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1 2 La recopilación, redacción y realización completa

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3 MODERADORA DE TRADUCCIÓN Mich Fraser
Traductoras Amélie. Mich Fraser Tannia Maddox
Feña St. Clair Evarg7 Pagan Moore Sapphire Debby
TamiMiau Kari Mechita MODERADORA DE
CORRECCIÓN Debby Mich Fraser CORRECTORAS
Pagan Moore Cris Maddox Kari Camila Cullen
Getzee Mich Fraser Jessibel Nuwa Loss Daliam Caile
Juliee ivettelaflaca Lectura Final Florpincha y Daliam
DISEÑO Mich Fraser 4 MODERADORA DE
TRADUCCIÓN Sitahiri TRADUCTORAS Lita Leonor_92
Jane July Belikov Grey Maddox Sitahiri Kenzie
Blonchick Kari_Val 5 Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2
Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo
7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11
Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15
Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19
Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23
Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27
Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31
Capítulo 32 Epílogo Acerca del Autor Próximo libro 6
Para el mundo exterior, lucen como la realeza
americana, dando obras de caridad, alimentando a
personas sin hogar, reconstruyendo la ciudad. Pero
a puertas cerradas es una constante batalla por la
dominación entre dos jefes, culturas y corazones.
Ruthless People es una novela romántica de crimen
en el actual Chicago, tras la vida y matrimonio de
Anahi Nicci y Alfonso Callahan—rivales por sangre y
líderes a través del miedo. Su matrimonio fue
arreglado por sus padres con la esperanza de poner
fin a años de derramamiento de sangre entre los
irlandeses e italianos. Alfonso, el próximo en la línea
para dirigir a los irlandeses, cree que tendrá una
esposa de mente simple, una que puede controlar,
quien se dobla a cada necesidad de él… todo lo
contrario a Anahi. Criada para ser un jefe, un tirador
de primera clase, una maestra del disfraz, sin piedad
ni temor. Veinticuatro años más tarde, ella ha
logrado más que cualquier hombre incluso podría
soñar, matando a cualquier persona que se
atraviese en su camino. Ella sabe exactamente qué
tipo de hombre es Alfonso y preferiría morir antes
de abandonar el poder que ha pasado toda su vida
construyendo. Pero con ninguna otra familia de
izquierda, no sólo debe aprender a trabajar con
Alfonso sino con todo el clan Callahan. La mafia del
pasado está evolucionando y con los jefes rivales
disparando fuegos a ellos, Anahi y Alfonso tendrán
que encontrar la manera de trabajar como uno solo
para acabar con los que se interponen en su
camino, a la vez manteniendo las apariencias.
Poder, Familia y Respeto son todo. Advertencia: este
libro contiene lenguaje para adultos y temas
incluyendo la violencia gráfica y sexo explícito que
puede ser inquietante para algunos lectores. Este
libro no está destinado para los lectores menores de
18 años 7 1 Traducido por Lita Corregido por
Jessibel “Hay cuatro tipos de homicidio: Delictivo,
excusable, justificable y encomiable.” ~ Ambrose
Bierce LIAM Así que, hoy era el día. Bebí
directamente de la botella de brandy. Al diablo el
vaso. Estaba demasiado cansado para moverme. —
¿Piensas compartir? —preguntó Natasha, mientras
frotaba su cuerpo contra el mío. Le pasé la botella,
me recargué hacia atrás, mirándola verter el líquido
y bajarlo por su garganta. Dios, iba a extrañar esa
garganta, pero eso era todo. —Este es un día tan
triste. —Frunció el ceño cuando le quité la botella.
Si tan sólo ella se fuera después de nuestros
encuentros. Pero no tenía sentido botarla ahora
mismo. Nuestros encuentros estaban oficialmente
terminados, o mi madre exigiría mis bolas y mi
padre se las entregaría. —De nuevo, ¿cómo es que
se llama esta chica? —preguntó Natasha, rodando
encima de mí. 8 Apartando el pelo rubio de su cara,
pienso en todas las cosas que preferiría estar
haciendo en lugar de hablar, pero tengo que
reprimirme. —Anahi Nicci Giovanni —digo,
tomando otro trago. Ella hizo un mohín, y fue feo.
La mayoría de sus expresiones faciales eran feas,
pero no la conservaba cerca por su cara o su
cerebro, si vamos al caso. —Los matrimonios
arreglados eran cerca de los mil ochocientos.
¿Cómo puedes casarte con una chica que nunca has
conocido? Ni siquiera sabes cómo se ve. ¿Qué tal si
es fea o gorda? —preguntó. Hubiera sido un buen
punto si no importara quién era mi familia y lo que
hacíamos para vivir. —Ya te he explicado esto,
Natasha. Los Giovannis son una de las familias más
poderosas, si no la más poderosa en Italia y la
mayor parte de la costa oeste. Mi padre quiere
terminar con la rivalidad entre los Irlandeses y los
Italianos. Así que, inclusive si es fea, o gorda, o está
cubierta de malditas verrugas, cumpliré con mi
deber y me casaré con ella. —Apartándola de mí,
me pongo de pie. Sedric, mi padre, ha hablado de
este matrimonio por los últimos doce años. Sólo
tenía quince y quería probarme a mí mismo, así que
estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que
necesitara hacerse para enorgullecer a la familia,
como un maldito idiota. Debería haber dejado que
Declan se casara con ella, pero él ya había pirateado
su primera gran cuenta bancaria suiza, robándole
todo a los Rusos. Neal era demasiado viejo y ya se
había encontrado a su chica de escaparate. Como
todos los hijos, queríamos impresionar a nuestros
padres. Creí que no tenía otra opción, pero como
dije, fui un maldito idiota. —Podrías casarte
conmigo. Soy un cuarto italiana. —Natasha se rió y
rodó fuera de la cama. Iba a tener que quemar esas
sábanas o tal vez conseguir una cama nueva. —Ni
siquiera si el infierno se congelara y mi madre
estuviera seis metros bajo tierra —respondí,
tomando una toalla. —¿Y por qué no? —gritó,
sosteniendo la sábana contra su pecho como si
tuviera alguna modestia que proteger. La miro
directo a los ojos. 9 —Porque eres una mujerzuela,
una asquerosa, una zorra, una mujer que no tiene
importancia o cerebro, con nada notable excepto un
buen trasero y una garganta profunda. Caminando
hacia ella, beso el costado de su mejilla antes de
agarrar su dulce garganta. —Pero no estés triste.
Todos tenemos nuestros roles por cumplir y tú has
cumplido el tuyo. Tus servicios ya no serán
requeridos. Soltándola, tomé unos cuantos billetes
de mi billetera antes de lanzarlos en su dirección. —
No soy una prostituta —reprimió un sollozo. Odio a
las lloronas. Sonreí con suficiencia ante ello. —Sin
embargo, vas a tomar el dinero de todos modos. Me
dirigí al baño, y como no respondió, me volteé hacia
ella una última vez. —Vete, nena, y si piensas en
tomar algo más que el dinero que te acabo de dar,
no dudaré en matarte, dulce garganta o no. —Y lo
digo en serio. Yo era un Callahan. Nuestra palabra
era ley en Chicago y en la mayoría de la costa este.
La policía ya ni siquiera se molestaba con nosotros.
Al escuchar la puerta del dormitorio abrirse y
cerrarse, sonreí para mí mismo antes de meterme a
la ducha. Sería la última antes de conocer a mi
futura esposa. ¿A ella le gustan las duchas o los
baños? No me importaba, pero sólo probaba que no
sabía nada significante sobre ella además de su
fecha de nacimiento, 13 de febrero de 1990, y unos
cuantos hechos. Todo lo demás, su padre lo
mantuvo enterrado. No había fotos de ella en
ningún lado, ninguna cuenta de red social o licencia
de conducir. Nada, ni siquiera un maldito recibo con
su nombre en él. Era un fantasma. Si no lo supiera,
pensaría que no existía. Aunque, tenía sentido. Yo
haría lo mismo si fuera a tener una hija. Había
algunos locos en el mundo que no entendían lo que
significaba ser la descendencia de un líder de la
mafia. La familia era todo. Era lo único que mi padre
había infundido en nuestras cabezas desde que
éramos niños. 10 Regla Uno: Matas por la familia.
Mueres por la familia. Porque no puedes confiar en
nadie más. En mis vergonzosos años como pre-
adolescente, un idiota más viejo había creído que
sería gracioso empujarme por un tramo de
escaleras en la escuela. Esa noche, Neal y Declan
quemaron su casa hasta los cimientos, pero no sin
antes darle una golpiza que casi lo mata. Cuando
regresaron y le dijeron a mi padre lo que habían
hecho, les dio la llave del Porshe y me dijo que
tomara nota. Y las tomé, muy buenas notas. Era la
razón por la que ahora era la mano derecha de mi
padre en lugar de Neal, a pesar del hecho de que él
era mayor. Aunque a Neal no le importaba, él era el
músculo, mientras que nuestro primo Declan estaba
más detrás de bambalinas. Funcionaba a la
perfección. Regla Dos: No tomes prisioneros y no te
arrepientas de ello. Al salir del baño, ahí estaban
parados, mi padre, hermano y primo, todos vestidos
con los trajes más finos que el dinero podía
comprar. —¿Leíste los expedientes que te mandé, o
estuviste muy ocupado con tu puta? —preguntó mi
padre mirando los expedientes en mi escritorio con
el ceño fruncido. —Probablemente se detuvo
cuando no vio ninguna fotografía. —Declan sonrío
ampliamente desde la puerta mientras Neal se rió
disimuladamente. —De hecho, lo hice, pero me
importa un carajo a dónde fue a la escuela o cuál es
su color favorito. Lo único que necesitaba saber no
estaba en ese expediente. Hasta dónde sé, Anahi
Giovanni podría verse como un caballo italiano.
Sedric se puso en mi camino, ahí parado con toda su
altura, evitando que fuera a mi armario. —Padre…
—¿Has olvidado lo que está en juego aquí? —
Cómo… —No me interrumpas —se burló y después
dijo—: Pareces olvidar que la única forma en la que
vas a ser jefe de esta familia es a través del
matrimonio. —Ahí no hay nada sobre ella que me
importe. 11 Tomándome por el cuello, me fulminó
con la mirada. —Toma la maldita carpeta, hijo.
Saliéndome de su agarre, veo a Declan parado junto
a mi escritorio listo para darme la carpeta, mientras
Neal sólo está parado a un metro detrás, listo para
subirse al trasero de mi padre, si era necesario. —
No necesito la carpeta. La leí, maldición. Anahi Nicci
Giovanni. Edad: veinticuatro, nacida el 13 de febrero
en un hospital desconocido en el norte de
California, única hija de Orlando y Aviela Giovanni,
que emigraron de Italia cuando eran adolescentes.
Su madre murió cuando era joven y desde entonces
Orlando ha hecho de todo excepto encerrarla en
una torre. Ha recibido clases en casa durante la
mayor parte de su vida, hasta que fue a una
pequeña universidad pública en algún puritano
pueblo en medio de la nada, llamado Cascadia en
Oregón. Imagino que ahí es en dónde se inventó el
patinaje sobre hielo y la brillantina —despido a
Declan con la mano antes de ir a mi armario.
Poniendo la corbata roja alrededor de mi cuello,
tanto Declan como Neal resoplan a mi comentario
mientras mi padre se queda parado esperando más.
—Aparte de eso, ella es un maldito fantasma. No
hay fotos. Ni huellas. Sólo malditas migajas por toda
la costa oeste, mientras su padre mataba a cada
rival italiano y familia irlandesa en un radio de cien
kilómetros, antes de tomar el control de sus calles.
—Para cuando descubrimos que eran ellos, la costa
oeste estaba completamente cortada de nosotros.
Nada de nuestra producción podía entrar o salir sin
ser redado, el muy maldito, y ahora se estaban
abriendo paso al sur, encargándose de los carteles
mexicanos. Los italianos siempre tenían que
expandir su mierda y poner su nombre en todo. —
La primera y última vez que vi a Anahi, estaba
haciendo tiro al plato mientras su padre y yo
discutíamos la posibilidad de este contrato en su
oficina. Ni una sola vez esa pequeña cabeza oscura
suya erró, y tenía nueve años —dijo mi padre. —¿Se
supone que debo estar impresionado? ¿Nervioso?
¿Entusiasmado? Gracias a Dios, sabe cómo
dispararle a un plato. Sigue siendo una mujer como
cualquier otra. 12 No habló pero caminó al otro
lado de la habitación justo cuando tres ruidosas
mujeres comenzaron a golpear la puerta. —Alfonso,
apúrate. ¡Tienes que reunirte con el Sr. Giovanni en
una hora! —gritó la esposa de mi primo desde el
otro lado de la puerta. Tiene que haber un límite a
los límites que un familiar político puede cruzar. Si a
Declan no le importara tanto ella y ella no fuera
familia, estaría tentado a hacerle daño. —Encárgate
de tu mujer —le digo. Ninguno de ellos tiene
sentido para mí. Declan era callado, tranquilo y más
pálido que la nieve, mientras que Coraline era
ruidosa, extrovertida y bueno… negra. Mi padre
estuvo furioso de que no fuera irlandesa por cerca
de diez segundos antes de que se diera cuenta de
que no podía quejarse, ya que mi madre era
mestiza. —Alfonso, deja de masturbarte —dijo
Olivia, la esposa siempre tan atrevida de Neal. Todas
ellas estaban ahora infestando mi cuarto. —Ninguna
de ustedes fueron invitadas a entrar… Olivia se rió.
—Vimos salir corriendo de aquí a tu ramera como
alma que lleva el diablo, así que creímos que te
estabas alistando. Dando un paso, Neal y Declan le
sonrieron como tontos a sus esposas. —Si les
preocuparan sus vidas, las alejarían de mí rápido —
dije a través de mis dientes apretados. —¿Estás
amenazando a mis hijas? —preguntó mi madre. —
Sí, como siempre —dijo Coraline, riendo, antes de
darle un abrazo. Por supuesto, mi madre lo
devolvió, la traidora. —Por el amor de Dios.
¡Vayánse! —Iba a matarlos a todos. —No me
levantes la voz, jovencito. —Los ojos verdes de mi
madre se entrecerraron, haciendo que Neal se riera
descaradamente. —Dile, mamá —dijo él. 13 Yo le
suplico a ella. —Esos malditos ojos tuyos —
murmuró y sé que gané. Gracias, Jesús, maldición.
—Creo que hemos tenido suficiente por ahora.
Dejemos que el chico se vista en paz —dice ella, y
me hubiera ofendido por el comentario de chico,
pero sólo necesito que se vayan sin recurrir a la
fuerza mortal. —Haznos saber si necesitas ayuda
para vestirte, cariño —añadió mientras salían. ¿A
dónde carajos iba a ir, a una graduación? —Soy un
hombre adulto, madre. Sus ojos verdes se
entrecerraron. —Los verdaderos hombres adultos
no usan prostitutas. Ante eso, todos se ríen antes de
cerrar la puerta, pero todavía puedo oírlos. Esta era
otra razón por la que necesitaba casarme. No eras
un verdadero hombre irlandés hasta que tenías
esposa. Sin una, no importaba lo que hiciera, nunca
me ganaría el respeto que se me debía. Tomaría a
esta Anahi Giovanni y formaría una mujer digna de
gobernar a mi lado. Con el poder de su familia,
añadido al mío, sería dueño de todo antes de
cumplir treinta. Pensar en eso, y cualquier cosa que
el futuro trajera, hizo que mi polla se alzara. Sólo a
una pequeña parte de mí le preocupaba si era
atractiva o no. Su apellido y su abolengo me harían
correrme igual de bien. Por suerte, por lo que me
dijeron, ella ya sabía lo que hacía su familia. No
tenía el tiempo para entrenarla para lo que pudiera
esperar o el por qué mis ropas podrían estar un
poco sangrientas a veces. Me acomodo la corbata
antes de tomar mi arma y colocar mi nudillera en mi
bolsillo. Al abrir la puerta, mi padre está ahí parado
esperando, corrección, merodeando. Me mira de
arriba abajo antes de asentir con aprobación. Regla
Tres: Sólo porque vendes drogas para vivir, no es
una excusa para no vestirse bien. 14 —Aquí están
los expedientes financieros y bursátiles actualizados
de los Giovanni —dijo antes de darme una gruesa
carpeta mientras caminamos. Él y sus condenadas
carpetas. —¿Cómo conseguimos estos? —dije sin
pensar, y después contesté a sabiendas—. Declan se
está volviendo mejor. —Derrumbó el muro
protector esta mañana… mientras tú estabas dentro
de la señorita Briar —me fulminó con la mirada. —
Lo terminé —dije una vez que llegamos a los autos
esperándonos. Mi madre sonrió, besándonos a
ambos en la mejilla. —Con suerte, o tendría que
involucrarme —él le devolvió el beso a mi madre—.
Adiós, cariño, regresaremos en la mañana. —
Conozco la rutina. Hazme saber cuándo la hayan
conocido —dijo una vez que Neal y Declan entraron
en sus propios autos. Nunca usamos un solo
vehículo. Mi padre y yo viajamos por separado
mientras que Declan y Neal viajan juntos. Al entrar
en mi Audi negro, eché un vistazo a los expedientes
sabiendo que el momento en que comenzáramos a
movernos él llamaría. Cuando mi teléfono sonó, el
conductor simplemente lo conectó al Bluetooth del
auto. —¿Terminaste? —preguntó mi padre. Sonrío.
—El bastardo casi triplicó sus ganancias en menos
de un maldito año. —De algún modo también
infiltró sus drogas en territorios de Valero: Grecia,
Rusia y las malditas Filipinas. Tiene redes pasando
por la mayoría de Europa Oriental el maldito —
declara Declan a través de la radio. Aparentemente
estábamos en una conferencia telefónica. Hemos
tratado de meter nuestras drogas en ese lado del
mundo por los últimos cuatro años, pero los Valero
lo cuidaban más herméticamente que un padre en
vacaciones de primavera. Había tres familias más
fuertes que el resto. Los Callahan, los Giovanni y los
malditos Valero. Los Valero no eran nada más que
serpientes, no, gusanos arrastrándose en la
suciedad, comiéndose su propia mierda. 15 La
mayoría de ellos eran rusos, algunos alemanes,
todos ladrones robando mi propiedad y vendiéndola
como suya. —El hombre tiene una maldita
herradura de caballo y un duende por el trasero —
dije. Es el único modo en que podrían haberlo
logrado sin que Valero los llenara de balas. —Por no
hablar de que sus números están creciendo. Cuando
estaba en México, vi al menos veinte de los
hombres de Giovanni cuidando campos de heroína
subterráneos, ¿puedes creerlo? Ni siquiera puedo
comenzar a entender la cantidad de cosas científicas
que necesitan para hacer que eso funcione. Allá, el
nombre Giovanni hace que los hombres corran y
supliquen por sus vidas. —Táimid ag titi mar gcúl1…
y no me gusta estar atrás. No voy a quedarme
sentado ociosamente mientras nos sobrepasan.
¿Me entiendes? —Respondió mi padre—. Alfonso.
—Lo sé —suspiré, por la última maldita vez. —No lo
jodas. Con este matrimonio podemos arrollar a los
Valero y a todos los demás —añadió mi padre de
nuevo. —Gracias a Dios que el pobre bastardo no
tuvo un hijo —dijo Declan. —Nada es definitivo
todavía —respondió mi padre—. Incluso después de
que Alfonso se case con ella, llevará unos días si tu
madre se sale con la suya, y no solamente van a
darnos todo. Puede llevar meses para asegurarse de
que es nuestro nombre es el que infunde miedo en
los corazones de los hombres. —Alfonso, ¿puedes
hacer esto? Eres muy superficial. ¿Y si ella no está a
la altura de tus fuertes estándares? —El tono de
Neal era serio, y quise golpearlo con un tubo en la
cara. —Vete a la mierda. —No iba a joder esto.
Deberían saberlo llegado a este punto. La hija de
Orlando Giovanni era la llave para todas las puertas
—. Si no está a la altura, beberé hasta que no pueda
ver bien. O hasta que pueda convencerla de ver al
cirujano plástico de Olivia —estaba medio
bromeando. La gente fea no tenía que permanecer
fea para siempre. 1 Nos estamos quedando atrás.
16 —Jódete —espetó. —Genial, gracias Alfonso,
ahora va a estar fastidiando el resto del viaje —
suspiró Declan. —Para lo mucho que me importa —
asiento al conductor para que termine nuestra
llamada por mí. Necesitaba un momento, pero todo
en lo que pude pensar, era en la pequeña Giovanni
que iba a formar parte de mi vida. Sacando el anillo
del bolsillo de mi saco, miré fijamente al enorme
diamante que sellaría nuestros destinos. Ella era
italiana, que quería decir que era católica, como
nosotros, y eso quería decir: Regla Cuatro: Ningún
maldito divorcio. —Que los juegos comiencen —
susurré para mí mismo. Iba a hacer que esto
funcionara o moriría en el intento. Pero si ella era
como las mujeres que tuve en el pasado, estaría
bailando en la palma de mi mano, y no podía
esperar. 17 2 Traducido por Lita Corregido por
Jessibel “Incluso al asesinar, ten buenos modales.” ~
Confusio ANAHI —Srta. Giovanni, aterrizaremos en
m-media h-hora —tartamudeó el aeromozo.
Asintiendo, simplemente levanto mi copa, pero el
idiota estaba tan asustado que no pudo siquiera
servir bien el vino. Estreché los ojos ante las
manchas rojas en mi nueva chaqueta blanca de
Armani antes de fulminarlo con la mirada. Arrebaté
la botella de sus malditas manos. —Estoy tan… —
No digas lo siento —le dije en un bajo siseo—. Ni
siquiera estás en el umbral de sentirlo todavía. Sus
ojos se abrieron como platos antes de dar un paso
atrás y toparse directamente con Fedel, que ya tenía
la pistola apuntándole a la parte de atrás de su
cráneo. —Todo lo que realmente necesitamos es al
piloto, señora —dijo Fedel simplemente.
Quitándome la chaqueta, miré fijamente al idiota al
final de la nueve milímetros. Era joven, sólo unos
cuantos años mayor que yo. ¿Qué lo habría hecho
18 tomar el trabajo como un sobrecargo en mi jet?
Una mejor pregunta sería, ¿quién le dio el visto
bueno para ser un sobrecargo en mi maldito jet? Las
cosas que se hablaban aquí eran más delicadas que
las malditas cintas del Watergate. —Fedel, ¿cómo
fue que este idiota se subió al avión? —pregunté,
sólo medianamente interesada mientras Monte me
daba otro archivo. —Su hermana acumuló una
deuda bastante grande. Creo que él está tratando
de pagarla —dijo él, esperando a que le diera el
visto bueno. A veces él era tan propenso a disparar
a la mínima oportunidad. —¿Es por eso que estás
aquí? ¿Tu hermana es una adicta del crack? Frunció
el ceño, tragando el bulto en su garganta antes de
hablar de nuevo. —Cristal. Es demasiado temprano
para sangre. Niego con la cabeza a Fedel. Se
enfurruña por un momento antes de hacer lo que le
dije y bajar su Glock2 . —Si quieres saldar la deuda
de tu hermana, sería sabio que permanecieras vivo
y no derramaras mi Romanée-Conti, o arruinarás
chaquetas de novecientos dólares —le dije antes de
regresar al archivo frente a mí. —Sí, s-s-señorita. G-
Giovanni. N-no sucederá de n-nuevo. —Su voz se
escucha como un perro moribundo. Casi
compadezco a su hermana. ¿Era él todo lo que ella
tenía de ayuda? —Considérate bendecido Nelson
Reed, 997-00-4279, 1705 Blue Ridge Road — dijo
Fedel, asegurándose de que el idiota fuera
consciente de que no sólo sabíamos su nombre,
sino su número de seguro social y dirección. Sólo
porque no lo matamos hoy no significa que no
podíamos destruir su vida mañana. Fedel suspiró
antes de sentarse frente a mí. —Era una buena
chaqueta. Debería haberme dejado que lo matara.
—Mi padre no estuvo complacido con las manchas
de sangre que dejé en el último jet —sonreí con
suficiencia, levantando la foto de mi futuro marido.
2 Pistola. 19 Marido. Me encogí ante la palabra. No
negaría que era atractivo, muy atractivo, de hecho.
Pero yo necesitaría más que ojos verdes, cabello
castaño oscuro estilizado con estilo despeinado,
como recién acabado de tener sexo, y una sonrisa
encantadora. No era muy fornido tampoco, pero
parecía fuerte y rápido. —Su nombre completo es
Alfonso Alec Callahan, edad: veintisiete. Se graduó
de la preparatoria a los quince, y de Darthmouth a
los veinte —dijo Fedel, revisando las fotos. —
Déjame adivinar, ¿el primero de su clase? —añadí,
esperando a que vertiera más vino en mi copa.
Fedel así lo hizo antes de asentir. —Pero por
supuesto, nada menos que perfección para el perro
callejero irlandés. Eso no sólo aplica a las escuelas,
sino también a sus elegantes trajes de medio millón
de dólares, autos de lujo, casas vacacionales, fiestas
y putas. Eso consiguió mi atención. —¿Usa
prostitutas de lujo? —No debería sorprenderme
mucho, todos los hombres tenían sus juguetes. Yo
tendría que poner un fin a eso cuando nos
casáramos, pero lo entendía. El contrato de
matrimonio que nuestros padres firmaron hace
quince años declaraba que ningún lado toleraría la
infidelidad. Tenía menos que ver con el romance y
más con razonamiento estratégico. Las prostitutas y
los amantes casi siempre conducían a la caída de un
imperio. El momento en que te ponías a gusto con
el otro, los secretos eran divulgados y la información
era robada a mitad de la noche. Sólo era mucho
más fácil estar sin eso. —Ninguna que pudiéramos
encontrar. En su lugar, sólo les compra cosas bonitas
y brillantes como pulseras de diamantes, costosos
bolsos o zapatos de miles de dólares. A todas les
gustan sus zapatos —dijo con sorna, deslizando las
fotos de todas las mujeres con las que Alfonso había
estado. Era una lista bastante grande. Al menos
sería un amante experimentado, pero eso no
necesariamente quería decir que fuera bueno en la
cama. —¿Está limpio? —Si no lo estaba, podíamos
comprar cualquier medicamento que fuera
necesario. El noventa por ciento de todo ahí fuera
tenía una cura… con la tarjeta de crédito correcta.
20 —Como un maldito silbato —dijo Fedel, casi
decepcionado—. Por sus archivos médicos actuales,
está más sano que un caballo de carreras, lo que me
sorprende con la cantidad de brandy que bebe. Su
bebida preferida: Camus Cuvee. Tiene un maldito
vaso, o incluso la botella, en sus labios en cada foto.
No es depresivo o alcohólico, es… —Sólo irlandés —
añadí. Podían beber todos los días, de sol a sol, y
seguir caminando en línea recta. —Exactamente.
Por lo que he averiguado, es inteligente y también
muy hábil en combate mano a mano, siendo su
pasatiempo el boxeo. Parece que su papi querido ha
pasado la mayor parte de su tiempo forjándolo para
tomar su lugar. —¿No tiene acaso un hermano
mayor? —Sí, así es. Conozca a Neal Aiden Callahan,
edad: treinta y uno. Casado con Barbie Malibú, alias
Olivia Ann Colemen, edad: veintinueve, hace tres
años. — Levantó una foto de la feliz pareja. Neal era
todo músculos, con cabello castaño y ojos castaños,
mientras que su esposa parecía como una muñeca
Barbie de tamaño natural. En la muñeca de ella
había un pequeño tatuaje de un nudo celta con la
forma de un roble. —Un nudo Dara —le dije
mirando sobre las líneas. La ceja de Fedel se elevó.
—¿Un qué? No me repetí a mí misma pero
expliqué: —Significa fortaleza interna: permanecer
fuerte a pesar de las circunstancias a tu alrededor.
Parece que Barbie no le tiene mucho aprecio al
mundo en el que vive. —Bueno, seguro le gusta el
dinero que le da. No puede morder las manos que
le dan esos buenos Jimmy Choo. Dejando caer la
foto, esperé a que continuara. —En cuanto a su
marido, Neal, también es un orgulloso graduado de
Dartmouth, parece ser que por los pelos —añadió
Fedel—. Y también es un francotirador de primera
clase. Cuando no está matando gente a cientos de
metros de distancia, está jugando béisbol… un
montón. 21 —Así que el hermano es un idiota. ¿El
apellido de soltera de Olivia es Colemen? —Repetí,
enfocándome de nuevo en su esposa mientras tomo
otro sorbo—. ¿Cómo el Senador Daniel Colemen?
Fedel asintió, levantando una foto del hombre en
cuestión. —Sí, Senador Daniel Colemen, un
conservador de derecha presionado por un
gobierno más pequeño, y me pregunto por qué. Su
madre es una activa blogger liberal de izquierda,
que es el motivo por el que cual están divorciados, y
la antigua Sra. Colemen está ahora ayudando a los
niños necesitados de África como la cabeza de la
Organización Benéfica para la Juventud Global de
los Callahan. Ambos saben de la nueva familia de su
hija y lo aprueban. Sonreí ante eso. —¿Realmente
es una organización de beneficencia? —
Tristemente, sí. Cuando no están robando autos
para el mercado negro, organizando asesinatos a
sueldo, o vendiéndole heroína, crack o cristal a Suzy
al final de la cuadra, asisten a ballets y bailes de
caridad para mejorar su comunidad. —Sacude la
cabeza. —¿Y qué pasa con éste? —pregunté,
señalando al hombre al lado de Alfonso. Tenía los
mismos ojos verdes que Alfonso, sin embargo, el
hombre tenía el cabello más largo y de un tono
castaño más ligero. Supuse que la mujer
afroamericana a su lado tenía que ser su esposa. —
Ah, Declan Alvin Callahan… —¿Por qué carajos
todos sus segundos nombres comienzan con A? —
pregunté. Fedel mira alrededor para ver si tiene la
respuesta en algún lado en sus papeles. No
necesitaba saberlo, pero verlo retorcerse era
divertido. Italiano de primera generación como yo,
nos parecíamos mucho: el mismo tono de piel
olivácea, cabello negro y ojos cafés. Era mi mano
derecha, y de alguna forma, eso lo hacía más
cercano que un hermano. No obstante, nunca
quería que se volviera demasiado cómodo. Sin
importar lo ridícula que era la pregunta, o lo inútil
que pudiera parecer, su trabajo era conseguirme la
respuesta o morir en el intento. 22 —Parece ser una
tradición que comenzó en los mil ochocientos
cuarenta, después de que los primeros Callahan
llegaran de Irlanda —dijo al fin. Asintiendo, esperé a
que continuara. —Declan Alvin Callahan, edad:
veintinueve, casado con Coraline Wilson, edad:
veinticinco. Es el hijo del hermano mayor de Sedric,
al que Valero le tendió una trampa hace veinte
años, y fue asesinado por la policía de Chicago en
fuego cruzado. Desde entonces, Sedric ha criado a
Declan casi como su propio hijo. Coraline, la esposa,
es la hija de Adam Wilson, el gran dueño de un
banco. Por lo que sabemos, Declan fue el que
pirateó el sistema esta mañana, y robó esos
veintisiete millones de los rusos hace unos años. La
mayoría de ellos siguen sin saber que fue él.
Aquellos que lo sabían fueron asesinados, en su
mayoría por Neal. Qué adorable familia. —Coraline.
He visto su cara antes —declaré, mirando fijamente
la foto de la esposa de Declan Callahan. —Tal vez
porque si Robin Hood y la Madre Teresa tuvieran
una hija sería ella. Traté de no sonreír. —Explícate.
Dejó un despliegue de fotos sobre la mesa. En cada
una, Coraline o estaba dándole de comer a los
desamparados, o donando sangre, o
reconstruyendo casas y así. —Pasa más tiempo
dando toda su mierda que cualquiera de la familia.
Tan sólo el año pasado gastó casi nueve millones en
caridades, e hizo cerca de dos mil horas de servicio
comunitario. Es como si ella… —Se sintiera culpable
—declaré. Dar era normal. Dar para hacerte ver
como una mejor persona era normal, pero esto iba
más allá de eso. Eso podría ser un problema. Ambas
mujeres parecen amar el estilo de vida y odiar la
vida… genial. Al tomar el último par de fotos, sabía
quiénes eran, el mundo lo sabía. 23 —Sedric A.
Callahan, llamado así tras el primer Callahan, edad:
cincuenta y cuatro, y su esposa, Evelyn Callahan,
edad: cincuenta y uno, se aseguraron de que sus
hijos se criaran bien —declaró, bajando el
expediente. —Vamos Fedel, es malo juzgar —sonreí.
La verdad del asunto es que estaba ligeramente
impresionada, y se necesitaba mucho para
impresionarme. Podía ver que los ojos verdes de
Alfonso eran por parte de su madre, mientras que
los rasgos más oscuros por parte de su padre. Todos
eran muy bien parecidos, y por lo que podía ver,
todo era dado por Dios, con la excepción de Barbie
Malibú. Era bueno, pero podía ver que se había
hecho un trabajo. Aun así, todos parecían sacados
de una foto para Hallmark. Casi era repugnante. —
Señora, ¿por qué demonios Sedric está apartándose
y permitiendo que su segundo hijo tome su lugar?
No tiene sentido. He revisado sus expedientes
médicos y está sano. Me tomo mi tiempo
asimilando el calor del vino mientras miro fijamente
las fotos. Fedel estaba en lo correcto. La gente como
nosotros no sólo no nos hacíamos a un lado. No nos
retirábamos. Nos moríamos y entonces alguien
trataba de reemplazarnos. Pero creo que conocía a
Sedric un poco mejor, después de todo, mi padre
hablaba seguido de él. —Todo lo que sé es que él no
quería liderar pero no tuvo otra opción después de
la muerte de su hermano. Ahora se está lavando la
sangre de las manos para pasársela a sus hijos. Él
frunció el ceño sacudiendo la cabeza hacia la foto.
—Los irlandeses y su maldito drama. —Mi padre
también perdió a su hermano mayor, Fedel.
Nosotros los italianos tenemos drama. —Sí, bueno,
ellos todavía la necesitan más a usted que usted a
ellos. —¿Las esposas están involucradas en el
negocio? —pregunté, ignorándolo. Evelyn, parecía
demasiado dulce para estar empaquetando con su
cabello castaño rubio ceniza enrollado
elegantemente bajo un enorme sombrero para el
sol, 24 pero por otro lado, fue mi abuela quién me
había enseñado cómo disparar mi primer arma. Sólo
tenía siete años, y nunca había estado sin una desde
entonces. Fedel bufó. —No. Prefieren mantener sus
cabezas sobre el suelo, planeando fiestas,
asegurándose que todos asistan a misa los
domingos, yendo a caridades y fiestas mensuales.
Todas lo saben y lo aceptan con brazos abiertos,
pero no están al mismo nivel que usted, señora.
Sonriendo, mi mirada pasa a él. —¿Y en qué nivel
estoy? Fedel se ajustó la corbata antes de sentarse
derecho, su rostro vacío de toda emoción, los ojos
casi negros. —Usted señora, es despiadada, y ni un
alma en este planeta se atrevería a traicionarla.
Pondría una bala en nuestras cabezas si alguna vez
fuéramos desleales a usted o la familia. Usted es la
Jefa —respondió. Cuando le echo un vistazo a los
hombres que me rodean, asienten, sin hacer
contacto visual, pero conscientes de que estoy
viéndolos. Me hace sentir orgullosa. Ha necesitado
un montón de sangre, sudor y nada de lágrimas
asegurarse de que ellos, y todos los demás, supieran
que yo era la Jefa. Puedo ser hermosa, puedo ser
joven, pero era una Giovanni. Y los Giovannis
éramos, y siempre seremos, hermosos, pero letales
cuando nos traicionaban. Asintiendo, me recargo en
mi asiento, terminando mi vino mientras
descendemos. Ahora era la cabeza del Imperio
Giovanni, un hecho del que nadie excepto mis
hombres y mi padre estaban al tanto. El mundo
todavía creía que él era el Jefe, pero desde la edad
de dieciocho años, todo, las drogas, los asesinatos,
el dinero, habían sido dirigidos por mí porque mi
padre estaba muriéndose. El gran Orlando, Manos
de Hierro, Giovanni se estaba muriendo de cáncer
de colon etapa cuatro. El noventa por ciento de
todo ahí fuera tenía una cura, si tenías la tarjeta de
crédito correcta. El cáncer, sin embargo, era una
perra santurrona que caía en el diez por ciento que
no podía ser comprada. La ironía era que la mayoría
de la gente en nuestro mundo, pensaba que los
hijos hombres eran la única manera de mantener en
crecimiento nuestro imperio 25 clandestino. Mi
padre no lo creía. Él sentía que estaba bendecido.
Los hombres de nuestra familia todos parecían
morir del mismo tipo de cáncer, pero las mujeres
estábamos hechas de material más duro. Mi abuela
vivió hasta que tuvo ciento cuatro años antes de
morir mientras dormía, con una almohada bajo su
almohada. La razón por la que murió mi madre fue
debido a un accidente aéreo. Tenía seis cuando
comprendí lo que era mi familia. Era más inteligente
que la mayoría de los niños de mi edad, y a los siete
años de edad, estaba aprendiendo a disparar mi
primer arma. Para los once, estaba siendo instruida
en casa sobre álgebra universitaria, carteles de
drogas, y ante la insistencia de mi padre, combate
mano a mano. Para los diecisiete, conocía el
negocio como la palma de mi mano. Fedel estaba en
lo cierto. Pondría una bala en su cabeza en un
parpadeo si me diera una razón, y Fedel me caía
bien. —Srta. Giovanni, ahora estamos en Chicago —
me informó el piloto mientras me paraba de mi
asiento. Monte, mi guardaespaldas y tercero al
mando, abrió la puerta del avión, saliendo primero,
seguido por otros dos hombres cargando mis cosas.
El idiota, Nelson, parado al frente del avión
haciendo lo posible por no hacer contacto visual
con ninguno de nosotros cuando nos acercamos a
él. —Q-que t-tenga un b-buen día, Srta. Gio-van-ni.
Al darle mi chaqueta, me miró fijamente con los
ojos bien abiertos. —Llévasela a tu hermana y hazle
saber lo cerca que has estado de morir hoy, y
mientras lo haces, ve y encuentra tus bolas antes de
que te vea de nuevo. Con eso, salí y me encontré
con una reluciente limusina negra esperándome.
Deteniéndome al lado de Monte, traté de no poner
los ojos en blanco. ¿A dónde iba, a la fiesta de
graduación? —Monte, ve si puedes conseguirme un
auto, blanco… y pronto —suspiré. No quería que me
llevaran. Quería conducir. Necesitaba conducir. Era
una de mis cuatro S’s3 . Nadar, disparar, sexo y
velocidad eran las únicas cuatro cosas que podían
ayudarme a despejar mi mente. 3 En inglés,
Swimming, shooting, sex and speed. De ahí lo de las
cuatro S’s. 26 —Sí, señora —dijo él, sacando su
teléfono, ya hablando con alguien. Si Fedel era mi
mano derecha, entonces Monte era la izquierda.
Nunca era tomado por sorpresa. No necesitaba ser
reconocido o incluso visto, y sólo hablaba cuando
era necesario. A diferencia de Fedel y yo, él sólo era
mitad italiano. Su cabello rubio lo hacía destacar
como Donatella Versace en un Walmart. ¿Su
solución? Él sólo se lo afeitó casi todo. Fedel se paró
a mi lado y me pasó mi teléfono personal. Sólo
había una persona que tenía el número. —Ciao,
padre4 , ¿llamando para asegurarte de que me
subiera al avión? — pregunté, mientras Monte y
Fedel hacían arreglos para el nuevo auto. Se rió
antes de toser. —Il mia bambina dolce5 . Nunca
dudaría de ti. Después de todo, fuiste tú quién
renovó el contrato. El contrato estipulaba que me
casaría con Alfonso Alec Callahan y que uniría
nuestras familias por voluntad propia. Orlando y
Sedric habían firmado el contrato hace quince años
cuando lo crearon por primera vez. Después
necesitaba ser firmado por Alfonso y por mí en
nuestros cumpleaños número dieciocho, y una
última vez durante el primer año de matrimonio. —
Lo hice. ¿Y él? —pregunté, justo cuando un Aston
Martin blanco aparcaba frente a mí. Sonriendo, me
volteé hacia Monte y Fedel y asentí, eso era mucho
mejor. —No, todavía no. Pero su padre, sus
hermanos y él llegaran en cualquier momento para
hacerlo. —Prácticamente tosió un pulmón, pero
estaba acostumbrada. Tomando las llaves de Monte,
me deslicé dentro y le indiqué que se metiera,
también. Lo había hecho bien. Podía viajar a mi
lado. —Entonces supongo que eso quiere decir que
no ha visto el cambio todavía —esto iba a ser
interesante. 4 Hola, padre. 5 Oh, mi dulce niña. 27
—¿Te refieres a donde exiges ser mantenida,
informada y estar de acuerdo con sus futuras
decisiones concernientes al negocio? —Orlando se
rió—. Será bastante interesante ver su reacción. Esa
no es la posición normal que juegan las esposas.
Resoplé, empujando mi pie en el acelerador, una fila
de sedans negros tras de mí mientras salía del
aeropuerto. —No es negociable. Si quiere una
participación en mi imperio, entonces necesito
asegurarme de que no lo destruya. Su hermano
pirateó nuestros archivos esta mañana. Están al
tanto de cuánto valemos. Va a firmar, y va a aceptar
que no soy normal. No espero normalidad —dije,
volando por las calles alternativas que conducirían a
nuestra casa de Chicago. A pesar del hecho de que
nunca pasábamos tiempo en Chicago, ahora estaba
atascada aquí. —Tú les permitiste que piratearan
nuestros archivos —sonreí. Monte me miró
mientras sacudía la cabeza, pero se rió también.
Sabía de lo que estaba hablando aunque no pudiera
oír toda la conversación. Declan era bueno,
excelente, incluso. Era una de las tres personas que
podían romper mis muros de seguridad de primer
nivel, el segundo estaba muerto y la tercera era yo.
Si Callahan no aceptaba, lo que lo convertiría en un
idiota, entonces tendría a Declan enterrado justo al
lado del número dos. Odiaba a los piratas que
estaban contra mí. —Querida, si no fueras mi hija,
te temería. —Podía escuchar la sonrisa en su voz
por el teléfono. —Es porque soy tu hija que
deberías temerme. —En su día, Orlando podía
hacer que hombres adultos lloraran y suplicaran por
una bala. Si Orlando ponía las manos en ellos, el
dolor estaba garantizado. —Eres una de las mejores
que ha habido nunca. Pero no descartes a Alfonso
Callahan. Puede que te sorprenda, pero él es igual,
sino más, despiadado de lo que tú lo eres. —Él
estaba en lo cierto. Alfonso Callahan era un nombre
que muchos temían. Él era conocido como el Coco
del Este y yo era la desconocida Bruja Malvada del
Oeste. —Señora —Monte se aclaró la garganta,
sosteniendo mi teléfono del trabajo. 28 —Te veré
pronto. Addio6 —le dije a mi padre antes de colgar.
Monte puso el teléfono en Bluetooth. —Alégrame el
maldito día —dije, cruzando el límite de velocidad
mientras daba vuelta a la esquina. —Con gusto,
señora —respondió Fedel—. Ryan Ross, la mano
derecha de Amory Valero, la jodió en grande y
condujo borracho. ¿Adivine quién lo recogió? —
Fedel… —dije, mi voz enlazada con ira. Sabía bien
que no debía jugar adivina quién conmigo. —Tuvo
suerte que Brooks fuera el que lo detuviera y lo
trajera a nosotros. Está esperando en la habitación
bajo la casa, tan drogado que no puede ver bien…
pero sigue sin hablar. —Adiós, Fedel —dije,
mientras Monte terminaba la llamada. —¿Le alegró
el maldito día, señora? Sólo asentí, conduciendo
más y más cerca de mi futuro esposo, mi imperio y
algo de información nueva. —Sí, Monte, me
alegraron el maldito día. 6 Adiós. 29 3 Traducido por
Leonor_92 Corregido por Jessibel "El asesinato nace
del amor, Y el amor alcanza la mayor intensidad en
el asesinato" ~ Octave Mirbeau LIAM —Alguien es
sólo un poco presuntuoso —Declan se rió en el
teléfono—. Ella ya empacó, Alfonso. Y, por supuesto,
cuando mi auto se detuvo en la mansión de estilo
italiano, vi como algunos de los hombres de
Giovanni colocaban en su lugar unas maletas, que
imaginé eran las cosas de Anahi, en una parte
blanca cerca del otro extremo de la casa. Cuando
nos vieron, terminaron tan rápido como pudieron y
desaparecieron detrás de las esculturas de árboles
que se alineaban en la parte posterior. Todos eran
del tamaño de Neal y yo no podía dejar de
preguntarme cómo iban a encajar con nuestra
gente. Esta sería la fusión más grande del mundo
que la mafia había visto nunca. El irlandés y el
italiano eran como el inglés y el francés, por lo que
habíamos estado luchando durante generaciones.
—Ella es como el resto de ellos —le dije por
Bluetooth—. Enamorada de la tarjeta de crédito de
su papá. Pero desde otra mirada, no es tan mala
como Coraline. —O tu madre —dijo Declan, cuando
los autos se detuvieron. No podía negar que su
esposa era salvaje a la hora de gastar dinero. Ella se
aferraba a su tarjeta de plástico con las Quijadas de
la Vida, y Declan, siendo el bastardo azotado que
era, no podía resignarse a detenerla. Hubiera sido
genial si ella realmente gastara el 30 dinero en sí
misma o en la familia, pero no, ella tenía que
esparcirlo por toda la ciudad, llamando la atención
innecesaria a veces. La esposa de Neal, Olivia, era
todo lo contrario. Ella podía pasar por delante de un
niño hambriento y comprarse otro par de zapatos.
Yo, al igual que el resto de ellos, tendría que
permitir que Anahi comprara como loca, siempre y
cuando yo tenga todo lo que necesite. Colgando,
traté de resistir la tentación de sonreír como un
tonto. Sólo saliendo de mi Audi, pude sentir las
mareas volverse a mi favor. —Alfonso —dijo mi
padre, dando un paso a mi lado—. Tomaste la
iniciativa en esto. No voy a interferir con cualquier
cosa que suceda a partir de este momento. Si haces
esto, pasarás con éxito todos los obstáculos en
nuestro camino, y te permitiré tomar mi lugar como
Ceann na Conairte. Sin embargo, hasta que se firme
el contrato, ellos siguen siendo el enemigo. En caso
de que falles, busca consuelo en tu madre, porque
no encontraras ninguno en mí. No planeaba
hacerlo, pensé con amargura. Exteriormente, asentí
y puse mi cara de negocios. Declan y Neal imitaban
mi expresión. Habíamos hablado de los diferentes
escenarios que podríamos afrontar y estábamos
preparados para todos ellos. Neal tenía cuatro de
sus francotiradores fuera, y Declan había atascado
todas las frecuencias que no eran las nuestras.
También teníamos un auto colocado a menos de
una cuadra de distancia con los hombres a la espera
de la oportunidad de cortar las alas de Giovanni.
Eran el enemigo hasta que el contrato declarara lo
contrario. Yo estaba más que dispuesto a conseguir
los papeles firmados y continuar con la ascensión al
Ceann na Conairte. —Entrando —declaró Neal
desde mi izquierda, al mismo tiempo que las
puertas de la mansión se abrían, revelando a un
hombre mayor, que se veía cansado con una cicatriz
que iba desde la frente a la barbilla. —Bienvenido
Callahan a la villa Giovanni. El Sr. Giovanni ya está
esperando y me dijo que se iba a saltar las
formalidades por el momento. Yo te acompañaré
hasta su oficina. —El hombre mayor se inclinó como
si hubiera salido del jodido Downton Abbey7 . Sabía
que Declan se reiría sobre esto más adelante, pero
por ahora, estábamos trabajando. 7 Downton
Abbey es una serie dramática de la televisión
británica. 31 Asentí con la cabeza, porque no quería
perder el tiempo con formalidades tampoco. Todos
sabíamos por qué estábamos aquí, y no había
necesidad de esa mierda. Por lo general, mi padre
caminaba delante de nosotros, pero desde que yo
era el hombre clave hoy, seguí al anciano al interior
primero. La casa era hermosa, rica y muy
jodidamente italiana con azulejos de cerámica de
época, demasiadas estatuas, y el abrumador aroma
de las rosas. Se sentía más como un museo de la
antigua Roma que un hogar. Por último, el anciano
se detuvo y no se molestó en llamar antes de abrir
una puerta para nosotros. Dando un paso adelante,
por primera vez en mis veintisiete años, me
sorprendí. No se mostró en mi cara, pero
internamente, estaba sorprendido. —Si no es mi
familia criminal irlandesa favorita —dijo Orlando,
tosiendo y en una silla de ruedas. El hombre
conocido como Manos de Hierro había
desaparecido. El estudio de Giovanni estaba lleno
de pergaminos antiguos, con paredes de libros
desde el piso hasta el techo, con la excepción de un
gran ventanal, y muebles hechos a mano del siglo
XIX. Sin embargo, nada de aquí era más invaluable
que la visión de este viejo hombre lisiado. Su rostro
sin vello estalló en una sonrisa. —Sedric, los
entrenaste bastante bien. Ellos ni siquiera se
inmutaron. —Me siento insultado de que te des
cuenta de eso ahora —dijo mi padre, y con sólo una
mirada de reojo me di cuenta de lo que estaba
pensando. Estaba tan sorprendido como nosotros.
Él sólo lo escondió bien. En el mundo de la mafia,
Orlando Manos De Hierro Giovanni era toda una
leyenda. Las cosas que había hecho no podían
decirse en voz alta sin hacer que mucha gente se
enferme, o que se meen a sí mismos por el miedo.
Era uno de los pocos hombres que mi padre
respetaba, y de alguna manera, temía. Ambos
tenían un temor saludable hacia el otro, pero el
hombre delante de mí ahora parecía que no había
estado en la misma habitación con Manos de Hierro
durante años. Esto explica por qué quiere que
finalice esta fusión, pensé. —Por favor, tomen
asiento. El contrato está en el escritorio —nos dijo.
32 Yo sabía que mi familia no estaba haciendo un
movimiento. Sólo el Ceann na Conairte era capaz de
sentarse con el enemigo, así que me desabroché la
chaqueta mientras el resto de ellos flanqueaban a
los lados de mi silla. —Nosotros ya hemos leído el
contrato. Simplemente queremos ver que tu hija lo
firme —le dije. De hecho, lo había leído tantas
malditas veces, que me lo sabía línea por cada
jodida línea. —Léelo de nuevo, ella ya ha firmado —
dijo a través de una tos seca. Tentado a perder la
calma, miré a Declan, diciéndole con mis ojos que lo
leyera. Él podía leer tan rápido como yo, y no quería
que Orlando me viera cayendo en sus juegos.
Quería jugar limpio por ahora, pero no estaba por
encima de golpear a un hombre en una silla de
ruedas. —Alfonso —espetó Declan, devolviéndome
el papel. Me tomó un momento leer sobre las dos
líneas que se habían cambiado. —Estás bromeando.
—Me reí, entregándoselo a Neal y a mi padre—.
¿Estas pidiendo que ella básicamente cuide de
cómo dirijo mi empresa? Los ojos marrones de
Orlando se estrecharon. El hecho de que ya no tenía
cejas sólo le hacía parecer más enfermo. —
Preferimos el término imperio —afirmó. —Por
supuesto que sí. —Malditos italianos y sus imperios
—. Orlando, y te llamaré Orlando, no por falta de
respeto, sino porque sé que al final de esta noche
voy a tener un anillo en el dedo de tu hija. A tu hija
no va a faltarle nada. Ella será capaz de comprar el
sol dos veces si quiere. Va a ser atendida y tratada
como cualquier otra mujer Callahan, que es como
de sangre de la realeza. En mi cuidado, su imperio
será tratado con el mismo cuidado y reverencia.
Orlando me miró de reojo antes de cruzar sus
brazos débiles. —Palabras bonitas, muchacho. Y te
llamo muchacho, porque incluso si fueras de la
realeza, a pesar de ello, nunca serás lo
suficientemente bueno para mi hija. No pido que
ella te cuide. Anahi es inteligente y va a ser más que
útil. No tengo ninguna duda de que el imperio
estará bien. Tu hermano lo vio cuando pirateó
nuestros registros. 33 Por el rabillo de mi ojo, vi que
Declan se tensaba a mi lado. Nadie sabía que
pirateó sus archivos. Fue entonces cuando me di
cuenta de lo que habíamos hecho. Orlando quería
que viéramos cuánto perderíamos si no nos
rendíamos. —Orlando. —No trates de engatusarme.
Soy italiano, escribí el libro sobre eso. Así que toma
el acuerdo o aléjate. Esa es mi única oferta. Y en
caso de que no te hayas dado cuenta, no tengo
tiempo que perder. El viejo hijo de puta me cortó.
Deslicé mi mano izquierda hacia abajo y sentí la
manopla en el bolsillo de mi pantalón. Quería
golpear su cara. La vena al lado de mi cuello latía
densamente, como siempre lo hacía cuando me
volvía sanguinario. Mi visión comenzó a nublarse
con rabia. Yo sabía, sin duda, que mi padre estaba
esperando para ver lo que yo haría. Sea cual sea la
elección, él me apoyaría aquí y me putearía en casa.
No dejaría que nadie me representara, y mucho
menos un veterano a mitad de camino de su tumba.
No aquí, no ahora, ni nunca. La habitación estaba en
silencio mientras me levantaba, caminé hacia su bar,
y me serví una copa de brandy. ¿Quería jugar duro?
Lo mismo ocurriría conmigo. —¿Cuánto sabe ella
sobre la empresa, perdón, quiero decir imperio,
como ustedes lo llaman? —le pregunté mientras me
servía. —Suficiente. Mirándolo de reojo, me volví
hacia él. —¿Suficiente? ¿Eso es todo lo que me
puedes dar? Orlando, mírame aquí. Tú y yo sabemos
que ella puede ser inteligente, pero ningún padre va
a permitir jamás que su pequeña princesa vea las
cosas que vemos, o haga las cosas que hacemos. —
Ella aprende rápido considerando a las mujeres con
las que has estado, ¿no es eso suficiente? —Él tenía
un punto. Volviendo a donde estaba mi hermano,
bebí un poco más antes de inclinarme sobre el
escritorio de Orlando. Sería el mío pronto. —Neal,
querido hermano, ¿Qué te parece? —le pregunté,
tomando el bolígrafo de Orlando y apuntando hacia
él. 34 —Mientras ella cumpla con sus otros deberes,
¿por qué no? Cualquier cosa que ella no sepa, tú
puedes enseñarle. Puede ayudar a que se unan. —
Casi me dieron ganas de aplaudir. Me eché a reír
ante la idea. A veces Neal era tan sabio. —Y Declan,
querido primo, ¿qué piensas tú acerca de este
grosero, cambio de último minuto en el contrato?
Declan sonrió. —En el peor de los casos, vas a gastar
cinco minutos explicándole las cosas a ella. Además,
como que me gusta esta idea. Tal vez si las mujeres
supieran lo difícil que es hacer unos pocos millones,
no los gastarían tan rápido. Todos nos reímos y nos
volvimos a Orlando quien sonrió con esos malditos
labios agrietados. No estaba seguro de si era porque
estaba de acuerdo o porque todos los
medicamentos contra el cáncer estaban jugando
con su cerebro. Orlando Giovanni era más difícil de
leer que la mayoría. —Bueno, entonces, Orlando,
creo que me casaré con tu hija —le dije sin ninguna
emoción en mi voz. Declan me entregó el contrato
de nuevo. Antes de que el bolígrafo tocara el papel,
me quedé mirando la escritura meticulosa que
había escrito Anahi Nicci Giovanni. Quería verla
primero, pero firmé de todos modos. Mi padre
siempre me había dicho que debía elegir mis
batallas para poder tener energía para sobrevivir a
la guerra. Había demasiado en juego como para
negarme sólo porque quería obtener el visto bueno
de una pequeña princesa. Además, cuando
estuviéramos casados, la mantendría demasiado
ocupaba como para tener que cuidarla. —¿No vas a
querer un consejo de tu padre? —preguntó Orlando
mientras firmaba por mi alma. —Su novia, su
elección —dijo mi padre, hablando por primera vez
y con apenas tanta emoción como yo. Ninguna. —Es
mi elección —repetí, entregando al hombre
enfermo, mi futuro suegro, los papeles. Nos dimos
la mano y traté de esforzarme por no romperla a la
mitad— . Me gustaría ver a quién he escogido. 35 —
Pero, por supuesto —dijo, haciendo sonar una
campana que resonó por toda la habitación.
Acabando con lo último de su horrible brandy,
esperé. Cuando se abrió la puerta, sentí que mi
polla trataba de desprenderse. La chica que entró
era un patito feo con pelo grueso y desordenado de
color marrón oscuro, gafas oscuras y malditos
frenos. ¡A la mierda todos los siete niveles del
infierno! Gritaba mi mente. —Sólo piensa, campos
de heroínas del inframundo. ¿Cuándo vas a querer
el número de ese cirujano plástico? —Murmuró
Neal a mi lado. Podía oír la risa de nuevo en su voz.
Se preocupaba por esos campos de heroínas tan
malditamente, que podrías pensar que él mismo era
una jodida heroína. —Sra. Bianchi, ¿dónde está mi
hija? —preguntó Orlando, y mi presión arterial bajó
mientras mi polla se levantó esperanzada. Podría
jurar que escuché una risilla del anciano. —
Demasiado cerca la llamada de tu vida —pronunció
Declan, mientras esperábamos la respuesta del
patito feo. La chica tímida nos miró, pero no
respondió. En cambio, mantuvo los ojos clavados en
el suelo. Si ella no hablaba pronto, torcería su fea
pequeña cabeza. —Está bien, Adriana. El hombre
parado frente a ti es el prometido de Anahi. Puedes
hablar con libertad —le dijo Orlando, mientras yo
estaba perdiendo la maldita paciencia. Inclinándose
a nosotros primero, se levantó y me dio toda su
atención, de pie con tanto orgullo que casi me
distrae de su apariencia. . . casi. —Buenos días,
señor. La jefa está en una reunión en el sótano —
dijo, haciendo que todos nosotros nos
congeláramos. Todo el mundo en nuestro mundo
conocía esa puta palabra. —¿Es esto una especie de
broma? —¿Quién creen que ha estado haciendo
funcionar las cosas, mientras que yo muero,
señores? —Él se rió, antes de alejarse de nosotros
—. Si no me crees, eres libre 36 de ir al sótano. Pero
cuidado, no se encontrarán con una mujer que
necesita que le enseñen algo. Benvenuti famiglia
nella8 , Callahans. En llamas, me di la vuelta a mi
padre, que seguía mirando al enfermo en la silla. —
¿Sabías esto? —Lo miré, sólo para darle una mirada
penetrante de vuelta. Casi a diario, yo sabía que mi
lugar estaba debajo de mi padre, pero las mareas
estaban cambiando. Estaba en aumento, y
necesitaba saber si él había tenido información para
mí. —No, Alfonso, no era consciente. Parece haber
sido un secreto bien guardado, pero explica el
reciente crecimiento del Imperio Giovanni —
contestó, pareciendo un tanto desconcertado por el
pensamiento él también. —De ninguna jodida
manera una niña ha estado detrás de todo esto —
dijo Neal como un niño. —Llévanos a ella entonces
—ordené a la chica y ella asintió. Me gustaría ver a
esta Anahi y averiguar si ella era realmente la jefa
como ellos se habían atrevido a llamarla. —Sedric,
¿puedo compartir palabras contigo un momento?
Mi padre asintió con la cabeza, sin importarle lo que
yo elegí hacer. La última vez que volví a ver a
Orlando, ni siquiera se molestó en mirar hacia atrás
cuando nos fuimos. Debe haber sido un día triste
para él. Él perdería una empresa y una hija. No sentí
lastima por él, aunque, estaría muerto muy pronto.
El patito feo no habló, ni siquiera se molestó en
respirar, hasta que llegamos al final del pasillo que
estaba custodiado por dos de los hombres de
Giovanni. Por el rabillo de mi ojo, vi tanto a Declan
como a Neal llegando lentamente por sus armas. En
la mano izquierda de Declan, su celular estaba listo
para llamar por más armas si se trataba de un truco.
Pero mi instinto y el sentido común me dijo que
Orlando realmente estaba muriendo y quería casar
a su hija primero. Lo que no sabía era qué creer
acerca de dicha hija. —Señor. —Los hombres me
miraron antes de abrir la puerta, sólo para revelar
un ascensor con Fedel Morris al interior. Él era el
hijo bastardo de Gino Morris, uno 8 Bienvenido a la
familia, Callahans. 37 de los putos perros callejeros
que tuvieron las pelotas para irrumpir en nuestra
casa de seguridad y matar a quince de nuestros
hombres hace dieciséis años. Fue la razón de que mi
padre empujó por este maldito contrato. —Aquí es
hasta donde puedo ir, señor. Fue un placer estar a
su servicio — nos dijo Adriana y me dio una
pequeña reverencia de nuevo antes de dar un paso
atrás. —Sr. Callahan —dijo el perro con respeto
forzado, haciendo espacio para nosotros en el
ascensor. En el momento en que estábamos todos
dentro, Neal dio un paso al lado de él, claramente
buscando una excusa para apretar el gatillo. Sabía
que Neal estaba allí, pero no dijo ni una palabra, ni
siquiera se inmutó cuando Declan volvió a cargar en
voz alta. Todo lo que cualquiera de nosotros podía
escuchar cuando nos bajamos del ascensor era un
hombre sin aire mientras el agua salpicaba a su
alrededor. Estábamos un nivel por encima de donde
estaban ahogando al hombre. El sótano era sólo un
gimnasio gigante con un ring de boxeo en la
esquina. Habían limpiado todo en la planta baja
para hacer sitio a su prisionero. A medida que me
acerqué a la barandilla, los ojos cayeron sobre mí.
Los hombres me dieron una breve inclinación de
cabeza como si entendieran el cambio sucediendo
dentro de su empresa. Cada uno de ellos parecía
tan mortal como nuestros hombres, y todos ellos se
quedaron en silencio, permitiendo que el hombre
bajo el agua gritara para hacerse eco en todo el
espacio. —Suficiente —dijo una voz suave, y cada
hombre se irguió cuando la mujer más hermosa que
había visto en mi vida dio un paso adelante. Incluso
desde donde yo estaba, me di cuenta de que era la
perfección. Desde su cabello ondulado y negro, piel
aceitunada impecable y profundos ojos marrones, a
su figura perfecta de reloj de arena. El vestido
blanco hasta la rodilla que abrazaba cada una de sus
curvas tonificadas y, Dios, su apretado culo, mierda.
Sus labios exigían ser besados, y mi polla exigía
tener mi camino con ella en ese mismo momento.
—Anahi Nicci Giovanni, cabeza de la familia
Giovanni y la jefa —nos informó Fedel. 38 Neal se
acercó a ver a la diosa a continuación. —Santa
mierda, maldito hijo de puta —dijo, con la boca
abierta. —Neal —dije, sin emoción. La última cosa
que quería era que los italianos creyeran que
estábamos impresionados. Asintiendo con la
cabeza, Neal regresó al mismo monstruo frío que
necesitaba a mi lado. Declan encontró mi mirada
diciéndome que estaba en la misma sintonía que
Neal. Si no fuera por el jadeo terriblemente alto
proveniente del hombre debajo de nosotros, los
tres nos hubiéramos olvidado de que estaba allí.
Pero cuando miré más de cerca, me di cuenta de
quién era al que estaban ahogando. Ryan Ross.
¿Cómo carajos lo consiguieron? —Ryan, por mucho
que me gustaría prolongar esto, llego tarde a una
reunión con mi prometido, y odio llegar tarde —
declaró Anahi, mientras un hombre rubio daba un
paso adelante, sosteniendo sus joyas en una maldita
almohada blanca. —Al diablo contigo y tu
prometido. Tú no eres un buen coño italiano put...
—Antes de que pudiera terminar, uno de los
hombres que lo habían mantenido abajo estrelló su
puño varias veces en su cara. —Es jefa o Sra.
Giovanni —dijo el hombre, escupiéndole—. Nada
más. Nada menos. Anahi frunció el ceño e incluso
eso me hizo poner duro. Tenía labios hermosos. —
No quiero hacer esto —dijo, poniendo sus
pendientes antes de que le fuera entregado un
arma. Escupiendo la sangre de su boca, Ryan sonrió.
—Hazlo. Prefiero morir que hablar contigo, puta. —
¿Quién dijo que era para ti? —Anahi le devolvió la
sonrisa mientras dos hombres arrastraban a una
mujer sollozando hacia adelante y la colocaron en
una silla frente a la escoria. Los ojos de Ryan se
abrieron mientras él la miraba. 39 —Valero no sabe
acerca de tu amiga especial, ¿verdad? Ellos no son
magnánimos contigo jodiendo mujeres fuera de los
que ellos te ofrecen. Has intentado muy duro
mantenerla en secreto —dijo ella, caminando detrás
de él. Hizo hervir mi sangre lo cerca que estaba de
él. —¿Sabías que está embarazada? —preguntó
Anahi, causando que la chica se aferrara a su
estómago plano y sollozara aún más fuerte—. Dos
vidas salvadas si me dices lo que quiero saber. —Ella
cargó el arma. Él no dijo una palabra, ni siquiera
cuando la chica le rogó. —Así que ¿esa es tu
respuesta entonces, Ryan? —preguntó Anahi
lentamente—. La mataré. Él todavía no habló.
Suspirando, ella no disparó una, ni dos, sino varias
veces, deteniéndose sólo cuando el cuerpo sin vida
de la chica se cayó de la silla. Ella ni siquiera se
inmutó. En cambio, se acercó a la chica y vació el
resto del cargador en su cuerpo. Cuando terminó, se
volvió de nuevo a Ryan ahora salpicado de sangre,
sentado con los ojos abiertos y agitados. Esto debe
ocurrir a menudo, porque sus hombres trabajaron,
llevándose el cuerpo y limpiando la sangre en el
suelo, que no la había tocado. Trajeron una nueva
silla libre de sangre para que ella se sentara y le
entregaron un par de tacones. Todo lo cual ocurrió
en cuestión de segundos. Se movían como los
militares. —¿Me hace una hipócrita si todavía me
considero pro-vida? —Ella ni siquiera parpadeó
mientras entraba en sus zapatos blancos. —Ella es
tan jodidamente despiadada como tú —pronunció
Neal con incredulidad. En un instante, sin embargo,
ella había ido en contra de todo lo que siempre creí.
Este no era el papel que yo quería que mi futura
esposa jugara. Ella era demasiado hermosa para la
sangre y la oscuridad. Ella debería estar arriba,
hojeando catálogos y pintándose sus pequeñas
lindas uñas, o esperando en la cama por mí para
que yo la tuviera. No podía soportar esto, y este no
sería su papel. Yo iba a convertirme en el jefe y el
Ceann na Conairte. Ella estaría de pie a mi lado así
que los italianos caerían en línea. 40 No es que
pudiera negar lo sexy que lo encontré. Mi mente
odiaba esto… vio el peligro en esto... pero mi cuerpo
la deseaba dolorosamente. Mi polla latía por ella.
Declan rió a mi derecha. —Ahora mismo, deseas
que la cosa más grande con la que tengas que lidiar
fuera una adicta a la caridad por esposa. No podría
estar más de acuerdo. Yo tendría que arreglar esta
situación y rápido. —¡Todo el mundo fuera! —rugí,
haciendo que hasta el último de los habitantes de la
habitación me viera como si hubiera perdido la
cabeza. Los ojos que brillaron con más rabia fueron
los de mi hermosa, pronto-a-seresposa. Oh, bueno,
esta sería su primera lección. Había un solo jefe, un
solo Ceann na Conairte, y no era ella. 41 4 Traducido
por Leonor_92 Corregido por Jessibel "Cada
asesinato enciende una luz brillante y caliente, Y un
montón de gente. . . Tiene que salir de las sombras".
~ Albert Maltz ORLANDO —Gracias por haberle
mentido. Sé que no es tu fuerte. —Tosí. Con sangre
como siempre. No quería nada más que rasgar mi
maldita garganta de mi cuello. —Sí, bueno —dijo
Sedric, y me entregó una copa de brandy—. Un día
él puede darme las gracias por mantener la
identidad de tu hija en secreto. Con manos
temblorosas, me aferré a la copa antes de arrojar el
contenido en mi garganta. Ayudó a cortar lo que
este maldito cáncer provocaba, pero no por mucho.
—Ella es tu hija ahora. —Odiaba decirlo. Ni siquiera
podía mirarlo a los ojos. Me quedé mirando el vaso
vacío. Mis manos parecían tan extrañas para mí.
¿Cuándo me había convertido en este hombre?
¿Este hombre viejo, roto y cansado que estaba
frustrado viendo salir el sol por la mañana y la luna
llena en el cielo por la noche? ¿Cuándo me había
cansado de la vida? En mi juventud, todo lo que
hice fue vivir, algunos dicen que un poco
demasiado, pero yo sabía que esto iba a ser mi
futuro. 42 Incluso ahora no era suficiente. Yo quería
vivir más. Quería más. Era la maldición de ser un
Giovanni. Queríamos todo, incluso si no lo
conocíamos todavía. Me monté como un rayo y... —
¿Orlando? Saliendo de mi trance, me quedé
mirando al hombre canoso con gracia delante de mí,
con una ligera envidia. Incluso ahora, no aparentaba
más de treinta y tantos. Los Callahan, lo juro, habían
encontrado la fuente de la juventud. —Mis
disculpas. ¿Qué has dicho? —Fruncí el ceño,
tratando de incorporarme, pero mi cuerpo era mi
prisión y no pude. Caminando hacia mí, Sedric me
levantó lentamente con una mano. —Dije, ella
siempre será tu hija. Me gustaría saber por qué no
me dijiste sobre el cáncer. No lo habría usado en tu
contra. —Mentiroso. —No pudo evitarlo, una
pequeña sonrisa se dibujó en su rostro—. No quería
que alguien supiera, incluida Any. Pero esa maldita
chica es demasiado sangrientamente inteligente
para su propio bien y chantajeó a los médicos para
que se los dijera. —Riendo, agarré la botella de mi
escritorio, derramando unas gotas en mis manos.
Sedric asintió, mirando por la ventana mientras
bebía. —Cuando me enteré sobre ella, estuve muy
sorprendido y enojado que le permitieras a tu hija
atarse a la vida que hemos elegido. Tuve que verlo
con mis propios ojos, y viéndola cortar las manos de
dos hombres en México seguro hizo el truco. —Así
que la viste en un buen día. Su ceja se levantó, y lo
único que podía hacer fue resoplar. —No permito
que Any haga ninguna cosa. Ella no pide permiso.
Ella toma lo que quiere. En el momento en que he
descubierto lo que pasó, ya era demasiado tarde
para detenerla. Ni siquiera me di cuenta de cuándo
comenzó a tomar más. En un momento me estaba
ayudando a equilibrar la cocaína y las armas, al
siguiente, ella me decía que no me preocupara
porque ya sabía qué hacer. Traté de luchar contra
ella, pero los planes de la maldita niña siempre
salían tan bien. Me quedé sin palabras. 43 —Su
imperio nos ha necesitado alguna vez, pero no
ahora. Debo admitir, que lo ha hecho bien,
terriblemente bien, de hecho. Podrías haber
terminado el contrato —dijo, y tenía razón, pude
haberlo hecho. Cualquier jefe que se precie nunca
habría compartido su trono con otro, y sin embargo,
aquí estábamos. —Si Any fuera un hombre, nadie se
atrevería a negar que tiene la capacidad de ser el
mejor que alguna vez hubo. Pero siempre habrá un
tonto que crea que puede atropellarla, y ella nunca
dejaría de luchar. Si alguien la empujara a un rincón,
ella lucharía o derribaría el muro y los atacaría por
la espalda. —Me reí. Era una de las cosas que más
me gustaban de ella. Ese fuego en sus ojos me
recordaba mucho a su madre. —Mi hijo no va a
dejar que ella mande. De hecho, me temo que los
años de paz que hemos disfrutado en mi casa han
terminado. —Sedric sonrió y yo sabía que él estaba
esperando eso. Detrás de su acento pulido y el
comportamiento cortés, él disfrutaba del caos. Tenía
una vieja herida de bala en el brazo para probarlo.
—Pero —se volvió de nuevo a mí—, ese no es tu
único motivo, Orlando. Si tú hubieras pensado que
ella era una luchadora, la habrías encerrado
alejándola de todo en el momento en el que nació.
Los combates no te molestan. ¿Qué lo hacen?
Maldito bastardo irlandés, pensé mientras lo
fulminaba con la mirada. —La diferencia entre un
jefe femenino y uno masculino es que la mujer no
sólo vende su alma, sino también su corazón. Any
no ha sentido nada más que rabia en años. Ella
tiene una muralla a su alrededor y se mantendrá de
esa manera si no se casa. Incluso si ella fuera a
odiarlo, por lo menos sé que nunca estará sola. Ella
todavía tendrá una familia. Todo el mundo al que
alguna vez ha querido ha muerto, y yo estoy en ese
camino, también. A cambio, Any muere cada vez.
Sedric frunció el ceño, sacudiendo la cabeza. —Es
extraño. Tú crees que Anahi necesita a Alfonso para
poner fin a la soledad, y creo que Alfonso necesita a
Anahi para no tener miedo de estar solo. Tiene
todos los ingredientes de un Ceann na Conairte. Yo
lo sabía desde el primer día en que nació. Neal era...
no lo suficientemente fuerte mentalmente. Él no lo
tiene. ¿Pero Alfonso? Nació para ello. Está en su
ADN. Ya de niño le gustaba dejar su huella en todo.
—¿Pero? —Tosí. 44 —Pero detrás de la fachada de
Alfonso, anhela ser amado, y odia estar solo. — Él
frunció el ceño, odiando que tuvo que admitir la
verdad, y que esa era la verdad— . Él no está
enfocado como debería estar y es demasiado
compasivo a veces. Yo culpo a su madre por eso. —Y
la compasión es sólo para la familia —le dije. Él
asintió con la cabeza. —Él no tiene piedad en
muchas formas. Pero para ser el Ceann na Conairte,
no debe mostrar misericordia a nadie más que a su
familia. Tú eres frío. Distante. Disfrutas de la sangre,
la muerte. Alfonso mata, pero él no disfruta como
debería. Si lo hiciera, el Valero le temería, tanto
como te teme a ti, o debería decir, la mujer que
ahora está actuando como tú. —Debo pedirte algo,
Sedric —añadí, deseando más que nada no tener
que decir las palabras que estaban a punto de
liberarse de mis labios. —Sea lo que sea, dilo, y lo
haré —dijo, sólo haciendo que el dolor en mi
corazón arda más. Tragando mi orgullo asentí. —
Deseo que camines con ella por el pasillo. Hubo una
pausa, y buscó mis ojos. — ¿Estás seguro? Asentí
con la cabeza. My bambina dolce9 merecía caminar
por el pasillo y sentirse orgullosa. Ella discutiría
sobre lo orgullosa que estaba ya de mí. ¿Cómo no le
importaba que yo tosiera durante toda la
ceremonia, o que tendría que ser empujado por el
pasillo, o el hecho de que las personas se
concentraría más en mí que en ella? Pero me
importaba, y yo no quería eso. Si yo fuera y nuestros
enemigos vieran lo débil que estaba, tratarían de
usar eso contra ella, contra su imperio. —Voy a
llamar a Evelyn, y ella tendrá todo listo en tres días.
Tú puedes ver desde una habitación secreta. Nadie
te verá —dijo, con un gesto agradecido. Ofreciendo
más que eso, y que bien podría tallar mi corazón. —
¿No sientes como si fuéramos Pandora justo cuando
está por abrirse la caja? —le sonreí—. Ellos van a
traer el caos como nosotros nunca pudimos, y lo
hicimos simplemente con la esperanza de mejorar
su futuro. 9 Mi dulce niña. 45 Sedric rió antes de
terminar su brandy. —Sí, en una especie de
retorcida manera. —Vivimos en un mundo retorcido
—le contesté, cuando la puerta se abrió para revelar
a Adriana, una vez más. —¿Sí? —Sr. Giovanni, Sr.
Callahan. Lamento entrometerme, pero me dijeron
que viniera a buscarlos a ambos —dijo con la cabeza
hacia abajo. —¿Por qué es eso? —preguntó Sedric
con una frialdad en su voz que no había tenido
desde que nuestra conversación comenzó. —La Jefa
y el Sr. Callahan aparentemente despejaron la
habitación en el sótano para que pudieran estar
solos y nadie pudiera entrar. Pero, a los pocos
minutos, un arma se disparó. 46 5 Traducido por
Mich Fraser & Amélie Corregido por Cris Maddox Es
una lástima que no supieras cuando empezaste tu
juego de la muerte, que yo también estaba jugando.
—Robb White ANAHI ¿Quién carajos quiere morir?
Miré hacia el fondo de la sala, buscando el rostro de
la voz que se había atrevido a interrumpirme. Mi
sangre hervía. Alfonso, pronto-a-ser-el-jodido-
muerto, Callahan estaba caminando por las
escaleras, mis putas escaleras, con su sexy cabello y
sus ojos verdes más cortantes que las hojas de
afeitar. Era hermoso, y casi me arrepentí del hecho
que tendría que poner una bala en su cabeza y
luego aplastarlo a través de una pared de mierda. —
Entonces, ¿este es el hombre detrás de la perra? —
Ryan se rió. Antes de que pudiera detenerme, llevé
el extremo de la pistola a su cara y no paré de
estrellarla hasta que escuché un enfermo estallido.
Le gané a su inconsciencia y lo dejé sentado en la
silla, con los ojos cerrados por la hinchazón.
Limpiándome la sangre de mi rostro, tomé una
profunda respiración y sostuve la pistola para
Monte, antes de darme la vuelta y encarar al idiota
follable. —Te sobrepasaste, Callahan. 47 Me miró de
arriba abajo con tanto disgusto y lujuria. —¿Lo hice?
Creo que te equivocas, amor. Después de todo,
acabo de firmar un documento muy poderoso que
hace a todo esto mío. —¿Tu padre pagó por tu
diploma en Darmouth? Porque parece que no eres
bueno en la lectura —lo miré, tratando de no dejar
que las gruesas olas de lujuria que irradiaban de él
me molestaran—. Ese documento dice que trabajas
conmigo después de nuestro matrimonio, Callahan
y nosotros aún no estamos casados, entonces eres
un puto invitado en mi casa. Él sonrió y era sexy, así
que peligrosamente, quería matarlo por eso. —Sé
una buena novia y dile a tus mascotas que se
larguen, o voy a ponerlos abajo, cariño. — Sus
verdes ojos me evaluaron como si fuera su brillante
y nuevo juguete. No lo mates. No lo mates. Anahi,
mantén la calma y no lo mates. No iba a perder la
calma frente a mis hombres. Echando un vistazo a
través de la habitación, cada uno estaba parado con
sus manos tensas a sus costados, esperando que dé
la orden. Sólo un toque de mi cabeza sería la señal
para poner tantas malditas balas como fuera posible
en el hijo de puta que tenía delante de mí. —
Monte, Fedel, toma al Sr. Ross y despiértenlo. Si no
coopera, por favor muéstrenle la trasmisión en vivo
que tenemos de su hermano, quien también falló en
ocultarse, y la bomba en su casa. —Nunca rompí el
contacto visual con Alfonso—. El resto de ustedes,
márchense. Podía escuchar sus pies mientras
seguían mis órdenes y corrían como cucarachas a la
luz del día. Los únicos hombres que no se movían
eras dos que reconocí como el hermano y primo de
Alfonso. —Eso se aplica también a ustedes dos.
Sonrieron y miraron a Alfonso. Él me levanto una
ceja. —Ellos se quedan. Dando un paso hacia
delante, me detuve cuando él estaba a poco más de
una pulgada lejos de mí. Podía sentir su aliento en la
punta de mi nariz y sonreí dulcemente. 48 —Sólo si
están en bolsas de cadáveres —dije, caminando
alrededor de Alfonso y frunciendo el ceño a los dos
hombres que tenían que salir—. Tienen dos
segundos. Cambiaron sus ojos hacia el hombre de
pie detrás de mí antes de dirigirse a la puerta. En el
momento en que se cerró, me di la vuelta, con el
puño volando hacia su cabeza. Y se encontró con su
palma. Agarrando mi puño, me arrojó en la silla que
Ryan había ocupado. Ahuecó mi mejilla con una
mano y con la otra, sostuvo ambas muñecas
apretadas. —En primer lugar, ¿estás bromeando? —
dijo, jadeando en mi cara como un león ansioso por
la oportunidad de saltar a su presa—. No es
gracioso, en segundo lugar. —Rozó su pulgar sobre
mis labios—. En el momento que la tinta tocó ese
maldito papel, fuiste mía. Mía para follar. Mía para
el comando y mía para ponerte en tu maldito lugar.
Tercero —me besó brutalmente antes de alejarse—,
todo esto terminó. Tú te sientas a mi lado y te
quedas, hermosa, tal como una dama. Lo miré con
los ojos muy abiertos. —¿Eso es todo, maestro?
Sonrió, pero antes de que pudiera hablar otra vez,
lancé mi cabeza atrás y la aplasté contra su puta
nariz. Su cabeza se fue hacia atrás y su agarre en mí
se aflojó. Llevé mis rodillas atrás lo suficiente para
patearle la entrepierna. Lo que hizo que me liberara
por completo. —Maldita —empezó, pero no lo dejé
terminar de hablar antes de girar mis piernas
debajo de él. Con mis tacones Gucci ahora en
ruinas, en su cuello, me fulminó con la mirada. —En
primer lugar —dije, presionando su cuello—.
Acostúmbrate a esta posición, porque tú eres mi
perra y no al revés. En segundo lugar, ¡ni se te
ocurra poner tus putos labios en los míos sin mi
permiso! Torció mi pie y me llevó hasta el suelo,
fijándome allí con el peso de su cuerpo, antes de
que pudiera llegar a mi tercer punto. Furia ardía en
sus ojos mientras más o menos respiraba por la
nariz. —Mi madre me dijo que no golpeara a una
mujer, pero estás empujando mis límites. —Es
curioso, mi padre me dijo lo mismo. ¿Quieres que
me disculpe? —apreté mis pulgares en sus ojos,
obligando a sus manos a dejar mi garganta. 49
Luchamos y luchamos en el suelo como animales
salvajes antes de que él me levantara y me tirara
contra la pared más cercana. Tomé una silla y la
aplasté contra su costado. Esto siguió y siguió, cada
uno de nosotros haciendo lo posible por matar al
otro sin llegar a matarnos el uno con el otro.
Cuando aterricé una patada en su costado, me
agarró como un muñeco de trapo y me lanzó a
través del cuarto. Eso no fue nada. En lugar de
sentir dolor, salté hacía arriba. Mis tacones ahora se
había ido y el vestido había sido cambiado sólo para
encontrarse rasgado por los costados. Su chaqueta
se había perdido en la batalla, su camisa fue
arrancada y su corbata apenas colgaba alrededor de
su cuello. Su cabello estaba despeinado aún más y
sus ojos eran más salvajes que una maldita jungla.
