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LA ORIENTACION UN PROBLEMA HUMANO1

La tarea formal de la Orientación, considerada como actividad profesional


institucionalizada y sistematizada, su práctica a través de principios operativos fundamentales,
de técnicas y procedimientos propios, aplicada a las diversas problemáticas de la existencia
humana, surge a comienzos del siglo XX, en 1908, con Frank Parsons, al fundar éste, en
Boston, la primera oficina de Orientación y de Asesoramiento para los jóvenes que acudían a él
en busca de trabajo (Beck, 1970). Pero la necesidad y exigencia de ayuda, de apoyo, de
consejo,. de guía, de asesoramiento, de orientación al fin, para encauzar adecuadamente los
problemas existenciales que la vida va planteando, en cada época, a todo hombre, subyacen
ya en la mente del hombre más primitivo que, inmerso en la ignorancia, en el asombro y en la
limitación de sus vivencias antropomórficas, busca una explicación pragmática -aunque sea de
tipo místico y mágico- para aliviar sus incertidumbres y conseguir la supervivencia individual
dentro del grupo tribal.

Y ello se debe al hecho de que la Orientación constituye un problema


esencialmente humano y de contenido formativo o educativo, puesto que afecta al único ser -el
hombre- que decide su propio proyecto de vida a través de una secuencia de opciones y de
decisiones o de elecciones que, en forma de problemas vocacionales y epistemológicos, le va
planteando la existencia diaria y la necesidad de interpretar adecuadamente las cuestiones
fundamentales de la vida: por eso constituye también un problema básicamente educativo o
formativo que se traduce en un proceso de ayuda y de guía para que el sujeto pueda alcanzar,
de forma progresiva, los niveles de madurez personal suficientes para acertar ante las
situaciones de elección.

Así, constatamos que el proceso de orientación reviste, ya desde antiguo,


un sentido unitario, integral o global para todo hombre, como lo exige su personalidad, puesto
que, tanto diacrónicamente, a lo largo de su evolución hacia la madurez y hacia la conquista
del equilibrio y de la adaptación a su grupo, como ahistóricamente, para resolver las
problemáticas situacionales de cada dimensión social en que actúa como persona, siempre
aparece "el fondo de unidad y de autenticidad de un problema que incide sobre un mismo
sujeto" (Valcárcel, 1973). Al tiempo que se observan la diversidad de formas, de
circunstancias, de variaciones y de grados de orientación particular que requiere una solución
integral: siempre nos encontramos frente a una unidad inalterable, la persona que se debe
orientar, que exige una ayuda sistemática, permanente y coherente, por más fraccionada y
distinta que sea su especialidad.

Desde este remoto y original sentido unitario, global, totalitario, bajo unas
perspectivas mágicas y religiosas, surgieron las ideas y prácticas diversas de ayuda y de
consejo al hombre primitivo, para liberarle de sus tensiones emocionales e incertidumbres
mentales, hasta desembocar en las distintas formas de Orientación -personal, escolar,
profesional, familiar, etc.- a medida que la universalización de los derechos del hombre, la
institucionalización de las funciones sociales y la división del trabajo, imponían: a) un proceso
de ayuda al sujeto o persona para resolver sus problemas existenciales (Orientación

1
Roig Y, José: Fundamentos de la Orientación Escolar. Madrid.Edit.Anaya, 1982.
Personal); b) un proceso de asesoramiento en cuanto al estudio, atendiendo a sus capacidades
intelectuales y en base al principio de igualdad de oportunidades (Orientación Escolar), y c) un
proceso de ayuda para acertar en su opción profesional (Orientación Profesional).

Se produce la aparición de la Orientación, como actividad formal y


científicamente aplicada -según dijimos antes- a principios del siglo actual, cuando Frank
Parsons publica en 1909 su obra capital Choosing a Vocation, considerada como el primer
tratado sistemático sobre la tarea de orientación vocacional, puesto que Parsons establece en
dicha obra los tres pasos o tareas básicas que debe comprender todo proceso de
asesoramiento y de ayuda al individuo que busca solución a su porvenir:

1. Conocer cómo es el sujeto que vamos a asesorar, explorando su personalidad.


2. Conocer las diversas tareas o trabajos que se le ofrecen en el panorama laboral y
ocupacional.
3. Controlar de forma progresiva el proceso de ajuste o de integración del sujeto con su
opción, es decir, entre el ser y su quehacer, aplicando, en cada caso, si procede, las
medidas correctivas y de apoyo.

