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2. {Qué diferencia encuentran entre la respuesta al dolor causado por la muerte de seres queridos o por enfermedades y la respuesta al dolor causado por la injusticia social? 3. Subrayen pasajes en los que los entrevistados se refieran al placer y a la felicidad. 4. {Qué actitud debemos asumir frente al placer? (En qué consiste la auténtica felicidad? In- tercambien opiniones sobre estas preguntas. Ee 5. Tomen frases dichas por los entrevistados y discutan sobre estas afirmaciones. jEstin de acuerdo con ellas? {Estin en desacuerdo? {Por qué? (Por ejemplo, tomen la frase del Pa- I:"El que no ha sufrido no sabe nada de la vida") Algunas objeciones a las teorias éticas En general, las teorfas estudiadas en este capitulo pueden ser criticadas por no to- mar en cuenta las condiciones reales de las personas. Se habla en ellas de libertad, de fe licidad, pero se dejan de lado las|situaciones concretas en las que las personas viven, situa- ciones como las que viven los los chicos de la calle. Algunos criticos de es- tas teorfas afirman que la ética no puede estar desligada de lo econémico. Si el sistema eco- némico impone situaciones injustas, hace también que las relaciones entre sean injustas. Si la riqueza de un tibuye de manera injusta, la felicida unos pocos se logra a costa del sufrimiento de muchos. En la Grecia de Aristételes, la econo- mia estaba basada en la explotacién de un gran ntimero de esclavos. La felicidad de la que hablaba Aristételes era slo posible para los hombres libres, pues los esclavos no me- recian esa felicidad. La felicidad de los hom- n bres libres se sustentaba, entonces, en la infe- licidad de una mayoria: la de los esclavos. Ademas, el mismo Aristételes se refiere a la importancia de la educacién en el desarrollo de las virtudes. La existencia de virtudes re- quiere una serie de condiciones sociales con- cretas, no se puede hablar de virtudes en abs- tracto. El desarrollo de los individuos se ve favorecido o entorpecido por ciertas condi- ciones sociales. Un analfabeto, por ejemplo, no ha elegido ser analfabeto; es el sistema el que no le ha permitido aprender a leer y escri- bir. Esa persona, por lo tanto, se ve impedida de desarrollar muchas facetas de su persona- lidad, se encuentra limitada por las condicio- nes impuestas por la sociedad. \CEI utilitarismo toma en cuenta en ma- yor medida la cuestién social y sefiala la ne- cesidad de nivelar las desigualdades entre los individuos. Pero el problema sigue siendo el sistema econémico injusto, no puede ser se- parado de la infelicidad que hace posible ese bienestar. Por tal raz6n, se deberfa pensar en y\moralizar la economia para que todos tengan efectivamente derecho a ser felices. Enel caso de la teoria kantiana, se pue- de formular otro tipo de critica. Para Kant, s6lo importa el “querer”, no importan los re- sultados. Slo importa la intencién del acto, no sus consecuencias. Pero, {se puede hablar de buenas intenciones sin tener en cuenta sus realizaciones? La persona que actiia, {S6lo es responsable de sus intenciones 0 también lo es de los medios empleados y los resultados obtenidos? Las acciones producen efectos en otras personas. Més alli de las quien actiia, existen consecuencias que afec- tan a otros. ,No debemos tener en cuenta esos efectos al evaluar la bondad o maldad de un acto? {No puede suceder que un acto realiza- do con buena intencidn produzca efectos ma- los 0 que un acto realizado sin tan buena in- tencién produzca resultados buenos? intenciones de Miles de chicos viven en la calle porque carecen de un hogar. {Qué oportunidades tendra este chico en su vida? :Tendrd oportunidad de alcanzar esa vida