Cuando mi puño chocó con su mejilla, sacó su arma
y la dirigió directamente a mi cara. Se detuvo
cuando tuvo una buena mirada de mí. Jadeando
como una bestia, la lujuria en sus ojos volvió con
toda su fuerza. Sin pensarlo dos veces, me empujó
contra la pared antes de atacarme con besos. Su
boca estaba en todas partes, desde mi cuello hasta
la parte delantera de mi pecho, a los lados de mi
cara, antes de encontrarse con los míos de nuevo.
Agarró mi culo con una mano y mi pecho con la
otra, que aún sostenía su arma. Sentí su erección
presionando contra mi cintura, haciendo todo lo
posible para encontrar su camino dentro de mí. Sus
acciones eran bárbaras, casi animales, como un
hombre muriendo de sed y la única fuente de agua
era mi piel. Me encantó cada momento. Pero no lo
dejaría ganar. No me inclinaría a él. No hoy. No
mañana. Ni nunca. Estaba tan ocupado tratando de
averiguar cómo conseguir la cremallera de mi
vestido abajo que quitarle el arma era como quitarle
un caramelo a un bebé. Frenéticamente frotándose
contra mí aún más duro, más cerca, estuvo a punto
de dejarme el arma. Con un gran empuje, obligué a
su cuerpo a separarse del mío, que
sorprendentemente perdió ya su calidez. Él me miró
con desesperación. Apunté la pistola y apreté el
gatillo, haciendo que su pierna se doble. Empezó en
estado de shock cuando la bala le atravesó el muslo
y luego rugió de dolor mientras caía de rodillas. Eso
es lo correcto, saluda al jefe. 50 —En tercer lugar, si
alguna vez me interrumpes de nuevo, Alfonso Alec
Callahan, que Dios se apiade de tu alma cuando la
envie con él —le di un beso en la mejilla y eliminé el
clip del arma, junto con la bala, antes de caminar
hacia la puerta. Cuando la abrí, mis hombres
estaban con las armas sobre Declan y Neal quienes
reflejaban sus poses. Eso explicaba porque ninguno
de ellos había entrado. No pudieron comprobar la
puerta sin poner la espalda al enemigo. Mis
hombres me miraron de arriba abajo con orgullosas
sonrisas en sus rostros. —¿Qué le gustaría que
hagamos con ellos, señora? —preguntó uno de
ellos, sonriendo aún más amplio que el resto.
Antonio odiaba a los Callahan tanto como Fedel lo
hacía. No estaba tan cerca de mí como de Monte o
Fedel, pero era muy leal. Él y su padre habían
trabajado para Orlando mucho antes de que yo me
hiciera cargo. La adquisición de él en la línea
significaba conseguir a los mayores, los que todavía
estaban amargos de que yo, una mujer joven, ahora
fuera jefa y cayera en la línea. Me giré hacia mi
familia de ley y les sonreí antes de llegar a estrechar
sus manos. —Me disculpo por no ser propiamente
presentada. Como saben, soy Anahi Nicci Giovanni,
pero ustedes pueden llamarme Any. No se dieron la
vuelta. En su lugar observaron, sus armas aún
levantadas. —Oh, cierto —fingí olvidar—. Tú
hermano está un poco golpeado y necesita a un
médico. Pero no te preocupes, el tiro fue limpio a
través de él. Podrá caminar en un par de horas. Tal
vez quieras comprobarlo y tendré a Adriana
mostrándoles sus habitaciones. Asentí con la cabeza
a mis hombres, dirigiéndolos a soltar sus armas,
fruncieron el ceño pero cumplieron, antes de
seguirme hacia el ascensor, que se abrió para
revelar no sólo a mi padre, sino también al más
viejo señor Callahan. Haciendo que me diera
cuenta, una vez más, que los Callahan fueron
bendecidos con un poco de demasiada belleza para
mi gusto. Mi padre me miró de arriba abajo antes
de sacudir la cabeza y suspirar, mientras Sedric se
quedó mirando sin expresión en su rostro. —¿Mi
hijo te hizo esto? —preguntó, mirando mis brazos y
las piernas ligeramente magulladas, labios heridos y
cabello desordenado. 51 —Fue un pequeño
desacuerdo. —Sonreí—. Y yo le disparé por ello. Si
no fuera mi futuro marido, hubiese sido peor.
Espero que podamos ser debidamente presentados
más adelante Sr. Callahan, ya que su trabajo pasado
me parece fascinante. Y con eso me metí en el
ascensor, ya que se volvió a abrir. Fue sólo cuando
las puertas se cerraban que vi al hermano y primo
de Alfonso lanzarse de nuevo a la habitación para
recogerlo. Detuve mi risa. —Me sorprende que no
le dispare en la rótula por esa mierda, señora —dijo
Antonio mientras subimos. Sonreí. —¿Qué voy a
parecer con un marido discapacitado, Antonio?
Cuando llegamos a la planta superior, me dirigí
directamente a mi habitación. Lo tenía en
asociación con mi padre una vez que llegó a estar
peor. Casi suspiré a la sensación de la alfombra
suave en mis pies descalzos. Esta habitación, mi
habitación, era mi santuario. El día que me hice
cargo, lo remodelé a una del siglo XVIII, más la
decoración de pinturas romanas incluidas.
Cambiándome en un traje de baño blanco y dorado,
me dirigí hacia la piscina. Me sentía sucia y
francamente cansada, pero lo último que quería era
que los moretones en mi piel se quedaran más de
unas pocas horas. La forma de evitarlos era tomar
un baño en agua con hielo. Picaría al principio, pero
a las pocas horas, mi piel y mi mente, estarían bien,
como nuevas, limpias. Dios sabía que estaba jodida
ahora. Todavía podía sentir sus manos sobre mí,
exigentes y posesivas. Sus labios mientras mordían
mi cuello, mi oído, y por fin mis labios. No sólo era
un buen besador, era un besador sensual. Él quería
asegurarse de que, con sólo un beso, estaría mojada
por él y dispuesta a ceder. Si hubiera sido cualquier
otra, habría funcionado. No había ninguna duda en
mi mente que él sabía qué hacer y cómo hacerlo. Él
era una fuerza, y a mí no me hubiera importado, si
no hubiera entrado en mi casa y tratado de
convertirme en su pequeña esposa perfecta. En la
piscina, me estremecí, pero necesitaba tratar de
escapar. No podía, sin embargo. Fue allí abriendo
paso hacia el frente de mi mente. Lo odiaba. Lo
detestaba. Lo deseaba, y me enojé conmigo misma.
Incluso en el agua fría, mientras nadaba, lo 52 sentí
presionando contra mí. Sentí la electricidad de sus
manos, su lengua sensual. No podía negar que lo
quería. Tendría que encontrar la manera de tenerlo
y, al mismo tiempo, hacerle entender que no estaba
rindiéndome a su voluntad. Ni siquiera de cerca. Fue
mi elección. Iba a ser bestial y salvaje, y una manera
para relajarme. Cuando finalmente volví a tomar
aire, allí estaba él, el objeto de toda mi ira, rabia, y
lujuria, sentado junto a la piscina con un traje fresco
y un vendaje sobre su pierna, una pierna estaba
descansando en mi silla de piscina. Saliendo del
agua, cogí mi toalla mientras sus ojos recorrieron mi
cuerpo. —¿Ves algo que te gusta? —le pregunté,
exprimiendo el agua fría de mi pelo. Frunció el
ceño. —Lamentablemente sí, pero es una ilusión. En
el momento en que te acercas, te conviertes en una
despiadada salvaje que te dispara en el muslo con
tu propia arma. —Si me convertí en una salvaje
despiadada, fue sólo porque otro salvaje implacable
entró en mi arena. Si vienes por una disculpa, busca
en otra parte. Ahora, sal de una puta vez —dije.
Sorprendido, se levantó. En el momento en que me
senté, me agarró la mano y vi en sus ojos que él
sentía la chispa que corría a través de nosotros. Se
inclinó, atrapando mi mirada en la suya propia. Se
detuvo a pocos centímetros de mi cara antes de oír
un clic cerca de mi muñeca. Mirando hacia abajo, vi
que había esposado mi muñeca y tobillo a la silla. —
Después de la exhibición anterior, creo que
necesitas un tiempo fuera. —Él se rió entre dientes,
besando mi frente como si fuera una mascota o un
niño—. Nadaste tanto tiempo que te perdiste la
cena, así que te hice un favor y traje algo. — Señaló
el plato que era sólo alcanzable con mi mano libre
—. Vendré a recogerte en la mañana. —¿Qué te
hace pensar que no puedo abrir una cerradura hijo
de puta? —me burlé, tirando de la maldita esposa.
—Llené las cerraduras con cemento. No puedes
abrirlas cariño, créeme, yo las he usado antes —
dijo, rozando el lado de mi cara—. Si alguna vez
sostienes un arma contra mí otra vez, Anahi, voy a
esposarte al revés y bajo el agua. 53 Me besó de
nuevo, esta vez en la boca, y con mi mano libre, le di
una bofetada en la puta cara. Su cabeza se echó
hacia un lado antes de que él se volviera hacia mí y
me guiñara un ojo. Petulante, hijo de puta sexy. Con
su mano libre, deslizó un odiosamente gran anillo
de compromiso de diamantes en mi dedo. Lo soltó y
agarró unas cuantas toallas, dejándolas caer sobre
mí, y se dirigió hacia la salida. —Di que lo sientes y
te liberaré ahora, cariño, y luego podemos empezar
de nuevo. Él estaba tratando de romperme, hijo de
puta. —Vete a la mierda y el Audi en el que viniste
también. Frustrado, se pasó las manos por el pelo
antes de sacudir la cabeza. —Vamos a hablar más
tarde, entonces. Come. No me gustaría llevarte a
casa de mi madre enferma. Me aseguraré de que la
habitación se mantenga caliente. Envié a todos los
demás a la cama por la noche. Buenas noches,
esposa. —Vete a la mierda, prometido —dije,
reclinándome en la silla. Estaba bien hasta que
apagó las luces y cerró la puerta. Él no lo sabía.
Nadie sabía a excepción de mi padre. Tenía un
miedo irracional a la oscuridad. A pesar de que
todavía estaba la luz tenue de la piscina que
iluminaba el área pequeña, todavía podía sentir el
miedo arrastrándose por mi columna vertebral. No
había manera en el infierno que pasara la noche
aquí. Suspirando, traté de calmarme antes de
tirarme con la silla a la orilla del agua antes de
saltar. Iba a salir de esto esta noche, incluso si
tuviera que romper mi mano para hacerlo. Con
suerte, la silla se rompería contra las paredes
primero. De cualquier manera, él no iba a ganar. 54
6 Traducido SOS por Amélie & Tannia Maddox
Corregido por Cris Maddox “Los asesinos no son
monstruos, son hombres. Y eso es lo más aterrador
sobre ellos.” Alice Sebold LIAM —¿Te he enseñado
algo? —preguntó mi padre, su voz un tono más que
un susurro mientras leía los archivos en el escritorio
delante de mí. —No padre, en realidad me has
enseñado mucho —le contesté antes de tomar otro
trago del horrible coñac de Orlando—. ¿Por qué lo
preguntas? —No seas tímido conmigo chico. Lo que
pasó entre tú y Anahi hoy era inaceptable. Golpear
a tu esposa… —Todavía no es mi mujer —dije,
estrellando mi mano contra el escritorio de roble y
levantándome de la silla—. Esta mujer, esta Anahi
Giovanni, es una locura, al límite de demente, y ella
se balanceó hacia mí. Se puso intensa, y entonces
ella… ¡Ella me disparó a través de la maldita pierna!
Sedric se me quedó mirando, con los ojos ardiendo
mientras daba un paso hacia adelante. —Como
debería haber hecho. No tenías derecho a
interrumpirla. Si se invirtieran los papeles, ¿qué
habrías hecho? Habría matado a la persona
lentamente. 55 —No puedes estar de su lado.
Debes estar de mi lado. —Casi me quería reír del
pensamiento—. Imagínate si hubiera sido mamá, o
Coraline, u Olivia. ¿Qué les hubieras dicho a ellas si
las vieras actuar como lo hizo Anahi? —¿Qué eres?
¿Un horno? Estoy del lado de la familia, como debe
ser. No fue tu madre, o Coraline, u Olivia. Fue Anahi.
Anahi, quien se convertirá en tu esposa en menos
de setenta y dos horas. Haz las paces con ella.
¿Setenta y dos horas? —¿Por qué diablos vamos a
casarnos en tres días? —Si no se matan entre sí
antes de que termine la semana. La prensa ha sido
notificada, y por la mañana, el mundo sabrá. Cada
columna de chismes, todos los medios de noticias, y
cada miembro de la maldita mafia en el mundo
sabrán que los Giovannis y los Callahan son uno.
Esto significa que los dos tendrán que fingir
jodidamente bien, tendrán que engañarse ustedes
mismos que esto no es sólo un matrimonio
arreglado, o que me ayude Dios, los quemaré a
ambos. —El hecho de que mi padre, Sedric
Callahan, apenas había alzado la voz y maldecido en
el mismo aliento, era prueba suficiente que hablaba
en serio. Había puesto un hombre en llamas antes…
dos en realidad. Tomando asiento una vez más, me
volví y miré a la chimenea encendida que iluminaba
la oficina de Orlando. Este día no había ido como lo
planeé, y mientras mis huesos dolían para dormir,
mi mente no podía dejar de pensar. —Hijo,
¿apruebo lo que hace Anahi? No, no lo hago, y es
por el simple hecho de que me criaron de manera
diferente. Y por un hombre mucho más controlador
que yo. Los más fuertes sobreviven, sin embargo, y
la clave para sobrevivir es evolucionar con tu
entorno. Hemos hecho muchos progresos. Ya no
somos sólo matones sin educación con armas de
fuego. Hemos evolucionado, la mafia ha
evolucionado, y ahora es tu turno. Anahi Giovanni
es tu evolución, abrázala y haz las paces. Fue sólo
cuando la puerta se cerró detrás de él que me
permití relajarme. Llené mi boca con el líquido
marrón horrible en mis manos, pero incluso eso no
ayudó a mi mente derivando a la mujer hermosa, de
ojos oscuros, que se convertiría en mi esposa.
Nuestro momento en el sótano hizo hervir mi
sangre y otras partes de mí. Ella no lucha como una
mujer, sino como un hombre capacitado, y la forma
en que había lucido, como una leona a punto de
destrozar su presa, me hizo desearla aún 56 más.
Casi la tenía en esa maldita pared, y ella había
querido. Había sentido sus pezones
respondiéndome mientras presionaban contra mi
pecho a través de la fina tela de su vestido. Sus ojos
estaban pidiendo, y sus labios se separaron para mí
mientras contenía gemidos de placer. Incluso su piel
aceitunada se calentó bajo mis manos. La habría
llevado contra la pared varias veces y le habría dado
el placer que tanto ansiaba, pero en cambio, la
tonta me disparó. Jodidamente me disparó. Había
estado tan conmocionado y caliente que mi mente
no podía siquiera comprender lo que había
sucedido. Mi muslo ardía como el fuego cuando ella
me besó en la mejilla y se alejó. Con un solo
disparo, había demostrado que desestabilizarla no
era posible. Ella nunca se convertiría en lo que yo
quería que fuera. Ella era una salvaje despiadada, y
si no se puede desestabilizar a un salvaje
despiadado, tienes que encontrar la manera de
domesticarlos. Necesitaba hacer que Anahi
entendiera que ella no estaba por encima de mí.
Que ella no daba las órdenes. Que ella no movía
montañas o causaba tornados a través del cielo. Lo
hice. Había trabajado demasiado tiempo y
demasiado duro para dejar que alguien me detenga,
y no sería ella. Me hubiera gustado morir antes que
renunciar a mi puta pretensión de esta familia.
Cuando me enteré de lo que hizo mi padre para
ganarse la vida, vi cómo las personas crean caminos
para él mientras caminaba en edificios llenos de
gente. Vi como gobernadores, senadores,
banqueros y malditos jueces por igual, besaban sus
pies. Yo sabía lo que quería hacer. Algunas personas,
como Neal y Declan simplemente nacen en la
familia, pero yo sabía que había nacido para
gobernar la mafia. Estaba más allá de mi puto
llamado, estaba en mi sangre. Era lo que me empujó
a diario, y la única persona que estaba en el camino
de eso era mi padre. Yo debía hacerme con el
control en mi vigésimo primer cumpleaños. Tenía
ganas de que ese día llegara, pero no para que
pudiera beber legalmente, había estado bebiendo
desde que tenía quince años, sino porque yo había
querido oírselo decir. Había querido escuchar a mi
padre decirle al mundo que estaba a cargo de la
empresa, pero, todo lo que hizo fue darme una isla
y palmaditas en la espalda. Su explicación fue que
no era el momento. Él era el maldito Ceann na
Conairte. Él hizo el maldito tiempo, y el resto de
nosotros siguió. Anahi tenía dieciocho años y era
legal en ese momento, así que no era como si él la
estuviera esperando. Pero cada año 57 después de
eso, esperé, matando a cualquiera que se atreviera
a ponerse en mi camino, y ahora tener que lidiar
con mi ¿esposa-a-ser? Era una puta mierda, y nunca
lo vi venir. —Hoy ha sido interesante, querido primo
—dijo Declan, entrando y dirigiéndose directamente
a la barra. Olvídense del crack, nosotros los
Callahans éramos adictos al brandy y lo bebíamos
como si fuera agua. —Interesante ni siquiera
empieza a cubrir lo que pasó hoy —le dije—. Mi
prometida me disparó con mi propia arma. Declan
sonrió, el pequeño hijo de puta, antes de sentarse
en el sofá. —¿Cómo se las arregló para desarmar a
la grandeza que es Alfonso Callahan? Te he visto
sacar, cargar, y disparar tu arma de fuego en tres
segundos. Fruncí el ceño, sabiendo que él sabía y
simplemente quería oírme decirlo. A veces deseaba
que se fuera a la mierda. —Se parece a un pequeño
cordero dulce de lejos, pero cuando te acercas, te
enteras de que despellejó y se comió la maldita cosa
sólo para usarlo como escudo. Ella es una bestia. —
Miro fijamente el fuego, recordando llamas
similares en sus ojos mientras me disparó. Era como
si hubiera descubierto la manera de hacer que el
infierno se reflejara en su mirada. —Me gusta el
cordero —dijo Declan. —Cállate, idiota. —Tiré mi
vaso a su cabeza, pero lo esquivó, haciéndose añicos
contra la pared. Él sólo se rió. —¿Esta frustración
reprimida que siento irradiar de ti, tiene algo que
ver con el hecho de que la desees tanto? Así fue
como disparó la pistola. La estabas tocando y… —Y
ella me la quitó y me disparó como un perro. Sí,
primo, así es como sucedió. —No quiero que él
piense en su culo firme en mi mano o el agujero de
bala que ahora estaba en mi pierna. —Y, sin
embargo, todavía la quieres, jodido enfermo. —
Bebió—. No te culpo, sin embargo, ella es… 58 —
Termina la frase y esa será la última. Primo o no. —
Ya iba a sacar mi pistola cargada. Alzando las manos,
vidrio todavía en su izquierda, asintió con una
sonrisa. —Eres posesivo. Me pregunto lo que tu
futura esposa piensa de eso. —No me importa un
carajo lo que piensa al respecto, y ¿qué tendría
Coraline que decir acerca de tus palabras sobre
Anahi? —le pregunté, sabiendo muy bien lo
maricón que se ponía. —Ella estaría cabreada, tanto
así que espero que ella me dispare en la pierna.
Nunca hemos tenido ese tipo de juego previo antes.
Me encogí ante la idea de ella. —¿Y yo soy el hijo de
puta enfermo? —No más que tú —respondió,
estirándose—. ¿Dónde está la reina de todos
modos? No estaba en el almuerzo o la cena. Creo
que he visto a todos, pero no a ella. Caminando
hacia la barra, agarro otra copa. —Oh, dulce María,
madre de mierda, ¿qué hiciste? —preguntó Declan,
levantándose de la silla —Mi madre te quitaría tu
lengua por hablar así —le respondí, golpeando de
nuevo una copa antes de tomarme otra. —No antes
de tomar la tuya por lo que pasó hoy. Debería haber
sabido que tomarías represalias. Rodando los ojos,
me acerqué a la mesa y recogí mis archivos. —La
esposé a una de las sillas de la casa de la piscina y le
dejé un poco de cena. Voy por ella en la mañana. —
No puedes estar hablando en serio, Alfonso —dijo,
haciendo que me gire a él. Él debería haberlo sabido
mejor que dudar de mí. —Está bien, es enserio. —Él
frunció el ceño—. Pero no puedes dejarla allí toda la
noche. Si así estaba ella con una buena noche de
sueño, imagina lo irritada que estará en la mañana.
¿Quieres que este así para tu madre? Tenía razón,
pero yo estaba jodidamente cabreado. 59 —No voy
hacerlo —le dije, sería como decir que tenía razón.
Que ella era la jefa. No me inclinaría ante ella. —
Eres un testarudo hijo de… —Sr. Callahan —Adriana,
la patito feo, entró, vestida con un antiguo camisón
como si hubiera salido de la edad media. Declan
contuvo su risa llenando su boca con brandy,
mientras me gire hacía la pobre chica delante de mí.
—¿Sí, fe.. Adriana? —pregunté. Me miró como si
supiera lo que casi dije. —La jefa me dijo que le
preguntara ¿a qué hora partirá mañana? Declan
escupió la bebida, tosiendo como un moribundo
antes de reírse histéricamente. La miré fijamente
por un momento antes de salir pisando
fuertemente fuera de la habitación sin responder.
Hice que todos sus hombres estuvieran lejos. No
había manera de que ella malditamente se escapara
de esas esposas. Fueron diseñadas por mí y hechas
con acero reforzado. Interrumpiendo en la piscina,
me congelé. —Oh, querido primo, ya conoces a tu
igual y es tan gracioso de ver — murmuró Declan,
de pie junto a mí mientras miraba la silla rota,
descansando sobre la piscina. Parecía como si un
monstruo había arrancado las piernas y brazos.
Viendo como yo sólo la esposé a cada una de ellas,
me desconcertó. La comida todavía estaba sin tocar
y las toallas descansaban en el fondo de la piscina.
—Me voy a la cama —dije al tonto sonriente de mi
primo. —Duerme con un ojo abierto, primo y tu
mano en un arma. Ella puede matarte esta noche —
dijo Declan, mientras yo caminaba de vuelta a la
habitación que me dieron para pasar la noche.
Cuando entré, ahí estaban mis esposas de acero
reforzadas en pedazos por toda mi cama. Encima de
eso, una puta nota de ella, su letra era precisa, con
una bala pagada a la nota. He venido a visitarte
amor, para así terminar lo que empezamos, pero tú
y tu primo estaban ocupados riendo como unas
colegialas. Oh, bueno, espero que 60 tengas una
buena noche. Acerca de la cama, bueno… ¿lo
entiendes verdad, cariño? Jaque mate. Anahi
Giovanni. Podía oír su risa resonando en mis jodidos
oídos. ¿Jaque Mate? ¿Ella pensaba que era jaque
mate? Ni siquiera empezamos a jugar todavía.
Radiante, salté a la cama, levantando las plumas,
antes de sacar mi teléfono y marcar rápidamente. —
Hola, ¿mamá? Siento que sea tarde. —Había
empezado a pensar que te habías olvidado de mí.
Echo de menos a todos. La casa está tan tranquila.
¿Oh, cómo esta Anahi? Una vez conocí a Orlando y
se veía bien. Estoy segura de que… —Sí, te he
echado de menos también. Sí, Anahi es… ella es
única mamá, única en su clase. Llamaba para saber
si no te importaría tener una fiesta de bienvenida
para ella. Sólo para demostrarle lo feliz que soy de
tenerla en mi vida. —¿Enserio? Alguien suena
fascinado. ¿Toda la familia? Quería rodar los ojos. —
Sí, toda la familia. ¿Puedes hacerlo? Ella es tan
maniaca como Olivia. —¿Estás seguro de que ella no
está cansada? Pensé que hoy llegaba a la ciudad. —
No estará cansada en absoluto. —¡Claro! Estoy tan
emocionada. Lo haré. Cuando colgó, sonreí. Mi
madre haría lo que siempre para las celebraciones.
Ella se podía sobrepasar. Ahora sabía que Anahi
podría echarse bajo tierra y rodar como una
profesional de mierda. Pero no sería capaz de
contenerse con mi familia. Ellos cagaban arco iris y
unicornios y mientras ella estuviera distraída, me
daría algo de tiempo para una nueva pista de
Valero. 61 Estaba planeando algo grande para esos
hijos de puta e iba a utilizar toda la información que
adquirí de los archivos de Orlando para hacerlo. Los
contactos de los Giovanni ahora eran mis contactos.
Casi podría decir jaque mate ahora. Pero me
preguntaba cómo se sentiría ella cuando utilice su
trabajo y multiplique la destrucción por veinte. Ella
jugaba un juego de niños y yo ya no era un mocoso.
No se trataba de superar, este era yo demostrando
un punto. Mataría dos pájaros de un tiro. Valero
nunca lo vería venir y me gustaría dejar mi huella
como el nuevo Ceaan na Conairte y el nuevo jefe.
Duerme tranquila, mi pequeña Giovanni, mañana,
mañana bailarás como un títere, pensé, poniendo
mi mano detrás de la cabeza y sonriendo. 62 7
Traducido por Mich Fraser & Feña St. Clair Corregido
por Cris Maddox Matamos a todos, querida.
Algunos con balas, otros con palabras. Y a todos con
nuestras acciones dirigimos a las personas a sus
tumbas. Y sin verlo, ni sentirlo —Maxin Gorky
ANAHI —¿Cuál, mi señora? —Adriana levantó dos
vestidos verdes azulados para ponerme en mi
primer día con el sangriento clan irlandés, pero
realmente no me importaba lo que vistiera mientras
consiguiera pasar el maldito día. —Dr. Anderson,
¿qué piensa usted? —le pregunté al hombre mayor
que vendaba mi muñeca. El Dr. Anderson era el
único doctor en el que confiaba lo suficiente para
que me tocara. Después de todo, él me recibió en el
parto y había visto más de mis lesiones sin
molestarse en preguntar. Levantó la vista,
empujando sus gruesas gafas en su nariz antes de
terminar su trabajo en mi muñeca. —El de manga
larga sería lo mejor para ocultar su herida. No
ocultará el tobillo, pero no es tan malo como el de
la muñeca. Estaba en lo cierto. Había usado tanta
fuerza en tirar del brazo de la silla que corté
profundamente mi muñeca. El idiota había hecho
puños de acero, lo que hizo fácil romper la silla,
pero todavía dolía como una perra y dejaría una
cicatriz. 63 Adriana me miró, esperándome. —
¿Tacones blancos, mi señora? Asentí, frotando mi
muñeca una vez que el doctor se fue. Tuve que
luchar contra el impulso de lanzar este maldito
anillo feo por el desagüe cada vez que lo miraba en
mi mano. Fedel mantuvo la puerta abierta para el
Dr. Anderson, pero no sin antes entregarle un sobre
con dinero más que suficiente para asegurarse que
no tuviera que trabajar por un tiempo. —Señora,
después del anuncio de usted y el Sr. Callahan en la
mañana, tengo un par de revistas, caridades y
entrevistadores que quieren un momento con usted
—dijo Fedel con un teléfono en sus manos. Después
de levantarse de la silla, Adriana me entregó el
vestido mientras caminé detrás del vestidor. —
Fedel, ¿me veo como la maldita Martha Stewart? —
No, señora. Nunca pensaría que sería tan tonta para
terminar en la cárcel. —Él se aclaró la garganta y me
reí. Saliendo detrás del vestidor, Adriana me dejó los
tacones blancos en mis pies. —Entonces diles que
se jodan. —Eso no sería prudente, mia bambina
dolce —mi padre tosió mientras era llevado por su
enfermera. Caminando hacia él, le di un beso en la
mejilla. —¿Por qué no puedo decirles que se jodan?
—le pregunté, cuando Adriana me entregó mis
pulseras. —Porque para el resto del mundo, eres la
prometida de uno de los hombres más poderosos
de este país, el príncipe de Chicago. No su jefa. Ellos
quieren a una Kate Middleton o a una primera
dama, alguien que bese a los bebés y escriba
grandes cheques para la beneficencia a nombre de
su esposo —espetó mi padre, haciendo que me
detuviera y sólo mirara sus moribundos ojos. —
Fedel. Adriana. Fuera. —En segundos, ellos, junto
con la enfermera de mi padre, se habían ido—. Si
sigues siendo un lunático te voy a disparar. Él me
enfrentó. —No tengo tiempo para aferrarme a la ira.
Y sin embargo, aquí estás, obligándome a perder el
tiempo en disciplinarte. 64 Sacudiendo mi cabeza,
sonreí. —Deberías estar orgulloso de que no lo
mate. Es un niño mimado que cree que nació en la
década de los años veinte, cuando las mujeres
servían a sus maridos y se inclinaban a su voluntad.
No ahora, ni nunca lo seré en los brazos dulces de
cualquier hombre. —Anahi —suspiró, usando mi
completo nombre como cuando él estaba molesto o
enojado—. Eres tan testaruda como tu madre. —
Gracias. Voy a tomar eso como un cumplido —me
alejé de él. —No lo fue —dijo entre dientes—. ¿Has
olvidado por qué te pones los zapatos blancos? —
Todo mi cuerpo se congeló por un momento y un
escalofrío corrió por mi espina dorsal. —Eso es un
golpe bajo, Orlando —me burlé de él y me quité los
zapatos blancos antes de entrar a mi armario. La
mayoría de mis cosas ya se habían ido y estaban en
camino hacia la casa de Callahan. Dejé algunas cosa
que iba a necesitar en mi armario. Nunca se sabe
cuándo iba a necesitar un momento lejos del
duende. Mi padre vino detrás de mí. —No voy a ir a
la tumba sabiendo que este matrimonio está
condenado y que, de nuevo, dos personas que están
hechas el uno para el otro, no se traguen su orgullo,
bajen sus armas y ¡actúen igual! Tú, Anahi Nicci
Giovanni, no vas a recorrer el mismo camino que tu
madre y yo hicimos. Vas a apoyar a tu marido, lo
guiarás cuando sea necesario, estarás a su lado y
sólo a su lado. Vas a ser una maldita Callahan y te
asegurarás que ambas familias, la pasada y
presente, ¡se levanten! —gritó, ni una sola vez
tosiendo o incluso parpadeando para el caso. Había
cerrado los ojos, él sonó como el Orlando que solía
conocer. —Lo que pasó contigo y mamá no es lo
mismo —le contesté, resbalando en unos zapatos
color canela, mientras en el fondo de mi mente una
voz me dijo que los cambiara. —Pero el resultado lo
será si no tomas mi consejo. Haz las paces con él,
Anahi. ¿Recuerdas cuánto tiempo tardé en
adaptarme a ti como la jefa? Demuéstraselo a él.
Demuéstraselo a todos ellos sin hacer que tu
marido parezca tonto, así yo puedo descansar en
paz. —La tensión en su voz cayó antes de que él
tosiera otra vez, volviendo al hombre enfermo que
ahora era. Odiaba la idea de demostrar mi valía. Lo
había hecho por años, demostrándolo en cada uno
de mis interrogatorios, cada jefe que derribé, cada
adicto 65 al crack con una gran boca e incluso a mis
hombres. Pensaba que había terminado con esa
fase de mi vida, y sin embargo, aquí estoy de nuevo.
—No pienses demasiado en ello, no todos estamos
en nuestros veintes — Orlando me sonrió y aunque
sólo fue una sombra del hombre que conocí,
aquella sonrisa me hizo sonreír. Caminando detrás
de él, empujé la silla de rueda de nuevo antes de
salir de mi armario por última vez. —Bien, trataré,
pero si me trata como un tapete o peor, como
Martha Stewart, le voy a disparar en el otro muslo.
—Sólo estaba medio bromeando. —Es todo lo que
pido —dijo, mientras era llevado fuera de mi
dormitorio. La espalda de Adriana y Fedel se
enderezaron a medida que nos siguieron por el
pasillo. —¿Fedel, las casas están terminadas? —le
pregunté, caminando lo más lento posible, ya que
no tenía prisa por llegar a mi destino. —Sí, señora,
lo están. La mayor parte de nuestro equipo y la
tecnología se han movido al sótano, y los hombres
se trasladaron la noche pasada. Sin embargo,
quieren estar alejados de los irlandeses lo más
posible. —Igual que yo —murmuré. Cuando me
enteré hace años que iba a casarme, poco a poco
había comprado, sobornado y tomado tierras
“protegidas por el gobierno” lo suficientemente
lejos de la mansión de Callahan o la mía, para darles
a mis hombres un lugar para sus familias, algo cerca
de donde yo me iba a alojar. Las casas no eran nada
parecidas a la mansión de Callahan o la mía, pero
eran bonitas, casas comunes de familias que se
encuentran en los suburbios. Las empezamos a
construir hace tres años, en un área que les dejé a
Antonio y a Fedel para completar la construcción. —
¿Estás lista? —Orlando me preguntó. La mano
derecha de mi padre desde que él era un
adolescente, Fiorello, se puso de pie en la puerta
esperando una respuesta de nosotros antes de
abrirla. Era el único, con la excepción de un cocinero
y la enfermera, con el que mi padre quería quedarse
aquí. Fiorello había sido torturado por el Valero una
vez, por la suciedad de mi padre, que lo dejó con
una cicatriz que adornó su rostro. Él encontró su
camino 66 y volvió, preguntando por un doctor y
una gran copa de vino tinto. Sabía que mi padre iba
a estar bien. Sólo no estaba segura si yo lo estaría.
Asintiendo, hice la señal para que Fiorello abriera la
puerta. A mi lado, la enfermera de Orlando ocupó
su lugar en su silla de ruedas. En el momento en
que la puerta se abrió, me encontré con cuatro
pares de ojos mirándome, cada uno más hermoso
que el anterior hasta que cayeron en los de Alfonso,
cuyos ojos verdes estaban pegados a mis piernas. Su
mirada se quedó un poco en la herida en mi tobillo
antes de vagar por el resto de mi cuerpo. Sus labios
se fruncieron, pero sus ojos se llenaron de lujuria.
—Señora. —Monte se me acercó, entregándome un
Ipad. Debió haber puesto toda la información de
Ryan Ross aquí. Lo tomé antes de caminar hacia mi
nueva famiglia, o teaghlach como se dice en
irlandés. —Buenos días, ¿voy tarde? —le pregunté
amablemente y brillante como fue posible. —No,
señora, sólo pensaba que estás hermosa esta
mañana —respondió Declan tratando de tomar mi
mano para besarla, pero la aparté. Su primo no
parecía conseguirlo porque Neal abrió los brazos
como si me fuera a dar un abrazo. —Guarda tus
palabras bonitas, ella se ve malditamente caliente.
Simple. —Déjenme aclararle algo a los dos. Si me
tocan los voy atar y arrastrar hasta sacar el último
hueso de sus cuerpos, ¿entendido? —les pregunté
con una sonrisa. Sus brazos cayeron y Declan
mantuvo su mano en el bolsillo. —Excelente —
añadí. —Estúpido irlandés —Fedel dijo entre
dientes humildemente en italiano. —Senza
rispetto10 —Monte dijo en voz baja. Él era todo
acerca del respeto. —Basta tontos. Vamos a llegar
tarde. Su madre dice que el caos esta fuera de la
mansión. Vámonos —les dijo Sedric mientras me
guiñó un ojo. El viejo pervertido. Caminaron hacia
sus autos, dejándome sola con Alfonso y su nuevo
negro Audi. No dijo nada, abriéndome la puerta y
luego cerrándola cuando tomé asiento. No 10
Irrespetuosa. 67 dijo nada cuando tomó asiento
junto a mí y no lo necesitaba. De hecho, tenía
trabajo que hacer. De acuerdo con los archivos de
mi Tablet, Amory Valero había salido de prisión, un
secreto que Valero intentaba esconder al mundo
hasta que lo sacaran para su propio uso personal.
Aparentemente, Ryan se lo dijo a Monte y a Fedel,
querían a Amory en Brasil para poder intentar robar
mi maldita cocaína. Debieron tener demasiada
cocaína si pensaban que eso iba a funcionar. Pero
eso era lo que Valero hizo, eran buenos… los
malditos ladrones. Durante años, robaron todo lo
que pudieron de mi familia. El líder, el padre de
Amory, Vance, salió de Italia por mi padre. Sin
embargo, en vez de marcharse, recurrió al mercado
negro. Si valía la pena por un centavo, Vance se lo
robaba, le daba la vuelta y compraba más hombres.
Si pudiera, lo colgaría de sus bolas. —¿Qué es eso?
—Los ojos verdes de Alfonso se estrecharon
mientras trató de leer los archivos cifrados,
mientras que el conductor de adelante fingió no
estar en el coche. Nada de tu incumbencia, hijo de
puta irlandés. —Trabajo —respondí en su lugar,
haciendo mi mejor esfuerzo por no decir lo que
pienso. Sabía que necesitaba escuchar a Orlando,
pero la mirada enojada y de disgusto de Alfonso
hacía que quisiera darle un tiro en la polla. Trató de
retroceder. —Deberías relajarte hoy. Es un día
familiar. —Gracias, pero estoy bien —sonreí—.
Dormí como un jodido bebé. Porque salí de la silla a
la que me dejaste encadenada como a un perro, tú
hijo de puta. Él miró fijamente. —Igual que yo, de
hecho. La cama no es a lo que estoy acostumbrado,
pero no soy de los que se quejan. A menos que no
consigas lo que quieres. Entonces lloras como un
recién nacido que abofetearon su culo. Sonreí de
nuevo antes de mirar la información frente a mí. —
Deberías saber que mi madre no está encariñada
con las maldiciones, especialmente en las mujeres.
Para ella, las mujeres que tienden a maldecir son sin
clase, sin cerebro y asquerosas. —Alargó cada
palabra cuando crucé mis piernas, mis sexis piernas
hermosas. Él no podía apartar la mirada. 68 Sonreí.
—Joder, ¿no me digas? Bueno maldita sea, ¿esto no
es una mierda? No te preocupes, Callahan, no voy
amartillar. De hecho, jodidamente voy a intentar no
maldecir frente a Mamá Callahan. Sus ojos brillaron.
—Detén el coche —le dijo al conductor, quien pisó
el freno. Alfonso agarró el Ipad de mi mano, una
botella de brandy y después salió del coche y lo
derramó todo en el dispositivo antes de dejar caer
su encendedor, ardiendo en llamas en la parte
superior. Fue tan rápido que podía escuchar el
cristal agrietándose. Regresando al coche, se pasó
las manos por el cabello antes de ajustar su
chaqueta y corbata. —Adelante —le dijo al
conductor. Recuerda a Orlando. —Un poco
inmaduro, ¿no lo crees? —le pregunté, sin
molestarme en mirar encima por miedo de golpear
su rostro hasta matarlo. —Joder ¿no me digas? —
repitió mis palabras—. Pero era la tablet o tú, y
puesto que hay decenas de fotógrafos y reporteros
esperando a ver a una feliz pareja, me imagino que
matarte no irá bien. —Será mejor que se quemara
por completo —dije, respirando por la nariz. Él
suspiró. —Conociéndote, amor, no dudaría que
tuvieras un interruptor de auto-destrucción. —¿Me
veo como el puto James Bond? —sonreí. Era un
cumplido, y ni siquiera él lo sabía. Miró, dándose
cuenta de su desliz sólo un momento más tarde. —
No. Más como una viuda negra. —Incluso mejor —
me reí, mirando fuera de la ventana. Tenía un
interruptor de auto-destrucción, pero él no tenía
que saber eso. Reclinándome, me permití ir a la
deriva, tratando de olvidar al culo hermoso a mi
lado y el mundo que él estaba tomando de mí. Atrás
se quedó la vida secreta bajo la tierra, donde nadie
sabía quién era Anahi Giovanni, y donde sólo podía
ser Any, la maldita jefa. Atrás quedaron los días de
absoluta libertad. El matrimonio era una idea
horrible, una terrible idea, y tuve que haberle dicho
no a mi padre, pero el 69 bastardo me encerró en
ello. Tuve que pensar en el brillante lado, no más
dinero desperdiciado o sangre, mientras intentamos
conseguir drogas de América del Sur a Miami, y
luego al resto de América. No más guerras en el
centro de Boston o San Francisco. La cantidad de
dinero que yo… nosotros… haríamos, era tan
malditamente ridícula que haría que Bill jodiera la
mierda de Gates. Cuando la mano de Alfonso tomó
la mía, salté, sacando una navaja de mi muslo antes
de que incluso cualquiera de nosotros pudiera
parpadear. Se me quedó mirando con los ojos
abiertos y luego sonrió a la navaja en mis manos,
antes de mirar a mi muslo. Pude ver la pregunta
perfectamente: ¿Cómo diablos la tenías tan bien
escondida? —Es el momento —dijo, asintiendo
fuera de la ventana a todas las cámaras que nos
esperaban a las afueras de la puerta de hierro negro
con una C en el centro. Ni siquiera me di cuenta que
habíamos llegado y ahora todos los Callahan y
medios de comunicación nos estaban esperando.
Deslizando el dobladillo de mi vestido, deslicé la
navaja en su funda sólo para encontrar a Alfonso
tratando de quemar un agujero en mí con su
mirada. —Maté al último hombre que me miró de
esa manera —dije, esperando ver el disgusto por
mis palabras, pero sólo vi más lujuria. Se estaba
excitando y lo último que necesitábamos era esa
impresión—. Por el amor de Dios, contrólate
Callahan. Tu madre, la mujer que azotó tu culo de
niño, te está esperando. Eso lo hizo. —Trata de no
ser una perra —espetó, mientras tocó la ventana,
indicando al conductor que abriera la puerta. En el
momento que lo hizo, los flashes de las cámaras nos
asaltaron. Alfonso me acercó hacia él, su brazo
envuelto alrededor de mi cintura y usé la
oportunidad para tratar de arreglar su sexi cabello.
Él besó mi mejilla cuando terminé, causando que los
periodistas nos lanzaran tantas preguntas. Quería
dar la vuelta e irme, pero Alfonso apretó mi mano y
sonreí apretándosela de nuevo. Para ellos,
parecíamos unos locos enamorados. Si sólo
supieran. Una mujer increíblemente hermosa, que
sólo puede ser la madre de Alfonso, dio un paso
adelante del clan detrás de ella. —Alfonso, pon
espacio entre tú y la pobre chica, somos católicos
por Dios. 70 Me dio un gran abrazo y supe de donde
Neal lo sacó. Estas personas necesitaban dejar de
tocarme. —Sra. Callahan, es un placer conocerla.
Alfonso no podía dejar de despotricar sobre usted
—dije con toda la cortesía posible. —Por favor dime
Evelyn, mi amor —sonrió más brillante que el sol—.
No tienes idea de cuánto tiempo he esperado por
conocerte y no me extraña que tu padre te
escondiera, eres tan hermosa, Anahi. Dejé caer mi
cabeza por puro efecto antes de sonreír. —Gracias,
Sra… Evelyn, pero por favor sólo llámeme, Any. Mi
nombre no encaja en absoluto con mi personalidad.
No puedo hacer una nota. Asintiendo en placer ella
me tira hacia adelante. Por el rabillo del ojo, vi la
mirada de asombro en el rostro de Alfonso. Sólo
porque odiaba el maldito papel no quería decir que
no podía jugarlo. No fue el único sorprendido.
Declan y Neal me miraron con confusión, antes de
mirarse el uno con el otro para asegurarse de que
no estaban locos. Sedric sólo asintió con
aprobación, mirándose un poco impresionado. —
Any, estas son mis otras dos hijas, Olivia, la esposa
de Neal. —La Barbie Malibu, con su largo cabello
dorado y brillantes ojos azules me miró dándome la
mano, un poco apretada. —Guau, eres tan hermosa
—dije, sonriendo. Sus ojos se iluminaron como si
encontró el verdadero significado de la navidad. —
Gracias —dijo. La siguiente fue Coraline, la mujer
más bien alta, con piel chocolate y una gran sonrisa
en su rostro. —Hola. Soy Coraline. Me alegro de por
fin conocerte. —No pudo contenerse tirándome en
un abrazo. ¿Qué demonios estaba pasando con
estas malditas personas? 71 —Oh mí, es seda
italiana, tan preciosa —sonrió cuando ella se retiró
diciendo—: Oh, mi Dios, ¡Y los zapatos! De tacón
alto para la próxima caridad del sábado, debes
unírteme. ¿Ella quería mis zapatos para la caridad?
—Hola, Coraline —le sonreí—. Todos son tan
agradables. Gracias por darme la bienvenida a su
hogar. No tienen idea de lo nerviosa que he estado.
Oí a Neal reteniendo la tos. Coraline me agarró del
brazo libre, mientras que Olivia se limitó a sonreír,
claramente no encontrando ninguna amenaza en
mí. Al igual que el resto. —Ven, Anahi, nos
aseguraremos que el resto de la familia no te
abrume demasiado. —Evelyn sonrió, guiándome en
la mansión. Era exactamente lo contrario a mi casa,
por desgracia. La mansión Callahan era una
moderna fortaleza hoy en día. Más allá de los suelos
de mármol color crema que se extendían hasta
donde alcanzara la vista, las grandes escaleras
enmarcadas con hierro negro y puertas francesas de
madera grabadas, no había nada más que cuarenta
y seis metros cuadrados de actividad ilegal. Sin
estatuas, apenas plantas y sólo pinturas modernas.
Todo era simple, fresco y limpio. Quería vomitar. Por
ochenta y cinco millones, esperaba más. —Lo siento
—hice una pausa, con las palabras de él viniendo—.
¿El resto de la familia? —Alfonso quería asegurarse
de que no estuvieras abrumada por muchas caras
nuevas en su boda del domingo. Así que pensó que
sería mejor presentarte a todo el mundo ahora. —
Olivia sonrió. Todos sonreían, como si estuvieran
hablando de cinco o diez personas. Pero sabía que
el clan Callahan era entre noventa o cien personas
en su familia. Mi línea italiana había desaparecido
en su mayoría. No me ocupo de muchas personas
en cualquier lugar, con la excepción de mis
hombres. Dando la vuelta, Alfonso estaba sonriendo
como un maldito gato con una bola de estambre, y
entonces supe que tuve que haberlo matado en mi
sótano. Él guiñó el ojo y estuve tentada a perder la
calma, pero no le daría el placer. 72 —Si todos son
tan acogedores creo que puedo hacerlo, pero por
favor no me deje completamente sola. Realmente
no quiero insultar a nadie. Coraline sonrió. De
nuevo son sus putas sonrisas. —Any, eres familia.
No podríamos tirarte a los lobos sin darte una lanza.
Por favor, dame una maldita lanza. Sabía qué
corazón quería atravesar. Les permití tirarme por los
aburridos pasillos hasta un conjunto de grandes
puertas francesas, las que se abrieron a una amplia
zona de césped de hierba, ahora cubiertas de carpas
blancas. Al menos un centenar de personas estaban
sentadas bebiendo, riendo, y rellenando sus caras
con la comida. Música rugía de una vieja banda
irlandesa organizada cerca de los árboles, y cuando
dije vieja, quise decir vieja. Con largas barbas
blancas, tocaban sus instrumentos hechos a mano
para la multitud. Por el amor de Dios. —No te
pongas nerviosa —dijo Evelyn—. Eres joven y
hermosa. Ellos ya te aman. Y los que no, tendrán
que hacerlo porque eres de Alfonso. Yo soy
jodidamente mía, quería gritarle. Y no estaba
nerviosa. Estaba enojada. Yo quería jugar golpea-al-
topo con las cabezas de todos estos hijos de puta.
Pero en cambio, me limité a sonreír y caminé fuera.
—Todo el mundo, esta es Anahi, ¡la prometida de
Alfonso! —Coraline gritó con la parte superior de
sus pulmones. Todos ellos dejaron de bailar, cantar y
beber, como si quisieran que el mundo supiera que
no era sólo un estereotipo irlandés de mierda, para
mirarme. Entonces ellos levantaron sus tazas y
gritaron: —¡Salud! No necesitaba esta mierda. Pero
yo tenía un papel que jugar, así que sonreí. —
¡Salud! Todo el mundo gritó de alegría, y yo estaba
jodidamente dentro del clan irlandés. Al menos de
los borrachos con pollas. Las chicas serían más
difíciles. Ya podía decirlo por sus miradas. Tal vez
podría decirles a todas que eran lindas y tratar de
no sostener sus rostros bajo el agua. 73 —¡Hola,
Anahi! —Un grupo de chicos jóvenes corrió hacia
mí, hablando con fuertes acentos irlandeses. Si no
supiera mejor, habría pensado que estaban
borrachos también. Pero incluso los irlandeses no
podían estar tan locos. Agachándome junto a ellos,
sonreí. —Hola, mis pequeñas linduras. Sus sonrisas
casi dividieron sus caras cuando comenzaron a
hablar de lleno en irlandés. Alfonso debe haberme
seguido, porque estaba siendo felicitado por
algunos otros borrachos masculinos. Parecía
sorprendido de que yo supiera irlandés. Pero él era
un cerdo chovinista que pensaba que todo lo que
hacía era pintar las uñas de mis pies y comprar. Por
supuesto que hablaba irlandés. Mi padre me hizo
aprender al momento en el que se formó el
contrato. A medida que los niños me tiraban hacia
un rincón del jardín enorme, cada uno bailando a mí
alrededor, yo fingía no darme cuenta de las mujeres
mirándome. Hablaría con ellas más tarde, pero
ahora necesitaba hacerme ver como una maldita
santa. Me quité los zapatos y bailé junto con los
niños, cantando sus canciones irlandesas e incluso
algunos de ellos girando alrededor. Incluso me hizo
reír. No me malinterpreten, me gustaban los niños…
algo, un poco. Estaba segura que eran molestos
como la mierda si pasabas mucho tiempo con ellos.
Pero los necesitaba hoy, así que bailé. Cuando
finalmente me detuve, Coraline me dio un vaso de
agua. Quería vino. Mi vino. —Todos te aman —
Coraline sonrió—. Algunos hombres incluso
maldijeron a Alfonso por encontrarte primero. Sólo
sonríe y bebe Any. —Oh, vamos a tener una fiesta
en el jardín para ti mañana, para todas nosotras. —
Los ojos de Evelyn brillaron de alegría—. Todo el
mundo se muere por conocerte. Yo preferiría que
todo el mundo sólo muriera. —No puedo esperar —
le dije, pero ellas ni siquiera notaron que estaba
mintiendo. Mirando a mí alrededor, me di cuenta de
que todos los hombres Callahan se habían ido. 74 —
¿Dónde está Alfonso? —Yo estaba lista para romper
el vidrio en mis manos. Olivia y Coraline fruncieron
el ceño, pero Evelyn mantuvo su fuerte
comportamiento. Ella le dio la espalda a los
huéspedes para ponerse frente a mí. —Anahi, no te
preocupes. Sé que estás consiente de lo que hacen
nuestros hombres. Pero créeme que están a salvo. A
menudo utilizan las fiestas como ésta para encubrir
algo más. Tratamos de no involucrarnos y saber lo
menos posible. Mi hijo nunca querría poner en
peligro tu bienestar. —La cara de Evelyn se puso
seria antes de relajarse en una sonrisa
despreocupada una vez más. Asentí con la cabeza,
haciendo mi mejor esfuerzo para mantener la
calma, pero mientras mi mirada aterrizaba en Fedel
y Monte cerca de las puertas, luciendo asustados
por sus vidas, yo supe que alguien iba a morir esta
noche. —Discúlpenme. Fedel y Monte se tensaron,
esperando a que yo estuviera cerca para hablar. —El
vuelo 735 explotó sobre el océano Atlántico. La cifra
de muertos es de ciento noventa y dos. Ochenta y
siete de ellos Valero, quienes estaban
contrabandeando drogas en los asientos —dijo
Fedel. El cristal se hizo añicos en mi mano, pero no
lo sentí. A pesar de que la sangre goteaba de mis
dedos, no podía sentirlo. Caminando
tranquilamente en la casa, me trasladé
directamente al vestíbulo. Había conseguido planos
de todo este lugar hace años y noté que había
espacios dejado fuera. No hacía falta ser genio para
darse cuenta de que estaban escondiendo algo
detrás de una pared falsa, y que el más grande
Jackson Pollock colgado en la pared falsa en realidad
tenía que ser una puerta. Levantando mi mano
ensangrentada, esperé que Fedel me entregara un
arma. —Nos superan en número, señora —dijo en
su lugar, y yo simplemente lo miré. Hoy no era el
puto día. Monte me entregó el semi-automático
que siempre llevaba atado a su pierna. —Fedel,
quédate aquí, no me gustaría que salieras lastimado
—le solté, antes de disparar a la derecha a través de
la pared. Ni Monte ni yo nos detuvimos, ni 75
siquiera cuando la pintura, andrajosa e
irreconocible, se derrumbó al suelo. La pared voló
en pedazos poco a poco hasta que la puerta rebotó
abierta. Cuando se soltó, di un paso. Ahí estaban las
ratas, todos estirados y en pánico con las noticias
sonando en el fondo. Mis ojos se encontraron con
Declan, que lucía tan blanco como un papel, luego
Neal, quien estaba haciendo todo lo posible para
detener la hemorragia en su brazo. El siguiente fue
Sedric, que no parecía sorprendido de que fuera yo.
De hecho, él era el único que llevaba un chaleco
antibalas debajo de su traje. Si no lo hubiera hecho,
el agujero de bala en su corbata lo habría matado.
La rata más grande de todos ellos, que debe haber
tenido un jodido ángel de la guarda en el bolsillo
porque estaba perfectamente bien, estaba furioso.
—Dime que no fuiste jodidamente tú, y todavía
puedes venir a la puta boda, cariño —le dije todavía
tranquila como siempre, lista para empezar a
disparar de nuevo. Debí haber usado los tacones
blancos. 76 8 Traducido por Mich Fraser Corregido
por Cris Maddox Los razones de vida de una
persona como el homicidio, se revelan. —Norman
Sherry LIAM —Tu prometida es… —Neal dejó de
hablar, llevándola a través de la ventana mientras se
reían y bailaban con los niños. Una parte de mí
quería correr allí y salvar sus vidas. La hermosa
mujer con la amable sonrisa y cara sonrojada, era
sólo una ilusión. Ellos estaban bailando con un
maldito león, una serpiente de la hierba. —Una
maldita maestra del disfraz —susurré con enojo.
Hubiera disfrutado observándola bailar y sonreír y
cantando desafinadamente si no la conociera mejor.
Si no hubiera un puto agujero en mi muslo, habría
pensado que era afortunado. La mujer ante
nosotros, era la mujer que yo esperaba, la que
quería y me enojé sin ningún fin, porque ella no
existe. Se suponía que esta fiesta la haría sentir
incómoda, pero ella estaba jugando con cada uno
de nuestra familia como tontos. —Nos tiene
comiendo de sus manos. Es una dama —Neal dijo
mirándola con asombro y admiración. —Neal, voy a
dispararte en frente de Olivia y luego le daré el
arma para que te dispare otra vez si no dejas de ver
a mi novia como si fuera la puta virgen María. —
Golpeteé de nuevo el coñac en mi mano. La odiaba
por esto. Porque, una vez más, 77 me doy cuenta
que ella podía jugar este juego, el juego del
asesinato y la mentira, como una maldita
profesional de mierda. —No saques tu ira conmigo.
Tú eres el que lo jodió. Si sólo hubieras… —¡Cierra la
puta boca, Neal, o te juro por Dios! —Agarro el vaso
en mi mano tan condenadamente apretado, que
casi se rompe—. Ve hacer tu sangriento trabajo.
Quiero ese avión en cenizas en tres minutos. No dijo
nada más, mientras se alejó con Declan junto con el
resto de nuestros hombres, mientras yo miraba a mi
pronto esposa caminar sobre la maldita agua. En el
momento en que nos bajamos del coche, ella se
había trasformado en esta pequeña ave delicada. La
Anahi que conocí el día anterior y la Any, como ella
misma le anunció a mi madre, eran dos mujeres
muy diferentes. Pero ella los llamó como polillas a
una llama. Era tan jodidamente hermosa y no
amenazante cuando conoció a todos, que por un
momento se me olvidó. Si hubiera sido así la
primera vez que la conocí, me hubiera deslumbrado
y encantado mientas estuviéramos haciendo el
amor en mi cama. Me hubiera tomado el placer de
hacer sonrojar todo su cuerpo, manteniéndola
segura. Sí sólo mi vida fuera malditamente fácil. —
Señor, estamos listos. —Uno de mis hombres, Eric
Reese, llamó detrás de mí. Eric no era un familiar,
pero era muy muy cercano. Uno de los pocos de mis
hombres con más de la mitad de un cerebro y
completa lealtad. Es resto estaba en esto por miedo
o por el dinero. Asintiendo, camino por la puerta
que conduce a la oficina secreta que mi padre había
construido entre las paredes, para asegurarse de
que nadie la encontrará “accidentalmente”. El
cuarto estaba lleno de monitores y mapas, todo se
enfocó en el vuelo entrante. —¿Estás seguro que
quieres hacer esto, Alfonso? —Mi padre preguntó,
mientras miraba el punto que indicaba la posición
actual del avión. Pronto cruzando aguas americanas.
—Es jodidamente brillante —dijo Declan, esperando
con entusiasmo—. El Valero nunca lo verá venir. 78
—Me gustaría ver el puto rostro de Vence —Neal
sonrió—. Esto le va costar una fortuna. Eric asintió.
—Debes enviarle una invitación de la boda, sólo
para endulzar la olla, compañero. Todos estaban de
acuerdo, y sin embargo mi padre, todavía no parecía
aprobarlo. Bueno, que se joda entonces. Vance
Valero no tenía ni idea que alguien sabía sobre su
avión secreto y todavía permitía que algunas
personas con mala suerte abordaran. Debe haber
imaginado que nadie sería lo suficientemente
despiadado para matar a unos cuantos inocentes
para llegar a sus hombres. Después de hoy, sin
embargo, va a hacer que se arrepienta. No sólo iba
a perder a los hombres, sino que también perdería
medio millón de dólares en cocaína y heroína. Eso sí
es una putada. En el momento que vi aparecer el
avión en uno de nuestros monitores, le di el visto
bueno. —Hazlo. Declan sonrió, pero antes de que
apretara el botón, Neal le ganó como si fueran unos
niños. —Soy el más viejo, primo —dijo, antes de
reírse como un loco tonto. Un momento después,
había llamar rojas, anaranjadas y amarillas que
llenaban el cielo. Metal arrancado, ceniza cayendo
al mar y todo lo que podía hacer era deleitarme en
la grandeza de todo. Sentado en la silla de mi padre
una vez que la había reclamado, me permití soñar
con el futuro por un momento. Los hombres en la
habitación rugieron en victoria sobre nuestros
logros. El Valero había sido jodido por mí hoy. Esto,
además de nuestro anuncio de la boda, dejaría claro
que Alfonso Callahan había llegado, y planeaba que
comieran mierda para el resto de sus vidas. Quiero
controlar el este y oeste, y una vez hecho esto, toda
la puta Europa. ¿Quién dijo que no podía tenerlo
todo? Incluso Anahi a través de todas sus quejas y
disparos, había entrado. Encontrar los planes de
vuelo fue casi demasiado fácil. Ella había guardado
notas sobre él durante meses y nunca hizo nada.
Una jefa de mierda. Pudo haber cortado a Vence
por las rodillas, pero en su lugar, no hizo nada sólo
para salvar algunas vidas. Ella no lo entendía.
Corremos en la puta mafia, no 79 reparamos en
algunos, tomamos lo que queremos, cuando
queremos y matamos para tener el trabajo hecho.
Todas esas personas se encontraban en el lugar
equivocado en el momento equivocado, y me
aseguraría que mi madre… o tal vez Anahi, abriera
una obra de caridad en sus nombres. Pero ahora
yo... Las balas estallaron a través de unas de las
paredes antes de que pudiera terminar mi
pensamiento. Nos dispararon como la lluvia,
destruyendo cualquier cosa y todo en su camino. —
¡Mierda! —Neal gritó de dolor mientras la sangre
emanaba de su brazo. —¡Abre la maldita puerta y
corre al hijo de puta! Declan se congeló al momento
que una bala pasó junto a su cabeza y se incrustó en
el monitor detrás de él. Mi padre cayó cuando una
bala conectó con su pecho y Eric se aferró a su
muñeca. El resto de los hombres de la sala se
pusieron a seguir órdenes, pero se congelaron
cuando la puerta se abrió. —Dime que no lo has
jodido y todavía irás a la boda de mierda, cariño —
chilló Anahi, mirándome directo a los ojos. Mátala.
Pon una bala a través de su bonita cabeza de mierda
y tírala desde un puente de mierda, gritó mi mente
cuando miré el cañón semiautomático de mi
prometida. Traté de mantener la calma. Incluso recé
por la fuerza de no perderlo, pero todo lo que podía
hacer era ver rojo. Estaba mirando por encima de
Eric, que estaba más cerca de ella, se hizo cargo y
puso la pistola en el costado de su cabeza, lo que
hizo que ella bajara el arma. —Tu pequeña puta,
¿has perdido la cabeza? —Carrot top11 —ella dijo,
sin dejar de mirarme a los ojos—, es mejor que
aprietes del gatillo ahora. Te vas arrepentir si no lo
haces. Él me miro, pero en una fracción de segundo,
Anahi se dio la vuelta y utilizó la culata del arma
para golpear la cara de él, dejándolo fuera de sus
pies y sostuvo el arma en sus bolas. 11 Cabeza de
zanahoria. 80 —Te dije que lo lamentarías —dijo
entre dientes. Se echó hacia atrás y lo golpeó en sus
joyas con la culata de su arma. Mi padre frunció el
ceño, dando un paso adelante mientras yo llegué a
mi arma. Llega un momento en que ya es
jodidamente suficiente. —Srta. Giovanni, preferiría
que no mates a nadie en mi casa. —Monte, creo
que es el nombre del hombre, caminó hacia delante
apuntando con su arma a Eric mientras Anahi se
giró hacia mi padre, con la pistola en la cara de él.
—Sedric, me agradas. Realmente lo haces —dijo ella
sin emoción—. Pero da un paso fuera del camino y
te mataré antes de matar a tu hijo. —Su madre está
encariñada con él y yo le tengo cariño a su madre,
Srta. Giovanni. —El hijo de puta sonrió, como si esta
perra no lo hubiera insultado, como si ella casi no
hubiera matado a un familiar—. Anahi, entiendo tu
enojo, y lo justifico. —¡Ella es mierda! —grité,
también sosteniendo mi arma arriba. Nunca en mi
vida he querido dispararle tanto a alguien. —
Alfonso Callahan. Por las próximas cuarenta y ocho
horas, estás desterrado. ¡Retírate! —Una vez más la
sangre en mis venas exigía derramar sangre, así que
disparo más allá de la cabeza y en el brazo de
Monte. Los ojos de Anahi brillan con rabia, pero
antes de que su bala me golpeé, mi padre fue por su
mano. Él torció su muñeca y luchó con ella hasta
que la pistola estaba fuera de su agarre y él tenía su
brazo detrás de su espalda. —Anahi, escúchame —
dijo mi padre, mientras ella gruñía como un maldito
león—. Como la cabeza de la familia Callahan, me
disculpo por el movimiento idiota de hoy de mi hijo
y los recuerdos que te hicieron daño. Pero necesito
que respires y camines lejos de aquí ahora. No
como una mujer, sino como una jefa, para
reorganizarte y pensar. Si encontraste esta
habitación, sabes dónde está Alfonso. Él estará allí
por un momento y puedes hablar con el jefe de
Ceann na Conairte. Cuando ella asintió, la dejó ir y
se fue con Monte, del quien se aferró a su brazo y
Fedel, quien no se había movido de la pared
destrozada. Cuando ella se fue, mi padre ni siquiera
tuvo que hablar, miró a nuestros chicos y se fueron
más rápido que ella obligatoriamente se había ido
con el hombre que acababa de escupir toda 81 mi
victoria. Una vez más, todo lo que podía ver era rojo
y por primera vez en mis veinte cuatro años de vida,
quería la sangre de mi padre. —¡Me has
avergonzado! Esta relación, este matrimonio no
funcionará. Voy a quemar ese maldito contrato para
poder poner una bala en ella. Dio un paso hacia
adelante, con sus ojos más oscuros que una
tormenta. — Tú mismo te has avergonzado. ¿No
crees que esa mujer, jefa, Anahi, no pudo haber
bombardeado fácilmente el avión? Sí, yo sabía de
donde sacaste esa información, maldito idiota.
Revisé sus archivos también, mientras estabas
ocupado encadenando a tu novia en la silla de la
piscina. —Pero ella no lo hizo, probablemente
porque es débil y no quería matar a inocentes —le
espeté de regreso, tratando lo mejor para no
apuntar una arma en su cara. Apuntó hacia la pared
desmoronada, que ahora nos exponía. —¿Eso te
parece debilidad? ¿o es qué estás tan cegado por la
idea de poder que has olvidado todo lo que te he
enseñado? —suspiré profundamente, dejando caer
la pistola sobre la mesa antes de que apretara el
gatillo. —Todo lo que hice hoy, tú lo hubieras hecho.
—Sí, pero me hubiera asegurado primero que eso
no le doliera a mi esposa. Felicitaciones, le has
demostrado a Vance y a sus hermanos que eres tan
despiadado como ellos. Te has ganado el orgullo de
tus hombres, y lograste un trabajo para que nadie te
empatara. —Él espeto con rabia—. Si hubieras
hecho caso a mis palabras y tratado de hacer las
paces con Anahi en su lugar, habrías utilizado su
acceso a los archivos de Giovanni y hecho tu tarea
sabiendo qué le pasó a Anahi y a su madre. Me
quedé inmóvil, sin entender lo que Aviela Giovanni
tenía que ver con esto. Ella había muerto hace años.
—Piensa en ello, después vuelve con ella y
arrástrate. —Con esas palabras, salió de la
habitación. Tomo asiento en uno de los equipos que
no se destruyó, pongo los archivos de los que él me
estaba hablando y mi sangre se congela. 82 19 DE
MARZO: VUELO 307 SE ESTRELLA EN EL OCÉANO
ATLÁNTICO; UNA SOBREVIVIENTE, SEIS AÑOS DE
EDAD, ANAHI NICCI GIOVANNI. —Joder —murmuro
para mí mismo mientras leo el título, pero esto sólo
empeoró. NOTAS: Según la memoria de la joven
Anahi, había cuatro hombres en el avión cuando se
levantaron en pleno vuelo y comenzaron a disparar
y exigirle a Aviela Giovanni, esposa del jefe,
revelarse. La señora Giovanni, con ayuda de sus
guardaespaldas, puso a Anahi en uno de los
compartimientos antes que fueran baleados y
asesinados. Los hombres, que fueron identificados
más tarde por el tatuaje V en sus brazos, eran
Valero. Después de la muerte de la señora Giovanni,
procedieron a matar a todos en el avión. Fue debido
a las lágrimas y gemidos que los hombres la
encontraron. Aterrizando el avión en una superficie
en el mar, llenaron las salas con humo antes de
arrastrar un barco en la espera. Anahi explicó que,
debido a que ella estaba orando, ellos decidieron
dejar que Dios decidiera su suerte y la echaron de
nuevo al océano, aferrándose a un pedazo de
escombro. A medida que se alejaban, le dijeron que
si sobrevivía podía unirse a los Valero cuando fuera
mayor. El jefe encontró no a su hija hasta la mañana
siguiente, aferrada a una de las alas rotas del avión.
El avión fue incendiado más allá de su
reconocimiento, y el cuerpo de la Sra. Giovanni
nunca fue recuperado. Anahi está viva, pero sufrió
de hipotermia y desarrolló extrema Acluofobia12 de
la cual no se ha recuperado. Con terapia, podría
disminuir con el tiempo. ENCUBRIMIENTO:
ACCIDENTE AÉREO POR FALLA DE MOTOR. —Mierda
—suspiré, pasando mis manos por el cabello—.
Mierda. Mierda. Mierda. Madre de la puta mierda.
12 Miedo a la oscuridad. 83 Mi mente estaba en
mal estado. No podía pensar con claridad, todo lo
que podía ver era una versión más joven de mi
prometida, aferrándose a una puta ala en medio del
océano atlántico. En la oscuridad. Justo como yo
jodidamente la dejé. — Mierda. Mi padre tenía
razón. Realmente tenía que arrastrarme, pero
incluso eso no cambiaría las cosas. No sería
suficiente. Nada sería suficiente y no tenía nada que
darle. No tenía idea que me moví hasta que me
encontré frente a mi habitación, temiendo a la idea
de entrar. Mi habitación era mi santuario y ahora,
iba a ser mi lugar de muerte. Pero necesitaba
madurar y lidiar con las consecuencias de mis
acciones. En el interior, ella se quedó a los pies de la
cama, vestida de gris, con una pistola y cuchillo
atado a su muslo. Ella parecía estar asimilando todo,
desde los rojos oscuros y oro de mi cama y las
paredes, los suelos de madera, los grandes
ventanales, la alfombra de piel de león, el piano en
la esquina hasta la pantalla plana plegada a la
pared. Se dio la vuelta lentamente y realmente yo
podía escuchar sus pensamientos. No era la
habitación de una mujer amistosa. Sin embargo, no
estaba destinada a serlo. —Teníamos una máquina
para grabar sus conversaciones. Ahora está en algún
lugar del océano. Un equipo y no lo vamos a
recuperar —me dijo mientras trataba de salir de la
habitación, pero primero la agarro del brazo. —
Puedo ir —le dije mientras me miraba—. Debo ir
porque es mi culpa. Lo siento. Por todo, yo… —Mira
quien finalmente hizo una verificación de
antecedentes. Si quieres venir, no puedo detenerte
—arrancó su brazo de mi alcance—. Eres todo lo
que pensé que serías, un niño en un cuerpo de
hombre. Eres insolente y salvaje y no pareces
alcanzar la gravedad de nuestra situación. No me
impresionas, Alfonso Callahan. Así que saca a esa
pobre niña fuera de tu cabeza, porque yo no soy
ella. Cierro el pequeño espacio entre nosotros, y
miro hacia abajo, en sus ojos marrones, queriendo
arrancarlos de su cara ovalada. —¿Soy insolente?
¿Soy salvaje? Lo dice la mujer que atacó a su
manera una reunión privada casi matando a su
futura familia política. No me conoces, Giovanni. 84
No te dejes engañar por mi ingenio o encanto. Me
ha tomado toda mi fuerza no matarte. —¿Qué
ingenio? ¿Cuál encanto? No eres más que
habladurías y no necesito conocerte, Callahan. Sólo
necesito casarme contigo. —Con eso mantuvo la
cabeza alta y se fue. No me iba a someter. No me
sometería. La gravedad de nuestra situación me
estaba empezando a corroer. Necesitaba que esto
funcionara. El irlandés necesitaba de este puto
trabajo. Pero, ¿cómo diablos iba a manipular su
vida, de una apasionada jefa italiana? Paso uno,
aceptar que ella era un maldito jefe. Paso dos,
esconder todos los cuchillos, armas de fuero y tal
vez almohadas. 85 9 Un asesinato hace un villano,
millones un héroe. Los números santifican, mi buen
amigo. ~ Monsieur Verdoux Traducido por Jane
Corregido por Daliam ANAHI Había algo en Alfonso
Callahan. Era inmaduro, pendenciero, e impaciente.
Esas fueron sólo las cosas más amables que se me
ocurrieron, y sin embargo, sabía que olía a canela,
especias y manzanas. Me había tomado el tiempo
para reflexionar sobre su olor, incluso disfrutarlo.
Ugh. Además de eso, me gustaba cómo se veía de
cerca. La forma en que flexionaba sus músculos por
costumbre y crujía los nudillos cuando estaba tenso.
Me había dado cuenta de eso en tan sólo dos días.
Tenía todo un arsenal de hombres bajo mi control y
muchos eran atractivos, de alguna manera, forma o
figura, y sin embargo, había algo en Alfonso
Callahan. Cuando salió de su habitación, estaba
vestido con pantalones oscuros combinados con un
chaleco negro y verde con la letra C en el pecho.
Parecía sorprendido de verme, como si no estuviera
seguro de por qué estaba aquí. En sus brazos había
contusiones y marcas de nuestra pelea. El idiota
debió curarlas, pero en cambio, tenía que ser un
machote y dejarlas. —Te tomaste el tiempo
suficiente, Callahan. ¿Necesitabas arreglarte el
cabello? Él me miró antes de sonreír. —Se llama
cabello desordenado por una razón. Esa es la única
manera en que lo arreglo. ¿Has terminado de ser
una perra? —Fedel llegó por el pasillo, antes de que
pudiera responder. 86 —Señora, el helicóptero está
listo. Monte está muy bien, y estamos listos para
ayudar —dijo, a la espera de órdenes. —Ya me puse
en contacto con Monte, y te dirá qué hacer. —Sus
ojos se abrieron, sabiendo lo que quería decir.
Acaba de perder su título de mano derecha, hijo de
puta—. La próxima vez, Fedel, cuando te diga que
desistas, hazlo sin dudar. Gastas mi tiempo e
insultas mi inteligencia con una declaración como,
“los superamos en número”. Eso es todo. Él asintió y
se fue rápidamente, dejándonos a mí y al señor
Cabello Desordenado solos. Alfonso miró a Fedel
con los ojos entrecerrados y luego devolvió la
mirada furiosa a mí. Lo corté antes de que pudiera
hablar de nuevo. —El helicóptero nos llevará a
Delaware. El vuelo es de una hora. A partir de ahí,
tomaremos una lancha rápida al norte. El GPS capta
la señal de quince sonidos desde la orilla. Sin
embargo, los Valero ya son conscientes de tu truco y
lo más probable es que tengan hombres en el agua
tratando de recuperar alguna droga perdida. —
Dando un paso adelante, me aseguré de que
entendía que no estaba jugando—. En primer lugar,
ves lo que estoy haciendo, ¿diciéndote todos los
detalles de esto? Sí, eso es lo que debiste hacer. En
segundo lugar, esta es mi operación ahora. Mis
hombres. Así que si la cagas, voy a cortarte la
garganta y luego llenarte de bal… Sus ojos se
iluminaron como el fuego antes de que me agarrara
y me tirara contra la pared. —Cada momento que
gastas gruñéndome, es un momento en contra de
nosotros, Capitana Gran Perra. Tan inteligente como
tu plan es, sería mejor tener francotiradores en el
aire. Algo en lo que pensé antes de salir allí. Sólo
sonreí. Incluso con su brazo en mi cuello, pensaba
que era tan jodidamente inteligente. —Tienes tanta
razón. Es por eso que ya tengo a Neal y Antonio
preparados, cargados, y esperando. ¿Cualquier otra
cosa que asumas que no pensé? ¿Cuándo
entenderás que mientras has sido el número dos de
papá, he sido la número uno? No dijo nada, sólo me
miró. —Debes liberarme, Capitán Gilipollas o
perderás tu brazo. Tu elección. No esperé, me
liberé. Era muy pequeña comparada con él, así que
todo lo que tenía que hacer era caer y rodar fuera
de su control. Tenía mucho que aprender, y este era
su momento para hacerlo. 87 Debido al hecho de
que disparé a la casa de Sedric, la fiesta que habían
celebrado en mi honor terminó y todo el mundo se
fue. Afuera había cuatro motocicletas, dos de las
cuales fueron tomadas por Declan y Monte. Las
otras dos para Alfonso y yo, la mía blanca, la suya
verde y negra. Me miró como si fuera una muñeca
de porcelana, y lo único que pude hacer fue rodar
los ojos antes de saltar en mí, motocicleta y acelerar
tan pronto como uno de los suyos abrió la puerta.
Sólo un segundo había pasado antes de que lo viera
alejarse rápidamente, casi tirándome, mocoso
amargado, así que aceleré a su lado. Corrimos a
través de las callejuelas de Chicago, las luces de los
edificios por encima de nosotros se mezclaban en
una sola fila. No importaba la cantidad de velocidad
que diera mientras zigzagueaba en el tráfico y los
cruces, él siempre iba ganando. Sólo podía ponerme
en frente de él por un segundo antes de que
acelerara lejos de mí de la nada. Era como si
estuviera jugando conmigo. En el momento en que
llegamos al helicóptero de lujo de plata,
estacionado en privado en la pista de aterrizaje,
Declan y Monte estaban justo detrás de nosotros.
Alfonso se había bajado de su motocicleta, con los
brazos cruzados con una sonrisa en su rostro, como
si hubiera esperado horas, idiotas. Sin decirle nada,
caminé abordo para encontrar a Antonio y Neal
babeando por rifles de francotirador, como niños en
la mañana de Navidad. Al menos no tengo que
preocuparme por disputas irlandesas e italianas
entre ellos. —Estoy contento de ver que tu lealtad
todavía es tan fácil de comprar, hermano. —Alfonso
lo miró mientras tomaba asiento. O no. Neal se
congeló, y vi una pizca de angustia atravesar sus
ojos. Alfonso debió verla también, porque no
detuvo el asalto mental que inició. Era como si
pudiera ver en el alma de su hermano. ¿Pueden
todos los hermanos hacer esto? —Jinx —dije lo más
fuerte posible. Alfonso, Declan, y Neal todos
miraron a su alrededor para encontrar a la persona
detrás del nombre, pero nadie vino. Un segundo
después, el motor del 88 helicóptero resonó y una
voz suave estalló en nuestros auriculares. —
Benvenuto un bordo13 , señora. Nos llevaré a
Delaware en cuarenta. Monte se sentó delante de
mí en el asiento en que Fedel normalmente estaría,
y se volvió a Alfonso, quien también se sentó frente
a mí. —Jinx es nuestro aviador maestro. Si va al
cielo, él lo puede hacer volar. —¿Ese es su nombre?
—preguntó Neal—, ¿Jinx? Me siento más seguro ya.
Monte se burló. —Si es lo suficientemente bueno
para La Jefa, es lo suficientemente bueno para ti
cane. Antonio rió. —¿Cane? ¿Cómo carajo acabas
de llamarme? Hasta aquí no había disputas. —
Significa perro. —Alfonso me miró. ¿Estaba
esperando a que hiciera algo? Su hermano lo
empezó. Rodando mis ojos, miré a Monte que
murmuró algo en voz baja. Neal se encorvó como
un perro y se centró en su rifle. Sabía que Antonio
podría disparar a matar en cualquier tipo de
condición. El viento y la oscuridad de la noche no
serían problema. No era la primera vez que lo hacía
en esas condiciones. Sin embargo, estaba poniendo
a prueba a Neal, y si no aprobaba, esta sería la
última vez que trabajaba estrechamente conmigo.
Al menos hasta que llegara a ser mejor. Ya tenía una
idea de las habilidades de Declan. Dado que él fue
quien “accedió” a mis equipos. Lo hice fácil para él,
pero lo hizo más rápido de lo que esperaba. —
Vamos a monitorizar el GPS —dijo Alfonso,
finalmente entendiéndolo. Monte asintió, y Alfonso
se volvió hacia mí. —Declan puede interferir en las
frecuencias de los alrededores y realizar un
seguimiento. El área debe estar llena de
paramédicos, policías, y guardia costera — dijo
Alfonso, y en sus ojos me retaba a estar de acuerdo,
ahora de todas las veces. En vista de que estaba
siendo un buen chico, le permitirá tener su
momento de dominación. Monte me miró, y asentí.
Había planeado tener a Declan en el mar 13
Bienvenida a bordo. 89 conmigo dado que era
genial con el combate cuerpo a cuerpo, lo podíamos
necesitar, pero seguro, Alfonso podía fingir que
ayudaba. Una vez terminado, Monte se levantó
rápidamente para salir de la burbuja negativa
creada por Alfonso y yo. No dijo una palabra, pero
pude la carrera en la mente de Alfonso correr, y me
di cuenta que no le gustaba que yo estuviera allí.
Casi quería decirle que se fuera al carajo, pero el
helicóptero ya estaba lo suficientemente tenso.
Declan y Monte se centraron en las cuatro series de
portátiles entre ellos, mientras que Antonio y Neal
comprobaban sus rifles. Parecían cercanos ya, dado
que Neal le lanzó un paquete de tabaco de mascar y
Antonio aceptó como si fuera oro. Un momento
estaban luchando, el siguiente negociaban juguetes.
Por último, cuando mis ojos se posaron de nuevo en
Alfonso, lo encontré mirándome. No apartó la
mirada como la mayoría de la gente cuando eran
atrapados mirando. En lugar de ello, se limitó a
mirarme con más intensidad, como si fuera un libro
que trataba de leer, pero estuviera en un idioma
que no entendía. —¿Sí? Él negó con la cabeza. —
Estamos aquí. Y, efectivamente, el helicóptero
comenzó su descenso ilegal en la playa. —Señor,
señora —dijo Declan, mirándonos—. Tenemos un
problema. —¿Qué? —Alfonso y yo preguntamos al
mismo tiempo. Monte cliqueó en su ordenador. —
Los Valero han conseguido la grabadora y se dirigen
más a la mar. Tienen un barco esperando. Tomando
una respiración profunda, presioné el botón arriba.
—Jinx, llévanos… Miré a Declan y Monte por las
coordenadas. —38.09, 72.50 —dijeron ambos, de
forma rápida. Alfonso asintió, mirando a Antonio y
Neal mientras el helicóptero se detenía. — Lo
llevarán a nosotros. Anahi y yo esperaremos en su
barco. Tendrán que disparar desde la puerta. Ellos
asintieron mientras Alfonso se ponía de pie y miraba
hacia mí. Estaba tan bien hasta que abrió la boca de
nuevo. —O puedes disparar y Neal y yo podemos ir.
90 Poniéndome de pie, le devolví la mirada. —Dame
un rifle y la bala irá en tu espalda —le dije, mientras
esperaba junto a la puerta del helicóptero. Jinx iba a
tener que rodear todo continuamente. Alfonso se
puso de pie frente a mí, la mano en el pomo de la
puerta y se me quedó mirando, una vez más.
Siempre con la mirada fija, raro. Por un momento,
en medio de la tormenta que había en sus ojos, vi
preocupación. Estaba jodidamente preocupado por
mí el hijo de puta. Esto no era mi primer, ni sería mi
último salto de un avión. Necesitaba agarrar sus
bolas y tomar una foto de la testosterona, porque
yo no estaba preocupada por la mierda. Sólo quería
esto sobre lo que podía beber hasta quedarme
dormida. Monte se acercó para darnos paracaídas,
pero ambos sacudimos la cabeza. Sólo nos
retrasarían lo suficiente para ser fusilados.
Necesitábamos bajar rápido. —Jinx, llévanos tan
bajo como sea posible —le dije. Nuestros
estómagos cayeron cuando sentimos la caída de un
helicóptero. De alguna manera, sabiéndolo antes de
que Jinx hablara, Alfonso abrió la puerta y en la
oscuridad de la noche, pudimos ver el yate
esperando abajo. Me miró de nuevo, pero no le hice
caso y me aparté de la pared para saltar. En el
momento en que la brisa fría golpeó mi piel, me
preparé para el impacto de la cubierta. Cuando mi
cuerpo aterrizó, rodé mientras las balas volaban en
mi dirección. Agarrando mi arma, me di vuelta y
disparé a uno entre sus ojos justo cuando Alfonso
cayó sobre los hombros de otro. Hubo gritos y
maldiciones en ruso cuando Alfonso se lanzó justo a
mi lado. —¿Vienes aquí a menudo? —dijo riendo,
mientras la adrenalina claramente recorría sus
venas. Supuse que ya no me veía como una muñeca
de porcelana en ese momento, sino como otra
persona a su lado. Finalmente, imbécil. —En
realidad no. —Traté de no sonreír a medida que
más rusos llegaban a disparar contra nosotros—. La
hospitalidad aquí es una puta mierda. —Debes
escribir una carta mordaz. Rodando mis ojos, me di
vuelta y disparé a un hombre en la cubierta superior
en la rótula. —Esto es más respetuoso al medio
ambiente. Salva árboles, y toda esa mierda. 91 Él
sonrió y luego le disparó al hombre ahora gritando
de dolor en la cabeza. —Nunca fui bueno
reciclando. Otros dos hombres se acercaron, uno
detrás de Alfonso, y otro detrás de mí. Los dos
levantamos nuestras manos, ya que gritan hacia
nosotros. —Vy Kto? Vy Lokhi14! —nos gritaron.
