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Sim6n Marchan Fiz DEL ARTE OBJETUAL AL ARTE DE CONCEPTO (1960-1974) Epilogo sobre la sensibilidad «postmoderna» Antologia de escritos y.manifiestos “alah zamos en ciertas manifes- spatios vacios de historias tuna contestacién 2 lo mo- ‘minos duales como «mo- jnental no puede por me- tes; ciertas matizaciones, gia, como etapa hist6rica 3 desde esta sucesi6n tem- a modernidad. Frente a la ¢ espatialmente la moder- fede reticula que entrelaza se slumbra una dsemina- uunitario, Pero Io posmo- sal con la modernidad sin stsiones de la misma, @ su is ortodoxa. ara vituperarlo, desde la fe la aquerelle», es decir, a rendir.culto a los «idolos dos sobre el referente re- a las premisas de las que de nuestro siglo, ain con plena consciencia defo engafoso que ers para Is pes ‘ea, como para la nuestra, la proclamada unidad ilustrada de la razén y la libertad, ‘nestética y el arte se inscriben en un proyecto ambicioso de emancipacién humana. ‘ambos se les conta el cometio idee de restanar las herides, de consurar las ane, ‘azas psiquicas crecientes, de reinstaurar la armonia interior rota por un modo de ‘vida cada vez mas zegido por la raz6n teorética e instrumental 0 por el utlitarismo 295 ‘un posmoderismo: de desconstruccién, ‘con. » oo Sorada del humanismo clésico. Cada vez veo con mas clarida imperanes cada vex més desgarrada por el antagonism de inereses ya resaltado or Kane, por la fragmentacion individual y social que vislambrara Schiller, por la ot Kant por fo dclaada pol Marx; amenazida, en una palabra por el «princi Gide realidade sobre el que reflexionaa Freud y el pricoandlisis En este paraje idilico Fe'1o uropico, el'arte es encumbrado: «un dominio ideal en el cual se reconquista, sin aplazamientos frustrantes, la totalidad perdida y siem- Jas deudas de. PS ans eistemasestédeos hacia el clastizmo grecolatino en Tas ates Dejando un lado cémo Ia disoluci6n del mismo conmueve los fundamentos de aquellos sis- ‘temas, llama la atencién que, desde finales del siglo ilustrado, el arte y lo estético (era incorporedos ala dinémicay la universldad de une Raz6o, qué aspires sf Sarceipes de sus bondades, con inclusi6n.de las artisicas, a todos los hombres; al llamado género humano. \Ahore Bien, precisamente en Ia distancia a salvar entré lo que por entonces se ‘conociera como sujéto trascendental, es decir, el ciudadano en’ abstracto, y ‘el sujeto. ‘empirico, esto es, el hombre comin de came ¥ ‘hueso, en esta distancia se alojarén rae ca ge expectaivas que ya no abandonardn ala utopfa esiftica en la ma- o fecetlones aristices posteriores. Cuando el joven Marx o ciertas vanguardias at- aileron ai siglo sobre todo los constructivismos y produetivismos varios de sees S veinte, pugnen por desenredar el:nudo gordiano que urdia las contradic- 10s nee cian Pee comtrasiempos artisticos desde la Tlustracion, se propondrén, fone’ velinente;-como objetivo acortar estas distancias, descender de la atalaya, en Petia inacesibe o exenteenningn aga, de ese guardias eroicas de nuestro siglo. ‘Neen vano, algunas de estas vanguardias muestran tanto empetio por incorpo, rar elute al trabajo y a la produccién material, Esta seré la obsesi6n de los erpor Ty Sproleskule» (Cultura proletaria) y del Productivismo en la Unién Soviétics, 296 de intereses ya. resaltado lumbrara Schiller, por la palabra, por el «princie andlisis. ado a un dominio ideal totalidad perdida y siem- ‘0 en las artes. Dejando a lamentos de aquellos sis- ado, el arte y 10 estético ta Razén que aspira a hax as, a todos los hombres, Jo que por entonces se 3 en abstracto, y el sujeto esta distancia se alojarén utopia estética en las ma- fo ciertas vanguardias ar- productivismos varios de ‘que urdia las contradic ascracién, se propondréa, eender de le aalays, en > erascendental» a la arena tormal, en la vida cotidia- io. dad se nutren de una ten- uestas de las vanguardias proyectos insatisfechos» smatismo, neoplasticismo, pondria al descubierto los $riben, acabando por con- acién bumana en general. 