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UN VIRREY HEREJE Y UN CAMPANERO BELLACO (Crémica de la época del dectmoséptima virrey del Perd) I Azoies por wn repique Ex TempLo y el convento de los padres agustinos estuvieron primitivamen- te (1591) establecidos en el sitio que ahora es iglesia partoguial de San. Marcelo, hasta que en 1573 se efectué la traslaciGn a la vaste drea que hoy ccupan, no sin gran litigio y cantroversia de dominicas y mercedarios, {gue se oponian al establecimiento de otras crdenes mondsticas. En breve los agustinianos, por le austeridad de sus costumbres y por su ilustracién y ciencia, se conquistaron una especie de supremaca sobre Las emas religiones. Adguicieron muy valiosas propiedades, asf misticas como urbanas, y tal fue el manejo y acrecentamnienta de sus rentas, que, durante mis de un siglo, prdieron distribuir anualmente, por Semana Santa, cinco mil pesos en limosnas. Los tedlogos més eminentes y tos mis distinguidos predicadores perteneefan a esta comunidad, y de los clsustros de San Tide- fonso, colegio que ellos fundaron en 1606 para la edacaciéa de sus novicios salieron hombres verdaceramente ilustres. Por los afios de 1636 un limerio Ilsmado Jorge Escoiquiz, mocetén de sine wbailes, 6 vests of Tebitus pero Lone munifestase més disor sicién para la truhaneria que para el estudio, los padtes, que no queria tener en sv noviciado gente molondra y holgezana, trataron de expulsarlo. ‘Mas ef pobrere encontcd valedor en uno de Jos cartcterizados conventuales, y los religiosos convinieron caritativamente en conservaslo y darle el eleva do cargo de campanero. Los campanetos de Jos conventos ricos tenfan por subaltetnos dos mu- chachos esclavos, que vestian el habito de donados. El empleo no era, pues, tan despreciable, cuando el gue lo ejercia, aparte de seis pesos de sueldo, casa, relectorio y manos sucias, tenia bajo su dependencia gente a quien smandar. ‘67 En tismpo del vitrey conde de Chinchén exedse por ef Cabildo de Li- ma el empleo de campanero de la queda, destino que se abolié medio siglo después. El campanieto de la queds era la categoria de! gremio, y no tenia ms obligacién que le de hacer tocar a les nveve de la noche campanadas ea la torre de la Catedral, Era cargo honorifico y muy pretendido, y dis frutaba el sueldo de un peso diatio. ‘Tampoco era destino para dormir 2 pietna suclta, pues si hubo y hay en Lima oficio asenderexdo y que reclame actividad, ‘es cl de campancro; mucho mis en los tiempos coloniales, en que abundaban las fiestas religio: sas y se echaban al vuelo las campanas por tres dias, lo menos, siempre due egaba el cajén de Espafe con la plausible noticia de que al infantico real le habla salido la thtima muela o Hbrado con bien del sarampién y la alforbeill Que 70 era el de campanero oficio exento de riesgo, nos lo dice bien claro la crucecita de madera que hoy mismo puede contemplar el lector li meio inctustada en la pared de la plazuela de San Agustin, Fue el caso que, a fines del siglo pasado, cogido un campanezo por las aspas de la Ménica ‘© campana volieadora, vol6 por el espacio sin necesidad de alas, y no pard hasta estrellatse en la pared fronteriza de 'a worse. Hasta mediacos del siglo XVIT no se conocian en Lima més carrusies ‘que las carrozas del virrey y del arzobispado, y cuatro o seis calesas perte- recientes a oidores o titulos de Castilla. Felipe II, por res! cédula de 24 de noviembre de 1577, dispuso que en América no se febricasen carruajes ai se trajeran de Espaita, dando motivo para prohibir el uso de tales vehicalos que, siendo escaso el mimero de