Para llevar a efecto estas tareas de exploración científica de la personalidad


no bastarán la "intuición comprensiva", ni la "impresión lógica", sino que se deberá partir de la
medición objetiva mediante la aplicación de la estadística y de los tests (la psicometría), al
tiempo que se inician, por otra vía, los estudios científicos sobre cada una de las ocupaciones,
aunque específicamente llevados a cabo desde la vertiente médica que señala, de forma
preventiva, las contraindicaciones que desaconsejan ciertos oficios a quienes están afectados
por taras y defectos: la ergología, la tecnopsicología y la ergonomía cobran su nacimiento de
estas investigaciones iniciales de Coulomb, de Mosso, de Morey, de Belidor, etc.

Donald Paterson afirma que tres acontecimientos más, producidos en la


misma época de Parsons, contribuyen a la consagración de la tarea científica de la Orientación:
a) el estudio sobre los fracasos escolares y sobre las diferencias individuales en cuanto a los
ritmos de aprendizaje; b) los graves desequilibrios económicos constituyen el segundo motivo
de esta tarea orientacional, puesto que la productividad en función de las aptitudes y el empleo
racional de los escasos puestos de trabajo exigían una actuación muy precisa de diagnóstico
diferencial; c) los trabajos de Freud y el movimiento mundial sobre la "higiene mental", que
tienen a Clifford Beers como el más destacado paladín, desde 1908, constituyen el tercer factor
determinante del proceso orientador.

Al mismo tiempo, desde el campo de la industria y del trabajo ya habían


aparecido los importantes estudios -básicamente de corte médico- sobre selección profesional
que incluían en esta primera fase, el aspecto de la orientación y que se compendiaban dentro
de la disciplina de la psicotecnia. Lipmann y Benary comienzan en 1902 sus trabajos sobre
contraindicaciones médicas que deben desaconsejar a los operarios la práctica de ciertas
ocupaciones, sobresaliendo su gabinete de Munich; Rhoth, en 1907, continúa estudiando
dichos problemas en su clínica de Berlín, acumulando "situaciones de carácter negativo para el
trabajo".
Pero será Munsterberg quien, en 1911, con ocasión del hundimiento del
Titanic, crea definitivamente la psicotecnia moderna, como ciencia encaminada a "seleccionar
técnicamente a los operarios para desempeñar aquellas tareas o puestos de trabajo para los
que poseen aptitudes adecuadas". Sus estudios psicotécnicos realizados en su laboratorio de
la Universidad de Harvard se difunden rápidamente y se extienden al campo de los servicios
telefónicos y, después con Dill Scott y Walter V. Bingham, se aplican básicamente al área de
los seguros sociales y de las finanzas.

La Orientación Profesional se "despega" definitivamente de la psicotecnia, a


la que nace vinculada en forma de selección, a partir de 1919, estableciendo como objetivo
determinante de su disciplina el "encaminar a cada sujeto hacia aquella forma de ocupación
que más conviene a sus condiciones personales". Si la selección parte del quehacer para
buscar al ser más idóneo, la orientación parte del ser para llegar al quehacer, cobrando así un
concepto esencialmente educativo o de formación.

La década que va de los años 1920 a 1930 señala el auge de la Orientación


en sus tres formas, personal o vocacional escolar y profesional, destacando las instalaciones
que se crean, ya sea al amparo de las universidades, de las municipalidades o de la industria.

