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Los estilos góticos: flamígero, florido y plateresco

Por Elizabeth Robinson, Erin Blackford y Collin Stocksdale

En el siglo XII, un estilo nuevo de arquitectura apareció en la Península Ibérica que vino
desde Francia por medio de los monjes de la orden del Cister (Cantarino 103). Este estilo se
llamaba gótico. Los edificios góticos tuvieron paredes menos gruesos y pesaron menos que los
edificios más antiguos. Aunque el estilo gótico empezó con sencillez primitiva, los españoles lo
modificaron cuando lo emplearon en las iglesias y los catedrales para ser el estilo gótico
hispano. Fecundado por el arte morisco, el arte español floreció en el período gótico (Mayer
14).
Con arcos apuntados (arcos ojivales), grandes alturas, arbotantes, estatuas, adornos y
muchas ventanas para tener más luz, el estilo gótico tuvo el intento de representar la
comunicación con Dios y la nueva Jerusalén (Mora 311). La espiritualidad en el estilo gótico
muestran “Jesucristo como el Redentor doliente y compasivo, la Virgen como hermosa doncella
o madre amorosa y la relación de los cristianos con Dios...de amistad y afecto amoroso”
(Cantarino 104-105). Durante los siglos, el estilo gótico evolucionó para ser más ornamentado y
decorado.
La última fase de la arquitectura gótica o el gótico tardío recibió el nombre de gótico
flamígero por el uso de las tracerías en forma de llama. Este estilo llegó a España (Castilla en
esta época) durante el primer tercio del siglo XV por medio de artistas procedentes de los
Países Bajos y Francia (Galán 291). Las tres características más definitorias del estilo gótico
flamígero son el barroquismo de la decoración exterior de las fachadas (puertas y ventanales),
la eliminación de obstáculos visuales que puedan interrumpir el aspecto ascensional y la
complejidad decorativa de las bóvedas que complejisimas figuras geométricas llenando el
exterior típicamente. En este tiempo el estilo gótico flamígero se conocía también por otro
nombre: el estilo gótico florido. Se llamaba así por “el uso extraordinario de motivos decorativos
florales” (Cantarino 135). El gótico florido se debe en gran parte a la familia de Juan de Colonia
de Alemania, que trajo esta idea y la incorporó en su obra más importante - la famosa catedral
de Burgos.
Durante el reinado de Isabel, otro tipo del estilo gótico se emergió. Éste se llamaba
plateresco porque parecía similar a la decoración creado por los plateros (los que trabajaban
con plato). Como los plateros ornamentaban su plato con “motivos florales, vasos y jarrones
italianos,” también el plateresco incorporó elementos así (Cantarino 135). El estilo era, como
describió Ortiz de Zúñiga, un “excelente dibujo,” una “delicadeza” y una “bellísima apariencia”
(Bury 200). Presentando patrones “repetidos en tamaño reducido,” los edificios platerescos
consiguieron un “efecto de adorno exuberante” (Cantarino 135). Plateresco era un “estilo [muy]
ornamentado,” ofreciendo motivos italianos por la influencia del Renacimiento, motivos
ancianos del origen de Roma y motivos mudéjares, los cuales inspiró “la exageración
decorativa” que implementó plateresco (Bury 2016; Pereira-Muro 88). Por su popularidad,
plateresco llegó a caracterizar la época de los Reyes Católicos.
Los estilos góticos, incluyendo el gótico flamígero, el gótico florido y el gótico plateresco,
dejaron una gran huella en la arquitectura y la cultura de España. Los elementos decorativos de
llamas, flores y patrones pequeños dieron un efecto especial a los catedrales que ellos
adornaron. “El gótico español ostenta un aspecto que no se encuentra en parte
alguna...espléndido a la vista y al mismo tiempo como lejano e intangible espejismo” (Mayer
14).

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