Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
5 PDF
5 PDF
4ta. Edición
González Pecotche, Carlos Bernardo
El Señor de Sándara. - 4a ed. - Buenos Aires:
Fund. Logosófica, 2009.
512 p.; 22,5x15,5 cm.
ISBN 978-987-24055-7-1
1. Logosofía. I. Título
CDD 128
ISBN 978-987-24055-7-1
Impreso en Argentina
www.editoriallogosofica.com.ar
(1) En Portugués
(2) En Inglés
(3) En Francés
(4) En Italiano
(5) En Catalán
(6) En Esperanto
(7) En Hebreo
www.logosofia.org
El Señor de Sándara
EXORDIO
34
El Señor de Sándara
56
El Señor de Sándara
57
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
60
El Señor de Sándara
61
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
64
El Señor de Sándara
65
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
66
El Señor de Sándara
67
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
70
El Señor de Sándara
72
El Señor de Sándara
«Querido Claudio:
»Confío en que hayas tenido un viaje feliz y te encuen-
tres bien. Aún conservo viva la emoción del reciente suce-
112
El Señor de Sándara
139
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
148
El Señor de Sándara
149
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
158
El Señor de Sándara
ted que por ahora podría serle más sencillo y más cómodo
dedicar su tiempo a la lectura?
Sin captar, probablemente, el sentido de tales pala-
bras, insinuó Marcos:
—No obstante, el goce estético, la emoción, el sabor
de la fuerza creadora, las sensaciones que resultan de las
felices combinaciones del lenguaje no se experimentan del
mismo modo leyendo que escribiendo.
—Se diría —dijo de Sándara, mirando con simpatía
a los dos jóvenes— que en ambos existe una predispo-
sición al cultivo de las letras. Es ésa una aspiración muy
loable, por cierto; mas debo advertirles que la eficiencia en
su cultivo depende por entero del cultivo del espíritu, por
ser él, justamente, quien da la tónica feliz a las produccio-
nes del ingenio. Con esto he querido significarles que no
basta obedecer a un deseo; es mejor, muchísimo mejor,
capacitarse en el ejercicio de las potencias creadoras del
espíritu, para poder alcanzar así la meta definida por nues-
tros anhelos.
Transcurridos unos instantes, intervino Salvador.
—Perdone usted, señor de Sándara —manifestó—,
pero me gustaría aclarar un punto. Según lo que nos ha
venido expresando, parecería ser que las obras de ficción,
aun las creadas por célebres autores, carecerían de valor o
no estarían substanciadas por un sentido verdaderamente
elevado.
—A fe mía que no he querido significar tal cosa
—apresuróse a enmendar de Sándara—. ¿Cómo habría
de negar el valioso aporte de aquellos autores cuya pro-
ducción alcanzó preponderante influencia en las letras? Es
crecido el número de los que han sabido trazar con ge-
nial maestría rasgos, modalidades, virtudes o pasiones de
sus personajes; de los que han descrito con tal fidelidad el
medio, los tipos, las costumbres, los acontecimientos que
186
El Señor de Sándara
202
El Señor de Sándara
210
El Señor de Sándara
211
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
que tras los lazos del himeneo existe una vasta y riquísima
zona de la vida humana totalmente inexplorada. No corren
esos seres peligro de que el poema de Milton les quite el
sueño; a cambio del “paraíso perdido” conforman sus vi-
das a las urgencias del reclamo doméstico».
Un silencio expectante llenaba sus breves pausas.
—Es común —continuó— que se confíe al azar lo
que escapa al dominio de las previsiones; de ahí que no
demore el hombre en ver al espectro de la infelicidad
rondando su hogar, como el buitre en torno a Prometeo
para devorarle las entrañas. Encarar con éxito la gran ex-
periencia del matrimonio supone un cabal conocimiento
de la magna arquitectura espiritual que estructura sus
bases morales con fórmulas estupendas y reglas subli-
mes de conducta; fórmulas que ennoblecen el alma de
los seres, embellecen el panorama de la vida conyugal,
dignifican la especie y abren para los corazones huma-
nos las puertas de la confianza en los designios del sen-
timiento, tantas veces menospreciado y ultrajado por la
incomprensión.