Alfonso me sonrió, realmente sonrió por una vez
obviamente disfrutando esto. —Ya, Alfonso
Kallahan. Eto zhenikh moy, mertv tozhe vy15 .
Cuando el hombre terminó, balas entraron en el
lado de su cabeza, cortesía de Antonio y Neal, antes
de que el helicóptero quedara fuera de vista una vez
más. Un segundo después, el teléfono de Alfonso
sonó y lo puso en el altavoz. —Están a cuatro millas
de distancia, y estarán allí dentro de poco —dijo
Declan. Alfonso no dijo nada antes de colgar cuando
me agaché para coger sus armas. —¿Pistola Yarygin
o Stechkin? —pregunté, lo que le hizo fruncir el
ceño. —Los rusos no pueden hacer armas de
mierda —dijo con disgusto, y tenía razón.
Sonriendo, empezamos a tirar los pocos cuerpos por
la borda mientras esperábamos a nuestros amigos.
Sólo tomó un segundo, y en ese momento,
habíamos arrojado a los gordos rusos borrachos. El
barco estaba en silencio, excepto por otro equipo
que regresó a cubierta. Ellos tropezaron y se rieron
como tontos. —Vse chertovski narkotiki USHLI.
Chert por etikh Pobral vlagalishcha v anuncio. Valero
sobirayetsya ubit 'nas16 . Uno de los hombres
preguntó dónde estaban sus hermanos, Alfonso ya
estaba en pie. 14¿Quién diablos son? Suelten las
armas. 15 Soy Alfonso Callahan. Esta es mi
prometida, y ustedes dos están muertos. 16 Todas
las malditas drogas se han ido. Malditos idiotas del
infierno. Vance nos va a matar. 92 —Muertos —dijo
Alfonso, cuando le disparó a uno justo en la nariz y
le disparé al otro en los ojos. Gritó de dolor cuando
me acerqué, buscando en él, el mini-equipo. Una
vez que lo tuve, le disparé una vez más por el gusto
de hacerlo. —Voy a llamar a los chicos —le dije,
entregándoselo a Alfonso, pero una vez que me di la
vuelta, me encontré mirando el cañón de una
pistola. Era el hombre sobre el que Alfonso aterrizó,
y tenía su arma apuntando directamente hacia mí.
Alfonso me sacó del camino y le disparó al hijo de
puta en la cara, pero no antes de recibir una en el
brazo. —A la mierda, todos al infierno —dijo,
tirando de su miembro herido. Debió dejar a su
ángel de la guarda en casa. —Jinx, regresa, nos
encontraremos contigo en tierra. Estamos bien... en
su mayor parte —dije, antes de colgar y agarrar su
brazo. Él se apartó. —Estoy bien, sólo desearía no
haber matado al cabrón para poder torturarlo. —
Tienes una bala en tu brazo. —Lo miré—. Una bala
rusa, que tú, tú mismo dijiste era una mierda. Voy a
sacarla. —¡Dije que estaba bien, Anahi! Enojada,
enfundé el arma antes de que le disparara en el otro
brazo, y agarré su brazo herido de nuevo, lo que lo
hizo sisear de dolor. —No estás bien. —Apreté con
más fuerza—. Ahora deja de quejarte y déjame
arreglarlo, capullo. No le permití hablar antes de
llevarlo dentro de la cabina y empujarlo hacia la
cama más cercana. Debieron estar a punto de
comer, porque el alcohol y una variedad de carne,
pan y manzanas les aguardaban. Consiguiendo una
servilleta y un cuchillo, vertí el alcohol encima del
brazo y su herida antes de darle el resto de beber.
Esperaba que el licor lo mantuviera tranquilo. Me
sonrió antes de llevarse la botella a los labios. —
Creo que me gustas como enfermera. Mirándolo,
cavé el cuchillo en su herida de bala. —No deberías
decir cosas estúpidas a una mujer con armas. 93
Silbó y rugió de dolor como un jodido bebé hasta
que saqué la bala y usé la servilleta como un
vendaje. —Bebe y cállate, volveré —le dije, antes de
volver a cubierta. Me aseguré de arrastrar y tirar los
cuerpos en el barco antes de emprender rumbo de
vuelta al continente. También llamé a Monte para
que él y los hermanos de Alfonso supieran lo que
pasó. Me tomó cerca de una hora y media. En el
momento en que volví a Alfonso, se congelaba en la
cama, escuchando el sonido del avión que había
destruido. Todo lo que los dos podíamos escuchar
eran gritos, llanto y oraciones. Ellos trajeron de
vuelta los recuerdos que preferiría olvidar.
Caminando, lo detuve y él fue sacado de su trance.
—Pensé que ibas a colocar el barco en el piloto
automático —dijo, demostrando cuan perdido
estaba. Agarrando otra servilleta, quité la empapada
de sangre y rehíce el vendaje. —No recibas una bala
por mí otra vez. Él resopló antes de alejarse. —
Ninguna buena acción queda sin castigo. La palabra
correcta que estoy buscando es “gracias”. Tiré con
más fuerza, e hizo una mueca de dolor el bebé. —
Gracias, pero no lo hagas de nuevo. Lo último que
necesito es que alguno de mis hombres piense que
no puedo manejarlo por mí misma. —Eres tan
jodidamente ridícula. ¿Por qué siempre tienes que
tratar de probar que eres una perra sin corazón? —
Debido a que una perra sin corazón es lo que tengo
que ser —espeté, levantándome delante de él—.
Puedes fallar tantas veces como quieras, pero al
final del día, nadie va a dudar de ti. Yo, por el
contrario, cometo un error y se acabó. Algún idiota
engreído como tú vendrá y demandará que soy
demasiado suave, o que no tengo agallas. He
trabajado muy duro para dar marcha atrás ahora. —
No dijo nada. Sabía que tenía razón. No tenía
tiempo que perder, demostrando y reprobando
quién era yo. 94 —Y en cierto modo, puede que
tengan razón, porque debería haber volado el avión
—le confesé, agarrando el vino de la mesa e
inclinándome en contra de ella— . Si lo hubiera
hecho, tendría el crédito... —¿Quieres crédito? —Él
me miró de arriba abajo, con los ojos verdes
atrapando sólo la luz tenue de la cabaña que ahora
compartíamos—. ¿Quieres el crédito del asesinato
en masa que cometí? —No lo digas así. No somos
asesinos en serie. No matamos por diversión o caos.
Es sólo negocio. Hasta la última persona que
matamos es por la familia. Si nosotros no los
matamos, nos matan. Es el camino del mundo. Es
legítima defensa. Es supervivencia. Si se tratara de
tu vida, por la ellos, te matarían en un segundo para
salvarse a sí mismos o a su familia. Todo el mundo
es cruel. Simplemente no lo saben. Tú lo sabes. Lo
sé. Y es por eso que estamos en la cima y lo
seguiremos estando. —Y no sientes nada. —Y no
siento nada —repetí. Me miró a los ojos, y esperé
en Dios que entendiera, porque no sabía de qué
otra manera explicarlo. Era ese tipo de pensamiento
que hacía que fuera fácil para mí dormir por la
noche. —Ni yo —dijo, y yo le creí. Traté de
moverme, pero agarró mis costados y me mantuvo
quieta. Había esa mirada en sus ojos, el hambre, la
sed, y el animal enjaulado muriendo por salir.
Tirando de mí aún más cerca, se apretó contra mí.
—L… —Sus labios estaban en los míos y tiraba de mi
ropa. Con su brazo bueno, ahuecó mi trasero y la
otra tomó mi pecho mientras se frotaba contra mí.
Sus labios zumbaban en mi cuello antes de que me
levantara, tirándome en la cama. Se detuvo por un
segundo para mirarme otra vez, y la tormenta en
sus ojos era peor de lo que había visto en mi vida—.
Esta es tu única oportunidad para decirme que me
detenga. 95 10 "Se necesitan dos para hacer un
asesinato. Hay víctimas nacidos, nacidos para ser
degollados, como los degolladores nacen para ser
ahorcados”. ~ Aldous Huxley Traducido por July
Belikov Grey Maddox Corregido por Daliam LIAM
Ella miró de reojo, y pude ver la lujuria creciente en
sus ojos que reflejaba la mía. —Será mejor que no
rasgues mi ropa. —Sus ojos marrones se
estrecharon hacia mí y con eso, cada cadena,
candado y cerrojo en mi mente se soltaron. La
agarré por el tobillo y abrí sus piernas hasta que ella
no tenía menos de una pulgada de mí tomándola.
Podía sentirla poniéndose mojada sólo por la pura
cercanía de nuestros cuerpos. Pase mi mano por el
lado de su cara, y luego contra sus labios, agarré su
pelo y tiré de él hacia atrás, permitiéndome
aferrarme a su cuello. Ninguno de los dos tenía que
hablar. Sabíamos lo que queríamos, y no había
suficientes palabras en el lenguaje humano que
podrían expresar lo que mi lengua físicamente
podía, mientras mordía, lamía y chupaba su cuello.
Me sentí como un maldito animal, pero no podía
detenerme, y por el nombre de Dios, cuando ella
abrió la cremallera de mi chaleco y frotó sus manos
frías por todo mi torso, me convertí en voraz.
Apartándola, le quité la blusa lo más rápido posible,
haciendo mi mejor esfuerzo para hacer lo me pidió
y no rasgar la maldita cosa de ella. Sin embargo, no
funcionó, y oí un pequeño desgarro antes de que el
top estuviera en pedazos. 96 —¡Maldita sea,
Alfonso! —me gritó, y me detuve, mirándola
fijamente hacia sus ojos profundos y oscuros, mi
aliento en sus labios. —Dilo otra vez —dije,
mientras le agarraba el pecho a través de su
sujetador. Hubiera preferido encaje en lugar de un
sujetador deportivo, pero un pecho era un puto
pecho. —¿Decir qué? Inclinándome, besé sus labios
rápidamente antes de morderle el inferior. Entonces
besé su mejilla, antes de que finalmente llegará a su
oído y le mordisqueara el lóbulo. Estaba perdiendo
mi mente, pude sentirlo, lo único que quería hacer
era devorar todo su jodido cuerpo. —Mi nombre —
le susurré al oído, y ella se estremeció de placer—.
Di mi nombre otra vez. No con enojo o disgusto,
sino como lo hiciste hace un momento. Como si
fuera el único hombre en el mundo que puede
satisfacerte. Porque lo era. Besé su cuello una vez
más. Sin embargo, ella me agarró por el pelo y me
llevó a la altura de los ojos. No dijo una palabra,
sólo miró por un momento, antes de besarme casi
con desesperación. Por una vez, la maldita me besó
primero, y no podía dejar de pensar que era mejor
que el jodido cielo, hasta que ella me tiró sobre mi
espalda. Se sentó a horcajadas sobre mi cintura y
me miró antes de quitarse su sostén. Besó mi pecho
lentamente, retorciéndose contra mi polla mientras
esta pidió liberación. Cuando llegó a mi cuello, mis
manos fueron directamente a su pelo y las de ella
fueron a mis pantalones. Gracias jodido Cristo.
Volteándola, sujeté las manos sobre su cabeza y
miré hacia abajo, a lo que ahora era mío. Sus
mejillas estaban sonrojadas, sus pezones erectos y
me agaché a chuparlos, era como si me estuvieran
pidiendo que lo hiciera. Ella gimió en voz alta
mientras trataba de liberar sus manos. —Alfonso —
dijo, arqueándose hacia mí. —Una vez más —le
exigí mientras chupaba el otro, mi lengua haciendo
círculos alrededor de su areola, no iba a dejar de
chupar su pezón hasta que hiciera lo que le dije.
Pero mi chica nunca se rendía. Agarrando sus manos
con mi mano derecha, mi mano izquierda viajó
hacia sus pantalones, sin detenerse hasta llegar a su
objetivo. Podía palparla, y eso eclipsó el dolor de mi
brazo. Ella estaba goteando 97 por mí. El momento
en que la ahuequé, la espalda de mi chica se levantó
de la puta cama. —Maldito bastardo —gimió,
tratando de frotar sus piernas juntas y la fuerza de
fricción que no la dejaría tener. —Otra vez —exigí
una vez más, mis labios viajando desde el pecho
hasta su cintura lentamente. Besé cada parte de
ella, apenas froté su coño mojado. Ella quería más,
y yo también, pero tenía que hacer lo que yo quería.
Pero, una vez más, mi chica quería hacer mi vida lo
más difícil posible, dejándome sin más remedio que
liberar mi agarre en sus manos para que yo pudiera
tirar de sus pantalones por completo. En el
momento en que mis ojos vieron el manantial de
miel rogando por mi lengua, me aferré, chupando y
lamiendo todos los jugos que ella había previsto
para mí. Ella se quedó sin aliento, agarrando mi pelo
mientras se frotaba contra mi cara. —Alfonso. Me
aparté, sólo por un momento. —Una vez más. Ella
negó y por lo que mi dedo encontró su camino en
ella, y ella se quedó sin aliento por el éxtasis. Dentro
y fuera, lo más rápido y lo más profundo posible,
golpeé mis dedos en ella mientras ella muele mi
mano, deseando la satisfacción que sólo mi polla
daría, pero haciendo todo lo posible que podía
hacer con los tres dedos que tenía en su interior.
Justo cuando estaba llegando a su clímax, me
detuve. Sus ojos se estrecharon en mí mientras
respiraba profundamente. —Hijo de puta. —Todavía
no —le susurré, dando un paso hacia atrás para
liberar mi polla de los confines de mis pantalones.
Ella la miró y se lo permití, sólo por un momento,
antes de tirar su espalda hacia mí. Antes de que
tuviera tiempo de pensar, me empujé
profundamente dentro de ella. Su espalda
arqueada, mientras ella gritó en italiano. 98 La
atraje aún más cerca de mí y fui aún más profundo
todavía, si tal cosa podría ser posible. Haciendo una
mueca por la lentitud con la que moví, la vi temblar
mientras mi polla la llenó. —Di mi nombre —le dije,
casi deteniéndome mientras mi polla palpitaba.
Estaba esperando y rezando que ella cedería para
que yo pudiera tener mi camino con ella. Ella no lo
hizo, así que me empujé hacia adelante
rápidamente. —Anahi, por el amor de Dios, sólo di
mi nombre. En su lugar, se deslizó un poco lejos de
mí antes de envolver sus brazos alrededor de mi
cuello. —Any, sólo Any —jadeó. Aferrándome a su
cintura, la eché hacia atrás lentamente antes de
empujar de nuevo. —Dilo, Any. Besó mi cuello,
luego mi oído antes de parar en mis labios,
mirándome profundamente a los ojos. Los suyos
eran tan oscuros que me veía en ellos. Su aliento
estaba casi en mi lengua, y yo sólo tenía que
escucharlo. —Alfonso —dijo entre dientes, y me
besó profundamente. Mi nombre fue la clave para
abrir los niveles más profundos de la posesión
posible. La empujé sobre su espalda, haciéndonos
gritar y sisear mientras mi polla se estrellaba contra
ella una y otra vez. Ella se movió a mi ritmo, cada
empuje, no perdiendo el ritmo. Ella gritó mi nombre
una y otra vez. Agarrando su pecho, la follé más
profundo, ni siquiera me detuve cuando gritó su
liberación… Ni siquiera estaba cerca de terminar,
ella se vendría al menos una vez más antes de que
me viniera. Tirando de ella, ambos lloramos en
protesta hasta que la volteé y la tomé,
sosteniéndola por su cintura y hombro mientras me
enterré más profundo. —Joder, ¡Alfonso! Más duro
—rogó—. Más Rápido. Y ambos deseos los cumplí,
hasta que no pude contenerme más, al igual que
ella no podía, y nos vinimos juntos. 99 —Mo Any
álainn17 . —Di un grito ahogado antes de salir de
ella y caer sobre la cama. Volteándose sobre su
espalda, trató de controlar su respiración antes de
hablar. —Sólo me puedes llamar Any durante el
sexo. —¿Por qué es eso? —Levanté la ceja. —No
has ganado. No podía entender esto. Después de lo
que había pasado entre nosotros, todo había
cambiado, si sabía o no y esto empezó conmigo.
Agarrándola, me di la vuelta sobre ella,
permitiéndole su espacio así mi peso no haría
ningún daño. Me miró sorprendida, pero no dijo
nada. —Lo que pasó esta noche se va a repetir —le
dije con calma, tratando de recuperar el aliento—.
Eres mía, como yo soy tuyo. Pero para que esto
funcione, tienes que dejar de verme como el
maldito enemigo y más como tu marido. Sus ojos se
estrecharon. —¿Mi esposo dices? ¿Así que tengo
que sentarme a pulir tus zapatos y hacer la cena en
medio de las folladas? —Any —le contesté, bajando
hasta que estuve en su entrada de nuevo—. Lo
entiendo —dije, antes de empujar hacia adelante y
me enterré en el lugar apretado que estaba
convirtiéndose rápidamente en mi nuevo hogar. —
¿Lo haces? —dijo entre dientes, tratando de
mantenerse enfocada mientras me inserté más
profundo. —Sí —le susurré, yendo por su cuello
otra vez. >>No eres una ama de casa —le dije,
saliendo sólo para golpear de nuevo—. Tú no
quieres ser mi adorno. —Golpe, ella alzó su mano
hacia mi cabello. —Eres un asesino a sangre fría. —
Golpe, ella gemía mientras el sudor goteaba de mi
barbilla hacia su pecho. —Tú eres un jefe. —Golpe
17 Mi bella, Any. 100 —Tú eres mi cambio. —Golpe,
esta vez, ella se agarró a mi culo, tratando de tirar
de mí más cerca. —Estoy dispuesto a intentar hacer
caso omiso de mis maneras machistas. — Golpe.
>>Para tratarte como una igual, pero tú debes hacer
lo mismo por mí, Any. — Y con eso, me empujé en
ella varias veces, su cuerpo moldeándose al mío, sus
pechos presionando contra mi pecho. Ella estaba
tan jodidamente apretada que no podía mantener
mis ojos abiertos. Sus uñas se clavaron en mi
espalda y envolvió sus piernas alrededor de mi
cintura, acercándome a ella. Sus manos se
entrelazaron con las mías como enredándonos a
nosotros mismos, llegando a lo más alto de los
clímax y estrellándonos juntos. Sin aliento, la
sostuve con fuerza, mis brazos envueltos alrededor
de ella, mientras utilicé su pecho como almohada.
Estábamos los dos en silencio, permitiendo que
nuestra respiración llenara la cabaña, y ninguno
dejamos ir al otro. —¿Me ves como un jefe? —Sí, y
me molesta, porque quiero ese título —contesté
honestamente, causando que ella tirara de mi
cabello. —No importa cuántas veces follemos
Callahan, nunca me inclinaré ante ti. Nunca voy a
dejar que me gobiernes. No voy a ser tu perra para
coger y ordenar. No creo que pueda manejar eso.
Tal vez fue el hablar de sexo, o tal vez las palabras
de mi padre, pero finalmente estaban comenzando
a hundirse y yo estaba empezando a ver una nueva
forma de conseguir lo que quería. Todo lo que yo
quería. Rodando fuera de ella, miré hacia el techo
de madera, no hablando por un momento mientras
recogía mis pensamientos. —En muchos sentidos,
no puedo —le dije—. En mi mente, siempre habrá
un chovinista, pero voy a luchar contra ello. Tú y yo
sabemos que una vez que estemos casados,
nuestras empresas serán una. Lo que significa que
habrá una sola cabeza, una casa dividida no puede
sostenerse. 101 —Gracias, Abraham Lincoln. Pero
yo no estoy renunciando a mi reclamo como jefa —
contestó ella, y yo sabía que no lo haría. Ella no "se
inclinaría" ante mí. La única manera de que esto
funcione era hacer la única cosa que más odiaba
hacer, compartir. Era tan simple. Tenía sentido
lógico, pero yo era un hijo de puta codicioso, y de
muchas maneras, ella también. Estábamos
demasiado jodidos por igual. —Hay una sola cabeza.
Pero también un cerebro dentro de ella. Todo lo que
elegimos para la empresa se pensará juntos en
nuestra cama y luego lo llevaremos hacia los
hombres. Gobernamos como uno solo. Ella no dijo
nada, y le permití pensar en ello mientras aspiraba
el olor a sexo, nuestro sexo. El mejor sexo de mierda
que he tenido. El sexo que nunca quiero dejar de
tener. —No siempre estaremos de acuerdo en todo
—susurró ella, y tenía razón. —Todo en lo que no
estemos de acuerdo, lo mandamos a la mierda. —
Me gustó la idea—. Esta es, después de todo, la
interacción más larga que hemos tenido y no me
has disparado una vez. —Todavía no —dijo ella,
sentándose. Me encantó que a ella no le importaba
si la veía desnuda en la luz. Ella no llegó a cubrirse.
Ella sólo me permitió el placer de mirarla. Mis
manos se alzaron para desordenar algunos
mechones de su cabello. —¿Qué dices, mi Any?
Terminamos nuestra guerra y nos unimos, cerebros
y cuerpos para destruir cualquiera en contra de
nosotros. Nos convertimos en una persona
despiadada en vez de dos. —¿Puedes hacer eso? —
preguntó, mirándome con escepticismo—.
Realmente puedes compartir, así. No pareces ser
ese tipo. —Porque no lo soy. Pero al pensar en lo
que mi vida sería cuando me case, pensé en una
mujer, que se encargue de lo que hago y me
permita el placer de confesar mis pecados mientras
la tomo sin piedad —le contesté, mirándola como
tal mujer—. Y ahora tengo una mujer que participa
en ello también. Quien disfruta esto. Quien no tiene
miedo de ello. Si no puedo compartirlo con ella,
¿Con quién puedo compartirlo? 102 —Mi padre
tenía razón, eres un halagador. —Ella frunció el
ceño, y yo odiaba la mirada de ella, así que rocé mi
dedo sobre sus labios. La miré fijamente. —Lo digo
en serio, Any. Únete a mí y pon el mundo en el
fuego y no tomaré tu título, no importa lo mucho
que una vez lo quise. Deseo menos peleas y más de
esto. Agarré su cara con una mano y su pecho con la
otra. —Estás usando el sexo para nublar mi juicio,
Callahan. —Simplemente te estoy mostrando otra
forma, porque estoy cansado de estar en guerra con
un oponente que no puedo matar —le susurré—.
Ponte a mi lado. Yo estoy en el tuyo, y juntos
gobernamos el este y el oeste, hasta el punto de
que cambiarán el nombre de las ciudades después
de nosotros. —El Valero. —Se mordió el labio
mientras pellizcaba sus pezones. Inclinándome hacia
adelante, tomé uno de ellos en mi boca y la acerqué
a mí. —Pusimos una bala en cada una de sus
cabezas y luego follamos en sus camas —respondí,
mientras me empujaba sobre mi espalda y agarró
mi polla. La sentí saltar con vida en sus manos. Ella
se inclinó y lamió la punta. —¿Me estás mintiendo,
Callahan? Me tomó en su boca y yo gemí
incoherentemente, palabras que ni siquiera estaba
seguro que fueran en inglés. Apenas podía pensar
con claridad, su boca era celestial. Olvídense de
Natasha, y cualquiera de las otras perras con quien
había estado. Si hubiera sabido que esto era lo que
me esperaba, me habría venido aquí primero. —
¿Entonces, Callahan? —Pasó sus dientes a lo largo
de mi longitud, y me estremecí. —Mierda no, Any.
No estoy jodidamente mintiendo. —Mis manos
fueron a su pelo. —¿Tú y yo trabajamos como uno?
—preguntó, antes de chupar con más fuerza,
haciéndome casi venirme en su boca. 103 Mi cabeza
fue atrás, y traté de ocultar como de dichoso se
sentía esto. —Si Jesús. Joder que sí. Tú y yo, nadie
más. Lo haremos... mierda, nena. ¡Ohhh! ¡Sí!
Nosotros gobernaremos como uno. —Incluso ahora,
mientras te estoy chupando la polla, me verás como
a un igual. —Ella usó sus manos cuando habló,
antes de que su boca mágica me envolviera una vez
más. ¿Cuál era la pregunta? —Sí. Joder que sí. A
pesar de que me la chupas, todavía no te veré por
debajo de mí, al igual que tu no podrás cuando te
esté comiendo. —Gemí, metiéndolo en su boca, ella
sólo lo tomó, y mis manos fueron a los lados de su
cabeza, mientras me follaba su boca como cogí su
coño duro y rápido. Cuando llegué, ella chupó todo
por su garganta y se limpió la boca. —Bueno,
supongo que puedo manejar eso, pero si me jodes
más, Callahan, te voy a matar. —Vamos a vestirnos y
obtener este matrimonio ya, así puedo joder con un
anillo en ambos de nuestros dedos. Ella se levantó
antes que yo y levantó el top roto, gimiendo. —Eres
como un culo. —Diría que lo siento, pero no lo diría
en serio —le dije, levantándome de la cama
también. Nos quedamos allí, mirándonos el uno al
otro, ambos desnudos y ambos necesitando
desesperadamente al otro. —¿Una última follada
antes de casarnos? —Esa mirada en sus ojos me
hizo temblar. Todo lo que pude hacer fue sonreír
antes de empujarla contra la pared. —Tú y yo, que
pareja hacemos —dije, abriéndole sus piernas una
vez más y una de las muchas más veces que
sucederán en el futuro, esperaba. —¿Tú y yo contra
el mundo entonces? —me preguntó mientras
empujaba dentro de ella. 104 —Con esta cogida,
comenzamos un nuevo capítulo en nuestra vida —le
susurré mientras me estrellaba contra ella—. Tal vez
seremos siempre gobernantes, que nuestros
enemigos tiemblen ante nuestros pies, podemos
nunca olvidar nuestro gran amor que es la familia.
¿La cual vamos a gobernar con mano de hierro? —
Tal vez podamos ser despiadados y no arrepentirnos
—añadió agarrándose de mi espalda—. Podemos
tomar lo que queremos, cuando lo queremos, con el
mundo a nuestros pies. Sonreí mientras me la tiré
contra la pared. Nos movimos en sincronía. Era
como si nuestros cuerpos también estaban de
acuerdo con nuestro paquete de gloria, muerte y
sangre. —Sra. Callahan, tendremos el mundo
pronto —dije, sin querer detener mi búsqueda para
ir más profundo dentro de ella. Las mareas estaban
cambiando, y hay que adaptarse para sobrevivir
durante los cambios drásticos, y Any era el cambio
drástico. Lo que teníamos era mucho más grande
que nosotros dos, pero mientras ella gemía mi
nombre, yo no podía estar más agradecido. Ella me
ayudaría a llenar el cielo con la sangre Valero. Una
vez que lo hiciéramos, gobernaríamos. A ese
pensamiento, añádele el placer, y este era el mejor
polvo de mi vida. 105 11 "Me encanta la forma
tradicional, la sencilla forma de envenenar, donde
también somos fuertes como los hombres" ~
Eurípides Traducido por Jane Corregido por Daliam
ANAHI Después de horas de misiones de rescate y
millones de oraciones, todavía tenemos que
encontrar supervivientes del vuelo 735. Nuestros
corazones están con todas las familias afectadas por
esta gran tragedia, que fue causada por un fallo de
motor sencillo e impredecible. La familia Callahan
ha creado una obra de caridad en honor a las
víctimas y ya ha donado quince millones de dólares
en nombre de Anahi y Alfonso que, como todos
sabemos, se van a casar esta tarde. Su boda ha sido
la comidilla de la ciudad desde que les mostramos la
historia hace sólo tres días. Al parecer, la pareja se
ha estado viendo en secreto durante bastante
tiempo. Los rumores de quienes van a asistir a esta
boda ostentan rango de senadores de Estados
Unidos a lo más alto de la lista-A... —Señora ¿le
gustaría que lo apagara? —preguntó Adriana
mientras arreglaba mi pelo. Tomando un sorbo de
mi vino, sacudí la cabeza hacia ella antes de
mirarme en el espejo. —Adriana, no quiero un
recogido. —A la mierda la tradición, me gustaba mi
cabello suelto. —¿Está segura? —Evelyn sonrió
amablemente mientras entraba en mi habitación.
106 Atando la manta a mí alrededor sólo un poco
más fuerte, sonreí antes de levantarme. Adriana nos
dejó rápidamente para tomar el vestido que colgaba
en la parte más profunda y oscura de mi armario. —
Lo prefiero suelto —dije, cuando Evelyn se acercó a
mí mirándome de arriba a abajo y luego asintiendo.
Acercándose, quitó el prendedor de mi pelo y dio
un solo paso atrás. —Bueno, tengo que decir que te
ves aún más hermosa con este suelto. —Gracias,
Evelyn. —Any, por favor, mírame —pidió ella, y
cuando lo hice su palma cayó en mi cara tan
rápidamente que nunca la vi venir. Conmocionada
toqué el lado de mi mejilla, sin saber si estaba
soñando o no. —¡Qué mierda! Ella ni siquiera se
inmutó. —¿Supongo que esta es la verdadera Anahi
Giovanni, la chica que tuvo las pelotas para entrar
en mi casa, destruir mi Jackson Pollock, y luego
disparar a mi jodido marido? Ahora estaba
empezando a enojarme. Parándome derecha, miré
sus ojos. Ella consiguió una bofetada y eso fue todo,
la próxima vez que me levantara el brazo iba a
romperlo. Antes de que pudiera moverse, Adriana
estaba detrás de ella con una pistola en su cabeza.
Sonreí abiertamente, limpiando mí labio cortado
gracias a su maldito anillo. —Evelyn, debiste saberlo
mejor. Evelyn me fulminó ni siquiera un poco
asustada. —Vine a ti como una madre a su hija. Si
hubiera sido uno de mis hijos quien puso una bala
en Sedric, los hubiera sacado de este mundo tan
rápido que ni siquiera sabrían que fui yo. Puede que
no camine por el mismo camino que tú, ni es que lo
quiera, pero deberías saber que cuando se trata de
mi esposo, no dudaré en matar a nadie. Tú cruzaste
la línea. Mira quien tiene una espina. Asentí hacia
Adriana, quien dio un paso atrás y se acercó a la
cama sacando mi vestido. 107 —Anotado —dije, ni
siquiera un poco amenazada. Estaba demasiado
divertida para eso—. Sedric está fuera de límite. Él
no era mi objetivo de todas formas; tu hijo idiota lo
era. Ella miró fijamente antes de sonreír de nuevo.
—Me tomó un largo tiempo cambiar la opinión de
Sedric sobre las mujeres cuando lo conocí y otra vez
cuando supo de ti. ¿Qué? —Sedric se enteró de mi
al mismo tiempo que Alfonso lo hizo. —¿No es así?
Evelyn sonrió radiante. —Como dije, puede que no
quiera elegir el mismo camino que tú, pero eso no
significa que sea ingenua al funcionamiento interno
de esta familia. Sedric me ha dicho todo lo que has
hecho. En el momento en que él supo lo que eras,
creyó que serías lo mejor para el idiota de mi hijo,
como tú elegantemente lo llamaste. Mantuvo su
secreto para dejarlo lidiar con la información a su
antojo. Voy a felicitarte por tu actuación y espéralo
en cualquier momento en que estés en público
conmigo. Lo que tú y Alfonso hacen, no me
concierne. Sólo quería asegurarme de que supieras
cuál es tu lugar. —¿Y cuál es ese? —Quería quitar la
mirada presumida de su cara. Me recordaba a
Alfonso, por Dios. Evelyn sacó una pequeña caja
puesta sobre la mesa. —Hoy tú te has convertido en
mi hija; te querré, estaré junto a ti, y te frenaré
cuando sea necesario. Podrías muy bien tener el
mundo en tus manos pero sigues siendo joven y eso
te hace igual de estúpida como mi hijo lo es a veces.
Me gustas Any, así que espero a que la próxima vez
que hablemos en privado seamos más civilizadas.
No dije nada mientras ella miraba sobre mi cama y
tomaba mis nuevos zapatos blancos. —Christian
Louboutin. —Sonrió mientras se volteaba para
mirarme—. Cuando vayamos a París en primavera,
tú, Caroline, Olivia y yo debemos ir de compras.
Tienes un gusto impecable. —Esa sería Adriana,
pero aceptaré la invitación de todos modos —
respondí, y ella asintió antes de caminar hacia la
puerta. 108 —Bueno, te dejaré con ella. Las chicas y
yo volveremos más tarde, si no te importa. —No
sonó como una pregunta pero asentí de todas
formas. Cuando se fue, sonreí mientras terminaba
el resto de mi vino. Comenzaba a agradarme Evelyn.
Mi momento de paz no duró demasiado de todos
modos, antes de que Alfonso entrara vestido en
nada más que en un pantalón de pijama de seda,
como si no fuéramos a casarnos en un par de horas.
—¿Qué es lo que pasa con ustedes y no tocar? —
pregunté, dando un paso adelante. Se alzaba sobre
mí, y el hecho de que yo estaba sólo en mi ropa
interior debajo de la bata no pasó desapercibido
para ninguno de los dos. —Adriana, déjanos. —Ella
se congeló, mirándome. Rodando mis ojos, asentí, y
ella salió, en el momento en que lo hizo él me besó,
abriendo mi bata para poder agarrar mi trasero.
Empujándolo lejos, le di una bofetada en la cara. —
Sólo porque ya follamos no significa que vamos
saltar sobre el otro cada vez que hacemos contacto
visual —espeté. A pesar del hecho de que se veía
más que sexy, no quería que se acostumbrase a la
idea de que mi cuerpo era suyo para hacer lo que
quisiera con él cuando estaba caliente. —Tal vez si
lo hiciéramos, serías más amable. —Bufó y le di la
espalda volteándome hacia los objetos en la cama.
—Callahan, en serio, ¿qué es lo que quieres?
Tenemos la boda de la década a la cual ir pronto —
respondí, parándome en mis zapatos. —Esos
zapatos hacen difícil el no tomarte ahora mismo —
dijo, mirando hacia mis piernas—. Sin embargo, voy
a disfrutar de ese placer más tarde esta noche. Sólo
quería hacerte saber que Vance y su hijo, Amory,
asistirán. ¿Qué carajos? —Tú sabes que ese sería el
momento perfecto para que él te devuelva el golpe
por lo que hiciste en el avión. —Crucé los brazos
sobre mi pecho, y sus ojos fueron a mis senos. Por
Dios, se podría pensar que no habíamos tenido sexo
toda la noche. Si no fuera por la llamada de Sedric,
ambos estaríamos todavía en ese barco. 109 Dando
un paso adelante, dejó que sus manos trazaran
arriba y abajo mis costados. —Bueno amor, como
nuestro nuevo contrato personal dicta, trabajamos
juntos ahora. Mis planes eran, o bien reforzar la
seguridad y disfrutar de la velada, o tomar un
momento de nuestra noche y envenenar al bastardo
justo allí mismo. Fruncí el ceño ante el
pensamiento. —En primer lugar, no me llames
amor. En segundo lugar, cuando Vance caiga, quiero
que mire su imperio arder a su alrededor y que sepa
que está más que listo, acabado, y jodido. Ahogarlo
con sopa parece... —Demasiado fácil —concordó—.
Entonces es la primera opción. Estoy muy
sorprendido, Señora Callahan, ¿acabamos de estar
de acuerdo en algo? ¿Realmente fue tan fácil? Él
tomó mis pechos, y yo agarré su polla lo
suficientemente fuerte para causarle dolor. —Si eso
es todo, cariño, me gustaría pasar mis últimos
momentos como una Giovanni sola. —Perra. —
Igualmente. —Yo debería… —Se detuvo antes de
colocarse detrás de mí—. Estás preciosa. Nos vemos
en el altar, y trata de no caer en el agua bendita. —
No lo haré, si no lo haces —contesté, mientras
besaba mi hombro encontrando mi cuello. Él no dijo
nada más antes de salir, permitiendo que Adriana
volviera. Me senté de nuevo, y ella terminó de hacer
las ondas en mi pelo mientras miraba a mi propio
reflejo. Su beso trajo todos sus toques de la noche
anterior. Era increíble y tenía un vigor que era algo
inaudito. Mi cuerpo clamaba por el suyo, y mi
mente odiaba y amaba eso. Amaba ser dominada
de esa manera sexual, bestial, como sus manos,
labios y lengua se agarraban a mí. Era el mejor
compañero que había tenido, pero no quería que lo
supiera. No quería que su cabeza se volviera más
grande de lo que ya era. Tampoco quería que
pensara que sólo porque era un gran amante, tenía
la clave para doblegarme. Dijo que entendía, pero la
jefa en mí me decía que todo el mundo mentía. Las
personas mentían sobre cuánto bebían, lo mucho
que estaban en deuda, cuantas personas habían
matado, las personas eran mentirosas. Siempre 110
pensé que era buena en detectar mentirosos. Lo
podía ver en sus ojos, y si lo hacía, los mataba. Sin
embargo, con Alfonso, estaba perdida. Era como si
estuviera ciega. Parecía sincero, pero era igual que
yo, un mentiroso maestro. —Adriana, ¿qué piensas
de Alfonso Callahan? Se quedó inmóvil, sin saber
qué decir. —Adriana, puedes hablar con libertad.
Estoy segura de que has desenterrado más suciedad
desde que estamos aquí. Ella asintió. —Alfonso
Callahan es engreído, arrogante, dominante,
manipulador, impulsivo, y atractivo. Lo que lo hace
peor es que él lo sabe. Tiene sed de sangre. Mira
fijamente a la gente con tanta rabia, es como si
deseara que lo arruinen así puede poner una bala
en ellos. Sin embargo, al momento en que te mira,
se ha ido. Se contiene, está lejos de ser el hombre
que vi hace tres días. Parecía una persona aislada y
solitaria. De lo que he aprendido, era un niño muy
enfermo, hasta el punto que estuvo paralizado.
Añada eso a su gran inteligencia, y es un candidato
ideal para que los matones lo acosaran a lo largo de
su vida. Lo mantiene privado y se siente
avergonzado de ello, ya que es un Callahan. Fue
ingresado en un hospital por casi todo un año, y a
partir de ahí, poco a poco llegó a mejorar. Confía en
muy pocas personas, eso incluye a su familia. Está
buscando algo La miré a través del espejo, ceja
levantada, antes de sonreír. Este era el talento de
Adriana. Era una perfiladora. Una muy buena
perfiladora. Todo el mundo la pasaba por alto,
pensando que era sólo mi asistente personal. Sin
embargo, mantenía a Adriana cerca porque era mi
segundo par de ojos. Veía a la gente como si fueran
un libro abierto y podía recopilar información
porque nadie se fijaba en ella. No era fan de la
sangre, o la violencia, y no la obligaba a serlo.
Demostraba su valía a menudo en momentos como
este. —¿Así que crees que debería confiar en él? —
Sólo usted lo sabe, señora. Es un mejor juez de
carácter que yo. Creo que él quiere que se preocupe
por él tanto como su madre cuida de su padre. No
creo que quiera hacerle daño, todavía. Pero sigue
siendo un Callahan, y los irlandeses son astutos. Va
a ser su marido, y no está indignada por ese
pensamiento, señora. Tenía razón, y no sabía cómo
procesar eso. 111 —Han sido unos largos tres días.
—Suspiré, poniéndome de pie y dejando que mi
bata cayera. Ella asintió, agarrando mi vestido y
sosteniéndolo para que me lo colocara. —Te ves
hermosa —dijo Coraline, sonriendo cuando ella,
Olivia, y Evelyn entraron. Olivia parecía amargada, y
no me habría sorprendido que pensara que yo fui
quien hizo un agujero en el brazo de su marido. —Es
muy sencillo —dijo Olivia, tocando el tatuaje en su
muñeca, mirando mi vestido de arriba a abajo. Si no
estuviera toda de blanco, a punto de entrar en la
casa de Dios, le habría golpeado la cabeza. —
Algunas personas tienen que esforzarse más que
otros. Otros pueden verse sencillamente elegante.
—De acuerdo —dijo Evelyn. Al parecer, ella y yo
habíamos llegado a un nuevo acuerdo. —¿Le diste
el brazalete? —preguntó Coraline a pesar de Evelyn
que ya estaba caminando hacia la mesa para
recoger la pequeña caja. Lo abrió, y mis ojos se
abrieron ligeramente. La pulsera antigua, hecha
toda de perlas y colgante con la letra C incrustado
en él. Tenía que ser del año 1900, por lo menos. —
Algo viejo. Toda mujer Callahan lo lleva durante su
boda. Fue el regalo dado a la esposa del primer Jefe.
—Ella sonrió y lo colocó en mi muñeca. —Gracias —
le contesté, y por primera vez me di cuenta. Me iba
a casar hoy. —Deberíamos irnos. Sedric está
esperando —dijo Olivia, frunciendo el ceño y
claramente cabreada de que el momento ocurriera
entre todos, excepto ella. Perra. —¿Sedric? —
pregunté y se encontró con mi mirada—. ¿Por qué
Sedric está esperando? ¿Dónde está mi padre? 112
LIAM —Así que, ¿qué pasó en el barco, Cordero? —
me preguntó Neal por billonésima vez mientras
esperábamos en la Catedral de San Peter. —
Ocúpate de tus problemas. Y si me llamas Cordero
de nuevo, Neal, te voy a matar, entonces te
enterraré debajo de la iglesia. Él sonrió. —Estás
emocionado. Ni siquiera describiste cómo me ibas a
matar. Ese paseo en barco debió ser… Antes de que
terminara, le di un puñetazo en la puta nariz. —¡Por
el amor de Dios! —Última oportunidad hermano o
me vas a hacer enojar —le contesté, arreglando mi
corbata. —Alfonso, cálmate antes de que manches
de sangre tu traje. Estoy seguro de que a Anahi no
le importaría, pero a la prensa… —Declan suspiró,
lanzando una cerveza fría hacia Neal, quien la
sostuvo contra su nariz. Neal murmuró algo entre
dientes y se fue. —Un día ustedes dos tendrá que
resolver sus problemas —me dijo Declan. Un día, tal
vez, pero no hoy. Sin decir nada, tomé una
respiración profunda y salí por la puerta que
conducía a la parte frontal de la Catedral.
Observando, me di cuenta de que mi madre se
había asegurado de invitar hasta el último hijo de
puta con un patrimonio neto de más de cien
millones de dólares. Todos se veían como turistas,
emocionado de estar en la lista de invitados. Mis
ojos se encontraron con Vance, y pude sentir la
sangre en mis venas comenzar a calentarse más. Él
sonrió, asintiendo hacia mí como si estuviera
orgulloso, hijo de puta. A su lado se encontraba
Amory. El aprendiz de mechones dorados
prácticamente succionaba el cuello de Natasha.
Parecía que Garganta Profunda había cambiado
barcos. Me guiñó un ojo, y quise vomitar. —¿Cómo
es la seguridad? Declan rió. —Tendrían una mejor
oportunidad de llegar a la presidenta que a
cualquiera de nosotros hoy. —Si esto no va a la
perfección, dispárale por si acaso. —Quería ser el
que terminara con la vida de Vance, pero si tenía
que hacerlo hoy, entonces no me importaba quién
lo hiciera. 113 —Sólo preocúpate por Anahi y reza
que no huya. —No, ella no huirá. —Huir no estaba
en su naturaleza—. Ella vendría sólo para matarme.
Antes de que pudiera responder, la música sonó por
toda la iglesia y la puerta se abrió lentamente
haciendo que se acelerara mi ritmo cardíaco. Una
visión en blanco se encontraba junto a mi padre con
un ramo de rosas rojas como la sangre en sus
manos. No se molestó con un velo para cubrir su
rostro, y por eso, estaba jodidamente contento. Era
hermosa, mortal, impresionante, y toda mía.
Cuando llegó a mí, se detuvo y le dio un beso a mi
padre en la mejilla antes de tomar mi mano. Sin
embargo, cuando miré sus ojos vi una punzada de
tristeza, y me dolió. Apreté su mano, no para
herirla, sino para decirle que la vi y no me gustó.
Quería que fuera feliz. La dejaría elegir a cualquiera
en la iglesia y los mataría si eso la hacía sonreír. —
Queridos hermanos, estamos reunidos hoy aquí, no
sólo ante Dios, sino ante el mundo, para unir a
Alfonso Alec Callahan y Anahi Nicci Giovanni en
santo matrimonio. Todo lo que dijo después de eso
se desvaneció cuando ella apretó mi mano en
respuesta. Ella me miró, y la leona en sus ojos no
había desaparecido, sino simplemente dormido.
Algo estaba mal, y odiaba no poder entenderlo. —
Alfonso Alec Callahan, ¿tomas a Anahi Nicci
Giovanni como tu esposa, para tener y sostener
desde hoy en adelante, para bien o para mal, en la
riqueza y en la pobreza, en la enfermedad y en la
salud, para amarla y cuidarla? ¿Prometes serle fiel
hasta que la muerte los separe? —Siempre —dije,
sin ninguna duda, y ella se rió de mí, sacudiendo la
cabeza mientras colocaba el anillo de bodas en el
dedo. —Anahi Nicci Giovanni, ¿tomas a Alfonso Alec
Callahan como tu esposo, para tener y sostener
desde hoy en adelante, para bien o para mal, en la
riqueza y en la pobreza, en la enfermedad y en la
salud, para amarla y cuidarla? ¿Prometes serle fiel
hasta que la muerte los separe? —Siempre —
respondió ella, y sentí alivio y alegría mientras
deslizaba mi anillo en su lugar. —Que estos anillos
bendecidos también honren al que lo da y la que lo
lleva permaneciendo en paz y enamorados hasta el
final de la vida —dijo, mientras nos mirábamos—.
Ahora pueden sellar las promesas que se han hecho
con un beso. 114 En ese momento no se sintió
como si nuestros labios se encontraron. Fue como si
nuestras almas lo hicieran. Any, mi Any, limpió el
labial de mis labios. —Señoras y señores, les
presento ahora a la pareja de enamorados, el Sr. y la
Sra de Alfonso Callahan —dijo el sacerdote mientras
Any rodaba sus ojos hacia mí. Al parecer, señora de
Alfonso Callahan no le gustó, pero jodidamente mal.
Todo el mundo se levantó de su asiento, vitoreó y
aplaudió mientras caminábamos por el pasillo de la
mano. Nos detuvimos en la parte superior de las
escaleras para las fotos de cada maldita revista en el
mundo, cuando mi padre se inclinó a mi lado. —Creí
en sus emociones, también lo hará el mundo —
susurró con una sonrisa mientras nos sonreía—.
Pero, era cierto. ¿Lo crees? ¿Se necesitó sólo sangre
rusa y un paseo en barco? No dije nada antes de
entrar en el Rolls Royce. —¿Qué pasa? —Nada.
Suspirando, me incliné y sostuve el lado de su cara
para que tuviera que mirarme a los ojos. —Esposa,
¿que está mal? Me miró antes de suspirar también.
—Esposo, mi padre se negó a caminar por el pasillo.
Ha empeorado. Con eso apartó la cabeza de mi
mano y miró por la ventana. Me sentí como un
idiota. Estaba tan concentrado en ella, que ni
siquiera pensé en la persona acompañándola por el
pasillo. Anahi Gio... Callahan tenía la habilidad de
hacerme olvidar que los demás existían cuando
estaba cerca. —Después de que terminemos con la
recepción, si quieres, podríamos escaparnos e ir a
verlo. Ella me miró, y sus ojos se estrecharon. —
¿Estás tratando de ser dulce? Porque estoy bien y
preferiría tratar con el gilipollas Callahan. Ya sabes,
¿el hijo de puta con el que luché en mi sótano que
pensaba que sus bolas eran más grandes de lo que
realmente son? Y allí estaba la leona de nuevo. —
Estoy haciendo el esfuerzo, tal vez deberías
intentarlo, Anahi. Estoy pensando en iniciar una
guerra con el mundo entero. No necesito una con la
mujer que duerme a mi lado. 115 Ninguno de los
dos habló después de eso, sabía cómo mierda matar
el estado de ánimo. Sin mirarme, tomó mi mano en
la suya y la apretó antes de soltarla. —Nunca he
sido... agradable. No estoy acostumbrada a ser otra
cosa que una Giovanni. El afecto y la ternura no son
nuestros puntos fuertes. Así que no sé cómo
corresponder eso. Perra es el modo estándar para
mí, y voy a trabajar en ello. —No me importa que
seas una perra con cualquier otra persona, con tal
de que no sea yo —le susurré, tomando su mano y
besándola rápidamente. Una parte de mí estaba
empezando a disfrutar que arrancara los corazones
de otras personas. Era su personalidad, y era buena
en eso. Se echó a reír, y me gustó el sonido. —
¿Sabes que nos hemos conocido durante sólo
setenta y dos horas. —Mierda, siento como si te
conociera desde hace décadas. —Si no es por más
tiempo. —¿En serio?— preguntó—. ¿Cuál es mi
color favorito? Mierda. 116 ANAHI Cuando llegamos
a la recepción, que se celebraba en la mansión
Callahan, había más fotógrafos, a los que Evelyn les
permitió tomar fotos desde la distancia. Mi cara se
sentía como si fuera a romperse con la sonrisa
forzada. —Retirémonos, o llamaré a los
francotiradores —le dije a Alfonso. Se inclinó para
besar mi mejilla. —Yo, con mucho gusto, pero mi
madre y mi padre quieren buena prensa. Lo miré,
pellizcando su brazo hasta que me apartó de las
cámaras y se dirigió hacia el mar de los huéspedes.
Hubo más malditas fotos y felicitaciones falsas,
hasta que vi a Vance y Amory atravesando el lugar
con gente bebiendo y celebrando en el patio.
Nuestros invitados bailaban debajo de las luces,
felizmente ignorante de que dos de los hombres
más mortales en el país estaban a punto de chocar
con otro par mortal. Tanto Vance como Amory eran
tan elegantes como anguilas con sus ojos oscuros y
piel grasa. Amory tenía la misma altura baja que su
padre, a pesar de que Vance era bastante fuerte y
Amory era enfermizamente delgado. Compartían
muchos de los mismos rasgos, cabellos rubios,
aunque el de Vance era canoso, una barbilla fuerte,
y orejas pequeñas. —Recuerda, los Valero no saben
que me hice cargo de mi padre —susurré,
asegurándome de que parecía como si no fuera
nada más que una novia emocionada. Detrás de
Alfonso, vi a Neal y Declan dar un paso más cerca de
nosotros. Monte y Fedel estaban cerca de la entrada
centrados en mí. Con una mirada, Fedel me avisó
que Antonio y otros tres francotiradores estaban en
las ventanas de la casa, a la espera. —Ah, y debes
saber, Vance trató de arreglar un matrimonio con
Amory y yo, hace años. —Sus ojos se abrieron antes
de reducirse en hendiduras peligrosas de verde. —
¡Sr. y señora Callahan! —dijo Vance mientras nos
alcanzaba—. Felicitaciones. Debo decir que fue una
gran sorpresa. Anahi, que mujer joven y bella en la
que te has convertido, ¿no Amory? —Lo siento, ¿te
conozco? —pregunté inocentemente, apretando la
mano de Alfonso. Necesitaba dar un paso adelante
y estar tranquilo. Amory me miró con lujuria pura,
haciéndome querer sacar sus ojos, y no hacer nada
para ayudar a Alfonso calmarse. 117 Se burló,
estrechando la mano de Vance, que había extendido
hacia mí. — Este es Vance Valero, amor. El
propietario de la empresa que sigue robando
muchos de nuestros productos. Vance me miró
peligrosamente, al igual que Amory antes de
sonreírme. — No quiero aburrir tu pequeña y
hermosa cabeza con tal ficción juvenil. Tu padre y yo
éramos bastante cercanos. Tenía la esperanza de
hablar con él, sin embargo, parece estar ausente de
esta alegre ocasión. Traté de no vomitar. —Alfonso y
yo queríamos casarnos. Mi padre hablaba de algún
nuevo negocio enorme en Austria que tenía que
adelantar y obtener. Voy a hacerle saber que
hablaron de él. Los ojos de Amory se abrieron antes
de que sonriera y extendiera la mano hacia la mía,
pero Alfonso la tomó su lugar. —Lo lamento
señores, pero mi esposa y yo debemos estar en los
alrededores. Por favor disfruten. —Sí, por favor,
háganlo —añadí, sonriendo como si fuera ingenua a
la tensión entre ellos—. Evelyn ha trabajado tan
duro en este día. Tenemos la suerte de permitirnos
este estilo de vida. Un día podrías estar sentado en
la cima del mundo, entonces el siguiente podría
estar sentado en ti, dice mi padre. —Tu padre
siempre ha sido prudente. —Amory me guiñó un
ojo antes de mirar a Alfonso—. Pero todos somos
humanos y cometemos errores. Vete a la mierda,
pendejo de mierda. Cuando nos alejamos, Alfonso
nos llevó a bailar bajo la drapeada tela púrpura y
rojo. —¿Qué diablos está pasando en Austria? Sé
que es el último lugar en el que tu padre estaría. —
Calma, carajo. Nada pasa en Austria, pero Amory no
sabe eso. Es una sanguijuela, y no tengo ninguna
duda de que se subirá en el próximo avión esta
noche tratando de robarnos. —Además, si nos
dividimos, a Vance le sería más fácil eliminarlos. Sus
manos vagaban por mi espalda. —Quieres que
piensen que no sabes nada. —Es más fácil matar a
un ciervo si piensa que eres un conejo en vez de un
lobo. Amory estaba tan ocupado mirando mis
pechos, que ni siquiera podía hablar. —Me di
cuenta de eso. Debería matar al hijo de puta ahora y
ahorrarme la molestia. Tiene suerte que no
arrancara sus ojos, y créeme, lo hubiera hecho. 118
La oscuridad de su voz me hizo temblar de placer. Le
permití girarme antes de acercarme. —Tienes que
despejar tu mente y tomar una respiración
profunda. Fuimos capaces de darle la vuelta a Ryan
Ross. Ahora reporta directamente a Monte,
entonces a mí. Es la forma en como supe que Vance
sabía sobre el plano. Quiere hacer algo más grande.
Quiere que nos relajemos antes de atacar. Pero
sobre todo, quiere hacerte daño. —Y ¿cómo carajos
Vance me hará daño? —Conmigo —le contesté—.
Va a querer utilizar a Amory como una forma de
obtener inteligencia. Amory probablemente
coquetee conmigo y trate de ganar mi confianza. No
sería la primera vez que lo hiciera con una mujer
casada. —No estás disminuyendo mi deseo de
matar a ese tonto. —Se detuvo para mirarme a los
ojos—. De hecho, deseo matarlo aún más. —
Entonces mataré a Vance. —Él no iba a matarlos a
ambos. —Yo mataré a Vance. Tú a los hermanos y a
Amory. —Trato. Pero la única manera para que eso
suceda es dar a Amory un poco de espacio y una
cuerda con la que ahorcarse. —Así que más fiestas y
bailes. A mi madre le va a gustar. Sin embargo, voy a
cortar los dedos de los hijos de puta si te toca. Pero
hasta entonces, Valero tiene un cargamento de
autos preciados llegando en dos semanas a Italia.
Vance ama a sus autos. El hijo de puta estaba
emocionado sólo de pensarlo. —Le quitaste sus
drogas, ¿y ahora quieres tomar sus juguetes?
Esposo, eso es bastante cruel. Levantó una ceja. —
¿Tienes alguna otra idea? —No. —Sonreí—. Pero
después de que les robemos, debemos prenderlos
fuego. —¿Y yo soy cruel? —Él me besó en la mejilla,
y me congelé por un momento al darme cuenta de
que habíamos una vez más trabajado juntos con
facilidad. Era como si nuestra mente alimentara a la
otra. —Vamos a hablar de esto más tarde. Al
parecer, es el momento de cortar el pastel —le dije,
notando a Evelyn agitando la mano. Casi había
olvidado que esta era nuestra boda con
pensamientos de robo y sangre en el aire. —Sí. Más
tarde —respondió, mirándome con lujuria, una vez
más. 119 LIAM Se sintieron como horas después de
que cortáramos la torta hasta ser capaces de
escaparnos. Orlando estaba en una de las
habitaciones en la parte oriental de la mansión. Al
momento en que llegamos, Any fue a sentarse junto
a él. Respiraba sólo a través de tubos y máquinas,
que parecían dolorosos. —Ciao, mi bambino
dolce18 . Any le besó las manos. —Ciao, mio dolce
padre19 . —Sei bellissima, Anahi. Mi dispiace che
non ero abbastanza forte por voi20 . —Tu sei, e sarai
sempre abbastanza forte21 . Me sentí mal por
entrometerme en su momento. No estaba seguro
de lo que decían, pero parecía ser demasiado
personal para que simplemente estuviera de pie allí.
Sin embargo, no me atrevía a dejar el lado de Any.
Orlando me admiraba respirando con dificultad,
esperando a que yo tome su mano. Cuando lo hice,
él la apretó. —Sii buona con lei22, Alfonso —me
dijo antes de pasar a Any—. Sii Buono con lui,
Mel23 . —Lo Faro24 —dijo, y lo repetí, a pesar de
que no sabía qué era lo que decía. Se sentía bien.
Cuando lo hice, él besó ambas manos antes de
devolvérnoslas. Any cerró los ojos, respiró
profundamente y se puso de pie. Vi como sacó una
aguja de la mesita de noche, y me di cuenta de lo
que estaba a punto de hacer. Extendiendo la mano,
agarré la suya, y por primera vez vi la verdadera
profundidad de su fuerza y lo mucho que odiaba.
Ella pondría a su padre a dormir, para darle la paz, y
eso la iba a matar lentamente todos los días de la
eternidad. Sin embargo, aun así lo haría. —Tengo
que hacer esto —susurró, mientras trataba de
quitarle la aguja. 18Hola, mi dulce niña. 19Hola, mi
dulce padre. 20Te ves tan hermosa, Anahi. Lamento
no haber sido lo suficientemente fuerte para ti.
21Eres, y siempre serás lo suficientemente fuerte.
22Sé bueno con ella, Alfonso. 23Sé buena con él,
Any. 24Lo seré. 120 Sacudiendo la cabeza, la
arrebaté de su mano. —Vas a odiarte a ti misma, y
preferiría que me odiaras. En sus ojos hubo una
lucha, porque era Any, y mí Any siempre luchaba
conmigo. Pero ganaría esta batalla. Caminando
delante de ella, saqué el tapón con los dientes antes
de ir a su brazo. Any envolvió sus manos alrededor
de mi cintura y puso su cabeza en mi espalda, sin
ver. Bien. No quiero que vea esto. Lo hice lo más
rápido posible y apagué las máquinas, antes de girar
y sostenerla. 121 ANAHI Sólo escuché en los brazos
de Alfonso, no llorando o deprimida, sino algo
aliviada de que alguien más cumpliera el deseo de
mi padre. Algo que había temido desde que lo pidió.
Nos quedamos allí abrazados por Dios sabe cuánto
tiempo antes de que Alfonso hablara. —Esposa Any,
mi Anahi. Vamos a ir a la cama —susurró, y yo
asentí. Me levantó estilo novia, y una parte de mí
quería luchar con él, pero no ahora. No esta noche.
No en nuestra noche de bodas. No la noche de mi
padre. Sabía que iba a luchar con él por un millón
de cosas pronto, pero no esta noche. 122 12 “Cruel
con culpa, y osado con desesperación, el asesino de
medianoche explota la desleal barra; Invade la hora
sagrada del descanso silencioso y deja, invisible, una
daga en tu pecho.” ~ Samuel Johnson Traducido por
Sitahiri Corregido por Daliam LIAM —¿Eso es todo,
señor? —preguntó Dylan suavemente, colocando la
bandeja de comida y los archivos que pedí encima
de mi escritorio. Sabía tan bien como cualquiera
que si despertaba a mi esposa, le rompería el cuello.
—Dile a Patrick que quiero saber el paradero de
Amory en las próximas horas. En el momento en
que la puerta se cerró me volteé hacia Any, sólo
para encontrarla sentándose y mirándome
fijamente. Su rostro estaba vacío y sus ojos claros
como el día. Casi era acechador. —Lo siento, no
quise despertarte —dije, dejando distancia entre
nosotros mientras trataba de leer su humor. Frunció
el ceño, dándose cuenta de que todavía llevaba su
vestido antes de pararse y darse la vuelta. —
Ayúdame a quitármelo. Sin decir una palabra,
destrabé la pequeña parte superior y bajé el cierre
lentamente, haciendo lo posible por no excitarme,
pero no funcionó. 123 Su condenado padre acaba
de morir, cálmate. Verla con nada excepto encaje
blanco casi me mató. Al diablo todo, joder. —
Déjame traerte… —Me detuvo con sus labios, y yo
cedí, encantado de atraer su cuerpo contra el mío y
agarrar su trasero. Amaba su trasero. Amaba cómo
se sentía como si fuera hecho sólo para mis manos.
Cuando sus pequeñas manos apartaron mi corbata
y desgarraron mi camisa, tuve que apartarla. —Any,
podemos esperar. Puedo esperar —jadee,
respirando profundamente para controlar mi furiosa
polla. —Bueno, esto no se trata de ti. Se trata de mí,
y no puedo esperar. No quiero pensar. Sólo te
quiero dentro de mí ahora. Joder. Esta vez cuando
me besó, la levanté y la puse boca arriba en la cama,
besando un camino de sus labios a su cuello. Gimió,
empujando contra mí con sus manos en mi cabello
mientras bajaba a su pecho. —Te compraré nuevos
—le dije mientras desgarraba el sostén, permitiendo
que sus pechos saltaran libres, y le quité su ropa
interior. Me fulminó con la mirada pero sólo por un
momento antes de cerrar los ojos cuando pellizqué
sus pezones. —Más fuerte —pidió. Así que lo hice,
tirando de ellos antes de tomarlos en mi boca. Ya se
estaba meciendo contra mí, y supe que me quería
dentro de ella, pero yo no cedería todavía. Mis
manos vagaron hacia abajo para ahuecarse en ella,
y ella se arqueó de placer. —Sólo fóllame ya,
Alfonso —gimió, meciéndose contra mis manos. —
No —respondí, poniendo tres dedos dentro de ella.
Observé, disfrutando cómo se veía mientras ella
encontraba su placer con mis manos. Moví mis
dedos más rápido y más profundo dentro de su
húmedo centro. Cada vez ella dejaba escapar
pequeños gemidos de placer, y una de sus manos
fue a mi pecho mientras la otra 124 pellizcaba su
pecho. Mirándola, con hambre por mi polla, eso
hizo que mi deseo por ella creciera aún más. Me
aseguré de tomar fotos mentales de esto. —
Alfonso, tu polla. —No —me reí disimuladamente,
follándola con mis dedos aún más, hasta que ella
estaba tan cerca que me salí de ella. Me miró
furiosa y con los ojos muy abiertos. Se veía
enfurecida, y todo lo que pude hacer fue lamer sus
jugos de mis dedos. Me observó por un momento
antes de taclearme. La miré divertido, aferrándome
a sus muslos mientras rasgaba mis pantalones para
llegar a mi pene. No tuvo que esperar porque en el
momento en que tiró de mis pantalones saltó
rápidamente ante nosotros. Es por eso que elegí ir
sin boxers. Me fulminó con la mirada, agarrándome,
y yo me corcoveé hacia ella incapaz de controlarme
en sus manos. —Quieres esto tanto como yo —dijo,
y casi estuve tentado de decirle, es
condenadamente obvio, ¿no? Sin embargo, cuando
me introdujo dentro de ella, no pude siquiera
pensar con claridad. Mis caderas comenzaron a
moverse, empujando mi polla completamente
dentro de ella. Estaba moviéndose demasiado lento,
mirándome esforzarme por contrarrestar la
urgencia de embestir dentro de ella hasta que no
pudiera caminar. —Qué rápidamente cambian las
cosas —susurró. Jadeé cuando se agachó para besar
mi pecho. Aferrándome a su cadera y cabello, la
mantuve sobre mí antes de sentarme. Había
acabado de jugar. Sólo quería follarla tan profundo
que no fuera capaz de ver bien. —Y qué rápido
cambian de nuevo —agarrando su cadera, la obligué
a moverse junto conmigo, follándola mientras nos
sentábamos en medio de la cama. Me miró a los
ojos mientras yo la miraba a los suyos. Nuestros
labios estaban a sólo centímetros, respirándonos el
uno al otro mientras ella me cabalgaba. Estirando la
mano, rocé el costado de su cara y tiré de su
cabello, junto con su cabeza, 125 hacia atrás para
poder besar su cuello. Después la empujé hacia
abajo en la cama y la embestí más duro. Gimió, y yo
sonreí. —Condenado Jesús, Alfonso. Agachándome,
besé el costado de su cara antes de susurrar: —Ni
siquiera él te puede salvar de esto ahora. Aferrando
su muñeca con una mano y agarrando su muslo con
la otra, follé duro su coño, embistiendo más y más
dentro de ella mientras ella temblaba de placer. —
Joder, Any —grité, cuando sentí sus paredes
apretarse alrededor de mí. Pero incluso entonces no
me detuve. Quería follarla bien y hasta que no
pudiera pensar con claridad, así que solté sus
manos y me aferré a sus caderas. La follé como si
fuera una perra en celo. Fui rápidamente.
Profundamente. Dentro y fuera tantas veces que ya
ni siquiera podía ver bien, y ella estaba gritando mi
nombre mientras arañaba mi espalda. Ya se había
corrido dos veces, y seguiría haciéndola correrse
hasta que estuviera llena sólo de mí. Bajando la
velocidad de mis empujes sólo ligeramente, mi
cabeza se echó hacia atrás mientras me liberaba en
ella justo cuando ella se corrió por tercera vez.
Agotado, me obligué a quedarme sobre ella, sin
querer aplastarla. Sin embargo, ella me sorprendió y
tiró de mí encima de ella. Así que sólo yací ahí en su
pecho, dejando pequeños besos en su cuello. —
Gracias. —Nunca tienes que agradecerme por el
sexo. —De hecho, ella podía tenerlo cada vez que
quisiera. —No sólo por el sexo, Alfonso —
deteniendo mis besos, me senté derecho para
mirarla fijamente a los ojos, pero ella se rehusó a
mirarme. —Mi querida esposa, tampoco tienes que
agradecerme por eso. —Besé su mejilla antes de
finalmente salirme de ella. Iba a traer condones
después, y con suerte, ella tampoco los querría. 126
No hablamos por un momento mientras yacía a su
lado. En su lugar, el olor del sexo y nuestra
respiración era lo único que llenaba la habitación. —
¿Qué quieres de mí, Alfonso? No estaba seguro de
cómo decirlo sin… sin sonar como un mariquita.
Pero sabía que si mentía, ella lo sabría, y lo último
que nuestra relación podía manejar era una
mentira, sin importar que fuera grande o pequeña.
—Quiero que me ames —dije suavemente—. Pero
si no, entonces quiero que sea lo más cercano a que
me ames. Quiero tu lealtad. Tu honestidad. Quiero
que estés a mi lado y nadie más. Quiero tu cuerpo.
Tu mente. Quiero saber tus sueños y esperanzas
para que un día pueda hacerlos realidad. Hice una
pausa, sabiendo que mi parte más enferma y con
más oscuridad interior estaba a punto de hablar.
Pero eso era quién yo era, y quería que ella lo
supiera. Ni siquiera me había dado cuenta de que lo
quería hasta ahora. —Quiero que estés dispuesta a
matar por mí. Quiero que seas el mismo asesino
que yo soy y no te eches atrás ante la sangre.
Quiero que te deleites con la sangre junto conmigo.
Quiero que me ayudes a eliminar a cualquier cabrón
que se interponga en el camino de un Callahan. Ella
estaba callada, y yo también mientras yacíamos ahí.
—La segunda parte la puedo hacer sin dificultad —
respondió finalmente—. La primera, el amor. No he
amado nada en mucho tiempo. Quería a Orlando
profundamente, pero nunca fuimos cercanos. Me
pasé la mayor parte de mi vida entrenando. Él
estaba trabajando. No sabría dónde comenzar con
el amor. No era un no. Tan sólo era un cómo, y
tendría que mostrarle. Tomé su mano, besándola
antes de sentarme. —Comenzaremos con
conocernos el uno al otro —respondí, amando
cómo se veía en mi cama… nuestra cama. —
¿Conociéndonos el uno al otro? —Como cuál
carajos es tu color favorito, y otras cosas no tan
importantes, pero importantes como esas. —Es el
verde azulado. No sé por qué, pero es el verde
azulado. 127 Sonriendo, me paré, desnudo como el
día en que nací, y tomé el plato de comida, el vino, y
los archivos, y los coloqué delante de nosotros en la
cama. Ella tomó el vino y sonrío con suficiencia. —
Conoces mi vino favorito. —Así es —respondí,
destapándolo y sin decirle cómo lo supe. Ella no
necesitó una copa y lo bebió directamente de la
botella antes de pasármelo. Bebí también,
riéndome en mi mente por lo lejos que había
llegado. Si hubiera sido cualquier otra mujer, las
habría visto como menos que una mujer. Pero con
Any, sólo la hacía más sexi para mí. Todo lo que
hacía la hacía más sexi. —¿Cuál es tu color favorito?
—preguntó, dándole una mordida a un sándwich. —
No tengo. Sacudió la cabeza. —¿Película favorita? —
le pregunté. —Shawshank Redemption25 —dijo
ella. —¿En serio? —Sí, en serio. ¿Cuál es la tuya
entonces? —preguntó. —Goodfellas26 —dije,
guiñando un ojo y haciendo que pusiera los ojos en
blanco. —Por supuesto. —También soy un gran nerd
superhéroe. Me echó un vistazo antes de asentir. —
Puedo verlo. 25Película de 1994 que en España es
Cadena Perpetua y Sueños de Libertad en
Argentina. 26Goodfellas (Uno de los nuestros) es
una película estadounidense de drama criminal
semi-ficción de 1990 dirigida por Martin Scorsese.
128 —Cállate —dije mientras se reía. No fue
forzada, o severa, sino suave como campanas
repiqueteando en el viento. Subió las piernas, y me
di cuenta de que seguía usando sus tacones
blancos, lo que quería decir unas cuantas cosas.
Una, la follé mientras ella usaba sus tacones y eso
era condenadamente ardiente. Dos, se veía
condenadamente sexi, sentada en mi cama desnuda
con sólo sus tacones puestos, y tres, casi siempre
usaba zapatos blancos. Aun así, tomaría nota de eso
para cualquier momento que le comprara algo. —
¿Por qué siempre usas tacones blancos? ¿Es una
tendencia de la moda italiana o algo así? Se congeló
por un momento, antes de que sus hombros
cayeran y sus ojos se pusieran vidriosos. —Orlando
y mi madre, Aviela, peleaban seguido cuando era
una niña. Era joven, pero incluso yo sabía que algo
estaba mal. En el exterior aparentaban un
espectáculo de su rica y feliz pareja, pero en la
realidad, mi mamá estaba viviendo en un ala
diferente de la casa. Inclusive, pasaba la mayor
parte de su tiempo en Italia. A veces, después de
sus peleas con mi padre, no la veía por semanas.
Cuando eran jóvenes y se enamoraron el uno del
otro con fuerza, mi padre no quería perderla, así
que sólo le contó sobre lo que hacía para vivir
después de que estuvieron casados. —Frunció el
ceño, bebiendo de la botella de nuevo. —Mierda. —
No había modo de que una relación en nuestras
vidas pudiera funcionar si no dejábamos claro
quienes éramos desde el principio. —Sip —sacudió
la cabeza—. Por lo que reuní, mi mamá era una
hippie. Odiaba la violencia, y como todos los
hippies, protestó. Mis abuelos no la dejarían
divorciarse, por lo tanto usó guantes blancos.
Básicamente, le estaba diciendo a Orlando cada vez
que la veía que sus manos estaban limpias. Ella le
dijo que si podía pasar una semana sin matar, se los
quitaría y ella podría tocarlo. Pero eso nunca pasó.
Mi padre recurrió a putas, fingiendo que eran ella, y
ella se enamoró de su guardaespaldas. Sin embargo,
ella estaba embarazada de mí, y mi padre me dijo
que sufrió un aborto una vez mientras estaban
saliendo, así que ella no quería arriesgar nada esta
vez. Trataron de aguantárselo por mi bien, pero
Orlando finalmente se rindió al tratar de ganársela
de nuevo y acordaron dejarme pasar las fiestas con
él. Fue así hasta el accidente aéreo. —Por lo que
usas los zapatos blancos… 129 —Porque mis manos
no están limpias, pero… —medio sonrió—. Cuando
los veo, pienso en ella y no me siento como si nunca
tuve una madre. Sólo veo a una mujer con guantes
blancos. —Eso es… —Realmente raro, lo sé. Eso es
algo que nadie sabía sobre mí excepto Orlando,
pero tú preguntaste. Acuné el costado de su rostro.
—Es extraño, pero tiene sentido para mí. No me di
cuenta de que era tan profundo. No habría
preguntado. —No, lo más probable es que lo
habrías investigado a mis espaldas. — Sacudió la
cabeza—. Preferiría sacar todos los esqueletos
ahora mientras ambos somos civilizados y estamos
sexualmente satisfechos. Sonríe con suficiencia ante
eso. —Yo no estoy sexualmente satisfecho todavía.
Puso los ojos en blanco. —Tranquilo, tigre.
Cuéntame de ti. Agarrando el vino, inhalé profundo
antes de tomar un sorbo. Ella fue profundo en su
pasado y compartió algo que nadie vivo sabía,
siendo yo la excepción. Ella confió en mí. Tendría
que confiar en ella. Sólo que no sabía cómo
empezar. —No tienes que hacerlo. —Quiero
hacerlo, Any —dije suavemente—. Quiero, y lo haré.
No he viajado así de profundo en mi interior en
mucho tiempo. —¿Es sobre tu infancia? —preguntó,
y no debería haber estado sorprendido, pero lo
estaba—. No sé nada más aparte de que estuviste
enfermo una vez y atormentado por ello. Comencé
despacio. 130 —Nací como un gemelo. Evelyn
estaba de camino a una recaudación de fondos con
mi hermano cuando alguien de la gente de Vance
los sacó del camino y los hizo chocar contra un
árbol. El conductor fue capaz de sacar a Neal, pero
Evelyn entró en labor de parto y no se podía mover.
Cuando los paramédicos llegaron y la sacaron, ella
ya estaba trayendo al mundo a mi hermana. Pero
ella nunca lloró, o siquiera tomó un aliento, y
cuando llegaron al hospital yo estaba atorado.
Tuvieron que tirar, y debido a eso, mi hombro se
rompió. Mi corazón y pulmones todavía no estaban
completamente desarrollados, y apenas lloré
siquiera. Era más como que estaba jadeando por
aire. Ellos no creían que fuera a lograrlo, pero lo
hice. Sin embargo, mi crecimiento, peso y habla
fueron atrofiados, y encima de eso fui bendecido
con pie equino varo27 . Por alguna extraña razón, a
pesar de que no lo recordaba, siempre sentí un
dolor en mi hombro cuando pensaba en ello. —
Evelyn entró en una profunda depresión, y por
mucho que me amaba, no podía verme sin ver a su
bebita muerta en sus manos, así que permanecía
alejada. Para ser sincero, mi primer recuerdo de ella
no es hasta cuando, tal vez, tenía doce años. Fue mi
padre quién pasó la mayor parte del tiempo
conmigo en el hospital. A través de los años, leyó
artículos del periódico y me dijo lo importante que
era mi futuro mientras los doctores hacían pruebas
y pasaba por tratamientos. Lo recuerdo perdiendo
la compostura con los doctores una vez… o dos.
Aunque toda esa lectura y enseñanza que él hizo se
quedó conmigo. Para cuando pude por fin dejar el
hospital e ir a la escuela, estaba más allá de
cualquier niño de doce años. Un momento estaba
en el hospital Saint John, al siguiente estaba en la
Secundaria/Preparatoria/Universidad Northside con
Neal, que tenía una reputación de cabrón. —Me río
por el recuerdo. Los estudiantes casi se cagaban
cuando Neal se enojaba con ellos. >>Él era el
capitán del equipo de fútbol, un luchador, jugaba
hockey y cada deporte que le permitía destruir
chicos por diversión. Así que naturalmente, lo
admiraba, pero en la escuela se quedaba apartado
de mí. Yo, con piernas temblorosas y todo, hice las
pruebas para el equipo de fútbol sólo para que me
lanzaran bolas a la espalda. El entrenador tuvo
compasión de mí y me convirtió en el aguador. Un
día, algunos de los amigos de Neal me empujaron
por un tramo de escaleras antes de meterme en un
casillero con sus ropas sucias. Neal no sabía que
27El pie equino varo, también llamado pie zambo,
es una deformidad congénita del pie en la cual éste
aparece en punta (equino) y con la planta girada
hacia adentro (varo). 131 estaba ahí. Sólo entró
cuando sus amigos estaban orinando en mis ropas y
les dijo que se calmaran, que era el favorito de mi
padre y que él tendría que lidiar con mi mierda
mental después. No dije nada porque no pude. No
había tomado mi medicamento esa mañana y
terminé teniendo una convulsión en el maldito
casillero. —Casi quería reírme porque fue tan
desastroso. >>Estaba temblando tanto que el
casillero tembló conmigo dentro, y el entrenador
me encontró. Terminé en el hospital con mi mamá
llorando y rezando por mí. Había estado en coma
por una semana, y le prometió a Dios que sería una
mejor madre si sólo me hacía saludable. Hicieron
pruebas, me dieron drogas. Declan, que había
pasado la mayor parte del tiempo para sí mismo
después de que sus padres murieron, vino a mí y
me dijo que habían quemado la casa del cabrón que
me puso en el casillero. Neal y yo no abrimos el baúl
de los recuerdos. Creo que mejoré a pesar de él.
Casi había olvidado que ella estaba sentada frente a
mí cuando me pasó la botella de vino de nuevo. No
era mejor que el brandy, pero era lo
suficientemente bueno. —Bien, ganaste a la niñez
más depresiva. Deberías haberle cortado el pene y
habérselo metido por la garganta —tosí mientras
tomaba un trago, antes de sonreírle. —Yo tenía
doce. Ella se encogió de hombros. —Me importa un
carajo. El pene de Neal y el del cabrón, y de todos
los demás que estaban ahí, tendrían que vivir con
ello, los estúpidos. Ella no lo sabía, pero para
alguien que no sabía cómo amar, definitivamente
estaba haciendo un buen trabajo. —Anotado. —Ella
era lo mejor en mi vida, y sólo se necesitaron tres
malditos días. Me hacía emocionarme respecto al
futuro. —Ahora no me siento mal por dispararle a
Neal —respondió, cayéndose hacia atrás en la cama,
y le permití a mis ojos vagar hacia arriba por sus
piernas, después sus muslos y su estómago antes de
llegar a sus pechos. 132 —¿Alguna vez te sientes
mal? —le pregunté, empujando la bandeja de vino y
comida fuera de la cama al piso. Se hizo añicos, y
sabía que haría un gran desastre, pero me
importaba un carajo. Sólo quería a mi esposa. Me
observó mientras me elevaba sobre ella. —¿Para
qué eran los archivos? Me había olvidado por
completo de ellos. Agarrando su espalda, la levanté
contra mí. —Primero placer, después trabajo. —
Creo que es al revés —respondió, envolviendo sus
piernas alrededor de mi cintura. —Nosotros
hacemos nuestras propias reglas de ahora en
adelante, Sra. Callahan. —Besé su frente, acunando
su trasero y empujando dentro de su apretado
coño. Sus labios fueron directo a mi cuello. —Regla
número uno. Después, o durante, de nuestras
reuniones y conversaciones, nos aseguramos de
follarnos bien hasta que no podamos ver con
claridad y no podamos caminar. —Empujé contra
ella—. ¿De acuerdo? Se agarró de mis hombros y
gimió: —De acuerdo —dijo, antes de empujarme
hacia atrás y mantenerme ahí. —Regla dos. Nunca
usamos un maldito condón. ¿De acuerdo? —siseó, y
casi me corrí. Ella era tan condenadamente
perfecta. —Joder, sí. Le di la vuelta y salí de ella,
agarré el lubricante en la mesa de noche, y exprimí
una generosa cantidad antes de enterrarme a mí
mismo en su apretado trasero. —Regla tres —gemí
en voz alta, incapaz de pensar cuando se puso de
rodillas, empujando su trasero contra mí con sus
manos alrededor de mi cuello. —Regla tres. No
confiamos en nadie más que nosotros —me dijo
ella, y ya no pude controlar mi necesidad.
Aferrándome a su trasero como lo hice antes en la
133 tarde con su cintura, empujé contra ella.
Empujando su espalda hacia abajo, tiré de su
cabello como si fueran riendas. —De acuerdo. —
Joder, Alfonso —gimió mientras se corría, y cuando
lo hizo, salí de ella, dejando que mi semilla se
resbalara por su espalda. Fue enfermo cuánto lo
disfruté. Ella era mía. Era toda condenadamente
mía. Levantándose, se giró hacia mí y me abofeteó
en la cara, algo que yo estaba comenzado a disfrutar
aunque ardía. Era una de las muchas cosas que
hacían a Any diferente. —Ahora tengo que tomar
una ducha —me siseó, parándose, y la miré
orgulloso y con lujuria. Ella había encontrado el
monstruo en mi interior y lo alimentó. Tristemente,
no creía que tendría suficiente de ella alguna vez. Se
dirigió al baño y se detuvo para mirarme. —¿Ya está
cansado, Sr. Callahan? Todavía tengo más reglas. Ella
es condenadamente perfecta. Casi gemí. Íbamos a
rompernos el uno al otro, y eso sólo me excitaba
más. Saltando, mi polla en posición firme y ardiendo
por ella, la dejé conducirme a la ducha que nos
esperaba. Ella es condenadamente perfecta. Incluso
cuando me empujaba sobre mis rodillas y forzaba
mi rostro a su coño, la bebería felizmente. 134
ANAHI No dije nada, eligiendo una de sus camisas
limpias para ponerme mientras él hablaba con un
hombre de pelo oscuro en la puerta. Sentándome
en su cama, lo observé cuidadosamente mientras
dos sirvientas entraban rápidamente para limpiar el
desastre que habíamos hecho con el vino y la
comida. Ninguno de ellas se atrevió a alzar la vista.
En su lugar, trabajaron tan rápido como fue posible.
No estaba segura de lo que estaba pasando entre
Alfonso y yo, pero la parte desconfiada de mi mente
me estaba diciendo que pisara los malditos frenos.