caballos, étos no debfan em- plearse sino en servicio militer. Las penas sefialadas paca los contraventores fran riguroses, Esta real cédula, que no fue derogada por Felipe LI, empe- +6 a desobedecerse en 1610. Poco a poco fue cundiendo el lujo de hacerse arrastrar, y sabido es que ya en los tiempos de Amat pasaban de mil los ‘vehiculos que el dia de Is Porcitincula lucian en ia alameda de los Descalzos, Los campaneros y sus ayudantes, que vivian de perenne atalaya en las torres, tenfan orden de repicar siempre que por Ia plamuela de sus conven- tos pasasen el vicrey 0 el arzobispo, préctica que se conservé hasta los tiempos del marqués de Cestel-dos-Rius, Parece que el virrey conde de Alba de Liste, que, como veri el lector fs adelanze, sus motivos tenfa para andar escamado con Ia gente de igle- sia salié un domingo en coche y con escolta a pagar visitas. El ruido de un carraaje era en esos tiempos acontecimento tal, que las familias, confun- diéndolo con el que precede a Jos zemblores, se lanzaban presurosas ala puerea de ia calle. Hubo el coche de pasar por la plazuela de San Agustin; pero el cam- panero y sus adléteres se hallatian probablemente de regodeo y lejos del nido, pues no se movis badajo en la torre. Chocdle esta desatencidn a su cexcelencia, y hablando de ella en su certulis nocturns, tuvo la ligereza de calpar al ptior de los agustinos. Stépole éte, y fue al dia siguiente a Palacio 68 a satisfacer al virvey, de quien eta smigo personal; y averiguada bien Ia cosa, el campancro, por no confesar que no habia estade en su puesto, dijo ‘que aunque vio pasar el carrusje, no ctey6 obligatorio el repique, pues los bbronces benditos 0 debfan alegrarse por I presencia de un virrey hereje. asa Jorge no era éste el caso del obispo don Carlos Marcelo Corni, que cuando en 1621, después de consagrarse en Lima, llegé a Trujillo, lo- gat de su nacimiento, y cuya didcesis iba a regir, exclamd: «Las campanas gue repican més alegremente lo hacen porgue son de mi familia, como que Tas fundié mi padre nada menos». Y as{ era la verdad, ‘La fakea, que pudo tracr grave desacuerdo entre el representante del monerca y ln comunidad, fue calificada por el definizorio como digna de severo castigo, sin que valiese Is diseulpa al campanero, pues no era un pajarraco de torte ef Hamado a calificar la conducta del virrey en sus guerellas con fa Inquisicién Y cada padre, armado de disciplina, descargé un ramalazo penitencial sobre las desnudas espaldas de Jorge Escoiguiz. u Fl virvey hereje El excelentisimo seiior don Luis Henriquez de Guzmén, conde de Alba de Liste y de Villaflor y descendiente de ta casa real de Aragén, fue el primer grande de Espaia que vino al Pers con el titulo de virrey, en febrero de 1655, después de haber servido igual cargo en México, Era tio det conde de Salvatierra, a quien relevé en el mando de! Peri, Por Guzmda, sus at mas eran escudo flanqueado, jefe y punta de azur y una caldera de oto, j ‘quelada de gules, con siete cabezas de siexpe, flancos de plata y cinco armi- niios de sable en’ sautor. Magistrado de buenas dotes administrativas y hombre de ideas algo avanzades para su época, su gobiemo €s notable en la Historia Gnicemente por un cimulo de desdichas. Los seis afios de su administracién fueron seis ‘on de Idgrimas, Into y rovobea publica El galedn que bajo las drdenes del macqués de Villarrubia condacia a Espatia cerca de seis millones en oro y plata y sefscientos pasajeros, desapa- reci6 en un naufragio en los arrecifes de Chanduy, salvindose tinicamente cuarenta y cinco personas, Rara fue Ia familia de Lima gue no perdi6 