1.4. SÍNTESIS CRONOLÓGICA DEL DESARROLLO DE LA ORIENTACIÓN.

Tras esta síntesis del desarrollo de la teoría y práctica de la orientación


vocacional, podemos establecer una síntesis cronológica en forma de períodos o de etapas,
partiendo ya sea de criterios antropológicos y culturales, ya sea partiendo de los diversos
criterios científicos en que se ha ido sucesivamente fundamentando su metodología o
pragmática:

A) En primer lugar, según Beck (1970), desde una perspectiva


antropológica y cultural, es posible categorizar las sucesivas formas de orientación vocacional,
conocidas a lo largo de la historia, según su sentido humano y social y los modos de terapia
establecidas en cada caso, en cinco períodos o etapas que dicho autor denomina "etapa
amorfa, prescriptiva, no-directiva, fenomenológica y del daseinanalyse". Efectivamente, según
el concepto antropológico del hombre, de su destino y de su existencia en este mundo, al tenor
de las diversas culturas y tipos de sociedades o de comunidades, la orientación fue asumiendo
diversos sentidos, objetivos y formas de aplicación a través de su desarrollo histórico:

- Durante la etapa amorfa o empírica, que va desde los tiempos más


remotos a la aparición del psicoanálisis, la orientación se efectuaba en forma de consejos
personales y ocasionales (de modo asistemático), administrada a través de prácticas mágicas,
de ritos (exorcismos), de oráculos y de creencias (dogmas para la vida trascendente) y
dispensada por los brujos, por los magos, por los ancianos o por los sacerdotes.

La orientación siempre guardaba relación con los problemas de


supervivencia en el grupo, subordinándose a las reglas del grupo tribal o de clase, o
acomodándose a las normas de conducta de salvación, pues los supuestos antropológicos
acerca de la naturaleza del hombre eran muy simples, frente a un universo cerrado y ante una
naturaleza que mantenía aterrorizado al sujeto, por lo que se le imponía sumisión y aceptación
pasiva de las normas.

- Durante la época de la modalidad prescriptiva, que va desde la aparición


del psicoanálisis, en el siglo XIX, con Freud, hasta la era de la no-directividad, surgida con Carl
Rogers, la orientación trata de aliviar la angustia humana y los conflictos internos que surgen
en el subconsciente por enfrentamientos del Yo con las normas estrictas de la sociedad
excesivamente represiva; tal modalidad de orientación, con sentido terapéutico, se administra
en forma de hipnosis y de catarsis mediante procedimientos directivos o impuestos por el
psicoanalista. Como señala el propio Beck, "hay cierta semejanza entre la liberación
demiúrgica de los demonios y la catarsis, que implica liberar al sujeto de presiones mediante
acciones verbales", en estrecha relación con las formas religiosas de confesión o de apelación
mitológica a "explicaciones ya prefabricadas como ocurre con el complejo de Edipo".

Este tipo de orientación se apoyará: a) en una explicación determinista del


mundo, que se explora a partir de unos fenómenos ya presupuestos; b) en el determinismo de
los impulsos, que proceden de una esfera personal; c) en la predominación del terapeuta, como
agente fundamental para desvelar los secretos de la catarsis; d) en el determinismo
predominante de los primeros años de vida, y e) en la eficacia irrefutable de unas técnicas
tipificadas, con sentido prescriptivo o expeditivo.

Estos principios estaban en la base de la orientación, puesto que ésta


consistía también en reunir el máximo de información sobre los problemas de elección, para
elaborar una explicación que determinaba un consejo prescriptivo.

- Durante la etapa no-directiva, que surge con Carl Rogers, el consejero


debe mantener, al margen de sus indicaciones terapéuticas, su propio sistema de valores, a fin
de que sea el cliente quien logre descubrir su auténtico sistema axiológico en que asentar su
forma de vida, para lo cual "podrá compartir objetos de experiencia común para ayudar al
cliente" a conocer sus valores en torno al mundo que, como realidad objetiva, está sujeto a
relaciones causales que se le escapan al hombre y sobre las que no tiene prácticamente
ningún control. El hombre sólo percibe fenómenos y vivencias en torno a su mundo o "espacio
vital" y sólo él debe saber interpretarlo en forma de valores significativos para su existencia.

