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Después de la agresión, comenzaron a funcionar los mecanismos de odio que ETA y su entorno se han
esforzado en asentar en nuestra sociedad y que convierten a las víctimas en verdugos y a los verdugos,
en ciudadanos comprometidos con una causa justa.
Durante meses, las instituciones públicas navarras se han puesto del lado de los agresores. Han
intentado presionar a al poder judicial y han restado importancia a la gravedad de los hechos. A los
matones los han revestido de bondad llamándoles "los jóvenes" o "los chavales" de Alsasua y a la
agresión la han llamado "pelea de bar", en un intento de repartir responsabilidades y de blanquear el
relato, porque si ETA no hubiera existido, este episodio nunca habría ocurrido.
Y lo más importante, no han mostrado el menor signo de solidaridad con las víctimas. Y lo han hecho
en nombre de todos los ciudadanos navarros.
Las instituciones han caído, además, en una grave contradicción. Mientras enarbolaban la bandera del
feminismo, han dejado solas a dos mujeres agredidas brutalmente en nuestra comunidad. Mientras
lideraban campañas contra el acoso, obviaban premeditadamente a las dos mujeres víctimas de la
manada radical de Alsasua. Por ser novias de guardias civiles, no han merecido protección, ni
reconocimiento. Al contrario, se han ganado el olvido y hasta el desprecio.
Basta ya. En esta concentración queremos apoyar a las víctimas y, en especial, a María José y a Pilar.
Ellas han sufrido no solo las lesiones físicas de una agresión durísima, sino la onda expansiva de
acoso, persecución y miedo que se inició después de aquella noche de 2016. Hoy estamos aquí para
decirles alto y claro que estamos con ellas.