5 en el mundo artistico no idas entre la incontamina- ‘onan dos principios artis- + postula a lo estético y el cual se legitima el mun: iesgo, ambos son enalteci: ‘al que nos rodea. Sobre la Nacimiento de la tragedia ‘segunda, se alzan las van anto empefo por incorge obsesign de los grupos aD Shige Soneden af {5 claridad las deudas de. F. Sulla: Laysan Millebird. 1977. Relieve de sltminis cn fen'y fanee aston L. Cane: San’ Damian bable a Sai Francisco, S52, 1976, 405 x $80 cm, rzuela, 1981 ‘oto J. Campane, ral, 1983, 130 170 em, gam, Madrid Seine, dbs Bauhaus tardie en Dessau ¢, incluso, de ciertos sucedineos eoconstruc- tivistas durante los sesenta “ * En otos gpisodios, el arte es ergido en guia de la vida cosidiana, objetivo que fauge Puede delatarse en el fururismo ruso y'el neoplasicismo holae tee como en el dadaismo centrocuropeo y el neodadaismo de muchas de ln manifestaciones aqui analizadas. E! surrealismo, en cambio, pareve ambicionac luna‘reestructuracion del dad de necesidades psiquicss, Tempoco puede pasar inadversto see proclivi- dad de algunas de estas vanguardias o la del expresionisma maint de Berlin tras la Pijimers Guerra Mundial por desembocar en la rquitecturs y dl diseno eh entoro, Febasando el cardeterilusorio de le pintura y la excultura, no reflejaba sino esa vo! luntad, ese sueiio utdpico por realizarse, ‘De lo anterior se desprende que el dscurso de las vanguardias no s6lo era teleo- 46gico, no sélo estaba volcado al futuro y 2 la utopia, ane ue, no era infrecuente, Shilicen en las obras, ni siquiera en sus renovaciones formales a pete de ene ob- sionadas por las ruptuas linglistcas. En general, ls vangusrding ‘uestionaban [a entera en Espen fs, reacel6n en Stam {pg albores de la dé- iye ejercia Ia llamada ‘9 «medios alternati- ‘fos politicos. Docu: terdisciplinares en. el s sobre sus intencio~ Jos estrechos macge- jor un bien-inten= sail del marxismo Y tas, él reconocimiento Pipeduccble 2 ots ‘ela belleza adherente Seltas, como en ot708 [iconaron, la conquis- jeipaci6n del Grup de mr amb nous Mitjans» gperanzas, precipité el Sine entonces una in gue venta depositando= Zibajo arvistuco. Su de- wtura asi lo anunciaban. alidad ZEmig. Ya no cree en. los ne al descubierto Jas im- ‘Asimismo, desde la joporta mas las alts mie eeal, hipotecandole @ la# ‘Las artes parecen hebet omo la wansten se aquel paisa i ses concretas, por las des ca cote as del armado ynian al de sscubierto en ‘las soe saa I arte, la vida ‘cotidiana; 3] surrealismo en ‘Occiden- ‘mostratian, por motives bien dispares, tanto que los vin~ calos sn estética y 11 social no son lineales cuanto que la primera cae candice dela segunda ni queda subsummids en ella, Desventuras que, desde nee wee la pasada década, saldran con més fuerza a la luz piblica en las nco- Yaggtaris uso dsmoronaminre de los modelos sociales, las criticas a la racio- rar ae dels enexgétea y las posteriores propuestas sobre el crecimiento cero, ¢ ai afamo, ls carrera armamentistca, el detempleo ls tecnologias.que operan al borde.de la catistrofe, etc. : Proyecto'postivistay Ua utopia de la sociedad del trabajo or otra parte, pareciera'como si se verificata aquella presuncién un sansa ma: lévale de K, Mannleim, en el sentido de gue las uyopias son figuras progresists en sus primeras etapas, transforméndose posteriormente en ‘Weologias. Da la impre- Te paimefecto, que a medida que han alcanzado su reconocimiento o institucions see ent ls vanguardias no s6lo aplazan su realizaciOn en la histori, sino que aan oOfe los eontenidos mas agresivos hasta legitimar las integraciones més mir Se Blas" Noa otra sospecha remitian las utopias cientfistas y tecnocrétieas que san see todigaron en ls ates en toro 2 os stent, sucedneos careates de coda sue wo predieal, critica o artistica. Utopismo que, contemplado desde hoy dis, tanto aE jue ver con la escarologia secularizada que