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pp. 393-419
http://dx.doi.org/10.18800/derechopucp.201601.016
América (2015) sobre el año 2014 nos recuerda que el Perú es un país de
origen, tránsito y destino. Así, el informe señala que mujeres peruanas
son obligadas a ejercer la prostitución en el Ecuador y Argentina, y que
hombres y mujeres son obligados a trabajar en condiciones forzadas en
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Argentina, Chile, Ecuador y Estados Unidos. A su vez, el mismo informe EL DELITO
DE TRATA DE
refiere que mujeres extranjeras —Ecuador, Bolivia o Colombia— se
PERSONAS
encuentran sometidas a la trata con fines de explotación sexual o laboral
COMO DELITO
en el Perú.
COMPLEJO Y SUS
Sin embargo, son los estudios realizados por Mujica (Mujica & DIFICULTADES
Cavagnoud, 2011) en dos zonas amazónicas del Perú —Pucallpa e EN LA
Iquitos— los que muestran cómo la trata de personas resulta ser un JURISPRUDENCIA
fenómeno que escapa al estereotipo que se ha construido desde los PERUANA
estudios de la trata internacional, esto es, un fenómeno criminal que THE CRIME
se produce en un contexto de criminalidad organizada especialmente OF HUMAN
transnacional y que ofrece a los perpetradores una gran rentabilidad TRAFFICKING
económica1. Los estudios de Mujica son de carácter etnográfico y, AS A COMPLEX
como tales, se concentran en el estudio del contexto del fenómeno, los CRIME AND ITS
actores involucrados y el modus operandi de este fenómeno delictivo. Los DIFFICULTIES IN
resultados de los estudios son en realidad desmitificadores. THE PERUVIAN
JURISPRUDENCE
Veamos algunas características encontradas. En primer lugar, con
relación a Pucallpa, se trata de un fenómeno que se produce en una
zona empobrecida, pero donde se acentúa la explotación maderera
y de hidrocarburos, es decir, una zona donde hay una concentración
de riqueza en un grupo minúsculo de personas y una extensa zona de
pobreza y, a veces, de pobreza extrema (Mujica & Cavagnoud, 2011,
p. 96). Es alrededor de ese tipo de actividades que se aprecia, de forma
extendida, el ejercicio de la prostitución en la zona de Pucallpa. Sin
embargo, donde se aprecia una situación visible de ejercicio de la
prostitución de niñas y adolescentes —entre 12 y 17 años— es en «la
zona de los bares, alrededor de los puertos y aserraderos de la orilla del
río Ucayali y en las tabernas para los pescadores y balseros que rodean
el mercado de Yarinacocha» (p. 98). Sobre ellas generalmente ejerce
dominio una mujer, quien ocupa una posición compleja de promotora
de la prostitución de las menores, de proveedora de alimentación y
Y VAN MONTOYA VIVANCO
vestido para ellas y protectora frente al maltrato físico del que podrían
ser víctimas. He ahí el dominio sobre la víctima.
En el caso de la Amazonía, el estudio se concentra en la zona de
Mazán (Mujica & otros, 2013), a tres horas de la ciudad de Iquitos.
Si bien no es un estudio específico sobre la trata o explotación sexual
de personas, sí es un estudio general sobre la violencia sexual contra
1 Al respecto, se suele sostener en los informes internacionales que la trata de personas internacional
es el delito que genera mayor rentabilidad económica después del narcotráfico y el tráfico de armas
ilegal.
I I . L A N A T U R A L E Z A C O M P L E J A D E L D E L I T O D E
T R ATA D E P E R S O N A S
El delito de trata de personas, sin constituir formalmente un delito
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concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que
tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la
explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios
forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de
órganos. […]
c) La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de un niño con fines de
explotación se considerará “trata de personas” incluso cuando no se recurra a ninguno de los
medios enunciados en el apartado a) del presente artículo».