feliz a la que todos aspiramos? Egoismo positivo y egoismo negativo La teoria de Kant plantea que las ac- ciones buenas son aquellas que se hacen por deber aunque el cumplimiento de ese deber no nos conduzca a la felicidad. Para Kant, las acciones moralmente buenas son desinteres das, es decir, no tienen en cuenta los intereses personales de quien acta. El tnico interés le- gitimo, para la ética kantiana, es el interés en ser buenas personas; Por eso se puede decir que, para este autor, todo acto realizado por motivos egoistas carece de valor moral. Sin embargo, el mismo Kant afirma que uno de nuestros deberes morales es el de tratar de su- perarnos a nosotros mismos, tratar de perfec- cionarnos y ser mejores. ,Podemos querer ser mejores sin amarnos a nosotros mismos? {Todo acto bueno es un acto que se hace s6- lo pensando en los demas? Cuando hacemos un bien a otras personas, lo hacemos sin pen- sar en nosotros? {Es imposible aceptar que un acto bueno sea también un acto egoista? La palabra “egofsmo” tiene connota- B ciones negativas. Se la usa como sinénimo de desinterés por los demés, como Io contrario de la solidaridad. Por eso, cuando hablamos de actos motivados en intereses egofstas los consideramos actos malos o sin valor moral. Pero si cambiamos la palabra “egoismo” por la palabra “amor propio”, es posible que cambie nuestra interpretacién. En la entrevista al Padre Corbelli puede entreverse su satisfaccién por servir a los de- mas. El mismo sefala que la auténtica felici- dad reside en la entrega al préjimo. Puede con- cluirse, entonces, que el brindarse a los demas no esta desligado de la btisqueda de la propia Las cosas que ya sabemos, las cosas que ya pensamos felicidad. El amor propio es el motor de las buenas acciones. En efecto, porque nos ama- mos a nosotros mismos queremos actuar bien y_queremos que los demas reconozcan nues- tros logros, Este interés en nosotros mismos no es malo y no le quita valor moral a nuestros ac- tos pues querer lo mejor para nosotros mismos incluye querer lo mejor para los demas. El egoismo positivo, el amor propio, no es lo contrario de la solidaridad, del sacrificio y del amor al préjimo. En cambioyel egoismo nega- tivojes el que nos leva a creer que nuestra fe- licidad s6lo puede obtenerse a costa de los de- mas, usdindolos para lograr nuestros fines. Respondan por escrito a las siguientes cuestiones. a) {Se puede establecer una jerarquia de placeres, es decir, se puede establecer que ciertos place Fes son superiores a otros? Sila respuesta es afirmativa, den ejemplos que muestren dicha jerarquia. ~ b) ¢Consideran que hay placeres buenos y placeres malos? ¢Cudles? ©) Es posible alcanzar la felicidad si los que nos rodean son infelices? ;Por qué? d) Los medios de comunicacién permiten que nos enteremos del sufrimiento de personas que viven lejos de nosotros. ;Debemos preocuparnos y hacer algo por ellos 0 sélo debemos inte- resarnos por la suerte de los que estan préximos? {Qué dirfa Stuart Mill al respecto? ‘Tomen en cuenta, para responder, el siguiente fragmento de un poema de Bertolt Brecht: “Me dicen :‘{Come y bebe! {Goza de lo que tienes!” Pero {cémo puedo comer y beber si al hambriento le quito lo que como y mi vaso de agua le hace falta al sediento? ¥, sin embargo, como y bebo.” (Brecht, Bertolt: A los hombres futuros. En: Poemas y canciones, Madrid, Alianza, 1968.) 2. Analicen el contenido del siguiente chiste y luego comparenlo €on la posicion utilitarista: Lo IMPORTANT EN LA Vida, Hijo Mio, ES SaBR Defender AUN. CON LA PROPIA VIM AQELLAC CAUSAC QUE CON SINERAMOT JUSTAL Y ENTONCES, Pape... RR Que S W EReS PERONICTA Te AFiLiatle AL RADIGLISMo? = 3« Comparen las siguientes afirmaciones de Jorge Luis Borges con la posicién de Kant y con la posicién utilitarista. 