se destilaba de ls easvass a! mun Ten dee oa de Ia ereencia positivista en el porencial emancipador de las ciencias y fas teonologias industriales 0 de difusién masiva seme ree csramos lejos de haber clarifcado las deudas de las vanguardias, y més sin de yangoardismo més reciente, hacia el project positivist, asentado sobre ¢) fiona dee cencia y el progreso, confiado en poder organear ilimitadamente oer ed Caco, no obstante, que muchos sinsabores del mundo artstco y el pro~ pis feelinar de ls vanguardiss como proyecto tienen mucho que ver con ia ambi Paty Tor rangos negativos 0 contradicorios que se descubren en el paradigms Ul progieso 0, como difakicidamente J. Habermas, «con el fin de wna determine de erg de a utopian, que en el pasado ms reciente a cristaligado en I esfers de Pi oe wea, en torn a la «sociedad del trabajo>s con el hecho de que con el ee Pree ee’ ccontenidos ut6picos de la sociedad del trabajo desaparecen ilu seas que hechizaron la coneiencia que tuvo de sila modemidad> ® Be ee cana de cualquier interpretacién, en vérminos de neoconservadurismo 0 |} legtimacion social, dejando a un lado la alegria y cautela que, tas los escormienso® eetton es aconsejable en el trasvase de comportamientos sociales y politicos 9 ene ia sensbilidad posmodera en las ates registra cual sismégrato estos cam- bios en los modos de sentir. Si tigunss de sus versiones, como la del supermodernismo, se vinclan con los de emee de fa sociedad industrial en sus modelos més conservadores, si buscise- “1m agin parallismo extrartisico pars otras, seria al vez ol que cristaizara en la ae ee Pac la critica del crecimiento», en la alianza antiproductivista (J. Ha- ‘bermas). 5 Tip eanando ést0s y otros hilos argumentales, es como en la segunda mitad de la TT] HIANEIAS, El fin de una wropias El Pais, 9-XIL-1984 pp. 14. pasada década se suscitan las capers 8 a) edescrédito de las vanguardias artsti- ‘cas, como SE encabezaba una obra ‘colectiva entre nosotros 3. Si bien casi nadie se asm com oe eins vangoatdias en In acepeion mis comén de & “a cabeza de las _ e6 He muer Srmales, of cunde el excepticismo sobre a4ue) insostenible sucederse Jenovacions rnaivasexcluyentes ae Levanta acta del desl ide aquéllas tomo proyectos insatisfechos que beben eh ns inguas cada vez mds contaminadas y vis- eede, Exposiciones recientes de resonancia Pernacional, como el Espiritu de la épo- ca (Berlin, 1982) 0. ja propia ‘Documenta 7 (Kassel, 1982), se han mostrado ya desde estas suposiciones, y en las nuevas Generaciones aristicas abundan tessimanios en tal sentido. Jinja en donde comienza a detect Seri en este cl rhovad sh inconseiemtes 0 kécidamente resignadas, Tricos hipotecados a algo externo al arte ¢ im see prdeteas arvsticas, Desde entonces las artes parcess N entregars de Ins Be Taprevisibles sobre las que nada ni nadie garantie consumacién ¥, NO rienos fprsjente, acaban decretando, como paradoa d+ Tiberacida, 1a muerte del arte 0 la expulsi6n de los a 1 del proyecto ha sido sus- sistas, La logica superio del ae or lade «mi propia realidad; el deber del are como ‘motal del imperative regerch es reemplazado por el arte como volun ad de vida; las expectativas eman- re soajeto revolucionario y recluse en lo micro- Jere fuerza el presente incierto 0 el pasado. cxpectativas desila un escepticismo y amdinieme que n0 solo escandalizarta a las vanguardias heroics ‘a las posi amorlismo Gu fates. Amoralimo, escepicismo, resignacién, cietes sihilismo ones decepcion respecto 2 ls ideales de las vijas vangyaree Y las ideas rota Herre en sama, carencia de expectativas, son alg Haadarasepy eralacir el sustato que late en a actual scene vos ‘Una afirma- coerce: Provocadora como «la vanguardia es el mercado» 20 ‘rasluce solamente este Clon an re pace alegremente por encima de todo eserpulo eo» sino también una ce il ckonomicismo reciente 0 2 la ilusion de los sespietoe aleernativose. No deja de srprender, por ons Pas ‘que el pesimismo histbrico se