- Durante la etapa fenomenológica, preconizada por Snygg y Combs,


quienes logran despejar el cisma existente entre "no-directivos" y "clínicos", la orientación se
fundamenta en la "aparición de las elecciones que hace el individuo ante sus conflictos", que
sólo son amenazas a la satisfacción de sus necesidades, ya que, de una parte, la elección sólo
supone decisión por lo que, en un momento dado, necesitamos para resolver nuestras
apetencias; y, por otra, siempre estará condicionada tal decisión por el margen de referencias -
pasadas o presentes- que se presentan en su campo fenoménico. Por ello, la elección tan sólo
significa "observación externa de lo que internamente está obligado a realizar", porque está
condicionada por su campo fenoménico, con lo que la elección es un fraude semántico; el libre
albedrío es una ficción, puesto que resolvemos en función de lo que necesitamos con lo que
está a nuestra disposición ("Si no recordamos algo, dicen Snygg y Combs, es porque no lo
necesitamos").

Por tanto, la terapia debe brindar amplias referencias entre su Yo


fenoménico y la realidad de su campo vital, a fin de poder actuar con un mayor número de
recuerdos o experiencias; teniendo presente que los fenómenos de campo son muy distintos
para cada individuo, según el tiempo y sus necesidades.

- Durante la etapa del daseinanalyse, que ahora empieza en el movimiento


europeo, derivando de la filosofía existencialista, se mezclan concepciones del psicoanálisis y
de la fenomenología; no se pretende producir un gran número de cambios en las perspectivas
experienciales de campo del sujeto, a fin de recordar mejor lo que le conviene, sino que el
terapeuta debe plantearse la cuestión de "cómo experimentar con su cliente lo que está
pasando dentro de él para comprender mejor sus decisiones". Aunque se configuran varias
interpretaciones en esta concepción actual de la "fenomenología de la existencia o
daseinanalyse", a través de las afirmaciones de Cribbin, de Mathewson, de Wrenn y de May,
podemos precisar que la orientación supone un acercamiento comprensivo, en profundidad, de
los conflictos en que se desenvuelve cada existencia individual, ya que "por causa de la
angustia, es posible vivir con dos o más mundos excluyentes....y, como el hombre participa de
modos diferentes de la existencia, que a menudo complican los significados de su vida, el
terapeuta debe reconstruir la estructura de significados del mundo del individuo o las
estructuras en conflicto, investigando cómo y por qué han cambiado los significados......con el
fin de recuperarle su estilo de vida, sus ideas sobre la vida y un suficiente modo de
relacionarse con el mundo", desarrollando en el sujeto su capacidad personal de iniciativa, de
responsabilidad, de independencia y de autoorientación (Beck, 1970).

B) En segundo lugar, desde una perspectiva metodológica científica,


distinguimos dos etapas fundamentales, que incluyen, cada una de ellas, dos subperíodos:

1. La etapa precientífica, que comienza en los tiempos más remotos y que lleva hasta el siglo
actual, durante la cual se practican unas determinadas formas empíricas de consejo y de
ayuda, pero sin ningún apoyo metodológico experimental:

a) Durante el subperíodo ideológico se practica una orientación totalmente vivencial, que


responde frecuentemente a concepciones mágicas, filosóficas o religiosas que intentan
justificar el sistema sociopolítico en que se desenvuelve la existencia humana, muy
condicionada por una concepción antropomórfica de la naturaleza: Platón, Aristóteles, los
Santos Padres, etc., intentan sistematizar una concepción integral del hombre y de la sociedad
para imponer un sentido más racional al destino humano.

b) Durante el subperíodo empirista, comienzan las primeras aplicaciones orientadoras basadas


en observaciones y experiencias personales, que ya dan lugar a las primeras publicaciones
conocidas. Ya se intentan sistematizar tales observaciones y experiencias personales en unas
normas, aún de sentido empírico, pero fruto de intuiciones geniales que todavía sirven de base
a nuestras explicaciones teóricas actuales.
2. La etapa científica, que surge con Parsons y Munsterberg, a comienzos de siglo, es
consecuencia del despertar del positivismo y del experimentalismo que invade todo el sector
científico, con intención de cuantificación estadística y de comprensión de sus causas
inmediatas. No basta la intuición comprensiva, sino que debe apoyarse en la verificación
experimental de los procesos para poderlos explicar y repetir.