7A cudl de ellas estaria mas préximo Borges? ;Por qué? {Qué opinan ustedes de lo que dice Borges? “Ademés, hay una tendencia -mas que tendencia, hay el habito~ de juzgar un acto por sus consecuencias. E50 me parece inmoral; porque cuando uno obra, uno sabe si obra bien © mal. En cuanto a las consecuencias de un acto, se ramifican, se multiplican y qui- zs, al final, se equivalgan. Yo no sé, por ejemplo, si las consecuencias del descubrimien- to de América han sido malas o buenas; porque son tantas... ademas, mientras con- -versamos estén creciendo, estan multiplicandose. De modo que juzgar un acto por su consecuencia, es absurdo. Pero la gente tiende a eso; por ejemplo, un certamen, una guerra, todo eso se juzga segiin el fracaso o el éxito, y no seguin el hecho de que ética- mente sea justificable.” (Borges, Jorge Luis: Diélogos (con Osvaldo Ferrari), Barcelona, Seix Barral,1992, pag. 66.) 4- Aristoteles considera que la virtud consiste en el hibito de elegir el justo medio entre los extremos.Asi, con respecto al valor, Aristoteles dice que la temeridad es un exceso de va. lor, pues el temerario no siente miedo ni tiene conciencia del peligro; la cobardia es un de- fecto, pues al cobarde le falta valor para afrontar las situaciones difciles el justo medio es la valentia, pues el valiente actia con coraje pero es consciente del peligro y puede sentir Imiedo, aunque éste no lo paralice. Cul seria el justo medio y cuales los extremos (defec- to y exceso) con respecto a: el uso del dinero, decir la verdad, el amor? 5. A continuaci6n, reproducimos algunas de las ensefianzas morales de Jesucristo. Las mismas se hallan en el Nuevo Testamento. Comparen estas ensefianzas con las posiciones que he- ‘mos visto en este capitulo: “Bienaventurados los pobres de espiritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibiran consuelo.” “Bienaventurados los bondadosos, porque ellos seran duefios de la tierra.” “Alegraos y estad contentos, porque vuestra recompensa ser’ abundante en los cielos” “Habéis oido que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no hagais resistencia al mal, sino que, mas bien, si alguien te abo- fetea en la mejla derecha, preséntale tambien la otra, yal que te quiere hacer pleito Para quitarte el traje, déjale también la capa. A quien te obliga a andar una milla, acom- pafiale dos. quien te pide, dale (..) Habeis oido que se dijo: Amards a tu préjimo, y odiarés a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen.” (Evangelio segiin San Mateo.) © aCuiles de estos preceptos son propios de una ética fialista,o sea, de una ética que con- lera qué un acto es bueno si produce buenas consecuencias? (Por qué? © Cuil de estos preceptos coincide plenamente con la postura de Kant? ¢Por qué? para leer y pensar Fernando Savater ya fue presentado en el capitulo anterior. Este filésofo, como Aristé- teles y como los utilitaristas, también cree que el fin de nuestros actos es la busqueda de la felicidad. Pero rechaza que la felicidad sea entendida como mero bienestar. La felicidad es una exigencia de plenitud, tal vez ut6pica, pero que impide el conformismo, “De la felicidad no sabemos de cierto mas que la vastedad de su demanda. En ello resi- de precisamente lo que de subversivo pueda tener el término (...). La felicidad como anhelo es asi, radicalmente, un proyecto de inconformismo: de lo que se nos ofrece nada puede bas- tar, Se trata del ideal mas arrogante, pues descaradamente asume que tacharla de ‘imposi- ble’ no es atin decir nada contra ella, Imposible, pero imprescindible: irreductible. (...) El placer 0 la utilidad 0 aun el bien nada significan en cuanto