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Por otra parte, si nos preguntamos dónde está lo bello, la respuesta no es tan fácil. La
experiencia de lo bello no es un objeto (esa música o ese cuadro). Si fuera así, todos
nos emocionaríamos por las mismas cosas. Lo bello no es una propiedad del objeto.
Tampoco está en el sujeto. Se denota cuando el sujeto vibra emocionalmente, en
respuesta al objeto.
Lo bello no es un objeto ni está en el sujeto. Lo bello es una relación armónica entre el
sujeto y la obra que me produce la reacción. No es ni el objeto en sí ni el sujeto en sí,
sino la relación que nos unifica es un éxtasis místico.
Tomando esta reflexión para pensar la religión, tenemos que decir que ella es
primeramente una relación de encuentro. Como segundo momento, la religión se
expresa, se hace razón, experiencia que toma cuerpo en palabra y letra, institución y
liturgia. Son expresiones objetivas que llevan dentro suyo el momento de la
experiencia religiosa. Lo fundamental de la religión es la experiencia de encuentro.
1
Alves Rubem, “El enigma de la religión”. La Aurora, Buenos Aires 1975