Sólo nos habíamos conocido por tres, ahora cuatro
días, viendo cómo todavía era muy temprano en el
día. Ninguno de los dos estábamos cansados, lo que
era extraño porque no habíamos hecho nada más
que tener sexo impresionante por horas. La única
vez que habíamos hablado fue cuando habíamos
confesado algunos de nuestros secretos más
oscuros. Me puso nerviosa porque me hizo confiar
en él. Me dijo la verdad, y luego dio un paso
adelante en lo único que yo sabía que no tenía la
fuerza para hacer. Orlando había querido asegurarse
de morir después de mi boda porque no quería que
me sintiera sola. Traté de decirle que no estaba sola,
pero siempre me dijo que el camino de un Jefe era
oscuro y solitario. Nunca tuve amigos. Nunca
socialicé con nadie más que mis hombres y los
sirvientes de nuestra casa. Siempre me mantuve
ocupada aprendiendo idiomas, estudiando y
entrenando. Nunca pensé mucho en ello. No hasta
ahora. No hasta que Orlando, la única familia que
tenía, había muerto. Me golpeó como un tsunami.
No tenía a nadie. Y después ahí estaba Alfonso. Por
primera vez entendí por qué Orlando me había
presionado tanto para aceptarlo, porque a pesar de
que todavía no confiaba en Alfonso, la promesa de
una confianza futura estaba ahí. Él ahora era la
única familia que tenía. Un hecho que me
confundía. Sentía que podía confiar en él. Quería
confiar en él. Quería ser lo que él necesitaba,
porque ahora yo necesitaba a alguien. Nunca me di
cuenta de lo mucho que Orlando llenaba ese rol
para mí. Durante los últimos cuatro años desde que
me había convertido en Jefe, él era la única persona
con la que me descargaba. La única persona que
usaba como una pizarra para todos mis planes,
contándole cada uno de los pasos sólo porque
necesitaba sacarlo de mi cabeza. Le decía cuando
estaba estresada, cuando sólo quería asesinar a
alguien, y cuando mataba a alguien. 135 Orlando
fue mi verdadera mano derecha, y ahora Alfonso
estaba tomando su lugar. No en un morboso modo
estilo Alfonso es mi papi, pero más como que
Alfonso era ahora la única persona con la podía
hablar libremente. Todos los demás estaban por
debajo de mí, yo no respetaba a todos los demás.
Orlando lo había sido. Ahora lo era Alfonso. —
Estabas en lo cierto —respondió Alfonso, su voz
seria mientras se sentaba frente a mí. Las sirvientas
se habían ido. Odiaba que él estuviera en
pantalones de pijama. Extrañaba mirar fijamente su
trasero. —Lo sé —sonreí con suficiencia—. ¿Pero
sobre qué? Poniendo los ojos en blanco, me pasó el
archivo antes de dirigirse a su escritorio. Tomó su
brandy y nos sirvió a ambos una copa. Echándole un
vistazo al expediente de vuelo, sonreí. —Amory está
de camino a Austria —leí en voz alta, tomando el
vaso que me ofrecía. —Sí, y yo estaba pensando
usarlo como una cubierta. —Frunció el ceño,
bebiendo lentamente. Esperé a que continuara,
pero no lo hizo. —¿Y bien? —pregunté, molesta por
tener que gastar palabras. Me observó
cuidadosamente como si fuera una niña antes de
hablar, y me cabreó. —Orlando no quería que el
mundo supiera que estaba enfermo. Estaba
pensando en provocar un accidente falso y dejar
que los rumores de que fue Amory se extiendan. Se
detuvo, y en mi mente pensé que era perfecto. Pero
él malinterpretó mi expresión facial. —No quise
usar la muerte de tu padre como una pieza de
ajedrez, o quiero hacerlo… —Alfonso, cierra la
maldita boca. No soy una niña cuyos sentimientos
saldrán lastimados. Sí, quiero a Orlando, pero está
muerto. Sabía que pasaría durante años. Apesta,
pero no me trates como si fuera de cristal. A mi
padre la habría encantado ser usado para joder a los
Valero. Así que hagamos lo que hacemos mejor… un
juego de ajedrez. No iba a ser vista como sensible
porque mi papi estaba muerto. Ni dejaría que
Alfonso olvidara quién era yo, a pesar de que
nuestra relación estaba cambiando. Yo seguía
siendo una maldita Jefe, y todavía tenía trabajo que
hacer. 136 Levantó una ceja antes de recargarse y
sonreír con suficiencia. —De cristal no eres, esposa.
Muy bien. Dejaremos que Amory piense que mató a
Orlando. El bastardo estará tan pletórico que
tomará riesgos más grandes, pensando que se
encargó del gran Manos de Hierro. Cuando vaya a
Marruecos en el próximo par de semanas, nosotros
iremos a Italia y quemaremos algunos autos. —
Vance se verá obligado a reaccionar y gritarle
órdenes a Amory, que le dirá a Ryan, y cuando lo
sepamos, seguiremos desangrándolo hasta dejarlo
seco — respondí. —Muerte por mil cortes. —Y
después cortarle la cabeza —dije, levantando mi
vaso antes de beberlo de un trago. Me pasó otro
archivo, este lleno de fotografías de todos sus
hombres. La primera era de un hombre de pelo
oscuro y ojos castaños a inicios de sus treintas. —
Patrick Darragh, es como mi software malicioso. Se
puede asegurar de que nada de lo que no
querramos en la prensa llegue a la prensa, y
también puede poner cualquier cosa al aire en
segundos. El siguiente es Dylan Cormac —dijo,
mientras veía al hombre de ojos verdes—. Es mi
experto en armas. Si lo quieres, él puede
conseguirlo, sin importar qué sea. Pasé por todas las
fotos rápidamente. —Ustedes malditos irlandeses
procrean como conejos. —Hablando de eso,
¿cuántos hijos quieres? Lo fulminé con la mirada,
sin estar segura de si debería dispararle o no. —Lo
descubrirás cuando esté de acuerdo con la idea de
andar descalza y embarazada. —¿Por qué tengo el
presentimiento de que eso no es una cantidad
medible de tiempo? —Y si nos conocemos, en unos
cuantos años, podemos discutir este tema de nuevo
—digo, y él sonrío, el cabrón. Sabía que él sólo no
podía esperar a que estuviera redonda y gorda,
incapaz de beber, y metida en la cama mientras él
jodía al mundo. Y con un maldito demonio, que no a
eso. —¿Esa era la Regla Cuatro? —Supongo que sí.
137 13 El homicidio no es el delito de los criminales,
pero sí el de los ciudadanos respetuosos de la ley. —
Emmanuel Teney Traducido por Mich Fraser y
Evarg7 Corregido por Getzee LIAM —El plan era
impecable —dije pellizcándome el puente de la
nariz—. Hasta el último detalle fue planeado para ti,
eres un estúpido chupapollas, ¡Hicimos todo menos
dibujarte un maldito mapa! ¡Así que, qué coño te
hizo fallar! Le tiré un arma a Neal, Antonio, Eric y al
rostro de Jinx. Esos cabrones musculosos con idiotas
cabezas lo arruinaron y tuve la tentación de
matarlos a todos. —Señor, teníamos a Amory en
Port Lincoln, pero él ya había estado en Australia
por días, y sabía que algo estaba pasando. Fijamos
las trampas explosivas e incluso le dio tiempo para
salir, pero aquí el italiano no nos dijo que estaba
yendo de regreso —dijo Eric, mirando a Antonio
quien estaba listo para dar un puñetazo en su cara.
—Sabes qué, hijo de puta irlandés… —¡Basta! —Di
un paso adelante, con mi voz resonando en las vigas
—. ¿Alguno de ustedes me va explicar cómo es que
hemos perdido algunos de nuestros hombres?
¿Presionaron el interruptor, idiotas? 138 —Amory
encontró los cables y los reconfiguró en la casa de
seguridad — contestó Neal, mirándome
directamente a los ojos, quería golpear su puto
esqueleto. Hemos perdido a cinco de nuestros
hombres (tres irlandeses, dos italianos) todos
volando en pedazos debido a su maldita estupidez.
—¿Es tu primera vez en una misión? Has
avergonzado a la familia. —Me acerqué a Neal—.
Me avergonzaste a mí, y ahora estas parado frente a
mí con tu polla en las manos sin saber que hacer
contigo mismo. Suspirando, me di la vuelta para
encontrar a mi esposa sentada en mi sillón de cuero
detrás del escritorio de roble, simplemente mirando
a los jodidos hombres detrás de mí. Estaba
impresionante vestida, con un hermoso vestido azul
con zapatos blancos. Aun así, sabía que estaba tan
enojada como yo. En los últimos nueve días, nos
habíamos peleado y follado duro, y estaba
empezando a leerla tan bien como ella podía
leerme a mí. Desafortunadamente, nuestros
hombres eran como los hombres de las cavernas y
no tenía idea de cómo mierda hacerlos trabajar
juntos, y ahora tenía cinco muertos en mis manos.
Nos quedamos en el sótano con nuestros hombres
rodeándonos, pero nadie hablando. Ni uno solo.
Any sacó un arma y la puso sobre la mesa con una
sola bala antes de mirarme a los ojos. Quería sangre
y yo también. —¿Quién fue el imbécil más grande?
—preguntó en una voz suave. Me di cuenta que en
realidad nunca le gritó a los hombres cuando estaba
enojada. De hecho, su voz se hacía más suave, como
si quisiera atraerlos alrededor de ella. Nadie habló,
así que me acerqué a su lado, apoyándome en la
mesa. —Ella hizo una pegunta. Queremos una
respuesta, o los mataremos a todos y empezaremos
de nuevo. ¿Cuánto les pagamos, amor? Me miró, y
sabía que odiaba que la llamara así en público, pero
no me importaba. —¿Cinco millones de dólares al
año? Podría ir al Ghetto y conseguir hombres de
remplazo en cinco minutos con la oferta de
quinientos mil —dijo ella despreocupadamente
mientras giraba el arma sobre la mesa. Asintiendo,
volví a mirar a los hombres. —Así que de nuevo,
vamos a preguntar, ¿quién fue el que la jodió más?
139 Eric dio un paso adelante. —Fue Ian. Y en ese
momento en que él lo dijo, Any levantó el arma y le
disparó justo en la rodilla, pobres diablos. Ni
siquiera sabía que el arma estaba cargada, viendo
que había una bala todavía sobre la mesa. Any le
silbó: —¿Desde cuándo abandonas a tu hermano,
hijo de puta? —Ella tenía un punto. Incluso cuando
les ordenamos que no dieran esa información a
menos que alguien nos estuviera traicionando. Eric
gritó como un cerdo muriendo, mientras Ian dio un
paso adelante. Empujando el escritorio, extendí mi
mano mientras Any se levantó de la silla. —Esta bala
es para ti, Ian —le dije, mientras él miraba al arma y
la bala. Los quejidos de Eric eran lo único que se oía
mientras esperábamos—. Cinco muertos por tu
culpa. Toma tu propia vida —dije mientras Any y yo
nos dirigimos a los ascensores. —Si no lo hace —
añadió Any mientras entramos al ascensor en
espera—, el resto de ustedes pueden ponerle fin a
su miseria. Es una orden. Ella tuvo que haber
calculado el tiempo perfectamente porque las
puertas se cerraron justo en ese momento. —Me
gusta Eric —le dije mientras subíamos a la planta
principal. Mi madre estaba lanzando una de sus
muchas mierdas de caridad al final de verano y
todos teníamos que asistir, por supuesto. —La
próxima vez esperemos que mantenga la boca
cerrada. —Sonrió, obviamente disfrutando
demasiado el dispararle. —Touché, pero podemos
utilizar esta mierda para el encubrimiento. Para
todo el que sabe, uno de los cinco pudo haber sido
Orlando. Podemos dar una declaración mañana —
dije, parando el ascensor y empujándola contra la
pared. La quería. La necesitaba, y si no la tenía en
este momento, iba a tener que esperar por horas.
—Joder, Alfonso, cálmate. —Me miró—. Cada vez
que ves sangre te excitas. 140 —Cada vez que veo
que haces derramar sangre me excito. Hay una
diferencia —dije, corrigiéndola mientras me apoyé
contra ella. —Tenemos una entrevista, vamos a
llegar tarde —dijo, la agarré de la parte posterior de
su cuello, permitiendo que mis manos vagaran y se
enterraran en su cabello. —Entonces podemos
tener un rapidito —mentí, jamás era rápido para
cualquiera de los dos, y ella lo sabía. Me empujó
lejos entonces empezó a alisar su vestido y puso al
ascensor moviéndose de nuevo. —Rápidamente te
estás convirtiendo en un adicto sexual. —Sólo para
ti. —Guiñé, colocándome la corbata cuando se
abrieron las puertas. Y justo allí, esperando por
nosotros, estaba mi madre, dando golpecitos al
suelo con sus zapatos. —Los dos llegan tarde. Tengo
a la revista Time en espera para tomarles una foto a
la feliz pareja —dijo con la voz cortada. —Evelyn, la
revista Time esperará tanto como queramos que
esperen ya que son los únicos con los que estamos
hablando —respondió Any. Observé con diversión
cómo ellas hablaban con los ojos. Sin embargo, se
desvaneció cuando mi madre me dio una palmada
en el brazo sin previo aviso. —El ascensor, Alfonso,
¿enserio? —me resopló, mientras la miraba con
confusión. Any y mi madre parecían hablar un
idioma con sus ojos que nadie podría entender. —
No sé qué está mal con él, Evelyn —Any sonrió,
antes de guiñarme. —Vamos arreglar tu cabello
antes de que todo el mundo lo sepa —suspiró,
agarrando a Any de mi lado. Odiaba tener que
decirlo, pero me molestaba. En los últimos días, Any
y yo habíamos pasado la mayor parte de nuestro
tiempo juntos. A veces hablábamos, la mayoría de
las veces follamos y el resto del tiempo nos pusimos
el uno junto el otro. Era como si estuviéramos
permitiendo que nuestros cuerpos, mentes y almas
se acostumbraran el uno al otro y me encantó cada
momento, y por eso odié cuando se la llevaron lejos
de mí. 141 —Conozco esa mirada. —Mi padre
sonrió, mientras caminaba a mi lado. —¿Qué
mirada? —siseé, cuando me apoyaba en la pared
esperando a mi esposa para volver. Mi mujer.
Aquello hacia que sonriera. —Esa mirada. —El viejo
sonrió—. Lo sé, porque de vez en cuando viene a
través de mi cara. Es lujuria, deseo, esperanza y
amor, todo en uno. Te tomó un poco más de unas
semana. A mí solamente cuarenta y ocho horas.
Algunas veces lo odio. —Es demasiado pronto para
el amor, padre. Él resopló. Mi padre, Sedric
Callahan, resopló: —Si Shakespeare hubiera dicho
que el mundo nunca hubiera conocido a Romeo y
Julieta. ¿Todavía la odiarías? —Nunca dije eso —
interrumpí rápidamente—. He estado esperando a
alguien como ella por mucho tiempo y ni siquiera lo
sabía. Sin embargo, no puedo dejarla saber que yo…
yo puedo codiciarla, ser leal y cuidarla, pero no
amarla todavía. Ella no recibe amor. Así que
esperaré a que ella sienta algo. —¿Y si no lo hace?
Me enderecé una vez que las vi dirigiéndose a
nosotros. —Todavía estaré aquí. —¿Quién eres y
que has hecho con mi hijo? —Sus viejos ojos
brillaron hacia mí. —Ni siquiera empieces, padre. —
¿Qué están susurrando? —Mi madre nos miró
cuidadosamente cuando por fin llegó. Mi padre
sonrió, besando su mejilla. —De la dominación
mundial. —Ella le rodó los ojos y Any solo me elevó
una ceja. 142 —Tuviste tu oportunidad y fallaste. Es
hora de hacerte a un lado y dejar que la sangre
nueva de un paso adelante —dijo mi madre. Mi
padre pretendió estar herido, antes de tirarla a sus
brazos. Eso era lo que quería hacer con Any, pero lo
más probable, era que me dispararía por hacer
demostraciones de afecto en público… o cualquier
tipo de exhibiciones. Como para demostrar mis
pensamientos, Any me miró con confusión antes de
decirme con la mirada «tu familia es tan rara». —
¿No tienen una entrevista, oh nuevo rey y reina? —
nos preguntó mi padre con una sonrisa.
Oficialmente había renunciado a su título la noche
de nuestra boda y desde entonces yo… Any y yo
gobernamos, y él estaba más que relajado, incluso
feliz. Había esperado mucho tiempo para retirarse, y
yo pensaba todo el tiempo que no quería renunciar
a su título, pero lo hizo. Sólo quería asegurarse que
no tendría que dar un paso atrás de nuevo. Después
de ofrecerle mi brazo a Any, los dos nos dirigimos a
la sala y me reí cuando la vi tratando de relajar su
cara. —Cállate. Sólo Dios sabe cuánto tiempo vamos
a tener que sonreírles a esas personas —replicó Any
cuando me detuve en la puerta. —Sólo sé como
Evelyn. —¿Ser como tu madre? Eres un jodido
enfermo, Alfonso Callahan. —Me guiñó un ojo,
haciendo que me dieran ganas de dos cosas:
estrangularla y besarla. —Entonces sé cómo tú —
conteste a través de mis dientes, antes de abrir la
puerta. Cuando lo hice, ella dio un paso adelante. —
Sentimos mucho el retraso. Desgraciadamente
Alfonso lejos de su trabajo puede ser un poco duro.
Él es tímido en estas cosas —dijo amablemente,
mientras el personal le sonrió. Nunca dejo de
sorprenderme de cuán rápido puede encenderse o
apagarse. Tenía la capacidad de desarmar a las
personas tan fácilmente. —Oh, no lo hagan, Sra.
Callahan. Estamos contentos que pudieran hacer
tiempo para nosotros. Soy Jan y esta es mi equipo.
Estábamos trabajando en la 143 iluminación y lo
que no estaba bien. —La mujer sonrió, obviamente
sabiendo que está era la entrevista de su vida.
Caminado al lado de mi esposa, envolví mi brazo
alrededor de su cintura. —¿Necesitas algo? Estoy
seguro de que podríamos tener a alguien viniendo
para ayudar —le dije suavemente abusando de mi
acento irlandés. Ella se congeló, mirándome
fijamente a los ojos. Sin fallar, le sucedió a cada
mujer que conocí a excepción de Any. La única
persona con la que deseaba que pasara. —Alfonso,
detente antes de que le des a la pobre mujer un
ataque al corazón — Any me sonrió, pero todo lo
que vi eran cuchillos en sus ojos antes de que se
volteara a Jan—. Por favor no le hagas caso. No
conoce la magnitud de su encanto irlandés. Rodé los
ojos y besé su mejilla cariñosamente. La sentí
tensarse un poco, pero no se rompió fuera del
personaje. —Todo lo que necesité para atraparte.
Todavía necesitaba atraparla. —Esta será una gran
entrevista. Puedo sentirlo. ¿Ambos están listos? —
preguntó Jan. Asintiendo, caminamos hacia las sillas
que prepararon para nosotros. Esperé que Any se
sentara primero antes de tomar la mía junto a ella.
En el momento que lo hice, ella se inclinó como una
puta profesional y puso su mano en mi rodilla. Para
alguien que nunca había hecho una entrevista lo
estaba haciendo bien, cruzando todos los no y
haciéndolos suyos. Pero esta era mi esposa, una
maestra de la manipulación. —En primer lugar, es
un placer para mí estar sentada frente a la Real
pareja de los Estados Unidos —nos dijo Jan,
inclinándose adelante. Any me miró y sabía que si
Jan no tenía cuidado, mi esposa la mataría. —¿La
Real pareja de Estados Unidos? —sonrió antes de
dejar escapar una pequeña risa falsa. —Sí, Sra.
Callahan, todos en América la aman y tengo que
decir que personalmente amé su vestido de novia.
Después de su boda, las órdenes volaron por todo el
país —dijo Jan, efusivamente. 144 —Oh, mi Dios,
¿en serio? —Any se sonrojó, con aspecto inocente y
ojos dulces, mientras ella se aferraba a mi rodilla
con un apretón del infierno—. Esto es tan extraño
para mí. De repente, todo el mundo se preocupa
por mi ropa o cabello. Me siento como una
celebridad o algo así. —Créanme cuando les digo
que no hay celebridades más grandes que ustedes.
Mis amigos todavía están tratando de averiguar el
secreto detrás del cabello sexi de Alfonso Callahan
—ella continuó y tomó todo no gemir en lugar de
sonreír para la cámara. —Honestamente, no hago
nada —dije, riendo. —Porque él es Alfonso Callahan
y es naturalmente sexi —continuó Any, antes de
sacar su lengua. Así que me incliné y la besé en los
labios. —¿Ve por qué nunca puedo ganar una
pelea? —Any le frunció el ceño a Jan, antes de
sonreír de nuevo—. Él sólo me besa, o peor, se quita
la camisa y estoy completamente atónita. Si eso
sólo fuera malditamente cierto. —Sí, porque soy
Alfonso Callahan y soy naturalmente sexi —dije,
lanzando sus palabras antes de girarme hacia Jan—.
¿Crees que podamos conseguir una calcomanía de
eso? Any me golpeó, riendo en voz baja y no me
gustaba simplemente porque no era ella. Esta
burbujeante farsante de muy buen gusto, no era mi
esposa. Fue extraño, porque yo quería que ella
fuera así antes de conocernos. Sin embargo, mi Any,
tanto en privado como con nuestros hombres, era
más fuerte, implacable y sexi. Esta Any era linda,
pero no era ella y quería que realmente fuera ella
cuando estaba conmigo. —Así que esta es la
primera pregunta que todo el mundo quiere saber…
¿dónde se conocieron? —preguntó Jan. 145 ANAHI
Gemí cuando entré al estudio. —Joder, gracias a
Dios. Alfonso me tendió un vaso de brandy,
recordándome (otra vez) que necesitaba que
alguien me preparase el vino aquí. —Me sorprende
que no la matases cuando te preguntó si estabas
embarazada —dijo él, mirándome con cuidado
mientras bebía. —A mí también. Aparentemente, el
matrimonio me ablandó —repliqué, girándome
hacia el papeleo sobre el escritorio delante de
nosotros. Me envolvió con sus brazos lentamente, y
sentí que mi cuerpo empezó a relajarse en él
automáticamente. No estaba segura de cuándo
empezó, o si era debido a todo el sexo, pero ahora
pasaba. Mi cuerpo ahora conocía su tacto y lo
estaba aceptando, de hecho, lo disfrutaba. Yo lo
disfrutaba. ¿Qué demonios me estaba pasando?
»Alfonso, tenemos que asegurarnos de que todos
crean que Amory mató a mi padre y prepararnos
para Italia —murmuré, pero él me besó el hombro y
cuello—. Lo digo en serio. Guarda tu polla y
terminemos con esto antes de que Evelyn nos saque
a rastras para cenar. Gimió, apartándose, y mi
cuerpo instantáneamente echó de menos su
calidez. Bebiendo un poco más, él se sentó, mirando
a los documentos después de que se los tendiera.
»Seis de los coches más valiosos de Vance estarán
de camino desde Suvereto a Lucignano. Está a unos
170 kilómetros, pero tomarán los caminos
alternativos porque es más seguro y están menos
vigilados por los policías. No me importa si son los
hombres de Vance o no, aun así son hombres —
repliqué, mostrándole el mapa. Me miró con una
ceja levantada y con una punzada de lujuria, como
siempre. Joder, era un gran adicto al sexo. 146 —
¿Qué se supone que significa eso? —Significa que si
tienen pollas, son hombres. Si son hombres, y tú los
pones detrás de las ruedas de un coche deportivo
de billones de dólares, excederán el límite de
velocidad. Correrán unos con otros, porque los
hombres tienen que probar que son mejores en
todo. —Puse mis ojos en blanco. Me fulminó con la
mirada mientras me agarraba del brazo. —Sabes
que odio cuando te refieres a la polla de cualquier
otro hombre que no sea yo. —Supéralo, no es que
se las esté chupando —dije, fulminando con la
mirada a su mano. Él tenía un segundo para
soltarme antes de que se la cortara. —Joder, Any.
¿Por qué siempre tienes que intentar enfadarme?
—Sus ojos se entrecerraron antes de que finalmente
me soltase. —La Pareja Real Estadounidense,
¿recuerdas? Eso significa que yo encarno a la jodida
libertad de expresión. —Antes de que él pudiera
replicar, hubo un golpe en la puerta—. Genial. Es tu
madre —suspiré y me preparé para ser civilizada.
Poniendo sus ojos en blanco, Alfonso se giró hacia la
puerta. —Entre. Sin embargo, la persona que entró
no era Evelyn, sino Declan, cuyos ojos eran oscuros
y su mandíbula tensa. —El nuevo comisario de la
Policía de Chicago está aquí y desea hablar contigo
—dijo él, echando chispas por los ojos. Miré a
Alfonso, quien estaba ahora sentado derechito en
su silla, frunciéndole el ceño a la puerta con la
promesa de muerte y sangre en sus ojos. Este
Alfonso es el que me parecía el más sexi de todos.
—Hazlo pasar —dijo él en voz baja. Declan se hizo a
un lado, permitiendo a un hombre de mediana edad
(aunque más joven de lo que yo pensaría que sería
un comisario) entrase. A su lado, otro hombre, de
más o menos su edad, también entró. Ambos
parecían no tener miedo, lo que significaba que o
eran ingeniosos o estúpidos. 147 —Gracias, Declan
—dijo Alfonso. Declan miró a los oficiales, con la
mandíbula chirriando, antes de salir y cerrar la
puerta tras de sí. —Comisario Andrew Patterson,
¿cierto? ¿Qué le trae por estos lares? — preguntó
Alfonso, mientras que yo tomaba asiento sobre el
escritorio cruzando mis piernas. —Sí, lo soy, Sr.
Callahan —dijo antes de mirarme—. Venimos para
hablar con usted en privado. ¿En privado? Este hijo
de puta. —Creo que me quedaré —dije tan
amablemente como pude, antes de que Alfonso
pudiera hablar. Alfonso se rió por lo bajo,
reclinándose en su silla. —Bueno, ha oído a la
dama. —Como sabe, Sr. Callahan, de hecho, lo
llamaré Alfonso, soy el nuevo comisario porque el
anterior decidió retirarse antes de tiempo. Fui
elegido por la buena gente de Chicago para hacer
de ésta una ciudad segura. Algo que no ha sido en
un largo jodido tiempo. Sé quién eres. Sé lo que
hace, y estoy aquí para advertirle de que sus días de
pisotear la ley se han acabado. No me detendré
hasta que usted y el resto de su calaña estén donde
pertenecen. Detrás de las barras estirándose para
agarrar el jabón. Alfonso se rió, mirándome. —
Cariño, realmente tenemos que empezar a votar.
Mira lo que pasa cuando no lo hacemos. Un idiota
consigue una placa y un revólver, e intenta empezar
una pelea. —No es demasiado tarde —dije,
sonriendo mientras me ponía junto a él—. Él no se
detendrá. Así que todo lo que tenemos que hacer es
matarlo y luego asegurarnos de votar en la siguiente
elección. El oficial con piel más oscura junto al
idiota, dio un paso adelante —¿Es esa una amenaza,
Sra. Callahan? Sonreí. 148 —Con mi mano en la
jodida Biblia, estúpido. El comisario Patterson me
miró, estupefacto. —Quizá no me oyó… —No, te
hemos oído claramente —espetó Alfonso, con sus
ojos entrecerrándose de forma peligrosa—. Pero es
hora de que me escuches a mí. ¿Crees que puedes
manejar esta ciudad? ¿Mi jodida ciudad? Joder, es
mía. ¡La compré! ¡Peleé por ella! Ningún hijo de
puta adicto al crack en la esquina de Jump Street, ni
ningún polizucho con su secuaz parecido al oso
Yogui, me dirá nunca algo diferente. ¡Chicago es
mía! ¡Lo que significa que ustedes son míos!
Patterson dio un paso adelante. —Puede que creas
que caminas sobre el agua, pero sólo eres un
hombre, Alfonso Callahan, nada más, y no te tengo
miedo. ¡Usaré toda en la medida de la ley y a cada
hombre que tengo para derribarte como el jodido
perro que eres! Tuve que admitirlo, el hombre tenía
pelotas. Era un jodido idiota, pero tenía pelotas. —
Crees que lo harás —repliqué, mientras que Alfonso
respiraba por su nariz y se ponía de pie—. Crees que
tienes a todos los policías, pero no. Nunca los
tendrás. ¿Qué pasa si alguien fuera a eliminar a sus
familias? Ellos no son como tú, comisario Patterson.
Perdiste a tu mujer, a tu hijo y a tu jodida casa. —
Me miró sorprendido, como si yo no fuera a hacer
una revisión a fondo sobre la nueva cabeza del
departamento de policía—. Lo perdiste todo, y
ahora crees que no tienes nada que perder. Bueno,
créeme, lo tienes. No eres el primer hombre que
pensó que podía controlar esta ciudad con la ley y el
orden. Eres reemplazable. Alfonso rodeó el
escritorio para mirarlo a los ojos. —¿Crees que
puedes cambiar el mundo? ¿Crees que puedes
cambiar mi jodida ciudad? Te bajaré de la nube. Un
policía muerto al día, un miembro de la familia al
día, ¿crees que a tus hombres les gustará eso? Esta
ciudad sangrará. Haré que llueva sangre y lágrimas.
Mancharé tus manos tantísimo que nunca serás
capaz de lavártelas. Esos hombres te odiarán. No
me sorprendería si te pusieran una bala en el
cráneo ellos mismos. Alfonso dio otro paso justo
frente a la cara del hijo de puta. 149 »Desataré el
infierno sobre esas calles como nunca lo has visto, y
cuando una madre vaya a ti con una foto de su hijo
muerto, cuando la gente esté tan asustada que
dormirán con chalecos antibalas y se giren hacia ti,
diles que es porque pensaste que podías
desafiarme. Diles que fue porque eras un idiota y
entraste en la casa equivocada un sábado —dijo
Alfonso, y yo no podía negar lo sexi que me parecía
en ese mismo segundo. Caminando hasta la puerta,
la mantuve abierta. —No son bienvenidos, lo que
significa que salgan de mi jodida casa antes de que
use mis derechos de la segunda enmienda y les
vuele la cabeza. Se fueron rápidamente después de
eso y cuando lo hicieron, dejé que la puerta se
cerrase bruscamente detrás de ellos antes de ir
hacia Alfonso y besarlo profundamente. Me levantó
y me llevó al escritorio, recostándome sobre él.
Extendió mis piernas con su rodilla mientras sus
manos subían por mi estómago y luego mis pechos,
mientras besaba el costado de mi cara. Pero antes
de que pudiera quitarme la camisa, agarré un
abridor de cartas dorado y plateado y lo sostuve
contra su cuello. Se quedó muy quieto, mirándome
fijamente con shock y confusión. —Recuerda lo
cerca que estuviste hoy de tenerme en esta oficina
—dije, presionando el abridor justo con un poquito
más de fuerza en su cuello—. Luego recuerda que
Chicago no es tuya. Chicago es nuestra, cuyo dato
olvidaste en el calor de tu rugido. ¡Nuestra! La
próxima vez que lo olvides, te cortaré desde la
punta de tu preciosa barbilla hasta tu corazón.
Ahora aléjate. Me fulminó con la mirada,
agarrándome las muñecas y apretando hasta que el
abridor se me cayó. Sus manos fueron a mi cuello, y
vi al monstruo que me encendía mirándome a los
ojos. Incluso en ese momento, me parecía sexi. —Te
lo he dicho una vez… pero te lo volveré a decir
puesto que eres mi esposa, en quien confío y a
quien quiero de demasiadas formas retorcidas
como para describirlas… nunca sujetes un arma
contra mí. Me besó en los labios otra vez antes de
soltarme y retroceder. Empecé a arreglarme el
vestido, mientras que él fue directo al brandy. —
Tendremos que ponerle fin a la misión Vance —
repliqué, yendo hacia él para arreglarle la corbata.
150 Parecía enfadado, frustrado y sediento de
sangre. —¿Y por qué lo haríamos? Ese hijo de puta y
su compinche no tienen nada que ver con Italia. —
Alfonso —siseé tirándole de la corbata—. Estamos a
punto de entrar en guerra. No nos quedaremos en
medio de Vance y de la policía de Chicago.
Especialmente cuando nuestros hombres están
actuando como niños y cagándola cada vez que
apartamos la mirada. Se odian. —Odio es una
palabra fuerte. —Ya que estamos ahí, ¿ha habido
una noche donde ninguno de nuestros hombres no
se hayan insultado ni intentado matarse unos a
otros? Sus labios rosas se dividieron durante un
rápido segundo antes de volver a cerrarse. —Exacto.
—Nosotros los irlandeses hemos estado luchando
contra los italianos durante generaciones. Por
supuesto que no pararán sólo porque te hayas
despatarrado en mi cama. La sonrisa en su cara,
como un gato obeso después de una comida, hizo
que mi sangre hiriera. ¿Cuándo iba a entenderlo él?
—Eres un jodido… esto es lo que ustedes los
irlandeses hacen que nos hace enfadar. No piensan
antes de hablar. ¡Sei in ottone, idioti maleducati,
egoisti e cazzo, razza di mangiare, dormire, uccidere
e gobba come cani!28 —Lo siento, me perdí
después de hablar. Respirando hondo, di unos pasos
para alejarme de él, intentando con todas mis
fuerza no… ah. —¿Cómo puede ser que alguien con
tu IQ no haya tomado la iniciativa de aprender
italiano? 28 ¡Tú estás de latón, idiota, grosero,
egoísta y puto, corres para comer, dormir, matar y
joroba como los perros! 151 —¿Has visto Sleeping
Dictionary? —¿Qué? —En la película, el inglés va a
un país extranjero en los ´30 para ayudar a colonizar
la zona. Pero no sabe el idioma, así que le dan a una
hermosa chica del pueblo, con quien duerme y
comparte palabras, hasta que aprende el idioma.
Yo… ni siquiera podía. Tenía que ser un masoquista
o sólo disfrutaba jodiéndome. No tenía la energía
para esto. —Déjame adivinar, la película fue escrita
y dirigida por hombres. Voi tutti mi fai schifo29 . Las
comisuras de su boca se elevaron al tiempo que sus
hombros se relajaron apoyándose en el frente de su
escritorio. —Entonces, querida esposa, ¿qué
hacemos con nuestros hombres? —Esta noche
vamos a cenar y mañana nos preparamos para
acampar —dije con una sonrisa. Me miró fijo, como
si pensara que había perdido la cabeza. —
¿Acampar? —Cuando me quedé a cargo como la
Jefa, mis hombres no confiaban en mí. No creían
que pudiera liderarlos, y cuando traje a gente
nueva, tampoco confiaban en ellos. Compré el
tramo de bosque cerca de Cascadia, Oregon, y lo
convertí en una clase de campamento. Es su
momento de bajar la guardia, porque el lugar es
como un jodido fuerte. Los hackers pasan todo el
tiempo jugando con los juguetes más nuevos que
les doy. Todo lo que pido es que no se metan en
ninguna lista del FBI. El mero hecho de que tenga
que decirles eso, es superior a mis fuerzas. El
bosque está lleno de objetivos para desafiar a los
francotiradores. El gimnasio es para la lucha cuerpo
a cuerpo de los locos del cuchillo, y hay siete chefs
por ahí las 24 horas para alimentarlos. Matan
juntos, comen juntos y duermen en las mismas
casas. Para el fin de semana, son hermanos. —Era
una genialidad por mi parte, y podía verlo en sus
ojos también. 29 Todos ustedes me enferman. 152
—¿Una semana? Eso es, ¿y cuándo será el Brady
Bunch30? —Bueno, no tratarán de matarse tan a
menudo. Ése es un comienzo. Él se encogió de
hombros. —Bueno, esposa, entonces al
campamento vamos. Sonrío casi queriendo
sentirme orgullosa de sus palabras. —Ninguna
mujer está permitida aparte de Adriana y de mí. —
¿Quién demonios es esta Adriana? —Es parte del
equipo, Alfonso, y si vieras más allá de su
apariencia, lo sabrías. Es una tiradora entrenada,
criminóloga experta y una ayudante personal
realmente buena —añadí, apartándolo para agarrar
mi teléfono del escritorio. —Todavía quiero quitar
los coches de Vance. —Frunció el ceño. Los
hombres y sus coches. —Podemos y lo haremos. —
Sonreí con suficiencia, empezando ya a encantarme
el plan que se formaba en mi cabeza—. Excepto que
esta vez tendremos que robarlo de la hacienda de
Vance antes de que él llegue. Me miró, sonriendo
como un idiota loco, y se acercó, rozando el costado
de mi mejilla. —Joder, perfecto —me dijo antes de
besarme otra vez, y supe que esta vez no lo
detendría. 30 The Brady Bunch es una serie de
televisión sitcom estadounidense. 153 14 Si el deseo
de matar y la oportunidad de matar vinieron
siempre juntos, ¿quién evitaría la ejecución? —
Mark Twain Traducido por Pagan Moore Corregido
por Getzee LIAM —Has destruido mi ropa interior —
me dijo entre dientes mientras se ponía sus zapatos
blancos de nuevo. Enderezando mi corbata, traté de
no sonreír, pero no pude evitarlo. —La próxima vez,
no uses nada, y no tendremos este problema. Mi
hermosa esposa me acechó, mirándome
lentamente con dagas en sus ojos, y sin embargo,
sólo me hizo quererla aún más. Quería extender la
mano y tocarla. ¿Qué carajo es lo que me pasa? No
importa cuántas veces la tuve, esto sólo me hizo
quererla aún más. —No tengo ningún problema con
eso —dijo ella, fulminándome con la mirada—. No
soy la que tiene que sentarse en la cena pensando
en que no tengo nada bajo este vestido, en cómo
podría deslizarse fácilmente tu mano debajo de este
y llegar a mí. Pero creo que voy a sentarme frente a
ti esta noche. Retrocedió tan rápidamente que se
sentía como si me hubieran despertado con agua
fría de la pérdida de su calor. Eso, y el hecho de que
toda la sangre de mi cuerpo estaba corriendo por
otra parte de mi anatomía. Maldita sea. —Te vas a
sentar al lado mío —le exigí mientras ella caminaba
hacia la puerta, y mis ojos fueron directamente a su
culo. 154 —No, no lo voy a hacer. Yo más bien te
dispararía, pero como no puedo, en su lugar te
frustraré sexualmente. No rasgues mi ropa —
espetó, y me dejó dolorido por ella. —Perra, me vas
a matar —murmuré, haciendo mi mejor esfuerzo
para calmarme. Mirando el archivo en el escritorio,
no quería nada más que destruir a Vance ahora.
Quería mirarlo fijamente a los ojos mientras
encendía fuego su mundo. Sin embargo, esperaría.
Yo… nosotros necesitábamos fijar a los idiotas
debajo de nosotros primero. En el momento en que
salí del estudio, Declan ya estaba esperando. —
¿Cuánto tiempo has estado aquí? Él sonrió con
satisfacción. —Lo suficiente. —Pido disculpas
porque tendría que haber esperado, tuve que
darme cuenta. Ella me dijo que me calmara, sólo era
maldito sexo. Esa mujer me asusta y desconcierta,
todo al mismo tiempo. Sólo maldito sexo. Fruncí el
ceño. —Trata de estar casado con ella. Un minuto te
besa y al siguiente pone un abridor de cartas en tu
garganta. Los ojos de Declan se ensancharon antes
de romper a reír. —Un día ella puede matarte
Alfonso, lo juro. —Un día, puede hacerlo —suspiré.
A decir verdad, ni siquiera estaba seguro de si ella
me gustaba por cualquier otra razón que el hecho
de que nos casamos. Yo era "sólo sexo" para ella, y
esto no debería haberme molestado tanto como lo
hizo, pero no pude evitar la sensación de que ella no
iba a cambiar… que nunca le importaría. —Así que,
¿adivino que ustedes manejaron al
Superintendente? ¿O hay algo que pueda hacer? —
preguntó él, justo cuando nos detuvimos en la
puerta. Podía verlo en sus ojos. Su sed de sangre.
155 Declan no era un asesino tanto como Neal o yo.
Él siempre había sido, y siempre será, el hombre
detrás de la computadora, donde tenía que estar.
Pero cuando se trataba de la policía, él quería
sangre. Era, después de todo, un oficial el que se
había llevado a sus padres. Los odiaba y ellos vivían
por el código. —Si las cosas se ponen complicadas,
puedes personalmente limpiarlo, Declan —le
contesté—. Pero hasta entonces, sólo mantén en la
mira a nuestro Superintendente. Si compra una casa
cerca de Callahan, házmelo saber. Asintió, y la
mirada oscura en sus ojos desapareció en el
momento en que entró en el comedor. Se detuvo
por un momento, notando a mi esposa sentada en
su puesto al lado de Coraline. Levantó una ceja
antes de sonreír como si ya supiera la razón. Sin
decir nada, me acerqué a mi Any, besándola en la
mejilla suavemente. Ella se estremeció como si la
hubiera abofeteado en su lugar. —Tarde, esposa —
le dije, tratando de ser educado pero lo
suficientemente alto para que todos oyeran. Sabía
perfectamente que se fastidiaría cuando me senté
frente a ella y a la derecha de mi padre. Pero no me
importaba. Ella me estaba empujando y yo estaba
cerca de caerme. Sedric era y siempre sería el que
se sentara a la cabecera de la mesa. No me
importaba. Era una silla de apoyo. No se llevó a
cabo ningún poder real que no sea el de cortar un
pavo. Me senté en la verdadera cabecera de la
mesa. Mi madre se sentó en el lado opuesto y,
como siempre, ellos hablaban otro idioma con sus
ojos. Traté de enfocar mi atención en Any. Sin
embargo, ella parecía perdida en su propia mente.
Una mente que daría cualquier cosa por leer. —Any,
¿hay alguna razón por la cual no estás sentada al
lado de Alfonso? — preguntó mi mamá
amablemente cuando agarré mi copa de brandy.
Any frunció el ceño. —Juro que está tratando de
dejarme embarazada. Él no puede mantener las
manos quietas. Es un poco molesto, en realidad.
Sentí al líquido correr por mi garganta cuando tosí.
La miré. Por supuesto que ella sacaría el tema del
sexo en la mesa, plato de comida de mierda. Ella era
mi Any y no le importa un comino el decoro. Vivía
para hacerme temer por mi vida, caliente, o
incómodo. 156 —¿Qué pasa con el embarazo? —
preguntó Olivia, mirando mientras bebía su vino
mientras los criados traían la comida. —Nada —dijo
Any, mirando hacia atrás—. Nada en absoluto,
especialmente cuando tú no haces otra cosa que no
sea parecer bonita y compras. Declan pateó mi pie,
pero no dijo nada, simplemente cortaba mi carne.
Esto no era mi batalla, y definitivamente no tomaba
una bala por Olivia. —¿Crees que eres mejor que
nosotros? —espetó Olivia, causando que Anahi se
riera y que yo llenara mi boca con carne. —Barbie,
sé que soy mejor que tú —dijo Anahi, bebiendo su
vino tinto. Era básicamente un grupo de alimentos
para ella—. Todas mis partes son originales y no
estoy hecha en China. Esto tomó toda mi fuerza
para no reírme, pero realmente sonreí como un
idiota, y en la esquina de mi ojo, podía ver a mi
padre sonreír así detrás de su copa. —¡Perra! —
escupió Olivia, levantándose de su asiento. Mirando
hacia ella, me encontré con los ojos de Neal. —
Contrólala, Neal, o de lo contrario va a necesitar
nuevas piezas. Nadie llama a mi esposa perra...
excepto yo. —Nadie me llama perra, y punto. Tú no
eres especial, Alfonso —dijo Any, y se sentía como si
ella me hubiera apuñalado. —Tal vez deberías
decirle que no atacamos a la familia —dijo Neal
cuando Olivia volvió a sentarse. —Sí, simplemente
fallamos en defendernos —contesté, sabiendo
perfectamente que lo callaría. Sin embargo,
simplemente se volvió hacia mí. —¿Hasta cuándo
vamos a hacer esto Alfonso? ¡Han pasado casi dos
décadas! —Cuando dije que nunca te perdonaría…
—Tomé otro bocado—. No quise decir en diez,
veinte, o incluso ochenta años. Compartimos el
ADN, nada más. —¡Alfonso! —gritó Evelyn—. No
estoy segura de lo que pasó entre ustedes dos, pero
Neal tiene razón. Es el momento de hacer las paces.
157 —Neal, ¿te gustaría decirle a nuestra madre lo
que pasó entre nosotros? —le pregunté, esperando.
El cobarde nunca le había dicho a ninguno de
nuestros padres lo que me había hecho cuando era
un niño. Una parte de mí creyó que Sedric sabía, a
pesar de que nunca lo había dicho. Neal asintió
lentamente antes de levantarse y caminar hacia la
puerta. —Neal —dijo Anahi, llamando después de
él. Su espalda se enderezó antes de que él se vuelva
hacia ella—. Has su maleta. Tengo algo planeado
para la semana. Salimos mañana después de la misa
—dijo, sin molestarse en mirarlo. Él salió
rápidamente, causando que Olivia se pusiera de pie
también. —¿Estás feliz? —preguntó Olivia. Me volví
hacia Any. —Bueno, amor, ¿estás feliz? —No. —
Frunció el ceño ante mi empleo de la palabra amor
—. Sería feliz si me pasaras los guisantes —dijo,
fingiendo no darse cuenta de Olivia. Coraline, que
había mantenido la cabeza y la boca cerrada todo
este tiempo, sorprendentemente los agarró y se los
entregó. Miré a Declan para encontrarlo mirándola,
y conocía esa mirada. Coraline más probablemente
había ido a través de otra tarjeta de crédito de
relleno en el espacio en blanco para salvar a los
niños hambrientos. La gente iba a empezar a
cuestionar de donde procedía todo este dinero. Por
lo menos nos parecía bueno. Él estaba enfadado. Tal
vez lo dejaría matar al policía sólo para liberar algo
de estrés. —Todos ustedes me enferman —silbó
Olivia. —¿Todavía estás aquí? —preguntó Any,
interpretando confusión mientras añadía guisantes
a su plato. Olivia salió furiosa, y yo estaba
malditamente agradecido. Ya estaba en una
pequeña batalla con mi esposa, la policía, y Vance.
La última cosa que necesitaba era el drama de Olivia
y Neal. —¿Qué están planeando ustedes dos? —
preguntó mi padre, simplemente. —Campamento
—dijimos Any y yo al mismo tiempo. 158 —
¿Campamento? —La cabeza de Coraline apareció. Si
mal no recuerdo, a ella realmente le gusta el aire
libre. —Sin mujeres —dije sin pensar, haciendo que
mirara a Any. Ella entrecerró los ojos. —Sólo
aquellos que son parte del trabajo, Cora. Coraline se
mostró sorprendida ante el apodo, al igual que
todos los demás. —¿Cora? —preguntó. —Todavía
estoy trabajando en un apodo para ti. —Any sonrió.
No era de verdad, pero era mejor que la mirada
feroz que le dio a Olivia. Podía ver la malicia que ella
hacía girar en sus ojos, y yo no estaba seguro si
había que tener miedo o gemir en el temor de ella.
—Así que ¿este campamento? —preguntó Evelyn,
insegura. Si era un criminal, ella no lo quería saber,
pero estaba interesada. —Básicamente, es la unión
de los hombres, o planeo matar a todos. —Any
sonrió, lo que sólo hizo su amenaza más letal y sexi.
El hecho de que yo sabía me hizo quererla, me hizo
querer darle el arma y apretar el gatillo a su lado.
Sin embargo, sólo rodó sus ojos en mi lujuria. —
Campamento —repitió Sedric—. Tal vez debería… —
Lo siento, Sedric, pero esa invitación no es para ti
tampoco. Tú eres el pasado, y por mucho que lo
respeto, mis hombres necesitan caminar hacia
adelante como uno solo. —Mi mandíbula casi se
cayó mientras miraba entre Any y mi padre, que la
miró con fuego en sus ojos. Sin embargo, ellos no
eran rivales para los de ella y sólo la hacían parecer
aún más fuerte. Sedric sacudió la cabeza y suspiró.
Ella dijo mis no nuestros. Declan se inclinó hacia mí.
—Cuando se despierta por la mañana, el diablo
maldice. —Los dos lo hacemos —murmuré. ¿Cómo
carajos lo hizo? ¿Cómo diablos era capaz de
provocar el infierno y el cielo en sus ojos? Estaba
asombrado de ella tan a 159 menudo que eso me
molestó. Podía oír las palabras de Orlando en el
fondo de mi mente. Tú no vas a encontrar a una
mujer que necesita que le enseñes algo. Estaba en
lo cierto. Ella podía gobernar sin mí. Quería
gobernar sin mí. No me necesitaba, y eso me marcó.
Ella me marcó, y otra vez, debido a ella, siempre
tenía que pensar. Confundió con mierda mis
malditas emociones y a mí. Me sentí como un
adolescente otra vez, inseguro si quería follar o
perforar una pared. —Bien entonces, hija, no me
gustaría estar en tu camino. Después de todo, tú
gobernaras el mundo algún día —bromeó Sedric,
aunque estoy seguro de que en parte lo creía. Ella
sonrió. —Un día, pronto, espero. He puesto todas
las piezas en orden. Nada se interpondrá en mi
camino. He trabajado muy duro para eso. —No te
sobrecargues de trabajo. —Evelyn frunció el ceño—.
Sigo pensando que tú y Alfonso deberían haber
tenido una luna de miel. —Eso habría sido inútil.
Alfonso y yo nos casamos por la empresa. Una luna
de miel nos habría hecho perder el tiempo. —Ella
frunció el ceño ante la idea. Frunció el ceño ante la
idea de mí. Deslizando mis manos por mi pelo,
suspiré antes de levantarme de mi asiento. —No me
siento bien. Buenas noches —les dije a todos,
alejándome. Necesitaba recordar que era sólo un
pedazo para ella. 160 ANAHI Lo vi irse en estado de
shock. Parecía que estaba tan perdido en sus
pensamientos que lo enfermaba. No estaba segura
de si debía quedarme o seguirlo. ¿Qué hacen las
esposas en estas situaciones? Tal vez él necesitaba
un momento. Evelyn me miró a los ojos, y casi podía
sentir que me empujaba hacia la puerta.
Suspirando, me paré y les deseé a todos una buena
noche antes de salir también. ¿Qué diablos iba a
decirle? Cariño, ¿estás bien? Mierda, no. Alfonso,
¿qué carajos fue eso? Entonces pelearíamos.
Alfonso, ¿estás bien? Él trataría de tener sexo. —
¿Anahi? Dando la vuelta rápidamente, me encontré
cara a cara con Cora. —¿Sí? —grité, lo que la hizo
saltar. Ella fue tan dulce, casi la compadecí, pero
necesitaba una decisión y rápido. —Umm. . . Me
preguntaba. . . umm. . . —Ahh, odio cuando la gente
desperdicia palabras. ¿Qué sucede contigo? — La
Coraline que conocí vivía en la locura con los
unicornios. A esta parecía que le gustaba rodear el
séptimo cielo. Respiró hondo y se irguió, todavía
quedaba bastante baja. —Estoy perdiendo a Declan
—afirmó directamente. —Eso apesta —repliqué—.
Evelyn es la otra forma para la terapia de pareja. Ella
me miró antes de sacudir la cabeza. —No necesito
la ayuda de Evelyn, necesito tu ayuda. Desde que
llegaste, Declan ha estado mirándome de manera
diferente... como una molestia. 161 —Eso podría
ser la entrega constante, estás rara vez con él. Así
que de nuevo, Evelyn... —Any… y voy a llamarte Any
porque somos una familia y no me puedes matar. —
¿Estás segura? —Declan iba a tener que conseguir
una nueva esposa si ella no llegaba al punto pronto.
—Sólo en esta familia el trabajo de caridad es
considerado un defecto — suspiró ella—. Pero ellos
me notan. Me ven. Cada vez que escribo un cheque,
ayudo a reconstruir una casa o un centro
comunitario, deberías ver sus rostros. Es como si yo
fuera un ángel para ellos, soy importante, necesaria.
¿Sabes lo que se siente? ¿Cómo se siente al ser
alabado así? Ella no me dio la oportunidad de
hablar antes de reírse de sí misma. —Por supuesto
que sí, eres la gran Anahi Giovanni. —Cora, ve al
grano. —Amo a Declan y no quiero perderlo. Pero
veo la manera en que te mira — murmuró, y
realmente esperaba que esta conversación no fuera
donde pensaba. —No hay nada… —No, lo sé —dijo
ella rápidamente, con los ojos muy abiertos—. Sé
que Declan nunca me engañaría incluso sí… Quiero
que él me mire de la misma manera en que aquellos
niños lo hacen cuando les entrego un cheque.
Quiero que él se encienda como lo hizo una vez. Así
que tengo que ser más como tú. Necesito que me
ayudes a ser más como tú. —Eso no va a pasar —le
contesté—. Hay una sola Anahi Giovanni, y no habrá
una segunda edición. —Any. No quiero ser tú.
Quiero ser como tú. Quiero ser capaz de disparar un
arma de fuego. Quiero aprender a pelear. Siempre
he querido aprender a hacerlo, pero nunca fue
nuestro lugar. Pero entonces tú entraste rompiendo
techos de cristal y, literalmente, rompiendo
paredes. Quiero ver si me puedes entrenar. No
necesito ser la mejor, pero quiero ser capaz de
sentirme en control, y quiero que Declan me vea
como algo más que… 162 —Una buena ama de casa
de edad —terminé por ella. Ella frunció el ceño, su
nariz resplandeciente —Sí. Quiero subir al ring y
mostrarle que hay mucho más de mí. —¿Por qué no
le preguntas tú? —Declan era un gran luchador, él y
Alfonso boxeaban cada mañana. —Porque ha
dejado de verme. ¡Todo el mundo ha dejado de
verme! Sé lo que eso significa para nuestro futuro.
Si no hago esto, Declan y yo nos vamos a separar
más y él me resentirá. Prefiero morir a que eso
suceda. —Se veía tan asustada que casi quería
ayudarla. —Cora, tienes que entrenar para ti, no
Declan, o cualquier hombre, en realidad —le
respondí, y ella me miró como si yo fuera la que
estaba loca. —Declan es yo, Any. Siempre hemos
estado sincronizados, y luego en alguna parte abajo
de la línea, la música cambió para uno de nosotros,
y ahora estoy buscando la estación correcta para
volver a él. Él haría lo mismo por mí. Ha hecho lo
mismo por mí. Es lo que los casados hacen. Así que,
por favor, ayúdame —rogó ella, y no estaba segura
de qué decir. —Estoy ocupada, Cora. —La mirada de
decepción en sus ojos me molestó— . Sin embargo,
Adriana puede quedarse y trabajar contigo mientras
nosotros nos vamos en la semana. Luego, después
de eso, voy a ver. Prepárate para los meses de
moretones y dolor. Coraline sonrió, tirándome en un
gran abrazo. —¡Gracias! —Me estás tocando. —Lo
siento —dijo ella, soltándome rápidamente—.
Gracias. —Sí, buenas noches —le dije antes de salir.
Coraline era buena en conseguir lo que quería de
mí, y lo último que yo quería era estar de acuerdo
en todo lo demás. Cuando entré a la habitación de
Alfonso y mía, podía oírlo en la ducha. Caminando
hacia la puerta, lo vi mientras estaba bajo el chorro
de agua. Las gotas 163 salían de cada parte de su
cuerpo. Era tan hermoso. Parecía una estatua
cincelada de la mejor piedra. —¿Necesitabas algo,
Anahi? —me preguntó, sin molestarse en mirar
hacia arriba. ¿Anahi? No me había llamado así
desde la primera vez que tuvimos sexo, y por alguna
razón, al escucharlo llamarme así ahora me
molestó. —¿Qué es lo que te pasa? —Nada, Anahi.
Estaré fuera en un momento —respondió, sin
emociones, pero hasta yo podía escuchar la mentira
en eso. Me fastidiaba. Nosotros no nos mentíamos
el uno al otro. Quitándome los zapatos, me dirigí
directamente a la ducha, sin molestarme siquiera en
quitarme el vestido. Estremeciéndome en la
frescura del agua, lo miré a los ojos, agarrando un
lado de su cara. —¿Qué carajos te pasa? —Any… —
Llámame Anahi otra vez y te daré un rodillazo en las
pelotas. —No iba a dejar que me mienta. Él echó
hacia atrás mi pelo mojado antes de tirarme y tirar
mi cabeza hacia atrás. Empujándome contra la
pared, lo miré a los ojos, ya no parecían verdes, en
su lugar se llenaron de un fuego que arde con
pasión y rabia. Él me espetó: —Tú no me posees. Tú
no nos posees. No soy tu peón. —¡Nunca te llamé
peón! —En mi mente, pensé que me estaba
acercando a ti. Pero entonces esta noche me di
cuenta que todo lo que haces es jugar con todos a
tu alrededor, incluyéndome. Me inclino a tu
voluntad. ¿Desde cuándo comencé a doblarme? ¡No
eres mi dueña! No soy una pieza más, soy tu
marido. 164 —Deja de quejarte de mí. ¿Estás
furioso por mis palabras? ¿Por qué estás tan
jodidamente emocional? —¡Porque soy humano, y
por lo tanto tengo emociones! —Su volumen hizo
que se me ensancharan los ojos—. ¿Por lo menos te
gusto, Anahi? ¿Cómo Alfonso? — . ¿De dónde
mierda sacó eso? Él sonrió tristemente, meneando
la cabeza mientras cerraba el agua. Dando un paso
adelante, me besó en la frente—. El hecho de que
no puedas responder a esta pregunta es bastante.
—Me haces sentir como si fuéramos novios de
secundaria que se fugaron para casarse. Esto es un
negocio, Alfonso. Te dije que podría gobernar al
lado tuyo, pero no puedo manejar tu mierda
emocional. ¡Lo sabía! ¿Por qué carajos estaba
siendo tan idiota? —Cometí un error. Pensé que no
entendías el amor. Pero sí lo haces. Te encanta la
sangre y el poder, al igual que a mí. Sin embargo, yo
estaba haciendo espacio para ti, y me has hecho
flexible. Tú me estás superando porque no das una
mierda. No recibirías una bala por mí o incluso
derramarías una lágrima si muriera. Soy el chico
para restañar tus necesidades y luego ya está. Soy
sólo sexo. Toda esta noche no era más que Anahi.
Todo este matrimonio ha sido sobre Anahi. No voy a
perder mi tiempo. ¿Quieres negocios? Recibirás
negocios —contestó, y me dejó de pie en la ducha.
Me quedé muy sorprendida y confundida. ¿Incluso
me gusta Alfonso? Fue increíble en la cama y
hermoso, divertido… a veces. No lo odiaba. Cuando
entré al cuarto, estaba oscuro como la boca del
lobo, alcé el cabello de mi cuello mientras me metía
a la cama. Apagó su luz. Él nunca apagaba la luz.
Desde que se enteró de mí… miedo. Las noches que
no teníamos sexo, que eran raras, él leía hasta que
me dormía y cada noche me decía: buenas noches,
amor. Trató de no hacerlo obvio, pero yo sabía la
razón. Si iba a ser frío, yo iba a ser más fría. Era
como un policía. Pero parte de mí sentía que estaba
en lo cierto. Realmente no había puesto mucho
esfuerzo desde nuestra segunda noche juntos
cuando le había dicho acerca de los zapatos blancos.
Él se había visto tan feliz entonces, como si
sabiendo ese pequeño detalle sobre mí fuera a
hacer su día. 165 ¿Y qué si lo había llamado peón o
una pieza esta noche? Los dos éramos peones.
Ambos lo sabíamos cuando nos casamos. ¿Por qué
estaba tratando de complicar la relación? Estamos
jodidos. Hemos trabajado. Sencillo. Pero ahora ese
idiota de mierda tenía que asegurarse de que me
importaba. Gimiendo de frustración, me senté
rápidamente. Estaba despierto, mirando hacia mí
sin ninguna emoción. ¡Quería gritarle! Debido a su
puta mierda, no podía dormir. —Déjame adivinar,
¿tienes que tener el último insulto? —preguntó,
sentándose para prepararse. Levanté los brazos
listos para estrangularlo, pero me aparté. Yo iba a
matarlo. No estaba claro el motivo aún, pero iba a
matarlo. Había tanto que quería gritarle, pero nada
salía. —¿Qué carajos quieres de mí, Alfonso? —Ve a
dormir, Anahi. Vas a despertar a toda la casa. —Me
importa un carajo —le espeté—. ¿Qué pasó? Un
momento estábamos muy bien y al siguiente estás…
¿qué mierda Alfonso? Él bostezó y esto me
enfureció al extremo. —Voy a la guerra, Anahi. Todo
el mundo viene a por mí… viene a por mi familia,
pero la mujer más peligrosa del mundo está
durmiendo junto a mí. Me preocupo por ella, pero a
ella no le importa una mierda sobre mí o cualquier
cosa. —¡Es por eso que soy la mujer más peligrosa
del mundo! Él sonrió. —Es también por eso que
estás sola. Puedes confiar en mí en el trabajo, pero
con tu personalidad, no me dejas acercarme. —¡No
te conozco! —le grité—. ¿Cuánto tiempo hemos
estado casados? Diez putos días, ¿Alfonso? ¿Quién
se enamora en diez malditos días? ¡Quién siente
algo en diez putos días! ¡Eso no es normal! —Yo lo
hago. —Miró al techo—. Nosotros no somos
normales. La gente normal no les dispara a otras
personas casi a diario. La gente normal no vende
166 drogas ni están en riesgo de morir todos los
días. Yo no tengo tiempo que perder con las
formalidades. O bien me gusta, o no lo hago. O
estoy adentro, o estoy afuera. No ando en el medio.
—No todo el mundo es como tú. —Eres como yo —
susurró—. Pero prefieres bloquear todo. La alegría,
el dolor, el amor. Trabajas en la ira y la lujuria. —No
te odio, Alfonso. Buenas noches. —Fruncí el ceño,
volviendo a mi lado. 167 LIAM Y así sin más, quise
sonreír. Sabía que la tenía. Paso uno, asfixiarla con
amor. Paso dos, llevar a ese amor lejos. Paso tres,
arrastrar las crudas emociones de ella gritando y
pataleando. En el momento en que me fui del
comedor, sabía que era el momento para el paso
dos. Planifiqué el paso tres para la mañana, pero
ella sólo tenía que hablarlo ahora. Sabía quién era
ella, y la mayoría de las veces me encantaba. Pero
no tenía tiempo para acabar con sus paredes,
ladrillo por ladrillo. Necesitaba encontrar un punto
débil y luego explotarlo. Me gustaría seguir
adelante, seguir siendo frío con ella hasta que
admitiera la verdad para sí. No éramos sólo sexo.
Incluso ahora mientras ella dormía, podía sentir su
calor. Le importaba. Ella quería preocuparse más,
pero tenía miedo. Esperando hasta que estuvo
profundamente dormida y murmurando para sí
misma, me acerqué y la abracé contra mí. Olía
increíble. Besando sus labios suavemente, miré
como ella rodó a mis brazos. Quería esto. Me
quería. Iba a romperla para que saliera del modo de
perra... para mí. Disfruté sus puteadas hacia Olivia.
—Mi dulce Any. Vas a admitir que me amas, incluso
si tienes que tirarte de los pelos al decirlo —le
susurré, besando su frente. Después de todo, todo
entre nosotros era un juego de ajedrez, y la clave
para ganar cuando el juego cambia es cambiar de
táctica. Lo tenía, y ahora jaque mate estaba sólo una
jugada más lejos. Todo lo que tenía que hacer era
completar el paso cuatro y ella tendría que decirlo.
Una vez que lo hiciera, podríamos ser lo que
necesitábamos. Sin embargo, iba a necesitar ayuda,
y por desgracia, eso significaba Neal. 168 15 Si no
hay lucha, no hay progreso –Frederick Douglass
Traducido por Amélie. Corregido por Camila Cullen.
CORALINE Lo vi a través del espejo mientras nos
preparamos para la iglesia. Como siempre, Declan
está calmado, tranquilo y profundo en sus
pensamientos mientras se cambiaba por la ropa que
le escogí. Parecía estar en automático. A decir
verdad, creo que él había estado en automático por
mucho tiempo. —Te amo, Declan —le sonrío,
causando que pare y me mire raramente. Camina
hacia mí y me besa en la mejilla. —Yo también. Por
fuera, mantuve una sonrisa pegada en la cara, a
pesar de que sentía ganas de gritar. No lo dijo de
vuelta. Él solía decir, “Te amo más”. Pero eso parecía
tan lejano. Parte de eso fue mi culpa, mi hábito. Sin
embargo, él era culpable también. Me dejó de
hablar. Paró de hacerme parte de su vida. Sólo me
quedo en el banquillo ahora, esperando para
cuando esté lo suficientemente borracho para
querer tener sexo. Cepillé mi pelo y me miré,
tomando una profunda respiración antes de
levantarme. —¿Estás lista? —preguntó, tratando de
atar su corbata. Incluso con tacones, tuve que
ponerme de puntillas para ayudarlo. —Sí. —Le
sonreí de nuevo. Siempre le sonreía. Asintiendo,
tomó mi mano y me guio. Con cada momento que
pasa, se hizo más y más claro lo que necesitaba, y
era la ayuda de Any. 169 DECLAN Me iba a ir al
infierno. En el momento en que vi a Anahi salir,
sabía que iría al infierno. Estaba cometiendo tantos
pecados a la vez y nada menos que en un domingo.
Primero, codiciaba a la esposa de mi primo.
Segundo, estaba celoso del tipo de relación que
ellos tenían. Y tercero, mi dulce esposa estaba
parada a mi lado todo el tiempo, sin darse cuenta.
Me preocupaba por Coraline profundamente.
Mirándola, no podía dejar de sentirme como un
completo idiota. Ella era tan leal y hermosa. Sin
embargo, ya no era la misma Coraline llena de vida
que recordaba. Ella era tan fuerte la primera vez
que la conocí, se reía tan fuerte que podía llorar.
Ahora… ahora no sabía qué demonios pasó. Quizás
estaba asustada de mí. Tal vez ella había visto
demasiadas camisas ensangrentadas. De cualquier
manera, ella dejó de ser mi Coraline hace tiempo.
Ahora miro a Anahi, rogando a Dios que pudiera
tener una noche, y eso me hace odiarme. Alfonso
ahora estaba empezando a entender lo afortunado
que era. Anahi era apasionada. Disfrutaba el
trabajo. Ella jodidamente deseaba involucrase en
más trabajo. Alfonso no lo entendía. Cada vez que
Neal y yo tratábamos de confesar nuestros pecados
a Coraline u a Olivia, ellas nos mirarían como si
fuéramos monstruos. Nosotros éramos monstruos.
Lo sabíamos. Pero nuestras esposas no deberían
pensar así de nosotros. Anahi era lo opuesto.
Durante la boda, felicitó a Neal por pasar la prueba.
Ella lo vio poner una bala en la jodida cabeza del
ruso desde un helicóptero y se acercó a decir buen
trabajo, y lo decía en serio. —¿Declan? Sonriendo,
tomo la mano de Coraline, dirigiéndola a la puerta
del carro antes de abrirla. Me miró extrañamente
pero besé su mejilla. Ella me sonrió de vuelta como
siempre, y nos sentamos. Sostuvo mi mano
mientras yo miraba fuera de la ventana. No iba a
engañar a Coraline. Nunca lo haría… físicamente. En
mi mente, ya lo había hecho. Esta mañana en la
ducha mientras me toqué, lo hice. Todo en lo que
pensaba era en Anahi mojada… —¡Declan! —
Coraline rió, mirando abajo a la erección en mis
pantalones. 170 —Mierda. —Traté de acomodarme.
Ella me paró y comenzó a desabrocharme, pero
agarré su muñeca. —No lo… —Quiero —dijo antes
de sacarlo de mis pantalones. Me sacudí en sus
manos. —Coraline… —Shh, bebé —susurró antes de
meterlo en su boca. Instintivamente, mi cabeza se
fue atrás, y escuché al conductor cambiar la música
a algo más fuerte. Confiaba en Sal. Él no se atrevería
a decir algo. Temblé cuando su lengua me lamió. En
mi mente, era un maldito bastardo, todo lo que
podía ver era a Anahi. En mi mente, era Anahi
besando mi polla, y eso me hizo querer follar su
boca. En el momento que Coraline… Anahi me tomó
en su boca agarré su cabeza. Ella succionó rápido y
más rápido mientras empujaba mi polla en su boca.
Sus hermosos ojos marrones mirando hacia arriba
viéndome cubierto de lujuria. Follé su boca sin
parar, gimiendo locamente hasta venirme
profundamente en su garganta. Cuando Anahi me
soltó, sonreí como un idiota, disfrutando cómo se
veía mientras me limpiaba. —¿Mejor? —La voz de
Coraline preguntó, haciéndome volver a la realidad.
Iría al infierno. Maldición. —Gracias cariño. —Besé
su frente mientras ponía mi polla de vuelta en mis
pantalones. ¿Qué demonios estaba mal conmigo?
Anahi no era mi esposa. Coraline era mi esposa, y
ella era genial. Jódeme, iría al infierno. Tomando la
mano de Coraline, traté de no pensar. Traté duro de
no pensar en ella. Iba a averiguar algo para que
Coraline y yo mejoráramos, porque ella se merecía
algo mejor que esto. Tomé su mano y la besé. —
¿Lista? —le pregunté. Ella asintió, saliendo del
carro. Sería mejor… para ella. 171 16 Sólo si el
asesino es un hombre bueno Puede que sea
considerado como monstruoso. —Graham Greene
Traducido por Mich Fraser & SOS Sapphire
Corregido por KAri_VAl ANAHI —Sé que estás
despierta —dijo fríamente, mientras dio un paso
dentro del cuarto de baño. Abrí los ojos, y miré
como se ató la corbata. —No lo estaba ocultando.
¿Hay una reunión de la que no sé? —contesté,
sentándome. Eran las seis y media de la mañana.
¿Por qué diablos estaba vistiendo su culo al
amanecer? Él suspiró, aburrido, antes de voltearse.
—Sí. Sin embargo no tienes que preocuparte por
ello ya que es algo personal. En el momento en que
la conversación cambie a disparar cachorros en la
calle, te llamaré. Mátalo. Corta sus jodidas pelotas y
empújalas por su garganta. Podía sentir mi ceja
levantarse al tono de su voz. Me estaba hablando
como si fuera una jodida niña. —Tú… —Por mucho
que disfrute de nuestras agresiones verbales, Anahi,
la verdad es que me tengo que ir —dijo caminando
hacia la puerta—. Te encontraré en el coche para ir
a la iglesia. Si tienes ganas de despotricar entonces,
por supuesto, grítale a tu cabeza. Ni siquiera lo
pensé. Un momento estaba tratando de respirar, lo
siguiente que supe, es que mi mano estaba bajo el
cojín y le estaba disparando. Sin embargo, no pasó
nada. En su lugar, Alfonso negó con la cabeza. 172
—¿Una pistola bajo la almohada? Espero que no
pensaras que iba a dejarla cargada —preguntó, con
hielo en su voz. —¡Tocaste mi arma! —He tocado
más que tu arma. Supéralo —dijo cerrando la
puerta al salir. La sangre en mis venas hervía tan
fuerte, mi piel se estaba poniendo roja. Agarrando
mi teléfono, traté de no gritar cuando escuché la
otra voz en la línea. —Fedel, ¿estás listo para
redimirte? —pregunté. Casi pude escucharlo saltar
de la cama. —Sí, señora, lo que sea —contestó de
inmediato. —Alfonso tiene una reunión esta
mañana. Quiero saber cada maldito detalle. Él
estornuda, quiero saber de eso. —Por supuesto,
¿dónde está él? —¡No tengo una puta idea! ¡Haz tu
trabajo! —grité, antes de lanzar el teléfono a la
pared, destruyéndolo y golpeando el espejo.
Pasando las manos por mi cabello, me esforcé en
respirar, pero estaba enojada. Quería matarlo.
¡Quería matar a alguien! Pero no podía —al menos,
no ahora— así que me quedé quieta, respirando
lentamente, dejando fuera el mundo que me rodea.
No me permito pensar, sólo respirar. No estaba
segura de cuánto tiempo me quedé quieta. Lo único
que supe fue que mi sangre hirviendo se estaba
enfriando. —Señora. —Parpadeo, encontrándome
cara a cara con Adriana—. Lo siento, señora, pero
ha estado así durante una hora y necesita estar lista
para la misa. La miré fijamente antes de darme
vuelta hacia el reloj, y por supuesto ya eran las siete
cuarenta y nueve. Asintiendo, entré al baño. —
Adriana, necesito un teléfono nuevo —dije, antes
de desnudarme e ir hacia la ducha. Tanto como
disfruté de la calidez del agua mientras caía contra
mi piel, necesitaba moverme. Mi padre decía, nunca
mantengas a Dios esperando. Cuando salí, Adriana
me esperaba con una toalla. 173 —Adriana, no irás
al campamento con nosotros —le dije mientras
secaba mi cabello. —¿He hecho algo que la
molestara? —No, simplemente tengo otra misión
para ti —respondí, dejando caer la toalla y
alcanzando mi ropa interior—. Mientras nosotros
estemos fuera, vas a entrenar a Coraline Callahan
en combate cuerpo a cuerpo. También quiere
aprender a disparar, pero va a fallar en eso.
Enséñale los fundamentos en cuchillos. Puede ser
buena en eso. Adriana me entregó un vestido azul
con un lazo blanco en la parte delantera. —¿Cuán
lejos debo llegar, señora? —preguntó. Yo sabía que
estaba preocupada por Declan. Poniéndome mis
pendientes, pensé por un momento. —Asegúrate
que cualquier cicatriz o moretón no sea visible y se
trate rápidamente. Primero dale los cuchillos
seguros. Colocó mis zapatos delante de mí y asintió.
—¿Eso es todo, señora? —Sí y no seas suave con
ella. Asegúrate de que entienda que sólo se pone
peor después del Día Uno —contesté, entrando en
mis zapatos antes de sentarme para poner un poco
de maquillaje en mi cara. Antes de que ella pudiera
responder, alguien llamó a la puerta. —Entre —dije
en voz alta. Fedel entró rápidamente con una
cámara en sus manos. —Buenos días… —¿Él te vio?
—pregunté, estirando mi mano hacia la cámara. —
No. Mientras miré a través de las imágenes, sentí de
regreso la ira. Él se sentó frente a una rubia tonta,
inclinándose cerca de su estúpida cara de mierda. —
Su nombre es Natasha Briar. Asistió a la boda con
Amory. Se reunió con Declan y Neal para el
desayuno. Hablaron durante unos momentos y
cuando él se 174 dirigió hacia la parte de atrás, ella
lo siguió. Doce minutos más tarde, él se dirigió de
nuevo hacia su coche, donde luego fue a un club de
boxeo en el extremo del sur. No reacciones
exageradamente, mi mente gritó cuando mi
garganta se cerró. De pie, coloqué la cámara abajo y
agarré mis gafas de sol junto con mi bolso antes de
salir de la habitación. No iba a pensar o decir nada
hasta más tarde. Ahora, sólo necesitaba respirar y
estar tranquila. Lo iba a matar, pero no un domingo.
No mataba a nadie los domingos, aunque realmente
quería hacerlo. Al salir de las puertas, vi como todos
hablaban entre ellos. No estaba segura de que tan
lejos estaba la ubicación del desayuno de Alfonso,
pero regresó y hablaba rápidamente con Neal. Se
detuvo cuando sus ojos se encontraron con los
míos. Evelyn sonrió. —Te ves hermosa, querida. —
Gracias, Evelyn, igual que usted —dije, mientras
caminaba hacia el Audi de Alfonso. Su conductor
abrió la puerta y me senté en el interior. Cuando
Alfonso entró, recién duchado y vestido, no se
molestó en mirarme. En su lugar, se centró en su
teléfono. En mi mente, todo lo que miraba eran las
fotos y me dieron ganas de meter su teléfono en su
garganta. —Recuerda fingir como si nada te
preocupara. Siempre hay una posibilidad de que nos
tomen una foto. Jódete. Asintiendo, miré por la
ventana para ver la misma iglesia donde me había
casado, a sólo una cuadra de distancia. Hice mi
mejor esfuerzo para no pensar en mi boda. Sólo me
recordaba a mi padre. Cuando tomó mi mano, pero
se apartó y sonrió tristemente, negando con la
cabeza antes de apretar su agarre. —Has lo mejor
que sabes hacer y miente —él susurró mientras me
ayudó a salir del coche. Efectivamente, había
algunos fotógrafos. Podrías pensar que ellos
tendrían más respeto. Íbamos a la iglesia, por el
amor de Dios. Suspirando, me quité las gafas de sol
en el momento en que entramos, mirando otra vez
a la catedral hermosa y magnífica que reflejaba
muchos encantos en Europa. 175 —Realmente te
ves hermosa, Any —Coraline me sonrió, pero me di
cuenta que estaba más entusiasmada con su futuro
que en mí. —Gracias, Cora —dije, devolviéndole la
sonrisa. Olivia me dio una mirada antes de tomar la
mano de Neal y caminar dentro de la iglesia. Me
mordí la lengua antes de decir algo grosero en la
casa de Dios. Sin embargo, cuando mis ojos se
encontraron con una rubia en un vestido rosa,
demasiado corto para una iglesia, sentí las puertas
abiertas y una sonrisa se extendió por mis labios.
Entró en el baño y nadie parecía notarla. Ni siquiera
Alfonso mientras hablaba con Neal de nuevo.
Mirando hacia arriba, sonreí. Gracias, Jesús, por
este regalo. —Todos ustedes entren. Los encontraré
en un momento. Alfonso me miró detenidamente.
—Deberíamos ir juntos. Mi madre no lo haría de
ninguna otra manera. —Luego, tu mamá sólo tendrá
que lidiar con ello. Voy al baño de damas. Vuelvo
enseguida. Suspiré fuerte. Él tenía que pelear
conmigo en todo. Coraline dio un paso adelante,
pero la fulminé con la mirada antes de que se
atreviera a ir de voluntaria conmigo. Le di a Alfonso
mi bolso y me alejé. Puso los ojos en blanco antes
de caminar con Neal y Olivia. Mi pulso se aceleró
cuando entré al baño, empujando la puerta de
madera. Ahí, por supuesto, estaba Natasha,
poniendo más labial a sus labios rellenos de Botox.
La forma en que me miró cuando cerré la puerta
detrás de mí me dijo todo lo que necesitaba saber.
Ella no tenía ni idea que tipo de persona era yo. Le
sonreí, lavándome las manos. —Hola. Sonrió. —
Bueno, si no es nada menos que la infame Sra.
Callahan. —¿Te conozco? —pregunté
inocentemente. Batió su cabello dorado por encima
de su hombro dos veces y no quería más que
arrancarlo de su cabeza. —Deberías —dijo,
dándome una falsa mueca triste—. Mira, no estoy
tratando de hacerte daño y pareces dulce… un poco
demasiado dulce, en realidad. Pero lo 176 necesitas
saber. Alfonso y yo estábamos en algo antes de que
se casaran. Sé que esto es un matrimonio arreglado.
Él me lo dijo. No va a durar, cariño. Como he dicho,
eres dulce, pero Alfonso no necesita una dulzura.
Necesita a una mujer de verdad. —¿Y tú eres esa
mujer real? Sonrió. —Él aun no lo sabe, pero sí, lo
soy. Sé cómo darle placer como nadie. Se vino cada
vez que mi boca estaba sobre él. Suplicó en la noche
por mí. Me hizo venir una y otra vez. Fuimos como
animales. Pero después me lo haría dulce, lenta,
apasionadamente y amoro… Antes de que pudiera
terminar, la agarré del estúpido cabello rubio y la
golpeé contra el espejo. Gritó, dejando salir un grito
de dolor cuando el vidrio se hizo añicos en su
cabeza. Casi parecía una telaraña… una telaraña
sangrienta. Empujé más su cara contra el cristal roto
lo que la hizo gritar de nuevo. —Por favor… —Creo
que ya has dicho lo suficiente —susurré,
moviéndome lentamente. La sangre se derramó
desde el lado de su cara mientras me miraba a los
ojos. Gimió, luchando contra mí, pero la mantuve
inmóvil, tirando de su cabello. Había lágrimas en sus
ojos mientras abrió la boca para gritar. —Gritas, y
voy a perforar tu cráneo, ¿me escuchas? —La miré y
sus ojos se abrieron con miedo. —Yo… —Cierra la
maldita boca, perra barata —dije, antes de que
mintiera y se atreviera a decirme que lo sentía—. Mi
marido está fuera del mercado. Deberías estar
avergonzada de ti misma. Estamos en la casa de
Dios… nos casamos en esta iglesia y tú estás
tratando de tener una aventura. Eres una putita
asquerosa. ¿Cuántos problemas con papi podrías
tener? —Lo s-siento. Yo s-s-sólo… yo sólo lo amo —
sollozó. Era una maldita idiota, seguro. Quería
tomar su cabeza y aplastarla más, pero no asesino
los domingos. Quitando su cara del espejo y
agarrando otro puñado de cabello, la empujé dentro
de una cabina de baño. Luchó contra mí, pero me
hizo tirarla más fuerte, lanzándola en la cabina
antes de golpearle la nariz. Jadeó, deslizándose
abajo en el suelo y agarrando su nariz
ensangrentada mientras sollozaba. Arrodillándome
frente a ella, me aseguré de que pudiera verme con
claridad. 177 —¿Qué estabas haciendo con mi
marido esta mañana? —Vete a la mierda, maldita
puta. —Natasha —suspiré—. Te lo voy a preguntar
de nuevo amablemente. ¿Qué estabas haciendo con
mi marido esta mañana? —Chupando su dulce
polla. —Respuesta equivocada. Agarrando su
cabeza, la metí en el inodoro. Sus brazos se
retorcieron como locos, pero los bloqueé
rápidamente con la otra mano. Gritó en el retrete
antes de que la sacara. Dándole un tiempo para que
expulsara el agua, sonreí. —Ahora, Natasha,
¿realmente se la estabas chupando a mi marido o
estás tratando de molestarme? —le pregunté con
dulzura. —Por favor… Deslicé su cabeza de nuevo en
el agua y esta vez, ella luchó duro, pero para su
desgracia, había inmovilizado a hombres con el
doble de su tamaño. Cuando dejó de luchar, la solté
y sacó su cabeza del inodoro antes de caer sobre su
culo mientras tosió y lloró. —Natasha… —Sabía que
a Alfonso le gustaba comer en Remy los domingos,
así que esperé por él. Cuando me acerqué, me dijo
que me fuera o me arrastraría él mismo. Yo, yo
mentí acerca de tener información sobre Vance y
Amory. Le dije que sólo podría decirle si me seguía
atrás. Hice un poco de historia y de alguna manera
él lo sabía. Trató de irse, pero traté de darle un beso
y me agarró del cuello. Me llamó puta y me gritó
que me mantuviera alejada o la próxima vez me
mataría. Dijo que la única razón por lo que no lo
estaba haciendo era porque era domingo. Las
palabras de Alfonso de la noche anterior vinieron a
mi mente. Eres como yo. —¿Entonces, por qué
viniste aquí, Natasha? —pregunté, acercándome
lentamente. Se deslizó a través del pequeño espacio
en el piso para alejarse de mí. 178 Lágrimas
brotaron de sus ojos mientras se sacudía, cubierta
de agua del inodoro y sangre. —Lo amo —sollozó—.
