Si bien es cierto el racismo comienza fundado en la sociedad étnica, que hoy en
día se torna como racismo científico, si bien es cierto se da por la desaparición
de los grupos étnicos y en ello emergían las diferencias de clase social. Todo eso se basaba en el problema de que la raza indígena era sinónimo de inferioridad, para ello se dio origen de inmigración por parte de los chinos con el objetivo de sustituir a los esclavos de las haciendas de la costa, pero sin embargo los chinos también fueron visto por las elites como una raza degradada, por ende, el nuevo racismo dio su propagación en el momento de la masiva inmigración de asiáticos al país.
Este racismo presenta dos manifestaciones: una originaria y otra, de sumisión.
La primera se manifiesta como discriminación y desprecio impulsados y
practicados por gentes de raza blanca y otras con acusados rasgos faciales correspondientes a esta raza contra los indios, negros y mestizos. (Por mestizos se comprende al grupo humano resultante de las uniones de blancos, indios, negros, asiáticos y su descendencia.) Es el racismo que va de arriba hacia abajo, impuesto activamente por la diminuta cúspide blanca, poseedora del mayor poder económico de la sociedad, a través de sus maneras de pensar, actitudes personales y medios de comunicación social animados por modelos blancos. Este racismo es asumido por los mestizos de caracteres blancos (blancoides o blancones) contra otros mestizos menos claros que ellos, y obviamente también contra los indios y los negros. Cuanto más se asemeje el rostro de un blancoide al de los blancos su valoración personal será mayor y su desdén por las personas con rostros de rasgos indios o negros más acentuado. A raíz de esta discriminación, para muchos mestizos raciales o culturales la unión matrimonial o convivencial con una persona de caracteres más blancos que los suyos constituye un avance en su promoción social. Ciertas mujeres con rasgos blancos aceptan esas asociaciones, intuyendo que podrían ofrecerles la seguridad y la posición económica más elevada de su pretendiente. Los hijos comunes irán luego a colegios particulares con un alumnado preferentemente blanco o blancoide, y, si acceden a la educación superior y disponen de los recursos suficientes para el pago de las pensiones, continuarán en ciertas universidades privadas creadas para recibir a esos grupos racialmente claros y convertirlos en cuadros de los aparatos empresarial y estatal.