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I. Introducción
El derecho penal de un
país, refleja el grado de
cultura y educación de su
pueblo.
Juan Pablo Rodríguez.
Estas mismas presiones son las que terminaron convirtiendo a nuestras respuestas emocionales en
un eficaz instrumento de supervivencia pero, en la medida en que han ido desapareciendo, nuestro
repertorio emocional ha ido quedando obsoleto. Si bien, en un pasado remoto, un ataque de rabia podía
suponer la diferencia entre la vida y la muerte, la facilidad con la que, hoy en día, un niño de trece años
puede acceder a una amplia gama de armas de fuego ha terminado convirtiendo a la rabia en una
reacción
frecuentemente desastrosa.
El derecho penal nace de la imperiosa necesidad de regular las conductas de los
individuos, es tan antiguo que podemos encontrar datos de él desde la antigüedad,
sin embargo este se encuentra íntimamente ligado a la evolución de la civilización,
por lo tanto hoy en día podemos dilucidar un derecho penal, moderno, que trata de
estar a la vanguardia en cuanto a las tipologías de nuevas conductas que van
teniendo cabida en nuestras sociedades gracias a los adelantos tecnológicos, no
obstante el sujeto activo de los delitos no ha cambiado, su estructura tanto física
como mental, sus cinco sentidos, así como sus emociones no han cambiado, todo
es lo mismo para el ser humano, lo único que ha cambiado es su alrededor, mismo
que él se ha encargado de alterar a su modo.
Pero, si bien las emociones han sido sabias referencias a lo largo del proceso evolutivo, las nuevas
realidades que nos presenta la civilización moderna surgen a una velocidad tal que deja atrás al lento
paso
de la evolución. Las primeras leyes y códigos éticos -el código de Hammurabi, los diez mandamientos
del
Antiguo Testamento o los edictos del emperador Ashoka— deben considerarse como intentos de
refrenar,
someter y domesticar la vida emocional puesto que, como ya explicaba Freud en El malestar de la
cultura,
la sociedad se ha visto obligada a imponer normas externas destinadas a contener la desbordante
marea
de los excesos emocionales que brotan del interior del individuo.1
Con demasiada
frecuencia, en suma, nos vemos obligados a afrontar los retos que nos presenta el mundo postmoderno
con
recursos emocionales adaptados a las necesidades del pleistoceno. 2
1
Inteligencia emocional
2
ibidem
Este derecho penal moderno nace como una necesidad de control social mediante
el cual se conserve la paz social, la armonía entre los individuos, ponderando con
esto la supervivencia del grupo social regido por este tipo de derecho. Por estas
razones es que teóricamente este derecho debe ser considerado como la ultima
ratio, buscando que su aplicación sea casi excepcional.