Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2.- el humanismo
Frente a la visión religiosa y sobrenatural del ser humano que tenía la Edad
Media, el Renacimiento opone una visión naturalista del hombre, para la cual la
vida humana tiene valor en sí misma y no únicamente por su origen y destino
sobrenaturales.
Asímismo, frente a una Filosofía al servicio de la Teología, el Renacimiento
desarrolla una Filosofía libre de subordinaciones religiosas, pues confía en la
capacidad de la Razón humana para alcanzar la verdad con independencia de la
Fe.
Esa autonomía de la Razón frente a la Fe, pone en marcha un “retorno a la antigüedad”
que posibilita el surgimiento de toda una serie de corrientes filosóficas, como por
ejemplo:
- El Platonismo: que se desarrolla en la Academia de Florencia hacia el siglo XV, y
cuyos autores más destacados son Pletón, Marsilio Ficino y Pico de la Mirandola.
Defienden un platonismo en el que el hombre es el centro del Universo.
- El Aristotelismo: que se desarrolla en la Escuela de Padua en los siglos XV y XVI, y
tiene como autores importantes a Zabarella, Pomponazzi y Cremonino. Estudian la
naturaleza y el hombre desvinculados de consideraciones teológicas.
- El Estoicismo: Justo Lipsio (XVI).
- El Escepticismo: el francés Michel de Montaigne (XVI) y el salmantino Francisco
Sánchez (XVI).
- Otros filósofos humanistas no encuadrados en una “escuela” concreta, pero cuyo
pensamiento influye en el desarrollo de la filosofía y la ciencia modernas, son:
➤ Nicolás de Cusa (XV): rechazó la idea de que el Universo fuera finito, afirmando su
infinitud y la constante movilidad de todo lo que hay en él, incluyendo la Tierra, que,
además, no se halla en el centro.
Afirmó también que el entendimiento humano no puede conocer con propiedad a Dios,
pues Dios es coincidentia oppositorum (el ser que contiene, reconciliados, los opuestos).
De Dios sólo le cabe al hombre ignorancia, una “docta ignorancia”, dice el título de uno
de sus libros.
➤ Giordano Bruno (XVI): defendió la imagen heliocéntrica del Universo propuesta
por Copérnico; sin embargo, no aceptará concebirlo como un gran mecanismo, sino
como un organismo vivo y divino. La Iglesia lo condenó a morir en la hoguera.
Bacon y Galileo tienen en común el haber destacado la necesidad que la ciencia tiene de
un método que oriente sus investigaciones y le proporcione cierta seguridad de que
siguiéndolo llegará a descubrir verdades que de otro modo nunca llegaría a conocer.
Gracias, pues, a ellos la reflexión en torno al método científico se convirtió en un
problema filosófico previo incluso a cualquier investigación. Sin embargo, sus métodos
parten de presupuestos diferentes y darán origen a dos corrientes filosóficas antagónicas
por su diferente modo de concebir el conocimiento: el Racionalismo y el Empirismo.
BACON es inglés; su método presenta una clara inclinación empirista: sólo aquellos
conocimientos obtenidos de la observación de los hechos podrán ser verdaderos. Esta
línea de pensamiento será continuada/desarrollada por los filósofos del llamado
empirismo inglés, cuyo representante último y más destacado es David HUME.
GALILEO es italiano; su método es más racionalista (confía más en la razón capaz de
construir hipótesis matemáticas, sin acudir para ello a la experiencia, aunque sí más
tarde para verificarlas). Para llegar a la verdad no basta, pues, con la observación, sino
que el momento fundamental reside en la construcción racional/matemática de
explicaciones acerca de lo observado. Esta línea será continuada por el racionalismo,
cuyo representante primero es René DESCARTES.
Uno de los problemas centrales de la filosofía medieval fue el de las relaciones entre la
Razón y la Fe. Al inicio de la Edad Media, San Agustín afirmaba que la “luz
natural” de la razón humana no alcanzaría la verdad más que siendo guiada por la
Fe. En el apogeo de la filosofía medieval, es decir, en la Escolástica, Tomás de Aquino
concedía cierta autonomía e independencia a la Razón, pero siempre al servicio de la Fe.
Al final de la Edad Media, en la crisis de la Escolástica, Guillermo de Occam defendió
la total separación de ambas, preparando así el camino para el surgimiento de la
filosofía moderna: el Racionalismo..
Una vez independizada de la Fe, la Razón en la época Moderna va a enfrentarse al
problema del conocimiento: es decir, en primer lugar trata de averiguar cuál es la
‘fuerza’ de nuestra facultad de conocer, o dicho de otro modo, cuál es la capacidad de
nuestra razón para conocer la realidad.
El Racionalismo, que es la primera corriente filosófica moderna, puede ser definido
como aquella filosofía que confía plenamente en que la Razón humana es capaz de
llegar al conocimiento verdadero de la realidad. Para ello, nuestra Razón posee Ideas
que no se derivan de la experiencia, es decir, posee ciertos principios cognoscitivos
innatos. El racionalismo va a considerar que las Matemáticas son el tipo ideal de
ciencia.