4 Esta conducta podría llevar a considerar, equivocadamente, que el movimiento o el desplazamiento
(desarraigo) es una característica que define el concepto de trata. Sin embargo, ello no es así dado
que, a diferencia de otras regulaciones comparadas, en nuestra legislación se tipifica la modalidad
de retención de la víctima, lo que no implica necesariamente movilidad o traslado de la víctima, sino
simple privación de la libertad, en el lugar donde se encuentre, con fines de explotación.
5 Señala Bottke que «son varios los factores que influyen en la victimización de un individuo. El estilo
de vida, edad, sexo, raza, origen y origen social son todos factores influyentes que determinan la
victimización. De acuerdo con las investigaciones realizadas hasta la actualidad, esto es evidencia
que la victimización es más común para algunos grupos de nuestra sociedad que para otros y que
algunas personas sufren más el delito que otras» (Bottke, 2003, p. 477).
6 Como señala Fernández Olalla cuando hace referencia al momento de la captación engañosa,
«en estos casos, el engaño se proyecta sobre las durísimas condiciones de vida que le aguardan,
las condiciones laborales extremas y la eventual venta como esclava (a la víctima) a otras
organizaciones» (2012, p. 108).
7 Debo explicar que no creo que se trate de dos tipos de dominio autónomos, sino todo lo contrario. El
primer dominio, que se expresa al momento de la utilización, de la violencia, la amenaza, el fraude o
el aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad, es un continuo hasta alcanzar una situación
de dominio más intenso de una persona sobre otra, de tal manera que esta se encuentra disponible
a la manera de una cosa o un animal.
8 Es dudosa la posición de Pomares Cintas, quien, por un lado, afirma que «esta situación
de cosificación de la persona previa a la explotación es lo que justifica la singularidad de delito
autónomo», lo que da a entender que lo importante es la instrumentalización que se produce con
anterioridad a la explotación y, por otro lado, resalta que la relevancia típica de las conductas de
captación, traslado o acogida solo se produce cuando «se encuentren objetivamente vinculadas en
el momento de la acción a la consecución de las conductas de explotación» (2010, p. 548). Véase
Y VAN MONTOYA VIVANCO
11 Debe advertirse que la dignidad humana es un concepto que para la doctrina española se identifica
con el derecho a la «integridad moral», recogido en el artículo 15 de la Constitución española (1978).
D. Posición personal
Desde nuestra perspectiva, la segunda posición es la correcta, a pesar de
que no se condiga con la ubicación sistemática de nuestro tipo penal. En
realidad, lo que se pretende proteger detrás de la tipificación de la trata
de personas, como señala Alonso Álamo (2007, p. 5), es específicamente
lo humano, aquello que nos permite valorarlo en sí mismo e impide
asumirlo como una cosa disponible o instrumentalizable. La postura que
reconoce la protección de la dignidad como esencia de la lucha contra
la trata de personas coincide con la perspectiva asumida por diversos
instrumentos internacionales de protección frente a la trata de personas.
Dichos instrumentos señalan la necesidad de proteger la dignidad de las
personas13. Además, la dignidad humana constituye una categoría que
permite una más adecuada evaluación de la gravedad del fenómeno de
la trata de personas.
La adopción de esta posición nos lleva a asumir, coherentemente, algunas
consecuencias que resultan fundamentales para interpretar o valorar las
interpretaciones realizadas por nuestra jurisprudencia suprema.
a) En primer lugar, la dignidad de la persona debe entenderse
de manera objetiva, es decir, «como valor jurídico en sí, no
dependiente de los sentimientos ni de la voluntad de la persona,
ni tampoco enraizado en una determinada concepción moral o
religiosa» (Alonso Álamo, 2007, p. 6). Ello supone que, frente
a una situación objetiva de afectación de la dignidad —vía
comportamientos de explotación, vejación o instrumentalización
Y VAN MONTOYA VIVANCO
12 En la doctrina española, algunos autores consideran la existencia de dos bienes jurídicos protegidos
en el delito de trata de personas: la dignidad y la libertad personal. Así, por ejemplo, Daunis
Rodríguez, cuando indica que «[…] no ocultamos al lector que nuestra propuesta del bien jurídico
dignidad humana esta muy próxima o cercana a la libertad […]. No obstante, los actos de trata de
seres humanos suponen algo más que un mero ataque a la libertad […]» (2013, pp. 76-77).
