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Una fuente luminosa es aquella que genera radiaciones que permiten que el ojo, órgano de la visión,

sea capaz de visualizarlas. Transforman energía para producir luz. La luz percibida se integra de
radiaciones que se corresponden con una gran cantidad de frecuencias. En el láser todas las
radiaciones que lo integran tienen idéntica longitud de onda. La luz se propaga en forma ondulatoria
y se produce cuando un electrón de un cortical perteneciente a un átomo excitado, pierde energía.

La luz que emiten los cuerpos forma espectros de emisión, apareciendo allí zonas oscuras, que lo
abarcan todo (en el caso que el cuerpo atravesado absorba la radiación), o conforman rayas o
bandas.

Percibimos colores diferentes porque existen diferencias en las longitudes de onda cuando
comparamos las radiaciones visibles.

Existen fuentes luminosas provistas por la propia naturaleza, como el Sol, que es una fuente
primaria ya que posee luz propia o la Luna, que es una fuente secundaria pues refleja la luz del Sol;
y otras de tipo artificial, de creación humana como una lámpara eléctrica, una linterna o una vela.
El hombre desde la Prehistoria creó fuentes lumínicas, por medio de la combustión, al descubrir el
fuego. En los primeros Estados de la antigüedad, como en Egipto, ya se utilizaron las lámparas de
aceite. En el siglo XIX se usaron lámparas de gas, especialmente para el alumbrado público, que a
fines de ese mismo siglo serían reemplazadas por las eléctricas incandescentes. En el siglo siguiente
se crearon las lámparas fluorescentes o de bajo consumo que ahorran energía.

Existen numerosos objetos que emiten luz, por ejemplo el sol, una lámpara, una vela. A
estos objetos que transforman algún tipo de energía en luz se les llama fuentes de luz o fuentes
luminosas. Las imágenes muestran algunos ejemplos:

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