vea contrabalan- de de sop redo arisico por un optimismo subjetivo ques sn rambo prefijado, ide la moderna ort0- {mpulsa una huida hacia *Sfebate, Si todo ello, desde la 6ptice sgaci6n reaccionaria del arte, gpor qué no neia, bien podria leerse como una privat penn Tapbién que pueda estar escorando hacia el horizanss apenas Jlorado de su es rasicalesn, en la conocida acepeién de A- Heller $4 0% ladas en el presente? En la realidad, estos sentimientos y getitudes tanto se bifurcan como s€ presente! Fai nro nos auorizan a iavocar esas necesidades radicales como @ incoat ‘una «critica de la razon cinica». ert ccommo a ante la desazn frente a lt persstencis de Ja barbarie, que ‘at bier er aetiuce piexsricamente en la ansiedad, el descontento Cor {a civilizacién © bjen status Bi alegorias de la muerte y Ja desrucciOn s SUSPE=E FOU rea hcontac fOfiperad antropologica através de lo que ya los rome definierae como arevolucién estéticae, ambito de la “Fimensi6n utopica que parece anidar resi arse una proliferacién de actitudes, (que renuncian@ los optimismos ar~ jpulsan un recclaje hacie el interior ea aplaza- Til ale ae br tds por V- Conant «El ds de Ls oman So 3% Meir 2 einer 9, a ga Ko nerConacn 5 mance Uveriad ‘ue Pe de Santander (1977) a vanguard it Bo obj de an ampli debate 304 dualr cién, hou indul sicas tame teene | liog une # bienc un se en lo céter ahor: de la elras ome seosa 2aor ion que | come me au soen exper as vanguardias artisti- Si bien casi nadie se “le ir a la cabeza de las nsostenible sucederse inar de aguéllas como 5 concainadas y vit » el Espiritu de la épo- an mostrado ya desde undan testimonios en iferacién de actitudes, 11a los optimismos ar- ielaje hacia el interior 0 entregarse a apleza- su consumacién y, n0 Tiberacién, la muerte proyecto ha sido sus- ‘moral del imperativo las expecrativas eman- redluisse en lo miero- 2 inclerto o el pasado. ‘un escepticismo y sicas, sino 2 las posi- 1, cinismo, aihilismo reas y las ideas tora- 's expresiones mas so- artista. Una afirma- rasluce solamente este +ico, sino también una 3ios alternativos». No © se vea contrabalan- sin rumbo prefijado, de la moderna orto- del arte, gpor qué no 2 apenas explorado de ller, ya ancladas en el «se bifurean como se Scales como a incoar le la barbarie, que tan + con la eivilizacion 0 saspirare por una ree foménscos definieran tue parece anidar resi Sete entice ope pete on se ea dualmente en la obra artistica. Tal vez esta utopia residual esta cambiando le direc- ci6n, como la propia congiencia modera.del tiempo, oes En un mundo cada vez mis artificial como es el nuestro, con un predomnio de te cultura cientficae industrial sobre la aristica, pareciera que tan slo una benigna - indulgericia, la indulgencia ante un placer, rlicario precioso de necesidades metic sicas 0 radicals insatisfechas,librara al arte de su merecida liquidacion, Pero, jus. tamente en ef momento en que se ahonda el abismo entre el arte y la ciencis 6 ia tecnologia, el vértigo ante el salto mortal por su proclamada desaparicion y-el auxi- lio que en sus recientes estertores le ha. prestado la dptica de la vida, han forsado una solucién de compromiso y los artistas le han encumbrado una ver mis, 2 sa. biendas de su fragildad o inoperancn, sarah couivulanes para vivir» Parafraseando a Nietzsche, podria decirse que el arte tiene el efecto de despertar un sentimiento bibrido de gratitud y sospecha, pero, sin embargo, en el ocas0, que en los setenta se actualizaba como «muerte de las bellas artes» o de la «pinturae, et. cétera, «tal vez nunca antes el arte haya sido captado tan profunda y vitalmente como ahora» (Humano, demasiado hyemano, 1878-79, vol. 1, nim. 223), cuando la magia de la muerte paréce avalanzarse sobre él. Tal vez por ello también el vitaliome ox el rasgo distintivo que mejor caracteriza a la escena de los ochenta, TIL. LA MODERNIDAD Y SU ANVERSO Si se persistira en contemplar lo posmoderno como| una séplica al declinar de Jo modemo, serden la medida en que ofrece resistencia « aquellas faeciones mis ga seosas, destiladoras de ideologfa, o identficadas por lo comiin con las ideas civil. 