a) Durante el primer subperíodo "socio-industrial", la rápida transformación de las estructuras


sociales y económicas, del sistema de producción agrícola, en un sistema de producción
mecanizada y en serie, que demandará una abundante aportación de operarios o "mano de
obra", provocará, a lo largo de los siglos XIX y XX, un progresivo abandono del campo y la
consecuente erradicación del sencillo hombre rural que, trasladado de pronto al medio urbano,
sufrirá los "efectos alienantes" de la masificación, de la concentración humana y de la
aceleración del tiempo vital que viene a sustituir a aquel ritmo natural, reposado y uniforme, de
la existencia campesina: un agotador stress producido por el vertiginoso trepidar de la
máquina, un implacable ritmo de trabajo por turnos y una estructura laboral que asigna tareas o
actividades monótonas y automatizadas, desligadas del contexto total del trabajo, provocará los
consiguientes "problemas de despersonalización" en todo el conjunto de relaciones
interpersonales e intraprofesionales (Tofler, 1972), de tipo fraccionado, modular a tenor de las
situaciones existenciales que se vivencian, que conllevan, por ello, menor carga afectiva,
menor grado de comprensión y menor sentido humano, a la vez que irán determinando
mayores situaciones de disgregación familiar.

Por todo ello, la orientación personal, en su más amplio sentido, se hace imprescindible porque
el hombre moderno precisa de unas instituciones dedicadas al asesoramiento, a la conducción
humana y al enfoque sistemático de los problemas que plantea la vida actual, en cualesquiera
de las situaciones comunitarias, familiares, educativas, profesionales, políticas, etc.

Y así:

- La iniciación del movimiento mundial en pro de la "higiene mental", promovido por Clifford
Beers en 1908, significará el primer aporte psicomédico al asesoramiento y asistencia al
alienado (Mosser y Small, 1968).

- El Gabinete de Orientación Vocacional de Parsons, creado en 1908, supondrá el primer


intento serio psicopedagógico con que contará el joven estudiante para enfocar las dudas
personales en orden a la "elección de profesión y de estudio".

- El triunfo definitivo del psicoanálisis de Freud, a comienzos de siglo, implica el tratamiento en


profundidad de la personalidad neurótica y la articulación intencionada de los mecanismos que
parecen regir los comportamientos individuales.

- Los trabajos e investigaciones psicométricas sobre la inteligencia infantil permiten a Binet y


Simon estructurar las primeras técnicas de medición de la capacidad fundamental, cual es la
mente, con ayuda de la cual se podrán evaluar los progresos madurativos del niño.
- Por fin, las investigaciones de Münsterberg, a comienzos de 1911, sientan las bases de la
psicotecnia moderna y abren el camino a la actividad científica de selección profesional a la vez
que determina el procedimiento a seguir en la formulación del diagnóstico de capacidades.

b) Durante el segundo subperíodo de la etapa científica denominado "tecnológico" y que


corresponde al momento histórico actual, asistimos al definitivo triunfo del experimentalismo
psicológico, a la consagración plena de las técnicas psicométricas dentro del marco laboral o
industrial y pedagógico y a la sistematización de las técnicas psicoterápicas y de la
modificación de conducta, con lo que el orientador se encuentra ampliamente dotado de
conocimientos y de experiencias contrastadas para llevar a cabo sus tareas específicas de
ayuda, tutela y de asesoramiento; dispone ya de una metodología adecuada para elaborar los
diagnósticos de personalidad y de sólidas teorías sobre las que asentar una sistemática
interpretación de los conflictos y tensiones humanos que subyacen a la hora de formular
nuestras tomas de decisiones.

Este último subperíodo corresponde a la definitiva "institucionalización de los múltiples servicios


y modalidades de la orientación" (Mosser y Small, 1968) para hacer frente a la complejidad de
roles que el "hombre plural y modular" (Tofler,1972) de nuestra época debe asumir a través de
las distintas situaciones o contextos vivenciales por los que discurre su existencia diaria, ya sea
del área familiar (como padre, hijos, etc.), ya sea del contexto escolar o educativo (como
profesor, tutor, alumno, etc.), ya sea del área comunitaria (como vecino, profesional, etc.), ya
sea dentro del sector social y político (como agente de autoridad, como líder, como afiliado,
etc.), ya sea en el área profesional (como jefe, encargado, operario, directivo, etc.).

