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Mariana de Jesús Paredes y Flores, Santa (1618-

1645).

Santa ecuatoriana, nacida en Quito el 31 de octubre de 1618 y fallecida en


la misma ciudad el 26 de mayo de 1645, que fue proclamada "Heroína
Nacional" por la Asamblea Constituyente de 1946 y "Azucena de Quito" por
el Papa Pío IX en 1850. El apellido de Jesús se lo impuso ella misma al
entrar en la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco de Asís en 1639.

Hija de padre español y de madre quiteña, quedó huérfana a muy temprana


edad y fue criada por su hermana Jerónima. Adquirió la educación de la
mujer de su tiempo y sobresalió en el campo de la música, tanto por su voz
como por la destreza con que dominaba algunos instrumentos. Inclinada
desde muy niña hacia la vida de piedad, se entregó en su propia casa a la
oración y a la penitencia bajo la dirección del jesuita Alonso de Rojas. Uno
de sus biógrafos escribe que sus penitencias "fueron mayores de las que
naturalmente parece pudiera tolerar su cuerpo débil". En su vida, sin
embargo, no se dieron esos fenómenos extraordinarios que suelen abundar
en la vida de otros santos; sí destacó por la asistencia a los enfermos y
desgraciados. Intentó retirarse a hacer vida de anacoreta en las faldas del
Pichincha para ofrecerse a Dios como víctima por la protección de la ciudad
contra el volcán, pero la debilidad de su salud no se lo permitió. Ocurrió que
en 1645 un terremoto destruyó la ciudad de Riobamba, y Quito se veía
amenazada por las constantes sacudidas sísmicas que hacían presagiar el
peor de los desastres. Por otra parte, la ciudad se veía también afectada por
terribles epidemias de difteria y sarampión, que cobraba numerosas vidas.
Por lo cual, un día -cuarto domingo de Cuaresma de 1645-, después de
escuchar el sermón del Padre Alonso de Rojas y las súplicas encarecidas
que éste hacía a Dios para que cesara la peste de la ciudad, Mariana
exclamó con voz que todos los presentes pudieron oír: "¡Oh, Dios mío! os
ofrezco mi vida por mi pueblo". Desde entonces comenzó a amainar la
peste, y ese mismo día (26 de marzo de 1645) Mariana cayó enferma de un
extraño mal que le acarrearía la muerte dos meses más tarde en medio de
terribles tormentos, cuando apenas tenía 26 años de edad. Fue sentimiento
común de todos los quiteños de la época que Dios había escuchado la
oración de Mariana y había aceptado su vida por la salvación del pueblo.
Mariana de Jesús fue beatificada el 7 de octubre de 1850 por el Papa Pío IX,
y canonizada por Pío XII el 9 de julio de 1950. Sus restos reposan al pie del
altar mayor de la iglesia de la Compañía de Jesús, en Quito. La Asamblea
Constituyente le confirió el título de "Heroína Nacional" el día 30 de
noviembre de 1946.

Bibliografía

 JOUANNEN, J.: Vida de la bienaventurada Mariana de Jesús, Quito, 1941.

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