2atorias del progreso cientifico-técnico. Desde sospechas semejantes, la desconstruc. cién de lo moderno esté sedimentando con preferencia en un mcleo de cuestiones que lanza sus dardos tanto contra la vanguardia, en cuanto proyecto insatisfecho, como, sobre todo, contra el blanco de la modemnidad mis orvodoxa y taunfante: cone tra esa suerte de pantalla que ha ocultado otras sinuosidades y recovecos, igcloco gn su propio seno. Enumeraria, a modo indicativo, el desmoronamiento del propre. so en is artes, la pérdida del entusiasmo por lo novedoso, el quebrantamiento del experimentalismo y el cambio de paradigma estético, Progreso y desarrollo desigual en las artes E| triunfo de lo modemo, en ininterrumpico pugilato con Jo antiguo, rezuma desde Ja Ilustracién una consciencia de la modernidad como progresign historica, Desde ella, en mas de un episodio, el progreso es extrapolado del ambito de las cien Glas naturales y de larevoluci6n téeniea 0 telemética af ate. Ast lo mucstean Le tant dencias de ellas dependientes y todavia mas las formulas que atribuyen al arve una ‘evolucién o avance lineal, una meta final ubicada en ninguna parte. Desde tal pris ta, la historia artistica tiende a ser leida en funcién del futuro. La reconstruccion historiogréfica de lo moderno ha solido estar presidida por figuras teleologieas y li reales de esta naturaleza. Asi se discurria de un modo impasible del impresioniemo als abstraccién en la que durante afios tenia que culminar necesariamente todo arte ‘tmoderno, como la concepcién de los formalistas de Nueva York; a figuracin es: ‘oraba hacia el hiperrealismo; el objeto, en dizeccién al concepto; o se entresacaban 305 hilos conductores como Cézanne-Matisse-abstraccién americana-Soporte/superficie, fo Seurat-Albers-arte 6ptica, ete. Podriamos multiplicar las lineas continuas. Lo de- Ejsivo es que tal concepcién estimulaba tanto el antibistoricismo, la negacién radical de le historia artistica anterior, como un futurismo histérico, sin apenas, consentir ‘una parada en da corriente. fo obstante, en donde mas s¢ ba acusado, la impronta del progréso ha sido en el optimismo que este segregaba desde, Condorcet 2 finales del XV, el positivismo de A. Compte y Saint Simon 0 cieztos patajes de La ideologia alemana (1845) hasta €l Productivismo de los veinte, las corrientes tecnolégicas o la via abierta por W. Benjamin al perfilar la evoluci6n de las artes sbajo las actuales condiciones de pro- duceion, Este era el sustrato de su Iicido ensayo La obra de arte en la época de la reproductibilidad téonica (1935). ‘Sin embargo, lo que en W. Benjamin es in intento pionero para dar acogida es tética anuevas figuras de lo moderno, como la forograifa y el cine, vinculados a la pérdida del saura» y la singularidad del objeto aristico tradicional, en la Teoria es- Paice (1970), de Th, W. Adorno, se convierse en formulacion prestigiosa de la mo- dernidad més triunfante: «Es arte moderno el que por su forma de experimentar y como expresion de la crisis de la experiencia, absorbe todo aquello que la industris- fizacibn en las formas («relaciones> en su original aleman) dominantes de produc- cién ha conseguido llevar a raz6n» *. Sospecho que sobre presupuestos semejantes Se levanta la «tmodemnidad inconclusa» defendida en alguna ocasién por J. Habermas ¥ de quienes, desde una ideologia neoconservadora de legitimacién social, leen de Jn mado exclusive lo posmoderno como supermodernismo a desarrollar en aquellas Sociedades posindustriales que atribuyen un papel determinante a Ja telemitice y las ciencias informacionales. Disipado el potencial emancipador que ilusionaba a la vanguardia historica, @ W, Benjamin o 4 ciertas estribaciones vanguardistas, en estas versiones puede estar calminindo la radicalizaci6n neopositivista de la