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EJERCICIOS DE VOCALIZACIÓN
AAAAAOOOOO AOAOAOAOAO
EEEEEOOOOO UIAOEUIAOEUIA
EAEAEAEAEA IIIIIIIOOOOOO
OEOEOEOEOEOE AIAIAIAIAIAIAIA
UEUEUEUEUEUE OOOOOOAAAAA
OOOOOOUUUUU AAAAAAUUUUUU
UIUIUIUIUIUIUI IOIOIOIOIOIOIO
OAOAOAOAOAOA UUUUUUAAAAAA
PRÁCTICA DE CONSONANTES
EJERCICIOS DE PROSODIA
¡Vaya!, ¡qué su-bli-me! Jamás había visto algo así. Me lo habían contado muchas veces,
una y otra vez: que mira que tienes que ir, que es im-pre-sio-nan-te. Pero yo nada, has-ta
hoy.¡Qué ma-ra-vi-llo-so!
Más rápido: en cursiva.
Guiones: más lento.
Nunca sabré por qué me dijiste eso. ¿Por qué me dijiste eso?, ¿cómo fuiste capaz? Claro
que alguno pensará que me lo merecía. ¡MENTIRA! YO JAMÁS LO HUBIESE HECHO. No
deberías haberme traicionado así.
Normal: intensidad media
MAYÚSCULAS: intensidad alta
Cursiva: intensidad baja
Las campanas siempre sonaban pobres y melancólicas cuando te sentía lejos, pero
repicaban pizpiretas y divertidas, sonoras y alegres cuanto más cerca te mostrabas. Ahora
ya no importa cómo suenen, dinámicas o sombrías, porque sé que no volverás.
Normal: tono medio.
Negritas: tono grave.
Cursivas: tono agudo.
EJERCICIOS DE ENTONACIÓN
Expresar con diferentes tonos para conseguir distintas sensaciones:
“Has tenido suerte”
Afirmativa, interrogativa, exclamativa, alegría, tristeza, enfado, sorpresa, susto,
satisfacción, alivio, seguridad, aburrimiento, ansia, informativo, nervios, gusto, asco,
desesperación, duda, timidez.
DRAMATIZACIÓN Y ENTONACIÓN
La abuela cada día comía mejor, pero cosía peor porque veía muy mal. Un día se
equivocó, y en un traje de caballero que le dieron para arreglar, a la chaqueta le puso, en
lugar de las mangas, las perneras del pantalón. Cuando la vecina se vino a quejar, la
abuela se disculpó:
– Ya me extrañaba a mí que su marido tuviera unos brazos tan largos…
Por eso, aunque los vecinos quisieran ayudarla, resultaba difícil: veía tan mal que nunca sabían
cómo iba a quedar lo que le dieran para coser. La mujer suspiraba:
– ¡Ay! Si yo tuviera unas gafas.
Cucho –que tenía diez años– pero parecía mayor, se fue a una tienda a ver cuánto valían
las gafas. El dependiente le preguntó:
– ¿Para quién son?
– Para mi abuela.
– ¿Para qué las quiere?
– Para coser.
– ¿Cuántos años tiene?
Esto no lo sabía Cucho y por eso contestó:
– Pues como una abuela, pero de las viejas.
El dependiente le entendió y le contestó:
– Calcula que unas siete mil pesetas.
El chico se quedó asombrado, porque no sabía de nadie que tuviera tanto dinero junto. Volvió a
su casa y le dijo a su abuela:
– Oye, abuela, mejor será que dejes de coser. No trae cuenta comprar unas gafas