El desafío para el Perú, en este año 2016 y con vision a futuro y rumbo al
bicentenario, es cambiar los determinantes del crecimiento económico. En
lugar de ser sólo un país primario exportador debemos aspirar a ser también un país industrial, pero para ello necesitamos capacidades humanas dedicadas a la ciencia y la tecnología e instituciones capaces de tomar el reto.
La discusión sobre el desarrollo en el Perú se ha reducido a cómo hacemos
para atraer al capital extranjero para que invierta en minería, servicios o energía. No hay iniciativas que propongan como factor de crecimiento el invertir en nueva industria: robotizada, con impresoras digitales, informatizada, aprovechando las potencialidades que tiene el Perú para la creación de nuevos materiales en base a la riqueza natural –mineral y vegetal- que tenemos. No se trata de hacer ciencia básica, pues ni al estado ni al sector privado se les ocurriría tamaña audacia, además las universidades públicas son incapaces de gastar en investigación los más de dos mil millones de soles que les ha dado el canon. Se trata de innovar y adaptar la tecnología ya existente –generada en otros países- a necesidades peruanas y, de pronto por ahí, aparecer con alguna innovación original. Hay que convencerse de que podríamos hacer de las capacidades humanas, mal llamadas capital humano, el principal factor de desarrollo del Perú. Esto significaría que podríamos pensar en incorporarnos a la revolución industrial nacional, con un estado promotor y aval de inversiones nacionales e internacionales, con una producción que incorpore el soporte digital, la robótica, la informática, que trabaje con nuevos materiales, que genere cooperación inter-industrial, que cree nuevos productos, todo en escalas flexibles. Necesitamos tecnologías que puedan implementarse con pequeñas, medianas y grandes inversiones. Es decir, al alcance de empresarios de todo tamaño. Aunque parezca mentira, la revolución industrial está al alcance del Perú, sólo se trata de ver quien o quienes se atreven a promover la innovación aplicada a los negocios. Capacitacion, organizacion y promocion, son la clave de inicio de este nuevo sistema economico que moverá la economia rumbo a un pais desarrollado en un plazo de 10 años. Estamos seguros que esto es posible con el grupo de universidades que hacen investigación, que ya aparecen en los rankings y que tienen capacidades humanas, a mi modo ver desperdiciadas. Lo que está faltando es una política y liderazgo. De pronto la solución es crear un Ministerio de Educación Superior, Ciencia e Innovación que lidere e impulse esta revolución en el Perú. Calificar las facultades de las universidades privadas, a fin de que se impulse la de ingenieria, ciencias y tecnologia a nivel de todo el Peru. Es hora de que las comunidades andinas y selvativas, dejen de ser los convidados de piedra en el estado y puedan ser actores de mejorar su propio destino de la mano con sus autoridades. Seguir el ejemplo de los paises asiaticos, donde el niño nace en un ambiente tecnologico y la educacion los prepara para ser cientificos y tecnologos.
El dia que algun presidente de la republica apueste por el desarrollo
industrial en el Pais, será el momento de la era tecnologica, de la ciencia y de superar la extrema pobreza de un pais rico en recursos naturales.