modernidad. Precisamente, entre 1974 y 1977 se producen las refriegas mas sonadas sobre la vigencia de los «viejos mediog»y la urgeneia de reconducir toda experiencia artstica 2 los «nuevos mediose, Conocidos con expresionés como «medios alternativos», Mediart, etc. La tendencit ‘culmind en la Bienal de Venecia (1977) y, sobre todo, en la Documenta 6 de Kassel (1977), que estaria dedicada en gran parte ala fotografia, el filme experimental y el video, Asimismo, la polémica arreci6 entre nosotros en el citado curso La van- guardia aristica: mito y realidad (1977). ‘Este debaze sobre los viejos y los nuevos medios, exonerado por ambas partes de las intransigencias iniiales, aunque algunos se empefian a le altura de los ochenta fen reconocer tnicamente el espiritu de los tiempos en las panaceas encarnadas en {as altimas tecnologias, hace bastante tiempo que se ha clausurado en el mundo del arte, Ambos bandos invocaban todavia lo que entenderiamos como un discurso «mo- derno», proclive a las aleernativas totalizadoras y a contemplar bajo un tinico fragma la entera producci6n artista, La alternativa de los medios es uno de los dl: timos episodios del optimismo positivista. El hecho de que en ciertas artes o gén® T Adomo, Teorte esttice, p- 535 Ch. pp. 5a ia wacnnaanre, editor, Kunst und Media, Cossel Sadcecicung Verlag, 1977: ARV: Art, arte sd the Mec, Gra, Akademie Drck nd Velen 1978; E, BONET, J, Dovs, A. MeRCAPES JA Muntapas, En tomo al video Bercelone, G. Gil, 1980 306 i) 5 Re Sa sricana-Soporte/superficie, . 3 lineas contiguas. Lo de- icismo, la negacién radical rico, sin apenas consentir aa del. progreso ha sido en os cel vise postvismo ‘opie alemama (1845) hasta 1s 0 la via abierta por W. uales condiciones de pro- 1 de arte.en la época dela nero para dar acogida es- y el cine, vinculados a la adicional, en la Teoria es cidn prestigiosa de la mo- forma de experimentar y 2 aguello que la industri ») dominantes de produc- 2 presupuestos semejantes 1 ocasién por J. Habermas sitimacién social, Jeen de 6 a desarrollar en aquellas inante a la telemética y las Ja vanguardia histérica, 2 stas versiones puede estar sidad, Precisamente, entre la-vigencia de los «viejos icaa los enuevos mediose, Mediart, etc. La tendencia la Documenta 6 de Kase el filme experimental y el Vel clade curso La va- snerado por ambas partes va la altura de los nee \s panaceas encarnadas en ausurado en el mundo del 9s como un discurso «mo- smplar bajo un tinico dia- i medios-es uno de los dl- se en ciertas artes 0 géne- Verlag 1977: AAVV: Are, artist. BONES, J. DOs, A. MERCADER, M. Navarro: Exposicin 1982, Gal, F.Vijande, Madvi. J. Navarro Baldeweg: Narcizo azul, 1982, 195 x 189 em, ‘obardi: Sin rulo. 1982. tixta, Tela 200 X 300 em. E. Vijande, Madrid. tos pueda ser una condicién, no autoriza a instaurar una dependencia ni ligazén ne- cesaria de toda obra artistica con el progreso de las fuerzas productivas, sean fetes de ls revolucin industrial a cienifico-técnica o la telematica, Por otra parte, zpos qué no asumir que las artes tradicionales no son sino un sector parcial We nates cultura dptico-artistica, que se ha debilitado su tradicional mediacion en exclessas Diriase que en la diseminacién posmoderna no ha desaparecido la aforanes de articular un paradigma estético 0 artistico que esté en condiciones de englobar on extensién y comprehensién las creaciones artisticas mas encontradas, tanto las que segrega la reproductibilidad técnica y telematica como las apegadas a los medios as dicionales. Casi nos hallamos donde se interrumpiera el discurso de W. Benjamin De cualquier manera, si en los nuevos medios es donde mejor se trasluce el super, modernism, iltimo eslabén de la modernidad mas ortodoxa, los eviejos medvoss patecen alojarse en los meandros de la modemidad otra. Con todo, se detectan fla. Jos en ambos, io tanto a nivel técnico-expresivo como en la articulacion de wna ima. gen fragmentada y discontinua o en las impregnaciones de