El Racionalismo fue iniciado en Francia por RENÉ DESCARTES y tuvo sus
continuadores en Malebranche (Francia), Spinoza (Holanda) y Leibniz (Alemania).
Estuvo enfrentado a la otra gran corriente filosófica de la edad moderna: el Empirismo,
nacido en Inglaterra y cuyos representantes son Locke, Berkeley y DAVID HUME.
2.- obras
La Lógica de Aristóteles (llamada órganon durante la Edad Media y basada sobre todo
en el silogismo deductivo) fue considerada como el “instrumento” de todas las ciencias.
Sólo Bacon, en el ámbito de las ciencias experimentales, trató de sustituir tal
instrumento por otro (el novum organum, es decir, la inducción). Pues bien, para
Descartes la lógica aristotélica presenta una insuficiencia radical: con ella jamás
podremos llegar a descubrir nuevas verdades; en efecto, un silogismo sólo es correcto
cuando la conclusión no va más allá de lo que dicen las premisas, es decir, cuando la
conclusión se limita a explicitar lo que de modo implícito se halla contenido en las
premisas.
Así pues, la Lógica de Aristóteles sirve muy bien como método de exposición
coherente de lo que sabemos, pero no como método para descubrir nuevas
verdades. Por eso Descartes pretende construir uno capaz de llevar a nuestra facultad
racional a descubrir nuevas verdades, es decir, un método capaz de aumentar nuestro
conocimiento.
“Por método entiendo lo siguiente: unas reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales
todos los que las observen correctamente no tomarán nunca por verdadero lo que es
falso, y alcanzarán, sin fatigarse con esfuerzos inútiles, sino acrecentado
progresivamente su saber, el conocimiento verdadero de todo aquello de que sean
capaces”.
- Por intuición Descartes entiende una actividad puramente racional en virtud de la cual
conocemos de modo inmediato (=sin necesidad de razonamiento alguno) la verdad de una
proposición; verdad que se nos presenta con tal evidencia que no deja lugar a duda alguna.
- Por deducción, toda inferencia o razonamiento demostrativo en virtud del cual llegamos a
concluir alguna verdad a partir de otras verdades ya conocidas.
El método cartesiano está inspirado en el que utilizan las matemáticas, que toman como
punto de partida axiomas evidentes para ir deduciendo º.
En la 2ª parte del Discurso expone Descartes las 4 reglas del método:
1ª) Regla de la evidencia: no se debe aceptar como verdadera afirmación alguna cuya
verdad no pueda ser intuída con absoluta evidencia. Dicho de otro modo: sólo hay que
admitir como verdaderas aquellas afirmaciones que nuestro pensamiento intuye con tal
claridad y distinción que no es posible dudar de ellas en absoluto.
2ª) Regla del análisis: hay que descomponer toda afirmación compleja (=no evidente)
en tantas afirmaciones simples como sea necesario para intuir su evidencia.
3ª) Regla de la síntesis: hay que volver a unir mediante alguna cadena de deducciones
las afirmaciones simples obtenidas tras el análisis, para conocer la relación lógica que
las une en la afirmación compleja.
4ª) Regla de la enumeración: y, por último, hay que comprobar constantemente los
pasos dados en el análisis y en la síntesis con el fin de estar seguros de no haber
cometido ningún error en ellos.
Son cuatro reglas que persiguen un mismo objetivo: darnos la certeza (=seguridad
racional) de que toda investigación científica o filosófica que las utilice alcanzará la
verdad por difícil y compleja que pueda parecer. Así pues, nuestro conocimiento de la
realidad ha de ser construído deductivamente a partir de ciertas ideas o principios
evidentes. Tal método toma como ejemplo o modelo el que utilizan las matemáticas
(partir únicamente de axiomas, que son verdades primeras y evidentes, para ir
deduciendo de ellos teoremas).
Tal y como aconseja la 1ª regla no hay que admitir como verdadera ninguna
afirmación que no sea evidente, por eso Descartes comienza su filosofía con la
duda.
5.- la duda metódica
1) Primero hay que dudar de todos aquellos conocimientos que poseemos a través de los
sentidos, pues éstos nos engañan muy a menudo y no es descabellado pensar que en
realidad nos engañan constantemente.
2) Que los sentidos sean engañosos permite dudar de que las cosas sean en realidad tal y
como las percibimos sensiblemente, pero no permite dudar de que las cosas sean reales,
es decir, que existan fuera de mi mente que las percibe. En este punto, Descartes
introduce un segundo motivo de duda: cuando soñamos, los objetos soñados se
presentan con tanta viveza que los tomamos por reales, y sólo al despertar descubrimos
que no existen fuera de nuestra mente soñadora. Del mismo modo, dice Descartes,
pudiera ocurrir que nos estemos engañando al creer que las cosas que perciben nuestros
sentidos existan realmente fuera de la conciencia; por tanto no es del todo evidente que
este mundo percibido por los sentidos exista en realidad, pues bien pudiera ser un
simple sueño nuestro que sólo existe dentro de la conciencia.