Por favor no me mates. —Encuentra a un nuevo
hombre para amar, Natasha. Si estás cerca de él de
nuevo, te voy a romper el cuello y te enterraré bajo
esta iglesia —le advertí, pateándole las costillas una
vez antes de pasar por encima de ella y salir por la
puerta. Me miré en el espejo, con su sangre todavía
goteando de él, y me arreglé mi cabello antes de
lavarme las manos una vez más. —Fue un placer
conocerte, Natasha. No lo vamos hacer de nuevo —
le dije y me fui. Caminando por la gran puerta,
sumergí mi dedo en el agua bendita antes de hacer
la señal de la cruz sobre mi misma. Moviéndome
rápidamente en el pasillo donde el resto de los
Callahan estaban de pie y cantando, me quedé junto
a Alfonso quien se detuvo, mirándome. Le sonreí y
tomé el libro de él. —Yo, señor del cielo y el mar, he
oído a mi pueblo llorar. Todos los que moran en la
oscuridad y el pec… —él no iba a cantar, así que le di
un codazo. Sólo sacudió la cabeza empezando
donde lo dejé. Bueno, me siento mucho mejor. 179
LIAM —La paz esté contigo —dijimos todos. —Ir en
paz, la misa ha terminado —respondió el sacerdote
antes de salir. Poco después, todo el mundo
comenzó a tomar su salida, también, y sin embargo,
agarré a Any antes de que pudiera moverse. Se
volvió a mí, con una ceja levantada, como si no
supiera por qué me estaba aferrando a ella. Tal vez
realmente no pensó que lo notaría. —¿Qué? —
Tienes sangre en tu zapato —dije, esperando una
explicación. Miró hacia abajo y frunció el ceño,
alejándose de mí y tomando asiento. Parecía
completamente a gusto mientras tomaba un lápiz
de limpieza de su cartera, limpiándolo antes de
agarrar el desinfectante de manos. —¿Mejor? —me
preguntó con una sonrisa. Por el amor de Dios, no
tenía ninguna vergüenza, y eso la hacía aún más
sexi. Necesitaba estar sin emociones sin embargo.
—Sí, ahora, ¿cómo llegó hasta allí? Frunció el ceño.
—Alfonso, por favor no me hagas mentir en la
iglesia. —Tienes que... entonces no me mientas. —
Ella iba a volverme loco. —Tuve que resolver algo, y
ya lo hice —respondió, levantándose y haciendo
una reverencia hacia el altar, para luego salir. —De
todas las mujeres en el mundo. —Levanté la vista
hacia el crucifijo antes de tomar una respiración
profunda y de ir tras de ella. Pronto lo averiguaría.
En este momento, sólo necesitaba asegurarme que
el Paso Cuatro funcionara. Esta noche nos íbamos
de campamento. Después de eso, ella y yo nos
uniríamos y volveríamos a matar a aquellos que
eran menos importantes. Neal llegó rápidamente,
mirando por encima de mí y dándole la espalda al
resto de la familia. —Alfonso, ¿estás seguro? —me
preguntó por sexagésima vez. —Sí, Neal —suspiré
—. Por última maldita vez. Mientras estamos en el
campamento, vas a dispararme y vas para
asegurarte de que el disparo sea bueno, pero no
fatal. Esa es la única manera que dejaré ir al pasado.
180 —Podría matarte —me susurró mientras
caminábamos hacia nuestros autos. —Si lo haces, te
perseguiré por el resto de tu puta vida. —Sonrió—.
No me matarás, Neal. Quieres demasiado mi perdón
como para matarme. —Eso es frío Alfonso. Si
descubre... La observé mientras hablaba con
Coraline y nuestro sacerdote. No podía dejar de
pensar en lo hermosa que era. —No se enterará. Si
lo hace, ella se enojará, pero lo superará. Me ama, y
está sola. Simplemente tengo que recordarle que
soy todo lo que tiene. ¿Recuerdas lo que pasó la
última vez que mis planes no funcionaron? Me miró
confundido. —No. —Exacto —sonreí, porque mis
planes siempre han funcionado. —Está bien, lo
haré. ¿Quieres que sea en el segundo día? Asentí,
dando un paso hacia adelante para luego
detenerme y mirarlo a los ojos. —No le dirás a nadie
sobre esto, Neal, incluso a tu esposa, sino no sólo te
odiaré, sino que te mataré y también a ella, y juro
por Dios, que lo haré —susurré tan suavemente que
no estaba seguro si en realidad había escuchado. El
miedo en sus ojos me dijo todo lo que necesitaba
saber. Dándole la espalda, me acerqué a mi bella
esposa. El arco de su vestido me hizo sonreír. Ella
era un regalo, mi regalo, y no podía esperar para
desenvolverla. No podía esperar para el
campamento. 181 ANAHI —Alfonso, mi muchacho
—exclamó el padre Thomas detrás de mí mientras
Alfonso se acercaba. Alfonso tomó su mano. —Fue
un maravilloso servicio, padre Thomas. —Lo dirías
incluso si te aburre hasta las lágrimas —dijo padre
Thomas, guiñándome un ojo—. Debo decir, que has
elegido bien, otra mujer de Dios en la familia
Callahan. Esto es porque Dios los bendice muy
grandemente. Ustedes lo honran todos los
domingos sin falta. Si supiera lo que hice en el baño,
pensé para mis adentros. —Gracias, padre. Me
tomó de la mano y Alfonso se aferró a mi cintura. —
Veo a un niño en el futuro cercano, mi querida niña.
Dios te bendiga con eso, muy bien —susurró para
que sólo Alfonso y yo escucháramos. Mis fosas
nasales se ensancharon y mis ojos se cerraron, pero
Alfonso me dio un ligero apretón. Sonriéndole, me
alejé, esperando que Alfonso dijera algo, pero
todavía estaba sentado en su montaña de hielo. —
Te agradezco mucho, pero tenemos que irnos,
Thomas —le respondí, tirando a Alfonso hacia el
coche. —Necesito tu teléfono —le dije una vez que
estábamos dentro. Me miró de manera extraña. —
¿Por qué? —Porque el mío está roto —suspiré—.
¿Estás diciendo que no? ¿No quieres que vea más
allá de los nombres de tus putas? Me miró,
dándome el teléfono. —No. No hay putas en mi
teléfono. Simplemente quería saber con quién mi
esposa necesitaba hablar tan desesperadamente. —
Mi doctor —frunció el ceño mientras marcaba—.
Todo el mundo parece pensar que un bebé estará
saliendo de mi muy pronto. ¿Por qué?, no estoy
segura. 182 Sin embargo, eso no estará sucediendo
y voy a asegurarme de que mi control de natalidad
esté funcionando tan bien como sea posible. ¿Otra
cosa que te gustaría saber? —Olivia ha tenido un
tiempo difícil para concebir, se filtró en la prensa
hace un año. Declan no cree que él o Coraline estén
listos para ser padres, sobre todo porque él y
Coraline siempre están muy ocupados. Tú eres
nueva y joven; nadie duda de que serás capaz de
tener hijos. Es por eso que ellos tocan el tema —
dijo claramente, echándose hacia atrás y viendo
cómo la ciudad nos pasaba. Ni siquiera me miraba.
No me importaba, no ahora al menos. Tuve mi dosis
de sangre esta mañana. Fue el desayuno de los
campeones. Podría tomar al mundo y a Alfonso. No
podía esperar para el campamento. 183 17 “El
asesinato, al igual que el talento, parece
ocasionalmente venir de familia.” ~ George Henry
Traducido por Sitahiri Corregido por Juliee ANAHI
Están emocionados respondió Sedric mientras
estábamos parados frente a los jets, que fueron
llenados de gasolina para llevarnos directamente a
Cascadia. Todos los hombres estaban unos a lado de
otros mientras tomaban sus cosas y caminaban a los
aviones. Aquellos que no viajarían con nosotros,
habían conducido, saliendo anoche con Monte para
que pudieran estar ahí para cuando aterrizáramos.
¿Cómo podría ser emocionante un lugar llamado
Candia? Olivia frunció el ceño, sus manos
cruzadas en el pecho como si fuera una niña. Era
algo gracioso. No sabía que las Barbies podían
doblar los brazos. Cascadia corrigió Coraline,
mientras Adriana se paraba a su lado. Tenía
curiosidad de ver qué pasaría en la semana que no
estuviera. Como sea, mi punto es el mismo.
Olivia puso los ojos en blanco. Evelyn sonrío,
aplaudiendo. Bueno, estoy emocionada por
ustedes chicos. Siempre quise mandarlos a todos de
campamento. ¡Tomen fotos! Honestamente,
madre, no es ese tipo de campamento. Alfonso
sonrío con suficiencia, besándola en la mejilla antes
de tomar su maleta. De hecho, sí lo es
respondí, cuando Fedel me entregó mi nuevo
celular. Solamente voy como una chaperona para
asegurarme de que no pierdan el control por
completo. 184 ¿Una chaperona? Declan sonrío
con suficiencia. ¿Qué crees que pasará?
Volteándome hacia Fedel, levanté las cejas. Estaba
tratando demasiado de no sonreír e incluso tosió.
Bueno, no seas tímido le dije. El año pasado,
algunos de los adeptos a los cuchillos atraparon a
cinco o seis zorrillos y los pusieron en las cabañas de
los francotiradores se rió disimulada y
rápidamente antes de responder solemnemente.
¿Y? Dejó caer la cabeza. Y después los
francotiradores cubrieron sus cabañas con miel y
hormigas de fuego. Después los hackers fueron
hackeados y sus computadoras fueron llenadas de
porno gay. También reemplazaron sus ratones
normales por unos con forma de dildo. Los hackers
entonces les dieron laxantes. Lo que llevo a cosas
que ni siquiera quiero comenzar a explicar. Si no
hubiera intervenido, uno de ellos probablemente
hubiera muerto dije, mientras revisaba mis
mensajes. Alzando la vista, vi la cara roja de Evelyn
todavía procesando todo lo que acababa de
escuchar. Santa mierda, ¿qué hay en el menú de
este año? preguntó Neal, con los ojos abiertos.
Podía ver la emoción formándose en sus ojos. Fedel
sonrió. Ustedes irlandeses, mejor cuídense las
espaldas. Non vedo l’ora di prendere questi cani
verso il basso31 . Antonio se carcajeó junto con
Fedel. Declan dio un paso adelante. Si vas a
hablar basura de nosotros, hazlo en inglés o irlandés
para que todos podamos escuchar o beidh mé
briseadh do liathróidí32 . 31 No puedo esperar para
poner boca abajo a estos perros. 32 Te voy a romper
las pelotas. 185 Sólo en caso de que no lo sepas,
dijo que te romperá las pelotas carcajeó Neal.
Antonio puso las manos arriba, ni siquiera asustado
en lo más mínimo. Ustedes irlandeses y sus
pelotas. Todo lo que dije es que no puedo esperar.
Suficiente Alfonso les espetó. Toda una semana
de esto… qué divertido. Sedric parecía desesperado,
y yo también lo estaría, si tuviera que pasar tiempo
con las mujeres. Any, ¿estás… No, Sedric.
Evelyn y yo dijimos al mismo tiempo. Ella me vio y
sonrío como si tuviéramos una alianza. Esto
suena tan estúpido declaró Olivia con su nariz tan
alta que un pájaro podría hacer un nido en ella.
Neal… Neal trabaja para mí… para nosotros dije
cuando Alfonso me fulminó con la mirada. Esto es
parte del trabajo. No te gusta, qué mal. Pero si de
verdad estás preocupada, me aseguraré
personalmente de que no se convierta en el
muerdealmohadas33 de nadie. Sus mandíbulas
cayeron, y Alfonso abrió la boca pero la cerró
rápidamente, riéndose para sí mismo. Sonriendo, vi
a Adriana una vez más antes de darme la vuelta al
avión. En una hora, estaríamos en el campamento y
no tendría que lidiar con ser una Callahan durante
una semana. En el momento en que puse un pie en
el avión, todos dejaron de hablar y me miraron.
Prosigan. No tenía nada que decirles.
Sentándome, vi que Eric tenía una pierna abrazada.
Encontró mi mirada, y yo simplemente le sonreí,
obligándolo a apartar la vista. Fedel se me acercó,
sin sentarse, considerando cómo había perdido ese
33El chico pasivo en una relación sexual
homosexual. 186 derecho, con un archivo que no
había visto antes. Casi quería sonreírle. La
información era la llave para estar en gracia
conmigo. ¿Sí, Fedel? pregunté, cuando Nelson,
el tonto tartamudo, me daba una copa de vino
antes de ir a servir al resto del avión. Sé que no le
gustan las disculpas… Y sin embargo aquí estás
desperdiciando palabras, Fedel. Asintió. He
vigilado a Vance y encontré algo, pero no he sido
capaz de confirmarlo todavía. Odiaba la información
sin confirmar porque a menudo conducía a
callejones sin salida. Sin embargo, él lo sabía, así
que lo que fuera tenía que ser lo suficiente grande
para que le pusiéramos atención a si era verdad o
no. Echando un vistazo por el avión, sólo vi a Neal.
Espera hasta que Alfonso se siente, y después
únete a nosotros respondí. Miré cuando el shock
destelló a través de sus ojos antes de asentir. No
tendría que esperar mucho ya que un segundo
después, Alfonso subió a bordo con Declan justo
detrás de él. Alfonso casi parecía molesto cuando
me miró, y me estaba cabreando. Quería dispararle
en la maldita cara, el bastardo refunfuñón y
emocional. Yo no había hecho nada. Él quería ser el
Sr. Frío y comportarse como un imbécil entonces lo
dejaría. La cabina se quedó en silencio de nuevo.
Si alguien me juega una broma, les cortaré la
mano y se las haré comer. Siéntanse libres de
esparcir la voz, porque no estoy bromeando. Ni
siquiera tenía que manifestarlo. La cantidad de
veneno y hielo en su voz prometía más que la
pérdida de una mano. Todos asintieron antes de
seguir hablando entre ellos. Alfonso caminó de
regreso hasta donde estaba yo, deteniéndose para
mirar, y fulminar con la mirada a Fedel. ¿No lo
habías despedido? me preguntó. Los líderes no
despiden gente. Sienta un mal precedente sonreí
con suficiencia—. En su lugar, los matamos. 187 En
ese momento, vi a sus labios crisparse hacia arriba
en una sonrisa antes de que desapareciera de
nuevo. Asintió, poniendo su maleta en el
compartimiento superior antes de sentarse. ¿Por
qué no está muerto entonces? preguntó, sacando
el brandy del bolsillo de su abrigo. Era todo un
ebrio. Puede que tenga información de Vance
respondí, tomando un trago de mi vino. Alfonso
miró hacia arriba, esperando a que Fedel hablara,
pero antes de que pudiera, Jink encendió el jet.
Bueno, siéntate Fedel declaró Alfonso. Él
estaba más que feliz de hacerlo, y yo respeté que él
estuviera trabajando duro para asegurarse de que
yo nunca tuviera que ponerlo en su lugar otra vez.
¿Dijiste que tal vez tenga algo? preguntó
Alfonso, y Fedel sacó lo que parecían ser cartas en
código y algo en ruso. No he sido capaz de
descifrarlo todo respondió Fedel rápidamente.
Sin embargo, por lo que puedo decir, este es el Paso
Dos de Vance. ¿Te saltaste un paso? pregunté,
tomando los papeles. No estaba claro hasta
ahora. El Paso Uno estaba comenzando con Alexei
Rozhkov respondió Fedel, sacando la foto del
viejo jefe de la mafia rusa con una cicatriz a lo largo
de su cuello. Algún alma valiente se había
escabullido en su cuarto y rebanado su garganta,
pero el bastardo todavía vivió. Era uno de los
hombres más poderosos, junto con Orlando y
Sedric. Era siendo la palabra clave. ¿Tu gente lo
mató? Miré a Alfonso. Alfonso negó con la
cabeza. Padre había estado despedazándolo por
años. Entonces cuando Declan robó el resto de su
fortuna, el hombre estaba básicamente lisiado. Ya
no podía costear la chiva34 de alta calidad. Ningún
adicto parpadearía siquiera con su mierda. Sus
hombres lo abandonaron, perdió sus casas, amigos,
todo, y mi padre quiso 34Término slang para
heroína. 188 matarlo, pero creí que sería mejor
hacerlo vivir en los barrios bajos que creó. Todo lo
que tenía era un valioso diamante rojo de catorce
millones de dólares, que creí sólo era un rumor
hasta que escuchamos que alguien lo robó. Fedel
me miró, riendo disimuladamente mientras que
sólo bebí mi dulce vino rojo. La cabina entera se
había quedado en silencio cuando Alfonso y los ojos
de sus hombres se posaron lentamente en mí. Mi
gente alardeó con orgullo, pero Alfonso se me
quedó viendo anonadado. ¿De qué mierda estaban
asombrados? Como si robar una piedra fuera lo
peor que había hecho. Tú lo robaste dijo
Declan, deslizándolo lentamente alrededor de su
lengua, y Neal parecía celoso. ¿Necesitaba un
nuevo reto? respondí. No era algo importante
para mí. Alfonso no dijo nada, simplemente se
recargó en su silla y frunció el ceño mirando por la
ventana. ¿Cuántos años tenías? preguntó Neal,
recargándose también, como si estuviera a punto de
contarle un jodido cuento para dormir. Fue el fin
de semana antes de mi decimoctavo cumpleaños.
Quería regalarme algo lindo, bonito y brillante. Así
que hurgué un poco, encontré su notan-secreta casa
de seguridad en el norte de Rusia, y pensé ¿por qué
no? No he cabreado a ningún ruso todavía, y lo
robé, no fue lo más fácil del mundo, pero lo hice.
Entró y salió en ocho minutos añadió Fedel.
Tres minutos para entrar, dos minutos para matar a
dos de sus hombres, un minuto y diecinueve
segundos para tomar la joya, y después cuarenta y
dos segundos para salir. ¿Qué pasó con el último
minuto y cuarenta y un segundos? preguntó
Declan, pero su mente parecía estar acelerada. El
último minuto y cuarenta y un segundos para
prenderle fuego a la casa añadió Jinx por el
intercomunicador, haciéndome sonreír. Jinx no
mostraba su rostro a menudo, prefería mantenerse
oculto de todos, pero eso no quería decir que no
estaba escuchando. Además, lo sabía. Fue el que
me recogió. 189 LIAM ¡¿Estás bromeando?! ¡En
serio! A los diecisiete, era un estudiante de primer
año en la universidad, todavía tratando de
deshacerme del acné y mi incómoda mierda,
mientras ella estaba volando casas y robando una
rara joya en la maldita madre patria. Apretando el
puente de mi nariz, me giré hacia Fedel. ¿Qué
tiene que ver esto con Vance? El idiota estaba tan
ocupado viajando en sus recuerdos pasados que
casi olvidó por qué estábamos hablando de esto.
Declan sacó la foto de una mujer pelirroja.
Conozcan a la mujer antes conocida como Saige
Rozhkov. ¿Tenía una hija? respondí pero entre
más cerca veía, más veía el parecido. ¿Antes?
Any le preguntó mientras fulminaba con la
mirada a la pelirroja en la foto. Para el final de
esta noche, será Saige Valero respondió, y tanto
Any como yo bajamos nuestras bebidas. ¿Qué
carajos? Any y yo dijimos juntos. Por lo que he
averiguado, el hombre que rebanó la garganta del
viejo Rozhkov fue Vance cuando estaba ascendiendo
al poder. Quería que Saige se casara con Amory. Sin
embargo, el viejo no quiso. Fue entonces cuando
fue con Orlando, pero fue rechazado de nuevo. Así
que Vance retrocedió, y supongo que permitió que
las familias de ambos destrozaran a Rozhkov. Pero
ya que lo dejó vivir, Vance regresó y lo mató, pero
no antes de torturarlo y sacarle hasta el último
secreto que tenía. A pesar de que Alexei estaba
destruido, todavía tenía los nombres. Como ambos
saben, nombres antiguos vienen con viejos favores.
Usó hasta el último de ellos después de la caída de
Rozhkov explicó Fedel rápidamente, mientras
rebuscaba entre más papeles. ¿Entonces por qué
necesita a esta Saige? pregunté. Ya tenía el poder.
La chica parecía ser inútil. 190 Porque son
extranjeros susurró Any, y pude verla conectando
los puntos en su mente. Vance y sus hermanos
vinieron de Italia donde mi padre prácticamente los
desterró. Los rusos odian a los extranjeros. Esta
Saige es un peón. Algo para hacer que sus hombres
se paren más derechos detrás de él. Tiene sentido.
¿Ella lo sabe? Él asintió y frunció el ceño. Ella
es la que delató la ubicación de su padre a Vance.
Aparentemente extraña el poder, estás cartas
encriptadas son de ella. Creí que eran despotriques
de una mujer loca al principio… Hoy es el día.
Leí la carta en voz alta, la cual tenía la peor
gramática, incluso en ruso. Hoy es el día que
tomo mi legítimo lugar en el trono. Mi padre era un
tonto y perdió todo. No sabía cómo jugar el juego.
Pero yo sí. He pasado años planeando mi venganza
y ahora, con el poder de los Amory y con el poder
de los Valero, seré reina. Cubriré la tierra con la
sangre de mis enemigos. Comenzando con el zorro
irlandés y la puta italiana. Y es por esto por el que
no llevamos diarios. Está fechado con el día de hoy
añadí mientras se lo pasaba a ella. Sabía que no
podría leerlo, pero parecía lista para arrancarlo de
mis manos. Así que ella está loca como una cabra.
Dame una ubicación y la mataré ahora, sea cierto o
no. Los ojos de Any se entrecerraron sobre el
papel. Si no era cuidadosa, lo prendería fuego. Fedel
frunció el ceño. No la tengo. Estas cartas fueron
tomadas de su tablet personal. Sin embargo, están
rebotando de ocho países distintos. Vemos todo lo
que escribe pero no tengo ni idea de dónde está.
¿Qué te hace pensar que esto es real?
Honestamente, no puede ser lo suficientemente
estúpida para estar escribiendo sus pensamientos
más íntimos y planes le pregunté. Él dijo que no
lo había comprobado todavía, y a pesar de lo cierto
que tal vez pueda parecer, podría haber sido una
mentira. Como se pidió, una noticia de la muerte
de Orlando fue publicada. Debido 191 a eso, Amory
regresó a Rusia. Sin embargo, no regresó solo a
casa, lo hicieron todos los Valero. La mayoría de
ellos se distribuyeron a través de Moscú. Pero todos
dentro de una distancia que podía ser recorrida a
pie hacia el Black Hotel en dónde no hay nadie más
quedándose más que una Sra. S. explicó Fedel, y
todo lo que quise hacer era reventarle la cabeza. La
desventaja de regir un imperio era la falta de
jodidos días de vacaciones. Estaba deseando este
campamento. Dime más acerca de la Sra. S.
exigió Any suavemente mientras miraba
fijamente la foto de ella. Saige Rozhkov, edad:
veintiséis, nacida en Stávropol, Rusia, con una
prostituta como madre. Su padre básicamente no
quería tener nada que ver con ella, por lo que pude
descubrir. Tuvo otros dos hijos, y supongo que ella
no estaba de acuerdo en ser tratada como un
ciudadano de segunda clase, así que mató a ambos
chicos a los dieciséis. Obtuvo la atención de su
padre, y la hizo su heredera. Ha sido una viuda
negra en cierto modo. Sin embargo, no necesita
casarse con ellos para chuparles la vida. Se ha
entrenado a sí misma en combate mano a mano, se
ha enseñado a sí misma a volar casi todo, y puede
hablar italiano, francés, inglés, español, hebreo y
ruso. Es fría y cruel terminó Fedel, y al final de su
pequeña biografía, miró directamente a Any. Por
fuera se veía fría, tranquila y serena, pero por
dentro, podía ver a la leona tratando de abrirse
paso con las garras para salir de su jaula. Fedel,
déjanos. La miré fijamente a los ojos,
examinándolos rápidamente antes de pararme. Se
terminó el resto de su bebida antes de levantarse
junto conmigo. Ambos caminamos sin hablar al
cuarto privado en la parte de atrás del avión. En el
momento en que cerré la puerta, respiró hondo y
trató de quedarse quieta por un segundo pero no
pudo. Quiero su cabeza en una bandeja. No
estaba seguro del por qué, pero solté una risita.
¿Esto son celos? ¿Estás enojada porque esta
mujer está el mismo nivel que tú? Un cuchillo voló a
mi cara dándome sólo un segundo antes de
reaccionar. Me 192 aparté del camino antes de que
se clavará en la puerta. Nadie está al mismo nivel
que yo. Mató a sus hermanos. Medios
hermanos no cuentan. También los mataría si se
pusieran en mi camino respondió. Traicionó a
su padre. Me fulminó con la mirada, sus ojos
escrutando mi cara. Su padre era un zorro sin
honor y débil. Lo habría matado primero. Apartando
su cabello hacia atrás, puse los labios más cerca de
los de ella. ¿Entonces por qué estás tan enojada?
Porque leí el resto de la carta. La miré fijamente,
confundido. No sabes ruso. Puede que no sea
capaz de hablarlo, pero puedo leerlo bien en su
mayoría. Mi IQ puede no ser el mismo que el tuyo,
pero me las arreglo respiró hondo. Creo que
dijo que yo era una cara de coño sin clase, sin
emociones, hija de una puta. Sabía que mis padres
estuvieron separados, y también sabía que mi
madre estaba teniendo un amorío con su
guardaespaldas, Roger. Que debería haber ardido
con ella en el avión. La única forma de que ella
pudiera haber sabido eso es si ella estaba con
Amory y Vance. ¡Así que quiero su cabeza en una
jodida bandeja! Cada vez que creía que la conocía,
descubría algo nuevo. Cuando le di esa carta,
honestamente no pensé que sería capaz de leerla.
Había leído más adelante y detenido cuando me di
cuenta adonde se encaminaba la carta. Entonces
su cabeza en una bandeja tendrás. Sin embargo,
será la próxima semana. Los hombres necesitan
esto. Mantendremos a Fedel y Declan sobre todo lo
que hagan. Pero no podemos ir tras ellos con
nuestros hombres comportándose como niños,
¿recuerdas? Asintió, y me di la vuelta para irme
cuando ella me agarró del brazo. 193 Girándome
para verla, observé cómo su boca se abrió y cerró
dos veces antes de dejar caer su mano y retroceder.
No sé cómo hacer esto, Alfonso respondió,
cruzando los brazos. No sé cómo ser abierta. No
soy ese tipo de persona. Mentira —me reí,
haciendo que me mirara a los ojos. No quieres
saberlo. Puedes hablar sabe Dios cuántos idiomas.
Eres una luchadora experta, tiradora y una maestra
manipuladora. Si hay algo que quieras o necesites
ser capaz de hacer, te obligarías a ti misma a
aprender. Te comprometerías a ello con sangre y
sudor. Harías eso por todo excepto yo. Así que no
intentes esa carta conmigo. No acepto esa excusa.
Te conozco demasiado jodidamente bien para esa
mierda. ¡Lo estoy intentando! ¡Eres más cercano
a mí que nadie más, Alfonso! Eso sería suficiente
si todos los demás no estuvieran muertos se
congeló ante mis palabras. Me acerqué a su cara de
nuevo y besé su frente. Yo. Soy. Todo. Lo. Que.
Tienes. Al igual que tú eres todo lo que tengo, al
diablo Declan, Neal, Olivia, Coraline, incluso mis
padres. Mi familia y mi lealtad comienzan contigo y
sólo contigo. Entre más pronto te des cuenta de eso,
más pronto podremos regresar a perdernos dentro
del otro y realmente matar a todos los que se
opongan a nosotros. No dijo nada, apartando la
mirada de mí, y me di la vuelta para irme. No me
detuvo, porque era mi Any y era terca como la
mierda. Podría decírselo miles de veces, pero
necesitaba darse cuenta por ella misma. Mañana lo
haría, y no podía llegar lo suficientemente rápido.
Entonces la follaría hasta dejarla sin sentido por
toda la frustración que me había ocasionado. 194
ANAHI Una vez que se fue, me recosté en la cama,
tratando de no pensar, pero fallando
miserablemente. Yo. Soy. Todo. Lo. Que. Tienes. Su
voz se repitió en mi mente incluso cuando traté de
sacarla. No entendía por qué no podía sólo ser feliz
con sexo. Estaba dispuesta a tener sexo. Quería
tener sexo. Sin embargo, en lugar de un rapidín,
estaba acostada sola en una cama. Mi mente se
sintió tan nublada. Él la estaba haciendo de esa
forma. Debería haber estado pensando en maneras
de matar a Amory y Saige, pero en lugar de eso,
estaba pensando en él, estúpido y jodidamente sexi
irlandés. Me levanté de la cama, arreglándome
antes de salir. No me molesté en mirar a Alfonso. En
su lugar, tomé mis cosas y me alejé del avión. En el
momento en que salí, respiré hondo y sonreí.
Amaba Cascadia. Era pequeño, tranquilo y verde. Lo
había odiado al principio, pero ahora los árboles me
daban paz. La naturaleza era lo único que tenía
sentido. Frente al avión había Jeeps esperando para
llevarnos al campamento. Caminé directamente a
Monte, y ya sabía que no debía preguntar. En lugar
de eso, me lanzó las llaves. Antes de irme
conduciendo, le eché un vistazo a Alfonso que me
fulminó con la mirada. Sin embargo, por el espejo
retrovisor, lo observé cuando corrió más rápido que
cualquier condenado hombre que había visto antes
y saltó a la parte de atrás de la camioneta con
facilidad. Me sonrió con suficiencia antes de girarse
al resto de los hombres, el puño en el aire. Lo
aplaudieron como si fuera algo especial. ¡El
campamento Callahan comienza ahora! No importa,
era especial… un chico estúpido y especial. Estaba
tentada a girar rápidamente y mandarlo contra uno
de los árboles, pero trepó al frente conmigo. Si
quisiera que viajaras conmigo, te hubiera esperado
—dije, mientras miraba el pequeño pueblo por el
que conducíamos. ¿Por qué Cascadia? me
preguntó, ignorando mi comentario
completamente. Cuando no respondí, dijo: Este
es un buen momento para ser abierta, Anahi, ¿o eso
sólo ocurre después del sexo? Pisando fuerte el
acelerador, nos conduje inclusive más lejos,
tomando un camino abandonado en el medio del
bosque. Fui al centro de estudios superiores aquí.
Es pequeño, lluvioso y 195 desconocido. Cascadia es
el lugar al que vas cuando no quieres ser
encontrado respondí, dando vuelta a la izquierda
cerca de la orilla del río. ¿Fuiste al centro de
estudios superiores? preguntó sorprendido, pero
por supuesto que lo estaba. Era un chico rico de
Chicago. Era rica también, pero nunca fui de verdad
una chica. Sí, y estoy malditamente orgullosa.
Sólo porque tenemos dinero no quiere decir que
quería gastarlo en alguna gran y sofisticada
universidad, estudiando una carrera que no es
realmente una opción. Ni tampoco quería tratar con
toda la gente falsa que caminaba por los pasillos.
Conocí a Adriana aquí, de hecho. Era el primer
año, y se veía tan nerviosa. Sin embargo, vi lo que
podía hacer una noche después de que unos tipos
fueron sólo un poco demasiado groseros. No
querías ir a la escuela con gente hipócrita porque
querías ser la única en la habitación declaró,
haciendo que pisara con fuerza los frenos, y se
sacudiera hacia delante. No haces que quiera
intentarlo. ¿Te deseo? Sí. Cualquier mujer
heterosexual lo haría. ¿Te encuentro atractivo e
inteligente? Sí, y sí, de nuevo. Pero eres tan
engreído, arrogante, posesivo y chovinista. Crees
que me ves como a un igual, pero no es así. Eres
prepotente, molesto e infantil demasiado seguido.
¡Me cabreas! Firmé el contrato. Iba a intentarlo,
pero entonces viniste a mí como un animal. Me
faltaste el respeto. Trataste de ponerme en ridículo.
Me insultaste, y ahora piensas que puedes exigir mi
amor. ¿Crees que puedes obligarme a amarte
porque mi padre está muerto? ¿Porque estás siendo
un imbécil? No me importa un maldito carajo. En
serio que no. Así que jódete, Alfonso Callahan. Yo.
Soy. Todo. Lo. Que. Tengo. Así es como ha sido y
siempre será. Se me quedó viendo fijamente con los
ojos abiertos de par en par mientras me
desabrochaba el cinturón de seguridad y salía al
bosque. Tomando mi maleta de atrás del asiento,
me dirigí al costado de la colina sola. Conocía el
bosque lo suficientemente bien. 196 LIAM La
observé alejarse impactado, justo antes de que el
dolor empezara a hacer efecto. Todo lo que pude
ver era rojo cuando salí de un salto de la camioneta.
No dejé de moverme hasta que estuve justo detrás
de ella. Agarrando su brazo, tiré de ella y la empujé
contra el árbol. ¡Ya hemos establecido que soy
engreído, arrogante, posesivo y chovinista! le
grité a la cara. Y sí, a menudo soy prepotente,
molesto e infantil. ¡Pero es porque estoy harto de
estar solo! Me detuve, parpadeando algunas veces
antes de apartarme de ella. No había querido decir
eso. Joder. En verdad no había planeado decir eso.
Quise agarrar todas las palabras y metérselas de
nuevo por la boca, sin embargo era demasiado
tarde. Lo que estaba dicho no podía deshacerse.
Li… Estoy harto de estar solo, y sé que tú
también lo estás, incluso si no lo admites para ti
misma. Sólo quiero saltarme esta parte suspiré,
mirándola una vez más antes de entrar al bosque.
No tenía ni idea de a dónde iba, pero sólo
necesitaba alejarme de ella. Si no lo hacía, habría
dicho algo más, lo que sería igual de tonto. De algún
modo, mi caminar me condujo a un claro de flores
de lavanda. Se veían tan suaves que me quité la
chamarra y sólo me recosté. ¿Cada día de mi vida
iba a ser una batalla? Suspirando, respiré hondo,
permitiéndome a mí mismo alzar la vista al cielo
ensombrecido. Siendo una rata de ciudad, nunca
había visto tantas estrellas brillar en el cielo. No
estaba seguro de lo que era, pero de pronto, estaba
quedándome frito. Me dirigiría al campamento por
la mañana. Ahora mismo, quería dormir en este
momento de paz. Asegurándome de que mi arma y
mi cuchillo eran fáciles de tomar, me permití
relajarme. 197 ANAHI ¿En algún momento
regresó? pregunté a Monte mientras miraba por
la ventana de la cabaña. El sol estaba empezando a
salir, y no me había movido desde que me di cuenta
de que no había llegado al campamento. Eso tenía
que ser hace al menos nueve horas. No, señora.
¿Está segura de que no quiere que nadie lo busque?
¡Estoy harto de estar solo! Sus palabras hicieron eco
en mi mente, y a través de la noche, no pude hacer
que se callaran. Tenía este extraño presentimiento
de que algo iba a pasar. Mis entrañas me decían que
algo iba a pasar, pero todavía no estaba segura de lo
que era. ¿Señora? me preguntó Monte de
nuevo. No, tuvimos una discusión. Encontrará el
camino. ¿Debería informarles a los hombres?
me preguntó, y me giré hacia él, mirándolo a los
ojos con furia. Los hombres se estaban acomodando
bien. Ya estaban haciendo lo que se suponía que
debían hacer: relajarse, comer y practicar. No
necesitaban el drama de Any y Alfonso ahora
mismo. Señora, regresó señaló Monte, y seguí
su mano al hombre luchando por quitarse las flores
de encima mientras salía de entre los árboles. El
idiota se quedó dormido en el bosque. Pero por
otro lado, era Cascadia. Estaba bien, nunca pasó
nada aquí. Poniendo los ojos en blanco, me alejé
justo cuando un disparo atravesó el aire. Había
escuchado armas dispararse toda la noche y en la
mañana, sin embargo, esto me hizo congelarme.
Cada vello en mi nuca se erizó. 198 LIAM Joder, me
dolía la espalda. Gruñí mientras caminaba hacia el
ruido. Parte de mí estaba tan confundido y cansado,
que realmente deseé haber permanecido dormido.
Si no hubiera sido por el maldito sol, podría haber
dormido ahí todo el día. Al entrar al campamento,
eché un vistazo a las cabañas distribuidas en lo
profundo del bosque. Mi Any seguro sabía cómo
elegir un sitio para vacacionar. Unos cuantos
hombres me sonrieron con suficiencia, y fue
entonces cuando me di cuenta de que estaba
cubierto de flores. Suspirando, me sacudí
rápidamente antes de intentar caminar hacia
delante. La palabra clave siendo intentar. Sucedió
tan rápidamente que ni siquiera tuve tiempo de
parpadear. Mi cuerpo fue lanzado hacia atrás por la
fuerza de la bala que chocó con mi pecho. No pude
gritar. Ni siquiera pude parpadear. Todo lo que sentí
fue dolor. ¡Maldición, Neal! Mi cuerpo comenzó a
temblar cuando el caos hizo erupción a mi
alrededor. Eric estaba a mi lado en un momento
antes de que un grito se extendiera por el aire.
¡Alfonso! Esa era la voz de un ángel. Mi ángel.
Apartó a Eric de mí de un empujón antes de caer de
rodillas a mi lado. Se veía tan hermosa. Estiré la
mano para tocar su rostro, pero cuando lo hice,
todo lo que pude ver fue la sangre en mis manos.
Mi sangre en mis manos. Any agarró el costado de
mi rostro con una mano y apretó con fuerza mis
manos con la otra. Vas a estar bien susurró.
Lo juro. Vas a estar bien. Estaba comenzando a
volverse borrosa cuando el dolor tomó el control. En
la parte de atrás de mi mente, pude sentirlos
desgarrando mi playera. Pero en la parte frontal,
todo lo que podía ver era a ella. Estaba preocupada,
asustada y cariñosa, mientras se aferraba a mí. Le
sonreí y me devolvió la mirada. No estás solo,
Alfonso susurró, y supe que el dolor, el ardor en
mi pecho, valió la pena. Esto valió condenadamente
la pena. Tomé una pequeña cantidad de placer en el
pánico en sus ojos, mientras los míos se cerraban.
La mitad de mí se sintió tan mal por causarle dolor.
La otra sabía que nosotros, como humanos, a veces
aprendemos las mejores lecciones del dolor. Jaque
mate. 199 18 “No hay mayor bendición que la mano
de un familiar que te levanta de una caída; pero no
hay maldición más baja que la mano de un familiar
que te golpea cuando estas caído.” Wes Fessler
Traducido por Sitahiri Corregido por Ivettelaflaca
NEAL Limpié mi rifle por lo que tenía que ser la
decimoquinta cabrona vez mientras esperaba que el
sol saliera. No sería capaz de dormir hasta que todo
terminara. A decir verdad, no había dormido bien
en más de una década. Cada noche desde la
preparatoria, despertaba con el mismo sudor frío, y
cada noche creía que sólo era un sueño hasta que
veía el tatuaje en mi brazo; no era nada especial o
sofisticado, sólo era el número 224, el casillero en el
que encontré a Alfonso. Estaría por siempre tatuado
en mi piel y en mi mente. Cada noche lo veía, al
pequeño nerd con desordenado cabello castaño y
lentes, temblando en un casillero. Estaba
gravemente golpeado; se había orinado encima
debido a la fuerza de sus temblores. Me congelé
momentáneamente por el impacto. Grité pidiendo
ayuda una y otra vez; incluso cuando el entrenador
D ya estaba ahí tratando de ayudarlo, sólo seguí
gritando hasta que perdí la voz. Entró e hizo lo que
yo fracasé. En ese momento, fue como si una
sábana fuera levantada de mi jodido rostro y me
hubiera dado cuenta de que era un idiota. Estaba
celoso de Alfonso. Nuestro padre había vertido su
amor en él desde el momento que nació. El sol y la
luna giraban en torno a Alfonso. ¿Estaba bien?
¿Tomó sus pastillas? ¿Cuán lejos caminó hoy? ¿Viste
lo rápido que leyó ese libro? ¿Sabes que entiende tu
tarea, Neal? Alfonso esto. Alfonso aquello. Siempre
que necesitaba hablar con nuestro padre, estaba
200 en el cuarto de Alfonso. Siempre que
necesitaba ayuda, estaba ocupado con Alfonso.
Siempre el jodido Alfonso. Estaba celoso. Perdió a
su gemela, tenía el hombro roto, sus pies lisiados, y
sus pequeños pulmones agonizantes, todo a horas
de apenas haber nacido, y yo estaba celoso de él. Ya
no tenía sentido, pero en aquel entonces con el
entendimiento de un niño, eso es lo que creí.
Siempre que mi madre lo veía, colapsaba. Sollozaría
y sollozaría y después se encerraría por meses.
Culpé a Alfonso por eso. Lo que lo hizo peor fue que
de verdad me odiaba a mí mismo. Me odiaba por no
proteger a nuestra madre. Era joven, no pude hacer
nada, pero eso no ayudó. Sólo era más fácil echarle
toda la culpa a Alfonso porque comenzó cuando
llegó. Así que cuando abusaban de él, se burlaban o
absolutamente lo avergonzaban, apartaba la vista.
Siempre miré a otro lado hasta que lo vi temblando
en ese casillero, y después ya no pude apartar los
ojos. Declan llegó sacando una cerveza. —Es un plan
tan estúpido. —Es mi única oportunidad, Declan —
indiqué con un suspiro, limpiando el cañón una vez
más. No quería que la bala se atascara. Si ocurría,
entonces lo haría con más fuerza. Lo mataría
definitivamente. —Tiene que haber otro modo. Esto
explotará en ambos. —¡No hay otro modo! Es mi
hermano. Quiero a mi hermano de regreso, Declan.
No tienes ni idea. Ustedes dos siempre han sido
cercanos. Quiero ser capaz de sentarme con él,
beber, bromear y reír como lo hacen ustedes.
Quiero ir a viajes de cacería, a clubs de pelea.
Quiero ser parte de la familia de nuevo. Quiero un
asiento en la maldita mesa, porque si no obtengo
uno pronto, Alfonso me excluirá permanentemente.
¿Sabes lo que le pasa a la gente que Alfonso
excluye? —espeté, lanzando el arma en la mesa
mientras respiraba hondo. —Neal. —O los mata o
los deja morir, familia o no. Lo único que lo detiene
es nuestra madre, y ¿cuánto más crees que durará?
Puede que un día despierte y nos encuentre a mi
esposa y a mí encadenados o en el infierno gracias a
él. No puedo dejar que suceda. 201 —¿Estás
haciéndolo por qué temes que un día se vuelva
contra ti o por qué de verdad quieres su amor? —
exclamó, mientras dejaba su cerveza para limpiar mi
arma—. Ha sido un hermano de mierda también. La
jodiste, pero eras joven. Todos lo éramos. —No ves
lo que yo veo por la noche, Declan —respondí,
quitándole el arma— . No entiendes lo asqueado
que me siento conmigo mismo siempre que me
despierto en la mañana. —Comienzo a hacerlo. —
¿Por qué, porque sientes deseo por Anahi? —
¿Cómo… —Porque hasta el último hombre con un
pene funcional está deseándola. Es difícil no hacerlo
cuando le dispara a la gente usando un vestido
ajustado y tacones, y le encanta hacerlo. Todos
queremos eso de nuestras mujeres, pero Alfonso lo
consiguió. Siempre Alfonso. Sin embargo, tengo
suficiente resentimiento para que me dure una vida.
Lo último que necesito es a Anahi añadida a la
mezcla. —Además, esa mujer me asustaba casi
tanto como lo hacía Olivia. —Le vas a disparar a su
esposo, está añadida a la mezcla. Tenía un punto. —
Sí, bueno, necesito trabajar en Alfonso —levanté la
bala transparente ante el primer rayo de luz. —
¿Qué es eso? —Agarró una. —Las llamo vacías, las
hice para Alfonso. Dolerán como una perra y puede
que causen sangrado, pero no deberían matarlo. Las
elaboré de las de paintball. —No tomaría mucho en
absoluto. —Cuando todo se vaya al infierno, y lo
hará, recuerda decirle a Anahi que no tenía ni idea
acerca de esto. No podía fallar. Haría cualquier cosa
que Alfonso necesitara para que no fallara. Era una
locura pero era quién él era, el noventa y ocho por
ciento de todo lo que hacía era una locura, pero
funcionaba. Me dio su palabra de que por fin dejaría
el 202 pasado quedarse en el pasado. Tal vez
entonces finalmente podría ser capaz de respirar de
nuevo, de dormir de nuevo, de estar en paz de
nuevo. Declan no comprendía. Olivia no
comprendía. Nadie entendía lo que sentía. Cuán
profundo se había arraigado la culpa en mi alma.
Padre me dijo repetidamente que la familia lo era
todo. Que vivíamos y moríamos por la familia, pero
después sucedió lo de Alfonso y juro que Sedric
sabía lo que había hecho. Me miró directamente a
los ojos y esperó a que confesara mi pecado, pero
no pude hablar. Por los últimos doce años, no pude
hablar. ¿Qué sentido tiene ser fuerte por fuera
cuando eres débil por dentro? Es por eso que
necesitaba hacerlo. No sólo por Alfonso sino por
mí… por Olivia. Para que por fin pudiera ser el
hombre que necesitaba. En su lugar, era la mujer
que me abrazaba cada jodida noche mientras
trataba de sacarme de la cabeza la imagen del
muchachito en el casillero. Quería hijos, pero ella no
era el problema. Yo sí. Aparentemente, mi cuerpo
había empezado a traicionarme. Los doctores lo
llamaban “estrés,” estúpidos cabrones. Era el modo
en que mi cuerpo me decía que no estaba listo para
ser padre, no cuando ni siquiera podía mantener
unida mi mierda. Suspirando, dejé caer la cabeza
contra el rifle. —Que mi puntería sea fiel en su
cometido —susurré para mí, antes de colocar el
crucifijo alrededor de mi cuello dentro de mi
playera. Caminando hacia la ventana, esperé.
Aguardaría todo el día si tenía que hacerlo. Pero
como era de esperar, salió de los árboles. —
Perdóname —susurré mientras tiraba del gatillo.
203 19 “Aquel que hace una bestia de sí mismo se
deshace del dolor de ser un hombre.” Samuel
Johnson Traducido SOS por Kenzie Corregido por
Ivettelaflaca CORALINE DÍA 1 —¡Ahh! —grité con
todas mis fuerzas cuando un balde de agua fría
congelada fue vertida sobre mí y mi cama. Saltando
fuera de mi lecho me encontré cara a cara con…
¿Adriana creo? Se veía como si yo fuera una
molesta mocosa. —Estás retrasada —me miró
fijamente, poniendo el balde en el piso. —¡Son las
seis de la mañana! —grité, temblando
horriblemente. ¿Por qué demonios no podía sólo
sacudirme como una persona normal? —El
entrenamiento comienza una hora antes del
amanecer. El sol ya salió, lo que quiere decir que
estás atrasada —caminó hacia mi armario y sacó
dos piezas de ropa al azar que ni siquiera
combinaban, después me las lanzó. —No es así. —
Desnúdate. —¿Qué? —¿Quería que me cambiara en
frente de ella? Puso los ojos en blanco y señaló mi
pijama. —Quítate la ropa y cámbiate, para que
puedas comenzar el entrenamiento que le rogaste a
la Jefa. —Está bien, sólo déjame ir al baño. 204 —
¿Por qué? ¿Tienes partes especiales de mujer que
yo no tenga? —me fulminó con la mirada. —No te
recuerdo siendo así de bocazas con Any. —¿Qué fue
eso? —preguntó, haciéndome saltar. —Nada, esta
ropa no combina —respondí, caminando hacia mi
armario. Adriana me siguió, por supuesto. —
¿Importa qué ropa manches de sangre? —
¿Manchar de sangre? —Hay una razón por la que la
gente dice que trabajan sobre sangre, sudor y
lágrimas. —Puso los ojos en blanco, haciéndome
sentir una idiota, y no estaba haciendo esto para
sentirme aún peor sobre mí misma. —Mira, soy
nueva en todo esto de… —¿Ser fuerte? ¿Ser
confiada? ¿Ser una maldita Callahan? Sí, lo veo. Es
el motivo por el que estoy molesta, porque no eres
tú. O al menos no deberías serlo. ¿No se supone
que las mujeres de color son fuertes? —¡No me
conoces, perra racista! —bramé. Sí, se suponía que
era la “típica” mujer de color, la que no soporta
ninguna mierda y está lista para pelear a cada
momento. Dios no lo permita que haya una mujer
de color que fuera tímida, que odiara la
confrontación, que no encajara con el estereotipo.
Sonrió con suficiencia, subiéndose los lentes por su
pequeña nariz. —No, no te conozco, ¿pero lo haces
tú? ¿Esta mujer sumisa y pequeña frente a mí es la
verdadera Coraline o es la careta que te pones
porque tienes miedo de lidiar con tu mierda? No
estaba segura de cómo responder a eso. —Piensa
en por qué pediste hacer esto. Pudiste haber
elegido cualquier otro modo de reinventarte, de
mejorarte. Podrías haber regresado a la escuela,
perdido tres kilos, escribir un libro de autoayuda.
Pero en lugar de eso quisiste aprender cómo pelear.
La gente que elige esa opción, ha nacido de manera
distinta al resto del mundo —se paró justo frente a
mi rostro, y sentí la necesidad de retroceder. —Hay
un instinto, un hambre dentro de ti, Coraline. Estás
tratando de salir de tu caparazón pero tienes miedo
de hacerlo. Tienes miedo porque todo lo que sabes
hacer es esconderte detrás de niños enfermos y
cheques de grandes cantidades. Te escondes detrás
de todo, inclusive tu ropa. Es por eso que no puedes
205 quitártela frente a otros. Déjame adivinar,
¿Declan y tú tienen sexo en la oscuridad? Te
escondes y esperas bajo las sábanas… —¡Cierra la
maldita boca! —espeté, mi puño volando hacia ella,
sin embargo, lo atrapó fácilmente y sonrió. —Ahí
está saliendo la verdadera Coraline. Tal vez no eres
inútil. Lo intentaremos de nuevo mañana, y será
mejor que no llegues tarde —me fulminó con la
mirada antes de alejarse. Cuando se fue, me sentí
caer y sólo me quedé ahí tendida en mi armario.
¿Quién era la verdadera Coraline Wilson Callahan?
No estaba segura. Toda mi vida era insegura, a
excepción de Declan. Era el lado positivo de mi
existencia. Ninguno de mis padres realmente quería
tener algo que ver conmigo, considerando que no
eran realmente mis padres. Fueron mis muy
amargados tíos. Después de que mis verdaderos
padres murieron, me recibieron, esperando poder
conseguir el dinero de mi herencia. No se
preocupaban por mí y se enojaron, cuando
descubrieron que sólo yo podía retirar algo y no
hasta mi decimosexto cumpleaños. Nunca me
dijeron una palabra amable siendo niña; después,
en mi decimosexto aniversario, me llevaban de
compras, o más bien yo los llevaba a ellos. Pero
estaban felices y me trataron mejor, así que seguí
comprando. Ahora, aquí estaba a los veintidós,
todavía tratando de comprar afecto. Pero no
funcionaba tan bien cuando todos a tu alrededor
tenían la misma cantidad de dinero, o más. No sabía
quién era la verdadera yo. Pero sabía que quería
matar a esta Coraline. No toda ella, pero sí a la
mayoría. Quería ser como era cuando conocí a
Declan por primera vez, libre, viva, feliz. No estaba
segura de cuándo perdí eso. Creo que fue justo
unos cuantos meses después de que nos casamos.
Vi su lado más oscuro, y me puse nerviosa, me volví
temerosa y construí una pared distanciándome de
él. Entre más sangre veía, entre más herido
regresaba, más me alejaba, una estupidez porque
confesó quién era y lo que era en nuestra tercera
cita. Me dijo que me amaba lo suficiente para
dejarme marchar. Indicó que si salíamos en una cita
más no sería capaz de soportar si lo dejaba. No
quise dejarlo, así que me quedé, y después lo pateé
en el estómago por ello. Acepté esta vida, y no
quería que me gobernara. Quería caminar en la
misma agua que Any y Evelyn hicieron. Evelyn
caminaría a través del fuego por Sedric, mataría por
él, y yo quería ser de ese modo. Quería ser una
verdadera mujer Callahan. 206 DÍA 2 Entré
directamente en el cuarto de Adriana para
encontrarla colocando cuchillos en su cama.
Entonces alzó la mirada y me sonrió. —Cuatro y
media de la mañana. Estoy impresionada. ¿Lista
para sangre, sudor y lágrimas? —preguntó. —Sí. 207
20 “Tal vez es por esto porque tantos asesinos
seriales trabajan en pareja. Es agradable no sentirse
solo en un mundo lleno de víctimas o enemigos. Tan
sólo parece natural. Tú y yo contra el mundo…” ~
Chuck Palahniuk Traducido por Kenzie Corregido por
Juliee ANAHI No podía dejar de temblar, yo, la
condenada Anahi Giovanni, ahora maldita Callahan,
la chica que no parpadeó cuando vendió su primera
onza de coca a los dieciséis años en un callejón. Era
la chica que asesinó al miembro de un cartel a los
diecisiete porque nos robó una libra de marihuana.
Sin embargo, aquí estaba, y no podía dejar de
temblar. No temblaba. No me inclinaba. ¡No me
encogía al ver sangre, drogas, o ante el sonido de
una jodida bala! Con todo, aquí estaba, mirando
como uno de los doctores de Cascadia atendía a
Alfonso, ¡y estaba temblando! ¿Qué demonios
estaba mal conmigo? Estaba haciendo lo posible por
no gritarle al tonto de Alfonso, que no se había
movido en nueve horas. Si no fuera por su pecho
subiendo y bajando, habría pensado que estaba…
¡Este estúpido doctor tenía cinco segundos para
darme noticias o iba a levantar el brazo y sacar su
lengua por su trasero! Sra. Callahan… Está
desperdiciando palabras siseé. ¿Cómo está?
Está bien. Afortunadamente, la bala no fue letal.
De hecho, no estoy 208 exactamente seguro de qué
fue. Tiene dos costillas magulladas, pero sanarán. Se
le está administrando medicina para el dolor, pero
aparte de eso está bien y debería volver a moverse
en un par de días respondió, retrocediendo
cuando me moví al borde de la cama. Alfonso
parecía tan… tranquilo. No había una arruga o
ninguna inquietud en su rostro. Sentí la necesidad
de pasar mis manos por su cabello. Parte de mí
quería yacer con él. Una gran parte de mí quería
yacer con él. Era como si mi mente supiera que ese
era el único modo en que el temblor se detendría.
Sin embargo, no pude. En su lugar, me di la vuelta y
salí por la puerta. Saber que estaba bien, saber que
estaría bien, quería decir que podía hacer lo que me
había estado muriendo de ganas por hacer desde el
momento en que vino Fedel. Salí al exterior,
permitiéndole a mis ojos vagar por el patio de
hombres que estaban esperando por las mismas
noticias que había estado yo esperando. Mi mirada
se detuvo en la del tonto, y era como si el león
estuviera fuera de la jaula. ¡Neal! rugí,
haciendo que cada hombre en sus cinco jodidos
sentidos se moviera como el jodido Mar Rojo
cuando caminé hacia él. No se movió, ni siquiera
parecía sorprendido, pero en un momento, iba a
verse como si estuviera en un infierno de un
montón de dolor. Pero no pude llegar a él, Declan
me bloqueó el paso y tomó mi brazo. ¿Quién se
creía que era este cabrón? Anahi… Antes de que
pudiera terminar, le di un golpe justo en la garganta,
pateé la parte de atrás de sus piernas para que
colapsaran, y lo tuve de rodillas. Agarrando su
cabello, tiré hacia atrás y puse mi cuchillo en su
cuello. Te mataré Declan Callahan, si alguna vez
te interpones en mi camino de nuevo presioné la
hoja incluso más fuerte contra su manzana de Adán.
No estás pensando con claridad… No parecía
entender que no estaba jugando. Retirando el
cuchillo de su cuello, apuñalé su hombro. Sus ojos
se abrieron como platos cuando retrocedí,
permitiéndole caer sobre su trasero antes de soltar
un rugido de dolor. 209 ¿Has perdido la jodida
cabeza? me gritó Neal, apresurándose hacia
Declan. Sin embargo, me paré frente a él. Sí,
porque si estuviera condenadamente cuerda ahora
mismo, si fuera Anahi Giovanni en lugar de
Callahan, ¡lo habría matado por interponerse en mi
camino! Pero no puedo matar al primo de Alfonso y
su hermano el mismo día grité, y me echó un
vistazo, inseguro de qué hacer o incluso qué decir.
Lo ayudaría a encontrar su lengua. ¿Tú le
disparaste a Alfonso? Sabía la respuesta, pero
quería oírlo decirla. Anahi… ¿Le disparaste a mi
esposo, Neal? Sí. Sentí un momento de paz antes
de encontrarme a mí misma lanzándome a su
cuello. Lo vio venir y agarró mis brazos y me levantó
como si fuera una jodida recién nacida. ¡Anahi,
fue un accidente! gritó, pero mira las piernas
largas que tengo… sólo para estrangularlo con ellas.
Las envolví alrededor de su cuello como una pitón, y
apreté hasta que tuvo que soltar mis brazos para
agarrar mis piernas. Cuando lo hizo, di una voltereta
para apartarme y le di un rodillazo en la
entrepierna. Se agachó y el cabrón estúpido, alto y
parecido a un oso, jadeó de dolor. ¡Tú, Neal
Callahan, eres el accidente! Mi puño se estrelló
contra su cara. Su cabeza dio un tirón, y sentí el
dolor en mi mano, pero no me detuve. Tú, Neal
Callahan, eres escoria. No mereces mi respeto.
Otro puñetazo en la maldita nariz. No mereces
tu apellido. Ante eso, agarró mi puño, deteniéndolo
antes de escupir la sangre de su boca y ponerse de
pie. Me lanzó una mirada asesina directo a los ojos,
y los suyos estaban ardiendo. Cuidado con lo que
dices, hermana, o puede que salgas lastimada. 210
Hizo lo posible por estar por encima de mí como si
estuviera tratando de decir algo con su tamaño.
¿Qué? ¿Por qué masticas esteroides como
desayuno debería tenerte miedo? giré sobre él
tan rápidamente que no tuvo tiempo para
comprender lo que estaba haciendo hasta que fue
demasiado tarde. Era una de las pocas cosas que
había aprendido de mis fallidos intentos en las
clases de baile cuando era niña. Deja que tu
compañero guíe. Era eso probablemente por lo que
fallé en ello. Yo dirigía. Sin embargo, funcionó con
Neal, que era demasiado grande para evitar que
girara y tomara su arma antes de girar de nuevo.
Con mi dedo izquierdo, tiré del maldito gatillo.
Tristemente, no era un arma sino un Taser. Sin
embargo, funcionó, y ocho mil voltios lo hicieron
caer directamente sobre su trasero, sacudiéndose
como un pez fuera del agua. ¿Un Taser? ¿En
serio? ¿Qué eres, un policía de centro comercial?
Suspiré, bajando la vista hacia él. Pero el gran lobo
feroz no pudo hablar. Arrodillándome sobre una
rodilla, me incliné para que pudiera ver mis ojos.
Si alguna vez le haces daño a Alfonso de nuevo, te
cortaré a la mitad y te meteré dentro de un
casillero. Poniéndome de pie de nuevo, me di la
vuelta para mirar al resto de los hombres. Los míos
estaban sonriendo todos, mientras que el resto
parecían orgullosos. Supongo que a ellos tampoco
les gustó que le dispararan a su jefe. Está bien,
sólo necesita descansar. Sigan fingiendo que no
están tratando de matarse los unos a los otros. Los
veré después les dije, y mis ojos se encontraron
con los de Declan. Estaba siendo sostenido por el
mismísimo Eric, que estaba comenzando a
desagradarme. Declan se veía pálido y en necesidad
de un trago. Estaría bien. Si no, bueno entonces que
se joda. Mandaré a traer al doctor dije en tono
burlón, después caminé pasando a su lado y entré
en la cabaña. El doctor me miró, inseguro de que
hacer o a dónde ir. Fedel le dará su pago después
de que vea a Neal y Declan le dije, quitándome
las botas. Mi mano estaba dolorida, pero lidiaría con
ello después. 211 Debió haberse dado cuenta
porque dio un paso adelante, pero lo fulminé con la
mirada. Sólo había un doctor en el que confiaba, y
no era él. Recibiendo el mensaje, se fue
rápidamente, dejándome sola con el bello, idiota
durmiente, que era mi esposo. Una vez más, me
encontré mirándolo fijamente. Se veía hermoso, y
cedí a mi necesidad, dejando que mi mano buena
pasara por su cabello. Cuando dejó escapar un
pequeño gemido, me detuve. Inclusive en sueños
era un cachondo. Definitivamente estaba bien.
Sonriendo como una idiota, me desnudé mientras
caminaba hacia el baño, tomando yo misma una
botella de brandy mientras lo hacía. Abriendo el
agua de la ducha, esperé hasta que el agua
estuviera caliente, que llevaría un momento. Era
uno de los inconvenientes del campamento.
Bebiendo de la botella, me permití a mí misma un
segundo para mirarme fijamente en el espejo. La
mayoría de la gente odiaba verse a sí mismos.
Siempre encontraban un defecto en la persona que
veían. Sin embargo, yo nunca tuve ese problema.
Sabía que era atractiva, y sabía que era inteligente.
Aunque no estaba poniendo la suficiente atención,
no hasta que Alfonso empujó un espejo metafórico
tan cerca de mi rostro que mi nariz estaba tocando
el cristal. Fue sólo entonces que verdaderamente vi
que, en muchos aspectos, tenía razón. Estaba sola, y
me sentía sola. Siempre había aceptado eso, y me
aseguré de nunca pensar en ello. No fue hasta que
estuvimos en el bosque que de verdad lo
comprendí. Perder a Orlando dolió por debajo de
todo, a pesar de que lo vi venir. Alfonso sin
embargo… esa bala, no la vi venir, y en un
momento, podría haberse ido. Nadie con quién
pelear, reír o gobernar. Me fruncí el ceño a mí
misma, tomando otro trago del brandy antes de
ponerlo en la encimera. También quería decir nadie
con quién dormir al lado y nadie con quién hablar.
Podría hablar con otros. Sin embargo, sólo podía
hablar con Alfonso, ¿por qué? de algún modo… no
lo sabía. Sólo podía hablar con él, y en un segundo,
el jodido estúpido de Neal casi se lo llevó. ¿Dónde
está el brandy? Salté ante el sonido de su voz. El
espejo estaba tan empañado que no me había dado
cuenta cuando entró. Girándome hacia él, mis ojos
fueron directo al vendaje que estaba envuelto sobre
su hombro y alrededor de su cintura. Cuando alcé la
vista, me estaba viendo 212 como si yo fuera agua y
él fuera un hombre en el desierto. No me había
dado cuenta hasta entonces de que estaba parada
completamente desnuda mientras él estaba parado
con los pantalones del pijama. Li… Sus labios
estuvieron en los míos, antes de que pudiera
conseguir decir las palabras. Mi mano fue a su
cabello, besándolo igual de fuerte. Sabía a miel, y
no quería soltarlo. Pero tuve que hacerlo.
Apartándome, respiré hondo, preparándome para
hablar cuando sus labios fueron a mi cuello.
Alfonso, necesitamos… Apretó mi pezón, y sentí
un gemido brotar de mi garganta. Cuando su lengua
comenzó a dibujar un trazo bajando por mi cuello
hacia mis pechos, comencé a tirar de su cabello.
¡Jesús! ¡Joder, Alfonso! ¡Detente! —grité, y se
congeló, lentamente apartándose de mí para
mirarme. En sus ojos vi confusión, frustración… y
dolor. Soltándome por completo, dio un paso atrás,
sacudiendo su cabeza. Lo siento. Sólo vine a
buscar el brandy. Frunció el ceño, estirándose
alrededor de mí, pero lo tomé primero. No
deberías mezclar alcohol con analgésicos dije
rápidamente. Me fulminó con la mirada antes de
ver mis manos. No estaba segura de por qué sólo
entonces me di cuenta de la sangre seca que
todavía estaba en ellas… la sangre de Neal, tal vez
un poco de la de Declan también. No preguntes,
Alfonso. ¿Qué carajos te pasó en la mano?
Maldición, escúchame por una vez. Neal fue el
que te disparó respondí, esperando ver cómo
reaccionaría, pero no parecía sorprendido. 213
Eso no explica tu mano. Dije que el idiota de tu
hermano te disparó, ¿y todo lo que te importa es mi
mano? Debería estar ahí afuera pateando el
trasero de su hermano. Sí, porque eres mi esposa
suspiró. Lidiaré con Neal cuando no esté
tomando medicina. Apartándome de él, me quité
mi anillo para lavarme las manos. Me encargué
de ello. ¿Mataste a Neal? susurró, parándose
justo detrás de mí. La calidez irradió de él como
olas. Me sentí a mí misma recargándome en él,
cerrando los ojos, y relajándome mientras apoyaba
la cabeza en su pecho. Eso, hasta que recordé que
tenía una herida de bala y me paré derecha. No,
no lo hice. Debería haberlo hecho. Le disparé
con un Taser después de molerle la cara a golpes y
apuñalar a Declan. Me preparé para su rollo, pero
cuando me volteé hacia él, estaba sonriendo. Debió
haberle puesto unas medicinas realmente buenas.
Déjame ver si lo entendí. Apuñalaste a Declan. ¿Y
atacaste y le disparaste a Neal con un Taser
mientras estaba desmayado? preguntó, y asentí.
Iba a descubrirlo de todos modos. Demuestras
afecto en los modos más extraños dijo, besando
mi frente y tomando el brandy. Pero otra vez, se lo
quité, poniéndolo en la encimera de nuevo. No
con pastillas. ¡Tienes que estar bromeando!
Dame la botella, Anahi se quejó, estirándose para
tomarla. Pero le di un golpecito en la herida,
haciendo que siseara y se encogiera del dolor,
retrocediendo. No, quiere decir no, Alfonso.
Esto es lo peor que me has hecho. Frunció el
ceño como un niño de seis 214 años. Te disparé,
apuñalé a tu primo, le disparé con un Taser a tu
hermano y casi le partí el cráneo a tu ex novia…
¿Mi ex novia? Mierda. No quise decir eso. —
Me mordí el labio—. Natasha y yo nos conocimos en
el baño de la iglesia. Dijo algunas cosas, y le pasé la
cabeza por el cristal. Así que, no, retener el brandy
no es lo peor que te he hecho. Una vez más, sus
labios encontraron los míos, pero sólo por un
segundo antes de se apartara. A mis ojos lo es
susurró. Tengo dos placeres en este mundo.
Uno eres tú, Anahi Callahan, y el segundo es el
brandy. Retenerlos a ambos es simplemente cruel y
casi inhumano. Y justo así, algo hizo clic en mi
mente. Aquí estaba yo, parada desnuda enfrente de
él, no sólo en cuerpo, sino también con mis
“pecados,” y no le importó. Vio las partes más
profundas y sucias de mi alma y mente, pero no le
importó. De hecho, quería quedarse en la oscuridad
conmigo. Sólo él, yo y el maldito brandy. Ambos
están a resguardo sólo temporalmente. Puedes
tenerlos una vez que te sientas mejor susurré,
besando sus labios suavemente antes de apartarme.
Sus ojos se abrieron de par en par cuando mis
palabras se asentaron. Agarrando mi cintura, me
acercó de un tirón. Llevó sus labios a mi oído, su
erección contra mi estómago. No me sentiré
mejor si no te tengo ahora respondió, mordiendo
mi cuello y haciéndome desearlo aún más. Gemí,
frotándome contra él. Alfonso, estás herido.
Apartándome del lavabo, me empujó contra la
puerta del baño. Any, pienso follarte hasta que no
puedas más. Tiró del cordón de sus pantalones.
Su pene estaba apuntando directamente hacia mí, y
yo cerré las piernas tratando de pensar
claramente. Quieres que te folle contra esta
puerta susurró 215 mirándome directo a los ojos.
Me mantuvo prisionera con casi ningún esfuerzo en
absoluto. Piensa, Anahi. Quiero escucharte gritar
mi nombre. Se frotó contra mí mientras
hablaba. Me quieres dentro de ti. Puedo sentirlo
añadió, lamiendo mi cuello mientras usaba su
brazo bueno para agarrar mi trasero. Vas a estar
tan adolorido en la mañana dije sin aire mientras
me chupaba. La calidez del vapor junto con su
cuerpo me hizo sentir como si estuviera ardiendo.
No podía siquiera pensar. Todo lo que pude hacer
fue sentirlo, y se sentía maravilloso. Si hago mi
trabajo, tú también lo estarás sonrió con
suficiencia. Así que deja de pelear esta vez y
déjame tenerte, esposa. No pude hablar porque no
esperó por una respuesta. En su lugar, se zambulló
tan profundamente dentro de mí que mi cabeza se
echó hacia atrás. Gimiendo, agarré su cuello,
envolviendo mis piernas alrededor de su cintura
mientras me sostenía contra la puerta, yendo más y
más profundo con cada empujón. Tomaré eso
como un sí gimió, saliéndose una vez más sólo
para entrar de golpe de nuevo dentro de mí. He
querido follarte contra la puerta por un largo
tiempo me sonrío mientras embestía dentro de
mí una y otra vez. No pude siquiera formar una
oración. No pude hablar. Apenas pude ver porque
mis ojos se pusieron en blanco. Quería que fuese
duro añadió, quitando mis manos de su cuello y
sosteniéndolas sobre mi cabeza. Quería que fuese
rudo dijo, y fue como si dejara salir al animal de la
jaula mientras empujaba dentro de mi cuerpo
repetidamente, sin darme tiempo a pensar o incluso
moverme. Todo lo que pude hacer fue aceptar y
gemir como una zorra… su zorra. Soltó mis manos
para agarrar mi cintura, y solté un grito de puro
placer cuando me corrí contra la fuerza de su polla.
No amainó, follándome más y más duro hasta que
empujó tan profundamente que mi voz se quebró
cuando se corrió. Cuando me soltó, sentí a mis
piernas liberarlo. Pero estaba demasiado débil para
pararme y me deslicé al piso. Inhalé el cálido aire
ávidamente pero cuando alcé la vista, todo lo que vi
fue su erección. 216 ¿Cómo es eso humanamente
posible?, pensé mientras lo miraba fijamente,
sorprendida. Tenía aguante como nunca había visto.
Mirándome, se acarició a sí mismo, lo que en
cambio sólo me hizo desearlo de nuevo. 217 LIAM
Sentándome, tomé el frasco de analgésicos,
tomando dos con un vaso de agua y no brandy
como debería haberlo hecho. Any podía salirse con
la suya por ahora. Bajando la vista a la bella
durmiente a mi lado, esperé a que la culpa
empezara a hacer efecto. Sin embargo, no estaba
por ningún lado. La había engañado, y no me
arrepentía porque ahora tenía lo que quería. La
tenía. Lo sentí, el cambio, mientras hacíamos lo que
queríamos el uno con el otro. Fuimos del baño, a la
ducha, a la cama, en donde me ayudó a ponerme el
vendaje en la herida antes de follar de nuevo. Mi
hombro, como había dicho, dolía como una perra,
pero valió la pena porque la tenía. Hice lo que
necesitaba hacer para conseguir a mi esposa, y no
había retractación. Ahora lo sabía. Sabía que era
suyo y era mía, y ahora podíamos seguir adelante.
Se sintió como la guerra más larga pero ahora había
terminado, y ambos salimos victoriosos. Un día,
cuando estuviéramos a punto de morir de viejos, le
diría. Pero por ahora, lo guardaría bajo llave y nunca
hablaría de ello de nuevo. Todo lo que tenía que
hacer era asegurarme de que mi hermano y primo
mantuvieran la boca cerrada. Si no lo hacían, los
mataría… y lo decía en serio. Haciendo lo posible
por ignorar el dolor, me levanté de la cama,
tomando un par de jeans y una chamarra. Había
pensado que fui silencioso, sin embargo, Any se
sentó, frotándose los ojos mientras trataba de
enfocarse en mí. Joder, era hermosa. ¿A dónde
vas? bostezó, y fue tierno. Voy a hablar un
poco con mi hermano sonreí. Yendo a su lado,
besé su mejilla, y lo aceptó sin una mirada asesina o
encogerse. El dolor valió la pena. Regresa a la
cama. Podemos matarlo cuando amanezca
sonrió, tirando de mi chamarra, y estuve tentado,
pero necesitaba asegurarme de que esto no me
estallara en la cara. No quería perderla. Regresaré
pronto besé sus labios. No podía dejar de
besarla. No voy a matarlo. Mi madre lo quiere
mucho. Sin embargo, expresaré cómo me siento de
otras maneras. Me puso los ojos en blanco antes de
caer en la cama. 218 Bien, pero si cambias de
opinión, Cascadia es el mejor lugar para esconder
un cuerpo. Mucho bosque, y muy pocos testigos.
Dios, la amaba. Tendré eso en mente me reí,
saliendo por la puerta. En el momento en que lo
hice, fui golpeado por aire fresco. Tenía que darle la
razón; la ubicación del campamento estaba
hermosamente escondida en medio del bosque. Era
lo suficientemente grande para dar cabida a todos
nuestros hombres, con diez u once casas y un
comedor en el extremo más alejado. Viéndome, Eric
cojeó hacia mí. El pobre jodido. Neal y Declan
están en el comedor declaró. Asintiendo, caminé
más lento para que pudiera caminar a mi lado.
¿Cómo está tu pierna? pregunté, haciendo lo
posible por no sonreír con suficiencia. Anahi y su
obra. El doctor dijo que estaría así por otros
cuatro o cinco meses. Creo que su esposa me odia,
señor. No pude evitarlo. Me reí a pesar del dolor en
mi pecho. No lo tomes personal. Odia a todos por
igual. Al menos no te apuñaló. Los hombres
estuvieron pensando en empezar un club de heridos
por SM dijo, y me detuve. ¿SM? ¿Cómo
carajos estuvieron llamando a mi esposa?
Sangrienta Anahi respondió rápidamente. Le
quedaba. Aunque el momento en que ella lo
descubriera, todos iban a probar que ese nombre
estaba en lo cierto. Sacudiendo mi cabeza hacia él,
seguí hacia delante. ¿Ninguno de ustedes me
llama de algún modo, cierto? Si lo hacían, los
mataría yo mismo. Eric se tensó, y ni siquiera me
molesté en presionar. Cuando entré en el comedor,
todos se callaron inmediatamente. Mis ojos se
entrecerraron en Declan, 219 que estaba encorvado
sobre un tazón de comida y se veía algo pálido. A su
lado estaba Neal, que parecía estar en mucho mejor
condición, incluso con una nariz rota, un ojo
morado, un labio partido y lo que parecía ser un
moretón causado por un agarre en su cuello. Viviría.
¿No aman a mi esposa? les pregunté en voz
alta, haciendo que los hombres o se rieran o
sonrieran como tontos. Antonio se paró con una
taza llena con lo que debía ser alcohol. ¡Lunga
vita alla Regina! 35 ¡Fada beo an Banríon! 36
gritaron mis hombres en irlandés como
respuesta. Larga vida a la reina, ciertamente. Habían
estado aquí, ¿qué, dos días? Tal vez tres, si yo había
dormido tanto como creía, sin embargo aquí
estaban, bebiendo y riendo el uno con el otro.
Sonriendo junto con ellos, asentí hacia Neal y
Declan quiénes me estaban fulminando con la
mirada. Levantándose, me siguieron cuando caminé
del comedor a la sombra de los árboles. Declan se
movía más lento de lo normal, al igual que Neal.
Así que, ¿cómo están? les pregunté, tratando
de no reírme. Declan dio un paso al frente, la nariz
ensanchada y los ojos bien abiertos. Estaba
cabreado. ¡Tú jodido imbécil de poca monta
estúpido! Estás jodido de la cabeza. ¡Tu esposa me
apuñaló! ¡Ella me apuñaló, Alfonso! ¿Alguna vez has
sido apuñalado? Esta perra señaló a Neal, fue
el que te disparó, ¡y sólo consiguió que le dispararan
con un Taser! Todo lo que hice fue tratar de
calmarla. ¿Qué clase de mierda es esa? Me reí a
carcajadas. No pude evitarlo. A pesar de que dolía
como un hijo de puta, todo lo que pude hacer fue
reírme. Era tan condenadamente gracioso. Nunca
me había reído así antes de que Any llegara. ¿Por
qué lo intentaste en primer lugar? Me disparó en el
muslo cuando 35 ¡Larga vida a la reina! 36 ¡Vida la
reina! 220 estaba calmada. Me sorprende que no
hiciera más. Declan sacudió la cabeza, y pude ver la
ira formándose en sus ojos. ¡Los odio a todos!
Con eso, se alejó. Lentamente, el muy bebé. Neal
estaba parado, quieto, sin decir nada y esperando a
que yo cumpliera mi parte del trato. Parte de mí
había esperado que fallara para que pudiera odiarlo,
pero era tiempo de seguir adelante. Hizo lo que le
pedí. Suspirando, extendí la mano hacia él. Habrá
momentos en los que todavía voy a ser un imbécil
contigo dije cuando tomó mi mano. Sin
embargo, prometo seguir adelante, hermano. Ya no
me aferraré al pasado en contra tuya. No te odiaré
por ello. Todavía me desagrada tu esposa, pero no
te odio. ¿Puedes sólo hacer eso? ¿Dejar el odio?
Automáticamente no. Sin embargo, tú eres el
motivo por el que mi esposa y yo tuvimos sexo
alucinante anoche y seguiremos teniéndolo. Eso es
suficiente para hacerme al menos querer ir a tomar
una cerveza contigo. Después de ahora, no
volveremos a hablar de este momento otra vez, y
díselo a Declan. Le había dicho la verdad, y se
veía… más ligero, como si alguien le hubiera quitado
el mundo de los hombros por una vez. Gracias,
Alfonso. Bueno, las primeras cervezas son a
cuenta tuya. ¡Esa mierda dolió! Hice un gesto de
dolor y me agarré el pecho antes de irme. De
regreso a nuestra cabaña, me descubrí a mí mismo
sintiéndome más ligero también. Las cosas en mi
vida personal por fin estaban teniendo sentido.
Todo lo que tenía que hacer era matar a Vance,
Saige, Amory, la policía, y después tomar el resto del
país, además de Europa. Lo que era posible gracias a
mi esposa. Gracias a mi Any. Como si pudiera leer
mi mente, en el momento en que entré, encontré a
mi hermosa esposa vestida con mi camisa, sentada
en nuestra cama con archivos y una laptop
alrededor de ella. 221 La vida de una pareja de la
mafia sonreí con suficiencia, quitándome mi
chamarra lentamente mientras trataba de no hacer
un gesto por el dolor. Es sangrienta pero
necesaria dijo, pasándome un archivo mientras
me reclinaba. Ahora te llaman Sangrienta Anahi
le sonreí con suficiencia, hojeando lo que
parecían ser más cartas codificadas de Saige. Se
detuvo y frunció el ceño. Eso no infunde
suficiente miedo en los corazones de hombres y
mujeres de todas partes. Oh, sí lo hace. Te temen
y te respetan. Tal vez más que a mí hice un
puchero, y sonrió, agachándose para besar mis
labios. Podrías volar la casa del comisionado de
policía por tratar de irrumpir en nuestra fábrica del
centro. Sonrió, haciendo que me levantara
rápidamente. Tal vez un poco demasiado rápido,
pero ignoré el dolor. ¿Qué carajos? grité,
buscando el archivo del que estaba hablando, pero
simplemente me pasó la laptop. ¿Ese es nuestro
laboratorio de metanfetamina en Orland Park,
cierto? preguntó, a pesar de que ambos sabíamos
que lo era. ¿Cómo carajos entró ahí? espeté,
mirando cómo el idiota y sus hombres entraron en
la fábrica. Hasta ahí llegaban los derechos
personales. Any tomó las cartas codificadas de
Saige. Aparentemente, Vance las está dejando
filtrarse como una manera de mantenernos
distraídos. Tomando las cartas, las hojeé
rápidamente. Esto podría ser una trampa. Saige
podría estar escribiendo estas como balas para que
nosotros las recojamos y nos disparemos a nosotros
mismos. Todavía no conocía lo suficientemente
bien a Saige. Pero a partir de lo que sabía, era una
222 serpiente en el pasto y alguien necesitaba
cortarle la cabeza antes de que se alimentara y
creciera. Pensé lo mismo e hice que Fedel
contactara a Ryan después de que nos bajáramos
del jet. Aparentemente, Saige olvida cosas
constantemente y necesita escribir todo. Amory
tiene codificada su computadora cada semana para
que nadie pueda infiltrarse. Ryan es una gran ayuda
con eso. Pero no estoy descartando nada todavía.
Ahora mismo tenemos todavía a una rata policíaca
afuera de nuestra puerta respondió mirando la
pantalla de la computadora. Declan puso una
bomba bajo su casa dije, recordándomelo a mí
mismo. Any cambió el canal a la pequeña y modesta
casa familiar en los suburbios de Chicago. Debió
haberla conservado incluso después de que perdió a
su familia. Era algo triste. Me pasó un celular, y
sonreí. Presionando enviar y mirando la casa estallar
en llamas, era como mirar los fuegos artificiales en
Año Nuevo. Ahora ya no era tan triste. Cambiando
de nuevo a la fábrica, marqué el número del lugar y
presioné enviar una vez más porque sí, y Any se giró
hacia mí con los ojos abiertos de par en par. ¿Qué
carajos acabas de hacer? jadeó, mirando
fijamente la pantalla. Demasiadas personas
sabían del lugar. Estábamos teniendo adictos a la
metanfetamina apareciendo en la puerta. Hice que
movieran todo de ahí hace un mes. El
comisionado no habría encontrado nada de todos
modos. Any sonrió, pero en un parpadeo ya no lo
estaba cuando vimos al estúpido compinche del
comisionado ayudándole a salir a su jefe. Algunas
ratas sólo no saben cuándo morir. Besando su
cuello, la acerqué a mí. A su tiempo, amor. A su
tiempo. Los haremos sufrir a todos. ¿Y después
los matamos? Sonreí. 223 Entonces los
mataremos. Uno a uno, hasta que todo lo que
quede sean manchas de sangre. Mientras se
relajaba contra mí, miramos quemarse vivos a los
oficiales de policía que no fueron tan afortunados.
Conté a seis corriendo por ahí como gallinas sin
cabeza. Sin embargo, no estaba seguro de si todavía
quedaban algunos dentro del edificio en llamas.
Va a tratar de echarnos la culpa de esto. Any
sonrió con suficiencia, bebiéndose mi brandy.
Espero que lo haga. Ahora tengo un motivo para
ir a molestar al Juez Randal. ¿Qué sentido tiene
tener a un juez en la nómina si nunca llegas a
usarlo? Y al Senador Colemen añadió ella y me
miró. Sabes, nunca he matado a nadie en pijamas
antes. Tampoco yo. Siempre recordaremos
nuestra primera vez respondí, tomando sus labios
con los míos. Así era como debería haber sido desde
el comienzo. Ella y yo, juntos, prendiendo fuego al
mundo. 224 21 No es fácil encontrar la felicidad en
nosotros mismos, y es imposible encontrarla en
ningún otro lugar. —Agnes Repplier Traducido por
Debby Corregido por KAri_VAl CORALINE DÍA 3 —
¡No puedo hacerlo! —Me derrumbé, antes de
vomitar dentro del recipiente una vez más. —Cora,
lo estás haciendo bien, no voy a ser quien le diga a
la Jefa que te has dado por vencida después de sólo
tres días —dijo Adriana, sujetando mi cabello.
Apartándola, retrocedí contra la tina. —Mi piel está
muy golpeada, cambió de color. Apenas puedo
mantenerme de pie. No puedo hacer esto. No
puedo. Siento tanto dolor todo el tiempo, Adriana.