sensibilidades. Por eso sigue siendo un reto incorporar ambos al discurso artistco, inchuidos aquéllos gue fluyen de la reproductibilidad telemétia, es decir, de aquella que borra las dife, rencias entre la copia y el original, en la que no importa tanto la reproduccidn ma, énica cuanto una percepci6n errante del original a través de una difusion telemitica, Precisemente, en este ambito es donde hemos asistido a una proliferacion del Vi_ deo-Arte, inicialmente unida a la «performance», al cbody-art» 0 a los nuevos com. portamientos, El CAYC de Buenos Aires; la Documenta de. Kasse, los festivales en Estados Unidos y Canads, han sido exponents de su cultivo desde la segunda mi- tad de los setenta, Entre nosotros hemos podido contemplar el Videoart (Barcelona, 1981), o el Festival Nacional del Video (Circulo de Bellas Artes, Madrid, 1984), sien” do A. Muntadas uno de los més activos cultivadores desde 1973. También desde me. diados de la pasada década sobresalen video-instalaciones de V. Acconci, E. Antin, P-Campus, Dan Graham, Ky How, B. Corot Si Robots K. Sonnier, Nam June Paik, F. Forest, H, Freed, Ch. Frazier, Les Levine, Telewissen, W. Vostell y otros muchos. En Jos ochenta esté emergiendo por doquier una nueva generacion vincu. luda 2 los «media», que se situarfa entre V. Acconci y A. Warhol, dispuesta a com. binar video, filme, masica y «performance», sin sucumbir a los condicionamientos ‘écnico-expresivos ni a los exclusivinismos, que cultiva indistintamente estos medios © los tradicionales. Sin duds, estas manifestaciones del «videoarte» y afines son proclives a la pro- miscuidad de medios heredada del tardovanguardismo. Pareciera como si la mezcta se transformara en algo hibrido e impuro, abandonando la nocin de lo especifica de cada arte, con objeto de ofrecer una banalizada y efimera wobra de arte totaly Las recuperaciones del oficio pictérico y escultérieo, en cambio, estin mas proxi. mas a la separacin de Jo desigual, procurando deslindar con nitidez las fronteras de cada una de las artes. Algo que se advercia desde las primeras invocaciones a la Pintura por parte del grupo francés Soporte/Superficie o Peinture, la neofiguracién ‘madrilena a partir de L. Gordillo o la abstracci6n en torno a le revista Trama, Las siguientes palabras del artista H. Middendorf expresan un sentir muy del momento: «La pintura formula hoy lo que otros medios no pueden formular... Si lo indecible udiera ser mostrado por otros medios mejores, entonces la pintura no tendria sen- tido alguno» ¢ * Enwevita con el artista en Fash Art International, nin. 118 (1984) pigs. 3637 Sit Retomando la categoria del progreso, ya los roménsicos enarbolaban la progre- sién Aunque alimenta todavia una concepcion finalist, con ella no designan sino viral arte esti presidido por una teleologia atipica, indeterminada, carente de metas {Basque se despliega en milkipls direcciones. Progresion polifonic y zigzaguean- ds ee eres cfinalidad sin fin» que anticipara Kant, que, aun sin descar- ‘ens cierta «l6giea» evolutiva, asume Is historia del arte como un deslizamiento aves de filones varios, mas en consonancia con una panorémica heterogénea que Gon los campos homogéncos de visi6n o con el darwinismo lingistco ‘Les Foninticos esgrimian, asimismo, una «desigualdad» de los progresos en las ciencias y las artes, Desigualdad que anticipa otra hipétesis marxiana, en la Zntro- Gactién general « la critica de la economia politica (1857), sobre el «desarrollo desi- gual. dea produccion material y del arte, vomando como motivo el atractivo que Eidavia ejerce sobre nosotros el arte griego, Critica coetines al progreso, fatuidad moderna del hombre «americanizado» y-alectionado por los ilbsolos del vapor y Is celles quiet, coo l que Baudelaire z= despachars gusto Ja Exposicion Unioeysal (1855), Desarrollo desigual que provoca la aporia del progreso come algo to aplicable indistinamente 2 ambas esferes, como pretenden quienes an siguen confundiendo