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Otras formas de radiación electromagnética son las ondas de radio (como las de teléfonos
móviles y las de transmisores de radio AM y FM) y la luz visible. Sin embargo, debido a su
energía menor, estas formas de radiación no son ionizantes, y por lo tanto, los niveles de
exposición pública de estas fuentes comunes no lesionan las células. Aquí, al hablar de
«radiación» se hace referencia exclusivamente a las radiaciones ionizantes.
Contaminación frente a Irradiación
La dosis de radiación de un individuo se puede aumentar de dos maneras: por contaminación y
por irradiación. La mayoría de los accidentes radiactivos más importantes han expuesto a la
población a ambos.
Efectos de la radiación
Los efectos perjudiciales de la radiación (es decir, la gravedad de la reacción tisular) dependen
de varios factores:
La cantidad (dosis)
Con qué rapidez se recibe la dosis
Qué cantidad del cuerpo se expone
La sensibilidad de determinados tejidos a la radiación
La presencia de anomalías genéticas que alteran la reparación normal del ADN
Edad de la persona en el momento de la exposición
Estado general de salud de la persona antes de la exposición
Una única dosis rápida de radiación por todo el cuerpo puede ser mortal, pero la misma dosis
total aplicada en un plazo de semanas o meses puede producir menos efectos. Los efectos de
la radiación también dependen del porcentaje del cuerpo que resulte expuesto. Por ejemplo,
más de 6 Gy pueden ser mortales si la radiación se administra a todo el cuerpo. Sin embargo,
cuando esta se limita a zonas pequeñas y se administra durante semanas o meses, como
sucede en la radioterapia contra el cáncer, puede administrarse 10 veces (o más) esta cantidad
sin provocar un daño grave.
Ciertas partes del cuerpo son más sensibles que otras. Los órganos y los tejidos en que las
células se multiplican rápidamente, como el intestino y la médula ósea, resultan más
perjudicados por la radiación que los tejidos cuyas células se multiplican más lentamente, como
los músculos y las células cerebrales. La glándula tiroidea es propensa al cáncer después de
ser expuesta a yodo radiactivo porque este se concentra en la glándula tiroidea
Radiación y cáncer
Una exposición importante a la radiación aumenta el riesgo de cáncer porque lesiona el
material genético (ADN) de las células que sobreviven a la radiación. Sin embargo, la radiación
es una causa de cáncer menor de lo que se cree. Incluso una dosis de cuerpo entero de 500
mGy (más de 150 veces por encima de la dosis media anual de radiación de fondo) aumenta el
riesgo de un individuo de morir a causa de un cáncer a lo largo de su vida del 22% al 24.5%, lo
que significa únicamente un 2.5% de aumento del riesgo en términos absolutos.
En un feto o en un niño, el riesgo de cáncer producido por radiación es varias veces mayor que
el de los adultos. Los niños pueden ser más propensos debido a que sus células se dividen
más frecuentemente y porque tienen una esperanza de vida más larga, durante la cual pueden
desarrollar cáncer. Se estima que el riesgo de morir a causa de un cáncer a lo largo de la vida
de un niño de 1 año de edad al que se le realiza una tomografía computarizada (TC) de
abdomen aumenta cerca de un 0,1%. Recientemente, la preocupación por los posibles riesgos
debido a la TC ha dado lugar a controversia sobre si éstas pruebas se usan con demasiada
frecuencia. Debido a estas preocupaciones, los dispositivos y las técnicas de TC se están
optimizando para reducir la dosis de radiación. Los médicos también tratan de hacer una TC
sólo cuando es más precisa que otras pruebas que utilizan menos o ninguna radiación. Cuando
la TC es claramente la prueba más precisa, el riesgo resultante de no hacer un diagnóstico
correcto debido a haber empleado una prueba menos precisa es mucho mayor que el riesgo de
la TC.
Síndrome hematopoyético
Síndrome gastrointestinal
Síndrome cerebrovascular
La gravedad y la evolución de los primeros síntomas son bastante consistentes de una persona
a otra para una cantidad de radiación determinada. Por eso, a menudo el médico puede
calcular la exposición a la radiación de una persona en función del momento de aparición, la
naturaleza y la gravedad de los primeros síntomas. Sin embargo, la presencia de lesiones,
quemaduras o ansiedad severa puede complicar esta estimación.
El síndrome hematopoyético está causado por los efectos de la radiación sobre la médula
ósea, el bazo y los ganglios linfáticos, que son los principales centros de producción de células
sanguíneas (hematopoyesis). La pérdida de apetito (anorexia), el letargo, las náuseas y los
vómitos comienzan entre 1 y 6 horas después de la exposición a 1 y 6 Gy de radiación. Estos
síntomas desaparecen de 24 a 48 horas después de la exposición y la persona se siente bien
durante una semana o más. Durante ese periodo sin síntomas, las células productoras de
sangre de la médula ósea, del bazo y de los ganglios linfáticos comienzan a desgastarse y no
son reemplazadas, lo cual da lugar a una insuficiencia grave de leucocitos, seguida de escasez
de plaquetas y, más adelante, de eritrocitos. La escasez de glóbulos blancos (leucocitos) puede
conducir a infecciones graves. La de plaquetas puede ocasionar una hemorragia incontrolable.
