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Capítulo 3

Un país con hambre de


revolución
En este capítulo hablaré de la importancia y el impacto que tuvo la revolución
mexicana para el muralismo mexicano, éste marcó un cambio profundo en la vida
de una sociedad que buscaba y necesitaba una transformación en todas sus
estructuras. El movimiento armado, a pesar del alto costo que tuvo para la
población y para el país en su conjunto.

Durante el proceso revolucionario, donde pasaron varias conmociones


sociales que produjeron alteraciones definitivas en la vida de las comunidades
humanas, y también materiales, generalmente dolorosas, que sin embargo,
propician cambios y aperturas en el pensamiento, las que a su vez generan
modificaciones profundas en las estructuras sociales.
3.1 Arte que refleja la realidad

El muralismo, la más importante herencia artística de la Revolución Mexicana, se


distinguió por estar relacionado muy estrechamente con las ideas políticas y
sociales de sus autores, naciendo una unión sin precedente entre el arte y la
política. Es una pintura de denuncia con una enorme carga ideológica socialista,
ya que los temas que trata son de índole revolucionaria, exaltando la lucha de
clases y denunciando la opresión, por lo que es una pintura que se caracteriza por
su alto contenido social y por describir el surgimiento de una nueva ideología y de
una identidad nacional cuyo origen encontramos en el movimiento revolucionario
de 1910, en sus ideales, sus luchas y sus tragedias, en sus exigencias, sus logros
y sus conquistas.

Si bien en México ya existía la pintura mural desde tiempos remotos, el


muralismo como tal inició en 1921, al término de la Revolución Mexicana y durante
el gobierno de Álvaro Obregón, y culminó en 1955, cuando perdió fuerza como
movimiento artístico articulado que cumplía una función política y social específica.

Desde su nacimiento, el muralismo mexicano se caracterizó por tres valores


fundamentales: lo nacional, lo popular y lo revolucionario, y en la conjunción de
esos tres valores el movimiento logró una fructífera cohesión.

México experimentó una enorme transformación, de una sociedad


revolucionaria, nacionalista, semianalfabeta y en su mayoría rural, a un país
desarrollado, moderno y en gran medida industrializado. La manera en que los
murales de estos tres pintores reflejaron la realidad cambiante de México y de su
población, y la manera en que el pueblo percibió estas obras a lo largo de estas
décadas de cambio, nos lleva a reflexionar sobre la función que el arte puede
llegar a tener dentro de una sociedad, que en el caso del muralismo, deja de ser
meramente estético para cumplir una función social, en la que se denuncia la
opresión a la que estuvo sometido el pueblo y se alaban los logros de una
revolución que le permiten liberarse de ella.
Además de ser un movimiento que glorificaba los logros de la revolución, el
muralismo tuvo también una connotación indigenista, ya que buscó la
rehabilitación del indígena como factor importante para el nacimiento del México
moderno, lo que llevó a sus autores a pretender revisar la historia nacional desde
una nueva perspectiva.

Todos los artistas que participaron en él coincidían en la necesidad de


socializar el arte, rechazando la pintura tradicional procedente de los círculos
intelectuales y proponiendo la producción de obras monumentales para el pueblo,
en las que quedara retratada la realidad mexicana, los valores y costumbres de su
gente, sus luchas sociales, su búsqueda de libertad y justicia, y otros aspectos de
nuestra historia.

Otro aspecto del muralismo es que retomó la nueva ideología marxista que
surgió a partir de la Revolución Rusa de 1917, con su lucha de clases que
colocaba a los obreros y al proletariado como los nuevos protagonistas del
progreso de la humanidad, y a los capitalistas, a la burguesía y a la clase
dominante como los grandes males de la sociedad.

El muralismo no fue una manifestación artística acogida con gran


entusiasmo por toda la sociedad. Para muchos fue un escándalo que en los
emblemáticos y venerables edificios virreinales quedara plasmada una ideología
revolucionaria salpicada de ideas socialistas, pero los tiempos habían cambiado.

Los artistas tenían absoluta libertad para elegir los temas, pero la idea era
mostrar el mundo nuevo que surgía de las ruinas y de la destrucción que había
seguido a la revolución, así como plasmar el papel vital del indígena en nuestra
historia, revelando, asimismo, la importancia de la nueva ideología marxista que
nacía con la revolución de 1917. Estos temas fueron abordados de manera muy
particular por cada artista: de forma idealista y utópica por Rivera, más crítica y
pesimista por Orozco, y de manera más profunda y radical en Siqueiros.
De lo que no debía quedar duda era que el muralismo era un arte
comprometido y solidario con la realidad social de los individuos, lo que se le
criticaba era que mostraba una visión maniquea y simplista de la historia.

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