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Alberto Fujimori Fujimori.

El 5 de abril de 1992 el presidente Alberto Fujimori inició una nueva etapa de su gobierno y de la
historia republicana peruana, anunciando el establecimiento de un gobierno de emergencia y
reconstrucción nacional, cuyo fin sería la reforma institucional del país, orientada a lograr una
auténtica democracia; ello implicaría necesariamente la reforma constitucional. El gobierno asumió
la totalidad del poder, disolviendo el Congreso e interviniendo el Poder Judicial, el Ministerio
Público, la Contraloría, el Tribunal de Garantías Constitucionales y los gobiernos regionales.
El “autogolpe” de Fujimori contó la aprobación mayoritaria de la población peruana, según
encuestas publicadas con extraordinaria rapidez. Ello se comprende por el descrédito en que
habían caído los partidos políticos y sus representantes en el parlamento, vistos como un lastre
para el desarrollo y la pacificación del país, acosado entonces por el terrorismo de extrema
izquierda. Al margen de la propia conducta de la clase política, hay que destacar que esa campaña
de desprestigio hacia la “partidocracia” fue fomentada y estimulada desde muy temprano por el
mismo gobierno.
En el plano interno el régimen fujimorista contó pues, con “legitimidad social”. Las dificultades
vinieron del exterior. En el contexto mundial, el fin de la guerra fría había traído una ola de
democratización en Europa y en Sudáfrica, que se expandió al resto de África y a Asia; en América
su efecto jurídico más importante fue la resolución 1080 de la OEA aprobada en 1991 en una
reunión realizada en Santiago de Chile. Dicha resolución estableció que si se rompía la
institucionalidad democrática en un país miembro de la OEA debía celebrarse obligatoriamente una
“Reunión de Consulta” de cancilleres para adoptar las medidas contempladas en la carta.
Los embajadores representantes reunidos en Washington D.C., sede de la OEA, “deploraron” el
autogolpe peruano e instaron al presidente Fujimori a que buscara una fórmula para el retorno de
la democracia. En la reunión de cancilleres, el ministro peruano Augusto Blacker Miller justificó el
autogolpe a partir del riesgo que significaba para el Perú la subversión terrorista. Este argumento
no convenció a los representantes de los países más importantes de América. Se aprobó una
resolución en la cual se exigía al gobierno peruano dialogar con la oposición democrática y
encontrar una senda para tornar a la democracia; caso contrario, en la siguiente reunión de
cancilleres se procedería a adoptar sanciones contra el Perú.
En mayo de 1992, Alberto Fujimori asistió a la XXII Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos en Nassau, Bahamas; en la cumbre se comprometió a restablecer los derechos
constitucionales en el país, así como a convocar a un Congreso Constituyente Democrático para
garantizar el equilibrio de poderes y la efectiva participación ciudadana en la elaboración, a través
de representantes elegidos, de un nuevo contrato social-
Convocatoria al CCD[editar]
Fujimori convocó a un Congreso Constituyente Democrático (CCD); pero el gobierno complicó de
tal modo el diálogo con los partidos políticos que logró su
propósito de dividirlos: unos aceptaron ir al CCD (como
el PPC) y otros rechazaron esta alternativa (como el Partido
Aprista Peruano). Por su parte, el gobierno estuvo
representado por la alianza oficialista formada por Cambio
90 y el recién fundado partido Nueva Mayoría (C90-NM)
Elecciones del CCD[editar]
Las elecciones de los 80 representantes del Congreso
Constituyente Democrático o congresistas se realizaron el
día 22 de noviembre de 1992. La alianza oficialista resultó
triunfadora, obteniendo una cómoda mayoría en el
Congreso al beneficiarse del alto índice de votos blancos y
viciados. Estos fueron los resultados que obtuvieron las
principales fuerzas políticas en competencia:

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