13 Así, por ejemplo, el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la
Prostitución Ajena (Organización Naciones Unidas, 1949) establecía que la trata de personas es
incompatible con la dignidad y el valor de la persona humana. Igualmente, el informe de 2003 del
Grupo de Trabajo sobre las Formas Contemporáneas de Esclavitud señala sobre la explotación de la
prostitución ajena que se trata de una práctica incompatible con la dignidad y el valor de la persona
humana (Organización de Naciones Unidas, 2003).
I I I . L O S P R O B L E M A S D E L A J U R I S P R U D E N C I A
Y VAN MONTOYA VIVANCO
14 Entendemos que se trata de todas las resoluciones de la Corte Suprema sobre el delito de trata de personas
desde su tipificación moderna, en nuestro Código Penal, por la ley 28950 de 15 de enero de 2007.
15 En este periodo, las resoluciones de la Corte Suprema no dilucidaban explícitamente el bien jurídico
protegido en el delito de trata. Sin embargo, sí podemos considerar que en todas ellas se afirma,
repitiendo la ubicación sistemática actual de este delito, que se trata de un delito contra la libertad
personal (véanse Corte Suprema, 2015; 2010b).
Caso 2
La resolución del 25 de enero de 2010 (expediente 3031-2009), emitida
por la Sala Penal Permanente, sigue la misma perspectiva anterior. Sin
embargo, esta resolución presenta un interés adicional que merece ser
comentado, especialmente de cara a los criterios dogmáticos y político
criminales que presentaremos en la siguiente sección. Efectivamente, la
Sala conoce, vía recurso de nulidad, una sentencia emitida por la Sala
Penal Superior de Ica que absolvió de la acusación fiscal al imputado
RCZ de los delitos de trata de personas y violación sexual en agravio
de la menor de edad de iniciales AMMR y de GVTV, sustituyendo la
imputación de trata de personas por el delito de rufianismo (artículo 180
del Código Penal).
De acuerdo con la acusación fiscal, tanto la investigación policial como
la investigación judicial y la declaración de las víctimas acreditarían que
ellas fueron captadas por RCZ en la ciudad de Trujillo y llevadas a las
ciudades de Chiclayo e Ica para ejercer el meretricio. Específicamente,
la agraviada AMMR señaló que el mencionado acusado RCZ «le hizo
sufrir el acto sexual» y la obligó a ejercer la prostitución conjuntamente
con la agraviada de iniciales GVTV y les exigió que le entreguen
doscientos cincuenta nuevos soles diarios. Sobre esto último, se registra
en el expediente el testimonio de BCC, quien regenta el prostíbulo «La
casa de Julia» y señala que «el acusado trajo a la menor y le pidió una
habitación para que “trabaje”». Cabe añadir que GVTV declaró, tanto
en sede policial como en sede judicial, que, efectivamente, AMMR le
contó que mantuvo relaciones sexuales «consentidas» con el acusado
RCZ.
