servicio a la asamblea: los que atienden a la acogida
y orden en la iglesia; el monitor o comentador; el sacristán o las
personas que asumen esta importante tarea,
b. los que están al servicio de la Palabra de Dios: el lector, no
instituido; el salmista; el que formula las intenciones de la oración
de los fieles,
c. los que están al servicio del altar y del ministro ordenado: el acólito
o monaguillo; el maestro de ceremonias; el que está autorizado
para distribuir la Eucaristía,
d. los que están al servicio del canto y de la música: los cantores y la
schola; el director del canto de la asamblea; el organista y restantes
músicos,
e. Los que están al servicio de otras funciones en casos especiales: los
padrinos (bautismo, confirmación); los testigos.
El equipo litúrgico debe permanecer siempre abierto y acogedor a las per-
sonas de la comunidad que desean ejercer una función y sea reconocida su
capacidad para ejercerla, o a las que quieren participar en las reuniones para su
formación sin pretender ejercer ninguna función en las celebraciones. El grupo
nunca puede estar cerrado, en dicho caso su funcionamiento será muy limitado.
Tampoco el grupo debe monopolizar la marcha de la liturgia en la comunidad.
La persona que pertenece al equipo debe estar convencida que ejerce una
función desinteresada en favor de la asamblea litúrgica. Su servicio consiste en
ayudar a comprender, participar y vivir lo mejor posible el misterio que se
celebra en las acciones litúrgicas. Debe tener presente el espíritu de las palabras
de Jesús cuando dijo: “el Hijo de Dios ha venido a servir y no a ser servido”.
El espíritu de servicio lleva consigo la disposición de superar las
dificultades que puedan surgir en el grupo. Se intentará buscar en el diálogo la
verdad y la comprensión. Procurará no imponer a los demás sus criterios
personalistas para no romper el espíritu de comunión.
2. El espíritu de comunión
Todas las acciones de la Iglesia están marcadas por un profundo sentido
de comunión. Si en la liturgia se celebran los misterios que unen, es natural que
entre todos los agentes de animación debe reinar el espíritu de comunión. Este
espíritu se manifiesta cuando se programa y coordina, y cuando se ejercen las
diversas funciones en las celebraciones. Es consolador oír a veces al salir de una
celebración esta frase: “entre vosotros se percibe un verdadero equipo unido y
organizado”. Es un elogio y, a la vez, un testimonio del grupo ante la asamblea
litúrgica.
El espíritu de comunión que debe reinar entre los miembros del grupo se
extenderá también a los otros grupos que trabajan en diversas actividades de la
parroquia o iglesia. El equipo de animación litúrgica no puede permanecer
aislado o considerarse el único. Cada equipo según las circunstancias, debe
intentar buscar los mecanismos para establecer relaciones con todos los grupos
parroquiales.
La duración
Los contrastes
La Unidad
El misterio
La liturgia es la actualización del misterio pascual de Cristo, de la vida y el
amor que el Padre nos comunica. El equipo nunca perderá de vista esta realidad
fundamental cuando prepare la celebración. Es la diana a la que dirigirá todas
las flechas. La tarea del grupo de animación no consiste solamente en lograr
celebraciones correctas en su ejecución, sino en lograr que la asamblea y cada
uno de sus miembros se encuentre con Dios en el misterio de vida nueva de su
Hijo y por medio de la acción del Espíritu Santo. Las situaciones que vive el
pueblo de Dios deben ser actualizadas en la celebración para que sean pene-
tradas por el mismo misterio pascual que transforma la muerte en vida, las
tinieblas en luz, el pecado en gracia.
Sesiones de trabajo
1. Momento de orar
Se recomienda que la sesión comience y concluya con unos momentos de
oración. Los miembros del equipo no sólo preparan y ejercen unas funciones,
sino que forman un grupo de fe y de oración. La oración crea un clima de fe y
vivencia, de silencio y diálogo, de respeto y libertad, de comunión y amistad.
