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Domingo III de Pascua

15 abril 2018

Evangelio de Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había acontecido en


el camino y cómo reconocieron a Jesús en el partir el pan.
Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les
dijo:
 Paz a vosotros.
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:
 ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior?
Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de
que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de
creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
 ¿Tenéis ahí algo que comer?
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante
de ellos. Y les dijo:
 Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo
escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía
que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió:
 Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los
muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón
de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

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SOLO SUCEDE LO QUE TIENE QUE SUCEDER

En este relato de aparición –ahora a todo el grupo-, Lucas repite muchos


temas del pasaje anterior (de los discípulos de Emaús): aparición repentina de
Jesús, incapacidad para reconocerlo, reproche por parte de Jesús, estupor,
alegría…
Por tres veces se repite el “Era necesario…”: lo cual nos hace sospechar
que las comunidades necesitaban una “explicación” acerca del hecho de la cruz.
Evidentemente, ese “era necesario” no hay que entenderlo de una manera
literal, como si hubiera existido un previo designio divino. Se trata, más bien, de
una lectura “ex eventu”, es decir, una interpretación de algo después de que ya
ha tenido lugar.

1
La nueva catequesis de Lucas quiere responder a esta pregunta: “ ¿Por
qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? ”. Para ello, insiste
en la presencia del Resucitado –la alusión al “comer” es una solo forma plástica
de expresarlo- y apela a la Escritura.
Por otro lado, el evangelista –como sucede en otros relatos similares-
une la aparición con la misión, si bien con un añadido específico de Lucas:
“empezando por Jerusalén”. Para él, Jerusalén representa el “centro” del
mundo y de la historia.

Desde la perspectiva no-dual, no me parece inadecuado decir que el “ era


necesario” –mítico- se pueda traducir ajustadamente por “ amar lo que es”. Solo
esta es la actitud sabia, que nos alinea con lo real (el presente), hace cesar
toda resistencia y, por ello, nos libera del sufrimiento. Quien ama lo que es,
descubre aquella la paz que nada puede quitar . Y está disponible para vivir la
entrega desde la libertad. ¿Y qué se requiere para amar lo que es? Solo una
cosa: acallar la mente; permitir que lo que es, sea. Cuando nuestra mente está
en calma, lo que queremos es lo que es.

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