la modernidad con la «moderntzaciGns, ‘para un observador de la escena actual, se hace evidente que tanto las revisiones historiogréfieas sobre nuestro siglo como un sentir muy extendido' tienen que ver arom corse de los esquemas linedes y con sus entrecruzamientos; reaccionan tanto con- GEPEET progresor como contra. recorridos exclusvists, unlaterales, en una sole Tirectigh, Categorias poco homogéneas como lo moderno o la propia vanguardia saa ce han revelado sino espejismos, burdas manipulaciones en ocasiones, pantallas Ae ocultacion de ese mosaico discontinue por donde aparecen filones marginados por la ortodoxia. Discontinuidades, ya presentes en su seno, que, al reclamar con Erpullo las diferencias, la erosionan Y con las que parece estar en deuda la condicién «posmoderna.» Pérdida de entusiasmo por lo novedoso y el experimento No menos distintivo en esta condicin es la pérdida de entusiasmo por el «valor de lo nuevo» —el valor supremo. se ‘como dirfa el critico H. Rosenberg, habia emer- ido en el arte moderno— 0 por la , encumbrada asimismo ‘parecia deslizarse por el Ueada «ismo» desplazaba parada alguna en el fluir mentaba én una «ideolo- ‘agotaban bajo el vertigo no consumadas, por una nostrase un rostro irse- bivalente. Desde hace al- Jaraciones artisticas gue Se la ha llegado a tildar sarse numerosos testimo- # de Colonia, sobre todo, Shia: «A mi, sobre el pla- no formal no me interesa la innovacién, hago arte con los materiales del arté> ”. A pesar de que no es fécil renunciar 3 cierta afinidad entre.novedad pasajera y vanguardia, como sucediera con el propio lanzainiento de la transvanguardia, sinto- ‘mas diversos invitan a contemplar la creacién desde angulaciones que se desmarcan de esa inmediatez de lo novedoso, mas cémplice de la «modernez» 0 de lo crono- logicamente mas nuevo o novisimo, como auncian los suplementos culturales, que comprometidos con muchas de las sedimentaciones en curso. En todo caso, el aban~ dono de tal falacia no esté derivando 4 una renuncia por parte del artista actual 2 ser original ni 4-una dinémica de cambios y nomadismos, No estar de més 2 este respecto repasar las peripecias entre lo novedoso y lo original, desde Kant y los ro~ rnticos hasta la actual o las activudes que se despreocu- pan por lo novedoso. El gran reto de los ochenta, en realidad de siempre, es ser ori- ginal, algo ciertamente arduo en la actual selva de mimetismos y «tecuperacioness. No menos incisivo se muestra el desprestigio del experinnentalisma, lo cval ha reconducido a la revaluacién de cada atte y de la pintura. No son casuales las au- torrepresentaciones excitantes del propio acio de pintar, como sucede en obras re- cientes de S. Chia, Middendorf o Schnabel. Pero tal desprestigio no quiere decir que élartists, volando sobre las alas de la azeflexi6n atisticas, en la acepeién romantica, se desentienda de los medios expresivos propios de cada arte y no los con nie manipulando desde su propio laboratorio © cocina del oficio. Lo que parece sbandona, en verdad, & aquela especie de culto que ven tibutandose al expe- rimento. Una de sus manifestaciones pervivientes podria ser la revista Leonardo, de le Univesided de California, o el Center for Adcanced Visual Studien del MIT, Como es bien sabido, el experimentalismo habia penetrado’ en la modernidad ‘como un procedimiento artistico que, en un primer momento, afecta alos datos que el artista segrega de su observacion de lo real, al «sens du réel», que ditian Zola y Is pottica del navuralsmo decimonénico, Pero pronto es extrapolado a una man pulacion de los medios expresivos cada vex. mds asociada con el experimento Clem tifico y Ia dindmica de la produccién industrial en sus continuos cambios técnicos. Este proceder experimental seria, precisamente, el que impregnaria a las revolucio tes formales de los «ismos» y las vanguardias. Pero lo que en sus origenes gozara , segin la jerga del

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