Puede encargarse para cada sesión a un miembro del grupo que prepare una
breve oración de inicio y de conclusión. Las oraciones se inspirarán en los
textos litúrgicos de la celebración que se disponen preparar.
2. Momento de leer los textos litúrgicos
Es aconsejable que en la sesión no se dedique unos minutos a la lectura
compartida de los textos litúrgicos. Cada miembro los habrá leído
anticipadamente habiendo tomado nota de lo que cree oportuno compartir con
los demás compañeros del grupo. De esta forma la sesión de trabajo no se
alarga. Sin embargo, si la mayoría no los han leído, es necesario dedicar un
tiempo a la lectura de los textos litúrgicos del domingo o de la festividad
correspondiente.
3. Momento panorámico
Consiste en presentar panorámicamente los aspectos generales de la
celebración y enmarcarlos en el cuadro del Año litúrgico, o haciendo referencia
a los domingos anteriores o al ambiente sacramental correspondiente. Durante
este momento, el grupo puede dialogar sobre los puntos siguientes:
• descubrir y describir, si existen, algunos aspectos o circunstancias que vive
la comunidad cristiana a nivel existencial, social o religioso;
• enmarcar la celebración dentro del espíritu litúrgico del tiempo
correspondiente del Año litúrgico. Recordar la experiencia de años
anteriores en las mismas circunstancias litúrgicas para una progresiva
comprensión de las distintas facetas de la vida cristiana y evitar la sensación
de rutina;
• relacionar las fiestas de la Virgen María y de los Santos con el misterio
pascual de Cristo, eje y centro de toda celebración;
• si se prepara la celebración de un sacramento procurar encuadrarlo en el
conjunto de los demás sacramentos y relacionarlo con la Eucaristía;
• considerar algunos aspectos que faciliten la comprensión del domingo y de
las fiestas desde la perspectiva histórica-teológica y sin olvidar los actuales;
• recordar las líneas fundamentales del domingo anterior con la posibilidad
de relacionarlo con el presente;
• antes de terminar este momento se establecerán dos o más ideas claves de
la celebración para tener presente en los momentos siguientes;
• éste es también el momento adecuado para introducir, si las circunstancias
lo piden, el estudio de un punto determinado de la liturgia.
4. Momento de preparar los diversos elementos celebrativos
El grupo conoce los textos litúrgicos y ha recorrido el panorama de la
celebración. Ahora conviene preparar los diversos elementos celebrativos; para
ello se tendrá en cuenta lo siguiente:
• se seleccionan los cantos más apropiados para cada momento de la acción
litúrgica. Se escogerán los que reúnen mayor calidad bíblica y litúrgica en la
letra y ofrezcan una calidad musical digna;
• cuando los libros y la normativa litúrgica lo permiten, y hay textos
alternativos, se elegirán los más aptos para la asamblea, como el formulario
del acto penitencial, el prefacio, la plegaria eucarística, etc.;
• resaltar algunos signos, gestos o palabras que merecen una valoración
especial en la celebración que se prepara;
• buscar el lenguaje, expresiones o imágenes que se emplearán en el momento
oportuno;
• en relación a las preces de la oración de los fieles se buscará el formulario
más relacionado con la celebración y con la posibilidad de componer alguna
petición según las circunstancias actuales de la Iglesia, del mundo y de la
comunidad;
• la preparación o redacción de las moniciones que se deben hacer en la
celebración. Estas moniciones tienen como finalidad ayudar a la asamblea a
comprender y vivir mejor algunos elementos celebrativos. Incluso es el
momento oportuno de poder ofrecer al celebrante algunas ideas para la
homilía, si se cree oportuno;
• prestar atención a las celebraciones especiales: niños, jóvenes, otros
sacramentos...;
• concretar algunas formas de ambientación de la iglesia y atrio según los
tiempos y fiestas;
• confeccionar notas si se creen oportunas para favorecer la máxima
participación de la asamblea.