allt alin deudo. Una empresa particular consiguid sacat del fondo det mat cet- ca de trescientos mil pesos, dando le tetcera parte a la Corona, Un allo después, en 1656, el marqués de Baides, que acababa de ser gobernador de Chile, se trasladaba a Eoropa con tres buques cargados de rigquezas, y vencido en combate naval cerca de Cédiz por les corsarios in sleses, prefirié a rendisse pegar fuego a Ja santabisbera de su nave. 6 Y, por fin, la escuadilla de don Pablo Contreras, que en 1652 zarpé de Cédiz conduciendo mezeanciss para el Per, fue deshecha en un tempo ral, perdiéndose sieve buques Peto, para Lima, la mayor de las desventuras fue el terremoto del 13 de noviembre de 1655. Publicaciones de esa épaca deseriben minucioss- mente Sus estragos, las procesiones de penitencia y ol arrepentimienta de grandes pecadotes; y a tal punto se aterzorizaron las conciencias, que se vio el prodigio de que muchos picaros devolvieran a sus legitimos duetios for- tuas usarpadas EL 15 de marzo de 1657 otro cemblor cuya duracién. pas de un cuarto ee hota causé en Chile inmensa congoia; y iiltimamente, la tremenda erup ign del Pichincha, en octubre de 1660, son sucesos que bastan a demos- tar que este virrey vino con aciaga estrella Para actecentar el terror de los espiritos, aparesié en 1660 el famoso comets observado por el sabio limerio don Francisco Luis Lozano, qite foe el primer cosmégrafo mayor que tuvo el Pers. Y para que nada faltase 2 este sombrio cuadro, la guerra civil vino a ensefforearse de una parte del tertitorio. El indio Pedro Bohorques, sca indose del presidio de Valdivia, alz6 bandera, proclaméndose descendiente de los Treas, y hackéndose coronar, se puso a la cabeza de un cjército. Ven: ido y prisionero, fue conducido « Lima, donde lo esperaba el patibuilo. Jamaica, que hasta entonces haba sido colonia espatiola, fue tomada por los ingleses y se convirtié en foco de fiibusterismo, que durante siglo y medio tuvo en constante alarma a estos pafses, El vimey conde de Alba de Liste no fue querido en Lima, por la des ppreocupacién de sus ideas religiosas, creyendo el pueblo, en su candozoso fanatismo, que era €l quien atrafa sobre el Peri Jas itas del cielo. Y aunque contribuy a que la Universidad de Lima, bajo el rectorado del ilustre Ra- mid Pinelo, celebrase con gran pompe el breve de Alejandro VIE sobre la Purfsima Concepcién de Maria, no por eso le retiraron el apodo de virrey her reje que un egtegio jesuita, cl padse Alloza, habia contribuide a generalizars pues bebiendo asistido su excelencia a une fiesta en Ia iglesia de San Pedro, aguel predicador lo sermoned de lo lindo porque no atendia a la palabra divina, distraido en conversacién con uno de los oidores. EL arzobispo Villagsmer se present6 un afio con quitasal en Ja proce- sién del Corpus, y como el virrey lo reprendiese, se reviré de I fiesta. El ‘monarca los dejé iguales, resolviendo que ni vireey ni arzobispo usasen guitasol Opiisose el de Albs de Liste a que se consagrase fray Cipriano Medina, por no estar muy en regla las bulas que lo instituian obispo de Guamange. Pero el atzobispo se ditigid a medianoche 2! noviciado de San Francisco, y alli consagr6 a Medina. 70 Habiendo puesto presos los alcaldes de corte a los esetibanos de la cutta por desacato, el arzobispo excomulgs a aguéllos. El virrey, apoyado por Ja Audiercia, obligé a sus ilustrisima a levantar la excomunisn, Sobre provisiGn de beneficias eclesidsticos, tavo el de Alba de Liste in- finizas cuestiones con el arzabispo, cuestiones que contribuyeron para que

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