Por favor, deja que me rinda. Adriana suspiró,
arrodillándose frente a mí. Tomó mis manos y me
arrastró hacia mis pies. —Eres más fuerte de lo que
crees, Cora. En tres días, has llegado muy lejos. Sí,
sé que estás sufriendo. Pero no eres la misma Cora.
Así que supéralo, vístete, y ve a cenar, así podremos
trabajar esta noche —exigió, dándome un atuendo
para usar. Agarrando la ropa, la fulminé con la
mirada. —Te odio. —No, no es cierto. —Sonrió,
antes de salir. 225 Dolió como una perra meterse en
estas ropas. Mis brazos se sentían como si
estuvieran quemados. Si no hubiera vomitado todo
en mi estómago, entonces sólo habría ido a la cama,
pero estaba tan malditamente hambrienta. Lavando
mi boca, me enjuagué antes de dirigirme
lentamente hacia las escaleras. —¿Coraline? —Salté
ante su voz. No Olivia. —¿Si, Olivia? —Me volteé
hacia ella cuando llegamos al comedor. Me miró de
arriba hacia abajo, pero no dijo nada. Entrando en el
comedor, tanto Evelyn y Sedric dejaron de hablar y
sólo se quedaron mirándome fijamente. ¿Cómo
pudo Any manejar todas las miradas? Siempre que
las personas la miraban fijamente, simplemente
caminaba orgullosa. Respirando profundamente,
caminé lentamente hacia mi asiento. Colocando la
servilleta en mi regazo, tomé algo de comida y
pretendí que no estaban allí. —Está bien, Coraline,
suficiente. ¿Qué te está pasando? ¿Estás bien?
Estoy preocupada —preguntó Evelyn, haciéndome
saltar. —Nada, estoy bien —contesté, llenando mi
plato. —Por la forma en la que te retuerces cuando
respiras, significa que, como mínimo, tienes una
costilla magullada. Sin mencionar el labio hinchado
que escondes bajo el maquillaje. Pero esas son sólo
las únicas heridas que podemos ver. Estoy dispuesto
a apostar la vida de Declan en ello, así que dime la
verdad, Coraline —exigió Sedric, mientras cortaba
su cordero. —Estoy tomando clases de autodefensa
—respondí, esperando que enloquecieran. Sin
embargo, sólo Olivia parecía sorprendida. —¿Por
qué en nombre de Dios estás tomando clases de
autodefensa? — Parece una pregunta estúpida. —
Porque, ¿me gustaría defenderme? —¿Esto se trata
de Anahi no es así? —Perdió el control—. Está
matando esta familia y desmoronándonos de
adentro hacia afuera. 226 No es como si antes
fuéramos perfectos. —¿Qué crees que pensaría
Declan, Coraline? ¿Qué pasa si resultas herida? No
tienes idea de lo que estás haciendo. No eres
alguna… —¡Cállate! —grité, levantándome
furiosamente—. Lo que quiero hacer con mi vida y
mi cuerpo no es de tu maldita incumbencia. La
única opinión que importa es la de Declan. Lo
entendemos, estás amargada porque Any robó tu
atención, y a las revistas ya no le importas una
mierda. Pero no significa que tengas que
desquitarte conmigo. Ve a buscar nombres de bebés
o algo, y déjame jodidamente en paz. Cuando
terminé, parpadeé un par de veces, insegura de
desde donde vino eso. Volviendo a tomar asiento,
mantuve la cabeza baja y acabé de comer. —Perdón
por maldecir, Evelyn. —En absoluto. Pareciera que
estabas reteniéndolo por un tiempo. —Rió cuando
alcé la mirada. Sedric frunció el ceño. —¿Quién está
dándote estas clases? ¿Son dignos de confianza? —
Adriana, Any es… —¿La joven esclava quien
persigue a Anahi como un perro perdido? — resopló
Olivia, bebiendo su vino. —Olivia, eso es suficiente
—espetó Sedric, y ella enseguida se levantó
inmediatamente—, Coraline, ¿cuándo entrenas de
nuevo? —Mañana a las cinco —respondí,
sonriéndole a Olivia. —Muy bien, las veré a ambas
entonces. Mierda. DÍA 5 —Hazlo —le dije a Adriana,
mientras me siento frente al espejo. 227 —¿Estás
segura Cora? —preguntó Evelyn, mirando hacia mi
cabello. —Es sólo cabello. Volverá a crecer, ¿verdad?
Adriana casi arrancó mi cola de caballo durante
nuestra lucha de ayer —dije. Después de todo,
ambos, Evelyn y Sedric miraban esto como si se
tratara de un maldito deporte. Sedric realmente no
hablaba. Sin embargo, fruncía el ceño cada vez que
mi cuerpo chocaba contra el suelo. Adriana exigió
que aprenda a usar mi tamaño como una ventaja,
así que todo lo que aprendí fueron golpes rápidos y
patadas. Me hizo dar saltos por una hora seguida
antes de tenerme pateando sus manos. Pero
siquiera podía ponerme de pie, y mucho menos dar
patadas. Cuando llegué a vomitar, me dio agua, algo
de pan, y un descanso de seis minutos antes de
ponerme a trabajar de nuevo. —Aquí voy —dijo
Adriana, y cerré mis ojos. Todo lo que oí fueron las
tijeras que cortaban mi cabello. —Evelyn, tu sobrino
seguirá amándome si estuviera calva, ¿verdad? —
bromeé. —Em… —¡Evelyn! —Mis ojos se abrieron, y
miré fijamente mi reflejo. Parezco tan diferente. No
una mala diferencia, solamente diferente. Evelyn
jadeó. —Adriana, deberías cortar mi cabello de
ahora en adelante. — Metió algunos de los bordes
de mi cabello hasta que se encontró con mis ojos en
el espejo—. Te ves hermosa, y Declan, se enamorará
de ti nuevamente. Dios, eso espero. —Ahora tú,
Adriana. —Sonreí, poniéndome de pie mientras la
bajé. —Cor… —Nop, haremos esto, y si no lo haces,
cortaré tu cabello mientras duermes — amenacé,
causando que ruede sus ojos. —No duermo —
bromeó. —¿Por qué eso no me sorprende? —
Sonreí, agarrando la plancha de cabello. 228 —Creo
que tenemos algunos contactos. Déjame ver si hay
alguno para tu tratamiento —dijo inmediatamente
Evelyn, marchándose de la habitación. —La sexi
Adriana está aquí debajo, por algún sitio. —Sonreí
—. Esto va a ser como una de esas películas de
adolescentes. DÍA 7 Presioné mi vestido hacia abajo
por lo que tenía que ser la novena vez desde que
nos bajamos del carro. Siento como si quisiera
salirme fuera de mi piel. Estaba tan emocionada de
verlo. No obstante, la primera persona que salió del
avión fue uno de los hombres que no pude
reconocer, seguido por Any. Me observó
cuidadosamente mientras hizo su camino hacia mí.
Sin embargo, no podía prestarle atención porque no
era mi Declan. Sus cejas levantadas mientras miraba
mi cabello. —¿Te gusta? —le pregunté, mientras
rascaba un poco la parte baja de mi espalda.
Extendió su mano y jugó un poco antes de mirarme
de nuevo. —Estoy un poco impactado, pero te ves
linda. Linda, no hermosa, pero tomaré eso por
ahora. Era mejor que nada. 229 22 Es mucho más
fácil confesar un asesinato tomando un café que en
frente de un juez. —Friedrich Dürrenmatt Traducido
por TamiMiau, Mich Fraser SOS & Tannia Corregido
por KAri_VAl LIAM —Está bien, tú pedazo de
mierda, acércate —dijo ella mientras miraba al
venado parado unas cuantas docenas lejos. —Relaja
tu brazo y respira —le dije, poniendo mi cabeza
justo al lado de la de ella. —Mi brazo está relajado,
y tú estás respirando lo suficiente por los dos —
respondió como la sabionda que era. Alejándome
de ella, puse los ojos en blanco. —Bueno, entonces
hazlo, mata a Bambi37 . Disparó la flecha y justo
como me lo había imaginado, pasó justo por encima
de la cabeza del venado, causando el escape de este
por miedo. Lo vio desaparecer en el bosque con una
rabia silenciosa antes de mirarme. Dándome el arco
y las flechas, sacó un arma, y traté de no reír. —¡Lo
podría matar con esto! —gritó, y era tierno,
especialmente ya que sabía que no era el porqué de
esa rabia. —Ese no es el punto. —Levanté el arco al
cielo, poniendo la flecha y luego lanzándola. Fui
justo al corazón de un pájaro. Any simplemente
puso los ojos en blanco, apuntando al cielo y
disparó tres veces. —Tres pájaros para mí, uno para
ti. ¿Cuál es el punto? —Sonrió, mirando al… mierda.
37 Película infantil de Disney. 230 —Matamos los
Sinsontes. —Fruncí el ceño, poniéndome de rodillas
para mirar a los cuatro pajaritos ahora medio
destruidos en el piso. —Por favor dime que estás
bromeando. Sonriéndole una vez más, me puse de
pie y tiré otra flecha al árbol, viendo a otro de los
hermosos pájaros caer muerto. —Lúcete. —
Encontré un arma que mi esposa no puede usar —
reí mientras me miraba— , pienso que me luciré
cuando pueda. —¡Soy cazadora de personas!
¿Quién caza personas con flechas? —soltó, y abrí mi
boca para hablar pero me miró. —Si dices Flecha
Verde te dispararé en el otro muslo —agregó, y todo
lo que pude hacer fue sonreírle —Todas las
personas son animales, amor. Se congelan cuando
tienen miedo. Lloran mientras mueren. Un cazador
es un cazador, y si puedes matar un venado, puedes
matar a una persona. Es así de simple —respondí—.
Además, no iba a decir Flecha Verde, tal vez
Hawkeye38 o Katniss Everdeen, pero
definitivamente no Flecha Verde. Sus ojos se
agrandaron, y se alejó de mí, volviendo al
campamento. No fue difícil alcanzarla. —Eres tan
niño —dijo, pero pude ver la pequeña sonrisa en sus
labios. —Sí, sí —dije, agarrando su mano y
acercándola a mí. Miró sus manos y luego a mí.
Sabía que estaba un poco incómoda, pero no se
alejó. —¿Qué? ¿No me vas a pedir que vayamos
lento primero? —Tal vez si estuviésemos en 1915.
—¿Alguna vez has estado en una cita? —le
pregunté, haciendo que parásemos. —No salgo en
citas, y mejor que no trates cualquiera de esa
mierda romántica en mí —dijo. —A las chicas les
gusta la mierda romántica —sonreí. Siempre me
hacía sonreír, y no estaba seguro de si podría
atreverme a esconderlo de ella o del mundo.
38Flecha Verde u Oliver Green es un personaje de
DC Comics, Hawkeye u Ojo de Halcón es un
personaje de Marvel Comics y Katniss Everdeen es
la protagonista de la Trilogía Los Juegos del Hambre,
los tres personajes están caracterizados por usar el
arco y la flecha como arma predilecta. 231 —No soy
“chicas”. Soy Anahi. —Nos podemos comprometer
—dije, recostándome en uno de los árboles. Cruzó
sus brazos y se paró rectamente. —O podría
dispararte. —La violencia no es la respuesta, amor.
Bueno, la violencia en mi contra no lo es —respondí,
pensando rápidamente—, podríamos tener citas
privadas. Tú y yo en nuestra habitación, donde sólo
yo te pueda ver siendo amable. Antes de que
pudiese hablar, la empujé en contra de mi cuerpo y
la presioné contra del árbol, besándola duramente,
sólo para callarla. —En ocasiones especiales,
podemos matar a los policías o a cualquier otro que
se ponga en nuestro camino de pijamas de nuevo.
Podemos mirar mientras se desangran y queman,
tomar vino y tenernos una y otra vez. Después de
todo, ambos somos cazadores de personas —
susurré en la distancia de nuestros labios. Me besó,
presionando todo su cuerpo en contra del mío y se
alejó con una sonrisa. —Realmente sabes cómo
encantar a una mujer. Sus palabras me pusieron tan
duro que la tomé en brazos y la puse en contra de la
corteza del árbol. Dios, amaba a mi esposa. —Señor,
señora. —Una voz dijo detrás de nosotros, y justo
en ese momento, quería romper su cuello. La
oscuridad en los ojos de Any me dijo que lo quería
muerto también. Alejándose de mí, se giró hacia
Fedel que estaba parado mostrándonos su espalda
—¡¿Qué?! No se giró. —El Jet fue llenado con
gasolina y estará listo para partir. Ninguno de sus
teléfonos funcionaba, pero su padre, señor, ha
estado buscándolo. El comisionado de policía dará
una conferencia a la prensa acerca del fuego en una
hora. Ellos también vinieron a la casa esta mañana.
¿Ese estúpido vino a mi maldita casa de nuevo?
¡Está pidiendo morir! —¿Están los hombres listos?
—Any preguntó, ajustando su ropa, pero no lo
necesitaba, siempre lucía igual, hermosa, matadora
y follable. —Sí, señora. Monte y todos los demás
que condujeron salieron anoche — respondió
rápidamente. Estaba definitivamente más asustado
de Any que de mí. Iba a tener que equilibrar esa
escala también. —Déjanos —ordené, y se fue.
Girándome a mi esposa, traté de calmarme, como
fuese quería al maldito policía muerto. 232 —Voy a
matarlo —le dije —Encontraré… —No funcionará.
Tienes que quebrarlo —suspiró, poniéndose en
frente mío—. Matarlo es sólo la primera parte de la
batalla. Se está volviendo un modelo para el resto
de las fuerzas. Se está convirtiendo en un héroe. Va
a dar un discurso conmovedor y tratar de
reinstaurar una esperanza para un futuro mejor. Es
tiempo de que hagamos lo que prometimos hacer si
no se rendía. —Haremos sangrar a Chicago —dije, y
ella asintió. —Cuando el crimen está en los guetos,
a nadie le importa. Cuando el crimen se acerca a los
suburbios, las personas demandan mejoras para sus
oficiales de policía. —Comienzan a desconfiar de
ellos. Cuando lo hagan, nos acercaremos y les
recordaremos por qué ellos aman a los Callahans. —
Haré que Declan y Monte hackeen los registros y
encuentren a todos los oficiales de policía que
tienen familia —sonrió, pero no era suficiente.
Quería que la ciudad y el estado lloraran en agonía.
—No sólo la policía —añadí mientras nos
devolvíamos al campamento—, quiero el nombre
de cada juez, político, y hombre de negocios que no
aporta a nuestra familia. Si te pones en nuestro
camino, te apartamos y a cada persona que alguna
vez te conoció. Habrá sangre, y mucha. 233 ANAHI
—Gente de Chicago, vengo a ustedes porque sé que
tienen miedo. Soy de Chicago. Conozco esta ciudad
como la palma de mi mano, y sé que podemos
volver a los días gloriosos. Es por eso que la policía
de Chicago está trabajando horas extras para hacer
nuestra ciudad segura. Si ves algo, te protegeremos
si vienes. Es tiempo de que recuperemos esta
ciudad de los que creyeron que nos habíamos
rendido. De esos que pensaron que los íbamos a
dejar que continuaran… —Su voz me hace querer
matarme —gruñí poniendo en silencio el
computador en frente de nosotros—. Tal vez lo
debemos matar ahora. ¿No tenemos
francotiradores en el área? Alfonso se tomó mi vino
mientras se relajaba. —Tú y yo sabemos que eso
sería una mala idea. Mañana comienza el reino del
terror, sólo aguántate otras 12 horas. Suspirando,
miré a la pantalla del computador donde el idiota
seguía hablando. —¿Realmente cree que alguien va
a hablar? —Tendrían que ser realmente idiotas —
dijo Alfonso. Como sea, Fedel se paró y puso otra
imagen en frente de nosotros. —¿Qué es esto? —
pregunté, pero en el momento en que lo abrí, una
sonrisa apareció en mi cara mientras se lo pasaba a
Alfonso, esperando ver cómo iba a reaccionar. —
Jesucristo, ¿hiciste esto en la iglesia? —se rió,
levantando la foto de Natasha en el hospital.
Debería haberla matado. —Me dijeron que tomaste
el desayuno con ella —dije, y me miró, ojos muy
abiertos, antes de girarse hacia Fedel. Su mandíbula
tensa mientras tiraba la foto en la mesa. —¿Hiciste
que me siguieran? —bufó. —La mañana que
estabas siendo un idiota. —Hice una pausa y,
agarrando el brandy, añadí—, la mañana que tú
estabas siendo un gran idiota, hice que te siguieran
a ti y a tu ex… —Ella era una perra que me follé en
el pasado, no mi ex —soltó. Acercándome, me
aseguré de que pudiese ver mis ojos. —No lo siento,
ni un poquito, y no me importa quién era. Quería
ser parte de tu futuro, y me aseguré de que supiese
qué pasaría si cruzaba esa línea nuevamente. 234 Su
nariz se ensancha pero simplemente miró a Fedel.
—¿Por qué nos estás mostrando esto? —La Srta.
Briar llenó un reporte policial a Sam, afirmando,
señora, que usted fue la que la atacó. Brooks está
esperando por su dirección —Fedel respondió. —
Mátala —demandó—, le advertí cuando me
emboscó antes. —Eso luciría mal —suspiré, porque
realmente quería a la perra muerta—. Si fuese
asesinada, sería realmente obvio. Tiene familia. Se
darían cuenta, y son muchos finales perdidos por
sólo una zorra. Simplemente no estaba segura de
que hacer con ella. Alfonso se apretó el puente de la
nariz antes de levantar la foto nuevamente. — Una
nariz rota y la mandíbula, grandes abrasiones en la
frente, con trazos blancos en casi cada parte de su
cuello. —¿Manchas blancas en su cuello? Me encogí
de hombros. —Deben haber usado cloro en el baño
en que metí su cabeza. Trató de no reír, pero pude
ver sus labios curvarse. Sacudiendo su cabeza, puso
la foto de vuelta en la mesa. —Noventa por ciento
de esas heridas pueden ser auto-infringidas.
Después de todo, es una mujer bastante inestable
con una historia de acoso y actos violentos con
celos —dijo, seriamente, mirando a Declan, que
lucía mucho mejor de lo que lo hizo en la semana.
Tuvo suerte de que sólo usé mi cuchillo pequeño. —
Declan, asegúrate que todas las grabaciones de
Natasha Briar la pongan como mentalmente
inestable. Fedel, has que Brooks la declare enferma
mental por cualquier doctor que visite, págale lo
bastante bien como para asegurarse de que resalte
la necesidad de ella por “ayuda”, y para el final de la
semana, asegúrate de que debiese estar en West
Ridge. —West Ridge es el peor hospital mental en el
estado, si no es del país — sonreí. Si Natasha no
estuviese loca ahora, lo estará. —Lo sé. La podemos
matar después de un tiempo —sonrió de vuelta. —
Que romántico. Odio a las rubias —reí con él. Como
sea, paré cuando escuché una risita. —Pobre Olivia.
—Alfonso se giró hacia Neal. No me molesté en
darle una mirada. 235 —No me importa una mierda
—respondí, mirando por la ventana—. Debería estar
feliz, fue buena con él. Alfonso sacudió su cabeza. —
Rompiste su nariz, algo en lo que comienzo a ver
que eres buena, y mierda casi le arrancas la vida, y
luego la dejaste ir. —¿Lo estás defendiendo? Lo hice
peor con Declan, y él ni siquiera te disparó. —Estaba
demasiado calmado con esto, y me molestaba
muchísimo. —Estoy de acuerdo con eso —Declan
murmuró lo suficientemente fuerte como para que
lo pudiésemos oír. Alfonso puso los ojos en blanco.
—Estamos yendo a la guerra, recuerda. Después de
mañana, el infierno va a comenzar. Somos una
familia, y necesitamos asegurarnos de que nuestra
mierda personal esté junta. Aparte, le clavaste a
Declan un cuchillo del tamaño de una daga. —
¿Realmente estamos discutiendo la clase de arma
que usó para clavarme en el pecho? —Declan
preguntó, y fue mi turno de poner los ojos en
blanco. —No estaba ni cerca de tu pecho. Estaba
mucho más cerca del hueso de tu hombro. Lo peor
que necesitaste fueron costuras, gran bebé —añadí,
y Neal rió hasta que lo miré. —Tengo un cuchillo
mucho más grande esperando por ti —solté. —Si
Neal vuelve a disparar algo cerca de mí otra vez, voy
a sacarle la cabeza y ponerla en la pared. —Parecía
que lo decía enserio, pero no estaba segura. —Aún
lo odio —respondí, tomando. —Parece que no soy
el único romántico —rió, como sea, fue
interrumpido por un celular. Neal respondió
rápidamente antes de pasárselo a Alfonso. —Padre
—suspiró. Alfonso lo puso en altavoz antes de
dejarlo en la mesa—. ¿A que le debo el placer? —
Alfonso preguntó sentándose tenso. No entendía
por qué los hombres sentían la necesidad de
probarle algo a sus padres. —Alfonso, Anahi, estoy
seguro de que ambos se tomaron el tiempo en sus
ocupadas agendas de mirar las noticias. El
comisionado de policía se está volviendo un
problema. —La voz de Sedric sonaba dura, como si
estuviese tratando de controlar su rabia. —Sí… —
Nos estamos encargando de eso, Sedric. ¿Es esa la
única razón por la que llamaste? —pregunté, antes
de que Alfonso se pusiese en ridículo. Me dio una
mirada de muerte, como si hubiese perdido la
cabeza. 236 No hubo una respuesta al comienzo,
solo un profundo respiro. ¿Saqué a Sedric de sus
cabales? Tan jodidamente malo. —Evelyn acaba de
recibir una invitación a una boda que se hará aquí
en Chicago, de Saige Rozhkov y Amory Valero. Los
ojos de Alfonso se entrecerraron mientras nos
miramos. Asintiendo, tomó un respiro profundo. —
Iremos. Si eso es todo, padre, nos tenemos que ir —
Alfonso respondió, terminando la llamada antes de
recibir otra palabra. Parándonos de nuestros
asientos, caminamos a nuestra cabina privada en el
fondo del jet. Al segundo en que la puerta se cerró,
comencé a hablar. —Eres la cabeza de esta familia,
no tu maldito padre. No te sientes derecho para él.
Ni siquiera le das toda tu maldita atención. Y te
aseguro que no le contestas sus preguntas como si
siguieras siendo el segundo al mando. La única
persona que merece esa cantidad de respeto soy yo.
Tú eres un líder, así que guíanos. Compartes con él
cuando tú quieras. No cuando llama y ladra. Puedes
ser su hijo, pero no su niño. Eres Ceann na
Conairte39, y yo soy la Jefa, incluso con nuestros
padres. Si me avergüenzas o a ti así de nuevo,
romperé tu garganta. 39Palabra Irlandesa,
literalmente perros de caza, pero su traducción de
acuerdo al contexto sería jefe de la manada. 237
LIAM Ella tiene razón. Fue lo primero que me vino a
la mente después de que se fue. Yo era un Ceann na
Conairte, no mi padre. Lo había visto como tal por
tanto tiempo que fue una segunda naturaleza
mostrarle el mismo respeto. Bajando del avión, se
puso delante de nada menos que Coraline. —¿Qué
carajos le pasó a mi esposa? —preguntó Declan
detrás de mí. —¿Qué le paso a tu cabello? —
preguntó Neal, mirando a la chica con pelo corto
delante de Any. Sin responderles, caminé hacia mi
esposa sólo para encontrarme con otra conmoción.
¿Esa era la patito feo? Adriana estaba junto a
Coraline, con su nido de cabello domesticado, sus
gafas se fueron, y su rostro fue cubierto con un
ligero maquillaje. No estaba bellísima, pero ya no se
merecía el título de patito feo. —Adriana viaja con
nosotros. —Fue todo lo que dijo Any cuando llegué
a ella—. Cora hablaremos más tarde. Una vez que
llegamos al coche, el conductor abrió la puerta para
nosotros mientras Adriana se sentó en la parte
delantera. —¿Supongo que tienes algo que ver con
esto? —le pregunté a Any una vez que estábamos
en camino a casa. —Ella vino a mí. Tuve a Adriana
haciendo lo que pudo —respondió, en lo más
mínimo preocupada de cómo esto podría resultar.
Declan… bueno Declan no podría hacer una mierda,
y eso es probablemente porque no le molestaba.
Suspirando, recurrí a la mujer de en frente. —
Bueno, ¿qué puede hacer mi cuñada? —Su primer
día fue difícil, frustrada con ella misma y el segundo
con el mundo. El tercer día, vomitó hasta la mitad
de su peso, y el resto de la semana tuvo un montón
de conocimientos básicos. Va a necesitar más
práctica, pero se está acostumbrando a llevar un
cuchillo. La Señora Callahan tuvo razón en el arma.
Lo intentó y casi se arrancó la mano. —Pude
escuchar la diversión en su voz. Sin embargo, mi
mente no pudo imaginar a Coraline haciendo
cualquiera de esas cosas. —¿Y su cabello? —
preguntó Any. 238 —Se dejó llevar por la cosa de
convertirse en guerrera. Exigió escuchar a Rocky
durante una de las sesiones de la mañana. Luego
por la noche, quiso escuchar Eye of the Tiger40
repetidamente. A la señora Callahan le pareció
apropiado. Any se sentó. —Pensé que te dije que
mantuvieras discreción. —Lo intenté, señora. El
segundo y tercer día fueron los más duros de
Coraline y estaba tan dolorida que no pudo
ocultarlo durante la cena. La Señora y el Señor
Callahan creen que sólo es defensa personal. Olivia
Callahan trató de llamar a Neal, así que tuve su
teléfono atascado, Señora. Any frunció el ceño pero
asintió, aunque nadie fuera capaz de verla. —Ya
veo. —También fruncí el ceño. La cena familiar de
esta noche iba a ser interesante. —No es nada de
qué preocuparse. Tenemos cosas mucho más
grandes en el plato como Saige y Amory —dijo, Any,
silbando sus nombres como si fueran veneno. —Por
eso creo que tenemos que planear un pequeño
viaje a Italia. —Alfonso, no podemos sacar los
coches de Vance ahora. Es probablemente la cosa
más inferior de nuestra lista de cosas por hacer. —
Sin embargo ella no lo estaba consiguiendo. —No
tenemos que ir, nuestros hombres podrían ir.
Después de todo, qué mejor momento para destruir
coches y tal vez una o dos casas, mientras todo el
mundo está en la boda. —Ellos podían ser tan
descuidados. Sonrió. —Guerra de guerrillas. —
Exactamente. —Adriana, ¿cuándo es la boda? —
Tres semanas a partir de ahora, Señora —respondió
rápidamente, entregándonos una invitación de la
boda. Any se le quedó mirando con tanto asco como
yo lo hice. Permitiendo que cayera al suelo, ella se
giró hacia mí. —¿Seguro que no te importa no
poder destruir las cosas de Vance personalmente?
Ese era el único inconveniente. —Sí, pero ver el
rostro de Vance durante la boda cuando le llegue
esa llamada, seguramente lo va compensar. —Ni
siquiera iba 40Eye of the Tiger (en español Ojo de
Tigre), es una canción que aparece en la película
Rocky protagonizada por Sylvester Stallone. 239 ser
capaz de mostrar públicamente su enfado. En su
lugar, tendría que tomar el culo y terminar por
sonreírme. Negó con la cabeza y empezó a ver la
ciudad. Vi la tormenta de sus ojos y me hubiera
gustado leer su mente más que nada. Se giró hacía
mí con una sonrisa que me hacía querer besar su
puta cara. —Mi padre una vez me dijo que el
mundo quería una Kate Middleton o una primera
dama, alguien quien besara a los bebés y escribiera
grandes cheques —dijo suavemente, pero yo
todavía no lo entendía. —¿Quieres escribir un
cheque? —¿Por qué estaría tan emocionada por
ello? —Sí —sonrió, mirando hacia fuera—. A los
hombres y mujeres de Chicago que fueron heridos
durante esos terribles incendios. Después de todo,
¿cómo van a pagar las facturas? Incluso creo que
deberíamos hacerlo en persona. Apuesto que
nuestro favorito supervisor y comisionado, el oficial
Patterson, también estarán allí para consolar a las
familias. Querido Dios, amaba a mi esposa. —
Llévanos al hospital St. John —sonreí a su lado,
metiendo la mano en la chaqueta por la chequera.
—¿Tengo que hacerlo generoso o
desagradablemente generoso? —pregunté,
pensando en cuántos ceros ponerle en el espacio.
—Desagradablemente generoso. Algo que sólo un
Callahan pueda hacer — sonrió mirando hacia
Adriana—. Adriana, ¿qué tan rápido puede filtrarse
en la prensa? —En diez minutos. Si quisiera
cambiarse, le he traído ropa. Está en la parte de
atrás —respondió, ya marcando. ¿Tenía ropa de
reserva? Any asintió, se quitó el cinturón de
seguridad mientras subía al maletero del coche. —
¿En serio? ¿Cómo una-primera-dama? —sonreí,
mirando su trasero. —Cállate, tú imbécil irlandés y
mantén tus ojos hacia delante. —¿Por qué? ¿Ya he
visto todo esto antes? —Sonrió. —No queremos
que nuestro conductor esté mirando, ¿no es cierto?
—Mis ojos se estrecharon al hombre detrás del
volante. Se tensó ante las palabras de ella. Y sabía
que iba a verlo como un halcón, impidiendo que la
mirara. 240 Tendría que hacerla pagar más tarde,
esta noche. 241 ANAHI —El departamento de
Policía de Chicago es importante para el bienestar
de la ciudad. Mi marido y yo no queremos que
nuestros hombres en uniforme se preocupen por
los gastos médicos después de que ellos nos
protegen. Es un gran honor para mí dar este cheque
por diecinueve millones de dólares a nuestro
comisionado y supervisor, el Oficial Patterson —
sonreí a las cámaras que estaban en la sala de
emergencias del hospital St. John. El oficial
Patterson me miró con una mezcla de odio, ira y
disgusto. Pero de todos modos tomó el dinero. —
Muchas gracias Sr. Callahan —dijo, casi con
desprecio a través de sus dientes—. Estoy seguro
que esto ayudará a las personas que perdieron a sus
seres queridos y los que fueron heridos. Alfonso
sonrió a mi lado. —Aquello fue una tragedia. Esas
viejas fábricas tuvieron que ser revisadas. También
eran conocidas por sus crímenes. ¿La policía no
estaba buscando eso? El comisionario Patterson
abrió la boca, pero los reporteros escucharon la
pregunta de Alfonso y saltaron sobre él. —
Comisionado Patterson, ¿esto es una de las cosas
que planean fijar en Chicago? —Comisionado,
¿habrá una investigación? —¿Es cierto que su casa
también fue destruida? —¿Se rumora que fue un
ataque terrorista? —¿Esto tiene algo que ver con su
investigación del vuelo 735? —Eso llamó mi
atención y la de Alfonso, porque apretó su
mandíbula. —Señoras y señores, este es un hospital,
y no queremos molestar a ninguno de los pacientes
que están aquí y necesitan atención médica —dijo
el Comisionado a todos, tan cortés como pudo. Una
doctora dio un paso adelante ya que los reporteros
se dispersaron. Parecía casi deslumbrada mientras
miraba a los ojos de Alfonso. ¿Podría seguir siendo
médico si le cortaba las manos? —Sr. Callahan soy la
doctora Amy Lewis, muchas gracias por la donación.
Su familia ha sido tan amable con los pacientes de
este hospital, como también con el personal. Sería
un honor mostrarle todo. Estoy segura que a las
víctimas de este 242 accidente les encantarían
conocerlo —derramó, mientras yo traté de no
vomitar en mi boca. —No creo que sea una buena
idea —declaró el Comisionado Patterson, causando
que todo el personal lo mirara como si estuviera
loco… muy probablemente porque lo estaba. —Han
sido un par de días difíciles. Es posible que
necesiten descanso. —Le aseguro que estamos
haciendo lo mejor para cada paciente — respondió
la Dra. Lewis, pero sólo porque quería pasar más
tiempo con mi marido. Caminando por enfrente de
mi marido, sonreí como si estuviera en un comercial
de mierda de pasta dental. —Por supuesto, me
encantaría conocerlos. Cariño, ¿tienes tiempo?
Alfonso levantó una ceja. —Cualquier cosa que
desees, mi amor. Pareció que la Dra. Amy Lewis se
tragó su uniforme al sonido de mi voz. ¿Me
pregunto si puedo romperle la cabeza? —¿A dónde
vamos primero? Pareció sorprendida por mi voz,
como si hubiera olvidado que yo estaba aquí. Sentí
mi mano deslizándose en la parte trasera de mis
vaqueros hacia mi cuchillo cuando Alfonso me
agarró, tirándome en sus brazos. —Contrólate, amor
—dijo entre dientes en mi oído. Tomando una
respiración profunda, seguimos a la perra estúpida
mientras nos condujo hacia la otra parte del
hospital. —Esta es nuestra unidad de quemados,
donde muchos de los oficiales están siendo tratados
—dijo, moviéndose por el pasillo como si estuviera
dando una exhibición. No estaba segura de qué me
hizo parar en frente de los cuartos de los oficiales.
Tal vez todas las flores, tarjetas y globos. Tal vez la
pequeña niña sentada en el regazo de su madre
riendo con su padre quemado. Su rostro envuelto
con vendas, junto con sus dos brazos, pero él aún
estaba en alerta. Interviniendo, la familia se quedó
inmóvil y nos miró. —Oficial Pope, estos son el
señor y la señora Callahan. A partir de este
momento, han pagado todas sus cuentas —declaró
la Dra. Lewis, con alegría. La mujer en la silla estalló
en sollozos antes de salir corriendo y darme un
abrazo. No era una persona de abrazos, sin
embargo, no podía ser yo misma. 243 —Muchísimas
gracias. No tienes idea de lo mucho que esto
significa para la familia —exclamó, dando un paso
atrás para recobrarse y recoger a su hija. —
Cualquier cosa por ayudar. No me puedo imaginar la
vida que vives —dije en voz baja—. Siempre
preocupándote por si tu marido será herido o algo
incluso peor. Es lo menos que podemos hacer. —
Gracias. De verdad, gracias. —Se limpió la cara,
girándose hacia su hija—. Dile a la señora Callahan
gracias, cariño. La pequeña niña se escondió detrás
de su cabello. —Gracias. —Vamos a decirle al
abuelo las buenas noticias —respondió ella,
mirando hacia atrás a su marido por un momento,
quien asintió lentamente. —Ahí hay una primera
dama —susurró Alfonso. Besando la parte de atrás
de mi cabeza y me entregó una taza de café. —
Señor y señora Callahan —dijo la Dra. Amy, la puta.
—Alfonso, me voy a quedar —le dije. Me dio una
mirada extraña antes de salir con el resto de ellos. El
Oficial Pope simplemente me miró y supe que él
tenía una idea de lo que realmente estábamos
haciendo detrás de la máscara pública. —No tengo
idea de por qué la gente elige convertirse en
policías. —Fruncí el ceño, mirando su piel quemada,
la mitad de su cara prácticamente derretida. —
Alguien tiene que poner fuera a la gente como tú.
—Luchó para decir. Levantando una ceja, sonreí. —
Eso nunca va suceder, y si lo hicieras, no serías tú.
He visto mejor carne seca. —Podría tener un cable
—siseó y rodé los ojos, mientras empujaba su pie
envuelto. Gritó en voz baja. —No tienes un cable,
incluso si lo tuvieras, tengo un bloqueador de alta
frecuencia, si eso no funciona, entonces sólo rapto a
tu familia hasta que confieses las manipulaciones y
las pruebas falsas. —No era una idiota, después de
todo, estábamos en un hospital lleno de policías.
Sus ojos se estrecharon. —¿No te da vergüenza?
¿No tienes culpa? ¿O eres como todas las serpientes
sin corazón y de sangre fría? Tus drogas matan a
docenas de personas en tan sólo esta ciudad, justo
en esta semana. Dios sabe cuántas personas
mueren en este país sólo para que tú hagas dinero.
Todos ustedes están enfermos. ¿Cómo diablos
pueden dormir por la noche? 244 —¿A quién has
perdido? —le pregunté, dando un sorbo de mi café.
Sus palabras no me molestaban. —No te importa un
bledo. —Nop, no en absoluto —sonreí—. Ya ves, me
estás culpando de algo que no es mi culpa. ¿Culpas
a un camarero por dale a alguien una bebida? No,
porque es suministro de una demanda. Nadie está
obligando a nadie a hacer o tomar cualquier cosa.
Los que murieron, estaba en ellos y su familia.
Deberían poner su mierda en orden. Su familia tuvo
que haber permanecido con ellos. En su lugar, tú
estás buscando a alguien a quien culpar. —Debes
estar jodida de la cabeza para pensar así. No hay
una justificación para lo que hacen las personas
como tú —espetó, mirando hacia otro lado—. Nos
insultas más fingiendo que eres buena gente
católica. No te preocupas por Dios. Ni siquiera creo
que creas en él. —Lo hago. Me preocupo por Dios y
creo en él. —Realmente lo hacía—. Sin embargo, yo
sé porque fui creada. Dios me necesita. ¿Qué
pasaría si no hubiera gente como yo? Si este mundo
fuera perfecto, si todo fuera de la manera que
quisieras, entonces, ¿por qué orar? Dios me
necesita, porque sin nosotros, tú te olvidas de él. Él
está de mi lado, no del tuyo. —Vamos a ver eso. El
comisionado tiene un ojo en ustedes. ¡No
descansará hasta que estén en la cárcel! —Entonces
se los voy arrancar y los enterraré dos metros bajo
tierra. Debes darme las gracias porque estás aquí,
porque pasado mañana, Chicago nunca será la
misma. Puedes decir que el comisionario dijo eso —
respondí, dejando la taza de café con la huella de mi
lápiz labial antes de dar la vuelta para salir. —Por
cierto, duermo perfectamente bien por la noche. Es
todo acerca de los hilos. Le sonreí una vez más
antes de salir. Chicago se quemaría y sabía que era
su culpa. Una vez que el humo se dispersara y el
polvo se asentara, la íbamos a reconstruir. Pero
podríamos poseer esta ciudad de mierda. Al girar a
la esquina, hice una llamada. —Pongan al Oficial
Pope y a su familia en la lista. —Sí, señora. 245 23 El
valor es el poder dejar ir lo familiar. —Raymond
Lindquist. Traducido por Amélie. Corregido por
Getzee SEDRIC —Creo que tu hijo y su esposa me
acaban de despedir. —Mi nariz se encendió
mientras me aferré al teléfono en la mano. —¿Por
qué es que siempre que hacen algo mal,
mágicamente se convierten en "lo mío"? —
preguntó mi esposa mientras se vestía. —Porque…
—Escoge cuidadosamente tus palabras, cariño.
Caminando por detrás de ella, la agarré por la
cintura atrayéndola hacia mí. —Yo goberné una vez.
Era el rey, y sin embargo, mis propios hijos me están
despidiendo como si yo fuera un mayordomo.
¿Cuándo caí tan lejos? Ella se rió, girándose de
nuevo a mí. —Mi vida, eras el rey, y cuando lo
fuiste, ninguno podía decirte una palabra. Tu
palabra era ley, y los demás te escuchaban. Ni tus
hijos ni yo podíamos hablar de cualquier cosa que
tú no quisieras. Pero renunciaste a tu corona porque
ya no encajas más. Al hacerlo, estuviste de acuerdo
en permitir que Alfonso y Any gobernaran a su
antojo. —Pueden destruir esta familia si quieren. —
Hice un puchero mientras me besaba. —Entonces
dejémoslos. Tenemos más que suficiente para salir
de forma independiente y nunca ser encontrados si
lo deseamos. Sin embargo, tú y yo 246 sabemos,
que no están destruyendo esta familia. —Ella tenía
razón pero no me gustaba. —Me gustaría que
simplemente… —No. Me prometiste que sólo te
involucrarías si te lo pedían. No lo han hecho, así
que mantente alejado. Ya hiciste tu parte. Sólo
quiero a mi esposo. Mirando a sus ojos, asentí antes
de agarrarla de su camiseta y arrancarla de su
cuerpo. Botones salieron de ella como balas. —
Entonces tenlo, porque sin duda él te quiere —
susurré antes de arrancarle su sostén. Sus senos se
liberaron, y sonreí para mí mismo antes de tomarlos
con mi boca. Ella gimió mi nombre, y la última cosa
en mi mente fueron mis hijos, o su caos. 247 24
“Nosotros no asesinamos, matamos… Los animales
no se asesinan, se matan”. — Samuel Fuller
Traducido por Evarg7 y Mich Fraser Corregido por
Getzee ANAHI Cambiando continuamente los
canales de la televisión, no pude evitar sonreír. —
¡Hace tres días, el comisario Patterson, estuvo de
pie ante todos nosotros y nos prometió que esta
ciudad estaría segura! Prometió que pondría fin a la
sangre y a la corrupción, pero, en lugar de eso,
¡todo lo que ha hecho lo ha empeorado! ¡Durante
tres semanas, ha estado lloviendo sangre! El conteo
de muertes sube a veintisiete, que sepamos. La
mayoría era gente inocente que sólo quería vivir sus
vidas en paz. ¡Gente está muriendo a diestra y
siniestra! ¡Usted ha hecho esto! —gritaba un
hombre de la multitud. —Mi hija volvía caminando
del colegio. Hacía ese mismo camino todos los días
y entonces… —sollozaba una madre con una foto de
su hija en sus manos. —Veintisiete en los suburbios,
cincuenta y cuatro en la ciudad, dos al día en las
partes más pobres de la ciudad. Comisario
Patterson, ¿es esta la nueva normalidad? —
preguntó un reportero. El comisario Patterson
parecía viejo, cansado y estresado, mientras que
intentaba encontrar las palabras. —El departamento
de policía de Chicago está… —¡El departamento de
policía de Chicago no está más a salvo que nosotros!
¿Cuántos hombres y mujeres hemos perdido en las
últimas tres semanas? 248 —Hemos perdido a un
total de diecinueve hombres en acto de servicio. —
El comisario Patterson suspiró. Podía sentir la
derrota saliendo por la pantalla. —¿Cómo puede
mantenernos a nosotros a salvo, si no puede
siquiera mantener a salvo a su gente? —¿El FBI se
involucrará? —Nop —dije en voz alta, e incluso si
entraban, yo tenía a más de un amigo al que podría
llamar. —Cada uno de estos casos han estado en las
manos de múltiples criminales, dejen que el
departamento de policía de Chicago los resuelva.
Sin embargo, serán consulados en muchos de los
casos y formarán parte. —El Comisario se mantuvo
firme. —¿El Gobernador exigirá el estado de
emergencia? —No si quiere perder su próxima
elección. —Estoy segura de que él era un amigo de
las familias, Coraline fue anfitriona de una
ceremonia para él. —No estamos todavía en ese
momento. Entiendo lo asustados que todos están,
pero, por favor, no pierdan la fe en nosotros. Eso es
lo que la gente responsable de todo esto quiere. —
¿Sabe quién es el responsable? Algunos han
especulado de que esto es por la Mafia irlandesa,
otros dicen que hubo una fuga de la prisión
municipal. Quería escuchar su respuesta. Sin
embargo, fui distraída por el hombre besando mi
cuello desde atrás. Reclinándome en él, me permití
relajarme. —¿Vigilando nuestra ciudad? —susurró
cuando subió en busca de aire. Envolviéndome en
sus brazos, me acercó. —El Comisario parece
estresado. —Sonreí con suficiencia, estirándome
para pasar mi mano por su cabello. —Con todos los
asesinatos, robos y mala prensa, yo también estaría
estresado. —Se rió por lo bajo. Girándome hacia él,
sus ojos fueron directos a mis pechos, pero eso es lo
que conseguía por estar en ropa interior mientras
miraba las noticias. —¿Te gusta lo que ves? —le
susurré mientras tiraba de su corbata. Sus ojos
estaban llenos de lujuria antes de que sacudiera su
cabeza para aclararse. —Sí, mucho, y aunque
disfrutaría haciéndote gritar mi nombre hasta que
estuvieras afónica, tenemos una boda muy
importante a la que llegar. —¿Estás rechazando el
sexo por una boda? 249 —No es cualquier boda,
amor. —Hizo un mohín—. Es la boda de Saige y
Amory, lo que significa… —Lo que significa que
consigues sentarte, comer su comida y beber su
vino, mientras que nuestros hombres los joden por
todas partes. —Y no quiero perderme ni un
momento de ello. Acercándome a él, volví a atar su
pajarita en su cuello. —Por supuesto que no. ¿A
quién le gustaría tener sexo cuando podrían
observar a Vance perder el control? Quién sabe
cuándo podría volver a pasar. No tendrás sexo con
nadie durante un tiempo, pero aun así. Lo besé
profundamente, mordiendo su labio antes de
apartarme. Se quedó boquiabierto cuando asimiló
mis palabras. —Cariño… —Este cuerpo está ahora
cerrado a ti, marido. —Alejándome de él, me di la
vuelta para ir a mi armario, pero me hizo volver. —
No hagamos nada imprudente —replicó,
levantándome y lanzándome a la cama, gateando
sobre mí cuando tiró hacia atrás mi cabello. —No
tenemos tiempo. —Sonreí mientras me besaba. —
Somos los invitados de honor. Podemos hacer
tiempo —susurró, besándome de los labios a la
mejilla y luego el cuello. Empujándolo, fui capaz de
ponerlo sobre su espalda. Sentándome en su
cintura, lo miré directamente a los ojos. —Has
hecho tu elección, marido, ahora lidia con ello. —
Sonreí con suficiencia mientras enterraba mis
caderas en él antes de levantarme y asegurarme de
que su erección fuera clara para el mundo. —
Esposa. —Marido. —Sonreí, y en el momento en
que me fui corriendo a mi armario, él se levantó de
un salto de la cama para venir tras de mí.
Tristemente, fue demasiado lento, y fui capaz de
encerrarme en mi armario. —¡Maldición! —
Golpeaba la puerta mientras yo me reía. —
Maldición, cálmate y termina de vestirte —grité,
mientras buscaba los zapatos que quería ponerme.
—Quítate la ropa interior. ¡No la necesitarás esta
noche! 250 —¡Ni loca lo haré! No conseguirás nada
conmigo —repliqué, incluso cuando no podía dejar
de sonreír. —Entonces bien, te arrancaré las jodidas
cosas. —Su voz se estaba desvaneciendo, y puse mis
ojos en blanco. Oyendo la puerta cerrarse, sonreí
para mis adentros. En las pasadas tres semanas, mi
relación con Alfonso había cambiado drásticamente.
Ya no peleábamos por asuntos personales. En lugar
de eso, la mayoría de nuestros problemas tenían
que ver con el trabajo, e incluso esos eran menos y
estaban más espaciados. A veces nuestro plan de
ataque no encajaba bien, y la única forma en que
podíamos resolverlo era follar hasta olvidarlo. Sin
embargo, ninguno de nosotros se quejaba por eso, y
estaba segura que algunas veces él no estaba de
acuerdo conmigo sólo para que pudiéramos tener
sexo de reconciliación, qué zoquete. Aun así, me
encontré sonriendo más a menudo por él. Estaba
feliz, y eso sencillamente me parecía raro. Insistió
en que tuviéramos nuestras «citas» al menos una
vez a la semana. La primera semana fue incómoda
porque yo odiaba la palabra cita, y ninguno de los
dos hizo nada excepto trabajar. La segunda semana
me trajo a un soplón, un peón de poca monta que
había estado en el proceso de hablar con la policía
para rebajar la pena de cárcel. Qué mal para él,
nosotros pinchábamos todos los teléfonos de
nuestros hombres. Para que sea ejemplarizante, le
di un líquido embalsamador para beber y, cuando
murió, nos aseguramos de mandarle su lengua al
comisario. Después de eso, Alfonso y yo no salimos
de nuestra habitación durante dos días. La cita que
tuvimos esta semana consistió en Alfonso y yo
desnudos en nuestra cama, mirando las noticias
locales. Teníamos programado un golpe a tres
oficiales y sus familias. —Señora, soy Adriana. Tengo
su vestido. —Adriana llamó a la puerta. Abriéndola,
saqué el vestido de la bolsa. —Perfecto. —Sonreí,
tocando el satén del vestido. 251 LIAM Saliendo de
nuestra habitación, intenté quitarme la sonrisa de la
boca. Sin embargo, era casi imposible. Antes, no
había sabido que no tendría más opción que decir
que estaba enamorado de Anahi Nicci Callahan. Me
encantaba cómo rompía las narices de la gente,
cómo sonreía cuando matábamos a alguien. Me
encantaba la forma en que gemía mi nombre
mientras hacíamos el amor, sólo para abofetearme
después. Era implacable en todo lo que hacía, y aun
así podía arreglárselas para ser abierta conmigo.
Ambos habíamos cambiado. Sentía que la había
conocido toda la vida y no hace solo unas semanas.
—¿Supongo que por tu sonrisa todo está bien en su
maldito país de las maravillas? —me preguntó
Sedric cuando llegué al estudio. Estaba vestido de
punta en blanco, como yo, y parecía igual de
entusiasmado, a pesar del hecho de que él no sabía
nada de nuestros planes. —Sí, padre —dije,
entrando al estudio—. Todo está bien en nuestro
maldito país de las maravillas. De hecho, la aventura
está recién empezando. Suspiró, tomando asiento
enfrente del escritorio. —¿Debes torturarme, chico,
o me dirás qué está pasando? La mitad de la ciudad
está cubierta de sangre y la otra mitad le teme a su
propia sombra. Ambos, tú y Anahi, insistieron en
que asistiéramos a esta farsa de boda. Sin embargo,
ni Neal ni Declan irán. —Siempre dijiste que yo era
impaciente. Si es así, veo que lo saqué de ti —
repliqué, sirviéndome una copa de vino. —Supongo
que Anahi y tú ya no se están disparando el uno al
otro. —Por ahora. La opinión de mi esposa sobre mí
cambia más a menudo que la marea. Puede que
mañana me dispare si le digo que no me gusta su
colección de armas. —Pero, en este momento,… —
¿Me lo estás preguntando como mi padre o como
un Ceann na Conairte? —lo interrumpí,
inclinándome en mi silla porque era mi silla y no la
de él. Poniendo 252 mis pies sobre el escritorio,
observé mientras sus ojos se estrechaban al mirar
mis zapatos. Él solía odiar cuando ponía mis pies
sobre su escritorio cuando era adolescente, pero
ahora no podía decir nada. —Te lo estoy
preguntando como padre. Hijo, ¿eres feliz con tu
esposa? —Sí, padre, todo está bien en el maldito
país de las maravillas. —Bebí un poco más—. Ella
es… es la Sangrienta Anahi y es perfecta. Dios la
creó y luego rompió el molde, porque el mundo no
podría aguantar dos como ella. —Mira quién se ha
convertido en poeta. —Difícilmente, era un simple
hecho. —Mi esposa era un animal implacable, y eso
sólo la hacía más sexy. —Entonces podría esperar
que algo vaya terriblemente mal en esta boda. —
Realmente quería saberlo. Era casi triste. —Espero
que cuando tenga un hijo, no esté en el aprieto en
el que estás tú. — Me reí de él. —Conociéndote,
dudo que le permitas a tu hijo o hija tomar el trono
tan fácilmente como hice yo. —Él estaba
bromeando. Tenía que estar bromeando. —Mentira.
La cantidad de mierda por la que me hiciste pasar…
—Te hice pasar por mierda para que pudieras
sentarte en el asiento y llamar al infierno. En tres
semanas, has hecho que esta ciudad se arrodille. —
Casi sonaba celoso, pero también pude oír orgullo.
—Nosotros, Anahi y yo hicimos que se arrodille. Sin
embargo, todavía no está haciendo reverencias. El
comisario de policía todavía está con la esperanza
de vencer al caos. Un juez le dio el visto bueno para
intervenir el teléfono de casa y los móviles. —Me reí
por lo bajo. Eso fue sólo después de la primera
semana. —¿Cuándo fue eso? —No importa. —
Sonreí, y volví a beber—. Hicimos poner
bloqueadores de señal y emisor de interferencias
por toda la casa, y luego reiniciamos todos los
teléfonos. Anahi insistió en que hagamos del juez un
caso ejemplarizante. 253 Esperé a que lo
entendiera, después de todo, había estado en las
noticias esa semana. Él negó con la cabeza al caer
en la cuenta. —El juez Randal. Lo encontraron
colgando del puente. Me lo imaginé, pero no
entendí el porqué. —No creo que el comisario haya
tenido la ayuda de los tribunales desde entonces. —
Porque eran muy inteligentes. —¿Y no quieren
eliminarlo? —Oh, cómo había vuelto la marea. —¿Y
dejar que otro aspirante a héroe tome su lugar? Él
está a punto de romperse, y, cuando lo haga, su
moral correctora lo obligará a quitarse la vida, o sólo
se emborrachará hasta matarse. De cualquier
manera, no me importa una mierda. —Él empezó la
pelea, y ahora iba a perderla. —El sangriento país
de las maravillas —dijo de nuevo con una sonrisa.
Alguien llamó a la puerta, antes de que pudiera
responder. —Entre —dije en voz alta y mi madre
entró con un hermoso vestido verde de manga larga
—. Te ves hermosa madre —dije, poniéndome de
pie para saludarla. Besó mi mejilla. —Gracias, hijo.
Vine a decirte que hay dos oficiales en nuestra
puerta pidiendo hablar contigo. Pensé en que los
conocieras personalmente. Esta es la tercera vez,
Alfonso. No estoy contenta. Regla Dieciséis: Nunca
desagrades a tu mamá. —Llama a mi esposa. —No
es necesario. —Anahi entró, haciéndome querer
caer de rodillas y besar sus pies. Era un absoluto
sueño, vestía un largo vestido blanco sin tirantes.
Parecía una diosa o un ángel, y me sentí afortunado
de incluso estar en su presencia. —Padre, Madre,
gracias. Sin embargo, mi esposa y yo tenemos
algunos asuntos que atender. Nos encontraremos
con ustedes en plena boda. —Por favor manden a
los oficiales —respondió mi Any mientras caminó
(más bien como que voló) hacia mí. 254 Tomando
su mano, la besé una vez que mis padres se fueron.
—Te ves más que hermosa. —Guarda tu adulación y
dime que vamos a matar a esos hijos de puta por
regresar aquí —miró fijamente mientras se arregló
el cabello. Hubo otro golpe en la puerta, y le sonreí.
—Vamos a ver. —Sonreí, caminando a mi escritorio
—. Entre. — Lamentablemente no era el comisario,
pero sí su compinche lleno de humo, junto con otro
hombre robusto con el cabello naranja. —¿Sin
comisario? Me siento insultado. —Me giré hacia
Any que sólo los miró. —La ciudad está un poco
demasiado caótica para hacer eso —dijo lleno de
humo—. Como ustedes saben yo… —No nos
importa. ¿Qué quieres? —preguntó Any, mirando al
hombre más joven junto al lleno de humo. —
Estamos aquí para ondear la bandera blanca —
declaró el hombre del cabello naranja. Sentí que mi
frente se alzó y una sonrisa curvó mi labio. Cuando
miré hacia Any, ella frunció el ceño. Por supuesto
que lo hizo, las banderas blancas no eran su fuerte.
Caminando hacia el hombre, lo miré. —Eres
irlandés. —Sí, Sr. Callahan. —¿Quién demonios se
olvidó de reclutarte? —Me reí. La mayoría de los
nativos irlandeses nacidos en el estado trabajaron
para mí de alguna forma. Él me miró. —Quise ser el
primero de la familia que hiciera lo correcto por la
ley. —Bien, entonces, como puedes ver, estamos en
camino. Any respondió dando un paso hacia mí: 255
—Vamos a hablar con el comisario después. Ambos
encontraron su camino, creo que saben la manera
de salir. Por favor denle al oficial mayor y a su
familia mis saludos. —No pudieron hablar y puede
que fuera por el hecho de que se veía
pecaminosamente hermosa de blanco, o porque el
oficial mayor y su familia ya no estaban vivos.
Asintieron con la rabia construyéndose en sus ojos.
La puerta se cerró de golpe una vez que se fueron.
Ella se giró hacía mí y frunció el ceño, enderezando
mi corbata otra vez—. ¿Sabes que estaban
mintiendo verdad? —Sí, ¿y qué hacemos con los
mentirosos? —pregunté con mis manos en sus
caderas. Sonrió, metiendo la mano en la chaqueta
de mi esmoquin para sacar mi teléfono. —Monte,
dos oficiales acaban de salir de las instalaciones. Por
favor, asegúrate de escoltarlos de regreso a la
estación. Tú y yo sabemos lo peligrosos que pueden
ser esos puentes. —Miré su boca mientras hablaba,
y no quería nada más que besar el aliento en sus
labios. Se dio cuenta cuando colgó y puso un dedo
en ellos—. La tienda de dulces todavía está cerrada.
—Miró fijamente—. Después de todo, quieres ver el
rostro de Vance en su lugar. —Amo… —ni siquiera
me dejó terminar de hablar antes de que se fuera.
Maldito sea el infierno. Vance es mejor que
jodidamente llores y te orines en tus putos
pantalones. 256 ANAHI —Dispárame, por favor —
gemí mientras miré a Amory y Saige besándose. Era
como si estuvieran tratando de succionar la piel de
la cara el uno con el otro. —No antes de que me
dispares —susurró Alfonso. Sus cejas no dejaban de
fruncirse, y si sólo fuéramos nosotros, me habría
reído de él. Sin embargo no estábamos solos.
Estábamos rodeados al menos de trecientos
hombres cercanos a Vance “familia y amigos”. La
boda fue tan aburrida que Alfonso y yo pasamos la
mayor parte del tiempo enviando mensajes de texto
a Declan y Neal por actualizaciones. Pero ya era
hora del juego. Tomando nuestro asiento en la mesa
de cinco, con el resto de los Callahans, esperamos el
mensaje de texto con la seña. Sin embargo, los
verdaderos fuegos artificiales no comenzaban hasta
que Vance recibiera la llamada. Tuve la tentación de
decirlo yo misma. Sin embargo, Vance todavía
pensaba que era un corderito inocente en el mundo
que me rodea. Era un maldito idiota. Por las cartas
de Saige, el debió saber que yo era la niña que se
salvó en el avión. Por lo que, todavía no me veía
como una amenaza. —Negro, rojo y blanco no
parece adecuado para esta época del año. —
Coraline frunció el ceño mientras miró alrededor del
salón de bodas. —Sí —respondí, mirando a Olivia
desde abajo—. Añadir el rojo a la combinación fue
una mala elección. Los ojos azules de Olivia se
estrecharon hacía mí. —Así que estás vestida de
blanco en la boda de otra mujer. —Hay muy pocas
personas a las que considero “mujeres”. Saige es
una serpiente —dije—. No preguntes cómo te
considero. Evelyn suspiró mientras Alfonso se rió.
Sedric estaba demasiado ocupado viendo su reloj.
Se moría por ver lo que iba a suceder. —¿No hay
esperanza para ustedes dos? —Evelyn preguntó de
Olivia a mí. —No, si ella sigue lastimando a mi
marido y obligándolo a ir a misiones cuando debería
estar a mi lado —dijo Olivia. —Olivia, me hablas de
nuevo y no tendrás un marido. De hecho, tan
pronto como lo mate, tú vas a seguir. No vales nada
de todos modos, así que haznos un favor y siéntate
en la esquina como un buen trofeo. —Le puse los
ojos en blanco mientras Alfonso se fue al teléfono.
257 Inclinándose hacía mí, vi como una lujosa casa,
junto con unos coches demasiados costosos
ardieron en las llamas. Las cámaras capturaron
todos los ángulos de la casa, incluyendo las dos
mujeres golpeando la puerta para liberarse. —¿Y
ellas son? —Aparentemente Vance y Amory
compartieron dos amigas especiales. — Alfonso se
rió, y puede ver el reflejo del fuego en sus verdes
ojos. —Es asqueroso. Saige debe darme las gracias.
—La idea me dio ganas de vomitar en mi boca. —
Ella está llamando a alguien —dijo Sedric. Alfonso y
yo miramos por encima de él y traté de no reír. Le
cambió el asiento a Evelyn sólo para ver el maldito
teléfono. Evelyn me miró y me guiñó un ojo,
bebiendo su vino. —Creo saber quién es —dijo
Coraline, causando que todos nosotros siguiéramos
su mirada a Vance que estaba en medio de darle un
discurso a su hijo. Echó un vistazo a su teléfono por
un momento antes de continuar. —… esta es la
razón por la que me gustaría dar la bienvenida a mi
hija Saige Valero a la familia. Puede que ella y mi
hijo nos hagan sentir orgullosos. Todo el mundo
aplaudió ruidosamente. Cuando Vance le dio el
micrófono a Jane (creo que ese era su nombre), la
criada de honor de Saige, fue a contestar su
teléfono. Lamentablemente, ya era demasiado
tarde, ya que Alfonso y yo pudimos ver que la mujer
se había desmayado, probablemente por el humo.
Alejando su teléfono, Alfonso tomó mi mano y la
besó mientras miramos a Vance escuchar sus
mensajes. Estaba de espaldas a nosotros, pero
cuando colgó después de hacer otra llamada, se giró
hacia nosotros, sus ojos abiertos y mortales. Toda la
“emoción” que sintió de la boda se fue, y lo único
que quedó fue el monstruo que era. Pareció que
apretó el teléfono con tanta fuerza que la pantalla
se agrietó. Alfonso sonrió y le dio una breve
inclinación de cabeza como si fueran amigos. —
¿Crees que está enojado? —Uno sólo lo puede
esperar, amor. —De verdad entretenido. —Sedric
sonrió, recostándose en su silla. —Eso sólo fue lo
primero padre. —Alfonso sonrió, y yo no podía
esperar por el postre. 258 LIAM No tengo el hábito
de fumar. Sin embargo, esta maldita boda duraba
demasiado tiempo. Amory ahora era plenamente
consciente que mi esposa era de esa manera. La
tensión entre nosotros, ya que fingimos que no
éramos más que invitados, hervía bajo la superficie.
Incluso la forma en que Saige cortaba la carne, era
tan raro que pareció que estaba chorreando la
sangre, pareciendo que nos enfrentaba. Ella miró a
Any con tanto odio que incluso Olivia tuvo que
apartar la mirada. Mi Any sonrió como si no se diera
cuenta. Sin embargo yo sabía que lo hacía. El
chasquido debajo de la mesa mientras cargó su
arma con una mano era la prueba. Así que tomé un
pequeño descanso para fumar en la cabina del baño
como si todavía estuviera en la escuela secundaria.
Neal y Declan habían seguido mi modelo hasta el
punto que mi madre los encontró y les partió el culo
tan mal que no podían sentarse. Esa fue la última
vez que cualquiera de ellos fumó. Yo, por otra parte,
nunca había sido atrapado. ¿Tal vez Any podría
quitarme el hábito? —¿Has visto a la perra de
Callahan? —Una voz gritó desde el otro lado de la
cabina. —¿La mujer italiana de blanco? —Otro
contestó, y sentí que me congelaba. —Lo que daría
por follar su apretado coño. La montaría tan fuerte
hasta que se rompiera como la buena putita que es.
Entonces… —No pudo terminar por el simple hecho
que salí de la cabina y le di un balazo en la nuca de
su amigo. Su cuerpo cayó sobre el urinario que
estaba meando. El hombre a su lado (quien se
atrevió a llamar a mi esposa puta) estaba con los
pantalones bajos en estado de shock. Lo conocía.
Era el padrino de Amory, Alex. Se giró hacía mí,
abriendo la boca para hablar, pero me tomé la
libertad de agarrarlo por el cabello y aplastar su
cabeza contra el mármol del urinario. —¡Esa chica
italiana es mi maldita esposa! —grité, usando su
cabeza como un martillo contra la pared—. No
hablas de ella cuando estas meando. —Golpe. —No
hablas de ella, nunca. No la llames de cualquier
manera si no es Señora Callahan. —Golpe. —Y
seguro como la mierda que no hables de ella con tu
maldita mano en tu polla. —Golpe, golpe, golpe.
259 Soltando su cabeza, que estaba cubierta de
sangre y masa cerebral, vi como su cuerpo cayó al
suelo. Lo más probable es que murió en los dos
primeros golpes contra la pared, pero todo lo que
pude ver era rojo. Quería que su cabeza se
desprendiera de sus hombros. Suspirando, me giré
al espejo para arreglar mi traje cubierto de sangre.
Con un gemido, metí la mano en la chaqueta y
saqué mi teléfono. —Eric, necesito un traje nuevo
tan rápido como sea posible —le dije mientras
lavaba la sangre de mis manos. Mirando hacia
abajo, me di cuenta que la sangre se esparcía en el
piso de mármol y en mis putos zapatos—.
Maldición. También tráeme unos zapatos nuevos. —
Colgando, me sequé las manos y me quedé mirando
los cuerpos a mí alrededor, justo cuando otro tonto
entró. Se quedó inmóvil, primero mirando la sangre
y después a mí—. Problemas de ira —le dije
alcanzando mi arma—. Entra a mi oficina. —Intentó
darse la vuelta y correr pero le disparé justo en la
columna vertebral y sus piernas cedieron—. ¿Creo
que no vas a ninguna parte, eh? —le pregunté antes
de poner un agujero en su cara. De nuevo, la sangre
salpicó mis manos y no lo pude evitar, gemí otra vez
—. ¿Ves lo que me hiciste hacer? —le pregunté al
hombre muerto antes de cerrar la puerta y lavarme
las manos. Las peores cosas pasan cuando fumas.
Pero gracias a Dios por los silenciadores, me dije.
260 ANAHI Cuando Alfonso se sentó de nuevo, me
besó la mejilla. Lo miré rápidamente y algo no me
pareció correcto. —¿Te cambiaste? —Parecía el
mismo traje, pero más fresco, como si no lo hubiera
llevado todo el día. —¿Por qué iba hacer eso? —me
preguntó, pero había un brillo en sus ojos. —No
juegues conmigo. Él sonrió, besándome otra vez y
susurrando: —Más tarde, amor. —¿Entonces qué
será lo próximo en el menú? —preguntó Sedric
mientras se limpió las comisuras de su boca. Evelyn
lo golpeó en el pecho. —¿Ya te vas a controlar? Eres
como un niño en Disneyland. —El sangriento país de
las maravillas, en realidad. —Alfonso sonrió. No
estaba segura de qué significaba eso, pero Sedric lo
hacía, y supongo que eso era todo lo que
importaba. —Alfonso y yo tenemos que saludar
antes de que haya más emociones. —Sonreí
mientras que Alfonso y yo nos parábamos. Saige y
Amory tuvieron que tener la misma idea porque
caminaron directo a nosotros. Nos reunimos con
ellos en medio del salón. —Sr. Y Sra. Valero,
felicitaciones. Tuvieron una hermosa boda. —Sonreí
estirando mi mano hacía Saige. —Gracias, Sra.
Callahan. —Saige revolvió la sonrisa, sacudiendo mi
mano— . Y felicitaciones a ti por vestir de blanco sin
importarte lo que la gente piensa de ti. —La opinión
familiar es todo lo que me importa. —Lo cual era
una mentira porque sólo contaba mi opinión, y en
ocasiones me importaba la de Alfonso. —Sí,
nuestras condolecías por lo de tu padre. —Amory se
mordió el labio y me miró con lujuria en sus ojos. Se
acercó a darme la mano, pero Alfonso le agarró su
mano y la sacudió. —Soy bastante posesivo —le dijo
—. Siento lo de tu mejor hombre. 261 Lo miré
confundida por un momento antes de que Amory y
Saige recorrieran la habitación rápidamente. —
¿Qué hiciste? —Muchas gracias por la agradable
velada. Sin embargo, Alfonso y yo no somos a
prueba de fuego —interrumpí y Saige se giró hacía
mí, confundido una vez más. —¿Qué? —¡Fuego! —
gritó alguien detrás de nosotros y por supuesto, las
llamas empezaron a surgir por encima de nosotros.
—Qué pena, deben tratar de salvar sus regalos. El
más grande por lo general es una licuadora. —
Sonrió Alfonso. La sala estalló en pánico. Las
personas parecieron animales tratando de salir.
Algunos se tropezaron, empujaron y tiraron del uno
al otro para llegar a las puertas. —¡Quieres guerra!
¡Te voy a dar una jodida guerra! —Amory rugió
entre nosotros. —Siempre ha habido guerra. No
llores porque estás perdiendo. —Sonrió Alfonso. —
¡Los voy a jodidamente matar! —Saige nos gritó. —
Estamos deseando ver que lo intentes. —Sonreí—.
Por cierto mentí, tu vestido es horrible y esta boda...
es tan asquerosa que ni un ciego podría soportarlo.
—Tú pequeña perr…. —¡Señora nos tenemos que ir!
—Un guardia de ellos gritó mientras la empujaba.
Alfonso y yo miramos alrededor cuando el fuego se
propagó. —¿Se han vuelto locos? —gritó Olivia
sobre el caos de la sala. De muchas personas, y de
algunas puertas. —¡Alfonso! —Evelyn y Coraline
gritaban mientras Sedric se veía en la gloría. Él sabía
que no seríamos tan estúpidos para atraparnos
nosotros mismos. —Basta —Alfonso les espetó y vi
de nuevo las llamas en sus ojos. Me excitó. No lo
podía negar. Tomando mi mano, les hizo una señal
para que nos siguiera. Todo el mundo estaba tan
ocupado tratando de correr a la puerta principal
que ni siquiera nos notaron. Alfonso abrió una
pequeña parte de la pared que tuvimos que
descubrir antes de la boda. 262 En el momento en
que se abrió, Declan y Neal entraron. Coraline y
Olivia ambas corriendo en los brazos de sus
maridos, y tuve la tentación de rodar los ojos. Los
llamamos justo a tiempo para sacar esto adelante.
—Vamos. Los hombres… los hombres Callahan… se
aseguraron que las chicas entraran primero a través
del túnel, sin embargo yo esperé en la puerta por
Alfonso. Fue el último en salir, y mientras cerramos
la puerta, nos encontramos con los ojos de Vance,
mientras sus hombres trataron de alejarlo. Le sonreí
antes de darle el dedo medio mientras Alfonso
cerró la puerta por completo. Girándose hacía mí,
sonrió. —Que madura. —Estás celoso porque no lo
hiciste. —Sonreí mientras caminamos a través del
túnel. —La próxima vez, realmente espero que no
muera. —Puso mala cara mirando hacia atrás
cuando llegamos al lago. Había un barco
esperándonos. —No, no va a morir. Tiene un culo
demasiado grande para morir. —Sonreí mientras me
ayudó a subir al barco. —Juro que ustedes dos son
pirómanos. —Declan se rió mientas nos dio una
copa de champán. Mirando hacia atrás, a la
mansión, no podía negarlo. —¿A dónde hermanita?
—gritó Neal desde el volante. Olivia lo abrazó
mientras nos movimos más y más lejos de la casa.
—A la ciudad —Alfonso y yo dijimos al mismo
tiempo. Todo el mundo se concentró en sus propias
conversaciones dándome tiempo con Alfonso. —Es
tarde. Él rodó los ojos. —Hubo un pequeño
contratiempo en el baño. Hubo un poco de
problemas y maté a dos… tres hombres y me tuve
que cambiar. Nada importante. —Es necesario que
controles tu temperamento. —Me incliné para
besarlo. —Uno de estos días lo haré… tal vez. —Me
devolvió el beso. Un día de puta madre. 263 25
Traducido por Blonchick Corregido por Caile "Mi
marido y yo nunca hemos considerado el divorcio. El
asesinato a veces, pero nunca el divorcio. " ~ Joyce
Brothers OLIVIA —¿Así que estás de acuerdo con lo
que acaba de suceder? —Ni siquiera estaba segura
de por dónde empezar. Neal no respondió, pero
comenzó a cambiarse el esmoquin. —¡Neal! —¡Qué
Olivia, qué! —gritó, arrojando su corbata a la cama.
—¡No me digas “qué”! Acabamos de prender fuego
una mansión… —Tú no hiciste esa mierda. Anahi y
Alfonso lo hicieron —me interrumpió mientras
entraba al armario. —Exactamente, ¡y estuvo mal!
¿Cuántas personas murieron? —Él estaba actuando
como si no le importara. Pero esto tenía que
haberle molestado. Estaba tan enojada que quería
matarlos a todos. Me miró como si estuviera loca.
—Es el trabajo, Olivia. Me importa un carajo quien
murió. No me pagan para que me importe. Esta
familia es todo lo que me importa, y sabes eso, así
que ahórrame esa porquería sobre los inocentes.
264 Cruzando los brazos sobre el pecho, lo fulminé
con la mirada y me mordí la lengua para detenerme
de decir lo que en realidad quería decir. —¡Ellos son
imprudentes e insensibles, lo cual no es una buena
combinación! ¡No tienen idea de lo que están
haciendo! ¡Ustedes venden drogas! ¡No son
asesinos! ¿Cuántos años tiene Anahi? ¿Veinticuatro,
veinticinco? ¡Ella camina como si fuera dueña del
maldito mundo! —La odiaba mucho. —¡Porque lo
es! —espetó, saliendo a zancadas del armario y en
mi cara. —No, no lo es, y tampoco lo es Alfonso. ¡Ni
siquiera debería ser Ceann na Conairte! Tú deberías
serlo. ¡Todo esto está jodido! Te tratan como si
fueras un maldito perro. Todos nos tratan como si
fuéramos sus putas mascotas. ¡Ella te disparó dos
veces! ¡Y cada vez los defiendes! Eres el más
grande. Eres el más fuerte. ¡Deberías ser Ceann na
Conairte! —Ya, lo dije. Sacudió la cabeza y suspiró
antes de sentarse en la cama. Caí de rodillas en
frente de él y besé sus manos. —Siempre le has
permitido a Alfonso controlarte en el pasado. Ahora
su esposa está haciendo lo mismo, y ella ni
siquiera… —Basta, Olivia —respondió tan fríamente
que me estremecí—. ¿Quieres divorciarte? Mi
mandíbula se abrió mientras lo miraba fijamente. —
Neal no puedes... ¿Qué? No, no quiero el maldito
divorcio. Me puse de pie mientras me miraba
fijamente. Se puso de pie, caminó a mi armario y
empezó a sacar mis cosas. —Neal, por los siete
infiernos ¿qué estás haciendo? ¡No quiero el
divorcio! — grité de nuevo tratando de detenerlo.
—Esa es la única manera en la que sé cómo
protegerte. Podríamos divorciarnos, tendrías que
conseguir una nueva identidad, y te dejaría
suficiente dinero así no tendrías que preocuparte.
Una vez que Anahi y Alfonso se enteren, lo más
probable es que te maten. ¿Hablas francés cierto?
Francia podría estar bien para ti, las compras, la… —
¡Cállate imbécil! Tenemos votos. No me voy a
divorciar. Preferiría hacer que me maten. —Sus
palabras me dolieron, y traté de luchar contra las
lágrimas que se estaban acumulando en mis ojos,
cuando él me jaló y me besó con fuerza, pero fue
sólo cuando se apartó de mis labios que finalmente
me miró de verdad. 265 Me besó en la frente y
permanecí en su abrazo. Amaba sus brazos. Me
sentía protegida, amada y especial. —Te amo,
Olivia, realmente lo hago —susurró—. Pero amo
más a mi familia. Si todo se reduce a Anahi, Alfonso
y esta familia, tengo que elegirlos. Está en mi sangre
elegirlos. Te quiero a mi lado, pero necesitas
entender que somos una familia y somos peones.
Anahi y Alfonso mandan, lo cual significa que
cuando ellos llaman, tú contestas. Te dicen que
saltes y tú tratas de alcanzar el cielo. —Neal… Se
echó hacia atrás para que pudiera mirarlo a los ojos
—No. Escúchame Olivia. Sólo porque soy el
primogénito eso no me da ningún derecho a ser
Ceann na Conairte. No quiero ser Ceann na
Conairte. Anahi y Alfonso nacieron en el lado oscuro
de la luna. Ellos disfrutan de esta vida. Observan a la
gente quemarse en sus camas. Cuando no están
haciendo eso, se están asegurando de que las
agujas permanezcan en los brazos de las personas y
la cocaína en sus narices. Eso es lo que hacen todo
el tiempo. Es lo que tú haces cuando eres el Ceann
na Conairte. Vi a nuestro padre medio enloquecer a
causa de lo que se vio obligado a hacer. He visto a
mi madre meterse en el cemento sólo para poder
estar al lado de él y no romperse. Ella no siempre
fue tan dura. Esta vida nos cambia. Nos obliga a
convertirnos a sangre fría y a no cuidar a nadie más
que a la familia. Me las arreglo siendo un ayudante
porque no quiero caminar tan profundamente en la
oscuridad. No quiero que caminemos tan
profundamente en la oscuridad. —Entonces, ¿qué
se supone que debo hacer? —siseé, escapándome
de sus manos—. ¿Inclinarme a ellos como si fueran
Rey y Reina? Miró la ropa en el suelo y luego a mí.
—Tienes tres opciones: inclinarte, esconderte o
morir Olivia. Así que sí, te inclinarás y besarás el
anillo como todos lo hacemos. Saltarás cuando ellos
lo pidan, vendrás cuando te llamen, y cualquier otra
cosa. O, puedes empacar para el momento en que
yo vuelva. Pasó junto a mí hacia la puerta antes de
girarse de nuevo. —Sabía cuándo te casaste
conmigo que amabas la idea de poder tanto como a
mí. Sabía que querías todas las cosas que venían
con ser un Callahan. He tratado de dártelo todo,
pero tienes que entender Olivia, no eres la reina,
eres la princesa. Siempre serás la princesa. Tal vez
puedes usar una tiara, pero nunca será tan grande o
tan brillante como la de Anahi. Espero que me ames
lo suficiente para ser sólo una Princesa. 266 —
Neal… —Cerró la puerta. —Te amo —susurré.
Cayendo de rodillas, recogí mis cosas y las puse de
nuevo en el armario. Trazando el tatuaje en mi
muñeca, suspiré. Él tenía razón. Me encantaba la
idea de poder cuando nos casamos. Estaba tan
emocionada de casarme con un Callahan, y que
fuera Neal Callahan. Pensé que todo mi dolor se iría.
Pero en el fondo de mi mente, todavía podía oír su
voz a veces. Era como esta parte interminable de mí
que no desaparecería. No importa cuántas veces
intenté alejarlo de mí, él aún estaba allí. Me casé
con Neal por muchas razones. En primer lugar,
porque realmente lo amaba, y segundo, porque
sabía que él no se atrevería a venir tras de mí, como
una Callahan. Pensé que podría tenerlo todo, fama,
marido y protección. Neal pensó que era su culpa
que no pudiéramos tener hijos, pero la verdad es
que era mi culpa. Fue a causa de lo que ese
monstruo y sus amigos me hicieron. Me rompieron.
Incluso después de todo este tiempo, aún no podía
hablar de ello. Me sentí asqueada conmigo misma,
y al principio pensé que Neal también lo estaría. Lo
sabía mejor ahora. Sabía que me amaba, que es por
lo que sabía que iba a casarlo. No sabía si estaba
lista para enfrentar a esa oscuridad todavía. Anahi
había tomado el asiento que yo quería, pero yo
tenía a Neal. Todavía la odiaba, pero tenía a Neal y
tampoco estaba dispuesta a perderlo. Así que me
inclinaría y besaría el maldito anillo. 267 26 “La
verdad saldrá a la vista; el asesinato no puede
ocultarse por mucho tiempo.” ~ William
Shakespeare Traducido SOS por Sitahiri Corregido
por Caile ANAHI —Te odio —siseé de nuevo
mientras comía mi tostada francesa. Alfonso puso
los ojos en blanco, dándole vuelta a los archivos
frente a él. —Estamos en público, cariño. —Todos
pueden joderse a sí mismos con estos desafilados
cuchillos, me importa un carajo. —Eché un vistazo
alrededor de su restaurante favorito, para encontrar
al menos diez pares de ojos mirándonos fijamente
como si fuéramos algo así como estrellas de cine.
Bueno, éramos algo así como estrellas, pero seguía
siendo condenadamente molesto. —Cuidado, tal
vez dejen de verte como la predilecta de América.
—Sonrío con suficiencia, bebiendo su café con
desdén. Sabía que preferiría brandy y ahora mismo,
yo también. —Pueden tener a su falsa predilecta
después de que botemos los cuerpos de Amory y
Saige en uno de los Grandes Lagos —dije en
irlandés. —Paciencia, amor. 268 Apretando el
cuchillo en mis manos, sentí mis fosas nasales
ensancharse. —Al demonio con la paciencia. Han
pasado cuatro meses desde su boda. Desde
entonces, han quemado la mitad de nuestros
plantíos en México, matado a siete de nuestros
hombres en Italia, y cortado el treinta por ciento de
nuestra hierba en el este. La que deberías saber que
nos cuesta cerca de cien millones cada semana.
Quiero sus cabezas en una estaca, y lo quiero ayer.
Pero de algún modo, me convenciste de esperar.
¡Así que jódete, que se jodan ellos y que se joda
este maldito sombrero que tengo que usar! Quería
quitarme el enorme sombrero amarillo para el sol y
lanzárselo, pero eso atraería demasiada atención
hacia mí. Pellizcándome el puente de la nariz, traté
de respirar. Los pasados cuatro meses habían sido
una guerra sin cuartel. Los Valero venían por
nosotros con todo lo que tenían. Lo esperábamos
así. Sin embargo, con los policías ahora
observándonos más que nunca, nuestras acciones
eran limitadas. Los Valero probablemente estaban
detrás de eso también, pero ahora mismo, estaba
lista para bombardear la estación de policía, matar a
los Valero, y seguir adelante. Pero en su lugar,
estaba en un estúpido restaurante de cinco
estrellas, atendiendo a las jodidas verdaderas
esposas de Chicago por una mierda de organización
benéfica. —Primero, eso es un montón de malas
palabras. Segundo, tu sombrero es bonito. —Sonrió
con suficiencia mientras yo lo fulminaba con la
mirada—. Y encontraremos una oportunidad
pronto. Sin embargo, ahora mismo nos apegaremos
al plan que elaboramos anoche. —Estaba eufórica
por el sexo y no podía pensar con claridad —espeté,
bebiendo la patética excusa de té que me
ofrecieron. —Pero ahí es donde son creados todos
nuestros planes maestros. —¿En serio? ¿No es ahí
en donde se te ocurrió meter más heroína a
Boston? Ahora el alcalde está involucrado. Se
recargó en su silla sin ninguna preocupación. —Eso
es sólo porque la idiota de su hija fue y sufrió una
sobredosis. Está ocupado culpando a los traficantes
como si nosotros hubiéramos sostenido la aguja en
su brazo. Aparentemente su mala crianza es nuestra
culpa. Alcalde o no, fue una buena idea. La
demanda está creciendo. 269 —Alfonso —suspiré,
pellizcándome el puente de la nariz—. Si seguimos
así, no vamos a dar abasto. No podemos pelear
Chicago y Boston con Valero todavía jodiéndonos. El
alcalde va a estar doblando sus esfuerzos para
rastrearlo. —Bien —siseó, inclinándose—.
Permanecemos neutrales por ahora. Tenemos un
cargamento llegando en la noche que desviaré y
guardaré. Pero en el momento en que los Valero
estén fuera, vamos a darle de lleno. —Hecho.