ideales de la vida si no se los re- fiere a la felicidad, mientras que ésta se obstina en no dejarse agotar por ninguno de ellos, ni siquiera por su conjunto. (...) Felicidad es todavia lo que los politicos no se atreven a pro- meter directamente en nuestros dfas (...) y ello debe ser subrayado en honor del término. No sabriamos definirla, (...) pero suponemos que serfamos capaces de reconocerla si por fin nos adviniese. Lo cual, por decir lo menos, no parece seguro. Quizé lo que ocurre con la felicidad es que somos incompatibles con ella. Felicidad es aquello que brilla don- de yo no estoy, 0 atin no estoy 0 ya no estoy. Para ser feliz tendrfa que quitarme yo. Y, sin embargo, es el yo el que quiere ser feliz, aunque no se atreva a proclamarlo a gritos por las, calles del mundo (...). Decir ‘quiero ser feliz’ es una ingenuidad o una cursilerfa, salvo cuando se trata de un desafio, de una declaracién de independencia (..).” (Savater, Fernando: El contenido de la felicidad, Madrid, El Pais-Aguilar, 1994, pp. 17-19.) Epicuro fue un fildsofo griego que vivié entre los afios 341 y 270 antes de Cristo. Se lo considera el fundador del “hedonismo”, es decir, de la postura que sostiene que el placer es el dnico bien posible. Para Epicuro, el placer es el criterio para distinguir lo bue- no de lo malo: lo bueno es Io placentero y 10 malo es 1o que caus sufrimiento. Pero no todo placer es elegible, pues hay placeres fu- gaces que nos conducen al dolor, El, ser humano quiere ser feliz. Pero lo que pone trabas a su felicidad es el temor y el deseo. preciso examinar nuestros deseos para distinguir los que corte: ponderra exigencias de fondo y los que son creados artificialmen- te por el medio en el que vivimos. Stuart Mill se inspiré en Epicu- ro para formular su teorfa utilitarista, Pero mientras Stuart Mill ex tiende la exigencia de felicidad a todos los hombres, Epicuro se in- teresa por su felicidad y la de sus amigos. a ara leer y pensar @ een On 3) “Tenemos por un gran bien la independencia respecto de los deseos, ero no en la in- ‘encién de vivir siempre con poco, sino para que, si falta la abundancia, sepamos conten- famos con ese poco, persuadidos de que disfrutan mas agradablemente de la opulencia s6- lo aquellos que mejor saben prescindir de ella, conociendo que todo lo natural es facil de obtener, mientras todo lo superfluo se obtiene penosamente, Comidas sencillns nos procu- ran igual placer que una mesa opulenta, si gracias aellas se suprime toda especie de sufri- mmiento causado por la necesidad; pan ordinario y agua nos procuran cl placer soberano cuando los Hevamos con hambre a la boca.” Y dice Epicuro en sus Exhortaciones: “17, El més feliz no es el Joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida. Pues el joven, en la flor de la edad, esta sujeto a muchos cam- bios, Hevado por la suerte. En cambio, el viejo ha anclado en la vejez como en un puerto y {os bienes que antes anhelaba con desesperacién, ahora los posee eon una alegrfa segura. 35. No hay que despreciar lo que se tiene por el deseo de lo que nos falta, sino que de- bemos considerar que también lo que se tiene era antes un desea. 68. Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco 70. No hagas nada en tu vida que te cause miedo en el caso de que sea conocido por el préjimo. 