En todo caso, los Servicios de Orientación se han diversificado ampliamente en razón de las
múltiples situaciones y problemáticas que el hombre moderno debe afrontar, aunque, con
personalidad plenamente consolidada, se han configurado, con entidad propia, las tres
modalidades de Orientación: vocacional, escolar y profesional. Surgen así otros conceptos:

a) "Orientar, es señalar caminos y vías para alcanzar con éxito unas metas u objetivos"

Este proceso supone, pues, facilitar información (asesoramiento) y unas vías o procedimientos
prácticos (en forma de normas, de criterios y medios para actuar) para conseguir las metas
propuestas.

Orientar, por tanto, supone informar, asesorar y aconsejar.

b) En una segunda acepción, "orientar significa dirigir o encauzar a un sujeto en relación a la


ruta o camino a seguir, para alcanzar el punto de llegada deseado, señalándole los distintos
pasos a dar".

Esta segunda acepción significa que, además de informar o asesorar al sujeto, cuando va a
emprender una ruta, en relación con el plan de actuación, hay que encauzarle o dirigirle
(conducirle) y tutelarle o vigilarle a lo largo del camino para corregir los posibles desvíos o
errores.

En todo proceso orientador se lleva a cabo una información, una dirección o conducción y
una tutela o vigilancia

c) Finalmente, "orientar es también enfocar adecuadamente la solución de un problema o


cuestión", lo que supone una ayuda sistemática para poder interpretar y solucionar las diversas
problemáticas que la vida comporta.

Efectivamente, ¿cómo actuamos cuando pretendemos "orientar" a un viajero que desea


atravesar un paraje para llegar a un nuevo punto de destino? O ¿cómo procedemos al intentar
ayudar a un joven para que consiga vadear un escabroso río?.

Constatamos que:

1. Entre el punto de partida del viajero, que exige o implica un análisis o diagnóstico de la
situación en que se encuentra el sujeto, en cuanto a información adecuada que posee, en
cuanto a medios, capacidades, etc.), y

2. El punto final de llegada, que se refiere a la meta propuesta, nuestra intervención


orientadora implicará, además, otras actuaciones o las prestaciones de los siguientes servicios:

a) Un asesoramiento, lo más amplio y completo posible, acerca de los medios, técnicas,


estrategias y conocimientos a emplear durante la travesía.

b) Y una tutela y ayuda por parte del que "guíe o conduzca" al sujeto, mientras dure el
caminar, con el fin de que le aconseje en cuanto a todas las dificultades e imprevistos que
pudieran surgir.

Luego, informamos, asesoramos, dirigimos y tutelamos.

Todas estas acepciones están condensadas en las tres tareas fundamentales que Parsons
asignaba, ya, en 1908, al proceso orientador:

a) Previamente, hay que informarse de lo que quiere y de lo que pretende cada individuo, así
como de los medios, capacidades y posibilidades que dicho sujeto posee (diagnóstico).

b) Informarse, después, de si tales metas, objetivos o aspiraciones del sujeto son posibles y
accesibles para la específica y personal idiosincrasia del individuo (pronóstico).

c) Y, finalmente, ofrecerle los medios y normas de actuación a lo largo de su caminar hacia


sus opciones posibles (asesoramiento, tutela y consejo).
Bastará analizar cualquiera de las múltiples definiciones que pronuncian los más significativos
especialistas para constatar que, en todas ellas, se encierran las actuaciones y acepciones
comentadas hasta aquí:

- Para Zerán "la orientación es un proceso de ayuda al individuo para conocerse a sí mismo
y a la sociedad en que vive, a fin de que pueda lograr la máxima ordenación interna y la mejor
contribución a la sociedad" (García Hoz, 1959). Lo que viene a significar que la orientación
comprende: a) un proceso sistemático de ayuda, tutela y asesoramiento; b) partiendo del
análisis exhaustivo de la personalidad y entorno del propio sujeto, y c) de la
consideración de todas las posiblidades y condicionamientos que el contexto vivencial
ofrece al sujeto; d) para conseguir una plena, eficaz y completa maduración social, que
se pondrá de manifiesto a través de la coherencia de sus aspiraciones de su conducta
equilibrada (ordenamiento interior), así como del mayor grado de satisfacción con que sirve a
esa sociedad.