Mientras tanto, podemos subir la hierba. La mierda
es casi legal de todos modos, y ambas costas son
adictas. —La hierba era tan buena como el oro
ahora. Vendíamos a farmacias médicas donde era
legal, y a pequeñas pandillas callejeras en donde no
la era. —Entonces está acordado… —Hizo una pausa
haciéndome mirar a la puerta por donde el jodido
Comisionado Andrew Patterson estaba viniendo
hacia nosotros. —¿A quién llamas cuando es la
policía quién te está acosando? —suspiré,
echándole un vistazo a Alfonso, que fulminó con la
mirada al hombre acercándose. —A nosotros. El
Comisionado Andrew jodido Patterson puso dos
placas plateadas en la mesa, haciendo que Alfonso y
yo compartiéramos una rápida mirada. —Brillante.
—Se río disimuladamente Alfonso, tomando un
sorbo de su café—. ¿Hay un motivo por el que está
poniendo esa porquería en mi mesa? Patterson se
veía como si hubiera envejecido al menos diez años
en los últimos cuatro meses. —Los oficiales que tus
hombres mataron hoy, acababan de salir de la
academia. —Debería tener cuidado acerca de lo que
acusa a las personas, Comisionado —siseé, echando
un vistazo alrededor de la habitación una vez más.
Nadie podía escucharnos, pero él estaba siendo
condenadamente estúpido. —Incluso asesinaron a
sus familias, ¿no es verdad? —Se rió amargamente,
ignorándome por completo. —Comisionado… 270
—¡Ahora una niña de seis años no tiene familia,
gracias a ustedes! ¡Sé que ustedes son los que están
detrás de Pope y Jeffry! ¡Ustedes están enfermos!
¡Arderán en el infierno! —¡Comisionado! ¿Ha
perdido la cabeza? —gritó Alfonso, parándose
cuando dos guardias se acercaban a nosotros. —¡Tal
vez sí! —gritó el hombre cuando los guardias lo
retuvieron—. ¡Pero no van a permanecer intocables
para siempre! Un día, alguien va a hacerlos pagar
por sus crímenes. —¡Saquen a este hombre de aquí,
está alterando a mi esposa! —gritó Alfonso
mientras los guardias lo apartaban. ¿Alterándome?
Al diablo con eso, esta mierda era muy divertida,
pero podía hacer el papel de damisela en apuros.
Supongo. —¡Los jodidos Callahans no estarán en el
poder para siempre! ¡Sólo esperen, alguien se las va
a cobrar por diez, y voy a reírme, monstruos! —dijo,
como si el bufón hubiera comido hongos
alucinógenos. —¡Sáquenlo de aquí! —rugió Alfonso
de nuevo, mientras yo ponía una mano en mi
corazón como una buena damisela en apuros.
Cuando se fue, el gerente corrió hacia nosotros,
inclinándose tan bajo que pensarías que estaba
tratando de besar la polla de Alfonso… cielos.
¿Desde cuándo vivíamos en Japón? —Lo siento
mucho, Sr. Callahan, por favor… —No hay problema.
Por favor, sólo mantengan a ese hombre lejos de
nuestra familia —dijo Alfonso antes de sentarse de
nuevo. Esperó a que la habitación regresara al
orden antes de mirarme fijamente con ojos duros.
—¿Fuiste tú quién lo ordenó? —me preguntó en
irlandés. —Sí —respondí, insegura del por qué se
veía como si fuera yo a quién quisiera matar. Se
pellizcó el puente de la nariz. —Dejaste viva a la
niña. 271 Sentándome más derecha, lo fulminé con
la mirada. —No estaba en casa, y no iba a cazarla.
Tiene seis jodidos años. —Entonces, deberías haber
esperado a que estuviera en casa —siseó,
moviéndose al borde de su silla—. No me importa si
tenía seis o veintiséis. Ella es familia de él y por lo
tanto debería estar muerta… —Lo haces parecer
como si esa única niña tuviera algún poder —le
espeté en respuesta. Necesitaba calmarse antes de
que lo apuñalara aquí y ahora. Me miró fijamente
como si yo hubiera perdido la cabeza. —Es la hija de
un policía, una sangre azul. Ahora no es una
amenaza, pero ¿qué tal dentro de veinte años
cuando salga de la academia? Va a ser como un
sabueso buscando venganza. Los niños crecen, y a
menos que sepas algo que yo no sepa, vamos a
andar por aquí dentro de veinte años. No voy a
tener el pasado mordiéndonos el trasero. Después
de todo, mírate. Tú tuviste seis una vez, y lo que te
pasó después te cambió la vida para siempre. Tú
eres la última persona a la que creí que tuviera que
explicarle alguna vez quiénes somos o lo que
hacemos. Se paró y me besó en el costado de la
mejilla ásperamente para aquellos que pudieran
estar observándonos todavía, antes de susurrar en
irlandés: —Quédate aquí, ha llegado mi madre. Yo
me ocuparé de ello. Se escuchaba decepcionado de
mí. ¿Quién se creía que era este perro cabrón?
¿Acababa de sentarme? Yo era la jodida Jefa, y tan
seguro como el infierno no tomaba órdenes.
Coraline, Olivia y Evelyn entraron con un grupo
entero de otras mujeres de la organización benéfica
antes de que pudiera golpearle la cabeza. Cada una
de ellas sonrió y se rió como si estuvieran
respirando una clase diferente de aire. —Señoras,
¿mi hijo menor no es guapo? —dijo Evelyn, dándole
un gran abrazo a Alfonso. Alfonso se rió pero era su
risa falsa, la que hacía para las multitudes. —El más
guapo, dicen algunos. Todas se rieron de él mientras
yo observaba su piel, preguntándome dónde sería el
mejor lugar para atravesarlo. 272 —El más
arrogante también —sonrío Evelyn. —Tomaré eso
como un cumplido. —Le guiñó un ojo a algunas de
las damas mayores, obligándome a actuar como una
esposa avergonzada y darle un golpe en el pecho.
No estaba de humor para jugar este estúpido juego.
—Nosotros ya hemos desayunado. Cariño, ¿no
tienes negocios de los que encargarte? —Hundí mis
uñas en su piel pero el cabrón ni siquiera parpadeó.
—¿Ya todos desayunaron? —nos preguntó Coraline
mirando a nuestra mesa, mientras los meseros la
limpiaban y añadían una nueva mesa para hacer
espacio. —Lo siento, señoras, sólo Dios sabe cuándo
la veré de nuevo después de que desaparezca con
todas ustedes. Al menos tengo que comenzar mi
mañana con ella. —Alfonso cautivó su camino a los
brazos de las pumas41 . Lo observaron como si
fuera un Dios. Tanto las expresiones faciales de ellas
como las palabras de él me hicieron querer vomitar.
—Amor joven. —Se rió Olivia, haciendo que la
fulminara con la mirada. —Adiós, Alfonso. —Ya ha
comenzado. —Se rió Alfonso, besando mi mano—.
Sé cuándo no soy deseado. Las mujeres emitieron
un sonido de adoración mientras se iba, e hice lo
posible por parecer realmente halagada, pero mi
rostro tan sólo no lo haría. Evelyn, Olivia y Coraline
todas parecieron darse cuenta. Sonriéndoles, me
senté mientras las otras mujeres se sentaban. —
Señoras, bienvenidas a la Décimo Séptima M.F.M.
Anual: Mujeres Fortaleciendo Mujeres —anunció
una vivaz rubia una vez que las señoras estuvieron
sentadas—. Me gustaría agradecerle a la Sra.
Coraline Callahan por una vez más acogernos a
todas nosotras aquí. Muchas gracias por todo lo que
hacen. La miré, pero ella no encontró mi mirada.
Dos pasos adelante, seis pasos atrás, para Cora. 41
Término para referirse a mujeres que buscan una
pareja mucho más joven que ellas. 273 —¿Qué tan
seguido hacen estas reuniones? —le susurré a
Evelyn mientras todos aplaudían. —El primer
sábado de cada mes. Te has perdido unas cuantas —
respondió Olivia antes de que Evelyn pudiera hablar,
y en el momento justo la vivaz rubia se giró hacia
mí. —Por favor, démosle una bienvenida de M.F.M a
nuestro miembro más nuevo, la Sra. Anahi Callahan.
Todas sabemos cómo es ese primer año de
matrimonio. —Se voltearon hacia mí, y me obligué a
sonreír y sonrojarme ante el ejército plástico frente
a mí. —Alégrate de perderte tantas —susurró
Evelyn, haciendo que Olivia y Coraline se rieran
disimuladamente. Llevó un tiempo, pero por fin,
todas las mujeres estuvieron tan inmersas en sus
conversaciones que ya no tenía que forzarme a
poner atención. Tenían que ser las mujeres más
tristes y más desesperadas que había conocido
alguna vez. A ninguna de ellas le importaba la
caridad. Sólo les importaba eclipsarse las unas a las
otras en cuanto a quién tenía más dinero que dar,
sólo para probar lo ricas que eran. Ninguna de ellas
podría estar a la altura de ninguna de las esposas de
un Callahan. Sin embargo, todas querían terminar
en segundo lugar. Así que si tenían que alimentar a
los pueblos hambrientos para que se les tuviera en
alta estima, lo harían. Coraline se movió por
milésima vez desde que se sentó, haciéndome
echarle un vistazo rápidamente. Podía ver todo lo
que había cambiado en ella. Sus brazos y piernas
estaban más tonificadas, y ahora parecía mucho
más alerta y capaz. Incluso se había cortado un poco
más el pelo, pero a pesar de todo eso, seguía
viéndose hermosa, casi del tipo de belleza de una
estrella de cine. —¿Estás lista para trabajar
conmigo, Coraline? —le pregunté suavemente. Sus
ojos se abrieron como platos y sonrío. —¿Lo dices
en serio? —preguntó, porque ella obviamente no
sabía quién era yo. Yo no bromeaba con cosas como
esa. Raramente bromeaba en absoluto, de hecho.
—Adriana dijo que te estás acostumbrando
demasiado a ella. Así que, sí, lo digo en serio. —Sí,
primero tendría que hablar con Declan… 274 —
¿Qué? —Declan —dijo de nuevo frunciendo el ceño
—. Cuando le conté, como que lo tomó a broma, y
no hemos hablado mucho de ello. Pero creo que es
porque él no ve a Adriana como algo de lo que
preocuparse. Tú, por otro lado… —Soy algo de lo
que preocuparse —añadí, poniendo a Declan en mi
lista de los Callahan a los que patearles el trasero—.
¿Has intentado hacerlo escuchar? Me miró como si
estuviera loca. —¿Sí sabe que eres una mujer,
correcto? —Sonreí con suficiencia—. Agarra unas
esposas, ponlo duro, dile lo que quieres decirle, y
después déjalo ahí para que piense en ello. —Nunca
podría hacer eso, Declan estaría tan… —Cachondo,
lo que puedes usar en tu beneficio. Eres una jodida
mujer Callahan. Haz lo que quieras. Si quieres
entrenar conmigo, entrena conmigo, y si a Declan
no le gusta, recuérdale los días cuando todo lo que
tenía era su mano. — Estaba hablando
completamente en serio, a pesar de que Olivia
estaba riéndose a mi lado. Por toda la mejoría que
Coraline estaba disfrutando, me sorprendía que
todavía estuviera escondida tras su caparazón. —
Any, yo no soy como tú… —Nadie es como yo, pero
ese no es el punto —interrumpí, y seguiría
interrumpiendo hasta que encontrara los cojones
para detenerme. —Es sólo que no sé cómo ser ésta
persona fuerte. Declan significa el mundo para mí, y
no quiero lastimarlo o perderlo —susurró, y estuve
tentada a ahogarme en mi sopa. —Si sigues
enfocándote en lo afortunada que eres por tener a
Declan, entonces vas a olvidar lo afortunada que
eres por tenerte a ti. Imagina que eres una princesa
y después exiges ser tratada como una —respondió
Olivia, y estuve un poco confundida. ¿Desde cuándo
estaba en la misma página que la muñeca inflable?
—Todos mis hijos necesitan ser golpeados en la
cabeza de vez en cuando. — Evelyn esbozó una de
sus maternales sonrisas. 275 —O dispararles. —
Sonreí, haciendo que Evelyn me fulminara con la
mirada, y yo sencillamente me encogí de hombros,
era cierto. Las balas hablaban más fuerte que las
palabras. —Anahi, ¿te importa si hablamos en
privado? —me preguntó Olivia, extrañamente
educada. Le eché un vistazo a Coraline y Evelyn que
parecía igualmente sorprendida. Asintiendo, me
paré, esperando que ella me siguiera mientras me
dirigía al baño de mujeres. Quitándome el estúpido
sombrero, lo puse en la encimera antes de
voltearme hacia ella. —Habla. —Quería disculparme
por mi hostilidad y por ser… —¿Una perra grosera e
inmadura? —inquirí, cruzando las manos. Sus ojos
me miraron entrecerrados, y parecía como si
estuviera haciendo lo posible por morderse la
lengua. —Sí, por eso, también. —No voy a aceptar
tu disculpa hasta que sepa por qué la estaás
ofreciendo. —Me volteé hacia el espejo de nuevo,
tratando de arreglar mi cabello. —¿Por qué eso es
lo que hacen las personas maduras? Nos
disculpamos cuando estamos equivocados —espetó
antes de respirar hondo. —Bueno, yo digo que es
una mentira —sonreí—. Verás, cuando la gente se
disculpa y lo dice en serio, no necesitan privacidad.
Así que estoy suponiendo que Neal te incitó a esto.
¿Qué dijo para hacer que lo intentaras y te
humillaras? —Él… —No me mientas, Olivia. Soy
mucho mejor que tú en eso, y no tengo problema
en partirte la cabeza contra este espejo. Puedes dar
un paseo a West Ridge y preguntarle a Natasha si no
me crees. —No podría matarla, pero odiaba a los
mentirosos y dejaría eso claro. Me miró con los ojos
abiertos de par en par y asintió. 276 —Bien. Hace
unos meses, Neal y yo hablamos de ello. He estado
tratando de apartarme de tu camino, pero sé que
vamos a tener que hablar alguna vez. Yo sólo… Neal
quiere que haga las paces. Amo a Neal, así que lo
haré. —¿Qué pasa con todas ustedes y eso de ceder
ante lo que quieren sus esposos? —Ellas de verdad
eran esposas de Stepford42 . —Se llama amor,
Anahi —me espetó una vez más—. Cuando amas a
alguien, todo lo que quieres es que sean felices. Eso
no te hace débil, y no te hace una idiota. Alfonso
está completamente enamorado de ti, moriría por
ti, y aun así, tú te encoges al pensar en eso. Coraline
y yo no somos G.I. Joe, y no podemos caminar en el
lado oscuro de la luna y regresar bien. Pero al
menos ninguna de nosotras tiene miedo del amor.
Así que me estoy disculpando una vez más. Tengo
que ir a casa con mi esposo, tener sexo increíble y
verlo sonreír. No dijo nada más antes de salir.
Cuando lo hizo, me di la vuelta hacia el espejo y me
quedé viéndome a mí misma. Recordaba una época
cuando mi vida era mucho más fácil. 42 Stepfor:
Novela escrita por Ira Levin, autor del Bebé de
Rosemary. Más conocida por su adaptación al cine,
conocida en Hispanoamérica como "Las Mujeres
Perfectas" protagonizada por Nicole Kidman y
Matthew Broderick. 277 LIAM La mayoría de la
gente, mucha gente, estaría indignada con lo que
hice esta noche. Me llamarían monstruo, me dirían
que soy desalmado y cruel. Pero ninguno de ellos
sabe la vida que vivo o caminan por las mismas
tenuemente iluminadas calles que yo. Yo era la
cabeza de la familia. Yo era el Ceann na Conairte. Lo
que quería decir, era que recaía en mis hombros el
proteger a esta familia de molestias pasadas,
presentes y futuras. Todo lo que tenía que hacer era
ver una vieja película de la mafia para ver cómo un
cabo suelto hacía caer a algunos de los más grandes
imperios que haya habido. Regla Dos: Sin
prisioneros y no tengas remordimientos por ello.
Todo aquel que capturamos, o bien lo matábamos o
se unía a nuestro bando y se usaba para recopilar
información. Pero después de que obteníamos lo
que necesitamos, eran asesinados de todos modos.
Cualquier hombre que puede volteársele a su jefe
una vez, puede hacerlo de nuevo. Lo que hacía
exitosos a los Callahan, era que habíamos
evolucionado más allá de los errores que habían
derribado a otros grandes. No le éramos infieles a
nuestras esposas, y no usábamos nada de la heroína
o las drogas que vendíamos. El mundo de la mafia
sólo era conocido por esas dos cosas. Sin embargo,
también era lo primero que los hacía caer. Todos
permanecían limpios, incluso los hombres más
cercanos a nosotros. Los hombres de nuestra familia
habían trabajado muy duro para convertirse en lo
que eran hoy para que algún adicto se chivara con la
policía para salvar su pellejo. Las esposas eran la
clave, porque si las tratabas bien, vivirían y morirían
por ti. No tenía remordimientos por lo que hice. No
mataba porque fuera un enfermo y retorcido hijo de
puta. Todo era por la mejora de la familia.
Suspirando, toqué el piano. Regresé tarde y no
sentía deseos de lidiar con Any o cualquier otro si
vamos al caso. Creí que ella entendía, pero ella sólo
lo ignoró como si no fuera nada. Estaba demasiado
enfocada en Amory y Saige. Sí, ellos era un enorme
problema, pero necesitábamos cubrir todas
nuestras bases. A Vance le encantaría si nos
colgábamos nosotros mismos. Él estaba tratando de
separarnos por todo el globo. Entre más áreas por
cubrir, más margen para errores. Yo sólo necesitaba
encontrar una grieta. 278 —Vas a desgastar las
teclas —dijo mi esposa detrás de mí, pero no me
pude obligar a mirarla. Sabía que cualquier cosa que
estuviera usando esta noche me dejaría
embelesado… al diablo con eso… me dejaría
hambriento de ella. Sólo seguí tocando. Ni siquiera
estaba seguro de lo que era. Sólo toqué. Sin
embargo, con cada paso que ella daba, podía
sentirla como una ola de calidez detrás de mí. Supe
cuando su mano estaba justo encima de mi cabeza,
y me incliné hacia ella sin pensarlo. Ella pasó sus
dedos por mi cabello antes de poner un pie en el
asiento a mi lado. De ahí, trepó al frente del piano,
poniendo sus piernas a cada lado mío y
obligándome a tocar mientras la veía fijamente.
Joder. —Any… —¿Me amas? —susurró, mirándome
directamente a los ojos. Me congelé. ¿Qué podría
decir a eso? Si mentía, lo sabría. Si le decía la
verdad, me apartaría. Así que sólo toqué. Se deslizó
hacia abajo, las teclas repiqueteando cuando las
golpeó, hasta que estuvo en mi regazo. Besándome,
envolvió las piernas alrededor de mi cintura. —¿Me
amas? —Sí, te amo. No tienes que decírmelo a mí.
Puedo esperar. Respiró hondo y dejó caer la cabeza.
—Any, lo digo en serio, no tienes que decírmelo
ahora. Puedo esperar. —Traté de levantar su
barbilla, pero ella apartó su cabeza de mi mano
rápidamente. —Any… —No soy buena en el amor —
susurró. —Lo sé, es por eso que estaba esperando.
—Acaricié sus muslos, no por algo sexual, sino para
que pudiera sentirme y supiera que estaba aquí
sosteniéndola. Se pasó la mano por el cabello y
suspiró. —He estado trabajando en ello. —Eso lo sé
también. —Día a día he mirado mientras ha pelado
capas de sí misma para que la vea. 279
Levantándose de mi regazo, caminó a la ventana, y
eché de menos su calidez. —Siempre he sido la
fuerte, Alfonso. Soy buena en ser la fuerte. No
quiero que nadie nunca me vea como débil o… —No
hay una persona viva que de verdad te conozca que
no te tema o crea que eres débil —susurré,
poniéndome detrás de ella—. ¿Qué te pasa? —¿Y si
estuviera embarazada? —Se giró rápidamente hacia
mí—. Nadie ve a una mujer embarazada y pensar:
“Mierda, esta mujer podría matarme con sólo sus
manos”. Todo lo que ven es… esta incubadora que
come mucho y camina como un pingüino. Me reí. —
Diría que como un pato, pero un pingüino funciona.
Me golpeó el brazo con fuerza, y me reí aún más.
Ella siempre me hacía reír verdaderamente. —
Cariño, todavía tenemos un rato antes de que estés
caminando como alguna cosa. —Sí, un poco menos
de siete meses. —Frunció el ceño, levantando su
blusa para que yo viera la pequeña protuberancia
que era casi imperceptible. La había visto desnuda
tantas veces que podía saberlo. Sentí que las
palabras dejaban mi garganta mientras me quedaba
boquiabierto. Mi mano fue a su estómago antes de
encontrar su mirada. Cada vez que intentaba formar
una palabra, se perdía para cuando abría la boca de
nuevo. —Estás embarazada —susurré. Asintió. —
Diez semanas. Mis piernas cedieron debajo de mí, y
me encontré a mí mismo de rodillas, mi cabeza en
su estómago. No pude escuchar nada, pero me sentí
tan humilde, enamorado, y contento. Sus manos
encontraron su camino a mi cabello de nuevo
mientras besaba su estómago. 280 —Yo también te
amo, Alfonso. Tan sólo no sé si pueda decirlo a
menudo — susurró—. Así que vas a tener que
decírselo un montón a él o ella. Me reí y asentí. Se
agachó frente a mí, y tomé los costados de su cara.
—Mierda, estoy jodidamente embarazada —
susurró. —Mierda, ciertamente —susurré en
respuesta antes de tomar sus labios. Atrayendo su
cuerpo al mío, la levanté al estilo novia y caminé a la
cama. —¿Sin sexo en el piano? —preguntó en mis
brazos. —No quiero sexo. Quiero hacerte el amor.
Dejándola en el centro de la cama, levantó una ceja
hacia mí. —Eres tan cursi, Alfonso. —Cállate y
disfrútalo. —Si yo iba a morir de algo, iba a ser de
felicidad. Me atrajo a la cama por mi cinturón y se
subió a mi cintura. —No puedes tratarme diferente.
—Como un demonio. —Ahora todo era diferente. —
Alfonso, lo digo en serio. —Me fulminó con la
mirada. Sentándome, la agarré por los costados
para mantenerla en su lugar. —Yo también, estás
embarazada. —Eso no me vuelve una discapacitada
o me convierte en cristal —espetó, y yo me tendría
que preparar para unos cuantos meses de esto.
Pero el pensar en eso sólo trajo una sonrisa a mis
labios. —Anahi, si me dejaras, te envolvería en
plástico de burbujas y me aseguraría de que
estuvieras rodeada de al menos cuatro hombres en
tierra y dos en el maldito cielo. —Y yo usaría las
cabezas de los hijos de puta como tiros al blanco.
Hasta que comience a caminar como un pato o un
pingüino nadie me va a tratar diferente de ninguna
maldita forma. Si lo hacen, los encadenaré a la parte
de atrás de tu estúpido 281 Audi y los despedazaré.
Embarazada o no, sigo siendo la jodida Sangrienta
Anahi —me gritó a la cara. Tenía que haber algo
jodido en mí si la encontraba sexi por amenazar con
matar gente mientras estaba embarazada.
Besándola, me aseguré de dejar una nota mental de
dónde se había quedado nuestra discusión antes de
ponerla sobre su espalda. Pude sentir sus pequeñas
manos desgarrando mi ropa, haciendo lo posible
por quitármela como yo estaba tratando de hacer
con ella. —Dilo de nuevo —susurré, bajando a
besos por su pecho. —¿Qué? —jadeó de placer
cuando llegué a la tierra prometida, la tierra de
leche y miel justo entre sus muslos. —Dime que me
amas. —Besé sus otros labios, antes de poner tres
dedos dentro de ella. No habló mientras aceleraba
mis dedos dentro y fuera de ella. Gimió en voz alta
cuando reduje la velocidad. —Alfonso… —Dímelo —
susurré, moviéndome tan lento que se balanceó
contra mí con la esperanza de obligarme a moverme
más rápido. —¡Te odio! —¿Y? —inquirí, sonriendo
con suficiencia. Me encantaba verla así de salvaje
debido a mí. —Eso es todo. —Sonrió, y mordí
suavemente su muslo. —Quiero beberte toda —
murmuré contra su piel hacia mis dedos—. Quiero
hacer que te corras con mi lengua. Al salirme,
lloriqueó. —Pero ya que de nuevo quieres hacerte
la difícil. —Sonreí, liberando mi palpitante polla de
mis pantalones—. Voy a tener que sacártelo a
folladas. Antes de que pudiera responder, entré en
ella de golpe y su cuerpo se elevó de la cama. 282
—Puto Cristo, Alfonso —siseó de placer, asegurando
sus piernas a mi alrededor. Sin embargo, las separé.
—Esto va a ser todo por mi placer y no el tuyo si no
lo dices, amor. —Sonreí mientras luchaba contra mí,
pero siempre ganaba esta batalla. —Te odio. —¿Y?
—Como que te amo, también, imbécil —murmuró,
y lo tomaría. Capturando sus labios con los míos por
sólo un momento antes de chupar su seno, se
meció contra mí mientras yo la acariciaba por
dentro. Cada movimiento era dolorosamente lento,
pero no quería apresurar esto. Quería cabalgar cada
ola de placer con ella. Pero mi esposa raramente
hacía lo que yo quería. Envolviendo de nuevo sus
piernas a mí alrededor, me atrajo aún más cerca de
ella antes de darme la vuelta en la cama. Su cabeza
se echó hacia atrás mientras me cabalgaba, y tuve
que agarrarme de la cabecera. Mi agarre era tan
fuerte, que me sorprendió que no se rompiera. —
Jesús, Any —gemí. No podía contenerlo más.
Tomando su cintura, me aferré, mirando a través de
ojos entrecerrados mientras me llevaba al mayor de
los placeres. —Te amo —gemí mientras me corría
junto con ella. Cayó sobre mí, y mi primer instinto
fue envolverla en mis brazos. Todo lo que pude oler
era sexo, y todo lo que pude oír eran sus profundas
respiraciones mezcladas con las mías. Nos
quedamos ahí, envueltos en los brazos del otro por
lo que parecieron horas antes de que ella alzara la
vista hacia mí. No dijo nada, sólo me miró
fijamente, y una vez más, deseé poder leer su
mente. —¿Qué? —pregunté, mientras ella rodaba a
mi lado. Mi mano fue a su estómago de manera
protectora. El siguiente condenado Callahan, mi
hijo, estaba a menos de siete meses de llegar. Me
hacía querer hacerle el amor de nuevo. —
Deberíamos haber usado condones —susurró,
poniendo su mano sobre la mía. —No hoy. Ni
nunca. —No quería nada entre nosotros—. ¿No
quieres un hijo? 283 —Los niños huelen y son
ruidosos. Nunca sabes lo que quieren porque no
pueden hablar. Sus cabezas son demasiado grandes
para sus cuerpos, lo que significa que si los tiras,
caen de cabeza. Son como pequeños extraterrestres
— suspiró, y traté de no sonreír. Estaba asustada y
preocupada acerca de ser una madre, y porque era
mi Any, ella nunca simplemente lo diría. —Sólo al
principio… —Sí, porque se transforman de
extraterrestres a monstruos. Primero, pequeños
monstruos que lloran y hacen pataletas, después a
adolescentes obsesionados con el sexo que creen
que son más listos que cualquier otro. Así van a ser
los próximos dieciocho años, Alfonso. No soy como
tu mamá. Mi paciencia se acabará, y voy a decir o
hacer algo… La besé. —Había días en los que mi
mamá daba más miedo que mi padre incluso… un
montón de días, de hecho. Sin embargo, mis padres
lograron que funcionara, y salimos bien. —Tú estás
obsesionado con el sexo, eres un fumador de clóset
que vende hierba, crack y heroína para vivir. Sin
mencionar que eres un asesino. —Puso los ojos en
blanco antes de reírse. —Como dije, salí bien. —
Honestamente, lo peor era el asesinato, pero eso no
era mi culpa. La gente creía que podían robarnos,
amenazarnos y yo me aseguré de que eso no fuera
tolerado. —Soy una organizadora, Alfonso —dijo
ella, suspirando—. Me gusta saber cómo voy a
abordar las cosas, o matarlas. Esto, nuestro hijo, no
es parte de mi plan. Tenemos que lidiar con Saige y
Amory… —No te estreses, amor. Yo puedo
encargarme… —Sacó un cuchillo de debajo de la
almohada y lo puso contra mi garganta.
Empujándome hacia atrás, se sentó sobre mi cintura
una vez más. —Si tratas de ponerme en la banca,
Alfonso, Dios me ayude porque voy a comenzar a
cortar partes corporales. Puede que esté
embarazada, pero sigo siendo la jodida Sangrienta
Anahi. Puedo destruir a quien quiera. Se lo achacaré
a las hormonas. —Me fulminó con la mirada, y pude
ver a la misma mujer que me disparó en el muslo.
284 Sentí mi pene elevarse ante sus palabras y su
posición sobre mí. —La jodida Sangrienta Anahi,
ciertamente. —Me reí disimuladamente,
frotándome contra ella. Vi sus ojos vidriarse
mientras dejaba que el cuchillo cayera al suelo y me
besaba. Cuando nuestros teléfonos sonaron y ella se
apartó, sentí la necesidad de romper a cualquier
tonto que pensó en llamarnos a las dos de la
mañana. —Habla —dijo ella al teléfono mientras
besaba sus piernas—. Estaremos ahí enseguida.
¡No, estaremos aquí mismo! Imploró mi mente.
Colgando, Any saltó de la cama, dejándome en la
cama duro como una maldita piedra. —Amory y
Saige quemaron mi maldita casa —espetó
furiosamente mientras entraba pisando fuerte en el
clóset. Gemí para mí mismo. —Que se jodan todos.
—¡Alfonso, saca tu maldito y calenturiento trasero
de la cama y ayúdame a matar a una perra! —gritó.
Oh, iba a matarlos definitivamente. 285 ANAHI Me
bajé del auto, mirando cómo la Villa Giovanni ardía
hasta los cimientos. El departamento de bomberos
estaba haciendo lo posible por controlar el fuego,
pero uno más letal estaba ardiendo dentro de mí.
Fedel corrió hacia mí. —Había una nota en el
portón, señora. Vi a Alfonso estirando la mano por
ella, pero la arrebaté antes de que pudiera hacerlo y
lo fulminé con la mirada. No iba a tratarme
diferente. No lo permitiría. Tú quemas mis cosas, yo
las tuyas. Todo es válido en la guerra. Felicitaciones
por el bebé. Un momento tan feliz para ambos.
XOXO A&S Alfonso tomó la nota, su nariz
ensanchándose con tanta rabia como la mía. Sólo
había otra persona que sabía que yo estaba
embarazada. Le rugí en la cara a Fedel. —¡Encuentra
al Dr. Anderson, ahora! Alfonso se giró hacia mí, sus
ojos todavía duros. —Todo es diferente ahora.
Asentí, abriendo la puerta del auto y sentándome.
Todo era diferente. Ahora yo era un blanco más
grande. Yo siempre era un blanco, pero ahora
también lo era mi hijo, el siguiente líder de nuestro
imperio, y debido a eso, yo iba a tener que cambiar.
No convertirme en Evelyn o Coraline, sino en un
tipo diferente de líder. Iba a tener que averiguar
cómo ser despiadada y estar embarazada. Amory y
Saige eligieron hacer enojar a la familia equivocada.
286 27 Él saca un cuchillo, tú sacas una pistola, él
envía uno de los tuyos al hospital, tú envías uno de
los suyos a la morgue…” —Al Capone Traducido por
Kari_Val(SOS) Corregido por Caile LIAM —¿Cuál es la
palabra de cinco letras para mortalidad? —le
pregunté al hombre enyesado en el hospital frente a
mí. Él no dijo nada, pero eso tenía que ser debido a
la morfina. Sonriendo, solté mis dedos y llené los
espacios en blanco del crucigrama del periódico. —
Es correcto, muerte —le dije—. Parece que Dios se
burla de usted Comisario… ExComisario ahora,
¿verdad? A la gente no les gusta los policías
suicidas. Él sólo miró mientras yo seguí con mi
juego. —Palabra de siete letras para ineficaz. No me
digas, fracaso. En serio, este es el crucigrama de
hoy. ¿Puedes creerlo? Es como si lo hubieran hecho
acerca de tu vida. —¿Es por eso que estás aquí,
Callahan, para patear a un hombre cuando está
abajo? No estoy en shock —dijo entre dientes, pero
no estaba seguro de si eso era debido al dolor o
porque se molestó. 287 —Yo no pateo a un hombre
cuando está abajo. Puse una bala en tu cráneo.
Debes saber eso —suspiré, colocando el papel hacia
abajo. —Entonces mátame ya —gritó, haciendo que
me den ganas de rodar los ojos. —No hasta que
contestes algunas de mis preguntas —le respondí,
poniéndome de pie. Estiré la mano y agarré su
máscara de oxígeno. Despegándola de su cara
magullada, tomó una respiración profunda antes de
que se convirtiera en jadeos cortos por aire. Alargó
el brazo por el botón de llamada a la enfermera, así
que lo pulsé por él. Una vez, luego dos veces, y
luego unas cuantas veces más por el gusto de
hacerlo. —Este lado del hospital se despejó, así que
vamos a charlar. —Le sonreí, dándole unos
segundos de aire antes de despegar la máscara de
su cara otra vez. —Vete al infierno —exhaló. —Mi
esposa es una mujer embarazada hormonal
homicida furiosa. Duermo con el infierno —suspiré,
dándole aire otra vez. —Dame un segundo para
cagar ladrillos de tristeza. Y me reí, también, antes
de agarrar la almohada detrás de su cabeza,
presionándola contra su cara. —No estoy de humor
para un listillo —le espeté. Cuando quité la
almohada de su cara, tosió como un fumador
empedernido moribundo. Se aferró a mi mano
mientras alimenté su aire. —Vamos a empezar con
algo sencillo. ¿Por qué saltaste de tu habitación de
hotel? Eso podría matarte, tú sabes. Trató de
mantenerse con aire, pero simplemente lo arranqué
de él. —Tú quemaste mi casa. —Yo no estaba
acusado, juzgado, o arrestado por nada. —¡Sé que
fuiste tú! Ustedes Callahans destruyen todo. —Su
voz se quebró, y otra vez, rodé mis ojos—. Pero me
advertiste y yo debería tener. . . me advertiste y 288
entonces es mi culpa que murieran. Esa niña, ¡Sú
madre enferma! ¡Te hablé de ella! Fui yo. Yo-yo… —
Por favor no te pongas emocional, esa era mi
primera pregunta solamente. —Lo necesitaba con
vida en este momento. —No juegues, ¿qué quieres
de mí? Tú has tomado todo. —Tosió, recostado en
su cama. —Quiero saber todo lo que tienes sobre
los Valero. —El rió como un hombre loco, y cuando
lo hizo, sostuve de nuevo la almohada en su cara.
Luchó hasta que estaba demasiado débil, y fue
entonces que lo dejé ir. —Vamos a hacer esto otra
vez. —La tomé de su cara—. Dime acerca de Amory,
Saige, y Vance o que Dios me ayude, voy a hacer
que quieras estar muerto. Me aseguraré de que
estés vivo y bien, atrapado en tu propio cuerpo
como una maldita celda de la cárcel. Cada día, me
aseguraré de que alguien me dé personalmente un
pedazo de tu piel hasta que no seas más que una
herida abierta. ¿Qué… sabes? Él sonrió. —Te
quieren muerto, a tu esposa, a tu hijo, y hasta el
último Callahan. Trataron de derribarte de la forma
legal, pero soy un fracaso ¿recuerdas? Son tan
despiadados como tú. Lo que se dice en la calle es
que el médico personal de tu esposa fue torturado y
luego desmembrado. —¿Lo que se dice en la calle?
¿Has oído eso cuando tu cuerpo chocó contra él? —
Quería extraer la sonrisa de sus labios. —Eso no
cambia el hecho de que están viniendo por ti —dijo,
y cuando lo hizo, me aparté, agarré el gotero de
morfina y reemplacé el líquido. —Esto es adrenalina
en pequeñas dosis. Bloquea el dolor. En dosis
grandes, hace lo contrario. Puedes sentir todo. —
Golpeé la bolsa—. No vas a montar a la otra vida en
la dulce felicidad sin dolor. Vas a sentirlo todo, y
justo cuando tu corazón falle, piensa en el gran
idiota que fuiste al entrar en mi casa. El mismo día
en que nació esta ciudad, la gente como yo han
corrido a Chicago. Pensaste que eras el siguiente en
hacerla mierda. Pero por todo lo que serás
recordado es como el hijo de puta que fracasó en su
matrimonio, fracasó en su trabajo, y no pudo
siquiera quitarse la vida. 289 Agarrando mi
periódico, me dirigí hacia la puerta. —Esto no ha
terminado Callahan. No sólo termina conmigo. No
siempre vas a ser intocable. ¡Sólo eres humano! —
Me gritó. —Todos los hombres son tocables,
Andrew, aquellos que me toquen, simplemente
pierden sus manos. Así que vengan. Estoy sólo de
comenzar. Lo que he hecho para ti no es ni siquiera
el principio. —Un segundo después la adrenalina
debe haber golpeado porque él temblaba y gritaba
como un pez fuera del agua… mucho para el placer
de mis oídos. Al salir al pasillo, Declan, Neal, Monte
y Fedel todos se quedaron esperándome. Declan se
acercó, y me entregó un teléfono mientras
caminábamos fuera del hospital. —Hola, cariño. —
Sonreí. —¡No eres bueno puto de mierda! —Ella me
gritó. —Cariño, no queremos que nuestro hijo salga
maldiciendo como un marinero. —Me reí cuando
Fedel abrió la puerta del coche para mí. —La forma
de vida que está jodiendo con mis emociones,
drenando mi energía, y robando la mitad de toda mi
comida es sin duda un saco de líquido y no puede
oír una palabra de lo que digo. ¡Fuiste a ver al
comisario sin mí! —chilló mientras hojeó los
archivos en frente de mí. —Amor, estabas noqueada
en el frío de esta mañana… —Entonces utilizabas
tus manos y me despertabas de una puta vez. ¡Me
enviaste a la banca! —Poco sabía ella, traté de
despertarla, pero ella ya no estaba en el país de la
vida entonces. —Amor… —Me dejaste aquí con tu
madre, que ahora está llamando a todos los
gilipollas de mierda con una gota de irlandés en sus
venas a la casa. Voy a matar a alguien, cortarle su
cabeza y ponerla en el salpicadero de su coche si no
se soluciona esta mierda. ¡Estoy en la semana once
y media y apenas se muestra! —Sus hormonas van a
costarme la vida… o un familiar. —Any, cariño… 290
—Dime “amor” o “cariño” una vez más, cariño, y
voy a reventar tus dientes —dijo dulcemente. —No
tengo nada de él. Antonio y Eric me dijeron que
atraparon a uno de los hombres de Valero, Cruz, en
México. Deben estar en la casa, y puedes manejar
eso cuando vuelva. —Hubo un silencio en la línea,
en el cual oré que significaba que estaba bien. —No
me gusta esto —susurró en el teléfono—. No me
gusta cómo no tengo ningún control sobre cómo me
siento. Me siento como una bomba de tiempo,
Alfonso. Me está enojando. —Soy bueno
desactivando bombas, am… —me detuve. Casi
podía sentirla rodando sus ojos—. Entiendo. Un
paso a la vez, y voy a hacer mi mejor esfuerzo para
ayudarte a que no te enojes. ¿Te gustaría un batido
de frutas? —¡Eso me hace enojar! —espetó—.
¿Desde cuándo me pudiste sobornar con golosinas
como un maldito niño? Gemí, pellizcándome el
puente de la nariz. —¿Así que no batido, entonces?
—Mango, plátano, naranja y kiwi adicional —
respondió antes de colgar, y luché contra una
carcajada. —Llévame a Smoothie Hut —le dije al
conductor. Ni él ni Fedel dijeron una palabra. Pero
¿qué podrían decir realmente? Tenía una esposa
embarazada y peligrosa esperándome en casa. 291
ANAHI Tomando una respiración profunda, me di la
vuelta en una bola en mi cama. —¿Cómo te sientes?
—dijo Evelyn, literalmente suena como un pájaro de
una película de Disney, antes de sentarse a mi lado.
Estoy cansada, hambrienta o molesta cada diez
minutos. Pasé las primeras semanas vomitando en
el baño de Adriana sólo para ocultarlo de Alfonso, y
ahora me están tratando como si fuera un bebé. —
Estoy bien, Evelyn —dije con frialdad, sentándome.
—Corta la mierda, Any. Lo digo en serio, entiendo
que deseas seguir siendo “La Jefa”, pero estás
también a punto de ser madre. Esto reemplaza
cualquier otra cosa. Así que dejar de actuar y
hablarme como si fuera Alfonso. —Si hablé con ella
como hablé con Alfonso, me gustaría perderlo. —No
debería estar embarazada, Evelyn. Hice todo menos
sacar mi útero para no quedar embarazada. Sin
embargo, aquí estoy. Este chico está tomando toda
mi energía, y estoy cansada todo el maldito tiempo
—expresé, apoyada en las almohadas. Malditos él y
sus nadadores irlandeses. —Todavía estás en tu
primer trimestre. La fatiga es normal. Dale tres
semanas más, y se desvanecerá. —Ella sonrió,
tomando mi mano en la suya—. Any, no entiendes
lo feliz que esto me hace. Lo feliz que esto ha hecho
a toda nuestra familia. Voy a ser una abuela. —Sí —
dije sin emoción, porque no estaba emocionada. —
¿No quieres un niño? —Me di cuenta de que estaba
tratando de no juzgarme, pero podía ver la
preocupación en sus ojos. —Yo asesino gente,
Evelyn. Es parte del trabajo, y no me arrepiento de
ello porque se me da bien. Soy una de los mejores
que alguna vez hubo. La historia me pondrá a la
altura de Al Capone y Charles "Lucky" Luciano. Voy a
ser la segunda mujer en la lista junto a Xie Caiping.
Ese era mi bebé. Ese es el chico que he estado
cuidando en los últimos siete años y medio. No sé
cómo cuidar de ese niño, mientras que cuidó de
éste. Allí, lo dije. Tomé una respiración profunda
mientras Evelyn lo procesaba. —¿Sabes para qué es
la familia, cierto? —Ella sonrió—. Tú eres buena en
todo, menos delegando tu poder. 292 —Eso es
porque el poder no debe ser delegado. —Es lo que
me hizo más fuerte. ¿Por qué compartir eso? Yo ya
estaba dividiendo la mitad de él con Alfonso. —Tal
vez no. Tal vez podrías hacerlo todo por ti misma. El
único inconveniente es que estarías perdiendo tu
mente, el corazón de Alfonso, o tu hijo. — No sé por
qué mi mano fue a mi estómago, pero la sonrisa en
su rostro me molestó. Ya tenía a Saige y Amory
atentando contra su vida. —No tengo que decirte
que seas tú misma. Pero nosotros lo utilizaremos si
es necesario. Alfonso se dio cuenta que lo necesitas,
y dudo que te esquive. Tienes que hacer menos,
pero cuando se hace algo, que sea duradero. Deja
una marca. Tus hombres y el resto del mundo te ven
como eres, la Sangrienta Anahi. —Ella me guiñó un
ojo cuando Alfonso entró. Él parecía confundido y
un poco preocupado. Supongo que pensó que si yo
estaba hablando con su madre, algo tenía que estar
equivocado. —Voy a dejarte a ti y al Sombrerero
Loco solos, por ahora. —Me da un pequeño abrazo,
que no regresé. No era muy de abrazos, pero le
palmeé la espalda. —Querido. —Evelyn lo abrazó y
sonrió burlonamente al batido en sus manos—. Ese
es un vaso pequeño. —¿Qué? —replicó Alfonso,
mirándolo. Evelyn me guiñó antes de irse, aunque
no tenía idea de lo que quería decir. —¿Estás bien?
—preguntó, entregándome el batido. Rodé mis ojos,
sorbiendo la bebida. —No puedo tener alcohol.
¿Cómo te sentirías? Y este es un vaso pequeño. —
Touché. —Rió, cayendo al lado mío. Tenía este
nuevo hábito molesto de frotarme el estómago
como si este fuera una jodida bola de cristal. Parecía
hacerlo feliz, así que no dije una palabra. Alguien
debería estar emocionado por el niño. —¿Qué tenía
el comisario para decir? —pregunté, sacudiendo mi
bebida, la estúpida fruta se atascó en la parte
inferior. —Nosotros arruinamos su vida, matamos
sus hombres, somos malos… los mismo de siempre,
lo mismo de siempre —suspiró—. No conseguí nada
nuevo de él. —Por favor dime que lo terminaste
entonces. Ya he terminado con el PD de Chicago. —
Si no, siempre podía volver al hospital por mí
misma. —Está hecho. Murió con mucho dolor y
lentamente. Monte se quedó atrás para asegurarse.
—Besó mi estómago antes de mirarme. 293 —Esta
persona Cruz, ¿hasta qué punto de la cadena está?
—Entre más cerca está el tipo del jefe, más difícil
era hacerlo hablar. —El guardia personal de la
amante favorita de Vance, Hera. —Esbozó una
sonrisa torcida, tomando un sorbo de mi batido. Lo
fulmino con la mirada pero no digo nada acerca de
eso. Me entregó su Tablet y pasé algunos de los
archivos. —Ten a Declan buscando por esta Hera.
Ella tiene que tener un rastro de dinero. —Al ser su
favorita significaba que le pagó lo suficiente como
para mantenerla feliz. —Ya lo tengo —me dijo, y casi
quería hacer pucheros, hormonas estúpidas. No era
momento de pucheros. —Por qué no me pones al
día ya que eres la razón por la que estoy retrasada
—le espeto. Él era tan engreído, y yo me debatía
entre saltarle y golpear su cara. —Maté a Patterson.
Antonio y Eric tienen a Cruz en el sótano. Hera no
ha dejado de lado a Vance según lo que Declan
podía decir, y no era capaz de conseguir el kiwi
extra… —¡Qué putas quieres decir con que no
podías conseguir el kiwi extra! —grité, abriendo la
tapa de mi bebida—. Tú puedes jodidamente
destruir Chicago, hacer que llueva sangre, ¿pero no
puedes conseguir una fruta en mi bebida? —Sólo
estaba bromeando. —Se rió de mí, y lo golpeo justo
en su puta nariz. —¡Mierda, Jesucristo Any! —
Jesucristo, no te metas con una mujer embarazada,
tú idiota. Él sacude su cabeza limpiándose su nariz.
—Uno de estos días de mierda… —Cuidado,
Alfonso, no quieres que tu niño te oiga amenazar a
su madre. Me fulmina con la mirada antes de
sonreír con suficiencia. Siempre sonrió con
suficiencia, sonreía, o reía cuando le mencionaba
que llevaba a su hijo. Parecía que estaba drogado.
Dejándolo en la cama, caminé dentro del closet y
agarré mis tacones blancos junto con una nueva
camisa de vestir. —Tus pechos están más grandes —
dijo Alfonso detrás de mí. Podía sentir la lujuria salir
de él en oleadas. —Lo sé, es como descubrí que
estaba embarazada, para empezar. —Todos mis
sostenes fueron hechos a medida para mí y solo
para mí. Cuando ya no se ajustaron correctamente,
lo sabía. Había sido del mismo tamaño desde que
tenía dieciséis años. 294 —Debería haberlo notado
—susurró, cerrando la distancia entre nosotros. —
Alfonso, no lo hagas. Tenemos que irnos. —Lo
quería, pero también quería volver a mi trabajo y su
pene era la razón por la que estaba en esta
situación. Tenía los ojos vidriosos cuando me abrió
la camisa que apenas abotoné. Se quedó mirando
mis pechos por un momento antes tirar de mí a su
pecho. Con una mano, él me levantó, sosteniendo
mi culo. —Él es un prisionero, no va a ninguna
parte. Agarrando su pelo, le mordí el labio. —Tapa
tu polla. Ponme abajo, y vivirás para tener
relaciones sexuales un día más. Tengo un trabajo
que hacer. Forzándome a mí misma fuera de sus
brazos, cogí una camisa al azar y salí. Pero no antes
de escucharlo maldecir y era mi turno de sonreír.
Embarazada o no, yo mandaba. 295 LIAM Ella me
dejó tan duro que tuve que tomar una rápida ducha
para no tener que enfrentar a nuestros hombres
con una erección. Cuando bajé las escaleras hacia el
sótano, me encontré con un grupo de nuestros
hombres esperando algo. En la habitación de
interrogatorios se sentaba uno de los hombres de
Valero encadenado a la silla. Sin embargo, mi
esposa no estaba en ninguna parte para ser vista.
Me tomó un total de once minutos tomar una
ducha y vestirme. Ella debería haber estado aquí ya.
Ni siquiera necesitó que le preguntara, él asintió a la
segunda puerta de la habitación donde Eric se puso
delante y la abrió ante mi mirada. Al entrar, me
encontré a mi Any sentada delante de una mano
cortada con una varilla a través de su dedo medio.
Fedel y Neal estaban a su lado mientras ella sólo la
miraba. —Es la mano del Dr. Anderson —me dijo sin
apartar la mirada—. Dejaron otra nota. Fedel me
entregó la carta. Planeamos enviar todo su cuerpo,
sin embargo, nos dejamos llevar un poco. Todo lo
que pudimos salvar fue su mano. Pero es todo lo
que un doctor necesita, ¿verdad? Tan triste que no
te ayudará, como él ayudó a tu madre cuando
estaba embarazada… vas a necesitar toda la ayuda
que puedas conseguir. XOXO A&S —¿Cuándo llegó
esto? —le susurré a Fedel y Neal. —Los hombres en
la puerta lo comprobaron unos minutos antes de
que llegaras aquí —dijo Neal. Pellizcándome el
puente de la nariz, tomé una respiración profunda.
—Déjennos. —No lo hagan —les espetó, y ellos se
congelaron—. Hemos terminado aquí. He
conseguido todo lo que necesitaba. 296 No dijo
nada más antes de levantarse de la silla con calma.
Estaba tan tranquila que era espeluznante. En el
momento que entramos, Declan le entregó otro
batido. —De madre —dijo rápidamente. Ella lo
miró, tomándolo de su mano antes de entrar en la
sala de interrogatorios. Cuando Fedel entró, colocó
una silla para ella. Mi mente se fue directamente a
la primera vez que puse mis ojos en ella. Había
cambiado mucho desde entonces y todavía era igual
en muchos sentidos. Los dos nos habíamos
cambiado. —Así que esta es la perra Italiana que
logró cabrear no sólo a Vance, sino también a
Amory y Saige —dijo Cruz, y sentí mi mano
crisparse. Quería arrancarle su lengua de mierda.
Para empeorar las cosas, Any no hizo nada. Ni
siquiera habló. Ella sólo chupaba esa maldita pajilla.
—¿Qué? ¿Tienes planes de derribarme con los ojos?
¿Dónde está esa gran perra malvada que le prendió
fuego la boda de los patrones? ¿O eres sólo una
puta irlandesa ahora? ¿Jodió Callahan toda la pelea
fuera ti? —le preguntó, y mis ojos se estaban
nublando. Iba a rasgar su garganta fuera de su
cuello. —¡Habla, perra! —gritó, luchando contra las
cadenas—. ¿Crees que me limitaré a hablar? ¿Crees
que te tengo miedo? Corrí a todos los presos para
los Valero. Yo fui el que cortó las manos de tu
médico de mierda. Él rogó y suplicó clemencia. No
habló hasta que empecé a cortar. Así que llama al
hijo de puta realmente a cargo, perra, para que
podamos terminar con esto. No soy una rata. Antes
de darme cuenta, ya tenía mi arma en mis manos. Si
ella no hubiera hablado, habría entrado allí yo
mismo. —Monte. —Fue todo lo que dijo, y él salió
de las putas sombras de la habitación como si fuera
un maldito ninja con una espada en sus manos. —
¿Qué demonios? —Declan, Neal y yo dijimos al
mismo tiempo. Colocando su vaso en el suelo, Any
se levantó tan tranquila como yo nunca la había
visto. —Mi padre me enseñó un montón de cosas al
crecer. —Comenzó, mientras lo rodeaba—. Tenía
una cosa rara con las espadas… espadas de hierro,
sin embargo. Me dijo que debería obtener
entrenamiento en artes marciales y me envió a
Japón porque ellos conocían sus espadas. Yo
pensaba que me iba a volver una ninja de mierda,
pero obtuve mi culo pateado. 297 —Hay algún
punto para este viaje por el carril de la memoria
encan… Antes de que pudiera terminar, la espada
de Any bajó, cortando a través de su muñeca. —
Santa mierda —Declan, Neal, y yo dijimos juntos
una vez más a medida que miramos la mano en el
suelo. Ellos hablaron en estado de shock mientras
yo estaba un poco encendido. Mi esposa estaba
jodidamente atrevida, hermosa y mortal. Ella nunca
dejaba de sorprenderme. Cruz gritó en voz alta, a
pesar de que Fedel metió algo en su boca. —El
punto es que tengo una espada, hijo de puta. —Ella
sonrió, a sólo una pulgada de su rostro cuando
sopló y resopló, tratando de luchar contra el dolor.
—Vas a responder a mis preguntas o perder
extremidades. Esa —señaló a su mano
ensangrentada—, fue por tus comentarios
anteriores. Estoy tan a cargo que podría ser el
conejito de Energizer de mierda. Él amortiguó algo
que sonó como jódete, y la sonrisa de Any se
ensanchó. —¿Sabes por qué llamamos a la gente
ratas? —le preguntó mientras Antonio entraba con
una jaula llena de criaturas de ojos pequeños y
brillantes. Any, sin reserva, cogió uno de ellas. Nota
para mí mismo: preguntar al médico acerca de las
vacunas para ella y el bebé. —Debido a que son
criaturas de auto-preservación. No tienen honor,
lealtad. Tratan de hacer lo que puedan para salvarse
a sí mismos. De hecho —ella sonrió lanzando la rata
en una pequeña jarra—, van a comer cualquier cosa
si eso significa su supervivencia. —Ella no lo haría —
susurró Neal. —Ya he terminado de dudar de Anahi.
No es sano estar equivocado tantas veces —susurró
Declan de regreso. Cruz luchó mientras Antonio
encajaba el frasco y la rata en el extremo de su
muñeca decapitada. Pero ella no lo hizo. A pesar de
su apariencia tranquila, era un hervidero. Sacando
un encendedor, se acercó a la jarra, y la rata corrió
hacia su muñeca para alejarse de la llama. Cruz gritó
contra el calcetín. —Así que muchas extremidades,
tantas ratas. Me llamaste puta… dos veces,
insultando, no sólo mi inteligencia, sino también mis
habilidades, y luego mataste a mi médico. ¿Cuán
enojada crees que estoy? —le preguntó. 298
»Primera pregunta y voy a hacer esto fácil. ¿Cuál es
el próximo movimiento de los Valero? —Él sólo gritó
con dolor. »Tómate tu tiempo. Puedo esperar que
dejes de gritar —agregó, tomando su maldito
batido. 299 ANAHI —Está inconsciente —me
informó Fedel, poniendo su mano en el cuello de
Cruz. Me sorprendió que aún estuviera vivo, duró
dos horas. Suspirando, me puse de pie y rodé mi
cuello. —Asegúrate de que no muera. Cruz sólo
había dado pedazos de información, la mayoría de
las cuales no tienen ningún sentido. Tenía que ser la
pérdida de sangre. Sin embargo, me gustaría tener
una respuesta, y me gustaría acabar con todos ellos.
—Son ustedes los que deben estar preocupados por
morir. —Cruz habló aturdido. Tenía los ojos apenas
abiertos, y estaba tan pálido que podría haber sido
confundido con un cadáver. —Todavía tengo mis
manos y pies. —¿Quién carajos se cree este idiota
que era? Él sonrió y rió como un hombre loco. Fedel
golpeó el costado de su cara, pero Cruz se limitó a
reír con más fuerza. A continuación, la casa se
sacudió con tal violencia que tuve que aferrarme a
Antonio por un momento. Me tomó sólo unos
segundos más tarde darme cuenta qué lo causó.
Alfonso irrumpió. —El ala este fue bombardeada,
tenemos que movernos. —Nos vemos en el infierno
hijos de puta. Dile al jefe que dije hola. —Cruz rió y
se desmayó. Hubo otra explosión y la mirada en los
ojos de Alfonso mientras sacaba no sólo una, sino
dos armas fue la más mortífera que jamás había
visto. Estábamos bajo ataque. 300 28 “Cualquiera
de ustedes putos idiotas se mueve, y voy a ejecutar
hasta el último hijo de puta de ustedes.” ~Honey
Bunny, Pulp Fiction Traducido por Kari_Val
Corregido por Caile ANAHI —Monte —le susurré a
través de mis dientes, y un segundo más tarde, puso
una pistola ametralladora y dos cargadores extra en
mis manos. —Sus órdenes son disparar a matar a
todos menos a Amory o Saige —le espetó Alfonso.
Fedel y Monte ni siquiera perdieron un segundo
antes de que estuvieran fuera de la puerta.
Colocando los cargadores en la parte de atrás de
mis pantalones, podía sentir la sed de sangre
haciendo efecto. —¿Dónde está la familia? —En el
cuarto de seguridad… donde deberías estar —me
dijo, agarrando mi brazo antes de que pudiera salir.
—No quiero desperdiciar balas, pero que Dios me
ayude si piensas por un segundo que me voy a
sentar detrás de las paredes y esperar a que la
tormenta se disipe, voy a terminarla yo misma —le
espeté a él sosteniendo mi pistola en su nariz. Sus
ojos verdes se estrecharon. —Estas embarazada.
Vete a la mierda detrás de la pared, Anahi. —Vete a
la mierda. —Miré hacia atrás antes de salir. En el
momento en que lo hice, todo lo que vi fue
destrucción. Era como… era como si fuéramos
bombardeados. Luces parpadeando, cables
colgaban del techo, y todo lo que podía oír eran
disparos. 301 Apoyado contra la pared, contuve la
pistola en mi pecho mientras Alfonso se acercó a mi
lado. —¿Terminaste de tratarme como una perra y
no como tu esposa? —le pregunté, tratando de ver
de dónde el fuego estaba viniendo. —Será mejor
que no te lastimen o te mataré yo mismo, amor. —
Sonrió Alfonso, besando mi mejilla antes de dar un
paso adelante, disparando a ciegas en la sala y, sin
embargo, golpeando a los hijos de puta. Al salir de
detrás de la pared, lo fulmino con la mirada
mientras él sonrió. —Te odio. —Me amas… —Fue
cortado cuando le disparé en la sala a un idiota
escondido detrás de una puerta rota. —Se te olvidó
uno. —Sonreí antes de correr por el pasillo y lo
podía sentir justo detrás de mí. En el momento en
que llegamos al ala este, parecía una guerra sin
cuartel entre nuestros hombres, que utilizan todas
las partes de sí mismos, incluyendo los dientes y los
puños, y vidrios rotos para matar si estaban sin un
arma. Por el rabillo de mi ojo, vi a Neal casi rasgar el
brazo de un ruso. El aire estaba atascado con el olor
de la sangre, y me estaba quedando sorda por todo
el ruido a mí alrededor. De la nada, una hoja cortó
mi pierna, y en el segundo que bajé la mirada, me
encontré con los ojos del necio que pensó que era
una buena idea cortarme con vidrio. Pisando mi
talón en su cara, grité mientras su sangre fue por
todas partes. Limpiándome la cara con mis brazos,
me volví para ver a Alfonso cortando la garganta de
un hombre. Cuando miró otra vez, él no me miraba.
Seguí su mirada, a tiempo para ver a Amory poner
una bala en la frente de Eric. Alfonso rugió tan
fuerte que habría pensado que era él quien hizo
temblar la casa. —¡Amory! Amory parecía
sorprendido al principio, como si hubiera olvidado la
casa de quien había atacado. Pero el choque pronto
dio paso al miedo cuando Alfonso se dirigió hacia él
como el mismo diablo. En el momento en que nadie
le bloqueó el paso, fueron derribados tan rápido
que ni siquiera tuve tiempo de parpadear. Quería
ver que le lloviera fuego y azufre al idiota, pero no
estaba segura de lo que sabían o lo mucho que
buscaban. Había sólo unos pocos de ellos que
quedaban. Necesitaba asegurarme de que todos
nuestros archivos e información no estaban siendo
robados debajo de nosotros. 302 —¡Neal! —le grité,
pero estaba demasiado ido en su sed de sangre, y
estaba ocupado derribando a los hijos de puta en su
camino. Parecía casi vertiginoso, como si estuviera
en un juego de vídeo e invencible. Mirando hacia
atrás a Alfonso por última vez, vi como su puño
chocó con la cara de Amory antes de correr por el
pasillo. Cuanto más me fui, saltando por encima de
los escombros y cables expuestos, más fuerte eran
los gritos. Al principio, no estaba segura de lo que
era. Entre las chispas, humo y las llamas, apenas
podía ver a unos pies delante de mí. Cuando me
asomé en la esquina, escuché a alguien gritar. —
¡Suéltame! —Era Olivia, gritando mientras que tres
grandes hombres la rodearon como lobos alrededor
de una oveja. —Eres bonita —dijo uno de los
hombres—, pero serías más bonita en mi pene.
Todos se rieron mientras él la agarraba, y en ese
segundo puse una bala en su cabeza, haciendo que
la sangre la salpique en toda su cara. Ella se quedó
allí, sacudida, mientras que los otros dos hombres
giraron, lanzando una lluvia de balas. Saltando
detrás de lo que quedaba de una pared rota, grité:
—Tienen dos segundos para correr antes de que
ponga una bala en sus cerebros. —Jódete, perra,
estás en inferioridad numérica —dijo uno en un
fuerte acento. —Sal como una buena perra y vamos
a ser amable con ustedes —dijo el otro, riendo, y
todo lo que podía oír era el grito de Olivia. Era
molesta como la mierda. ¿Por qué no podía
simplemente haber ido a la caja de seguridad como
una buena damisela en apuros? Tomando una
respiración profunda, me puse de pie lentamente,
las manos en alto. Armas de fuego apuntaron mi
cara, los hombres sonrieron con suficiencia. El que
estaba sosteniendo a Olivia sonrió. —Suelta el
arma, cariño. —Te lo advertí. —Fue todo lo que le
dije, sonriendo cuando Fedel se acercó por detrás
del otro. Disparé a través de la mano del hijo de
puta que estaba sosteniendo a Olivia, y cuando él
retrocedió, le disparé justo en el ojo. Corriendo a
Olivia mientras ella gritaba, le agarré su brazo
ensangrentado. Rasgando mi camisa, lo envolví
rápidamente y la obligué a mirarme a los ojos. —
¿Por qué coño no estás en el cuarto de seguridad?
303 —N-Neal... —tartamudeó en estado de shock
—. Yo-yo-Neal. Abofeteándola en la cara, la miré a
los ojos. —Consigue tu mierda junta y muévete, o te
mataré yo misma. Fedel, llévala a un lugar seguro. Si
ella lucha, déjala inconsciente. Él asintió y la dejé a
su cuidado antes de correr por el pasillo. Esto tenía
que ser una distracción. Querían algo. El ala este no
eran más que habitaciones, y si fueran inteligentes,
habían conseguido los planos de la casa, lo que
significaba que sabían lo que estaba en el ala oeste.
Algunos de nuestros documentos más importantes,
dinero en efectivo y códigos se mantenían en el ala
oeste. Corriendo por las escaleras rotas, el calor de
una bala me quemó ya que atravesó mi hombro con
tanta fuerza, que aterricé en mi espalda y rodé por
las escaleras. Era la mujer que recordaba haber visto
en la boda de Amory y de Saige, sonrió mientras me
miraba. —Vaya, ¿te he hecho daño? Traté de llegar
a mi arma, pero ella pisó fuerte mi mano. —¿Sabes
quién soy? —dijo entre dientes hacia mí, su arma
apuntándome a la cara—. Tu gente mató a mi
hermano. —Cariño, hemos matado a un montón de
gente. Me importa un carajo lo de tu hermano,
señora —dije en el cañón de la pistola. —¡Perra! —
gritó, pero yo le daría algo para gritar. Agarrando un
cable eléctrico cerca, apreté los cables expuestos
contra su pierna, dándole la espalda, ya que
chispearon y la sacudió como si estuviera teniendo
una convulsión. Arrastrándome lejos de ella,
sostuve mi hombro y traté de mantener la calma.
Sentí el impulso de agarrar mi estómago, pero no
pude. No podía parar, y no podía permitirme entrar
en pánico. Pero aun sabiendo todo eso, todavía me
encontré a mí misma frotando círculos sobre mi
estómago por un momento antes de volver y
dirigirme hacia las escaleras. Cuando entré en la
habitación secreta, no encontré a nadie ahí.
Sacando nuestros archivos, empecé a enviarlos a
otros equipos antes de borrar todo. Escuché lo que
sonaba como el agrietamiento de vidrios y me di la
vuelta, apuntando la pistola a la cara de la amante
del diablo. Pero el arma se deslizó de mi mano
mientras miraba hacia abajo a la hoja en mi
estómago. 304 —Te lo advertí —dijo riendo, Saige
Valero. Fue lo último que recordé antes de que todo
se oscureciera. 305 LIAM —Mantenlo quieto —le
dije a Declan y Neal cuando trajeron a Amory de
rodillas delante de mí. El imbécil pensaba que podía
salir corriendo de mí. En el momento en que tenía
mis manos sobre él, sabía que su vida había
terminado y el malnacido corrió. Me encontré con
él en lo que quedaba de mi garaje de medio-millón-
dedólares. Colocándome mi manopla, lo golpeé en
la cara. —Pensaste que podías entrar en mi casa —
le grité cuando rompí su mandíbula—. ¿Pensaste
que podrías destruirme? —Me encantó el sonido de
los huesos en su rostro rompiéndose con sólo su
piel para mantenerlo unido—. ¡Pensaste que
podrías quemar mi jodida casa! —Ni siquiera podía
ver su cara a través de toda la sangre. »¿Pensaste
que podrías lastimar a mi familia? Tú imprudente. —
Sus dientes salieron de su boca como maíz
reventado—, idiota —puñetazo—. ¡Coño de mierda!
—Puñetazo. El momento en que me detuve, la
carne de su nariz estaba besando sus labios y un ojo
estaba fuera de su cuenca. —¿Tú? Gran pedazo de
mierda que ninguna madre podría amar y ningún
padre podría incluso respetar. Pero lo peor de todo,
el hombre-puta que sólo tenía que joder mi día de
mierda —suspiré, limpiándome la nariz antes de
agarrar las cadenas. »Vi esto en una película una vez
—le dije, mientras Neal y Declan lo ataron de pies y
manos a los extremos de dos coches diferentes—.
Siempre he querido saber si el cuerpo humano en
realidad se destroza. Amory tosió más dientes
cuando lo ataron. —¿Cómo está tu esposa, Alfonso?
Fue sólo entonces que algo hizo clic en mi mente, y
sentí que mi corazón caía en mi estómago. Sin
embargo, no podía dejar que se vea en mi cara. En
su lugar, asentí a los dos conductores y empezaron a
conducir lejos el uno del otro mientras el cuerpo de
Amory se levantó del suelo y sus gritos se
incrementaron. —Voy a estar seguro de enviar esto
a tu padre —le dije, asintiendo una vez más a los
conductores, y empujándolo a toda velocidad. Me
deleité en el sonido de 306 sus gritos mientras su
cuerpo se desgarró. Pero mirando hacia arriba, sus
palabras todavía me obsesionaban. —¿Dónde
diablos está mi esposa? —grité sobre los rugidos de
los motores, y mientras lo hacía, Olivia se precipitó
cubierta en sangre. Neal ni siquiera perdió un
instante, corriendo a su lado, pero ella se empujó
fuera de su brazo y corrió hacia mí. —Anahi, ella me
salvó, pero... —balbuceó ella, y dejó de hablar en el
momento que vio a las dos mitades del cuerpo de
Amory. —¡Olivia! —grité, agarrando sus brazos—.
¿Dónde está mi esposa? Sacudiéndola, sus ojos se
abrieron como platos. —Ella me dejó con Fedel, y él
me puso en una de las habitaciones seguras. Pero vi
en la cámara, Saige… algún cuarto lleno de
computadoras… todo estaba… Anahi no la vio…
ella… Saige… Nunca pensé que tendría que
levantarle la mano a cualquier mujer en mi familia,
pero en ese momento, le di una bofetada tan fuerte
que cayó al suelo. Neal dio un paso adelante, pero
Declan lo detuvo. —Olivia, por última vez… ¿Dónde.
Está. Mi. Esposa? —Saige la apuñaló en el
estómago. Entonces Patrick llegó y ayudó a Saige a
escapar con algunos documentos. Sedric está con
Anahi ahora —sollozó. Nunca corrí tan rápido en mi
vida. Me sentí como si estuviera poseído. No podía
ver nada. No podía oír. Y por Dios, no quería sentir
nada. La única habitación a la que Anahi iría estaría
en el ala oeste. Habría tratado de proteger nuestros
archivos. Los archivos que podrían haber
conseguido con Patrick. Confiaba en él. Lo traje a
esta familia. Y él me jodió. Él tenía bolas, pero no
por mucho tiempo. Me detuve cuando mis pies no
podían llevarme más lejos, y me quedé mirando el
río de sangre que conducía al cuerpo de mi esposa.
Mi padre se cernía sobre ella, su camisa envuelta
alrededor de su cuerpo. —Tu madre ha llamado una
ambulancia. Ha dejado de sangrar por ahora, pero…
—Cayendo de rodillas, no estaba seguro de qué
hacer. Se veía tan pálida, tan enferma y tan
diferente a la mujer que vi hace sólo unas horas. —
Alfonso —me gritó mi padre, tratando de sacarme
de mi desesperación—. Tu esposa va a vivir. En este
momento, necesitas mantener la calma. ¿Me
entiendes? Asentí. Lo único que pude hacer fue
asentir como si yo fuera un muñeco de mierda. 307
—Patrick Darragh. Patrick nos traicionó. Yo… —Hijo,
tú has cumplido con tu deber. La casa es segura.
Cuida a tu esposa — dijo, y sentí la presión
acumulándose en la parte posterior de mi garganta.
Quería abrazarla, pero no pude, no sin
posiblemente estar causando más daño. Besándola
en la frente, la nariz y los labios, tomó toda mi
fuerza de voluntad retroceder cuando los
paramédicos llegaron. 308 ANAHI Todo dolía. Todo
era oscuridad. Pero en esa oscuridad, una voz sonó
más alto y más fuerte que todo lo demás. —Anahi.
Mi hermosa Anahi. Estoy aquí. —Sonaba tan triste.
—Alfonso… —Fue todo lo que pude decir antes de ir
de nuevo a la deriva en la oscuridad. 309 LIAM —Sr.
Callahan, no se preocupe. Contamos con los
mejores médicos que operan a su esposa. Si hay
algo; y me refiero a cualquier cosa. —Agarrándola
por el cuello, estrellé su cuerpo contra la pared. —
¿Está coqueteando conmigo, Dra. Lewis? —Sus ojos
se abrieron con miedo, cuando hizo todo lo posible
para sacar mi mano de su muy estrecha garganta.
Sólo apreté con más fuerza—. ¿Estás coqueteando
conmigo mientras algún idiota está cociendo a mi
esposa de nuevo junta? ¡Dime que no lo haces así
no tengo que arrancarte la cabeza de los hombros,
sin clase, de mala vida, perra estúpida! —Por favor
—gritó ella, golpeando sus pies salvajemente. —
Alfonso, estamos en público —susurró mi madre
detrás de mí. —¿Y? ¿A quién vas a llamar? —Me
volví hacia el resto del personal del hospital—. Soy
dueño de este hospital de mierda, y soy dueño de
esta maldita ciudad. ¡Si no lo sabías antes, lo sabes
ahora! Volviéndome a la perra cuando se volvió
azul, la miré a los ojos. —Nunca te me acerques de
nuevo o lo juro sobre la cabeza de tu madre y tu
padre, te voy a matar. Dejándola caer en el suelo,
me senté de nuevo, sacando un cigarrillo cuando mi
padre me dio un encendedor mientras que mi
madre fruncía el ceño. Era lo único que podía
calmarme ahora. Neal se aferró a Olivia como si se
le fuera la vida en ello. Declan seguía mirando a
Coraline como si pudiera desaparecer en cualquier
momento. Sabía que todavía estaban luchando o lo
que sea la mierda que estaban haciendo, pero
estaría bien. A pesar de que ella no lo miraba, le
permitió sostener su mano. Los únicos que
realmente parecían tranquilos eran mis padres, pero
yo sabía que era simplemente por el hecho de que
habían hecho esto antes. No era la primera vez que
habían perdido un hijo a causa de los Valero, pero
sería la última. Me aseguraría de ello. Hice mi mejor
esfuerzo para no pensar en ello. Pero dejé una
quemadura en mi pecho e hizo hervir mi sangre. En
el momento en que el cirujano salió, todos
estábamos en nuestros pies. —No pierdas palabras.
¿Cómo está ella? —Sr. Callahan, tu esposa está bien
y se encuentra ahora en su cuarto. Hicimos todo lo
que pudimos por el niño, pero… 310 Alejándome de
él, asentí a Declan y Neal que ya sabían que nadie,
sino la familia y sus médicos iban a entrar en esa
habitación. —Gracias doctor. —Blake, señor, el Dr.
Nickolas Blake —dijo rápidamente, sacudiendo mi
mano. Traté de salir, pero mi madre se aferró a mí.
—Todo el mundo vaya. Necesitamos un momento.
—Lo dijo de tal manera que ninguno de nosotros
podría incluso ponerse a discutir. Nunca había oído
tanta ira salir de su boca. Ella y mi padre
compartieron una mirada rápida antes de que ella
me llevara a un lado. —Madre, sea cual sea esta…
—Ahora mismo, este mismo momento, te definirá y
a tu matrimonio para siempre —dijo. En sus ojos,
todo lo que vi fue dolor—. La mujer que una vez
conociste no va a ser la misma mujer que veas
cuando entres en la habitación. Imagina que Anahi
“La Jefa” está simplemente dormida y como tú
reacciones definirá cuánto tiempo permanecerá así.
Ella tiene que llorar. Ella no conoce a mi esposa. Ni
siquiera derramó una lágrima después de que su
padre murió. —Any no es del tipo de llorar. Mi
madre golpeó la parte trasera de mi cabeza, algo
que sólo ella podía hacer. —No me estás
escuchando. Tu esposa fue atacada. Su hijo fue
robado de ella. Ella no es la mismo "tipa"
recuérdalo. Al menos no ahora. Tienes dos
opciones, alejarte o aferrarte a ella, incluso cuando
sus palabras y acciones te lastimen. Porque ellos,
créeme que lo harán. No cometas los mismos
errores que tu padre y yo hicimos. —Ustedes
vinieron por esto —le susurré. Allí estaban, muchos
años más tarde, enamorados como siempre. Ella
sonrió, pero no hizo que sus ojos brillaran como de
costumbre. —Pedí el divorcio. Había elaborado los
documentos e incluso llamé a mi primo en Canadá.
Tu padre estuvo de acuerdo. Si no hubieras ido al
hospital, no lo habríamos hecho. Él no podía
manejar mis cambios de humor o todos los
nombres que lo llamé. Yo no podía dejar de
culparlo. Lo hicimos. Pero lo hicimos de la manera
difícil. Así que esto, hijo, es tu hora de definir, y cuál
sea tu reacción ahora o bien romperá o hará tu
futuro. Cualquiera que sea el dolor y la ira a la que
te estás aferrando déjala ir antes de verla o puedes
simplemente perderla. 311 Ella me dio un beso en
la mejilla antes de dejarme allí de pie, incapaz de
hablar siquiera. Ni siquiera podía respirar. Entrando
en una sala de suministro cercana, dejé que las
lágrimas cayeran por el niño que nunca llegaría a
ver, a quién nunca llegaría a conocer, y traté de no
dejar crecer el enojo con ella. Lo que estaba jodido,
era el hecho de que mi ira contra Any eclipsaba mi
ira contra Saige. Le dije que no fuera. Le dije que
entrara en el cuarto de seguridad de mierda, pero
ella no escuchó. Ella nunca escuchaba. Abofeteando
mis mejillas, tomé una respiración profunda antes
de volver a salir. Nadie hizo contacto visual conmigo
hasta que me puse de pie justo afuera de su puerta.
Neal y Declan eran lo suficientemente inteligentes
como para mirar hacia otro lado. Se sintieron como
horas antes de encontrar la voluntad para entrar, y
para mi sorpresa, Any estaba sentada. Se veía tan
aturdida, como si hubiera ido a la guerra y vuelto,
pero nada era lo mismo que era antes. Evelyn la
besó en la frente, mientras que Coraline le dio un
pequeño abrazo. Olivia se quedó atrás. Se puso de
pie junto a Sedric con la cabeza gacha, como si fuera
una criada, y la visión de eso me molestó. —Fuera.
—Fue todo lo que tuve que decir antes de que se
fueran, y fue en ese mismo momento que supe que
mi madre tenía razón. Nunca, en todos nuestros
meses juntos que hemos tenido, jamás vi a Any
saltar a mi voz. Tomando asiento a su lado, negó con
la cabeza hacia mí mientras luchó contra las
lágrimas construyéndose en sus ojos. —Dilo —
susurró. —¿Decir qué? —Cualquier cosa que ella
quisiera que dijera lo diría. —Decir que fue mi
culpa. Decir que maté a nuestro hijo. Decir que fue
por un bien mayor, porque hubiera sido una madre
terrible de todos modos. Cualquier cosa menos eso.
Quitándome la chaqueta, me puse al lado de ella,
atrayéndola a mis brazos. —Esto no fue tu culpa, y
tú no mataste a nuestro hijo. Tú serías, y serás, una
gran madre —le susurré, besando su frente. —
Entonces, ¿por qué me siento de esta manera? —
Ella se aferró a mi camisa mientras luchó con sus
sollozos. No pude responder, sobre todo porque no
se me ocurría qué decir. Me sentía tan culpable por
pensar que esto era culpa de ella hace unos
momentos. Esto fue Saige. Esto fueron los Valero, y
pagarían muy caro. 312 Después de que Any se
había ido a dormir, la solté y salí al pasillo. Neal,
Declan, Monte, Fedel, y mi padre, todos estaban
esperando. No confío en ninguno de ellos. Eso es lo
que Patrick había hecho. Había roto la banda de
confianza que mantuvimos en nuestro círculo más
íntimo. —¿Cómo pasó esto? —Patrick fue quien
encontró la delantera en Cruz, el hombre que Anahi
estaba interrogando —declaró Declan—. Tenía un
Jammer CS-5 implantado dentro de él. Con eso,
bloqueó la mitad de nuestros códigos de defensa y
sensores. A partir de ahí, Patrick abrió la puerta
desde el interior. Ha estado trabajando para ellos
por la boca. No tenemos ni idea de por qué nos
traicionó. Todo lo que necesitaban era una persona
dispuesta a morir, y Cruz era esa persona. Con la
cirugía fallida tuvo que conseguir el jammer dentro
de él, no tenía mucho tiempo de todos modos. Fue
simple. —Entrar en nuestra casa nunca debe ser
simple —dije, pellizcándome el puente de la nariz—.
Quiero que lo encuentren y me gustaría saber cómo
nadie más lo sabía. Entonces quiero que llames a
cada hombre irlandés o italiano en el maldito país
capaz de construir nuestra casa. No nos estamos
moviendo… —Alfonso podemos permanecer en la
casa de verano… —¡No nos estamos moviendo! —
Grité, respirando por la nariz antes de dar un paso
atrás—. No voy a ser ahuyentado de mi casa como
una empobrecida rata callejera. Hay un montón de
casas en la izquierda. Elije una habitación y lidia con
ello, padre. Levantó una ceja hacia mí, sonriendo
antes de asentir. »En cuanto a Vance y Saige, tomen
fotos del cuerpo de Amory y envíenlo a ellos.
Cuando hayan terminado, tiren el cuerpo de Amory
en cualquier maldito lugar, por favor. Lo enviaremos
a la luna para la mierda que me importa. Sólo
asegúrense de que Vance sepa que esas fotos son
todo lo que alguna vez habrá dejado de su hijo. —
Una parte de mí deseaba no haber matado a Amory
en absoluto y utilizarlo para algún tipo de influencia
para derrocar a su padre. —¿Cuándo vamos a
devolver el golpe, jefe? —Fedel me preguntó, y creo
que fue la primera vez que me había llamado su
jefe. —Empezamos ahora. —Miré a todos ellos—.
Declan, reúne a todos los hackers de mierda y
déjalo seco. Cualquier cosa que puedas destruir,
hazlo. El resto de ustedes, sus órdenes son las
mismas. Disparar a matar. No me importa si están
313 en la calle o en sus malditas camas. Vamos a
terminar esto así tenga que bombardear toda Rusia
para hacerlo. 314 29 La familia que lamentan juntos,
sobreviven por siempre. - J. J. McAvoy Traducido por
Debby Corregido SOS Pagan Moore SEDRIC Era un
déjà vu. Ningún padre querría ver a su hijo sufrir
como él lo hacía. Nuestros hijos e hijas debían
avanzar. Cometer errores. Forjar nuevos caminos y
conquistar nuevas montañas. Sin embargo, Alfonso
peleaba mi batalla. Debería haber matado a Vance
hace años. Debí impedir todo esto, pero fallé.
Permitiendo que el humo llene mis pulmones, miré
hacia el cielo. —Sedric. —Saltando ante el sonido de
la voz de mi esposa, miré hacia atrás, encontrándola
mirando amenazante al conjunto en mis manos. —
Perdón —susurré, preparándome para tirarlo,
cuando ella sólo lo tomó de mis manos y le dio una
larga calada. Sonriendo, me lo devolvió. —Sólo esta
noche. Después de hoy, debería permitirse. —Esto
me recuerda a la universidad. —Fumando en el
tejado después de un largo y agotador día de sexo.
Había algo que estudiar de vez en cuando también,
pero tranquilo. —Estaba embarazada, ¿recuerdas?
No podía fumar. —Oh, cierto. —Reí mientras ella
me golpeaba, pero simplemente la abracé. —
¿Estarán bien? ¿Podrán pasar a través de esto? —
susurró. —No lo sé. Es sólo el primer día. 315
CORALINE Realmente no sabía cómo llegué a la sala
de maternidad. Simplemente caminaba y cuando
me di cuenta, había bebés hasta donde me
alcanzaba la vista. Eran todos encantadores y
pacíficos. Mirando hacia ellos casi me hizo olvidar
que a veces el mundo apestaba. —Son adorables,
¿no es así? —susurró Declan a mi lado. —¿No
deberías estar cuidando a Any? Sonrió. —Neal,
Fedel y Monte están vigilando. No dije nada, y el
miró a los bebés. —Sigo tratando de preguntarme
en cómo se vería el nuestro. Alfonso era tan feliz.
Estaba un poco alterado todo el tiempo. De nuevo,
no dije nada. —Cora… —¿Qué, Declan? —grité—,
¿quieres que te dé la hora del día porque te
sentaste fuera de mi puerta y tocaste música? Pero
ya no querías saber nada de mí, incluso después de
que te dejo que me folles en cualquier forma que te
complazca. Él tomó mi mano y la besó después de
dar un paso atrás, no hablando por más tiempo.
Cuando miré a través del vidrio, algunos de los
bebés lloraban. —¿Ves lo que hiciste? 316 DECLAN
No podía evitar sonreírle. Incluso ahora que me
insultó, como debió hacerlo, sonreí. Mató a alguien.
