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El narrador, Nick Carraway, arranca el libro dándonos un consejo que le dio su

padre en cuanto a no criticar a los demás. (Pero… pero… ¿qué hay de los que
mienten, de los posibles asesinos sociópatas?). Y llegó la hora de conocer al
elenco de personajes: la prima segunda de Nick, Daisy Buchanan; su robusto y
agresivo esposo, Tom Buchanan y Jordan Baker. Jordan es mujer, y enseguida
se vuelve el objeto de interés romántico del narrador… Probablemente porque
es la única muchachita del grupo que no es su pariente.
Los Buchanan viven en la moderna East Egg (dicho sea de paso, estamos
hablando de Long Island, Nueva York, en la década de los 20), mientras que
Nick vive en la zona de West Egg, que es menos elite pero tampoco está
venida abajo, ubicada del otro lado de la bahía. Enseguida, el lector (y Nick) se
verá atrapado por un tal Jay Gatsby, un tipo adinerado y misterioso que vive en
una mansión enorme al lado de Nick y pasa gran parte de las tardes parado en
su jardín mirando hacia una luz verde, igual de misteriosa que él, del otro lado
de la bahía. ¡Bueeeeeeno!
Tom lleva a Nick a la ciudad para mostrarle a su amante, una mujer de nombre
Myrtle Wilson que, por supuesto, es casada. Su esposo, George, es un hombre
pasivo de clase más bien baja que tiene un taller mecánico y desconoce por
completo las actividades extramatrimoniales de su mujer. A Nick, que conserva
nobles valores tradicionales de su crianza en el "Oeste Medio" de Estados
Unidos, no le impresionan demasiado las andanzas amorosas de Don Tom.
Volviendo a West Egg, el tal Gatsby ha estado haciendo unas fiestotas
padrísimas, a las que todo el mundo está invitado a ir para emborracharse
hasta más no poder y especular sobre la forma en la que Gatsby llegó a
acumular tal fortuna. Nick conoce al hombre misterioso en una de sus
gigantescas veladas de sábado por la noche, y de a poco se hace amigo de él.
Además empieza a juntarse con Jordan, quien con su cínico pragmatismo
resulta ser adorable.
Para seguir con la historia, Gatsby le presenta a Nick a su "socio", Meyer
Wolfsheim. Mmm… Parece que aquí hay gato encerrado. Luego, Gatsby le
revela a Nick (a través de Jordan, como si fueran amiguitos de secundaria que
se cuentan chismes por medio de un intermediario) que Daisy y él habían
tenido un amorío antes de que Gatsby se fuera a la guerra y ella se casara con
Tom tras un serio episodio de dudas existenciales sobre el gran paso en el que
hubo whisky y una bañera. Gatsby quiere recuperar a Daisy, así que recluta a
Nick para que le ayude a tramar un reencuentro "casual".
Nick lleva a cabo el plan: Gatsby y Daisy se reencuentran y se vuelven
amantes. Todo va de mil maravillas hasta que Tom conoce a Gatsby, quien no
le cae para nada bien, y empieza a investigar sus negocios. Mientras tanto,
Nick se entera de todo: Gatsby fue criado en una familia pobre y sin educación,
hasta que un buen día conoció a un hombre mayor y rico llamado Dan Cody,
que lo tomó por compañero y le enseñó a comportarse como si fuera rico. Pero
Dan no fue el que le dejó la plata.
La escena clave tiene lugar en la ciudad, cuando Tom y Gatsby se agarran y se
ponen a discutir sobre quién se quedará con Daisy. En síntesis, se devela que
Don Gatsby es contrabandista de alcohol y Daisy no puede dejar a su marido.
Todos se vuelven a sus casas en coche, seguramente de muy malhumor, hasta
que el auto de Gatsby (en el que van él y Daisy) atropella y mata a Myrtle, la
amante de Tom. Gatsby le dice a Nick que la que manejaba era Daisy, pero
que él asumirá la culpa del accidente. Mientras tanto, Tom echa a Gatsby a los
lobos (o al menos al esposo de Myrtle, que está fuera de sí): le dice a George
dónde encontrarlo. Pum, pum… Y George Wilson y Gatsby terminan muertos.
Daisy y Tom se van, sin hacerse cargo del lío que armaron. Nick, que a estas
alturas está podrido de toda esta gente, termina con Jordan de una forma que
es casi como cortar por mensajito de texto. Organiza el funeral de Gatsby, al
que asisten apenas unos pocos, aunque sí aparece el padre del difunto con
algo más de información acerca de su pasado. Parado en el jardín de Gatsby
mirando hacia la luz verde (que dicho sea de paso, resultó ser una luz que
estaba en frente de la casa de Daisy, del otro lado de la bahía), Nick llega a la
conclusión de que la nostalgia siempre nos obliga a volver al pasado.

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