Y VAN MONTOYA VIVANCO
I V . V A L O R A C I Ó N C R Í T I C A D E L A A C T U A C I Ó N D E
LA SALAS PENALES DE LA CORTE SUPREMA EN
C A S O S D E T R ATA D E M E N O R E S D E E D A D
Con relación al caso 1, puede advertirse, más allá de las posibles
deficiencias o no de la sentencia de primera instancia, que la Sala
Suprema consideraría relevante la declaración de las menores en el
extremo que señalan que no fueron obligadas por ACF a mantener
relaciones sexuales con los clientes del bar. Es decir, a pesar de que
Derecho PUCP, N° 76, 2016 / ISSN 0251-3420
414 ni el Protocolo de Palermo y ni nuestro propio tipo penal de trata de
personas requieren recurrir a alguno de los medios comisivos, parece
que para la Corte Suprema sí es relevante haber empleado algún medio
coercitivo para evidenciar la trata de menores con fines de explotación
sexual, es decir, del ejercicio de la prostitución ajena de menores de
edad. Con relación al caso 2, nuevamente, la Corte Suprema, en contra
de lo prescrito por el Protocolo de Palermo y de nuestro tipo penal de
trata de personas17, considera relevante, para evaluar un delito de trata
de menores de edad, la existencia de algún medio comisivo coercitivo,
violento o fraudulento. La ausencia de alguno de los medios comisivos
indicados, aparentemente, constituyeron la circunstancia que le
permitió a la Corte Suprema convalidar el cambio de tipificación del
delito de trata de personas por un delito sustancialmente más benigno
como lo es el delito de rufianismo18.
Pero este último caso mostraba también un aspecto adicional: el acceso
carnal entre la adolescente y el acusado. Al respecto, debemos señalar
que el acceso carnal entre la adolecente y el acusado se produce en el
contexto de una práctica de trata de personas —aunque la sentencia
pretenda reducir los hechos a un simple rufianismo— y, por tal razón,
consideramos que el citado Acuerdo Plenario 4-2008/CJ-116 (Corte
Suprema, 2008) no es aplicable al presente caso. Hemos mencionado
anteriormente que, indistintamente se trate de un delito cometido en
un contexto de criminalidad organizada o se trate de un delito como
expresión de prácticas codelincuenciales o incluso unipersonales, el
delito de trata expresa siempre una situación previa o provocada de
relación asimétrica de dominio de una persona sobre otra. Esa relación
asimétrica de dominio entre el tratante y la víctima es un elemento que
se empieza a evidenciar a partir de cualquiera de los medios comisivos
coercitivos, violentos o fraudulentos en el caso de las víctimas adultas y
se presume iure et de iure en el caso de los menores de edad.
Igualmente, como hemos señalado anteriormente, el legislador penal ha
considerado que los o las menores de edad se encuentran en una situación
de especial vulnerabilidad, no frente a cualquier tipo de conductas, sino
frente a las conductas de captación, transporte, acogida o retención
Y VAN MONTOYA VIVANCO
17 El último párrafo del artículo 153 del Código Penal, vigente al momento de los hechos, sostenía que
«la captación, transporte, traslado, acogida, recepción o retención de niño, niña o adolescente con
fines de explotación se considerará trata de personas incluso cuando no se recurra a ninguno de los
medios señalados en el párrafo anterior».
18 El tipo penal de trata agravada —por la existencia de dos víctimas— contempla una pena de 12 a 20
años de privación de la libertad, mientras que el delito de rufianismo contempla una pena de 6 a 10
años.
V. A M A N E R A D E C O N C LU S I Ó N
De todo lo mencionado hasta este punto, resulta importante evidenciar
lo inadecuado de las líneas de interpretación del tipo penal de trata
de personas que viene desarrollando nuestra Corte Suprema y, en ese
sentido, proponer el replanteamiento del enfoque que debe asumirse en
el proceso de recaudación de elementos de prueba de los hechos y la
valoración de los mismos.
La Corte Suprema se concentra en la validez del consentimiento de los
menores y, en ese sentido, en la existencia de medios comisivos. Ello la
lleva a no tipificar los hechos como trata de personas. En todo caso, la
Corte Suprema reconduce los hechos a un tipo penal benigno como el
rufianismo.
La Corte Suprema debió concentrarse, primero, en la situación objetiva
de la actividad de las víctimas menores. Luego, si su valoración es que
se trata de una situación de explotación o próxima de explotación,
entonces, no tiene sentido evaluar los medios comisivos.
El recaudo de elementos de prueba debe orientarse a evidenciar,
primero, la situación objetiva de la víctima y, luego, a dar sentido a la
manifestación de ella, a su silencio o a sus contradicciones.
VI. BIBLIOGRAFÍA
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Y VAN MONTOYA VIVANCO
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