»Yo aconsejaría a todos los jóvenes de ambos sexos
en trance de contraer matrimonio, y principalmente al
varón, formularse la siguiente pregunta: ¿Para qué quie-
ro casarme? He aquí, amigos, el interrogante que debe-
ría plantearse el hombre antes de acometer semejante
empresa; interrogante que pocos se formulan, y, si lo
hacen, no es con el necesario acierto. Al disponernos a
esa íntima indagación hemos de tener en cuenta, desde
luego, que no se trata de someter al amor (que coloco
por encima de toda manifestación sensible) ni a la vida
conyugal (que debe ser su extensión lógica) al crisol de
razonamientos que minan su esencia. Examinada la pre-
gunta a la luz de nuestros pensamientos y posibilidades
discernitivas, ésta habrá de conducirnos a pensar que la
212
El Señor de Sándara
216
El Señor de Sándara
217
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
moral en que está sumido. Faltó sin duda una gran in-
teligencia, que hiciera posible la intelección de los seres,
favoreciendo la emancipación de las almas hasta llevarlas
a su máxima plenitud consciente.
—Todo esto podrá ilustrar al hombre, podrá conmo-
verlo, no lo dudo, mas, ¿le sirve de algo para su evolución?;
¿le es acaso útil para modificar el rumbo de su vida? He
ahí lo triste. Yo encuentro que, al admirar tantas maravi-
llas, en vez de experimentar uno la exaltación del propio
juicio sobre las posibilidades que le asisten, se siente en
cambio empequeñecido.
—Tienes razón, Griselda; ésa es la sensación que
nuestro ánimo percibe.
Repetíanse a menudo entre ambos estos diálogos.
Surgían de la intimidad y constituían el puente más apro-
piado para el mutuo entendimiento, pues intervenían opi-
niones tan afines y concordes que no era aventurado es-
perar lo mejor para el futuro de su dicha.
De común acuerdo habían resuelto cenar a diario en
diferentes lugares a fin de conocer la vida nocturna de Pa-
rís en los sitios más caracterizados. Cumpliendo ese pro-
pósito hallábanse una noche en uno de los restaurantes
más lujosos de la Ciudad Luz. Claudio, excelente gourmet
al que Griselda se confiaba plenamente, recorría con de-
tenimiento la lista. Después de proponerle algunos platos,
ordenó los más apetecibles. Lúculo no los habría seleccio-
nado mejor.
En ese momento, un saludo reverencial del maître,
dirigido a alguien que acababa de llegar, les hizo volver la
cabeza. Hay movimientos tan expresivos en las personas,
que involuntariamente incitan a la curiosidad.
Una joven bellísima, vestida con exquisito gusto y
sobriedad, a la que acompañaba una distinguida dama,
240
El Señor de Sándara
241
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
243
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
244
El Señor de Sándara
245
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
259
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
260
El Señor de Sándara
261
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
262
El Señor de Sándara
263
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
272
El Señor de Sándara
273
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
276
El Señor de Sándara
277
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
302
El Señor de Sándara
309
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
314
El Señor de Sándara
338
El Señor de Sándara
340
El Señor de Sándara
348
El Señor de Sándara
360
El Señor de Sándara
361
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
372
El Señor de Sándara
375
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
380
El Señor de Sándara
381
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
382
El Señor de Sándara
383
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
—¿Tú no puedes?
—¡Si lo habré intentado!... Ese ha sido mi mayor
anhelo, pero por mucho que lo deseara, sólo me fue
dado rondar muy por las afueras ese mundo superior,
aún lejano para mi pobre y escaso entendimiento. No
puedo quejarme, sin embargo, pues espiando, sí, digo
bien, espiando tras la cortina que lo preserva de nues-
tras miradas; una cortina metafísica, se entiende; alcancé
a columbrar algunas de las grandes verdades que en él
existen y que deben ser el sustento de los espíritus que
se nutren en ellas.
Calló Patricio, y al instante agregó:
—Ahora que viene al caso, señor, permítame un
desahogo... ¡Quién hubiera dicho que yo conocería en
persona al autor de esos libros que he conservado con
tanto cariño! ¡Y qué diferente es de lo que yo pensaba,
pues me lo había figurado con más arrugas en la frente
que pelos en la cabeza! Ha sido una gran alegría cono-
cerlo...
Claudio, que quería de veras a Patricio, le miró con
simpatía y, festivamente, le dijo:
—Pues mira; sobre esa alegría te proporcionaré otra
—y colocando ambas manos sobre los hombros del ma-
yordomo, exclamó—: ¡Te nombro desde ya mi escudero!
Y espero que no tengamos que luchar mucho contra moli-
nos de viento ni «desfacer entuertos», ¿me entiendes?