Ella estaba en el ala este cuando cayeron las
bombas, y luchó hasta la habitación segura. Un
cuchillo justo en su maldita garganta. Si no lo
supiera mejor, diría que me estaba enamorando de
ella nuevamente. Pero lo cierto es que, jamás dejé
de amarla. Nunca pude. Podía esperar para invitarla
a salir. Podría tomar cada golpe mientras la tenga
hasta el final. 317 OLIVIA Mirando fijamente el
teléfono, leí los mensajes de texto de Neal otra vez.
Era todo lo que me ayudaba a superarlo ahora
mismo. Te amo y en cuanto pueda, estaré a tu lado.
Lamento mucho no haber estado antes. Intenté
respirar. Intenté pensar. Pero todo lo que podía
sentir eran las manos de aquellos hombres. Casi caí
de mi asiento cuando Adriana se sentó a mi lado. —
Fuiste violada una vez, ¿cierto? —me preguntó, y lo
hice, de hecho, dejé de respirar. —¿Qué? ¿Por qué
dirías…? —No me insultes mintiendo. —Sonrió
tristemente—. Sé cómo luce una víctima de
violación, y también sé lo que se siente cuando
Anahi te salva de ello. Te toma y te vuelve
imparable. Te da tu poder de vuelta. Te trae de
nuevo a la vida. Así que la próxima vez que un chico
piense que alguna vez puede ponerte una mano
encima, puedes mostrarle lo que se siente cabrear a
Dios. Con eso, me dejó pensando en quién fue su
Harvey y que había hecho con él. 318 30 ¡Quiero ver
tu cara cuando te mate! ¡Quiero ver la luz dejando
tus ojos!” -Voldemort Harry Potter y el Caliz de
Fuego, J.K Rowling Traducido por TamiMia, Kari y
Mechita Corregido SOS por Pagan Moore ANAHI DÍA
5 —Alfonso puede ser un completo idiota algunas
veces —dijo Coraline mientras acomodaba mi
almohada—. Deberías estar en la casa de verano
tomándote un Sex on the Beach43 y mirando The
Young and the Restless44 . Pero en su lugar, nos
tiene a todos atrapados. ¿Puedes creerlo? ¡Estamos
bajo arresto domiciliario! No dije nada. Suspirando,
Coraline cayó en la cama junto a mí. —Maté a
alguien. No dije nada. —Está bien, probablemente
no es la gran cosa para ti —susurró—, pero para mí,
es algo grande. Él salió de la nada y sólo reaccioné.
Adriana me dijo que siempre tuviese conmigo al
menos dos cuchillos todo el tiempo, así que lo hice.
Aún lo hago. Y ese día sólo los saqué… y maté.
¿Pero sabes cuál es la peor parte? 43 Sex on the
Beach es un cóctel con múltiples variaciones. 44 The
Young and the Restless es una telenovela
estadounidense creada por William J. Bell y Lee
Phillip Bell. 319 De nuevo, no dije nada. —No me
importó —dijo—. El idiota vino a mi casa y trató de
dañarme. Y cuando tiré el cuchillo justo por su
yugular, la sangre cayó en todos lados. Pero todo en
lo que pude pensar fue en, “Ojalá que este idiota no
tenga enfermedades de transmisión sexual”. Y eso
está mal ¿cierto? Soy una buena persona. Era una
buena persona. Antes, hubiese estado volviéndome
loca, rezando por él o algo, y todo lo que quería
hacer era patear su trasero porque me podía
contagiar SIDA. Nada, no dije nada. —Any, por favor
háblanos. Han sido cinco días. Al menos di algo.
Cualquier cosa —me rogó Coraline, pero no podía.
Moviéndome a mi costado, traté de volver a dormir.
Sólo quería la oscuridad. Sólo quería dormir. Fue el
único momento en que sentí algo. —Te amamos,
Any. —Fue la última cosa que escuché antes de que
volviese la oscuridad… por suerte. 320 LIAM —
¿Dónde están Vance y Saige? —gritó Neal. El
prisionero con el que estaba hablando colgaba del
techo en frente de nosotros mientras yo cortaba mi
carne. —Váyanse a la mierda —logró decir el idiota.
Neal me miró, y simplemente asentí mientras
tomaba un bocado de la carne sangrienta en frente
de mí. Agarrando el taladro de Declan, Neal puso la
punta en el cuello del hombre. —Última
oportunidad. ¿Dónde están Vance y Saige? —
preguntó Neal de nuevo. Antes de que el idiota
pudiese decir su insulto, Neal encendió el taladro
rompiendo su piel, músculo, tejidos, y hueso. Gritó
como un cerdo en su camino al matadero… tal vez
porque lo era. Neal paró sólo cuando fuimos
capaces de ver la cabeza del taladro al otro lado del
cuerpo, luego lo sacó y se movió al otro hombro. —
¿Dónde están Vance y Saige? —le gritó Neal a la
cara—. Juro por dios que taladraré tu pene la
próxima vez si no comienzas a hablar. El idiota se
escupió encima y respiró fuerte por aire. —Se están
escondiendo. —¡No me digas! —dije enojado,
limpiando los bordes de mi boca—. Quiero saber
dónde se están escondiendo. Tengo a gente
quemando tus cultivos, atacando tus laboratorios, y
matando a tus hermanos. Habrá más sangre. Habrá
un castigo. Puedes terminar con tus jefes o puedes
terminar con toda tu familia. Elige cuidadosamente,
hay muchos más de los tuyos, y tenemos un
montón de taladros. Pasándome un vaso de brandy,
Antonio pasó por mi lado y sostuvo otro taladro en
la panza del hombre. —¿Dónde están Vance y
Saige? —preguntó Neal una última vez. Todos los
ojos de la habitación estaban en él. —Juro por
Dios… —Dios no viene a esta parte de la casa, así
que júrame a mí —le dije, recostándome en mi silla.
—Juro… —Mátalo. —Estaba gastando palabras y no
sabía nada. Ahogando sus gritos, cerré los ojos y
escuché el sonido de los taladros. Ellos, por alguna
razón, me relajaban. Pero tristemente, terminó muy
pronto. 321 Antonio revisó su pulso, y luego se giró
hacia mí, cubierto en la sangre del hombre. —Está
muerto, señor. Suspiré. —Cuando dije que lo
mataran, me refería a que lo hicieran lentamente.
Sólo fue para demostrarme a mí mismo que si
quería a alguien bien asesinado, lo tenía que hacer
yo mismo. Declan me pasó un archivo, lo miré
rápidamente antes de ponerme de pie. —¿Qué
número es él? —Es el séptimo, lo hemos perdido en
el interrogatorio. Perras débiles — respondió
Declan, abriendo la puerta para mí. Frunciendo el
ceño asentí. —Encuéntrame más. Los quiero a todos
muertos. Quiero que Vance, Saige y el maldito
Valero sepan que voy tras ellos. Mientras me iba,
sacaron el cuerpo del idiota lejos. El fuerte de Neal
no era la tortura, y tampoco era el de Declan. Eso
siempre era algo de papá y mío. Éramos buenos en
eso, y de una manera enferma, lo disfrutábamos.
Pero después de lo que pasó, algo cambió en
ambos. Neal estaba lleno de rabia de saber en lo
que su esposa se podría haber convertido. Declan
había perdido a Coraline de cierto modo. Se había
ido la mujer adicta a las compras que nunca parecía
entender el mundo a su alrededor, y en su lugar
estaba una asesina. Ella había pasado por eso y aún
no quería hablar con él. Tomó su energía, y la
desató en cualquier mierda que viniese. Pero
entendía. Caminando a través de la obra en
construcción que ahora era mi hogar, supe lo que
me esperaría cuando abrí la puerta de mi
habitación. Coraline me miró sacudiendo su cabeza
con tristeza antes de irse. Sacándome la camiseta, la
tiré junto a las ropas que Adriana había dejado para
Anahi. Ninguna de ellas parecían haber sido tocadas
desde esta mañana. Arrodillándome junto a ella,
saqué su cabello de su cara. —¿Has comido? No dijo
nada. Ni siquiera me miró. Cinco días de esto y
temía de que sólo fuera el comienzo. —Adriana
necesito comida. Cualquier cosa que a Any le guste,
ahora —grité al teléfono cerrándolo antes de
sentarme en el piso en frente de ella. Al menos está
respirando. Ese era el único consuelo que tenía.
Hojeando el archivo en mi mano, comencé a leerlo,
no quería que se sintiese como si la estuviese
dejando fuera, o que no la necesitaba. Porque lo
hacía, la necesitaba mucho. 322 —Declan y Monte
han tratado de meterse en el sistema de Valero. Su
sistema no es tan fuerte como el de nosotros, así
que en su lugar crearon un millón de diferentes
paradas. Lo pueden hackear, pero tomará tiempo.
Por ahora no han tenido suerte. Están trabajando en
las once paradas ahora. —Esperé para ver si quería
decir algo, pero de nuevo, no hubo nada. »Hasta
ahora, hemos hablando con siente miembros de
Valero, y todos han dicho la misma cosa. Vance y su
familia se han ido a esconder en algo como un sitio
de mierda. Los dos idiotas tomaron a sus putas
sucias… —Hice una pausa por un momento y gruñí
—: Estoy tan enojado que sueno como mi abuelo en
el día de San Patricio. 323 ANAHI Me hizo sonreír.
No sé si lo pudo ver, pero me hizo sonreír. Me
pregunté por qué se tensó un poco cuando
mencionó a su abuelo. —De cualquier manera —
dijo con algo menos que un acento—, se están
escondiendo. Tenemos todas sus cuentas bancarias
monitoreadas. Al momento en que rompamos las
barreras, lo vaciaremos todo. Por ahora, si alguno
de ellos mueve incluso una moneda, lo sabremos.
Ya quemamos todos sus cultivos en los dos
hemisferios y bombardeamos veintinueve
laboratorios de metanfetamina. Si hay más, los
encontraremos. No se escaparán de nosotros. No
tienen más opción que morir. Se puso de pie cuando
Adriana entró con un plato de algo. No podía
realmente oír lo que estaban diciendo, y no me
importaba. Quería volver a dormir, pero mi cuerpo
no me dejaba. —Amor —susurró debajo de mí, pero
no respondí. Suspirando, me levantó con facilidad y
me puso en su regazo, como si fuese una ni… niña.
—Amor, come. Es solo sopa —dijo mientras
comenzó a acariciar mi labio con su pulgar—, Any,
amor, te lo ruego. Abre tu boca, o la abriré a la
fuerza. Escuché y lució decepcionado, como si
quisiera que peleara. Pero estaba cansada. Todo lo
que quería era volver a dormir. Y la única manera en
que lo podía hacer era escuchando y dejándolo
alimentarme, una cucharada a la vez. DÍA 9 —Es de
mañana, Anahi —dijo Olivia mientras abría mis
cortinas tan anchas que el sol me cegaba. No quería
al sol. Era muy feliz. Muy lleno de felicidad y vida,
no sabía cuándo no brillar. Debería saber que era un
día oscuro. Debería saber no ponerse en mi camino.
Quería la luna. Quería la noche. Quería la oscuridad.
Pero estaba muy cansada para gritarle. En su lugar,
simplemente me alejé del sol. —Sabes que yo
estaba celosa de ti —dijo Olivia, tomando un
asiento en el final de la cama—. Aún estoy un poco
celosa. Siempre estoy celosa. No trato de estarlo.
Viene de mis padres divorciados, supongo. Siempre
estás peleando por 324 atención, y ellos siempre te
la dan porque se sienten culpables. Pero contigo era
una clase diferente de celos. Vete Olivia pensé, pero
no hablé. Ella continuó. —Cuando oí por primera
vez que Alfonso se iba a casar, de alguna manera
esperaba que ella, tú, fueses como Coraline, la vieja
Coraline, dispuesta a dejarme ser el centro de
atención y venir a mí por consejos. Pensé que
quería ser Evelyn de alguna manera. Quería ser el
corazón de la familia. Pero no eras como Coraline, o
incluso Evelyn. Eras una jefa de la mafia. Tú, una
mujer, gobernando la mafia italiana. Cuando Neal
me lo dijo por primera vez, pensé que estaba
bromeando. Debía ser imposible. No había manera
de que cualquier hombre, incluso de la mafia, se
arrodillara en frente de una mujer, y aquí estás. Y los
hombres estaban tan arrodillados que casi besaban
tus zapatos blancos. ¿Sabes que eso es una cosa de
Twitter? Por favor vete, Olivia, pensé para mí otra
vez, y otra vez fallé al decirlo fuerte. Así que
continuó… nuevamente. —Hashtag, Anahi Callahan
—susurró—, eres tendencia. Siempre lo eres, y ni
siquiera lo sabes. »Cada vez que salimos en público,
estás en Fashion Police, o alguna que otra revista,
siendo felicitada. Pero a ti no te importa porque
eres la maldita jefa. Así que por supuesto, estaba
celosa. La maravillosamente hermosa, siempre a la
moda, ¿mortalmente asustada Anahi Callahan?
¿Cómo mierda se supone que cualquiera de
nosotros se tome eso? ¿Por qué no te vas? —No me
debería importar ¿cierto? —suspiró—. Pero me
importa. Eres todo lo que quería ser. El objeto de los
deseos de todos los hombres en una persona. Nací
hermosa, y no lo digo sólo porque me ame. Nací
hermosa, y los hombres me querían por eso. Pero
había un chico al que le gustaba un poco más. Era
una novata en la universidad. Estaba guardándome
para el elegido, sabía que él no lo era. Así que en
lugar de prestarle atención en la escuela a esos
estúpidos carteles que decían “No significa No”, él…
Ella sollozó, y yo sólo quise dormir. »Él me llevó
dentro de su dormitorio, y nadie hizo nada porque
era la chica linda quién muy probablemente tenía
mucha experiencia. Sus amigos estaban ahí, y todos
ellos… —Ella se detuvo, mirando su tatuaje,
pasando su dedo sobre él tantas veces que dejé de
contarlas—. Cuando terminaron, se rieron del
hecho de que yo era 325 la virgen más suelta que
nunca habían tenido. Cuando llegué a casa, nunca
había llorado o me había lavado con tanta fuerza. Al
día siguiente me salí de todas mis clases y terminé
el resto de mi carrera universitaria desde la
seguridad de mi habitación. No estaba segura de lo
que quería de mí, pero disfruté del silencio mientras
ella se perdía en sus pensamientos. Tristemente, fue
efímero. —Obtuve este tatuaje un mes antes de
encontrar a Neal. Un nudo Dara, quería ser fuerte
otra vez y esto me hizo sentir así. Creo que por eso
encontré a Neal, ya no estaba rota. Si estás en esta
familia estás rota, no te engañes a ti misma. —Él me
hizo sentir segura de nuevo, feliz otra vez. Pero
todavía hay esta parte de mí que no puedo arreglar.
Odio a las personas. Odio a los hombres… todos los
hombres fuera de esta familia. ¡Esa es la definición
misma de rota! —Y odio a las mujeres de alguna
forma, porque me odio a mí misma. Entonces
cuando te vi caminando como si estuvieras sobre el
agua, te odié más. Neal intentó meter algo de
sentido en mí. Dijo que eres la reina y yo soy la
princesa. Después de eso, fui capaz de manejarlo
hasta que Evelyn me dijo que estabas embarazada.
—Se rió con amargura. Estás demente Olivia.
Déjame sola. —Quería un hijo propio. Neal y yo
tratamos una y otra vez, y aquí, la mujer chorreando
de sangre y de pecado, iba a tener un hijo. Así que
me maldije a Dios. Le dije a Él que era un imbécil
egoísta intolerante. ¿Dónde estaba la justicia? Toda
la mierda que había pasado y sólo quería un niño.
Matas, robas, mientes, y, sin embargo, te dio uno.
Pero aquí estoy lamentándolo tan mal, Anahi —
susurró la última parte. »Nunca quise hacerte daño,
y te juro que desde hoy en adelante siempre te
amaré como debería haberlo hecho desde el
principio. —Si me conociera en absoluto, debería
haber sabido que no quería o pedí su amor y que yo
sabía que eso era una mierda. Ella quería hacerse
sentir mejor, no a mí. Estaba cansada de escucharla.
Así que me dormí. 326 LIAM —¿Cuál es tu nombre,
querida? —le preguntó mi padre a la joven adicta al
crack ante nosotros mientras yo bebía mi brandy. —
Cualquiera que quieras que sea. —Ella guiñó, y casi
vomité. Mi padre, por otro lado, simplemente me
miró de reojo. —Creo que Julia Roberts es la única
que puede hacer esa línea. —¿Las pelirrojas son lo
tuyo? —Hizo un puchero, que también fue muy
repugnante, mientras hacía girar su cabello castaño.
—Mi esposa es lo mío —replicó él, tomando asiento
frente a ella—. Y tu vida debería ser lo tuyo. Ya ves,
lo único que te mantiene viva en este momento es
la idea de que puedes saber algo. Si no lo haces,
bueno… Él sólo se detuvo, y la puta empezó a
temblar. —Necesito algo para poder relajarme.
Rodando mis ojos, me obligué a no romper su
cuello. —¿Cuál es tu veneno? —dijo Sedric,
caminando hacia la bandeja de drogas que Fedel
preparó para él. Eso hizo que la chica se animara
como una perra en celo. —La heroína y la cocaína.
—Alguien es una estrella de rock —dijo mi padre—.
Pero no vamos a ser codiciosos. Elige una. Ella hizo
un mohín, otra vez, y una vez más, me debatía entre
vomitar y arrancar sus labios. —Heroína —dijo ella,
y mi padre agarró la inyección antes de
entregársela. —¿Necesitas ayuda? —preguntó. Pero
la muchacha se limitó a sacudir la cabeza desatando
su camiseta sin mangas y utilizándola como un
torniquete, sin tener vergüenza de que sus pechos
fueran expuestos al mundo. Gimiendo como si
estuviera en la cima de un clímax, montó la ola de
veneno en sus venas. —Hombre drogadicto —
susurró Monte con disgusto. Este fue un
recordatorio constante de por qué a ninguno de
ellos se les permitió hacer cualquier mierda. —
¿Dónde está tu jefe, querida? —le preguntó Sedric
suavemente. 327 —No lo sé. —Sonríe, y me siento
perder el control—. Dijeron que iban a Finlandia.
Nadie comprueba Finlandia. —¿Ellos te dijeron eso?
—le interrogó Sedric mirándome. Sacudió la cabeza
como un niño —Nope. Vance acababa de terminar
de follarme. Él es un asno. Me dejó sin nada. Estaba
casi suplicando. Pero no, él terminó y quería que me
fuera. Así que me fui a la ducha y le oí hablar con
alguna puta pelirroja. Ha-Ha, a ambos les gustan las
pelirrojas. —¿Sabes algo más? —le preguntó Sedric
—. Esto podría salvar tu vida. —Estoy caliente.
¿Puedo obtener una última cogida en vez de una
última comida? —Ella sonrió alcanzando la
entrepierna de mi padre. Estaba cansado de ella.
Asentí hacia él, le puso una pistola en su cráneo. —
Esta no es la cárcel. Ni siquiera obtendrás una
última plegaria. Su cuerpo cayó sobre la mesa con la
maldita aguja todavía en el brazo. Sedric
simplemente la miró con asco, la máscara de
amables sonrisas se había ido, el hombre que
estaba de pie frente a mí era el mismo hombre que
me hizo lo que era hoy. Sacudiendo la cabeza, puso
otros dos en ella antes de entregar el arma a Fedel.
—Ese maldito idiota. —Él frunció el ceño, sacando
su cigarrillo eléctrico. Era el único peligro que mi
madre le permitiría. —¿Así que Finlandia entonces?
—me preguntó Declan. —No, no hasta que lo
sepamos a ciencia cierta. No creo que tengamos
hombres allí, pero vuelve a comprobar y sácalos. No
quiero que los atrapen. Además todavía tengo que
hablarlo con mi esposa —le contesté mientras abría
la puerta. —¿Ya está hablando? —preguntó mi
padre, pero sabía la respuesta. —No, no lo hace,
pero lo hará. —Tenía que creer que podría salir de
esto. —No pierdas la esperanza, hijo. Es más fácil
decirlo que hacerlo. 328 ANAHI DÍA 14 —Tenía un
enamoramiento contigo —susurró Declan desde su
lugar a los pies de la cama—. Enamoramiento es
una palabra tan estúpida. Era más como la lujuria.
No debería estar contándote esto, pero espero que
te enojes y patees mi culo. Tú sabes, como la
Sangrienta Anahi haría. Sé que Alfonso me
despellejaría vivo. No, en serio, él en realidad nos
tenía despellejando a uno de los Valero. Es como si
estuviera pasando por un manual histórico de
tortura romana y sólo recoge mierda. No me
sorprendería si crucificamos al siguiente. Tengo que
poner un cartel de "no molestar" en la puerta. —Sí,
así que por favor no le digas. Tal vez un día, cuando
seamos viejos y tengamos el cabello gris… ni
siquiera entonces. Él sería senil y probablemente
peor. Él actúa como nuestro abuelo a veces, y
nuestro abuelo es un culo loco, pervertido del más
alto grado. Vive en Irlanda y prefiere quedarse allí,
lo cual es bueno. Él entendería por qué te deseaba.
Es difícil no hacerlo. Creo que cada hombre con un
pene funcionando lo hace. Pero soy el único
imprudente o lo suficientemente estúpido como
para insistir en voz alta. —Se rió porque era
estúpido. Muy estúpido. No es de extrañar que
Coraline esté enojada con él. —Se ha ido. No es que
no seas atractiva porque lo eres, pero creo que… sé
que… deseo a mi esposa mucho más. Tuviste algo
que ver con eso. No sé cómo lo hiciste. Tal vez sea
sólo por el hecho de que existes. Pero lo hiciste. Te
llevaste mi oveja y la hiciste una leona. No es una
leona como tú, pero es mortal por derecho propio.
Además, su nuevo estilo de pelo es más sexy con
cada día que pasa —dijo. Cerré los ojos y me volví a
dormir, haciendo mi mejor esfuerzo para acallarlo.
329 LIAM DÍA 18 —¿Pensé que les dije que nadie
estaba dentro de Finlandia? —les pregunté mientras
bebía directamente de la botella. Antonio asintió. —
Lo hiciste, Señor, pero ella descubrió a uno de
nuestros hombres en el aeropuerto antes de que
tuvieran la oportunidad de salir. No tenían más
remedio que traerla con ellos. Suspirando, me
quedé mirando a la mujer rubia conocida como la
amante favorita de Vance, Hera Pompilio. No había
nada que pudiera hacer al respecto ahora. Ella no
era el pez grande que quería, pero podría usarla
como cebo. —¿Puedo? —preguntó Declan, dando
un paso adelante hacia el espejo. —Abre tú. —Tal
vez él podría utilizar su mierda caballerosa con ella.
Cuando él entró, sus ojos muertos miraban a través
de él. —¿Eres tú el hombre que mató a mi hijo? —
cuestionó ella en voz baja. Declan simplemente
levantó una ceja. —He matado a muchos hijos,
señora. Vas a tener que ser más específica. —Amory
Pompilio Valero. Edad veintisiete. Un metro,
ochenta y ocho centímetros de alto. Cabello rubio,
ojos azules, él… —No, no lo maté —dijo Declan—.
Ese honor fue dejado a mi hermano y dos coches.
Tenía la impresión de que la madre de Amory murió
cuando él era joven. —Eso es lo que te pasa por
estar debajo de todo. —Ella sonrió—. Yo siempre fui
hecha para ser la esposa de Vance. Ninguna otra
mujer podría llevar a su hijo, ni siquiera su estúpida
esposa. Le dije que debía matarla y casarse
conmigo, pero me dijo que no podía. Él hizo eso con
un trato, pero sabía que era mentira. Me quitó a
Amory y se lo dio a ella. Ella estaba tan fuera de sí
con alegría. Todos los días cuidando de mi hijo, yo la
odiaba. El día que Amory la llamó madre, embestí
un picahielos a través de su corazón. Vance estaba
enojado, por eso rompió cuatro de mis costillas y mi
mandíbula. Pero me amaba demasiado como para
matarme. —Se rió con tan poco esfuerzo, me
preguntaba si Natasha podría utilizar un compañero
de habitación en el asilo. —Eso es triste —dijo
Declan, pero yo sabía que no le importaba un carajo
—. ¿Por qué estabas en el aeropuerto en Finlandia?
330 No respondió. En cambio, sólo comprobó sus
uñas. —Hera, lo que me digas podría ser la
diferencia entre una muerte muy lenta, o una
rápida. Una donde podrías estar con tu hijo, de
nuevo —le dijo Declan. —¿Así que mis opciones son
la muerte o la muerte? Vete a la mierda y a la
mierda por mi hijo. Quería sacarlo de esta vida
antes, y me dijo que podía manejarlo. Ahora él
está… —Ahora está en pedazos en algún lugar en los
Grandes Lagos. —Declan sonrió—. Voy a tomar el
crédito por ponerlo allí. —Todos ustedes están tan
condenadamente orgullosos de ustedes mismos. Un
grupo de asesinos, mentirosos, ladrones y
tramposos. —Ella frunció el ceño—. Sus mujeres los
odian, ya sabes. Los odian y odian lo que hacen.
Ellas no quieren esta vida. Querían el dinero y la
fama, pero no querían las drogas, la sangre y el
horror. Declan sonrió, viéndose malvado. —No
conoces a mi esposa. Si fuera así, no estarías tan
rápida para hablar. Y te aseguro que no conoces a la
Jefa. Así que cariño, ¿dime lo que necesito saber y
podemos seguir adelante? Ella se inclinó. —Jódet…
Levantándose de su asiento, Declan caminó
alrededor de la mesa hasta que él estaba justo en
frente de su cara. Hera hace su mejor esfuerzo para
no parecer que va a mearse en los pantalones, pero
ella no lo logra. ―Haz lo que quieras. Pero créeme,
Vance lo ha hecho peor. ―Declan sonríe,
sosteniendo un cuchillo a un lado de su cara―. Todo
lo que hizo era curable. Después de todo, al final,
todo lo que tienes es tu apariencia. Imagínate lo
que Vance pensará cuando vea a su juguete favorito
cortado y cosido de nuevo junto como Frankenstein.
Mis puntos no son tan grandes con pacientes vivos.
―Qué podrías necesitar saber, ¿eh? ―le grita―.
Fuimos a Finlandia para ocultarnos. Amory lo jodió.
Vance pasó meses, sino años trabajando en
diferentes maneras para atacar este maldito lugar.
Lo tenía todo planeado en una T, incluso el día. Pero
Amory no podía esperar. No quería escuchar, y
debido a eso, fue asesinado. ¿Es eso lo que quieres
oír? ¿O tú quieres saber que Vance está perdiendo
la cabeza? Amory fue la última gota. Vance mató a
uno de sus hermanos porque pensó que lo había
traicionado. El otro hermano está dando vueltas.
Todo está jodido. Él va a saber que me tienes, y se
va a ocultar de nuevo. Declan se volteó hacia mí y
sonrió. Era casi triste la rapidez con que ella
hablaba. 331 ―Tú estabas en el aeropuerto. Él sólo
piensa que lo abandonaste. ―Declan pasa el
cuchillo contra su mejilla. ―Nunca lo dejaría
―susurró―. Él lo sabe. Él sabe que no importa
cuántas veces yo diga que me voy, siempre vuelvo.
―Eres un tonta. Él no te ama, y debido a eso
morirás sola. ―Fue todo lo que Declan dijo antes de
degollarla, su cuerpo quedó inmóvil por un
momento antes de caer al suelo. ―Ten todos los
vuelos dentro y fuera de Finlandia monitoreados
―dije antes de irme. Se estaba haciendo tarde, y yo
iba a perder mi momento favorito de la noche. Traté
de no correr, pero esta era la única especulación de
esperanza que tendría en todo el día. Era lo que me
ayudaba a pasar el día. Corriendo a nuestro
dormitorio, sonreí al ver la cama vacía. Entré al
cuarto de baño, y sonreí al ver a mi Any bañándose
ella sola. Fue hace sólo cuatro días que había
encontrado la voluntad para bañarse a sí misma.
Fue un pequeño paso, pero era algo. Tomé asiento
junto a los pies de la bañera, sólo mirándola.
―¿Quieres que te enjabone la espalda? ―le
susurré, y ella se congeló como si no se hubiera
dado cuenta de que estaba en la habitación con
ella. Me miró a través de su pelo y me dio la esponja
vegetal. Era otro pequeño paso. Estaba en su
camino de regreso. Cuando se apoyó en mi brazo
libre, sentí que mi corazón saltó. Poco a poco le
froté la espalda y sonreí porque tengo esperanza;
las noches oscuras estaban terminando. 332 ANAHI
DÍA 23 ―Así que tengo una confesión que hacer
―dijo Neal sentado frente a mí. Grandioso, otra
más, pensé mientras cortaba mi carne. ―Alfonso
quería que llevara esto a mi tumba, pero tú no
hablarás. Lo hemos intentado todo para que te
enojaras con él y conmigo para que salgas de esto.
―Se detuvo y me miró a los ojos muertos, pero yo
acababa de comer lentamente. ―Disparé a Alfonso
porque me lo pidió. ―Él esperó a que yo reaccione,
pero no podía reunir la emoción. Frunció el ceño.
―¿En serio? Tú me descargaste con una Taser,
apuñalaste a Declan, ¿y lo único que puedes hacer
ahora es mirarme? Esta no eres tú, Anahi. De hecho,
esto se sobrepasó espeluznantemente después de
la primera semana. Entiendo que estás triste, pero
Alfonso está pasando por un infierno por ti. Él no se
detendrá hasta que los mate a todos. Yo conozco a
la mujer despiadada que todos amamos y el miedo
está todavía allí dentro, ¿tan solo puedes por favor,
venir aquí y patearme el culo o al menos disparar a
Alfonso de nuevo? Acabo de comer. Fue lo único
que me atreví a hacer. 333 LIAM Llegué a nuestra
cama justo cuando Neal estaba saliendo. Él me miró
y frunció el ceño antes de irse. ―Tenemos que ir a
la iglesia, amor ―le dije a ella cuando entré. Por lo
menos está comiendo. Ella no respondió. Ella nunca
respondía, y estaba empezando a enviarme por las
paredes. Pero yo no podía perder los estribos. ―Ya
hemos perdido tres misas. Una más y la gente
podría pensar que yo te maté. ―Sonreí. Agarrando
el mando a distancia, encendió la televisión y por
supuesto, fue a misa de la mañana del domingo.
Fue un poco divertido y lindo. Sacudiendo la cabeza
hacia ella, me quité los zapatos y la chaqueta antes
de saltar sobre la cama. Me entregó la botella de
vino, pero todavía no hablaba. Besando su mano, la
tomé y bebí. ―¿Tienes pan? ―le pregunté, y allí
estaba, una pequeña sonrisa. Esto hizo que mi
corazón saltara de alegría, trajo agua a mis ojos, y
era mi propio milagro personal del domingo. Ella no
dijo nada, pero una sonrisa fue suficiente para mí
por el resto del día. 334 ANAHI DÍA 25 ―No sé qué
decirte ―dijo Sedric. Mentalmente gemía. ¿Qué hay
de no decir nada en absoluto? ―Así que voy a hacer
esto corto. Gracias Jesús. ―Anahi Nicci Giovanni-
Callahan, saca tu puto culo fuera de la cama. Esto ha
durado el tiempo suficiente ―espetó. Levantando
una ceja, encendí la televisión mientras Evelyn se
reía. ―Te dije que no iba a funcionar. ―Tenía que
probar, pero al parecer a mi hija no le gusta
escucharme ―dijo besando mi cabeza antes de salir,
dejándonos a Evelyn y a mí solas. Ella se sentó en la
cama conmigo. ―Entiendo. Ellos no lo entienden.
¿Cómo se siente tener a un niño viviendo dentro de
ti en un momento y luego quitado de ti al siguiente?
Entiendo que no puedas moverte, hablar, o incluso
respirar debido al ardiente agujero dentro de tu
corazón. Ningún otro lo hace. Pero yo sí, por lo que
quédate en la cama todo el tiempo que necesites,
Anahi. Aflígete, y cuando estés lista, tú conseguirás
levantarte de nuevo. La observé mientras se
levantaba antes de volver a salir. Ella es la única que
entiende. Limpiando el agua que brotaba de mis
ojos, me aferré a mí misma. Ve a dormir, Anahi. Sólo
duerme. Me levantaría por la mañana, pero ahora
sólo necesitaba dormir. 335 LIAM ―Y así como así la
rata está de vuelta ―le susurré al hombre delante
de mí. Su nariz estaba rota, los ojos amoratados, los
dientes fueron eliminados, y cualquier parte
expuesta de su piel estaba o quemada o cortada.
Patrick parecía que había estado en el infierno y de
regreso. ―Señor ―dijo rápidamente, luchando
contra sus cadenas―. Hice esto por usted, para
ayudarlo. ―¿Me traicionaste para ayudarme?
―dije, lentamente se volvió hacia el resto de
nuestros hombres. Muchos de ellos querían ver esto
así que tuvimos que salir a la calle. ―Señor, lo juro,
yo nunca lo traicioné. Lo conozco desde la
universidad. Hemos estado… ―Llega a la parte
donde me apuñalaste por la espalda ―le dije,
vertiendo la gasolina por encima de su cabeza―.
Recuerda la parte donde dejaste a mi esposa
sangrando en el suelo mientras te escapabas con la
puta rusa. ―Señor… ―No gastes palabras. Yo sólo
puedo aguantar este encuentro durante cierto
tiempo ―le dije, levantando la pequeña llama de mi
alcance. ―Alfonso, yo sabía que estaban planeando
algo. La única forma de averiguarlo era hacerles
creer que había abandonado el barco. No tenía ni
idea de lo que Saige tenía reservado para tu esposa.
Yo sólo sabía que Valero tenía que llegar a su fin. La
información que he reunido te puede ayudar a
derribarlos. Ya no están en Finlandia. Se fueron a
Tanzania. Era el único lugar que pensaban que no
podías alcanzar. Tienes gente en toda Europa, pero
no en África. Te lo estoy diciendo, no te estaba
traicionando. ―Él gritó de pánico. Sacudiendo la
cabeza, dejé que caiga la llama, pero
lamentablemente ya estaba apagada. ―Así que, ¿te
convertiste en un espía sin mi conocimiento? ―Me
reí―. Estás mintiendo… ―No… Golpeándolo en la
nariz rota, sostuve su rostro. ―Nunca me
interrumpas, ¿o has olvidado tus modales mientras
estuviste con los perros? ―Apreté su rostro―. 336
Estás mintiéndome, Patrick. Deberías saberlo mejor
que eso. Me traicionaste antes, y ahora que las
paredes se están acercando a Vance, estás tratando
de salvarte. Eres una rata de cabo a rabo. Creo que
mi esposa dio una buena definición de esa palabra
antes. ―Alfonso… ―No digas mi nombre ―dije,
dando un paso atrás―. No me importa por qué me
traicionaste. El simple hecho es que lo hiciste, y por
definición, eso significa que estás contra mí. Ni
siquiera dudé cuando lo tiré en el rastro de gas. Sólo
tardó un segundo antes de que todo su cuerpo
estuviera en llamas. Él gritó y se sacudió
violentamente, mientras que los hombres sólo
aplaudieron y cantaron en la noche. Alejándome,
miré hacia arriba para encontrar a mi esposa
mirando fijamente al hombre en llamas. Cuando
nuestros ojos se encontraron por fin, vi... Vi a mi
leona agitándose. 337 ANAHI DÍA 26 Bebiendo,
esperé a que vengan a bordo. Si Adriana había
hecho su trabajo, deberían haber sabido dónde
estaba. ―Es agradable verla, señora ―dijo Jinx,
dándome una botella de vino nueva. Asentí, pero no
hablé. No quiero que mis primeras palabras sean
para él. Un segundo más tarde, Nelson abrió la
puerta del surtidor, permitiendo a Alfonso pasar a
través de esta, vestido para la guerra. Él me miró
rápidamente. Sus ojos brillaban como diamantes
verdes en el sol y una mueca se dibujó en su rostro.
Parecía que estaba tratando de contenerse. ―¿Qué
carajo estás vistiendo? Nos dirigimos a la selva hacia
personas que cazan con flechas no armas ―le dije
sin verdadera ventaja en mi voz. ―Tú podrías
matarlos con tus zapatos si quieres, estoy feliz de
que estés aquí ―dijo sentándose frente a mí. Él me
apretó la mano―. Realmente feliz. ―Hablando de
muerte, Neal me dijo algo muy interesante.
―Sonreí mientras bebía. Sus ojos se abrieron antes
de volverse hacia Neal, quien se quedó inmóvil
como si se hubiera olvidado de su confesión. Echaba
de menos a mi viejo yo. Odiaba esa cama y yo no
quería pensar en ello. Necesitaba ser yo. ―Puedo
explicar… ―No te molestes. He pensado en ello, y
te he parcialmente perdonado. Entiendo lo que
hiciste, pero eso no quiere decir que me guste ser
manipulada. ―¿Parcialmente? ―preguntó Alfonso
con una sonrisa. No podía dejar de sonreírme, y me
estaba meando como la mierda. Sí, yo estaba
hablando. Tenía que dejar de mirarme como si él
quisiera follarme sobre la mesa. Una parte de mí
sabía que yo estaba siendo de esta manera porque
no estaba segura de cómo explicar mis
sentimientos. Entendí cómo se sintió porque lo sentí
también. Yo ya no era parte de los muertos
vivientes. ―Soy Anahi Nicci Giovanni-Callahan, eso
significa que tengo que buscar venganza, incluso
contigo, esposo. 338 ―La espero con ansias. En
cuanto Jinx nos llevó hacia el cielo, me quedé
mirando el sol a través de las nubes. Alfonso gozaría
de mi venganza, pero no hasta que haga que Saige
pague muy caro. Ojo por ojo, y vida por vida. 339 31
Creo que he jugado mucho a la víctima, pero eso se
trata gran parte de la historia femenina. —Jodie
Foster Traducido por Debby Corregido SOS por
Pagan Moore ADRIANA Ella no tenía que decir nada,
todo lo que hizo fue tender un boleto de avión. No
me obligó a ir. No me lo pidió, fue mi decisión, y
simplemente lo tomé y salí de su habitación. De
todos los hombres en el grupo de Any, era la única
que no dejaría irse si quisiera. Antes de Alfonso, era
la única que podía verla cuando estaba así de mal,
cuando tenía sus días oscuros. No eran como estos,
donde ni siquiera podía levantarse de la cama, pero
eran lo suficientemente oscuros para que las
personas normales se asusten. Lo que hacía con
aquellos que la traicionaban durante sus días
oscuros era al borde de la locura. Yo, por otra parte,
no era normal. Hace mucho tiempo, lo era. Era
alegre, buena niña, y muy probablemente irritante,
como cualquier otro adolescente. Pero todo eso
cambió el día que mi padre acabó endeudado. Al
entrar a mi habitación, saqué mi cuchillo y
maquillaje haciendo todo lo posible en ocultar esos
recuerdos, pero ellos nunca desaparecen. Nada
podría hacerte olvidar a tu padre vendiéndote como
ganado. Ni siquiera sabía cómo mierda eso le
pasaba a la gente de América. Era casi irónico que
Taken45 fuera la última película que vi antes de que
me sacaran de mi habitación. Pero mi padre no
estaba a un océano de distancia. No, él se quedó en
la puerta con su cabeza gacha cuando llegaron por
mí. Peleé, grité, llamé 45 Taken: es una película de
acción francesa, protagonizada por Alfonso Neeson,
Famke Janssen y Maggie Grace. Está dirigida por
Pierre Morel escrita y coproducida por Luc Besson.
340 por él y mi madre, pero me dieron la espalda. Si
no hubiera hablado con Any en el teléfono,
realmente no habría alguna esperanza para mí.
Ambas estábamos en primer año de la Universidad,
y todos permanecían alejados de ella. Fue como si
ella fuera la luna, y ellos miraban boquiabiertos
desde lejos. Y al igual que la luna, era fría, distante,
y categóricamente siniestra. No había ningún
motivo para ninguna de las dos en hablar si no fuera
por un algún proyecto de la escuela. En realidad
nunca me habló cuando trabajábamos, y yo era una
trepadora entonces, así que todo salió bien. Esa
noche grité pidiendo por mis padres y cuando me
dieron la espalda, grité tan fuerte como pude al
teléfono dejado en mi cama. Me empujaron a la
parte de atrás de su coche y me dieron una mezcla
de drogas que tomaría la pelea fuera de mí. La
primera noche fue la peor. Se turnaban por las
menos agraciadas, caía en esa categoría. Lloré,
vomité, supliqué por muerte, y sólo fue el primer
día. Las chicas que han estado allí más tiempo sólo
estaban tiradas en sus camas, tan drogadas que no
podían levantarse por sí mismas. Sabía que no iba a
terminar como ellas. Juré que no iba terminar como
ellas. Planeaba suicidarme en el momento que
tenga la oportunidad. Cuando mi siguiente ronda de
invitados llegó en el segundo día, se reían de mí
mientras luché contra las cadenas. Les gustaban las
peleadoras, les gustaba romperlas, y justo cuando
se bajaron sus pantalones, habían comenzado los
tiros. Parecían como ángeles de la muerte,
disparando hacia los cerdos que se atrevían a
llamarse a sí mismos hombres. Sucedió tan rápido
que ni siquiera estaba segura de estar en mis
cabales. Pensé que mi mente estaba tratando de
protegerme. Eso fue hasta que la vi. Entró, miró a su
alrededor hasta que encontró mi mirada, y nunca
me había sentido tan asqueada de mí misma. Lloré,
y ella simplemente caminó hacia mí y me dio su
chaqueta blanca. Ella me dijo—: Mientras viva, esto
no volverá a pasarte. Eso fue el comienzo. Me
acogió y me forzó para hacer terapia mientras en
persona me pateaba el trasero en entrenamientos
día tras día durante un año y medio. Lo sentí un par
de semanas después. Cuando estuve mejor, en el
sentido en el que ya no lloraba durante el día y
vomitaba durante la noche, me dijo que podía irme.
341 Pero, ¿a dónde iría? Le supliqué que me deje
quedarme. Prometí que me mantendría leal hacia
ella mientras yo viva. Fue entonces que me contó
sobre quién era y qué hacía. Después de un año y
medio de ver muros sangrientos, drogas, y armas
por todas partes, no fue tan difícil de averiguarlo.
Me dijo que la única manera de quedarme era
demostrar mi validez. No estaba segura de cómo,
pero haría cualquier cosa. Por lo que me llevó a mi
antigua casa en la esquina 54 y Adam Street, me dio
un arma, y me dijo que consiga mi justicia. Mi
corazón latía tan rápido que podía oírlo en mis
oídos, y no quería decepcionarla. No quería
defraudarme a mí misma. Quería matarlos por lo
que me hicieron. Padres así no deberían vivir. Así
que toqué al timbre, y cuando mi padre abrió la
puerta, casi se orinó encima. —Hola, papi. —Fue la
última cosa que recuerdo haber dicho antes de que
me pierda a mí misma. Cuando todo terminó, fui
hacia la cocina y encontré a Any comiendo la cena
que mi madre nunca llegaría a comer. Me miró
antes de alcanzarme una copa de vino. —De hoy en
adelante, Adriana, soy tu Jefa —me dijo—. Me
tratarás con respeto. Te trataré con menos de ese
respeto. Pero si alguna vez me traicionas, te mataré,
y me gustas. Pero aun así te mataré. —Sí, señora —
dije, tomando el vino. —¿Necesitas algo? —
preguntó, una vez que se puso de pie. —No hay
nada para mí aquí, señora. —Entonces quémala
hasta los cimientos —dijo, antes de salir por la
puerta. Cualquier parte de la vieja Adriana murió en
ese incendio. De las cenizas, me volví un fénix. Any
siempre me recordó que todos tenemos la
capacidad de ser despiadados, que todo lo que
necesitábamos era un pequeño empujón. —Vaya.
—Antonio sonrió burlonamente desde mi puerta, a
la transformada mujer mirándome fijamente.
Besando mi cuello, encontró mi mirada en el espejo
—. Sexy, pero esta no es mi fénix. ¿Adónde vas? —
La Jefa —dije, y no hizo más preguntas, sabía que no
debía. Besó mi cuello antes de caminar hacia la
puerta. —Ten cuidado, nena —dijo, mientras la
puerta se cerraba. Antonio y yo... bueno, era nuevo,
complicado, y divertido. No he salido con nadie
desde que me uní a Any, sin embargo, Antonio y yo
siempre nos 342 encontrábamos en esta situación
totalmente desnudos. Tuve que decirle a Any, y
cuando lo hice, dijo que mientras que nuestra
lealtad hacia ella esté por encima de nuestra lujuria
el uno por el otro, le importaba un carajo con quien
folláramos. Agarrando mis cosas, salí de la casa,
básicamente desaperciba, y sólo cuando estaba a
punto de abordar mi vuelo, le envié un mensaje a
Alfonso. Any estaría buscándome. Ella quería
sangre. Tendría su venganza. 343 32 Había un
cuerpo asesinado, en tierra secreta y muerte
violenta en mil formas mostrado. - Geoffrey Chaucer
Traducido por Feña St. Clair y Mich Fraser Corregido
SOS por Pagan Moore LIAM Yo no podía dejar de
mirarla mientras bebía mi brandy. La forma en que
limpiaba su arma una y otra vez era una de las cosas
más sensuales que jamás la había visto hacer. Era
fascinante, desde su larga cola de caballo, su
elegante camiseta sin mangas y pantalones de
camuflaje, estaba memorizando todo en ella. —Te
siento mirando mis senos —dijo sin molestarse en
mirarme. Pero su voz era suficiente para darme una
erección. —Si te molesta, amor, ponte de pie y
déjame mirar tu culo en su lugar. — Sonreí,
terminando el resto de mi bebida antes de
levantarme. —Alfonso, tenemos que centrarnos —
dijo entre dientes mientras corría mis dedos por su
cuello Besando la base de su garganta, agarré sus
pechos. —Me estoy centrando. —Alfonso, detente
—dijo ella, alejándome. Alejándome de ella, me
pellizqué el puente de la nariz, tratando de
calmarme. ¿Qué diablos estaba mal conmigo? Ella
acababa de empezar a hablarme hace menos de
doce horas, y yo estaba tratando de no saltarle
encima. Estar en el avión con ella tan cerca no
ayudaba. Nunca había sido tan feliz de tomar sus
quejas. —Any... —Alfonso... 344 Los dos nos
detuvimos cuando alguien llamó a la puerta.
Suspirando, Any se levantó y abrió la puerta del
hospedaje, permitiendo a Neal y a Declan entrar.
Declan inmediatamente me dio una mirada como si
supiera lo que había sucedido. Sin embargo, con las
paredes finas no estaría tan sorprendido. Vance
tenía razón en venir a Tanzania. Ni Any ni yo
habíamos estado aquí antes, pero por suerte, el
dólar estadounidense era tan bueno como el oro.
Sólo nos costó quinientos dólares comprar este
hospedaje de madera en el medio de la puta selva.
No era el Ritz, pero serviría por ahora. —¿Podemos
entrar? —preguntó Neal. —Ella abrió la puerta de
mierda ¿no? —dije, sirviéndome más coñac. Gracias
a Dios que ese chico Nelson mantuvo el avión bien
surtido. Caminando hacia mí, Any tapó la botella de
coñac, mirándome antes de mirarlos a ellos. —¿Qué
tienes? Declan sacó un mapa y lo abrió sobre la
mesa. —Aquí, ellos estaban en Seronera. —Él
apuntó—. Por lo que hemos reunido hablando con
algunos locales, un grupo de hombres con Vs en sus
brazos pasó por aquí hace dos semanas. —Creemos
que se esconden en Lobo, unos cuarenta y cinco
kilómetros de aquí. Si nos vamos ahora, podemos
hacerlo antes del amanecer. Yo ya le he comprado
un helicóptero a uno de los habitantes del pueblo,
Jinx ahora lo está arreglando lo mejor que puede —
agregó Neal, tirando de la correa de su rifle de
francotirador. —Tú, Antonio, y Jinx junto con el resto
de los francotiradores se quedarán atrás dieciséis
kilómetros. Supongo que el helicóptero que
compraste no va a aguantar a los doce de nosotros,
así que busca otro y has que Adriana lo vuele — dijo
Any mirando sobre el mapa—. Declan, tú y Monte,
junto con el resto de los hombres, realizarán una
copia de la marca de cuarenta kilómetros. La
miramos como si acabara de perder su maldita
cabeza. —¿Así que tú y yo debemos asaltar su
escondite por nuestra cuenta? —le pregunté
lentamente. Tal vez ella no estaba lista para volver
todavía. —Señora, Adriana ni siquiera vino con
nosotros. —Declan la miró detenidamente antes de
dispararme una mirada. Esto era demasiado
importante para joderlo, y sólo teníamos una
pequeña ventana. —Tal vez deberías descansar —
comenzó Neal, pero fue interrumpido por Any
ladeando su pistola. 345 —Por favor, termina la
frase, hijo de puta. Estoy rogándote para que
termines la frase, así cuando le diga a Olivia por qué
su marido llegó a casa con una bala, puedo decir
que olvidó quién carajos soy... un error mortal.
Sobre todo porque no me ha gustado tu culo de
perra desde el primer momento. Así que adelante y
di que necesito descansar un poco. Neal hizo la
elección más sabia de su vida y se mantuvo en
silencio, Declan por otro lado... —Señora... —Y tú —
espetó Any, girando su arma—. Tú mantén la boca
cerrada o me veré obligada a decirle a Alfonso todas
las cosas malas que has estado soñando con
hacerme. —¿¡Qué carajos!? —Antes de que pudiera
parpadear, tenía una pistola en su cabeza. Yo nunca
pensé que tendría que dispararle a mi mejor amigo,
pero últimamente me había equivocado en muchas
ocasiones. —Baja tu arma, Alfonso. Yo sólo miré al
maldito bastardo hijo de puta que se atrevió a
llamarse a sí mismo mi mano derecha. —Joder no.
Preferiría matarlo lentamente. Tal vez prenderlo
fuego. Empujando a Declan, Any se puso delante de
mi arma. —No te estaba preguntando. Baja el arma
ahora. —Vamos a tener que hablar después, primo.
—Miré hacia él antes de hacer lo que ella me pidió.
Lidiaría con ella después, también. —Ahora que
toda tu sangre está bombeando en los lugares
correctos —me dijo entre dientes—. Adriana, entra.
Y, por supuesto, una mujer de pelo rubio y ojos
verdes entró. Era atractiva, en una forma algo puta,
y sin duda no podría ser el patito feo, Adriana. Sin
embargo, ella se acercó a Any con la cabeza bien
alta y sacó un teléfono celular de su sujetador. —
¿Hay algo más que necesite, señora? Santa madre
de mierda. Efectivamente, esa voz pertenecía a
Adriana. Asintiendo, Any puso el teléfono en su
bolsillo trasero. —Gracias, Adriana, no dudes en
cambiarte. Espero que eso no fuera demasiado para
ti. —Nunca, señora —respondió Adriana,
quitándose la peluca rubia—. Puse las bombas por
todo el complejo como lo pedió. Barren el lugar
todas las mañanas, así que esta noche es la única
oportunidad que tiene. 346 —No te tocó, ¿cierto?
—preguntó ella sin emoción alguna. Cualquier
persona que la conocía era consciente de que Any
sin emociones era tan despiadada como se veía. —
No, señora. Yo era demasiado europea para él.
Quería saborear la cultura nativa. —Ella frunció el
ceño, parpadeando rápidamente mientras se
quitaba su nariz falsa. —Gracias, Adriana. Adriana
asintió antes de salir, y yo podía sentir que mi
sangre comenzaba a hervir. ¿Por qué mierda estoy
tan desinformado en este momento? Me dije a mí
mismo mientras quebrajaba mi mandíbula.
Caminando delante de ella, me incliné por el otro
lado de la mesa. —Habla ahora —le dije, asustado
de perder los estribos con ella. Un segundo quería
follarla hasta exprimir su cerebro, al siguiente,
quería romperle el cuello. ¿Por qué me torturaba
tanto? Ella se inclinó y susurró. —Creo que debo
descansar. —Any... —Después de que Adriana te
avisara que yo estaba en el avión, la hice seguirnos
en un vuelo comercial. Hemos reducido la mayor
parte de la oferta de drogas de Vance, pero el
dinero que gana de la trata es de mayor cantidad…
—¿Dejaste que Adriana fuera secuestrada? —Eso
fue lo más imprudente que jamás había oído hablar
de ella. La trata no era una broma. Adriana fue
probablemente drogada a los pocos segundos de
ser llevada. Podrían haber hecho Dios sabe qué
durante ese tiempo, y lo peor de todo, Adriana
podría haber sido quemada... —Veo las ruedas del
infierno girando en tus ojos, y necesito que respires
— me espetó—. Sí, dejé que Adriana fuera
secuestrada, pero ella sabía lo que tenía que hacer.
Después de todo, no era la primera vez que Valero
la había llevado. Esta vez no fue en calidad de
víctima, sino como un liberador de mierda. Así que,
como decía antes de que te creciera un corazón, Sr.
Grinch, Adriana fue tomada desde el aeropuerto. Lo
que hizo, y cómo ella salió, no soy consciente de
cómo mierda pasó. Todo lo que importa es que su
escondite está atado con bombas de cianuro. —
Quieres sacarlos con humo. —Declan sonrió
acercándose, y al momento en que lo hizo, apuñalé
la mesa junto a su mano. Él me miró con los ojos
muy abiertos antes de dar un paso atrás. 347 —Los
llenamos de humo como a las ratas, y los
derribamos uno a uno mientras que están cegados.
—Neal sonrió, haciendo un círculo por los
alrededores de la guarida de Valero—. Ellos vendrán
corriendo tan rápido como sea posible, pero van a
estar demasiado jodidos para siquiera apretar el
gatillo. —Tú planeaste todo esto en unas pocas
horas. —Ni siquiera me molesté tratando de ocultar
lo impresionado que estaba. Volviéndome a Neal y
Declan, hice una seña para que se fueran. Declan
estuvo en la puerta más rápido de lo que jamás lo
había visto moverse. Ella se sirvió una copa de
coñac, pero ninguno de los dos habló. Los dos
éramos demasiado testarudos para eso. Tomando el
resto de mi bebida, me lamí los labios. —Te extrañé
—le susurré. Ella era la única que podía sacar toda
la lucha fuera de mí y ponerla de nuevo al mismo
tiempo—. Te extrañé, y a nosotros, quienes éramos
por ese breve momento entre odiándonos y
perdiéndonos… Yo no creo que alguna vez fuera
capaz de decirlo en voz alta. Dolía mucho, y no
importaba qué tan bajo empujara, el dolor volvía de
nuevo. Estaba tan perdido en mis pensamientos que
ni siquiera me había dado cuenta de que se había
movido a mi lado hasta que sentí su mano en la mía.
Levantándola a sus labios, besó mis nudillos, y yo no
podía dejar de gemir ante la suavidad de sus labios.
Cuánto tiempo había pasado desde que la besé.
Como si pudiera leer mi mente, ella tomó el lado de
mi cara antes de besar mis labios. Ella sabía a miel y
casi me vengo en mis pantalones cuando mordió mi
labio. —Te he echado de menos, también —susurró
—. Yo…yo necesitaba tiempo. No sabía cuánto, pero
yo sólo sabía que necesitaba un momento para
estar… —Para estar triste —terminé por ella,
queriendo nada más que cerrar la distancia entre
nuestros labios. —Sí. —Ella sonrió con tristeza, y yo
quería borrarla de su cara—. Nunca fue mi
intención... Yo sabía que no podía ser de ninguna
ayuda en la forma en la que me encontraba. Espero
que no te hayas acostumbrado a gobernar sin mí. —
Nunca. —Ahuequé su mejilla dirigiendo mi dedo por
su labio inferior—. Yo nunca podría gobernar sin ti.
Te necesito, física, espiritual y emocionalmente. —
Yo también te necesito, pero tengo que encargarme
de Saige. No puedo… —Shh —murmuré mientras
desabrochaba su pantalón. 348 Ella gimió mientras
yo ahuecaba su culo levantándola sobre la mesa. —
Alfonso no tenemos tiempo... —Lo sé. —Suspiré—.
Sólo necesito una probada para calmarme. Antes de
que pudiera hablar, bajé sus pantalones y su ropa
interior, besando su frente, luego sus labios, antes
de besar la parte superior de sus pechos. Incluso
mordí uno, lo que la hizo jadear mientras jugaba con
su vagina. —Alfonso... —Cállate, Any —le dije,
cayendo de rodillas y permitiendo a mi lengua el
placer de degustarla. Ella gimió cuando mi lengua
fue más profunda dentro de ella, podía sentirla
meciéndose contra mi cara, pidiendo la liberación.
Su humedad goteaba sobre mis dedos mientras los
metía en ella. —Fóllame, Alfonso... —Ella agarró sus
pechos, pellizcando sus pezones, mientras me
montaba. —¿Qué pasó con lo de no tener tiempo?
—Haz tiempo. —Ella agarró un puñado de mi pelo,
tirando de mí hasta su cara. Besarla hizo a mi pene
rogara por libertad. Sabiendo que se estaba
probando a sí misma en mis labios era casi
demasiado. —Has tenido suficiente control por un
día, amor —susurré tomando control de sus pechos.
Yo quería que ella fuera mi perra, porque ya lo era.
Ella tiró de mis pantalones hasta que finalmente
cayeron, permitiéndome la libertad que deseaba.
Tiré de ella fuera de la mesa y la volteé, cayendo de
rodillas otra vez mientras besaba su culo antes de
morderlo y levantarme nuevamente. —Li… ¡oww…
ohh! —gritó ella cuando empujé mi pene
directamente en su culo. —Me has hecho enojar —
le dije agarrando su pelo mientras me estrellaba
contra ella con tanta fuerza que su culo se sacudía,
rogándome por una bofetada, lo que no tuve otra
opción más que hacerlo. —Has capturado mi
corazón. —Tiré de ella, levantando su camisa y el
sujetador con el fin de exprimir la mierda de sus
pechos con la mano izquierda. Mi mano derecha
viajó por su estómago hasta ahuecar su humedad.
—Mierda, Alfonso... —Ella envolvió su brazo
alrededor de mi cuello. 349 —Tú me has vuelto
medio loco —le dije, mordiendo su oreja antes de
empujarla de nuevo sobre la mesa. —Me has hecho
enamorarme de ti. —Agarrando su cintura, reduje
mis empujes sólo por un segundo antes de chocar
contra ella de nuevo haciéndola gemir palabras al
azar. —Me has convertido en un monstruo. —Me
aferré a sus costados mientras la cogía tan fuerte y
rápido, que todo lo que una vez estuvo en la mesa
cayó al suelo. La follé sobre el maldito mapa del país
y le encantó tanto que ni siquiera podía hablar. Follé
las palabras desde sus labios. No se vino una vez, ni
dos, ni siquiera tres veces, pero sí cuatro.
Alcanzándome por detrás, agarró un puñado de mi
cabello, se levantó, presionando mi pecho. Su cara
estaba tan cerca de la mía cada vez que se vino, sus
ojos se pusieron vidriosos como si estuviera
llegando a un nuevo nivel. Y la expresión de su
rostro, la mirada de una mujer bien follada fue
demasiado buena para manejar. Tiré de ella y casi se
derrumbó de nuevo sobre la mesa cuando me vine
por toda su espalda y culo. Fue la cosa más gloriosa
que jamás había visto. —Eres un maldito imbécil…
—dijo a través de jadeos. Siempre fingía que odiaba
cuando me venía sobre ella, pero secretamente lo
amaba. La había reclamado y le encantaba cuando
era mi turno de dominar casi tanto como amaba
hacerme su perra. Levantándose de la mesa, hizo
todo lo posible por mantenerse erguida y sólo
sonreí, pasando la mano por mi cabello sudoroso.
—Diez minutos… podrías haberlo hecho mucho
mejor. —Sonrió, quitándose su camisa y usándola
como una toalla. —Tenemos crisis de tiempo, entre
más rápido matemos a esos hijos de puta más
tiempo tendré después para hacerte el amor. Tenía
que follarte una vez más por si acaso. —Me reí,
tirando arriba mis pantalones. Al entrar al baño, ella
negó con la cabeza hacia mí. —Nunca has tenido el
control suficiente para pasar la noche. La próxima
vez, tú serás mi perra. No podía esperar. Sólo
tendría que lograr pasar la noche. Si el dinero, el
territorio y la venganza no eran motivo suficiente
para matar a Vance y su gente, el pensamiento de
mi Any controlándome era lo suficientemente
fuerte para empujarme a matar a todos. Esta guerra
llegaría su fin. Me gustaría verlo, por el bien de ella
y de nuestra futura familia. 350 ANAHI Había estado
esperando esto desde que salí del hospital.
Mientras Alfonso conducía a través de las llanuras
del continente africano, respiré el aire de la noche.
Nunca me había sentido tan viva en toda mi vida. Mi
momento con Alfonso fue bestial, lujurioso y
francamente pornográfico, sin embargo era justo lo
que necesitaba para respirar de nuevo. Me hizo
sentir cosas que ningún otro hombre jamás podría
hacer. Sabía que no importaba lo que pasó, estaba
enamorada de él. Él me entendía. Me amaba. Y era
todo lo que necesitaba. No estoy segura si alguna
vez podría demostrarle cuánto. De hecho, ni
siquiera estaba segura si íbamos a vivir. Sí, teníamos
todo planeado y las ideas de Alfonso añadidas
después de nuestro pequeño jodido festival eran
geniales, pero siempre había una posibilidad de que
las cosas salieran mal. Era la verdad que todos
entendíamos… algunas veces planificas todo y aun
así terminas muriendo. No había nada que hacer
sobre las cosas que no conocías. Alfonso nunca
soltó mi mano mientras nos dirigíamos hacia
adelante. Para cualquiera, nosotros tendríamos que
estar completamente locos. Pero para nosotros,
esta era la única manera de que esto termine. No
podíamos esperar horas y horas para regresar el
golpe, esto no era una misión de la CIA. Era una
guerra, entre mafias, y esta vez Romeo y Julieta
estaban en el lado correcto. Cada momento que
pasaba mientras él conducía se sentía como una
hora, y cuando estacionó el auto bajo un árbol y
besó mis nudillos, estaba casi saltando de mi piel.
Necesitaba terminar con esto. Necesitaba ser de
nuevo yo y la única manera que sabía cómo hacer
eso, era haciéndoles pagar. Metió la mano en el
asiento de atrás y sacó dos ametralladoras junto con
tres repuestos de diferentes tamaños antes de
entregarme uno. —¿Estás lista? —preguntó y fue
una pregunta estúpida, porque él sabía la respuesta.
Abriendo el teléfono de un tirón, marqué
rápidamente antes de partirlo por la mitad. Ninguno
de nosotros tuvo que esperar mucho tiempo antes
de que el pequeño pueblo se sacudiera con tal
violencia que la pudimos sentir en el auto. Los
pájaros volaron en dirección opuesta, junto con
todo lo demás que vivió. Incluso las nubes cubrieron
la luna llena como si Dios mismo estuviera tratando
de no mirar los demonios que desatamos. Tomó
todo lo que tenía no pensar en el día en que nuestra
casa se sacudió de esa manera. El humo blanco se
extendió alrededor del edificio 351 como una
enfermedad que se arrastraba en cada parte de la
casa hasta que unos hombres vinieron corriendo
con las armas en la mano. La dosis fue al extremo
inferior de la escala. No quería que murieran. Los
quería confundidos, aturdidos e indefensos. Alfonso
ni siquiera dudó cuando salió del auto con su pistola
firmemente apretada en sus manos. También salté y
esperé hasta que el último de ellos no tuviera más
remedio que venir tropezando antes de desatar una
lluvia de disparos. A través de un destello en el
cielo, la tierra debajo de nosotros voló en el aire
mientras que Antonio, Neal y Jinx sobrevolaban.
Entregándome una máscara de gas, caminamos
hacia delante con toda la facilidad del mundo,
mientras nos daban espacio. Los escuché toser
tratando de sacar fuera el veneno en sus pulmones,
así que les hice un favor disparándoles. Realmente
no dábamos dos mierdas de quienes eran. En el
momento en que algo se movió, disparamos hacia
abajo. Vance y Saige estarían en la habitación
segura así que no había necesidad de ser cuidadoso.
Después de todo, queríamos que murieran
lentamente. ¿Esas perras esperaban que
simplemente nos olvidáramos de ellos? Mierda, no.
Mujeres desnudas gritaban con todos sus pulmones
mientras trataban de escapar, bueno, al menos
algunas de ellas, el resto simplemente se sentaron y
lloraron. Cuanto más nos adentrábamos por el
pasillo, el agujero en donde solía estar mi corazón
parecía latir en mi pecho. Sólo cuando llegamos a
las puertas dobles Alfonso y yo nos miramos el uno
al otro antes de patearla. Allí, desnudos y
encadenados a la cama, había un hombre y una
mujer, ambos en pánico y respirando las toxinas
lentamente. Vance me disgustaba. Tirando de sus
cadenas el hombre me miró a los ojos antes de
mirar a la pared. —Corran, idiotas —espetó Alfonso
y ellos lo hicieron, corrieron hasta donde sus
piernas desnudas podían. Caminando hacia el final
de la pared, Alfonso llamó—: Vance, ¿estás vivo ahí
atrás? —preguntó y al no tener respuesta, puse un
ladrillo detonador contra la pared antes de que
ambos pusiéramos una almohada en contra.
Cayendo atrás de la cómoda, sonreímos ante el
sonido del metal contra metal rompiéndose. No nos
pudimos mover ya que la lluvia de balas vino hacia
nosotros como un enjambre de abejas. —Salgan,
salgan, de donde quieran que estén —cantó ella y
no quería más que rasgarle la garganta. Pero
Alfonso me retuvo agarrando mi muslo. 352 —
¿Vinieron a buscarnos? —Se echó a reír—. ¿Esto es
porque maté a tu pobre bebé? No lo siento. ¡Lo
haría de nuevo! Todo lo que podía ver era rojo y
antes de que Alfonso o incluso Dios mismo me
pudiera parar, salté detrás del mostrador. Ella ni
siquiera dudó antes de disparar, una bala me pegó
justo en el pecho y si no hubiera sido por el chaleco
antibalas, me hubiera ido. Ignorando el dolor, me
levanté de un salto corriendo hacia adelante antes
de saltar y patear su cara. Su cuerpo voló atrás del
espejo antes de deslizarse hacia abajo. Agarrando
un pedazo del espejo, corrió hacia mí, pero Alfonso,
el puto controlador de perra, le disparó a través de
la muñeca. —¡No! —le grité. La pelirroja era mía. Él
me miró rápidamente antes de correr a la
habitación segura. A Saige, sin embargo, ni siquiera
le tomó un segundo antes de que viniera hacia mí
con el gran trozo de cristal. Dejando caer mi arma,
le di un puñetazo justo en la nariz, le di un codazo
en el cuello y pateé fuertemente sus rodillas,
enviándola hacia abajo. Sólo fue cuando ella estaba
de rodillas, que hice hacia atrás la mía y la llevé con
todas mi fuerzas hacia su cara. Ella cayó hacia atrás
y justo cuando estaba a punto de agarrarla del
cabello, una cuerda se ató alrededor de mi cuello,
ahogándome. —He estado esperando hacer esto
desde el primer día en que te vi —susurró Ryan en
mi oído mientras luchaba por respirar. El pinchazo
se aferró a mi pecho—. Creo que sólo voy a dejarte
inconsciente, de esa manera podrás despertarte
conmigo sobre ti. Justo cuando todo se hacía negro,
su agarré en mí se fue cuando su cuerpo cayó al
suelo por la bala en su cráneo. Alfonso se puso de
pie frente a mí, su nariz respiraba como un toro. El
infierno se reflejó una vez más en sus ojos. Fue
entonces cuando Saige pensó que sería una buena
idea tratar de apuñalarlo, pero antes de que
pudiera, agarré su brazo y se lo retorcí hasta que
escuché un ruido repugnante y su brazo se quedó
inerte. —Vance tenía una motocicleta, se ha ido —
dijo Alfonso, pero sabía que él estaba enojado. Él
quiso que esto terminara ayer. —Y nunca lo vas a
atrapar —dijo Saige, desde su lugar debajo de
nosotros…. como jodidamente debería de ser. 353
—Pronto vas a morir, así que voy a dejar que sepas
este pequeño hecho divertido. —Me agaché,
mirándola a los ojos—. Esto va a doler, vas a llorar y
justo cuando tu alma abandone tu cuerpo, vas a
rogarle a Dios, y ni siquiera Él te mostrará
misericordia. Con eso, le di un puñetazo en su cara y
puso los ojos en blanco. Miro hacia Alfonso, sonrió
lanzándome su teléfono. Adivina quién está
conduciendo hacia nosotros, decía el mensaje.
Odiaba las adivinanzas, pero sólo por esta vez me
gustaría disfrutar del juego mientras dure. 354 LIAM
—Vance, Vance, Vance. —Sonreí al hombre
encerrado y amordazado frente a mí. Se veía tan
débil, tan… no valía mi tiempo. Una vez hubo un
momento en que me atreví a preocuparme acerca
de que él estuviera más allá de mí. Él era un viejo
hombre pervertido con amigos rusos. —He soñado
con matarte desde que era un niño —le dije,
arrancando la mordaza de su boca—. Pensé en
tantas maneras de destruirte y tengo que decir que
está fue una de ellas. —¿Crees que esto ha
terminado? —preguntó Vance y Any le dio un
puñetazo en la mandíbula. —Amor, él es mío para
sacarle la mierda. —Le fruncí el ceño, ella levantó
las manos antes de inclinarse contra el árbol con
Saige frente a ella. Nuestros hombres se reunieron a
nuestro alrededor, todos mirando con gozo, orgullo
y sobre todo entusiasmo. Se habían criado
disfrutando de mis métodos de tortura y el odio en
silencio. De cualquier manera, esto había sido desde
hace mucho tiempo. —¿Qué estabas diciendo? —le
pregunté sacando un cuchillo—. ¿Algo de no estar
terminado? Vance sonrió. —Estúpido irlandés
bastardo. ¿Pensaste que estaba preocupado? Ni
siquiera sabes lo que viene. Yo era tu amortiguador,
sin mí ella vendrá después por ti. —No tienes
sentido, Vance —suspiré pasando la navaja contra
su mejilla—. Y no tienes mucho tiempo para
explicar. De nuevo, Vance sonrió, mirando por
encima de mí a Any. —Ella es despiadada, ¿no?
Igual que su madre. En ese momento los ojos de
Any se estrecharon. —Oh, ¿eso es rabia? —
preguntó él y le di un puñetazo en la cara,
enviándolo contra su espalda, pero sólo se rió. —
Corrección, eso es rabia. —Sonrió antes de toser
con sangre y alguno de sus dientes—. Sin embargo
pobre pequeña Anahi, la niña que perdió a su
madre trágicamente en mis manos. Pero, ¿espera?
Se rió como un loco. —¡Ella ni siquiera está muerta!
355 —¿De qué estás hablando, Vance? —respondió
Any disparándole en el tobillo. Pero Vance era tan
de metal, que ni siquiera se inmutó. —Quiero decir,
mi dulce niña, tu madre está viva, tu madre y tu
abuelo realmente están vivos. Gobernando en
secreto. Sólo han estado esperando que nos
matemos los unos contra los otros y que
recogiéramos los pedazos. —Él suspiró sacudiendo
la cabeza. —Estás mintiendo —siseé, disparándole a
su otro tobillo. —Tal vez —dijo, cayendo sobre su
espalda—. O tal vez todos esos años casada con
Giovanni Orlando “Manos de Hierro” la cambiaron,
convirtiéndola en alguien oscuro y despiadado.
Después de todo, la manzana no puede caer lejos
del árbol. Pero pronto lo verás. Ella es intocable,
todos ellos son intocables. Any y yo descargamos
nuestras armas contra él, sin detenernos hasta que
la última bala estuvo en su cuerpo. Agarrando a
Saige por el cabello, Any la obligó a estar al lado del
cuerpo caído de Vance. Tirando de su camisa
rasgada, Any la miró a los ojos. —¿Estaba diciendo
la verdad? Saige sólo sonrió. —Vete a la mierda tú,
tu madre y todos tus hombres. Tomando una
respiración profunda, Any dio un paso hacia atrás.
—Desnúdenla. Los ojos de Saige se ensancharon
mientras los hombres se acercaron a ella. — ¿Harás
que me violen? —Trató de no mirar asustada. Todos
los hombres se encogieron ante la idea. —Nadie te
desea, puta —dijo Fedel detrás de ella, haciendo
que los hombres se rieran mientras se acercaban.
Sin pensarlo dos veces, ellos le arrancaron la ropa,
dejándola de pie ensangrentada y sucia. —Tienes la
oportunidad de dejar este mundo de la misma
forma en que entraste —dijo Any, sosteniendo su
mano mientras Adriana le entregaba un par de
tijeras. —Primero, a raparte. —Pateando su rodilla
mala, Any agarró un puñado de su cabello y lo
cortó. Lo sacó todo de Saige hasta que había
manchas rojas de su cabello. Cuando terminó,
agarró las esposas donde Saige estaba y la esposó a
la parte trasera del Jeep. 356 —En segundo lugar,
grita. La rabia, el fuego, el dolor en los ojos de Any
dejaron en claro a todo el mundo que no la
detuvieran hasta que hiciera sufrir a Saige y esta era
la única manera. Any iba a arrastrar su cuerpo por
Dios sabe cuántas millas hasta que Saige muriera a
causa de una conmoción o pérdida de sangre. Los
animales harían el resto. —Por favor… por favor…
no hagas esto. Yo…. —Any sólo le metió un calcetín
a la boca. —Una vida por una vida —susurró Any—.
Te cruzaste con la familia equivocada. Monte
mantuvo el auto abierto para ella y sonrió a través
del espejo. —Esto va a hacerte mucho más daño a ti
de lo que nos dolerá a nosotros — dije antes de
entrar por la puerta del pasajero. Puesto en marcha
el motor, Any pisó el acelerador con fuerza y los
gritos llenaron el cielo de la mañana, pero yo sólo
puse música. Finalmente estábamos en la cima del
mundo. —¿Cuándo tomaste mi puto CD? —espetó
Any mientras conducía más rápido. —Tu gusto por
la música es una mierda, amor. —Sólo porque no
me gusta la mierda clásica y la vieja escuela de hip
hop, no significa que sea una mierda. —Todos esos
artistas son auto-sintonía de todos modos. Me gusta
la música verdadera —dije, subiéndole un poco para
ahogar los gritos. —¿Qué mierda es esto? —Ella
miró a la radio. —MC Ren —dije y ella me miró.
Sonriendo, empecé a rapear junto a él, haciendo
que sus ojos se ensancharan antes de que estallara
en un ataque de risa. —Eres un chico blanco con el
culo pálido de Chicago Elite. No se te permite tratar
de rapear esto. —Odiosa. —Guiñé un ojo mientras
ella sonreía. Por primera vez en mucho tiempo, los
dos nos sentimos como que pudiéramos
simplemente relajarnos. Mirando a los leones
cuando se levantaron para otro día, me preguntaba
si seríamos diferentes. Después de todo, maté,
comí, dormí y follé como ellos lo hacían. Yo era el
rey de la selva y la mujer a mi lado era mi reina. 357
Epílogo “Al igual que Alejandro Magno y Cesar, Estoy
en la conquista del mundo”- Jarod Kintz Traducido
por Mich Fraser Corregido por Nuwa Loss ANAHI —
Cinco. —Besé su nariz. —Cuatro. —Besó mi frente.
—Tres. —Besé su mejilla. —Dos. —Me besó en la
barbilla. —Uno —dijimos al mismo tiempo antes de
besarnos profundamente. —Feliz año nuevo —
susurré en la oscuridad de la habitación. —Feliz año
nuevo, amor —susurró. Escuchando los fuegos
artificiales me aparté de él, por mucho que
protestara, pero quería ver todo el esfuerzo que
Evelyn puso. Agarrando mi bata, me paré en la
ventana viendo como todos celebraban como unos
tontos ebrios. —Sabes que dicen que el primer año
de matrimonio es el más difícil —dijo Alfonso,
besando mi hombro. Gimiendo, me apoyé en su
contra. —Todavía estamos en el primer año. —¿De
verdad? Juro que ha sido más que eso. —Rió,
tratando de desatar mi bata, pero le di una palmada
en sus manos para que se alejara. 358 —Contrólate.
Tenemos una reunión, ¿recuerdas? —A pesar del
hecho de que lo deseaba por igual, esto era
importante. —Estás empezando este año mal. —
Perdóname, ahora ponte los pantalones. —A veces
él era un dolor en el culo. —Tú ponte los
pantalones. —Miró mis piernas desnudas. Rodando
los ojos por él, tiré de los pantalones de mi pijama.
—¡Puedo usar lo que sea que quiera! Así que
vámonos, la familia está esperando. Frunció el ceño,
pero se puso los estúpidos pantalones, siguiéndome
fuera de la habitación y hacia el estudio. Allí estaba
toda la familia, junto al Senador Colemen, el padre
de Olivia, quien se veía muy confundido acerca de la
razón de estar allí. Toda su actitud cambió cuando
Alfonso tomó asiento en su silla mientras yo me
senté en el escritorio. —Gracias a todos por venir —
dijo Alfonso con frialdad—. Como todos saben, este
ha sido un año estresante. Sin embargo, eso es lo
que pasa cuando se toma un estado. —Y ahora que
hemos estado comiendo nuestra porción, queremos
el país. — Le sonreí a todos. —¿Cómo planean
hacer eso? —preguntó Sedric, apoyándose en su
silla. Alfonso y yo sonreímos antes de que Alfonso
hablara. —Eliminando al cargo más alto en la tierra.
Declan escupió su bebida. —¿Quieren eliminar al
Presidente? —Jodido infierno, no —respondió
Alfonso—. El Senador Colemen lo hará, y todos
nosotros lo vamos a apoyar al cien por ciento. Los
ojos del senador Colemen se abrieron mientras nos
miró con la boca abierta. —¿Quieren que me
postule a presidente? ¿Han perdido la cabeza?
¿Esto es una broma? 359 Miré al idiota. —No, esto
es una orden, ¿o ha olvidado quién ha financiado
todos los eventos de su otra campaña? —Se va a
postular para el cargo, y va a ganar —dijo Alfonso
como un hecho—. Y entonces va a trabajar para
nosotros. El Senador Colemen negó con la cabeza.
—Eso es imposible. No sólo soy parte de un partido
impopular en este momento, sino que estoy
divorciado y sólo he estado en el Senado por unos
pocos años. —En cuanto a tu esposa —dijo Alfonso,
haciendo una seña a Adriana quién abrió la puerta
para revelar a la ex señora Coleman. —¿Mamá? —
Olivia se quedó sin aliento rápidamente,
alcanzándola para un gran abrazo. —Allí, mira, una
esposa. Y si trabajan juntos, demuestran que
funcionan y bla, bla, bla… tienes una familia, una
con gran cantidad de conexiones y bolsillos
profundos. Cuando decimos que serás presidente,
quiere decir que serás el próximo Comandante en
jefe. —Queremos el país y el mundo. A decir verdad
lo quisimos desde antes, así que no trates de
ponerte en nuestro camino —dije. —Incluso a Dios
le tomó seis días crear el mundo, Any. No
sobreviviremos nosotros solos. —Neal actuó como
si esto fuera una broma. —Tal vez somos todos
poderosos, pero no somos Dios. No queremos crear
el mundo, queremos ser los dueños de él. —Alfonso
se levantó de su silla. Con el fin de los combates y
guerras, finalmente pudimos hacer lo que hacíamos
mejor, hacer dinero. Teníamos un cargamento de
drogas y teníamos que concentrarnos en el negocio.
Para el final, seríamos intocables, ¿y qué mejor
manera de hacerlo que con el Presidente de Estados
Unidos en tu bolsillo trasero? 360 LIAM Cuando
todos se fueron, sólo Declan y yo nos quedamos en
el estudio mientras la luz del sol poco a poco
empezaba a arrastrarse por las persianas mientras
se elevaba sobre el bosque. Un año nuevo, un
montón de problemas nuevos, ni siquiera estaba
seguro de cómo empezarle a decir a Anahi. —
Compruébalo de nuevo, Declan —ordené, vertiendo
líquido marrón al vidrio cristalino, esto era sólo…
joder. —Alfonso, lo he comprobado más de una
docena de veces en las últimas dos semanas. Nada
cambiará el hecho qué… —Jodidamente no te
atrevas a decirlo —espeté, apretando el cristal—. Si
lo dices con tanto convencimiento, entonces es
cierto. Y si es verdad, seré yo el que tenga que
explicarlo. Jodidamente no quiero explicar eso. —
Alfonso, es tiempo que enfrentemos esto. Lo sabes.
Yo lo sé. Es hora que Anahi lo sepa. Era más fácil
decirlo que hacerlo. Me pellizqué el puente de la
nariz y crují mis nudillos, tratando de aliviar la
tensión de mi cuerpo. —Hemos sido tan felices,
Declan —dije en voz baja, mirando el sol mientras
bebía lentamente—. Ella ha estado tan feliz. ¿Cómo
le digo que todo lo que sabe es una mentira? Él hizo
una pausa, tomando una respiración profunda
mientras caminó a mi lado en la ventana. —Mejor
que lo escuche de ti, a que lo descubra ella misma.
Me entregó la carpeta una vez más, y miré a la
mujer con el cabello corto y negro y la piel oliva. De
pie, alta y orgullosa con sus gafas de sol. —Ellas se
parecen tanto. —Son parecidas, Alfonso, y toda la
evidencia muestra que Vance tenía razón. Hay
mucho más de lo que sabíamos. No sólo Aviela
Giovanni, madre de Anahi, no está muerta, sino que
ha estado detrás de todo. No sólo te quiere matar a
ti, sino que a su propia hija. —¿Y Orlando lo sabía?
—Hizo lo que estás tratando de hacer ahora y
protegerla. Pero dudo que funcione más tiempo.
Aviela Giovanni acaba de entrar a los Estados
Unidos. Y justo así, pude sentir las puertas al
infierno abriéndose. 361 —Que Dios tenga piedad
de nuestras almas cuando Any se entere. 362 Nació
en Montreal, Canadá y actualmente está estudiando
Humanidades en la Universidad de Carleton. Es la
mayor de tres y ha amado escribir por años.
Tragedias al estilo Shakespeare a cultura pop. Su
primera novela, Ruthless People es su primer gran
bestseller. . 363 THE UNTOUCHABLES RUTHLESS
PEOPLE #2) Un secreto. Multiples victimas. Todo lo
que le han dicho a Anahi Callahan sobre su pasado
es una mentira. Su padre mintió. Su esposo mintió.
Pero como todos los secretos… salen a la luz. No
sólo su madre, Aviela, está viva, sino que no se
detendrá hasta derribar todo lo que Alfonso y Anahi
han edificado el año pasado. Con un nuevo objetivo
y los medios de cominucación centrándose ahora en
su familia mientras que se acerca las elecciones
Presidenciales, Alfonso y Anahi deben luchas en dos
frentes de batalla. Anahi está dividida entre estar
enamorada de Alfonso y querer matarlo por
mentirle. Estar enamorada y mostrar amor son dos
cosas diferentes en su mundo. Alfonso quiere hacer
cualquier cosa para proteger a su familia, incluso si
eso significa herir a la gente que ama. La familia es
todo… pero, ¿qué pasa cuando ellos salen de tu
sangre? Todo lo que han pasado no es nada
comparado con lo que viene… 364

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