- Por su parte, Traxler (1975), afirma que "idealmente concebida, la Orientación capacita a
cada individuo para comprender sus aptitudes, intereses y rasgos personales, para
desarrollarlos lo mejor posible, para relacionarlos con metas vitales y, finalmente, para
alcanzar un estado de completa y madura auto-orientación que, como ciudadano de un
orden social democrático, pueda desear". Por tanto, a) parte de un asesoramiento con el que
el sujeto logre un autoconocimiento completo; b) con el fin de desarrollar plenamente sus
específicas dotaciones, hasta conseguir el óptimo grado de maduración, y c) pueda, por
autoconducción, ajustar sus conductas y motivaciones con las exigencias del orden social en
que debe vivir.

- Con mayor brevedad, Tyler (Beck, 1970) señala que "la Orientación tratará de descubrir el
potencial de cada sujeto y ver que cada uno tenga su oportunidad para desarrollar ese
potencial al máximo, en lo que mejor pueda ofrecer para sí mismo y para el mundo".

- Por nuestra parte, diremos que la Orientación consiste en un proceso de ayuda al


individuo, en orden a sus problemas existenciales, a la elección de profesión y de
estado, a fin de que alcance su plena identificación entre sus capacidades y
motivaciones con sus posibilidades, de modo que, mediante esta coherencia o ajuste
consiga su personal bienestar, el de sus congéneres y su plena integración en la
sociedad en que vive. Orientar, en sentido más breve, será encauzar y conducir las
posibilidades con las aspiraciones; será lograr armonizar nuestra posibilidad con un proyecto
adecuado de existencia; consistirá en suma, en saber elaborar nuestro proyecto de vida de
acuerdo con nuestras posibilidades...

En consecuencia, destacamos estos aspectos esenciales:

1. La Orientación es un proceso y no un conjunto de actuaciones más o menos ocasionales;


como proceso implica actuaciones coherentes, sistemáticamente formuladas y que se
ofrecen a lo largo del proceso de formación o maduración general y básica de la
personalidad.
2. Se trata, además de un proceso de ayuda, es decir, de asistencia y de guía (guidance) para
que el sujeto logre por sí mismo, con plena capacidad, alcanzar la adecuada madurez con
que deberá efectuar sus tomas de decisiones en orden a las opciones que más le
convengan, en razón de sus capacidades.
3. Dicho proceso de ayuda se ofrece a un individuo concreto, al que se debe empezar por
aceptar como es, en cuanto a sus capacidades y aspiraciones, teniendo en cuenta que
cada sujeto es distinto de los demás, por lo que no caben generalizaciones fáciles en los
procesos de orientación, ni en las normas de actuación para resolver los conflictos
individuales.
4. Además, dicha ayuda se ofrece al individuo para que pueda resolver los problemas que la
vida le plantee, sea de tipo existencial o de convivencia, en el ámbito familiar, escolar,
comunitario, profesional, etc.; o sea de tipo profesional en orden a la formulación de la
opción laboral más conveniente para sus posibilidades.
5. Dicha ayuda implica asesoramiento, tutela y dirección en forma de normas, de modelos de
conducta, de criterios de actuación y de sugerencias o consejos, puesto que, esencial y
básicamente, la última decisión corresponde siempre al sujeto en cuanto hombre libre y
que, como tal, debe responder de sus tomas de decisiones y de los modelos de vida que
asume.
6. Finalmente, todo el conjunto de ayudas que encierra la orientación tienden a conseguir la
plena madurez del sujeto, su personal bienestar y su plena integración en la comunidad,
puesto que, de una parte, el sujeto debe aspirar a conseguir el mayor grado de equilibrio u
ordenamiento interior (por la coherencia que establezca entre sus aspiraciones y
posibilidades con las realidades que se le ofrecen) y el mayor nivel de satisfacción personal
a través de los modos o proyectos de existencia que elige; mientras que, de otra parte,
deberá aspirar a integrarse adecuadamente con los grupos en que ha de convivir,
contribuyendo al aumento del bien común o el patrimonio colectivo de bienes del que es
partícipe y también receptor.

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