La escasez de glóbulos rojos (anemia) causa fatiga, debilidad, palidez y dificultad respiratoria
durante el ejercicio físico. Si la persona sobrevive, al cabo de 4 o 5 semanas los glóbulos
sanguíneos empiezan a producirse de nuevo, pero la persona se siente débil y cansada
durante meses, y presentan un aumento del riesgo de sufrir cáncer.
El síndrome gastrointestinal se debe a los efectos de la radiación sobre las células que
revisten el aparato digestivo. Las náuseas graves, los vómitos y la diarrea pueden aparecer en
menos de 1 hora, tras una exposición a 4-6 Gy o más de radiación. Los síntomas pueden llevar
a una deshidratación grave, pero se resuelven al cabo de 2 días. En los siguientes 4 o 5 días
(periodo de latencia), la persona se siente bien, pero las células que revisten el aparato
digestivo, que normalmente actúan como una barrera protectora, mueren y son excretadas.
Tras este periodo vuelve a producirse diarrea grave, a menudo sanguinolenta, lo cual tiene
como consecuencia, una vez más, la deshidratación. Las bacterias del aparato digestivo
pueden invadir el organismo y causar infecciones graves. Quienes han recibido dicha cantidad
de radiación también sufren el síndrome hematopoyético, que provoca hemorragia e infección y
aumenta el riesgo de muerte. Tras la exposición a una radiación de 6 Gy o más, la persona
habitualmente muere. Sin embargo, con un tratamiento médico avanzado, el 50% de la
población puede sobrevivir.
El síndrome cerebrovascular se produce cuando la dosis total de radiación supera los 20-30
Gy. La persona manifiesta rápidamente confusión, náuseas, vómitos, diarrea sanguinolenta,
temblores y choque. La fase de latencia es breve o no aparece. En unas horas se produce un
descenso de la presión arterial, acompañado de convulsiones y coma. El síndrome
cerebrovascular es siempre mortal en unas horas o en 1 o 2 días.
Prevención
Tras una gran contaminación generalizada del medio ambiente por accidente en una central
nuclear o por la liberación intencionada de material radiactivo, se deberán seguir los consejos
de las autoridades de salud pública. Esa información suele ser difundida por televisión y radio.
El consejo puede ser evacuar la zona contaminada o refugiarse en el lugar donde se
encuentren. La recomendación de evacuación o de refugio dependerá de muchos factores,
como el tiempo transcurrido desde el escape inicial, si el escape ha cesado, las condiciones
climáticas, la disponibilidad de refugios adecuados y las condiciones del tráfico y las carreteras.
Si se recomienda refugiarse, es mejor hacerlo en una estructura de hormigón o metálica, sobre
todo bajo tierra (por ejemplo, en un sótano). Si no existe esa posibilidad o no hay un refugio
subterráneo disponible, el mejor lugar será a mitad de camino entre la parte superior e inferior
de un edificio alto, cerca del centro, y lejos de las ventanas.
Durante las pruebas de diagnóstico por la imagen que implican el uso de radiaciones
ionizantes, sobre todo durante la radioterapia para el cáncer, que supone dosis altas, las partes
más susceptibles del cuerpo, como el cristalino de los ojos, los senos de las mujeres, los
ovarios o los testículos y la glándula tiroidea, deben protegerse cuando sea posible (por
ejemplo, mediante el uso de protectores con plomo).
Tratamiento
Se procede antes al tratamiento de las lesiones físicas graves que al de la radiación, porque
pueden suponer un riesgo para la vida en un periodo más breve. La irradiación no tiene un
tratamiento de urgencia, pero se puede controlar cuidadosamente a la persona en busca de los
diversos síndromes para tratarlos a medida que surgen.
Se pueden reducir las náuseas y los vómitos mediante la administración de fármacos para
prevenir el vómito (antieméticos). Estos fármacos se administran de forma sistemática a las
personas sometidas a radioterapia o quimioterapia. La deshidratación se trata con sueros
administrados por vía intravenosa.
El dolor causado por las llagas o úlceras provocadas por la radiación se trata con analgésicos.
Si estas heridas no cicatrizan satisfactoriamente, con el tiempo se pueden reparar
quirúrgicamente con injertos de piel u otros procedimientos.
Las personas que sobreviven pueden necesitar un seguimiento periódico de las cataratas y de
los trastornos del tiroides, pero no es necesario otro seguimiento regular.