—Perdone usted, señor —le respondió Patricio, si-
guiéndole la broma—. Sospecho que el escudero no le
servirá de mucho; habrá más bien de estorbarle, porque
ese camino por el cual usted marcha se recorre dentro de
uno mismo... Sólo allí nos es permitido conocer los recur-
sos que habrán de asistirnos para emprender el otro, que
abarca la humanidad entera, según creo, y se extiende por
los grandes ámbitos de la Creación. Seguramente usted
393
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
397
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
414
El Señor de Sándara
415
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
448
El Señor de Sándara
449
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
454
El Señor de Sándara
455
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
los hechos a Dios? Por eso digo que el que sólo cree en
Dios hace entrega de su alma a quienes lo han de tornar
intolerante e intransigente con el prójimo; en cambio, el
que lo siente y empeña su vida en aproximarse a Él por
el conocimiento, ése sí sabe amar a su prójimo como a sí
mismo aunque sus pensamientos no coincidan».
—¡Está usted atacando abiertamente a la religión,
como si ella no hubiera cumplido a través de siglos, en
forma amplia y ponderable, sus piadosos cometidos con
su obra redentora y civilizadora!... —se oyó decir con mal
contenida irritación a un señor de edad que, de pie, mos-
traba a las claras su determinación de marcharse.
Un movimiento de desorden se extendió por la sala,
de donde surgían voces de protesta y de aprobación a la
vez.
—Señores, no he terminado aún. Ruego, pues, que
se me escuche con calma hasta el final —replicó de Sán-
dara, alzando el tono de la voz, que resonó vibrante y
bien templada en la sala—. Afirmo que no es mi pro-
pósito atacar a ninguna religión, sino invitar a todas a
que entren por los fueros de la realidad y se despojen
de todo su artificio, sugestión y cuanto ellas mismas sa-
ben que no es verdadero, para reencontrarse, si ello es
posible, humana y espiritualmente en una comprensión
amplia de los altos fines que esperan al hombre y a la
humanidad. La verdad es una e indivisible; es lo que fue,
lo que es y lo que será. La no verdad carece de esa vir-
tud; no ha sido nunca lo que pretendió ser, ni lo es ni lo
será jamás. Mi esfuerzo tiende a poner al descubierto lo
falso, la mistificación y el embuste, trilogía esta que re-
sume el pensamiento de la gran impostura. ¿Qué puede
temer entonces esta o aquella religión, poseedoras de la
verdad, según ellas mismas lo han proclamado? ¿Qué
inquietud puede causarles lo que yo diga? ¿Son acaso
468
El Señor de Sándara
476
El Señor de Sándara
477
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
482
El Señor de Sándara
483
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
484
El Señor de Sándara
485
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
492
El Señor de Sándara
493
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
494
El Señor de Sándara
495
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
499
Carlos Bernardo González P ecotche - RAUMSOL
509
ediciones logosóficas
una nueva fuente de saber al servicio de la humanidad
Córdoba MÉXICO
Sucre 373 - Ciudad de Córdoba
Telefax: (+54) (0351) 421-6597 México
Huatusco, 35 Planta Alta - Colonia Roma Sur
Entre Ríos Tel: (+52) (5) 5584-6836
9 de Julio 23 - Paraná
Telefax: (+54) (0343) 431-2303
Santa Fe URUGUAY
Santiago 710 - Rosario
Telefax: (+54) (0341) 425-8610 Montevideo
Mendoza Av. 8 de Octubre 2662 - Gerardo Grasso
Olascoaga 730 - Ciudad de Mendoza Tel.: (+598) (2) 480-0710
Telefax: (+54) (0261) 429-2520
Nueva Helvecia
Jujuy Luis Dreyer entre Colón y Guillermo Tell.
Balcarce 340 - Piso 1º Of.: 2 - Ciudad de Jujuy
Tel.: (+598) 099 948 552 / 099 524 445 /
Tel.: (+54) (0388) 422-4787
094 406 021
Salta
20 de Febrero 166 - Ciudad de Salta Paysandú
Tel.: (+54) (0387) 401-0731 Bolívar 1251 Esq. Montecaseros - Paysandú
Tel: (+598) 72-33403 / 72-41849 / 72-26289
BRASIL
Salto
Distrito Federal Tel: (+598) 73-33512, 073-21841
SHCG/NORTE - Quadra 704
Área de Escola - Brasilia
Tel: (+55) (061) 3326-4205
VENEZUELA
ESPAÑA Caracas
Barcelona Av. Libertad, entre Palmas y Acacias
Comptes del Bell-lloc, 133 - Entlo. 4º - Les Corts Ed. YETESA, Of.: 1-B1 - La Florida
Tel: (+34) 93 490 21 72 Tel: (+58) (212) 882-5579