71. A todos los deseos hay que preguntarles lo siguiente: ;qué me sucedera s ple lo que el deseo persigue? ;¥ si no se cumple?" (Epicuro. Obras, Barcelona, Altaya, 1998, pp. 78, 80 y 83.) Umberto Eco es un pensador y escritor italiano, conocido fundamentalmente por su novela El nombre de la rosa. Ade- mas de novelas y ensayos, Eco ha escrito numerosos articu- los en diarios y revistas en los que reflexiona sobre diferen- {es aspectos del mundo cotidiano: las modas, las manifesta- Ciones artisticas, los deportes. En este fragmento, Eco afirma que nos sentimos responsables por todo lo malo que sucede en el mundo pero al mismo tiempo nos sentimos impotentes, Estas sensaciones producen en nosotros una permanente an. Sustia moral. Angustia que no sentia Kant, quien desde un Pueblito alemdn escribia cémo debfa ser la conducta de los hombres. Kant podfa estar tranguilo con su conciencia porque no veia en view y en directo imagenes de guerras, hambrunas y otras injusticias que sufre la humanided, “Kant podia ejercitar su sensibilidad sobre las desventuras de los griegos y los tureos, ¥ quiza hasta de los colonos de América. (...) Pero de los indios sabia lo poco que de ellos decfan los libros de viaje, pues no podia haber visto ni la fotografia ni las imagenes moviles del cinemat6grafo; ningtin periédico le decia lo que les habia ocurrido el dia ante- rior (...). se cum- Feliz, pues, Kant, que podia sentirse contento s6lo con dar limosna a un mendigo y re- nunciar a ir al teatro! ( Nosotros, por desgracia, no. Responsables de todo un mundo que poseemos, cogniti- vamente, en la prictica nos sentimos débiles y cobardes (...) La angustia (el sentimiento de Ja impotencia culpable) es nuestro patrimonio de hombres morales de este siglo (...) El pro- greso ha agudizado, pues, mi sensibilidad moral, ha ampliado mi responsabilidad, ha au- mentado mis posibilidades, ha dramatizado mi impotencia.” (Eco, Umberto: “De la responsabilidad moral como producto tecnolégico”. En: Diario minimo, Barcelona, Peninsula,1973.) Félix de Aztia es un escritor espaol de novelas, ensayos y poesfas. El fragmento si- guiente est extrafdo de una novela breve Hamada Historia de un idiota contada por él mismo. Su protagonista es un hombre de este siglo que se empefia en investigar qué es la felicidad. Debido a esa busqueda, se vuelve incapaz de ser feliz. Con la felicidad pasa co- mo con el amor: si uno quiere entenderlo y explicarlo, deja de sentirlo. “Recordé una escena de mi infancia. Una prima mfa, mayor que yo, nos Ilevé al cine a los mas pequefios; la tarde de Navidad. Fue quiz mi primera experiencia del cine en co- lor, Proyectaban El mundo submarino, documental de divulgacién de un cientifico francés, leno de efectos infantiles. Desde las primeras imagenes me sent{ posefdo por una doloro- sa sensacién de placer total. Pero el arrebato ante los colores, Ia fantasfa, la monstruosidad incluso de aque! pedazo de mundo invisible, era excesivo para mis fuerzas. Asf que a los cinco minutos comencé a preguntarle a mi prima, con la insistencia de un perturbado, si~ faltaba mucho para que la cinta terminara. Cada cinco minutos repetia mi pregunta, “;Fal- ta mucho? Ti crees que se va a terminar en seguida?’, a lo que mi prima contestaba ca- da vez con mayor impaviencia, Pero ella no comprendfa la angustia asfixiante de aquel ni- jio descubriendo, por primera vez en su vida, el placer consciente: y su desesperacién por- que algo tan descomunal estaba sujeto al tiempo. ,Cémo podia terminar una cosa asf? Una cosa asf tenfa que ser eterna o no ser. ;Cémo podfa soportar el nifio que alguien descorrie- ra.una cortinilla, le mostrara el mundo invisible y luego volviera a cerrarla? “Ya tienes bas- tante’, decia el duefio de la cortinilla, Pero yo no tenia bastante. Nunea més tendria bastante. Yo nunca més podrfa aceptar que lo bueno de Ia vida fue- ra.un regalo ajeno y casual cuya duraci6n estuviese en manos del duefio del cine.” (De Aztia, Félix: Historia de un idiota contada por él mismo, Barcelona, Anagrama, 1993, pp. 121-122.)

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